Date: Wed, 14 Mar 2012 17:59:11 +0000 From: alfredo garcia Subject: Una historia de gatos (Non-English and Adult Youth sections) Una historia de gatos by Alfredo Garcia Alberto nunca podrá olvidar aquel 28 de agosto. Era el día que cumplía 14 años, y por otra parte era el día de la fiesta de la patrona del pueblo. El verano se acababa y con él las vacaciones, al día siguiente toda la familia volvería a su casa de la ciudad. La finca del pueblo era de sus abuelos, los cuales eran prácticamente los dueños del mismo. La finca tenía un edificio principal, otro para la servidumbre, y un tercero para algunos de los trabajadores que vivian fijos en la finca, aparte estaban las cuadras, los almacenes,?. También había una pequeña capilla, donde en las ocasiones principales venia el cura del pueblo a celebrar la misa. Aquella misma mañana había sido una de esas ocasiones. Prácticamente el pueblo era parte de la finca, y casi todos sus habitantes trabajaban para ella. Ese día su abuelo invitaba a todo el pueblo a comer. Se mataban dos terneros, un buey y varios corderos. Había que celebrar el final de la cosecha y también el cumpleaños del jovencito Alberto. Se comía y se bebía en abundancia, y al atardecer comenzaba el baile-verbena , que muchas veces se prolongaba hasta casi el amanecer. Aquel había sido el mejor verano para Alberto. Especialmente por todas las aventuras que había vivido con su amigo Juan. Juan era dos años mayor que él, y era el hijo del capataz de la finca , que también se llamaba Juan. Juan le había enseñado montones de cosas. Como a cazar ranas, pájaros y culebras. Con él había entrado en una cueva que había en una montaña próxima, también habían explorado parte del rio. Aquella mañana después de la misa los dos fueron a bañarse al rio. Lo de ir al rio el solo, lo tenía completamente prohibido, pero con Juanito lo dejaban ir, con la condición de que no se bañasen. Por eso no habían podido llevar bañadores. El se baño con los calzoncillos puestos y Juanito se rio de su vergüenza. Luego le convenció para que se los quitara y que se pudieran secar al sol. El se puso el pantalón. Juan tomaba el sol completamente desnudo, su cuerpo era fuerte como el de un atleta, Alberto de reojo lo miraba. ?No tengas vergüenza, yo soy un chico y tú no eres una chica. Miro la cara de su amigo, tenía los ojos cerrados, su mirada entonces se deleito recorriendo su cuerpo desnudo. Tenía un pene mucho más grande que el suyo, el cual apoyado sobre un muslo crecía lentamente. Alberto miro hipnotizado como levantaba la cabeza y comenzaba a erecionarse, no se dio cuenta que Juan había abierto los ojos y también lo miraba -Se pone así porque le gusta que le dé el Sol. Quítate los pantalones, veras que al tuyo le va a pasar lo mismo. No te preocupes yo no mirare. Se quito los pantalones pero el pene ya lo tenía erecto sin necesidad de que le diera el Sol. Se tumbo boca arriba, con la pierna derecha doblada intentando ocultar su sexo, cerró los ojos. Sabía que a pesar de su promesa Juan le iba a mirar. Se ruborizo, por otra parte quería que le mirase, quería a que su amigo le gustase su cuerpo desnudo. Por una pequeña rendija de las pestañas observo a Juan, efectivamente le estaba mirando, y vio a la vez como este se acariciaba la polla erecta. Entonces estiro la pierna derecha y flexiono la izquierda, quería que su amigo viera también su pene erecto. Entonces Juan se levanto y se coloco a su lado, - También a ti se te ha puesto dura, ¿nos hacernos una paja?- le dijo al oído Y sin esperar su respuesta cogió su pene y comenzó a masturbarlo, Alberto no abrió los ojos entonces, ni tampoco cuando Juan cogió su mano para rodear con ella su polla. Imito los movimientos de su amigo, y en apenas un minuto los dos se corrieron. Enseguida su amigo se puso de pies. - Vamos al rio a limpiarnos, tenemos que volver, se ha hecho muy tarde. Se bañaron jugando a echarse agua como si nada hubiera ocurrido. Juan se vistió rápidamente. Alberto lo hizo lentamente, quería que su amigo mirara su cuerpo desnudo, ¿Por qué quería que viera su culo mientras se ponía los calzoncillos? noto que su pene volvía a reaccionar, por encima del hombro miro a su amigo, este efectivamente le estaba mirando el culo, mientras se frotaba la polla a través del pantalón, levanto los ojos y le sonrió, Alberto le devolvió la sonrisa pero ninguno de los dos dijo nada. Volvieron corriendo, las mesas para la comida ya estaban preparadas -Súbete a ducharte y a cambiarte de ropa- le pidió su madre. Cuando entraba en la casa se cruzo con el padre de Juan. -¿Te bañaste con Juanito en el rio verdad?- , No supo que responder y bajo los ojos. No sabía porque aquel hombre le intimidaba tanto. Nunca era capaz de aguantar su mirada, además de forma automática acababa bajándola y fijándola en el bulto de su entrepierna, no podía hacer otra cosa. Entonces se ruborizo. El hombre puso su mano en su hombro, el levanto los ojos tímidamente, el hombre le sonrió intentando darle confianza. -No te preocupes no se lo diré a tu madre. Quizás los había visto bañarse en el rio, suspiro y volvió a bajar los ojos. Entonces el hombre con un dedo levanto su mentón y le hizo mirarle a los ojos. -No te debe dar vergüenza mirarme a los ojos los tienes muy bonitos. Entonces Alberto echo a correr escaleras arriba. Sabiendo que el hombre le seguía con la mirada. Era la segunda vez que se encontraba con el padre de Juan aquel día. La otra fue cuando bajo por la mañana a desayunar, el estaba en zaguán hablando con su madre, la cual le sonreía y parecía flirtear. De hecho intuía que ambos eran amantes o algo parecido, sino como explicar lo que había oído la noche pasada. Alberto se había despertado por el ruido que hacían los gatos, parecía que había gatas en celo y durante toda la noche no pararon los maullidos y chillidos. Bajo a la cocina a ponerse un vaso de agua. En al zaguán se oían gemidos, y alguien hablando muy bajo, se detuvo y aguzo el oído, eran las voces de su madre y del padre de Juan. -No Juan no, esta noche no, con el ruido de los gatos esta todo el mundo despierto, y temo que nos puedan ver u oír. -La culpa no la tienen las gatas, sino ese gatito maricón, es él el que al final se lleva a todos machos tras de él. Mañana te juro que lo mato. -Pobrecillo, no se te ocurra hacerle nada. Le tengo un especial cariño a ese gatito, acuérdate que tú me lo regalaste. No sé porque me recuerda a mi hijo Alberto, en lo sensible y cariñoso que es. -Te espero esta tarde a las nueve, escápate de la verbena, estaré en el sitio de siempre Sin esperar a oír mas y temiendo ser descubierto, Alberto subió rápidamente y de puntillas hasta su habitación. Se asomo a la ventana, en el patio había tres o cuatro gatos. Un gato estaba cogiendo a la gata de tres colores, la sujetaba por el cuello, mientras con sus patas traseras la obligaba a coger la posición, luego un maullido agudo y desgarrador y la gata se revolvió contra el gato, este la soltó, la gata se retorció frotando su lomo con el suelo y lamiéndose el coño. En esto apareció el gatito gris, y se monto encima de la gata, esta se dejo hacer, de nuevo el gato dominante, intento montarse a la gata, pero fue al joven gato al que sujeto por el cuello, ahora fue el gatito el que chillo y se desprendió, y con saltitos elegantes se separo unos metros. Alberto no entendía muy bien porque el gato macho siguió al gatito en lugar de quedarse acechando a la gata. El gatito se lamia el culo, también lamia su pequeño pene rojo y afilado. El gato macho intento cogerle por el cuello, pero el gatito se fue por una esquina del patio, el gato grande le siguió, los otros gatos siguieron acosando a la gata de tres colores. Alberto se metió en la cama, y se masturbo, mientras se imaginaba al gato grande follando al gatito gris. Pero volvamos al encuentro con su madre y Juan aquella mañana en el zaguán. Su madre le pregunto si los gatos le habían despertado por la noche, mintió y dijo que no. También le dijo que a pesar de su promesa su padre había llamado para decir que no podría venir a su cumpleaños. Durante la comida el tema de conversación fue la noche que les habían dado los gatos. Habían despertado a todo el mundo. Volvieron a hablar del gatito maricón, y luego de algún chico gay que había en el pueblo, al parecer la mayor parte de los hombres del pueblo lo habían follado. La gente los disculpaba, era lógico los hombres tenían que tener algún desahogo, y aquel chico los provocaba. En medio de aquella conversación noto como Juan padre, le miraba fijamente de vez en cuando. Estaba claro que debía de pensar que él tenia algo en común con aquel muchacho a quien le gustaba que le hicieran cosas los hombres. Concentro la vista en el plato, a la vez que noto como su pene se ponía duro. Después de comer hubo gente que se quedo bebiendo y cantando, otros se fueron a echar la siesta, había que descansar para la fiesta de la noche. Su amigo Juan le propuso que le acompañase. Podían ir a espiar a Laura la hermana de Alberto. Esta tenía 19 años y Juan le había confesado que estaba loco por ella. Había descubierto que por una pequeña rendija del suelo de madera del desván, se podía ver el dormitorio de la chica. Subieron arriba, se tumbaron boca abajo uno pegado al otro para poder mirar a la vez por la delgada rendija. Sobre la cama estaban Laura y la pequeña hermana de Juanito, Sonia, esta tenía 12 años y era una niña muy guapa, a Alberto le gustaba, y pensaba bailar con ella aquella tarde, intentaría besarla y si se dejaba la llevaría algún sitio donde pudiera tocarla a gusto. Las dos chicas hablaban bajo, pero ellos oían desde lo alto perfectamente sus palabras. Laura le preguntaba, sobre los chicos que le gustaban, Sonia le dijo que el que más le gustaba era Alberto. Entonces Juan palmeo el culo de Alberto, y le animo a que aquella noche la besara e hiciera con ella lo que pudiera, también le confesó que una vez le había tocado los pechitos, y el coñito con las bragas puestas. Que ella se dejaba fácil, pero que él no quiso seguir porque era su hermana. -¿Te has besado con algún chico? ¿No? Yo te enseñare como se hace. Sorprendidos vieron como la chica mayor besaba a la pequeña, y como esta rodeaba su cabeza con los brazos. Aquello parecía durar una eternidad. Juan acaricio la espalda de Alberto. -Se te ha puesto dura como a mi ¿verdad? Y metió la mano debajo de la camisa y acaricio su piel desnuda. Alberto no dijo nada, estaba alucinado viendo como su hermana, metía la mano bajo la blusa de Sonia y acariciaba sus pechos, todo sin dejar de besarla. Luego le dijo, que cerrara los ojos y que se imaginara que ella era Alberto. Comenzó a desnudar a la pequeña. Alberto noto el pene duro de su amigo, contra su pierna, este ahora acariciaba sus pezones, -Si tu hermana toca a la mía, tú me debes dejar que yo te toque a ti. Me voy a imaginar que tu eres Laura. Cuéntame lo que ves por la rendija y yo te lo voy haciendo a ti. - Ahora, le besa en el cuello, y le ha quitado los pantalones, y le esta besando las piernas. Alberto colabora dejando que su amigo le quite los pantalones, y comience a acariciarle las piernas. -Ahora le está quitando las bragas, y está acercando los labios a su coño. Su amigo ya le ha quitado los calzoncillos, y acaricia con sus labios la piel suave de su culo. -Ahora mi lengua en el coñito de Laura. - ¿pero qué haces? Su amigo le estaba metiendo la lengua en el culo. - Ahora están las dos desnudas sobre la cama, - Dime Laura tu lo has hecho con algún hombre. - No pequeña, solo lo he hecho con muchachos, y necesito un hombre como tu padre, para que calme el fuego que llevo dentro, ven pequeña acerca tus labios aquí, mira que caliente y mojada estoy. Estoy imaginando que tu padre me coge como anoche cogían los gatos a la gata de tres colores. Anda cómeme con esa lengua rica que tienes. Juan muerde el cuello de Alberto, y lo monta por detrás como si fuera un gato, poco a apoco lo esta poniendo en posición, intenta metérsela de un solo golpe, pero es demasiado estrecho, el chico se revuelve y se aparta. -Bueno déjalo hagamos el 69, yo te la chupo y tú me la chupas. Alberto se corre primero que Juan, lo cual no es de extrañar pues él tiene un dedo en el culo, y Juan no. Los amigos oyen ruidos de alguien subiendo por la escalera, se visten deprisa. En la puerta de la buhardilla esta el padre de Juan. -Que hacíais aquí. -Buscábamos la escopeta de perdigones, miente Juanito. -Iros no quiero volveros a ver más por aquí. -Contigo tengo que hablar luego, le dice a Alberto cuando pasa a su lado. El hombre también conoce el secreto de la rendija. Ve como las dos chicas se hacen el amor, saca su gruesa polla y comienza a masturbarse. Ahora mismo se las follaría a las dos. Desgraciadamente a su hija la tendrá que respetar, pero la otra no se irá a la ciudad sin haber probado su polla. Nota el suelo pegajoso, lo hule. -Estos muchachos-, y se lleva el dedo a la boca, -Seguro que es del pequeño Alberto-, por un momento se olvida de las chicas y imagina lo bien que lo podría pasar follando al muchacho. Ahora alguien le llama a gritos por la escalera, apenas tiene sitio para meterse la dura polla en el pantalón. Han llegado los músicos para el baile y quieren hablar con él. Allí no se hace nada si él no lo ordena. El viejo patrón lo ha dejado todo en sus manos, y pasa la mayor parte del tiempo en la ciudad. La madre de Alberto manda a este a ducharse y a cambiarse de ropa para el baile. En su habitación no hay baño, tiene que utilizar uno que está en el pasillo. Cuando no está su hermana utiliza su baño, así no tiene que cruzar el pasillo desnudo. Su hermana no está , lleva la ropa limpia para allá, y se mete en la ducha. Se acaricia el cuerpo enjabonado. Se tiene que lavar bien el culo, Juanito le metió un dedo, y todavía le pica, juega a meterse la punta de un dedo, le gusta, se lo mete del todo, ¡que rico¡, pero le escuece un poco por el jabón. Se seca, sobre la cama de su hermana esta la ropa que esta se va a poner para el baile, incluida la ropa interior. Acaricia las braguitas de seda, las huele, las besa, envuelve en ellas su pene, que ya está de nuevo erecto, y se masturba lentamente. Sobre la cama también hay un negligé azul. Se lo pone, se calza los altos zapatos de tacón, se mira al espejo -No está mal, y hace poses sexy frente al espejo. Tiene una piernas bonitas , y un culo bonito. Recuerda el intento de penetrarlo por parte de Juan. Piensa que si hubiera tenido algo para lubricarse, podría haber entrado. Sobre el tocador hay una crema hidratante, pone un poco en un dedo y juega a penetrarse con él. Le gusta, se mira en el espejo, con la otra mano se pellizca los pezones, se escita mucho viéndose así. Le gustaría que el padre de Juan le estuviera mirando. De repente la puerta se abre y entra su hermana. - Lo sabía, sabía que eras un pequeño mariquita. Te gusta verte así, eres más guapo que casi todas las chicas. Si fuera un hombre te follaría ahora mismo. - No, por favor, no es lo que tú piensas. No se lo digas a mama. - No se lo diré, si haces todo lo que te diga. La hermana cierra la puerta con llave. - Anda ven aquí. Te voy a enseñar a besar, esta noche tienes que besar a Sonia. Mientras besa a su hermano, sus manos recorren su piel debajo del negligé , los pezoncitos erectos, la piel suave del interior de los muslos, los pequeños testículos prietos, y con dos dedos coge su pene erecto. Le da la vuelta, le mordisquea el cuello. Alberto gime y se deshace de placer. -Te gusta pequeño? Esto es lo que tú necesitas, una hermanita cariñosa que sepa comerte despacito. Acaricia su culo e insinúa un dedo en la rajita. - Que sorpresa¡, mi niño ya tiene el culito mojado. ¿A quien se lo darás? ¿A tu amigo Juan?, seguro que ya te lo ha hecho. Le mete un dedo y luego dos, le obliga a mirarse en el espejo, mientras gimotea, doblando y retorciendo su cuerpo de placer. - Te gustan los chicos o los hombres. ¿Qué te parece el padre de Juan? Lo he sorprendido más de una vez mirándote el culito y a ti mirándole el bulto de la bragueta. -Échate sobre la cama boca abajo, voy a ver cuánto te gusta que te follen. De la mesita saca un consolador más bien pequeño, y poco a poco se lo va introduciendo, el muchacho grita que le duele mucho, que lo saque que es muy grande. -¿Muy grande? ¿No debe de ser ni la mitad de la polla del padre de Juan. Se lo mete hasta el fondo y comienza a follarlo. Alberto está a punto de correrse cuando oyen las voces de su madre llamando a la puerta. -Un momento mama- Alberto se va con su ropa para el baño. La mama entra en la habitación -¿Porque cerastes la puerta? -Porque me iba a cambiar y hay mucha gente que entra sin avisar. Alberto esta duchándose en el baño, el otro baño estaba ocupado. La madre la mira inquisidora. Le habla en voz baja, no quiere que le oiga Alberto - Esta noche en el baile, ten cuidado con lo que haces, no quiero que bebas como el año pasado, y que acabes follando con cualquiera. Especialmente ten cuidado con Juan el capataz. Es un hombre muy salido y no respeta nada ni a nadie. Te lo advierto aléjate de él. -No será que lo quieres todo para ti, contesta ya en voz alta la muchacha. La madre le da un bofetón. La chica se tira llorando boca abajo sobre la cama. La madre se va. Alberto ha oído lo que hablaban, ya se ha vestido y sale de puntillas. No se ha limpiado el lubricante del culo. Se siente mejor así. Esta muy excitado, se va a su habitación con la intención de masturbarse, pero a la puerta le espera su amigo Juanito. -Vamos date prisa, los músicos ya han empezado a tocar. Definitivamente hoy no parece que el pequeño Alberto valla a poder descargar sus pequeñas y llenas pelotitas. Abajo ya ha comenzado el baile. Esta todo el pueblo. Excepto algunas personas resentidas o enfermas, como la mujer del capataz. Allí esta Sonia guapísima con un con una faldita cortita que deja ver sus preciosas piernas, y una camiseta ajustada que resalta sus pequeños y erectos pechitos. Alberto se acerca, y nervioso le da un beso en la mejilla, la niña se ruboriza. Se mezclan entre los bailarines, que bailan una pieza lenta. La niña pega su cuerpo contra el de Alberto, sus ropas son tan ligeras, que nota sus pezones en su pecho, el pequeño abultamiento de su vientre, y sus muslos suaves. La niña también nota como sube el pequeño pene duro de Alberto y roza cerca de su pequeña vulva, la cual comienza a humedecerse. Cambia la música, ahora es de bailar suelto. Ambos van a la mesa de los sándwich. Allí esta Juanito bebiendo, Alberto prepara dos refrescos. Juanito le hace oler su bebida, tiene alcohol. -Toma una bebida como la mía, le dice al oído, veras como pierdes la timidez, y te decides a llevar al pajar a mi hermana. Alberto prueba por primera vez el alcohol. Después de varios sorbos, nota calor dentro de sí y se siente más animado. A Sonia la llaman unas amigas. A pasado ya casi una hora, y Alberto ya se ha tomado dos vasos de ron con coca cola. Ahora están tocando otra vez piezas lentas. Alberto busca a Sonia, no la encuentra, pero a quien si ve es a su hermana bailando muy apretada con Juan el capataz. El cual al cruzar la vista con Alberto le sonríe enigmáticamente. Después ve a su madre que está sentada hablando con unas señoras, pero que no pierde de vista a su hija y al capataz. Se acerca. -Mama estas muy guapa, su mama le coge de la mano y le estrecha entre sus brazos, nota su perfume, y el calor de su cuerpo, le acaricia la mejilla y el pelo, y con una mirada un poco triste, le dice que el también está muy guapo. Alberto nota entonces que su pene comienza una erección. Se aparta un poco bruscamente. -Siempre has sido un poco arisco a las caricias. Algún día tendrás que permitir que alguien te acaricie mi pequeño, le dice mientras le sonríe dulcemente. Alberto se va con Juanito y otros amigos, cuando vuelve le cuentan que su madre se ha enfadado mucho con el capataz y con su hija. Alberto las busca, le cuentan que ha su hermana la han visto irse con la pequeña Sonia. Su madre parece muy contenta, quizás ha bebido demasiado. -¿Que hacéis unos chicos tan guapos como vosotros sin bailar? ¿Juanito quieres bailar conmigo? -Alberto los ve a los dos bailar apretados. Juan a pesar de su edad es algo más alto que su madre, y parece todo un hombre. Alberto se va hacia una barra de bebidas, ahora está todo bastante oscuro, se han debido estropear las conexiones eléctricas. Un par de candiles iluminan muy débilmente el lugar. Los músicos siguen tocando, ahora son canciones de NaT King Cole ?Aquellos ojos verdes?.?. Su madre y Juan ya son solo un bulto indistinguible. Alguien le coge por el brazo, se vuelvo, es el padre de Juan, el cual le mira fijamente, y huele mucho a alcohol. -Tomate algo conmigo muchacho, aquí la única persona agradable eres tú. Por la voz ronca nota que está un poco bebido y parece un poco enfadado. Su mirada brillante le da miedo. Él lo parece notar. - No te asustes muchacho, beber un poco no hace daño. Le sirve una copa de ron, y el pide coca cola, -No muchacho tomatela así, como los hombres, y vacía la copa de un trago. Coge la mano del chico y le obliga a tomarlo de una sola vez. -Así me gusta, y con su fuerte brazo le aplasta contra su pecho. La cabeza le da vueltas, el fuerte olor masculino, a alcohol, a tabaco, a sudor. No puede más y se desprende de su abrazo. Tiene ganas de vomitar, va por el camino del rio casi en la oscuridad, los músicos tocan ?Perfidia.? Está a punto de caerse. -Ven yo cuidare de ti. El padre de Juan le ha seguido y le sujeta por detrás, hace que se doble hacia adelante, mete dos dedos en su boca, Alberto siente arcadas y enseguida vomita una y otra vez . El le sujeta la frente, y con la otra mano sobre su vientre impide que se caiga. Alberto ahora se encuentro algo mejor, pero siente frio, esta tiritando. -Te llevare a la cabañita de caza, esta aquí al lado. Le lleva en sus brazos. Dentro se sientan en el ruinoso sofá. -Ven siéntate encima de mí, te daré calor-, se desabrocha la camisa, y desabrocha la del chico y pega su piel caliente a la fría del muchacho. Sus manos calientes acarician su espalda, el cuello, el pecho, -Calienta tus manos con mi pecho, tímidamente el chico acaricia el bello de sus fuertes pectorales. -Entras en calor mi niño guapo, le dice bajito con voz ronca junto al oído. Alberto ya no tiene miedo, y se le está pasando el frio. Se siente muy bien envuelto en sus brazos, realmente nunca se había sentido tan bien. A ráfagas llega la voz del cantante ?Ansiedad de tenerte en mis brazos y..?. Acaricia un pezón erecto de su pecho. El hombre le toma por el mentón y le hace mirarle a los ojos. Apenas se ve nada pero sus ojos brillan en la oscuridad. Por primera vez es capaz de mantener su mirada. -Dime lo que quieres mi amor. - Béseme, por favor. Sus labios se acercan lentamente. El chico ya no puedo esperar más y los junta a los suyos, le sorprendo su mi atrevimiento, pasa la punta de su lengua sobre los de el. Entonces el hombre le aprieta contra si, y le besa con fuerza introduciendo su lengua hasta el fondo de la garganta del muchacho. De nuevo a ráfagas llega ?Bésame mucho, como si fuera?? Ahora Alberto está tranquilo y no tiene nada de frio. El hombre le hace poner de pies entre sus piernas y le desnuda lentamente. Los zapatos , los calcetines , el pantalón , los calzoncillos, el chico va levantando las piernas, para que los pueda sacar. Para mantener el equilibrio apoya la mano sobre su hombro. Ya esta completamente desnudo, sus manos acarician el pecho, luego sus labios lo recorren, Después acaricia las piernas, Alberto las abre para que sus dedos puedan tocarlo todo, Acaricia sus pelotitas , besa su pequeño pene erecto. Uno de sus dedos se insinúa en el ano. -¿Te lubricaste para mi, mi pequeño? -Si para usted. Pero por favor déjeme verlo -¿Ver qué? - Lo que hay debajo del bulto, el que siempre que estaba junto a usted acababa mirando. -Ya me había fijado en tus miradas y sabia que algún día acabaríamos como estamos ahora. Ahora fue el hombre el que se puso de pies, el chico el que fue descubriendo el cuerpo masculino y poderoso de su amante. Con mano temblorosa, acaricio los las piernas musculosas, el abundante bello ensortijado, con las dos manos sostuvo los abultados testículos, y luego el poderoso falo, que se erguía desafiante, hipnotizando al chico, como una serpiente hipnotiza a la presa que devorara. Los dedos delicadamente, perfilaban los músculos, venas y redondeces, del imponente balamo. La cabeza del glande grande y hermosa, terminando en una delicada rajita de la que fluía interminable el dulce licor. La piel suave de la mejilla adolescente frotándose una y otra vez contra el dios de la masculinidad. Luego la punta de la lengua saboreando la sabia de la vida. Y los labios febriles, y la pequeña boca tragando la gran serpiente, glotona, insaciable de aquellos frutos maduros y hermosos. -¿Te gusta? ¿La quieres verdad? Dale un besito con la punta de tu pene. El chico se puso de pies encima del sofá, de modo que los dos sexos quedaron a la altura. Y el chico acerco los labios húmedos de su sexo a los del sexo del hombre. Se besaron e intercambiaron sus salivas, sus licores rezumaban por las puntas, el chico junto con sus manos ambas, Realmente aquella escena era hermosa, el apogeo de la madurez junto al capullo recién abierto. -¿Le vas a dar gusto?¿Sabes lo que quiere? Entonces, solo entonces, el adolescente cayó en la cuenta, de la magnitud de su error, aquel monstruoso pene, no podía entrar dentro de su cuerpo. Recordó el daño que le hizo Juanito cuando lo intento. También recordó el consolador que le había metido su hermana, pero que era mucho más pequeño. -No, no es posible. Yo bien quisiera, pero no, es demasiado grande y mi agujero es muy pequeño. Déjeme ir por favor. - No, ahora no te irás, tu lo has estado buscando, tu lo has puesto en ese estado. El se ha enamorado de ti, y le tienes que dar lo más dulce de tu cuerpo, lo más tierno, lo más hermoso. -Yo haría lo que fuera por él, yo lo quiero mucho. Pero eso es imposible. Me matara. -No , no te matara, sino que te va hacer el ser más feliz del mundo, y después de que lo hayas hecho ya no querrás otra cosa. Me pedirás por favor que te lo vuelva hacer. -Mira recuerdas el gatito mariquita de la pasada noche. Al principio también le dolió, pero luego, es él , el que va a buscar a los gatos. Y los gatos prefieren irse con el que con las gatas. Estoy seguro que tu vas a ser como ese bonito gatito, vas a volver locos de placer a todos los hombres que se te acerquen. Vistes como el gatito se lamia el culo, eso era para lubricarlo bien. Tú no te puedes lamer como él, pero yo lo hare por ti. -Ponte a cuatro patas sobre la cama. El hombre lame una y otra vez su rajita, acaricia , su culo, sus tetitas, y su pene se vuelve a poner erecto. Ahora quédate así, el liquido que gotea de mi polla lubricara tu agujerito mejor que cualquier crema. El hombre se monta encima, como el gato macho sobre el gatito, y sujeta con sus dientes el cuello del muchacho, luego con las piernas lo va bajando, de forma que el agujero quede justo frente a la punta de su polla. Cuando la punta toca el ano mojado del adolescente, este no puede impedir que un escalofrió recorra su cuerpo. Intenta relajarse. La polla ha comenzado a penetrarle. Aguanta todo lo que puede el dolor, quiere demostrarle que le quiere, que aguantara aunque se rompa en dos. Un sudor frio recorre su frente. Gime. -No puedo, por favor despacio. Pero el hombre sabe muy bien lo que tiene que hacer. El chico todavía tiene bastante alcohol en la sangre, y eso mitigara su dolor. Empuja con más fuerza. El gemido del chico se ha convertido en un grito, como el del gatito. Pero al igual que el gato grande, el hombre lo tiene bien sujeto y no le dejara escapar. Tapa con una mano su boca, y se hunde en el cuerpo vulnerable. El glande ha penetrado el primer anillo, ya no hay marcha atrás posible. El chico respira con fuerza , el dolor es insoportable. Las lagrimas y los mocos cubren su cara. El hombre se detiene un momento, espera hasta que el chico deja gritar. Retira la mano. -¿Ya está todo?, pregunta el adolescente. - Sí, bueno falta un poquito, le miente, en realidad faltan dos tercios. -El hombre muerde con más fuerza el cuello, una mano retuerce un pezón, la otra hace lo mismo con los testículos. Quiere que ese dolor amortigüe un poco el que está por llegar. Entonces se hunde con fuerza y de un solo, continuo e interminable empuje, llega hasta el final. El bello insurto de su pubis, pica la piel tierna del culo del adolescente. Este cree que va a morir partido en dos. El hombre permanece quieto y le dice palabras dulces al oído. - Mi gatito lindo, que feliz me haces. Eres un chico valiente. Ya verás como dentro de un poquito vas a estar bien. El adolescente sufre muchísimo, pero está contento, por fin esta todo dentro. Eso era lo que él quería. El hombre le acaricia con ternura, los pezoncitos, las piernas, besa su cuello, le musita promesas y palabras de amor. Poco a poco el chico se va relajando, su respiración se ha acompasado. Se siente completamente lleno. Es una sensación nueva. Le duele, pero le gusta. ¿Como puede ser que el dolor le guste? -¿Estas ya bien mi vida?,¿ te gusta? -Si, me gusta. El hombre comienza a moverse lentamente Y comienza a manar un rio de placer. Un rio de placer que desborda todo su cuerpo, y sube hasta su pecho, hasta su garganta, a sus orejas, a su frente, y baja a sus rodillas y a sus pies. Se relaja del todo, y el también comienza a moverse, a buscar dar placer aquel órgano maravilloso que late en sus entrañas. El hombre nota el cambio. -Mi chico guapo, ¿te gusta verdad? Sabía que te gustaría, desde el primer día que te vi bajar la mirada y fijarla en mi bragueta. Muévete así cariño, da placer a tu amigo. El hombre también era feliz, había poseído todo tipo de mujeres, pero nunca había tenido a un ser tan dulce, tan tierno, tan entregado a él incondicionalmente. Estaría dispuesto a vivir siempre con él. Pero eso era imposible. Sabía que el chico como el pequeño gatito, nunca podría decir que no a otros machos que le acosasen. Entonces se acordó de la madre del muchacho , y de su hermana, y del mal rato que le hicieron pasar, las dos putas. Fue después de todo una gran suerte para el que fuera así. El chico se volvió. -¿Me quiere? ¿Le hago feliz? -Si mi amor -¿Mas que su mujer, más que mi madre, más que mi hermana? - Mas que a nadie en el mundo -Le puedo llamar papa, me gustaría que usted fuese mi padre. -Puedes, a mí también me gustaría serlo. -Entonces bésame papa -Si hijo mío. La sodomía se detuvo durante un beso interminable. Luego volvió el mete y saca, y el oleaje de placer, los gemidos, los sollozos, los juramentos de amor, las promesas. Se formo un solo ser, fusión de dos , que desbordaba pasión, y vibraba a través de explosiones de placer. Un hombre fuerte y hermoso, dentro del cuerpo dulce y vulnerable de un adolescente. ¿Puede haber algo más hermoso? Bastaría mirar sus caras, para percibir todas las formas de la dicha, todas las expresiones de la felicidad. Y también el rio de sus palabras de amor, de las cataratas de sus gemidos de placer. El contraste entre el cuerpo fuerte, musculado, oscuro, y lleno de bello, y el blanco, suave, y de formas gráciles y esbelta. Y el poderoso falo, entrando y saliendo, brillante de sudor y saliva entre las tiernas, pequeña y blancas nalgas. El contraste imposiblemente bello de los gesto concentrados del hombre y del adolescente, besándose. El ritmo creció, y las olas cada vez fueron más altas y más fuertes. Hasta que una enorme ola final, los levantó a los dos por el aire, y la ofrenda del amor se derramo sobre sus cuerpos, dejándolos agotados sobre la orilla de una playa soleada. Descansaban agotados los amantes, cuando oyeron gritos, de fuego¡, fuego¡, y el olor a madera quemada llego hasta ellos. La música había dejado de sonar. El hombre se vistió corriendo, antes de irse tuvo tiempo de volver a besar al muchacho. Y este ingenuamente le dijo. -Muchas gracias ha sido muy bueno conmigo. Cuando el chico llego al lugar de la fiesta, apenas quedaba nadie, la mayoría había ido hacia el lugar del fuego, unos para intentarlo apagar y otros simplemente a mirar. Hacia allí se dirigió también Alberto, hacía calor, un olor muy fuerte a quemado, y un resplandor rojo en el cielo. Cerca del camino oyó maullidos de gatos, allí un gato negro sujetaba por el cuello al gatito gris, otros dos esperaban su turno. Sintió una contracción en su pene, noto entonces sus calzoncillos mojados, se toco con un dedo el culo, de su agujero goteaba el semen del capataz. Entonces oyó la voz y la risa de su hermana, se acerco sigiloso. En un pequeño claro entre los pinos, un hombre la follaba. Parecía estar completamente borracha. Otros dos hombres observaban de cerca, todos parecían un poco borrachos. Un ruido le sobresalto por detrás, no tuvo tiempo a moverse, una mano fuerte le sujetaba la cintura, mientras que otra tapaba su boca. -Tu también vienes a por lo mismo que tu hermana. Eres un gatito muy lindo, y por aquí estamos muchos gatos en celo. Intento escapar, pero fue inútil. Noto el calor del cuerpo del hombre sobre el suyo. Lo reconoció, era un hombre joven que trabajaba con los caballos, de hecho una vez le estuvo enseñando como montar a caballo. Entonces fue muy amable, pero ahora estaba borracho, y la cara la tenia tiznada denegro, debía de haber estado intentando apagar el fuego. Le acaricio debajo de la camisa, le mordisqueó el cuello. Retiro la mano de su boca y le beso brutalmente, metiéndole la lengua, el sabor fuerte del alcohol, el sudor, y el humo casi no le dejaban respirar. - Labios dulces, piel suave, y culito precioso, te prefiero a tu hermana. No pudo impedir que su pene se pusiera duro. -¿Te gusta verdad? El hombre le agarro con fuerza el pene y luego se lo llevo a la boca, -Veamos el coñito de mi niño, Le bajo los pantalones y calzoncillos y le metió la punta de un dedo. -Sorpresa! Alguien se me ha adelantado! A partir de entonces Alberto ya no ofreció ninguna resistencia. De hecho colaboro desnudándose del todo. Enseguida el joven macho le estaba metiendo la lengua den el culo. Alberto comenzó a gemir de placer. Pero el hombre tenía prisa, no tardo un par de minutos en meterle la polla. Le dolió un poco, pero no le importo. Ahora ya sabía que después del dolor vendría el placer. Por otra parte la polla no era tan grande como la del capataz. El hombre rápidamente busco vaciarse, Alberto apenas tuvo tiempo de disfrutar. Al correrse el hombre grito de placer. La saco, y se la metió a Alberto en la boca para que se la limpiara. Le dieron arcadas y estuvo a punto de vomitar, allí quedo de rodillas, manchado de semen y con el pequeño sexo erecto y el ano goteando semen caliente. Dos hombres de pies le miraban, se levantó de un salto, corrió unos metros, luego se paro. El hombre joven ya se había ido, los dos hombres no se movieron, y le miraban, uno de ellos se había sacado la polla y se masturbaba. Alberto se acordó del gatito gris, y se identifico con él. Los hombres le querían follar, y el no solo no podía hacer nada por impedirlo, sino que le gustaba, a pesar del dolor, a pesar de la suciedad. Entonces entendió que su naturaleza era así, y que no quedaba más remedio que aceptarlo. Miro fijamente al hombre que tenia la polla fuera. Era un hombre grande y feo, lo conocía, siempre le había dado un escalofrió cuando se cruzaba con él. Este se acercó lentamente. Alberto rodeo con su mano la polla erecta. El hombre le cogió violentamente por el cuello y le obligo a metérsela en la boca, poco a poco aprendió a metérsela hasta la garganta y a controlar las arcadas. Noto como unas manos le abrían las nalgas, y una polla comenzó a penetrarle. Esta vez todo fue muy fácil, los dos hombres se corrieron rápido. Se quedo solo desnudo tirado de nuevo en el suelo. Miro hacia los lados, ya no quedaba nadie. Oh, si, alguien le vigilaba detrás de un árbol. Alberto se acerco. Era un viejo desdentado, huesudo, la barba rala y blanca de varios días, los ojos hundidos le brillaban, parecía que se le iban a saltar las lagrimas. Lo reconoció, era un hombre solitario, que vivía miserablemente en una casucha a las afueras del pueblo. Alberto noto su abultada bragueta a través de sus raidos pantalones. Le acaricio la mejilla, cogió sus toscas y huesudas manos y con ellas rodeo su cuerpo desnudo. Le beso en la boca. El pobre hombre , no se atrevía a mover las manos, a tomar aquel cuerpo joven y hermoso que se le ofrecía. Alberto metió una mano en el gastado pantalón, y acaricio el pene duro y seco como una rama retorcida de olivo. Solo cuando metió la lengua en su boca, las manos comenzaron a moverse suavemente. Eran toscas y ásperas, pero recorrían con infinita dulzura la piel del adolescente, caricias exasperantes, que una y otra vez recorrían los lugares más sensibles del joven cuerpo. Cuello, mejillas, espalda, piernas, pezones, nalgas, pero no se atrevían a tocar el duro pene del adolescente. Este le hizo ponerse de rodillas y se lo introdujo en la boca. Aquella boca sin apenas dientes, aquella lengua afilada, proporciono al muchacho un placer tan exquisito, que se corrió dentro de ella. Era la segunda vez que lo hacía en el día, la primera fue en los brazos del capataz. Luego se dio la vuelta y le pidió que le metiera la lengua en el culo y que se lo lubricara con su propio semen. Después se puso a cuatro patas , y le invito a follarlo. El viejo tardo en correrse, y solo lo hizo después de estar dentro de el durante más de media hora. De vez en cuando paraba a descansar un rato, y luego volvía a la carga, a veces con envestidas secas y rápidas, otras veces con entradas y salidas enervantemente lentas. El erecto pene de Alberto goteaba liquido pre seminal. Los golpes se hicieron mas rápidos, las penetraciones más profundas, el viejo le retorcía los pezones y le mordía el cuello salvajemente. Alberto no sabía de dónde había sacado aquel decrepito hombre tanta endemoniada fuerza . Pero noto que le llegaba otro orgasmo, por primera vez en su vida se corrió sin que nada rozase su pene. El hombre lanzo un grito ronco y se corrió con su cuerpo sacudiéndose en espasmos. Luego quedo inerte abrazado al adolescente. Después de unos minutos y como temiera que el viejo hubiera tenido un ataque al corazón. Alberto se lo quito de encima. El cuerpo desmadejado quedo tendido en el suelo. Le hablo asustado. ? Estoy bien, gracias muchacho. Y allí se quedo hecho un ovillo. Alberto busco sus ropas, se vistió y fue para el sitio donde había visto por última vez a su hermana, allí yacía durmiendo, semidesnuda. La despertó, estaba bien, parece que se le había pasado la borrachera. Volvieron de la mano hacia la plaza de la fiesta. Ahora estaba de nuevo llena de gente y había vuelto la luz. Por lo visto habían logrado apagar el incendio. La gente estaba sucia, cansada y contenta. Juanito pregunto donde había estado, en el incendio como todo el mundo contesto Alberto. Luego vieron en una mesa a su abuelo, su madre y el capataz, todos estaban tiznados de negro, pero reían y parecían felices. Contaron que ellos también habían estado apagando focos de fuegos. El capataz miro a Alberto sonriendo, parece que fue el único en imaginar que focos de fuego habían apagado. Estaba muerto de cansancio. Subió a ducharse, se metió en la cama no tuvo ni fuerzas para ponerse el pijama e inmediatamente quedo profundamente dormido. Durante la noche tuvo una pesadilla. Estaba en mitad del incendio desnudo y a su alrededor un circulo de hombres con cara y piel de gatos. Intentaba escapar del circulo, pero aquellos extraños seres le empujaban hacia el centro, no paraban de maullar, y sus manos eran patas de gato, de vez en cuando le lanzaban zarpazos, tenía la espalda , el pecho y las piernas llenos de arañazos. Estaba muy asustado, de repente uno de los hombres-gato salto sobre él y lo derribo, cayó sobre rodillas y manos. Otro se acercó intentando quitarle la presa, se miraban fieramente, los cuerpos tensos, los bellos erizados, las orejas hacia atrás, con un agudo chillido se enfrentaban, hasta que el segundo empezó a ceder y acabo retirándose. Entonces el primero salto sobre él, noto como le clavaba los afilados dientes en el cuello, y como las uñas afiladas de sus patas desgarraban su piel, noto en su ano su pene afilado y frio. Entonces se despertó cubierto de sudor y con la respiración muy agitada. Había estado durmiendo encima de las tijeritas con las que se había cortado las uñas por la mañana, esas eran las garras que le habían arañado, y los maullidos de los gatos eran reales, se asomo a la ventana, dos machos se enfrentaban en medio del patio. Menos mal que todo había sido un sueño. Se puso el pijama y bajo a la cocina a tomarse un vaso de agua. A la vuelta vio luz en el de su madre, pego el oído a la puerta. Su madre hablaba con el capataz. -Es cierto Juan, los dos, Laura y Alberto son hijos tuyos, por eso no podía soportar que pudieras tener relaciones sexuales con Laura. Alberto abrió los ojos como platos, ¡¡entonces realmente Juan era su padre¡¡. Se fue de puntillas a su cuarto. Intento pensar la situación, pero estaba muy cansado y enseguida volvió a quedarse dormido. Entonces tuvo un sueño muy extraño. Todo el pueblo estaba en la iglesia y él entraba por el pasillo central del brazo de su madre. Todo el mundo estaba arreglado como para celebrar una boda. El altar lleno de flores, y allí esperaban el cura y Juan, el capataz, que iba vestido muy elegante. En el primer banco, su abuelo, su hermana, Juanito y todos los amigos, le sonreían. Pensó que su madre se iba a casar con el capataz y que él era el padrino. Pero Juan no miraba a su madre sino a él. Entonces su madre se aparto y lo dejo junto a Juan que continuaba mirándole a los ojos a la vez que sonreía. ¡¡Era él el que se iba a casar con Juan¡¡, y todo el mundo parecía estar feliz con este hecho. Entonces noto el calor de una mano sobre su mejilla, abrió los ojos, Juan estaba echado junto a él y le sonreía, como solía ocurrir no fue capaz de aguantar la mirada que se asomaba al fondo de su alma, su mirada se deleito con el cuerpo desnudo y hermoso del hombre, y finalmente se detuvo ante su sexo, el cual lentamente se fue levantando, hasta que su único ojo apunto directamente a la cara del adolescente. Entonces volvió a subir la mirada, y acercó sus labios a los de su amante. -Bésame papa, acaríciame, hazme feliz. Cuando Juan salió de la habitación ya era de día. Alberto se había quedado dormido extenuado después de dos horas de ardiente pasión en los brazos de su querido papa. Habían bebido todas y cada una de las copas del amor prohibido. Si te ha gustado mi relato escribeme a alfredo247@hotmail.com. Lo necesito para seguir escribiendo