Date: Mon, 17 Aug 2020 09:37:06 -0500 From: David Maravilla Subject: Mi esposo, mi hijo y Javier (gay, non-english, incest, cheating) Chapter 2 Capitulo 2: Hambre -Shhhh...- me calló de forma ronca, sexy -- ...te lo mereces...- Sentí un nudo en la parte superior del estomago, una mezcla de adrenalina y morbo que me hizo guardar silencio, dejar de balbucear negativas. Las piernas musculosas se abrieron un poco más delante de mi, dejando visible la poderosa erección entre sus ingles. La curvatura del falo se marcaba contra el ajustado brief, la cabeza ya húmeda. Suspiré aturdido. ¿Cuántas veces había mirado ese bulto de reojo durante aquellas semanas?, ¿cuántas veces había crecido sutil bajo mis ojos, tentándome?, ¿cuándo exactamente había comenzado a fantasear con masajearlo cuándo nos quedábamos sólos, aprovechar que nadie más veía? Finalmente tenía frente a mí el pedazo de carne que me obsesionaba. No estaba debajo de la mesa o del otro lado de la sala, fuera de mi alcance como tantas otras veces, sino a menos de un metro, palpitando y listo para alimentarme. Hipnotizado, me incliné un poco más hacia delante, rodillas y manos bien apoyadas en el piso. Javier sonrió complacido con mi reacción. Recostado contra el sillón, me miró de forma dominante, ordenando en silencio que cediera y abriera la boca grande para recibir su falo. Tenía la misma expresión que usaba cuando sus ojos buscaban los míos de forma furtiva, dejándome confundido y sin aliento, pero sobre todo excitado. Hábil para sus 26 años, Javier había usado esa mirada para seducirme durante semanas en las narices de mi esposo e hijo, su novio. Supe que no había vuelta atrás cuándo recibí su mensaje de texto diciendo que venía de regreso, sólo quince minutos después de despedir a los tres en la puerta de la casa tras un desayuno familiar. Javier había pasado esa noche con nosotros. Distraídos en repasar los pendientes del día en sus teléfonos, ni Rafa ni Antonio se percataron de los roces de nuestras piernas bajo la mesa. Sensuales, seguros, persistentes... Aún así tarde un par de segundos en ponerme de rodillas frente a él en plena sala, el remordimiento tan fuerte como mi erección, mi yerno acariciando sugerentemente sus piernas para mi desde el sillón. Podía sentir su emoción, la excitación juvenil que tensaba su quijada y sus brazos musculosos. Y a pesar de la confusión que sentía, noté con satisfacción cómo sus ojos se clavaron en mi trasero descubierto, redondo y prominente. Javier podía apreciar por primera vez mi culo desnudo a medida que yo gateaba en su dirección, acortando cada vez más la distancia entre mi cara y su obsceno bulto. La culpa desapareció fugazmente de mi cabeza al ver el deseo en su rostro, la boca levemente abierta, su mirada perdida en mis nalgas delineadas por las ligas negras del jockstrap que me puse a escondidas para él esa mañana. Javier guardó silencio unos segundos, aturdido por el morbo. Levantándose, dio un paso hacia mí de forma inconsciente, embobado. Sentí un escalofrío al imaginarme sus manos separando mis nalgas, los dedos rozando el ojete hasta irse metiendo dentro de mi, explorando con gozo el culo de su suegro que babeaba por tenerlo dentro. Esa fue mi última oportunidad para detener todo, pero el brief cayendo entre sus piernas me dejó atónito. Desnudo, Javier borró de mi mente toda objeción o resquicio de pudor al mover su jugoso falo sensualmente frente a mi cara, invitándome. Ahora esa mi turno de quedarme mudo. -¿Sigues con hambre? -- Sonriente y con los ojos brillantes, Javier puso su poderosa mano en mi nuca mientras me acariciaba levemente. Me mandó un beso lento desde arriba, distrayéndome, el cual alcance a responder con una sonrisa boba antes de que me llenara el hocico con su falo venoso de golpe. - Pruébalo, es para ti...- mi boca llena y corazón a mil, el novio de mi hijo sometiéndome, controlándome - ... después de tantas semanas de esperar nos lo merecemos... -- Pensé en Rafael mientras el miembro de su novio usaba mi boca al ritmo de sus caderas. Javier no retiraba sus ojos de los míos, fascinado con el control sobre mi, disfrutando el calor de mi garganta, su erección dura como acero ahogando mis gemidos. El recuerdo de mi hijo permaneció en mi mente, provocándome no remordimiento... sino celos irracionales. El sabor del falo inundaba mi lengua, el glande frotaba mis labios insolentemente antes de abrirse camino hacia adentro, la mano de Javier firme contra mi nuca, él saciando mis ganas de verga con decisión, reduciéndome a un orificio tibio que llenar. El sentimiento de celos creció junto con el morbo que sentía a medida que el falo expandía mi quijada al máximo, asfixiándome por momentos. Los hilos de baba y precum que escurrían de mis labios entre embestida y embestida humedecían mi mentón y barba oscura. Sentí aún más celos al entrever, entre mis ojos llorosos, la mirada extasiada de Javier mientras el pesado falo pegaba contra mi nariz, ambas manos sujetando mi rostro contra su erección hirviente. La mandíbula cansada, las rodillas adoloridas, sus testículos cargados pegando contra mi barbilla. ¿Por qué era mi hijo y no yo quién disfrutar de este semental? -Mírala -- ordenó mientras alejaba levemente su falo de mi rostro, sus manos aún aferradas a mi cara. -Mírala bien... - su voz gruesa era ahora un susurró íntimo, una sugerencia cargada - ...mira la cabeza, las venas ... - hechizado, mis ojos seguían el falo que se balanceaba ante mis ojos, la cabeza enrojecida por mis succiones, la voz de Javier ahora un rumor seductor de fondo - ... ve que dura esta... - La verga resonó de forma seca al chocar bruscamente contra mi cara. Parpadeé sorprendido. Nunca había visto a Javier en esa forma dominante y su fuerza despertaba en mi un sentimiento de necesidad, la idea de servirle. Me imaginé esperándolo sobre la mesa del comedor cada noche, mi culo listo para ser llenado con depravación. Yo sí aguantaría trato duro, agradeciéndole con miradas suplicantes y gemidos de cachorro que me destrozara el agujero con morbo, excitándolo para que reacomodara mis entrañas con furia, no como mi quejumbroso hijo... - Mira lo que hiciste... - me reclamó sin soltar mi rostro - ... con tu cara de papá responsable, barbita y pantalones ajustados... siempre subiendo las escaleras en cámara lenta, provocándome delante de tu hijo con ese culo perfecto... - Su verga chocó una segunda vez fuerte contra mi mejilla, prolongando el roce contra mi rostro. Mis labios se abrieron involuntariamente, esperanzando de atrapar ese pedazo de carne. Mi boca se sentía extrañamente vacía y él lo sabía. -¿Es cómo te la imaginaste?... es mejor, ¿no?...- su mirada me atrapó de nuevo, su verga frente a mi nariz otra vez. No podía concentrarme, mi propia erección atrapada contra el jockstrap. Un tercer golpe me arrancó un gemido quedo, sumiso, morboso. Yo estaba fuera de mi. ¡¿Por qué carajo no habíamos hecho esto antes?!... ¿por qué negar por meses y meses que quería ser el juguete de mi yerno?... tanta espera, tanta frustración... Al carajo mi esposo y mi hijo, ¡yo necesitaba que Javier descargara su leche tibia y cremosa en mi boca! ¡Tragarla toda mientras lo escucha terminar!... ¡sí, eso quería! Caliente y embriagado, logré salir del transe en el que estaba para tomar el falo con un mano y comenzar a besar con devoción su cabeza bajo la mirada maravillada de Javier. Retiró las manos de mi cara, convencido que ya no tenía que usar fuerza ni trucos para someterme. - Así nene, sí... bésala... bésala despacito, muéstrale cuanto te gusta... -- Sonreí al ver el entendimiento mutuo en sus ojos, sus suspiros graves controlados. Ambos comprendimos que yo seguiría ese falo como becerro hambriento, debajo de la mesa, en plena madrugada, a escondidas en la cocina, en el auto... dónde fuera, cuándo fuera. Javier me había quebrado, y yo aceptaba con religiosidad ser adicto a su verga. Soltó la bomba con voz ronca, sellando nuestro trato. - Te ves más lindo que tu hijo haciendo esto... - me miro desde arriba, fanfarrón por haber domado a su suegro después de semanas de seducción -- esa barba, tus nalgas peludas, tu expresión cuando te lleno la boca ... te ves espectacular comiendo mi verga, como debe de ser...- Succione voluptuosamente la cabeza con orgullo antes de dejar que el falo se balanceara fuera de mis labios. Tome mi tiempo en lamer el definido cuádricep derecho mientras masajeaba los huevos de Javier, quien jugaba con mi cabello y seguía con atención todos mis movimientos. Puse la cara más inocente que pude mientras besaba con fervor creyente su pierna, y encontrando sus ojos, hablé con voz rasposa llena de apetito. - Esta mañana no he tomado proteína... - las pupilas Javier se dilataron al instante ante mi sugerencia - ... ¿sabes dónde puedo conseguir leche fresca? - Me incliné hacia adelante todavía más, empujando mi culo hacia afuera mientras nos mirábamos embelesados, el hijo de mi novio alimentándome hilos de precum de su glande con sus dedos, mis manos acariciando sus pantorrillas tensas. Los momentos que siguieron pasaron frente a mis ojos de forma surreal. Recuero la sonrisa sexy de mi yerno mientras veía desaparecer su falo grueso entre mis labios, mis sollozos ahogados, sus manos bajando por mi espina dorsal para acariciar mis nalgas con avaricia, su verga enterrada profunda en mi garganta, ahogándome deliciosamente. Sus palabras se volvieron mi mundo mientras cerraba los ojos y me concentraba en deslechar a mi yerno, no pensando ni un segundo en mi hijo ni mi esposo. -A nadie se le niega un buen vaso de leche tibia, fresca... Shhh... así, sigue lamiendo, no te quedes con hambre... abre bien la boquita y mira para arriba...- Intenté hablar entre sus bombeos rítmicos, pero no atinaba a decir nada con sentido. Yo era una manojo de quejidos, suplicas, saliva y vello púbico contra mi cara. - ...si? a mi también me gusta.... ahora date la vuelta e inclínate bien, abre rico... - Las manos de Javier me acariciaron la espalda baja. En cuatro ahora, me preparé para ser yo quien lo seducía ahora, exponiendo mis nalgas redondas y mi agujero apretado, lubricado por la emoción, listo para recibir su lengua. Escuché a Javier gruñir de deseo detrás de mi. Era mágico porque estaba prohibido, pero al mismo tiempo tenía que suceder. La atracción era bestial. - uff... ahora es mi turno de comer... -- Creo que escuche el celular con el tono de mi hijo Rafa sobre la mesa, el cual ignore con placer mientras su novio se desvivía por aflojar mi ojete, besándolo, mordiéndolo, rozando con su falo mis piernas. Mis gemidos pronto callaron el teléfono, mis suplicas cada vez más claras. -... shhh, sí nene... ahorita lleno tu culito ... tú sigue gimiendo....- Mi esposo Antonio siempre había tenido una debilidad por los pasivos más jóvenes, casi universitarios. Le excitaba intercambiar miradas con ellos, le encantaba las pronos dónde eran penetrados por hombres maduros. Nunca habíamos estado de acuerdo en eso. Yo siempre había tenido una debilidad por los activos más jóvenes, briosos. Antes de intentar sentar cabeza no tenía problema en hacer que veinteañeros jugaran con mi culo por horas. Ahora tenía uno en casa, que pinche suerte. Javier haló el jockstrap con fuerza mientras su pene se abría paso en mi recto. Carajo, que pinche suerte...!!! El teléfono de Javier sonó también en la distancia, pero yo sólo pensaba en el sonido de las caderas de Javier pegando sin piedad contra mi culo. Siguieron llamando y nosotros seguimos cogiendo como animales. - ... sigues con hambre? ... ¿en qué agujero te deposito la lechita, nene?...- Espero hayan disfrutado esta historia. Comentarios y porras son bienvenidos al correo: Omarander50d@gmail.com *Display: todos los participantes de esta historia están basados en personas reales, pero todos los participantes son mayores de edad.