Date: Fri, 2 Apr 2021 15:50:15 +0000 From: Al Peres Subject: LA ISLA QUE NUNCA EXISITIO 4 4ª PARTE Capítulo 12 Al amanecer y antes de que saliera sol se prepararon para salir de la bahía a navegar; Jeremy y Jackie hicieron un contacto visual en complicidad. El barco parecía un caballo de carreras metido dentro de la caja. Subieron los foques de proa con Helen al timón; Bernard subió el ancla y el barco empezó a moverse despacio hacia la salida de la bahía, cuando pasaron el círculo del arrecife todos se desnudaron. Jeremy y Bernard subieron la maravillosa gran vela principal de cuchillo; entonces fue como si monstruo empujara el barco dentro de los mares; pronto estuvieron navegando a una más que mediana velocidad de doce nudos. Jeremy entonce comentó: "Es maravilloso, papa, con este ligero viento y vamos a esa velocidad, el barco es como una pluma; creo sinceramente que podemos alcanzar los dieciocho nudos con buen viento. No hay barco alguno, de guerra o mercante, que nos pudiera alcanzar." Se unieron a Helen en el timón y los tres hicieron un conjunto. "Helen, tu sabía muy bien lo que había construido, es maravilloso." La chica suspiró y los ojos se le nublaron recordando a su familia. Navegaron en varias direcciones sin perder de vista su paraíso. Almorzaron y continuaron haciendo giros y probando todos los movimientos posibles. Antes de la puesta del sol, pusieron proa a la isla, y antes de que el sol desapareciera por el Oeste echaron el ancla en la bahía. Estaban realmente cansados y el día siguiente sería clave. Después de cenar, los cuatro se fueron a la cama, a los pocos minutos estaban dormidos como troncos. Los despertó la campana de la corbeta anunciando que estaba levando anclas para pasar un día entero de comprobaciones. Después del desayuno se prepararon para ir a la cueva, necesitaban empezar a transportar al yate las pocas pertenencias, especialmente el baúl del viejo Capitán. "Señor Northfield, este viaje costará una gran cantidad de dinero, ¿no?" Preguntó Jackie. "Si, pero espero no tener ningún problema financiero. ¿Por qué? El chico se levantó, cogió un destornillador que ya tenía preparado. "Por favor, venga conmigo." Helen, Bernard y Jeremy se miraron el uno al otro perplejos, pero siguieron al chiquillo dentro de barco bajo cubierta. Descendieron las empinadas escaleras hasta el pequeño aseo, se arrodilló cerca del lavabo y desatornillo una pieza de madera perfectamente simulada. Introdujo su pequeña mano y extrajo un puñado de monedas de oro. Jackie miró a sus amigos que estaban sorprendidos, explicó. "Hay muchas como estas dentro, probablemente el equivalente a una diez mil guineas, o más." Bernard cogió una pieza y la tocó, devolviéndosela a Jackie. El muchacho continuó. Esto es de nuestra propiedad para llevarnos de vuelta a nuestro país. Se puso en pie orgullosamente y Bernard puso sus manos en los hombros del guapo morenito. "Gracias, Jackie, pero esto es tuyo. Si lo necesitamos te lo pediré prestado mediante un préstamo hasta que lleguemos a Inglaterra. Ahora tenemos dinero más que suficiente con lo que el representante de la Corona nos ha anticipado de la recompensa por coger al Capitán Black." "¡Pero es nuestro! Insistió el muchachito. Helen entonces le contestó. "Jackie, te queremos, no solo por confiar en nosotros sino por muchas otras cosas. Dad te ha dicho que no tendremos ningún problema financiero porque la Corona nos ha premiado con veinte mil guineas por la captura de Capitán Black, más el barco. Una vez que estemos en nuestro país, necesitarás este dinero para continuar siendo una persona de color libre; el dinero lo hace todo más fácil. Debidamente invertido, podrás comprarte una casa y vivir confortable con ese dinero; papá tendrá cuidado con eso, si quieres, por supuesto." El chiquillo, casi enfadado argumentó: "Pero yo quiero estar cerca de vosotros, vivir vuestras vidas, gozar de vuestros pequeños… en suma amaros a todos. Vosotros sois mi única familia…" Helen puso al pequeño morenito contra su pecho y lo abrazó con ternura, restregando el sedoso y negrísimo pelo. "También te queremos nosotros, Jackie, estamos muy orgullosos de ser tus amigos y tu familia. Estarás con nosotros por el resto de tu vida, hasta cuando tú quieras; pero eso no tiene nada que ver con tu dinero." Jeremy también abrazó a su amigo y sintió la suave piel que había tocado la noche anterior, su picha empezó a ponerse tiesa en el confinamiento de sus pantalones cortos. "Así hemos dicho y no necesitamos añadir nada. Asunto cerrado. Bernard lo confirmó y le preguntó al chico moreno. "¿Cómo supiste que este dinero estaba ahí? Jackie sonrió. "Bueno, es una larga historia. Te lo contaré cuando estemos en el bote hacia la isla, de lo contrario estaríamos aquí todo el día. Procedieron alrededor de la isla y entonces empezó. "Cuando el yate fue capturado se lo vendieron a una pareja de hombres de mediana edad, Mammy y yo incluidos en el paquete, eran maricones, como yo. Sacaron el barco y lo pusieron en dique seco e hicieron una inspección exhaustiva para reparar los daños que tuviera e instalar las nuevas técnicas que ya habéis visto, renovaron los relojes y especialmente la brújula. Sabían muy bien lo que era un barco y estaban sorprendidos por el casco y en especial la quilla de bronce, esos avances técnicos no coincidían con los métodos normales de construcción de barcos. Estaban muy contentos porque habían engañado a los piratas. Visitamos muchos puertos y siempre traían al barco hombres jóvenes y muchachos para follarlos, organizaban orgías gozando de sus viajes. Mammy falleció unos pocos meses después y un nuevo cocinero la reemplazó, maricón como ellos. Me trataban muy bien porque me gustaba participar en sus reuniones, chupaba penes y masturbaba hombres y muchachos. Cuando cumplí nueve años, me folló un chico de once por primera vez, y justo hace unos pocos meses lo hicieron hombres y adolescentes." Jeremy lo interrumpió cuando llegaron a la pequeña playa cerca del volcán apagado. "Jackie, alguien me contó que duele el culo cuando te penetran. ¿Es eso cierto?" "Para decir la verdad, si, duele las primeras veces, pero no con chicos, especialmente si tenían menos de trece años, si embargo, con hombres es diferente; pero después de unas cuantas veces el dolor desapareció y empecé a gozarlo, también. Me convertí en el ayudante del cocinero y me alimentaban muy bien. Los observé cuando pagaban a los proveedores o cuando sobornaban a las autoridades portuarias, hasta que descubrí donde tenían el dinero escondido. Cuando Capitán Black nos capturó me reconoció y no me vendió como hizo con los otros, al cabo de unos días, el me folló y…" Jackie entonces empezó a reír a carcajadas. "¿De qué te ríes? Es un asunto serio." Argumentó Jeremy. Jackie no hizo caso de las palabras de su amigo y continuó. "¿Te acuerdas de lo grande que era?" Bueno, pues tenía una pequeña picha comparada con su cuerpo. La primera vez que me llevó a su camarote, antes de desnudarse, me advirtió que me mataría si me reía de él, por supuesto que no me reí. Le dije que estaba muy contento de que tuviera una picha mediana, no pequeña, que así podríamos gozar los dos juntos. Se sintió feliz y desde entonces me trató muy bien compartiendo su camarote y su cama, no permitía a nadie que me tocara." Subieron por la ladera del antiguo volcán hasta que alcanzaron la cueva; entraron y comenzaron a recoger sus cosas y transportarlas al bote, siempre se quedaba uno de ellos vigilando para el caso de que alguien se acercara. Antes de irse, Bernard dijo: "Vamos a recoger las perlas y las joyas, por favor hija, ten cuidado de que nadie nos esté viendo. Coge el catalejo y echa un vistazo alrededor del sitio." El muchachito de piel marrón no sabía de qué estaban hablando, pero tampoco preguntó. Entonces Bernard le informó: "Jackie, coge esa lámpara de aceite y enciéndela. Jeremy, por favor coge esos pequeños cocos vacíos." Caminaron hasta el fondo de la gruta, Jeremy levantó una piedra redonda cubierta de arena y extrajo un paño amarrado por las cuatro esquinas; él las desató y aparecieron las perlas que refulgían con la luz de la lámpara. Jackie se llevó la mano a la boca estupefacto con la revelación. "¡Dios mío, es una gran fortuna! Jeremy sonrió. "Todavía no lo has visto todo. Espera un minuto." Jeremy escarbó un poco más lejos y destapó el fino bolso conteniendo los diamantes, topacios y monedas de oro. Jackie abrió sus grandes y hermosos no creyendo lo que veía. "Como… como… conseguisteis esos…" Jeremy interrumpió a su nuevo amigo. "Encontramos las joyas aquí en la cueva, estaban escondidas dentro de un viejo cañón de un barco." "Si, es una gran fortuna, hijo." Benard añadió. "Ahora la parte más difícil es llevárnoslas a nuestro país sin que nadie sepa su existencia. No sé mucho sobre su valor, pero todo esto tiene que ser más o menos cinco veces el valor de tus monedas, eso sin incluir los diamantes." "¿Cómo obtuvisteis tantas perlas?" Preguntó el muchachito sorprendido. "Helen y yo lo hicimos buceando entre las rocas y sacando ostras." Todavía hay un gran banco cerca de la Roca negra. "¡Pero es sorprendente! ¡Cualquiera pagaría mucho dinero solamente por unas pocas de ellas!" "Lo sabemos, Jackie; por lo tanto tenemos que mantener un absoluto secreto, de lo contrario nos podrían asesinar y destruir esta isla." El chiquillo abrazó al hombre desde atrás. "Gracias por vuestra confianza en mi." Jeremy le sonrió. "Jackie, ahora tú eres parte de nuestra familia, somos un equipo para luchar y trabajar juntos." Bernard añadió. "Muy bien, hijo. Ahora Jackie, releva a Helen y se extremadamente cauteloso." Se fue fuera y ellos procedieron a llenar los tres cocos con perlas; dos los pusieron aparte y uno para enterrarlo en un lugar diferente, solamente conocido por Helen y Jeremy. El chico miró a su padre preguntándole en silencio. Bernard adivinó sus pensamientos. "Jeremy, tenemos que agradecer a la Madre Naturaleza, por lo tanto, dejaremos su parte aquí. Además, no sabemos lo que puede ocurrir en el futuro; esto es una reserva por si acaso vuestros hijos o vuestros nietos lo necesitaran." Padre e hijo se miraron y comprendieron; acto seguido caminaron hacia la entrada. Se encontraron con Helen y Jackie. "Aquí tenemos nuestro tesoro, no todo; hemos dejado una parte a la Madre Naturaleza ya que lo cogimos de ella. Vámonos al bote." Caminaron con alguna dificultad hacia abajo con el baúl; lo cargaron en el bote y remaron hacia el yate. Se arrimaron al barco por el otro lado y cargaron la larga caja en el yate. Todo fue distribuido por el barco, excepto las perlas y las joyas que las escondieron en un lugar que Jackie y Helen sugirieron. Acababan de terminar cuando un bote se aproximó. Un guardiamarina preguntó por Bernard. "Señor, el Capitán le convoca a una reunión y cena hoy a la puesta del sol, tan pronto como la corbeta vuelva de las pruebas de navegación." "Muy bien. Por favor, dígale que estaré allí antes de esa hora. "Gracias, señor. Le informaré de su respuesta." El adolescente ordenó remar de vuelta a la fragata. Cuando el bote estaba a distancia suficiente que nadie podía escucharles. Helen informó: "Nosotros organizaremos nuestra cena aquí, no me gusta dejar solo a Jackie. "Muy bien. Estamos ya casi listos para navegar a Ciudad del Cabo. Nuestra tarea de mañana será recolectar frutos frescos, especialmente plátanos maduros, pero todavía verdes, no amarillos, algunos cocos, raíces, etc., depende del día que fijen para la partida, llenaremos nuestros tanques con agua nueva, por lo tanto, después de la comida de mediodía, limpiaremos bien el barco con esas hierbas que trajimos de la isla." Esto es lo que los chicos hicieron. Mucho antes de la hora prefijada, Bernard remó hacia la fragata donde fue recibido como un oficial. Los chicos y la chica se miraron como si estuvieran de común acuerdo, se desnudaron y en cueros saltaron a las cálidas aguas en el lado contrario de la playa, de manera que nadie podía verlos de la fragata. Gozaron, jugaron y se tendieron sobre la cubierta del yate, cerca de la cabina de entrada. Limpios, se sentaron al lado del mástil con las piernas cruzadas como lo hacen los indios. "¿Qué os parece si jugamos a "strip póker"? Se rieron. "¡Pero estamos casi desnudos! No sé que objetos podemos usar para jugar a las cartas." "Bueno, usar vuestra imaginación; la cabeza es para algo más que para llevar el sobrero." Helen dijo. Jeremy rió la ocurrencia de su chica. Jackie entonce puntualizó. "Bien, podemos asumir que tenemos una camisa, un par de pantalones y dos zapatos. ¿Pero como llegaremos al fin?" "Jugaremos una mano, el que pierda se quitará una cosa hasta que se quede desnudo. El último que conserve alguna prenda puesta será el ganador, ella o él será el señor, y durante una hora los demás serán sus esclavos, no importa lo que él o ella ordene, siempre que sea posible realizarlo. ¿Estamos de acuerdo?" La chica preguntó con picardía. "Si, lo estamos." Contestaron los chicos a la vez. Jackie se levantó y se fue al interior, poco después regresó con un mazo de cartas y empezaron a jugar. Pronto pareció que Jeremy sería el ganador porque Helen solo conservaba su camisa y Jackie sus pantalones, sin embargo existe el refrán "ganador ahora, perdedor después". Jeremy empezó a perder y momentos después los tres estaban con solo una prenda; lo habían perdido todo y ahora estaban empatados. Las próximas tres manos decidirían el ganador o ganadora. En la primera mano Jeremy perdió, así que quedó completamente desnudo esperando el próximo movimiento. Jackie y Helen jugaron, y después de un largo silencio, Jackie tiró tres cartas y Helen solo una; ella le sonrió, pero finalmente Jackie ganó a Helen. La chica entonce preguntó: "Bueno, ¿Qué ordena el señor?" El morenito sonrió pícaramente. "Vamos dentro, bajo cubierta a la cama grande." Jeremy sonrió con astucia, su picha empezó a ponerse tiesa, sabía que de cualquier modo aquello significaba sexo, y su joven cuerpo necesitaba grandes dosis de esto, es lo que esperaba. No estaba equivocado. Cuando estaban en la cabina principal, el señor ordenó. "Por favor, todos completamente desnudos. Helen, tú ponte de espaldas en el centro." Helen rió quedamente. "Si, señor." Una vez que estaban preparados, pudo ver que el maravilloso pene del chico esta bien tieso y empezaba a salirle el liquido incoloro; no podía quitar sus ojos de esa parte de la anatomía del muchacho; su pequeña picha con unas ganas terribles de tocarlo. "Ahora Jeremy, se tierno y hazle tierno amor a Helen desde su ombligo para arriba; quiero decir hacer amor, así que debes se cariñoso, besarla todo lo que puedas y lo que ella desee; piensa que un día ella será la madre de tus hijos." Jeremy y Helen se miraron, sus labios se pegaron y sus lenguas iniciaron el remolino dentro de sus bocas apasionadamente, como solo amantes tan jóvenes pueden hacerlo. Jackie separó las piernas de la chica y las levantó hacia su pecho, de manera que su rosado culo estaba en frente suya. Sin la menor duda, puso su larga lengua lamiendo las terminales nerviosas de la chica. Helen temblaba y tuvo que espaciar sus piernas; no podía soportar aquella sensación desconocida para ella. Paró por un momento el beso con su chico y chilló de placer. Jackie sonrió y continuó su tarea. Jeremy estaba lamiendo y chupando los pezones de Helen; ella estaba muy cerca de su orgasmo; Jackie entonces lamió los labios de la vagina, chupó el pequeño clítoris e introdujo su lengua más allá de donde su sello había estado. Esta vez no pudor parar su gemido de placer, un gran clímax se estaba preparando dentro de ella. Jeremy quería masturbarse porque estaba también cerca de su clímax; solo podía oír y ver a Helen, ya que el señor había ordenado que no debía tocarse. Jackie también estaba en la misma situación, así que cogió sus testículos en una puñada con la mano izquierda y los estrujó intentando que echaran lo que todavía no tenían. Helen arqueó su pelvis hacia arriba y empujo la cara de Jeremy hacia ella y toda su lengua dentro de su boca. Ella gimió a través de la nariz en el momento en que un espasmo atravesó su joven cuerpo. Estaba experimentando uno de los más fuertes orgasmos que había tenido hasta ahora. Jackie también; y Jeremy, viendo a su amor temblando de placer empezó a expulsar su pequeña cantidad de semen entre los pequeños pechos. Él no se había tocado pero aquello era demasiado para su cuerpo adolescente. Jackie y Helen estaban ahora más tranquilos después de sus orgasmos todavía respirando fuerte y recuperándose. Cuando el pequeño morenito vio a Jeremy echar su dulce crema, dejo la vagina y rápidamente y se metió en la boca aquel maravilloso pene de adolescente. Jeremy había tenido un orgasmo mediano, pero la mamada de Jackie renovó su fuerza, los huevos se subieron de nuevo y su clímax se renovó hasta que se quedó vacío. Jackie dejó picha de su amigo cuando observó que se estaba poniendo flácida, igual que la suya. Helen y Jeremy yacían sobre sus espaldas con sus caras vueltas, sus respiraciones se mezclaban y los labios se tocaban. La cabeza de Jackie descansaba entre las piernas de Jeremy, el pene del chico estaba solo a unos pocos centímetros de sus labios, así que podía alcanzarlo solo con extender su lengua. Al cabo de unos minutos de descanso, ya se habían recuperado, se miraron y empezaron a reír a carcajadas. La muchacha entonces preguntó: "Y ahora, ¿cuales son tus ordenes, señor? Se rieron de buenas ganas de nuevo. Jackie se puso en pie y desapareció en la cocina; un minuto después volvió con un bote de grasa blanca. Comenzó a masturbar a Jeremy, su picha inmediatamente se puso tiesa. Tomó un poco de grasa con dos dedos y la esparció sobre el capullo. "Helen, lo que le dije a Jeremy es ahora válido para ti. Por favor, ámale como él se merece, yo me encargo de su picha. Por favor, Jeremy, acuéstate de espaldas." El chico hizo lo que le mandaba, Helen empezó a besarlo y Jeremy a acariciar los pezones, el pelo y todas aquellas partes de ella que tanto le gustaban. Jackie se puso a horcajadas sobre el muchacho, con la mano izquierda guió su picha hacia su suave culo; el morenito suspiró cuando sintió el capullo de la picha tocó su ansioso agujero. Jackie empujó y la totalidad del pene le penetró con un simple empujón. Jeremy no esperaba aquella nueva sensación; sintió su pene acogido en una cálida cueva, incluso casi como la vagina de su chica, pero no tan resbaladizo. Después de algunos momentos, Jackie empezó a follarse a si mismo empalado en la dura herramienta del adolescente. Jeremy gimió de placer. Entonce el morenito ordenó: "Helen, siéntate en el pecho de tu amante de manera que pueda alcanzar tus órganos privados con su lengua. Ella puso las manos sobre el cabecero de la cama y sintió como su vagina era follada con la lengua de su queridísimo y guapo chico. Ella chilló de gusto. El muchacho extendió su mano izquierda y empuñó la picha de Jackie y siguió los movimientos de arriba y abajo del chiquillo. Pasaron algunos minutos y empezaron a sentir el nuevo orgasmo. Los primeros en alcanzarlos fueron Jackie y Jeremy casi al mismo tiempo. Jeremy empujó hacia arriba su pelvis en un intento de introducir lo más posible de su picha en el recto de Jackie, y éste empujó hacia abajo con el mismo objetivo. Los dos gritaron de placer con gemidos cuando recibieron el impacto de sus orgasmos. Segundos después le tocó el turno a Helen. Los tres formaron una pila y la chiquilla besó a los muchachos. Cuando todos se recobraron, Jackie miró con amor a sus amigos. Jeremy preguntó: "Señor, ¿tiene algunas órdenes adicionales?" "Si, las tengo, pero las dejo a vuestro criterio." Se rió al tiempo presionaba las manos de la pareja que estaban unidas, saltó de la cama. Se puso los pantalones cortos y se subió a cubierta, dejándolos solos con su mutuo amor. Se sintió el chico más feliz del mundo. Se sentó en una silla con brazos que estaba clavada en la cubierta y miraba al Oeste; el sol se aproximaba claramente al horizonte y probablemente una horas más tarde se escondería detrás del mar. La corbeta había vuelto y pudo ver y oír las órdenes que daban los oficiales preparándose para la partida. Jeremy y Helen disfrutaban de su profundo amor, juntos como cualquier pareja de casados durante casi una hora más. Charlaron durante los periodos de relax, y cuando estuvieron satisfechos se vistieron subieron a cubierta. Jackie estaba contemplando la puesta de sol cuando sintió dos brazos alrededor de su pecho, suave y todavía maravillosa piel como la de un bebé. Pensaba en lo que había experimentado. Había follado y se lo habían hecho a él incontables veces durante los dos últimos años hombres y chicos, pero nunca había sentido las emociones y el afecto como hoy. Se sintió realmente feliz y agradeció a sus antepasados por su bondad y buena suerte. Sintió los labios de Helen en su mejilla derecha y un beso de puro amor. Ella murmuró en su oído. "Te queremos, Jackie. Te queremos un montón." Jeremy fue alrededor de chiquillo y se arrodilló delante de él. Le miró a los ojos que eran negros como la noche y tenían las pestañas más largas que jamás había visto. "Qué gran mezcla." Pensó el muchacho. Jeremy entonces dijo: "Jackie, tenemos una propuesta que hacerte, por supuesto, tú eres quien tiene que decidir si la aceptas o no." El guapo morenito miró a sus amigos perplejo. "¿Cual es esa propuesta?" Helen se sentó cerca de él y empezó a explicar. "Jackie, mi padre te recogió cuando él estaba en África; tú entonces eras casi un bebé. Eso es lo que él siempre nos dijo. Durante el tiempo que estuviste abordo te trató no como un esclavo, sino como algo diferente. Seguro que te quería, no lo se. Tú sabes que yo no tengo hermanos ni hermanas, solamente… una terrible tía con la que jamás viviré. Jeremy y yo hemos discutido y acordado, que declararé que tú eres mi medio hermano. Nadie puede rechazar mi palabra; puedo decir que mi padre me lo dijo y ahora quiero reconocer este hecho." La chica hizo una pausa mientras el chico digiriera sus palabras. Jeremy estaba acariciando los sedosos muslos de su amigo cuando Helen continuó. "¿Qué dices tú?" Jackie estaba tan sorprendido que ni se dio cuenta de lo que su amigo le estaba haciendo. En otras circunstancias su picha estaría tiesa y dura como una roca; él sabía que Helen no era su hermana, a él le habían dicho muchas veces que su madre había muerto durante la caza de esclavos; bueno… eso era lo que había aprendido sobre su familia. ¿Cómo podría él…? Dos lágrimas rodaron por sus morenas mejillas. "Esa es una mentira de los blancos, y tu lo sabes muy bien. Me podrían esclavizar si yo confirmo lo que tú dices y ellos averiguan la verdad, pero no importa, os agradezco infinitamente vuestras buenas intenciones. No resultaría." Ella lo miró severa. "¿Por qué, no?" Además, tú no tienes que confirmar nada. La falta sería mía y ellos jamás podrían decir que no es cierto, porque los únicos testigos, mi madre y mi tío han fallecido. Mi tía no habló nunca con mi padre desde que él se casó con mi madre, así que ella no puede argumentar contra esto." Guardaron silencio por algún tiempo, entonces Jeremy añadió: "Ella tiene razón, hermano. Es una Buena idea. Serás altamente considerado, respetado y con dinero…" Jackie no estaba totalmente convencido e insistió. "Pero ya os dije que lo que yo quiero es vivir con vosotros, ser vuestro cocinero o lo que vosotros queráis de mi, y amar a vuestros hijos. ¿Por qué complicar las cosas? Para mi, es más que suficiente." Helen le dio un beso rápido. "Porque te lo mereces y además porque te queremos. Vivirás con nosotros y cuidarás a nuestros hijos si eso es lo que te guste, pero serás nuestro hermano y si tenemos hijos, estaremos orgullosos de que ellos te llamen Tío Jack. Gozarás de nuestra posición, así que no admitiré ningún argumento contra esto. Asunto cerrado." El los miró, extendió sus suaves brazos y los abrazó al tiempo que las lágrimas corrían por sus mejillas. Después de unos momentos rompieron el abrazo. "Debo reconocer que sería la cosa más maravillosa del mundo… Yo, un Marten. Sería increíble." Helen rápidamente dijo: "Pero posible. Habrá procedimientos legales que tenemos que seguir, pero si estamos dispuestos y con determinación los superaremos, no te quepa la menor duda. Se lo preguntaremos a papá cuando vuelva de la reunión, estamos seguros que él puede resolverlo todo y finalmente conseguiremos nuestro objetivo." "De acuerdo, el sabe de esto más que cualquier otra persona." Se pusieron de pie y se fueron a preparar la cena. Era noche cerrada cuando Bernard volvió de la cena-reunión en la fragata. Después de intercambiar noticias sobre los planes del buque de guerra, acordaron reunirse en la cabina de estudio, Bernard explicó el acuerdo. "Elevaremos anclas pasado mañana escoltados por la corbeta. Durante el día podemos navegar delante o detrás, pero por la noche iremos remolcados a ella. Seré un oficial más en el barco de guerra, por lo tanto tengo que desarrollar mis tareas como lo hacía en el ballenero. Una vez en Ciudad del Cabo nos presentarán al Gobernador, quien decidirá sobre nuestro retorno seguro a Inglaterra. Se está redactando un memorándum por triplicado y una carta de introducción que describe todos los hechos. Un ejemplar para el Almirantazgo, otra para el Gobernador de Ciudad del Cabo y la tercera la entregará la fragata al Gobernador de Adelaida en Australia. Además, mañana tenemos al Comandante como invitado para la comida del mediodía; así que mañana temprano quiero que pesques algo especial. ¿Qué os parece ostras?" Jackie contestó a su amigo. "Eso sería fantástico para el primer plato; si podemos pescar un atún sería espléndido. Lo puedo preparar todo de manera que el Capitán nunca olvide nuestra comida. He visto algunos atunes fuera de la bahía." "El yate ya está lleno con todo lo que podamos necesitar durante nuestro viaje a Ciudad del Cabo; un rancho de plátanos maduros será lo mejor como postre. Ayudaré en lo que pueda." Bernard miró a los chicos y añadió: "Creo que tenéis algo en vuestra mente. ¿No?" "así es, papá, pero..." "Vamos, decidme de lo que se trata." Jeremy miró a Helen y ella le devolvió la mirada. Bueno, estoy esperando…" "Dad, Helen y yo hemos decidido declarar a Jackie como su medio hermano, él en cambio no quiere, argumenta que es una mentira y si se descubre podríamos tener problemas, aunque reconoce que eso sería maravilloso." Helen entonces intervino. "Estoy decidida a declarar este hecho ante el Gobernador y ante el Capitán de la fragata, porque a lo mejor él lo es. Es cierto que mi padre nunca me dijo nada pero tampoco dijo lo contrario, por lo tanto eso no alteraría la verdad. Mi padre podría tener poderosas razones para mantener eso secreto, por ejemplo: la opinión de mi madre y de mi tío, pero ahora todos han fallecido y mi tía nunca habló con mi padre después de que se casara con mi madre." La chiquilla casi en un susurro añadió recalcando sus palabras. "Estoy decidida a ello, sería mi palabra contra el que diga lo contrario." Todos guardaron silencio, pero las lágrimas de Jackie corrían por sus suaves mejillas. Bernard abrazó fuerte durante unos momentos a su nueva hija. "Estaba orgulloso de ti, Helen, ahora has demostrado que alma tan grande tienes, y eso muy, pero que muy feliz." Helen lo miró y le devolvió el abrazo. "Muy bien niña, pero tenemos hablar de todo esto largo y tendido así como preparar una estrategia de las posibles respuestas. Estoy seguro de que las autoridades te preguntarán, pero si te mantienes firme en tu posición nadie podrá atacarte, excepto en un punto. "¿Que punto es ese, papá?" Preguntó ansiosa la chiquilla. "Por favor, no te ofendas, porque yo estoy avergonzado, pero nuestra sociedad, y especialmente los jueces, no querrán declarar a Jackie como el heredero de tu padre ya que él es mayor que tú." Ella entonces sonrió con malicia. "Eso no es un problema. Jackie no está registrado en ningún organismo oficial y nosotros somos de la misma edad, excepto por unos pocos meses de diferencia. Mi aspecto es que yo soy mayor que él, así que puedo decir que él es cuatro días menor que yo y que mi padre me lo dijo durante el viaje, antes de que los piratas nos capturaran." "Ese es un argumento poderoso. Hablaremos de todo esto cuidadosamente durante el viaje hacia Ciudad del Cabo. Quiero oír tu opinión, Jackie. El chiquillo moreno miró a Bernard con los profundos ojos negros nublados de lágrimas. "No sé, Bernard, pero lo que sí te puedo confirmar ahora mismo es que os quiero a todos con todo mi corazón, y que daría gustoso mi vida por cualquiera de vosotros." No pudo continuar porque empezó a llorar fuerte. Helen, Bernard y Jeremy lo rodearon intentando animarlo. El día siguiente hicieron lo que habían programado. Con la ayuda de un bote más grande de la fragata, llenaron los tanques de agua fresca, trajeron frutos frescos y tuvieron suerte, porque pescaron un atún y Jeremy y Helen trajeron ostras suficientes para la comida con el Capitán. Disfrutaron comida con el tío de Bernard. El Capitán de la fragata escuchó la declaración que hizo Helen por la cual reconocía a Jackie como su medio hermano. Llamó a dos oficiales de la fragata para que actuaran como testigos de esta declaración y ordenó que se anotara en el diario de a bordo de la fragata, por si alguno de ellos tuviera un accidente durante la travesía. Helen se despidió de ellos. Estaban terriblemente excitados aquella noche como para pensar en sexo; antes de irse a dormir, Bernard dijo: "Mañana será un gran día para nosotros que jamás podremos olvidar. Helen se encargará del timón, Jeremy y Jackie de los foques, y yo me haré cargo de la vela mayor." Se fueron a la cama después de desearse buenas noches y en unos pocos minutos todos estaban dormidos como troncos. Jackie sintió la dura picha de Jeremy entre sus piernas pero estaba muy cansado para continuar con una sesión de sexo. En la madrugada ya estaban desayunando y con las primeras luces la fragata disparó un cañonazo anunciando la salida. Uno detrás de otro, los barcos dejaron la bahía y navegaban en mar abierto; a unas pocas millas la fragata tomo el rumbo Sureste dirección Australia, la corbeta y el yate lo hicieron rumbo Noroeste. Bernard y los chicos miraron a su paraíso donde sus vidas se habían encontrado. Lágrimas silenciosas rodaban por jóvenes casas, especialmente por las de Jeremy y Helen. El muchacho la cogió la mano de la chica y gritó adiós. ¿Volverían alguna vez? Una hora más tarde no se veía la isla y los niños, como ellos eran, olvidaron el asunto y empezaron a jugar por el barco. Para Bernard era diferente; su estancia en aquel paraíso había cambiado completamente su vida. Ahora era una persona diferente en todos los sentidos. Aquel primer día el viento soplaba fuerte y bien y los foques eran suficientes para seguir a la corbeta; ensayaron maniobras diferentes durante el día y el barco respondía maravillosamente a cualquier orden. El padre de Helen había hecho un magnifico trabajo en el diseño y construcción del barco como uno de los mejores ingenieros de Inglaterra. Algunas de sus innovaciones no serían introducidas, de modo general, hasta dos siglos después, como la larga y pesada quilla que desplazó el centro de gravedad de la nave, dándole mejor estabilidad, también la proa inclinada. Vivía en la segunda mitad del siglo diecinueve. A la puesta del sol ya estaban remolcados a la corbeta, y después de la cena, Bernard se trasladó al barco de guerra para cumplir su guardia. Estaban extremadamente cansados, y cuando Bernard volvió de su guardia, chica y chicos estaban profundamente dormidos. El día siguiente y los que le siguieron fueron diferentes, ahora ya habían descansado confortablemente. Ahora el sol brillaba con luz especial, el viento era bueno y los chicos disfrutaban la navegación. Bernard ordenó emplear todo el velamen, y el barco respondió doblando la velocidad de la corbeta. Después de media hora solo podían distinguir la imagen lejana de la nave de guerra y la bandera izada en lo alto del palo mayor. Jeremy preguntó: "¿Papa, podemos desnudarnos y estar en cueros? No creo que desde la corbeta puedan vernos, incluso con el catalejo." Aquello excitó a los chiquillos, especialmente a Jackie que sintió como su picha de cuatro pulgadas empezó a ponerse tiesa. Si, podéis, si queréis. Yo continuaré con mi pantalones cortos." Los tres inmediatamente se desnudaron y comenzaron a darse bromas, pero sin dejar sus tareas. Los chicos enseguida se empalmaron por diferentes razones. Jeremy porque podía ver a su preciosa chica en todo su maravilloso esplendor; y Jackie porque le gustaba el bronceado cuerpo de Jeremy y los poderosos músculos de Bernard en su pecho. Suspiró, y sin darse cuenta, empezó a restregarse el pene. Jeremy se acercó al timón y se aproximó a Helen por detrás; ella le sonrió y pensó: "Lo quiero con toda mi alma, no podría vivir sin él." Jeremy extendió sus brazos alrededor de ella y comenzó a acariciarle los duros pezones mientra que su picha buscaba la forma de penetrarla desde atrás. Nunca habían follado de esa forma y menos a bordo del barco navegando con los movimientos que las olas producían. La muchacha fijó el timón con un aparato especial, ya que el barco no necesitaba cambiar de rumbo, a menos durante unas pocas horas, volvió la cabeza, sus labios se encontraron y sus lenguas se juntaron en un beso especial. Ella sintió su poderoso miembro viril entre sus muslos; entonces guió su picha dentro de su vagina. Jeremy empujó hacia arriba y parcialmente la penetró, ella tembló y gimió de placer, pero quería todo su miembro dentro de ella. Se dio media vuelta, puso una mano en la pelvis del chico, y con la otra guió su pene nuevamente dentro de ella. Unidos de aquella forma empezaron a follarse con los movimientos que producía el yate. Bernard los miró e hizo como si no viera nada, pero su pene hacía una tienda en sus pantalones y le dolía. El estaba de pie al lado de la cabina preparando algunos cabos y amarrando apropiadamente el baúl del capitán. Jackie observó la tienda y no se pudo parar. Se aproximó por detrás y tiró de sus pantalones hacia sus tobillos; el hombre se volvió rápido y se encontró con la preciosa cara redonda del chico moreno esperando su pene. Antes de que pudiera darse cuenta, Jackie puso en su boca el enorme bulbo y empezó a chuparla con ganas. Bernard estaba casi mareado de placer; no sabía qué hacer, pero el placer era enorme e intenso y él tenía tanta necesidad… Paró de pensar, puso sus largas manos sobre la cabeza del bello muchacho y le ayudó a mamar su picha. Jackie estaba acostumbrado a chupar pollas y en este caso quería hacerlo como nunca en su corta vida. Cogió los huevos de Bernard en su mano izquierda mientras que con la otra se masturbaba. Bernard gimió, cerró los ojos a la par que una maravillosa sensación iba creciendo desde sus ingles a su pene como si él fuera un jovencito. Sus rodillas se doblaron y tuvo que poner su mano sobre la pared de la cabina para evitar caerse. Entonces oyó los gritos de Helen y Jeremy apaciguados por el ruido que hacía el viento en las velas. Jackie también había recibido su clímax, quizás no tan fuerte e intenso como el de Bernard, pero era feliz viendo que su adorado hombre había gozado con su trabajo. Además, fue fantástico no tener que tragarse ningún esperma. Se levantó y Bernard lo atrajo hacia su pecho al tiempo que le revolvía el sedoso cabello negro. "Te devolveré el favor esta noche cuando retorne de mi guardia en la corbeta. Por lo pronto, cambia tu lugar con el de Helen, ella necesita a Jeremy y nosotros nos necesitamos." Jackie afirmó; se puso sobre los dedos de los pies y beso a Bernard rápido en los labios. "Estaré preparado y esperándote cuando vuelvas. Me gustas un montón, Bernard." El hombre arrastró de nuevo a su nuevo amante hasta su pecho y acarició la suave piel de su espalda. Miró a Helen y Jeremy que lo observaban, sonrieron y aceptaron. Pensó que había gozado follando a Jackie, pero prefería su Helen. Antes de la puesta del sol, navegaron de vuelta y se unieron al buque de guerra, en unos minutos el pequeño barco estaba a remolque. Bernard se preparó para la primera guardia; miró al horizonte y pudo ver amenazadoras nubes negras muy lejos como aquellas de la fatal noche hacia ya casi tres años. Por lo menos tendrían lluvia fuerte, pensó. Estaban en el otoño del hemisferio Sur y habían abandonado detrás una rara zona tropical en la que estaba la isla. Pronto tendría que cambiarse a ropa diferente. Antes de coger el pequeño bote, dijo a los chiquillos. "No me gustan aquellas nubes, por favor, tener cuidado con ellas y no os vayáis a dormir hasta que yo no vuelva, por lo menos que uno de vosotros esté despierto." Inmediatamente Jackie contestó. "Te esperaré yo, así que Helen y Jeremy pueden irse a dormir; si la tormenta llega, los despertaré. En cualquier caso seguiremos el procedimiento que tenemos establecido." "De acuerdo, hijo. Hasta luego." Los chicos y la chica empezaron a trabajar, trabando y asegurando cada cosa del barco que estuviera en cubierta y debajo de ella, aunque encima había muy pocas cosas, excepto el baúl casi vacío que había pertenecido al fallecido capitán del "Seagull". El diseño de la nave permitía una gran velocidad, sin embargo, la cubierta estaba muy expuesta a ser arrasada por las olas si eran grandes. Jeremy entonces argumentó. "Es una pena que esta estúpida tormenta venga durante la noche, me gustaría dar una lección a esos que se autonombran "lobos de mar". Debemos asegurarlo todo, especialmente lo que hay en cubierta." Helen miró a su amante. "No te preocupes, quizás tengamos olas altas todo el día de mañana, y quien sabe, a lo mejor pasado mañana también." Entonces, hablando más bajo, añadió: "Tenemos que aprovechar la oportunidad antes de que la tormenta llegue. Jeremy le sonrió hipnotizado por aquellos brillantes ojos azules como el diamante raro. "¿Por qué te quiero tanto, mi reina cobriza?" Ella hizo un gesto femenino y lo besó rápido en los labios. El tiempo pasó y Helen y Jeremy se fueron a la cama. Jackie cerró la cabina herméticamente y permaneció en cubierta mirando las luces de la corbeta. La noche era muy obscura pero cálida; una brisa suave soplaba desde la popa y la corbeta avanzaba a una buena velocidad. Descendió durante un momento bajo cubierta y pudo oír los gemidos que venían de la cabina principal, Helen y Jeremy disfrutaban sus jóvenes vidas. Su picha se puso tiesa pero quería esperar hasta que Bernard retornara de sus obligaciones. Cogió algo de la cocina y se volvió a cubierta. El chico moreno rezó a los viejos dioses de sus antepasados dándoles las gracias por todo lo que le estaba sucediendo. Esperó durante algunas horas, incluso se estaba quedándose dormido cuando Bernard llegó. Le acarició la espalda y se fuero bajo cubierta, asegurando bien la puerta de entrada que estaba preparada con una junta de goma para evitar que el agua del mar entrara. Con la lámpara de aceite en la mano, Bernard echó un vistazo en la cabina principal y pudo observar que Jeremy y Helen estaban casi roncando; ella acomodada entre los poderosos brazos del bello muchacho. Continuaron hasta la cabina que ocupaban ellos y se desnudaron; estaban empalmados y deseando empezar lo que habían preparado y planeado. "Creo que tendremos el suficiente tiempo antes de que la tormenta nos alcance." Jackie sonrió. "Será agradable hacerlo al mismo tiempo que las olas." Rieron. Bernard miró dentro de los grandes ojos negros. "Jackie, ¿sabes que eres un chico muy guapo y que tienes una extraña belleza exótica?" Es algo especial. ¿Nadie te lo ha dicho antes?" El chiquillo sonrió al mismo tiempo que manipulaba el grueso pene. "No, nadie; pero para mi tu eres suficiente, porque me gustas mucho." "Jackie…" Bernard se sonrojó como un chico travieso. Jackie… yo nunca hice esto a un chico, de manera que no tengo ninguna experiencia; solamente he follado chicas y mujeres." El chico rió bajo y arrastro el cuerpo del hombre hacia él, sus labios se unieron en un largo beso y sus lenguas se mezclaron. "Me encanta ser el primero. Creí que tú y Jeremy… estabais solos en una aislada isla…" Bernard acarició la suave cara y besó al chico en los labios. "No, Jackie. El es mi hijo y un padre no debería hacerlo con su hijo. Bueno… hacíamos algunas cosas como chapárnoslas el uno al otro y gozar en la cueva, pero eso era todo, nada serio." Jackie ahora estaba meneándole a Bernard despacio el duro pene y notó como él hacia otro tanto con el suyo, ambos suspiraron y gimieron con gusto. "Cuando estaba con los maricones conocí a muchos muchachos, casi todos me dijeron que los follaban, una veces sus padres y otras sus hermanos mayores, algunos por los dos a la vez; otras veces eran ellos los que se lo hacían a sus pequeños hermanos menores. Rieron. "Ahora quiero que me la metas tú, Bernard. Lo he estado echando de menos durante unos meses y probablemente mi culo sufra un poco hasta que se habitúe a tu picha." Diciendo esto, el chico esparció grasa derretida en el pene de Bernard; se puso a horcajadas sobre él, con la mano izquierda guió el grueso pene dentro de su culo. Empujó y el capullo entró con facilidad dentro. Jadeó un poco al sentir un pequeño dolor; su culo había olvidado los gordos penes. Se dobló sobre Bernard y empezaron a besarse, sus lenguas se encontraron y el chico empezó a moverse arriba abajo restregando su propia picha contra la barriga del hombre. Con cada movimiento, la picha de Bernard se metió más adentro de su recto, y unos pocos minutos después, Bernard ayudaba al chico a moverse arriba y abajo. Después de algunos minutos gozando, empezaron en un frenesí de movimientos, Jackie pudo observar como Bernard cerraba los ojos, arqueaba sus pelvis y gimió en alta voz cuando alcanzó su clímax. Eso hizo que el chiquillo se volviera loco, y con unas pocas embestidas, él también alcanzó su esperado orgasmo. Echó de menos la calidez del semen de Bernard dentro de él, como había ocurrido con Jeremy, otros hombres muchachos; pero se sintió enormemente feliz. Cayó encima del pecho del hombre, respirando fuerte y con la cabeza en el hombro; como a Jeremy, a él le encantaba manosear el suave pelo del pecho de Barnard. Permanecieron durante unos pocos minutos en aquella posición hasta que empezó a moverse para irse a su cama, pero Bernard lo paró. "No te vayas, Jackie si no quieres, me gusta sentirte a mi lado." El chico de color sonrió, acarició la cara del hombre cariñosamente y los dos se movieron en al mismo lado como dos cucharillas de manera que el largo pene del hombre continuó dentro de su culo; a él le gustaba esa sensación. No necesitaban limpiarse de nada porque no había semen en ninguno de los dos, solamente abundante líquido preseminal. Un minuto más tarde estaban dormidos como troncos. Casi de madrugada la tormenta empezó de pronto con rayos, intensa lluvia y fuerte viento. Bernard notó un fuerte tirón de la cuerda de remolque en el yate que levantó la proa del pequeño barco. Rápidamente se puso en pie, ordenando a Jackie que despertara a Jeremy y Helen. Desnudo como estaba, saltó de la cama, subió los empinados escalones hacia la cubierta. Pudo ver las grandes olas y la cuerda de remolque tensándose poniendo en peligro el yate. Sin vacilar la desamarró y pronto las luces de la corbeta desaparecieron en la oscura noche. Jeremy y Jackie estaban a su lado. Helen estaba en el timón exterior. Bernard gritó: "Helen, vete bajo cubierta y opera la barra de emergencia del timón, de manera que podamos gobernar el barco desde la cabina. Jeremy, coge el timón de la cabina tan pronto como Helen accione la barra y pon la proa contra la dirección del viento, no importa el rumbo que tengamos que navegar. Jackie, por favor, intenta subir uno de los foques de proa. ¡Tened cuidado!" Como robots y marineros bien entrenados, los chicos y la chica obedecieron y el ya empezó a saltar sobre las grandes olas como si fuera un delfín. Jeremy disfrutaba de aquellos movimientos. Las olas eran muy altas pero no representaban ningún peligro para una nave como el yate. Saltaba sobre ellas como un niño pequeño lo hacia en un caballito de los columpios. La madrugada llegó con nubes negras y la lluvia fuerte continuó. La corbeta no se veía por ninguna parte; Bernard pensó que quizás había ganado velocidad e iba delante de ellos. El aire cambió, ahora era algo más frío, así que Jeremy dijo: "Papá, me voy bajo cubierta a coger alguna ropa, está haciendo un poco de frío y no quiero coger un resfriado. "De acuerdo. Llévate a Jackie contigo y volved con el impermeable puesto. Dile a Helen que cancele la barra del timón, creo que podemos gobernar el barco desde cubierta sin ninguna medida de emergencia, tan pronto como vengas iré a vestime apropiadamente. Los niños desaparecieron por la cabina, cerrándola detrás de ellos. "Jackie, más vale que prepares café, creo que lo necesitaremos hoy." Helen y Jeremy subieron a cubierta vestidos y con el impermeable. Ella cogió el timón y Bernard ordenó amarrarse con un largo cabo con objeto de prevenir una posible caída al mar. Cuando volvió, subió el segundo foque y el barco saltó feliz sobre las olas con la nueva fuerza. Como el viento soplaba fijo en la misma dirección, fijaron el timón al rumbo fijado y se bajaron a desayunar. Capítulo 13 El día entero fue igual. Los chicos disfrutaron con los saltos del barco sobre las olas, aquello no era ningún problema para ellos. Poco antes de la puesta del sol, el viento cesó mágicamente, todavía las olas y la lluvia continuaron. El barco se balanceaba en medio del océano bajo la lluvia, así que aprovecharon la oportunidad para darse una buena ducha. Todos se desnudaron sobre la cubierta y empezaron a lavarse unos a otros. El día había sido medianamente cálido, sin embargo, después de ponerse el sol tuvieron que ponerse ropa extra. La noche llegó y parecía que el mar no estaba tan embravecido. La madrugada trajo viento flojo del Este y subieron todas las velas. El barco incrementó su velocidad, parecía un delfín en la costa tropical, no obstante, Bernard no parecía contento. Extrajo el sextante y calculó la situación, eso mostró que habían avanzado muchísimo dirección Noroeste que era el rumbo correcto. Entonces, Jeremy preguntó a su padre. "Papá, no pareces muy feliz. ¿Va algo mal?" Bernard sonrió a su inteligente hijo. "Hace casi dos días que perdimos el contacto con la corbeta y ami me gusta estar bajo la protección de sus cañones. Es casi imposible que nos encontremos con piratas en estas aguas; estamos muy lejos de la costa más cercana. Creo que la hemos adelantado y cada momento incrementamos la distancia de ella. Podemos navegar tranquilamente si tenemos cuidado con cualquier barco que se aproxime." Helen entonces intervino. "Papá, podemos esperar aquí al pairo o reducir nuestra velocidad…" Jackie la interrumpió y añadió. "O podríamos volver y tratar de encontrarlos, después de todo, uno o dos días más…" "Creo que Jackie tiene razón, nos volveremos e intentaremos encontrarlos." Jeremy argumentó: "Papá, estamos navegando con viento en popa, volver hacía atrás significa que tenemos que navegar haciendo largos zigzags." "Correcto, pero eso nos permitirá explorar una porción del océano más grande. Acordamos este rumbo, por lo tanto, no deben estar muy lejos de nosotros si no han cambiado su rumbo original." En vista que los chicos no hicieron más comentarios, Bernard ordenó a Helen que estaba al timón: Helen, rumbo cinco grados al sudoeste. Chicos subid todos los foques. El barco hizo un gran círculo y empezó a navegar al contrario. Llegó la puesta del sol; Helen subió al tope del mástil y puso la luz de noche que podía indicar la posición del yate, no solamente a la corbeta. Bernard había hecho un arnés con un gancho para prevenir la caída desde el palo; también lo usaban para andar en la cubierta cuando hubiera mala mar. Se habían puesto ropa extra que parecía extraño después de estar tanto tiempo desnudos y libres. "La luz se puede ver y atraer cualquier barco, incluidos los piratas, por lo tanto debemos establecer guardias permanentes. Helen hará las dos primeras horas, la segunda será para Jeremy, yo haré la tercera que es la más mala y Jackie hará la cuarta. Eso cubrirá toda la noche. No necesito deciros que tenemos que estar bien despiertos, y de vez en cuando explorar el mar con el catalejo. Afortunadamente, tenemos la luz de la luna, no toda la noche, pero la mayor parte, eso hará más fácil nuestro trabajo. Nuestra seguridad está en nuestras propias manos. ¿Alguna sugerencia?" Preguntó. Jeremy entonces dijo: "Papá, no estaré tranquilo bajo cubierta sabiendo que Helen está aquí sola; se que ella no necesita a nadie para hacer su trabajo, pero…" Añadió rápido. "Podemos poner nuestras guardias juntos hasta que tú nos releves." Bernard miró a Helen y vio una agradable sonrisa en su joven y maravillosa cara llena de pecas. "Muy bien, aceptado." Jackie entonces sugirió. "Bernard, nosotros podemos hacer igual, así cuando tú vengas yo vendré contigo, si no te importa, claro." Miró intensamente al morenito y pensó: "Qué gran mujer podrías haber sido, mi querida ratita." "No, no me importa; así que hacemos dos guardias de cuatro horas cada grupo. Poneros ropa extra, la noche está fría y no quiero que pilléis un resfriado. Fijad el timón al rumbo fijado y gobernaremos el barco desde la cabina." Jackie había preparado café que lo mantenía caliente sobre la estufa de carbón. Pasaron cuatro horas, Bernard y Jackie los relevaron. El sexo no se tuvo en cuenta en vista de la situación; eran personas responsables, a pesar de las costas edades de los chicos. Sin embargo, charlaron intensamente haciendo planes para su próximo futuro juntos. Se intercambiaros muchos besos y abrazos, especialmente entre Jeremy y Helen. La madrugada llegó sin noticia alguna. Bernard ordenó subir todas las velas y apagar la luz de situación del mástil. Jackie lo hizo trepando hasta el tope del palo como si fuera un mono. Bernard y Jackie se fuero a desayunar y echar un pequeño sueño. El chico se acunó dentro de los brazos del hombre y pronto se durmieron. Cuando se despertaron el barco navegaba a una buena velocidad, pero no vieron nada. Después del mediodía, Jackie cogió el catalejo y se subió al tope del palo. De pronto gritó con su voz todavía de niño. "¡Velas en el horizonte! Justo al sudeste." Bernard entonces ordenó. ¡Bájate, Jackie! ¡Podría no ser la corbeta!" Bernard tomo el catalejo y no pudo ver nada todavía. Después de media hora navegando era clara la imagen del navío que se aproximaba. El barco parecía la corbeta, pero podía tratarse de un engaño. Bernard ordenó el procedimiento para estos casos. "Claramente es un barco de guerra armado y enarbolando la bandera de San Jorge, pero también podría ser un truco. Nos mantendremos fuera del alcance de sus cañones, en caso de duda podemos huir sin que nos toque." Cuando los barcos estuvieron a una distancia que se podían identificar, Bernard ordenó a Helen hacer un gran círculo poniendo el yate en paralelo con la corbeta, pero siempre fuera de alcance de fuego. Con objeto de reducir la velocidad, arriaron la vela mayor, ya que el viento soplaba de popa. Entonces Bernard izó la bandera pidiendo que ellos izaran la bandera secreta de guerra; inmediatamente la corbeta subió una pequeña bandera triangular azul-amarilla en el palo mayor. Aquella era una señal clara, no solo por la bandera, sino también por el lugar donde la habían izando; acto seguido Jeremy subió la misma bandera, pero esta vez no en el palo mayor, sino en los foques, significando sumisión. La corbeta disparó un cañonazo como saludo de bienvenida, los niños saltaban de alegría sobre la cubierta. Algunos minutos más tarde Bernard subió a bordo de la corbeta y el Sr. Collins abrazó a su nuevo amigo y colega. "Sois unos cabrones veloces." Le dijo cuando estaban a solas. ¿Cómo están los niños?" "¡Oh, muy bien! Decidimos volver ayer por la mañana. Han estado haciendo guardias toda la noche. Estoy muy orgulloso de ellos. Son los mejores marineros que podría tener. Gozaron de la tormenta como si estuviera montando un columpio mágico." "Eso es fantástico, porque algunos de mis hombres se marearon y tuve que reducir la velocidad. Pero ahora estamos de nuevo reunidos. ¿Permaneceréis a remolque esta noche?" "Si, por favor, a menos que ordenes otra cosa diferente, por supuesto. No tenemos prisa y los niños están muy cansados, necesitan descansar." "No, es estupendo. Por favor, vuelve al yate, la puesta del sol llegará y la primera guardia será para ti. "Gracias. Aquí estaré, Capitán." Se despidieron con una sonrisa. Bernard sabía que una gran amistad había nacido entre ellos y que duraría muchos años y generaciones. Volvió al pequeño barco y empezaron de nuevo la navegación, pero esta vez en paralelo a la corbeta ya que el momento del remolque se aproximaba. Los chiquillos habían estado muy ocupados durante los últimos tres días sin tiempo de gozar sus vidas jóvenes. Tan pronto como el barco estuvo amarrado a la corbeta, Bernard se fue a la corbeta; los chicos y la chica cenaron y se fueron a la cama. Jackie cogió la lámpara y se fue al estudio, seleccionó uno de los muchos libros que había en los estantes y empezó a leer. Era uno escrito por un inglés que lo había escrito hacia más de doscientos años. Estaba muy interesante y pronto estuvo inmerso en su lectura. Jeremy y Helen se fuero a su cabina y antes de tenderse ya estaban desnudos. Helen dijo: "Te necesito mucho; quiero sentir tu cuerpo cerca del mío muy junto." Sin ninguna palabra más, Jeremy la penetró y empezó a follarla. No obstante, el chico quería aquel aquello durara, así que paró de moverse y su lengua se encargó de lamer y chupar los preciosos pezones de la chica. Helen gimió fuerte. "¡Jeremy! ¡Por favor, Jeremy!" Ella gritó entre gemidos de placer. "Por favor. ¡No pares de follarme, no pares ahora! Repitió la chiquilla casi llorando. Pero Jeremy paró, y de mala gana sacó la picha de ella. Entonces la chica exclamó: "¡Jeremy querido, por favor, no seas malo conmigo!" El muchacho se rió y puso su lengua lo más profundo que pudo en la vagina de su chica; la niña empujo al chico a una situación de 69 y se metió en la boca el pene del muchacho, chupándolo con ansiedad. Ahora era Jeremy el que rogaba que ella no parara. "Querida, por favor, no pares, necesito este gusto." Ella también estaba cerca de su clímax pero paró de chupar el pene del chico. Jeremy pidió de nuevo que reanudara chupando su picha. "Seré un buen chico, querida. Te lo prometo." Ella sonrió y empezó de nuevo a chupar porque ella quería el producto de su picha más que ninguna otra cosa de este mundo. Jeremy introdujo su lengua lo más profundo que pudo en su vagina y la muchacha gritó de placer al tiempo que empujaba con su pelvis. El lo hizo en dirección contraria y casi le cortó la respiración. Sus cuerpos se tensaron y un fuerte quejido salió de sus gargantas al llegar a sus orgasmos. El muchacho expulsó su pequeña cantidad de semen dentro de la boca de ella que se lo tragó todo. Cuando se relajaron un poco, Jeremy recobró su postura original yaciendo en sus espaldas, Helen entonces se puso a horcajadas encima y sus labios se pegaron a los de su joven marido, mezclando el semen con la saliva. ¡Y estaba tan bueno! "Me gusta tu semen, Jeremy. El problema será cuando crezcas y expulses una gran cantidad, como vi a algunos marineros; será imposible beberme toda esa leche." El se rió y la abrazó con cariño y suavidad, pero muy fuerte. "No lo necesitarás, usaremos tu coño para depositarlo, y cuando no podamos veré la forma de echarlo fuera." Ella le mordió con ternura en la barbilla partida. "Ahora lo hacemos sin tener mucho cuidado. Probablemente no tenemos por qué preocuparnos porque echas poca cantidad… pero me gusta, especialmente porque viene de ti." "Te adoro, pequeña reina roja, ¿Lo sabes?" Ella le sonrió. "Ahora mi guapo muchacho, hagámoslo en la forma tradicional, sabes muy bien que soy un poco conservadora. Hemos recolectado y molido un montón de esa hierba, por si acaso. Reanudaron sus goces hasta que sus jóvenes cuerpos estuvieron satisfechos; entonces se echaron a dormir; como de costumbre, la chica acunada dentro de los poderosos brazos de su joven amante. Jackie estaba en ensimismado con el libro que no notó la entrada de Bernard en la cabina al ver luz en ella. "¿Qué estás leyendo?" "No es el nombre del escritor. La trama es sobre un chico joven que intenta vengar la muerte de su padre que había sido asesinado." Bernard echó un vistazo al libro. "Eso es difícil de leer, su nombre es "Hamlet" y el hombre del que escribió esa obra es Shakespeare. ¿Sabes? Se dice que era homosexual, amaba hombres, no mujeres; sin embargo, nadie puede confirmarlo." Jackie devolvió el libro a la estantería y apretó la mano de Bernard al tiempo que miraba los ojos azules del hombre. "Igual que yo. Pero con toda probabilidad, sus amantes no era tan guapos como tú." Bernard sonrió, miró a los preciosos ojos negros del chico y sintió algo diferente sobre él, sin embargo, su parte animal todavía forzaba a su picha que formaba una tienda en sus pantalones. Lo abrazó con ternura y ambos se fueron a su cabina. Como de costumbre, se desnudaron debajo de la manta porque fuera el tiempo había cambiado y hacia un poco de frío. Jackie se acunó entre los brazos de Bernard y sintió la humedad de su duro pene presionando sobre su culo, pero no se movió ni forzó ni hizo nada para que penetrara. Jackie sabía que con el abundante líquido preseminal la mantequilla era innecesaria, él ya había empezado a menearse la picha. "¿No me vas a follar esta noche? Estoy empalmado y preparado." "Vuélvete hacia mí, por favor." El chico hizo lo que se le ordenaba y sus ojos se encontraron en la penumbra. "¿Ocurre algo?" El niño preguntó. "No, nada, Jackie. Pero me siento avergonzado, igual que cuando Jeremy me preguntaba." "¿Por qué? Me gusta hacerlo contigo. Jeremy es tu hijo y yo no lo soy." Bernard le acarició la bellísima y suave cara. "Ese es el problema, Jackie. Estoy empezando a amarte más como a un hijo que como a un chico normal, y mi corazón rechaza lo que hago. Probablemente eres diferente, pero…" "Tu parte animal…" "Si, mi parte animal están insistiendo en gozar tu culo, pero cuando realmente me siento feliz es cuando te tengo acunado entre mis brazos y sin ninguna intención sexual. El muchacho estaba sorprendido. Todos los que él había conocido habían tomado su cuerpo para disfrutarlo, nadie jamás se había preocupado de sus sentimientos, incluso cuando lo estaban follando, excepto este hombre. Ahora que se había convertido en su amante él también lo quería como a un padre y lo que era mejor él le correspondía. No podía pudo parar su lágrimas que rodaban por la suave piel de sus mejillas. "Realmente tu… tu… ¿me quieres como si fuera hijo tuyo, Bernard?" "Me temo que la respuesta es si." Jackie extendió sus bronceados brazos y abrazó a Bernard, besándolo por toda la cara, al tiempo que lloraba. "También yo te quiero. Es por eso que quería que me follaras porque así estaba unido a ti con un solo cuerpo y una sola alma. Quería que solamente me besaras a mí…" "¡Oh, mi pobre niño!" Bernard atrajo al chiquillo hacia su pecho y lo aplastó muy fuerte besándolo repetidamente. Pasaron algunos minutos y se ambos se calmaron. "Jackie, si quieres, puedes ser el hermano de Jeremy; me gustaría adoptarte como hice con él." El chiquillo sonrió y acarició con ternura el pelo del pecho de Bernard. "No, porque yo también tengo mi parte animal; además, quiero se el hermano de Helen. Cuando era pequeño me iniciaron en el sexo. Me han follado infinidad de veces hombres y chicos, menores y mayores que yo, hasta que nos encontramos en este barco. Al contrario que Jeremy, me gusta y lo disfruto; lo necesito y quiero seguir haciéndolo. No obstante, como ahora, quiero hacerlo cuando me apetezca y tenga deseo, y no cuando lo quiera otra persona; especialmente cuando yo ame a esa persona y me haga feliz, como tú." El chico besó a Bernard en los labios, pero esta vez introduciendo la lengua en la boca del hombre; él respondió y los labios de ambos se pegaron durante un largo y apasionado beso. "Bueno, te he dicho que tú eres el primer chico al que le he hecho el amor, y estoy casi seguro que serás el último…" Jackie lo paró poniendo sus dedos sobre sus labios. "Por favor, nunca digas el último." "Dije probablemente, pero estoy seguro de que cuando encuentre una chica o una mujer…" "En ese caso, disfrutémoslo ahora hasta que encuentres una mujer apropiada y yo encuentre un chico apropiado. Jeremy está comprometido con Helen para siempre." Sonrieron. Jackie sintió el pene húmedo restregándose contra su entrepierna; de pronto se volvió y se puso a cuatro patas y con la cabeza abajo sobre la almohada. "Por favor, papá, fóllame hasta que los dos estemos exhaustos, te necesito dentro de mí." Y eso fue lo que hicieron. Bernard se situó de rodillas y puso sus manos en la pelvis del muchacho, con la mano derecha guió su engrasado pene a la entrada de su ano, empujó y la totalidad del gordo órgano se metió dentro del cuerpo del chiquillo. Gritó un poco pero pronto se volvió loco de placer, especialmente cuando el capullo de la picha de Bernard tocaba ese mágico punto dentro de él. Follaron en todas las posturas posibles hasta que ambos estuvieron extenuados entonces se echaron a dormir. Los días y noches siguientes fueron prácticamente iguales, durante el día eran padre e hijo, por la noche, amantes. En Ciudad del Cabo, la actividad portuaria se incrementaba de año en año. Ahora el muelle de atraque había sido dividido en dos secciones separadas, la militar y la comercial. El fuerte estaba situado más arriba sobre la colina y el palacio del Gobernador dentro de él mirando al puerto. Desde allí había una vista general de la totalidad del puerto y la mayor parte de la nueva ciudad. El Gobernador, Sir James Elliot, su esposa y su hija estaban sentados en la larga terraza saboreando una taza de té y gozando de una tarde del cálido principio del otoño del hemisferio sur. La muchacha de veinte años estaba en avanzado estado de embarazo; estaba visiblemente disgustada por las condiciones y molestias que le causaban la gran barriga. Su nombre era Carla Grovetown, esposa del coronel Jack Grovetown, jefe de las fuerzas de Ciudad del Cabo. El tenía treinta y dos años, inteligente, guapo y tenía un fino bigote que le hacia todavía más atractivo. Descendía de una antigua familia inglesa de gran influencia. Tenían cerca de ellos un potente catalejo montado en un trípode. Les llamó la atención la entrada en el puerto de un buque de guerra llevando a remolque un pequeño yate de unos dieciséis metros. Al momento de que el buque mayor amarró, el Gobernador enfocó el instrumento en él y leyó el nombre: "Free Seal". Tocó una pequeña campanita de plata e inmediatamente una joven negra se acercó. "Por favor, dígale a mi secretario que me traiga la última edición del libro-lista de barcos de la Flota." La muchacha asintió y se fue a cumplir la orden. La muchacha embarazada preguntó a su padre. "¿Qué pasa, papá?" "Es esa corbeta que está amarrando ahora. Hasta donde yo puedo recordar, no tenemos ningún barco con ese nombre." "Enarbola la bandera de San Jorge, así que sin duda es uno de nuestros barcos." Aclaró el Coronel. "Tiene que ser una captura, pero lo que más me confunde no es precisamente la corbeta, sino el pequeño yate al que trae a remolque. Es el yate del Capitán Marten o una reproducción exacta del mismo." Después de una pausa, el hombre de mediana edad y experimentado marino, añadió: "Marten jamás permitió al Almirantazgo que se enterara de sus secretos. Diseñó y construyó esa nave aquí, en alguna parte de África. Puedo decir sin temor a equivocarme, que hasta hoy, no hay ningún otro barco que pueda alcanzar la velocidad que ese pequeño demonio." "Enviaré a alguien para que investigue y requiera los documentación del barco." Salió y acto seguido un teniente y escuadrón de cuatro soldados a salieron para el puerto montando sus caballos. La muchacha estaba incómoda y su esposo la acariciaba con ternura. "Carla, ¿Cómo te sientes?" Ella miró a su marido, después a su madre un poco molesta. "Si quieres que te diga la verdad, me siento fatal." La muchacha un poco disgustada miró a su madre. "Madre, tu me dijiste que el embarazo no era tan incómodo."¿Por qué entonces me siento tan mal y con dolor?" La mujer miró a su hija visiblemente preocupada; casi como un murmullo dijo: "El problema es que no tenemos ningún médico aquí disponible; dos están en una misión en el terreno holandés, y nuestros doctor falleció hace cuatro meses. El Almirantazgo debería haber enviado uno hace semanas." Protestó la mujer. Su esposo, el Gobernador, acarició suavemente el largo pelo rubio de su hija. "No te preocupes, hija; la Madre Naturaleza sabe lo que hace." La muchacha miró a su padre con cierta severidad. "Por favor, papá, he visto muchas mujeres muriendo en los hospitales confiando en la Madre Naturaleza o en Jesucristo. Necesito un médico de verdad que cuide de mí y de mi bebé. Me trae sin cuidado los barcos o los soldados." Ella estaba realmente enfadada y empezó a llorar, se levantó con alguna dificultad, ayudada por su madre dejó la terraza y se dirigió a sus habitaciones. El Coronel la acompañó, y unos pocos minutos después volvió junto a su suegro. "Padre, estoy realmente preocupado. Está deprimida además de incómoda y no puedo hacer nada para ayudarla. Odio no ser un médico en este momento. Sabes muy bien lo importante que es este bebé, no solo porque él o ella llenará nuestras vidas, sino que mi padre insiste en tener un nieto o una nieta antes de garantizarnos su fortuna, como si nosotros no pintáramos nada. "Lo se hijo, pero tu fortuna personal y la nuestra es lo suficientemente grande, y no necesitáis para nada el dinero de tu familia." "No es un problema de dinero, padre; mi padre dejaría todo su fortuna a la Iglesia, odio a esa pandilla de bastardos que aprovechan cualquier oportunidad para enriquecerse. No me importaría en absoluto si quisiera dejar su dinero a una institución de caridad o a un orfanato, pero a la Iglesia…" "No deberías decir eso en público." El hombre mayor sonrió. La llegada del teniente con un sobre lacrado interrumpió la conversación de los dos hombres. Contenía el resumen de la memoria que el Capitán de la corbeta debería entregar personalmente al Gobernador. El señor Collins, como Capitán de Corbeta, era superior en rango a él, así que no le dio ninguna explicación, solo que, amablemente, pedía audiencia al Sr. Gobernador, él entonces personalmente informaría con detalle de todo lo referente a los dos barcos. Le dio el sobre al Coronel y éste entró en la terraza donde su padre político estaba tomándose su taza de té. "Señor, aquí tiene el resumen de las órdenes del Capitán del buque. Amablemente ha pedido audiencia para entregarte personalmente el memorándum del viaje y daros cuantas explicaciones e información necesite." El viejo marino rompió los sellos y abrió el sobre, leyendo cuidadosamente el contenido. Su cara se iluminó y cambió a felicidad. Le dio el documento a su yerno e hizo sonar la campanilla de plata, ordenó a la muchacha negra que llamara a su esposa y a su hija. "No podemos ser más afortunados, hijo. Bernard Northfield estaba considerado como una promesa real en el mundo científico de la medicina antes de que se informara de su muerte. Su padre, Sir Charles Northfield, es uno de los mejores físico-médicos de nuestro país, se decía, que con el tiempo, el hijo sería incluso mejor que su padre es. Desgraciadamente, aparentemente, había muerto en el naufragio de su barco hace casi tres años. Ahora él está aquí, ha salvado una de nuestras fragatas y su tripulación, ha permitido la muerte del terrible y cruel Capitán Black, y ha rescatado tres niños y un yate. ¡Increíble, fantástico!" El coronel añadió. "Y la Corona le debe veinte mil guineas y diez mil a cada niño como recompensa por la captura y muerte de los piratas. "Si, pero eso no es nada comparado con lo que han hecho. Solamente la corbeta y por las vidas que han salvado se merecen diez veces esa cantidad." Las señoras se unieron y el Gobernador les explicó las noticias; la muchacha abrazó a su padre con ternura. "Por favor, papa, invita a él y su familia a este palacio como huéspedes especiales. Pocas veces hemos tenido aquí personas distinguidas como el Sr. Northfield, además me puede explorar. Por favor, papá, por favor…" La joven insistió ansiosamente y casi llorando. El anciano padre argumentó: "Pero acaba de llegar y lo más probable es que esté ansioso de continuar su viaje después de tres años de ausencia: todavía su familia no sabe que está vivo, así que no deberíamos retenerlo aquí." Entonces el Coronel intervino. "Padre, puedo ir y rogarle que venga, entonces el decidirá qué hacer. Si es un buen médico y tan honorable como su padre es, estoy seguro que aceptará nuestra invitación." El viejo marino añadió: "Hasta donde yo puedo recordar, este muchacho era un completo caballero, y con toda probabilidad no rechazará nuestra petición, pero no quiero forzarlo de ninguna de las maneras." La hija ansiosa intervino. "Papá, iré personalmente a convencerlo, si es necesario; después de todo es un médico." "Déjamelo a mi, por favor." Dijo el Coronel. "¿Qué debo decirle al Capitán de la Corbeta referente a su solicitud de tu audiencia?" "Lo recibiré mañana por la mañana a las 11:00. Quiero saber con detalle todo lo referente a la operación. Además, lo más lógico, me entregará una copia para el Almirantazgo. Mañana sale para Londres el barco-correo, así que podemos incluir el informe en la valija." Entonces se dirigió a su hija y añadió: "Carla, mientras tanto, por favor, prepara las habitaciones para nuestro huésped y los tres niños, estoy seguro que tu marido traerá al Sr. Northfield aquí, vivo o muerto." Todos rieron al tiempo que el Coronel salía, ordenando al teniente que lo siguiera con el escuadrón de soldados." Bernard estaba hablando con el Sr. Collins sobre el procedimiento a seguir para conseguir dinero o una carta de crédito. Necesitaban abastecer el barco y hacer algunas innovaciones en el sistema de seguridad del barco para proteger a los niños. Lógicamente querían reanudar el viaje a casa lo antes posible. Oyeron como se acercaba el grupo de soldados y los chicos se asustaron uniéndose a su padre y al Capitán. El Coronel amablemente pidió permiso para subir abordo, ese es el protocolo que todos los oficiales militares deben seguir con referencia al capitán de un barco de guerra. El Capitán respondió con el saludo militar ordenando que se permitiera al Coronel subir al buque. Entonces allegó: Sr. Collins, soy el Coronel Jack Grovetown, Jefe de las fuerzas acantonada en Ciudad del Cabo." Extendió su mano y ambos hombre se saludaron. "Este es mi segundo oficial y Capitán del yate, Sr. Bernard Northfield. Estos son sus hijos; Helen, Jeremy y Jackie." Se dieron la mano a medida que eran presentados. El Coronel miró a los ojos a Bernard. Bernard sabía que un Coronel nunca se rebajaba a recibir a un oficial inferior en rango, incluso siendo capitán de un barco de guerra; observó la duda en el alto militar y trató de ayudarle. Bernard miró a su capitán y amigo pidiendo permiso para intervenir. "Coronel, supongo que Vds. Necesita más información de nosotros, de hecho, tengo algunas preguntas referentes al procedimiento a seguir aquí, en estos momentos estaba hablando de esto con mi Capitán. Nunca he estado en un Fuerte." Sonrió. "Quiero ser sincero y honesto con usted, Sr. Northfield. ¿Podemos hablar un momento en privado, por favor?" El Sr. Collins asintió y los dos se apartaron un poco del grupo; entonces el hombre explicó: "Sr. Northfield, normalmente tenemos tres médicos aquí, pero por extrañas circunstancias que le explicaré después, actualmente no tenemos ninguno. Mi esposa, la hija del Gobernador, espera pronto un bebé y tengo entendido que, digamos algo no va muy bien. Mi familia, incluyendo mi padre político, les estaríamos muy agradecidos si Vd. y su familia aceptaran nuestra invitación de vivir en el palacio como especiales invitados durante su estancia en Ciudad del Cabo y que examinara la situación de ella y la del bebé." Bernard miró al alto oficial y adivinó su angustia y preocupación. "¿Cuándo esperan el bebé?" "Esperamos el acontecimiento dentro de dos semanas, si ella no está equivocada. El último chequeo que hizo nuestro médico fue hace cuatro meses, ella estaba bien, pero el médico falleció de un ataque al corazón. Pedimos que enviaran rápidamente otro, pero el nuevo no ha llegado todavía." Bernard sintió la petición del futuro padre, conocía muy bien esa situación, especialmente en las personas que eran padres por primera vez, no importaba si era cierto o no, además, sobre todo, él era un médico-físico. Entonces contestó al hombre. "No necesita justificar nada. Estoy seguro que, como futuro padre, ha hecho todo lo que pueda para atender a su esposa y a su futuro bebé." El militar se sonrojó; estaba preparado para cualquier contestación pero no a que fuera tan comprensible. Bernard continuó: "¿Cuando quiere que examine a su esposa?" "Bueno… bueno eso lo dejo a su comprensión. Sabemos que Vd. Tiene que tener ganas de volver a casa, pero si no le importa venir… usted y su familia con nosotros…" Bernard comprendió. "Bueno, he estado actuado como segundo oficial de esta corbeta, por lo tanto, primero tengo que preguntar a mi Capitán que me releve de esta tarea. Segundo, estamos sucios después de dos semanas en el mar y necesitamos adquirir algunas prendas de vestir para los niños y para mí. No queremos presentarnos ante el Gobernador con estos vestidos." El Coronel se sonrió. "No se preocupe, Sr. Northfield; tengo un coche preparado y nadie les verá. Tenemos toda clase de vestidos y tamaños en el almacén de palacio, así que no tiene que preocuparse por este asunto. A propósito, llámeme Jack, una vez que no seas un oficial. Se rieron, y después de cumplir con el protocolo con el Sr. Collins, llamó a los chicos. "Chicos, preparémonos. El Sr. Gobernador nos invita a su residencia como huéspedes. Vamos, daros prisa y preparaos." Entonces Helen argumentó. "Pero papá, ¿crees que es correcto que una señorita se presente ante el Gobernador en pantalones cortos?" El Coronel admiró el comportamiento de la niña mostrando su esmerada educación. "En este caso, si, hija mía; ahora tenemos entre manos algo más importante que el protocolo." Entonces el Coronel se dirigió al Sr. Collins. "Sr. Collins, espero que podamos ponernos de acuerdo mañana la hora con objeto de que Vd. Y sus oficiales puedan asistir a una cena en palacio con mi familia." "Será un gran placer, señor." El Coronel entonces añadió: "A propósito, el Gobernador le recibirá mañana por la mañana a las 11:00. Estableceré una guardia permanente alrededor del yate mientras el doctor Northfield esté con nosotros." A una señal del teniente, un coche con cuatro caballos se aproximó. Bernard y los chicos subieron abordo y fueron al palacio del Gobernador. Unos minutos más tarde, entraban a través de la cancela de hierro principal. El Coronel los llevó por lujosos pasillos y habitaciones hasta la terraza. El Gobernador se puso de pie y dio la bienvenida a sus invitados. "Bien venido a Ciudad del Cabo, Bernard Northfield; supongo que tu padre se alegrará de recibir gratas noticias cuando se entere que tú y tu familia estáis aquí. Nosotros tenemos el privilegio de abrazaros primero." El hombre olvidó cualquier protocolo y abrazó a Bernard cálidamente. Continuó presentando a su esposa e hija que permanecieron sentadas, pero que le ofrecieron sus respectivas manos. "Gracias, señor, por su amable invitación. Esta es mi familia: Helen y su medio hermano menor Jackie Marten; y este es mi hijo Jeremy Northfield." Hele, hizo una reverencia al Gobernador y besó las mejillas de las señoras. Jeremy y Jackie inclinaron la cabeza con respeto, se dieron la mano y besaron las manos de las señoras. El Gobernador miró a su familia asintiendo sobre la educación de los chicos. Lo que él ignoraba era que Jackie había sido instruido para que hiciera lo que Jeremy hacía; después se quedaron en silencio, pero en un momento, el Gobernador lo miró con atención. "Jackie, tú no eres africano. ¿Cierto?" El chico se ruborizó y sus grandes y profundos ojos negros se movieron pidiendo ayuda a Helen, pero ella no se movió. "No lo se, señor; solamente me dijeron que mi lugar de nacimiento había sido África." El hombre sonrió. "Bueno, tu sedoso y no rizado cabello muestra que probablemente eres de origen Indio. He visto a muchos chicos y chicas emigrantes aquí procedentes de aquel gran país. ¿No estas de acuerdo, Bernard?" "Probablemente es lo correcto, señor; pero yo soy un físico-médico, no un antropólogo." Todos rieron. Entonces Bernard argumentó: Señor, sentimos que ni siquiera hemos tenido tiempo de lavarnos; la última vez que lo hicimos de modo apropiado fue hace tres días que cruzamos por una zona de fuertes lluvias. Debemos apestar después de tanto tiempo sin asearnos de forma adecuada." Todos rieron de nuevo. "No te preocupes, hijo, pronto seréis otras personas diferentes." Hizo una señal a su esposa quien hizo sonar la campanilla y dos jóvenes sirvientes, una muchacha y un joven se aproximaron. "Por favor, lleva a los chicos y a su padre a la casa de baños; espero que la ropa este preparada. "Si señora, todo está preparado para ellos. Por favor, síganme, señores." La muchacha iba a decir lo mismo, pero Carla levantó la mano. "Yo misma cuidaré a Helen; somos jóvenes y estoy segura que lo prefiere así; además yo también necesito un baño." Helen la miró y pensó que le gustaba aquella chica embarazada. Parecía más una jovencita, como aquellas que había visto tantas veces a bordo del barco pirata. Se levantó con alguna dificultad y ofreció su mano a Helen; la chiquilla la tomó y ambas empezaron a caminar. "Gracias por tu ayuda, Helen, no quiero a ninguna sirvienta conmigo cuando quiero darme un baño. Ambas se sonrieron. "Te envidio, Carla. Estás tan bonita con tu barriga…" La joven mujer paró de andar durante un momento y se rió con sarcasmo al tiempo que miraba a la jovencita. "¿Envidiarme? ¿Bonita? ¿Estás loca o bromeas, Helen?" La chiquilla contestó seriamente. "No, no lo estoy. Estas muy bonita, tu cara es suave y tus ojos irradian una extraña luz." La joven señora parecía confundida. "Helen, eso es más o menos lo que Jack, mi esposo, me dice cada momento, pero estoy atravesando momentos malos con mi bebé, así que no deberías envidiarme. Te envidio porque me gustaría tener un bebé con el hombre que ame, y tu esposo te mira de una manera como de estar muy enamorado de ti." La joven muchacha preñada se rió. "Si, eso es cierto. Estamos esperando este bebé con alegría, pero tengo una extraña sensación Helen, no sé lo que va a ocurrir. No se lo puedo decir a nadie y no tengo una buena amiga a quien decirle esto." Helen apretó la mano de Carla para darle ánimos. "No te preocupes, Carla; mi padre es un excelente físico y Jeremy sabes más de propiedades de plantas medicinales que muchos doctores, especialmente las tropicales. Hizo un dibujo de cada nueva hierba que encontramos en la isla y se las dio al vicealmirante de la fragata. Además, nuestro padre nos instruyó sobre muchos aspectos de la medicina, entre ellos el embarazo. El es…" Carla interrumpió el discurso de la chiquilla. "Helen, hablas de ellos como si fueran tu propia familia, pero el doctor Northfield y su hijo no son de tu sangre." La joven pelirroja se rió y con emoción y orgullo añadió: "Ciertamente él no es de mi sangre, es algo incluso más importante para mi. Es mi papá. Lo adoro como jamás he querido a nadie. Es el mejor padre que yo pudiera tener, incluyendo mi progenitor. Tampoco Jeremy es su hijo físico, lo adoptó hace casi tres años, antes del naufragio. Jeremy salvó la vida de su padre y… bueno, lo sabrás todo con detalle mañana cuando tu padre reciba el memorándum." Estaban entrando en la casa de baños de las mujeres; la joven señora paró, miró a la chiquilla en los ojos y audazmente argumentó: "Estás enamorada de Jeremy, ¿No es cierto, Helen?" La muchachita se ruborizó porque sus emociones la habían traicionado. "¿Tanto se me nota? Bueno… creo que si, Carla. Es tan guapo, tan valiente, tan fuerte… ¿Cómo no podrías quererle?" "Por favor, Helen, para, o terminare yo también enamorándome de él." Se rieron a carcajadas ruidosamente. "Me gustas, Carla. Necesitaba decírselo a alguien como tú." "¿Sabe él de tus sentimientos hacia él?" Helen sonrió y apretó la mano de la joven mujer. "¿Prometes no decírselo a nadie, Carla? La joven sonrió porque esas reflexiones le trajeron a ella algunas queridas memorias de un muchacho cuando tenía la edad de la chiquilla. "Puedes confiar en mi, Helen; de hecho, algo parecido me ocurrió a mi cuando tenía tu edad, así que no necesitas avergonzarte de eso. Esos son asuntos de Madre Naturaleza, como dice mi padre. "Bueno…hemos vivido en un paraíso al que siempre echaré de menos y jamás olvidaré durante más de un año juntos. Jugábamos, buceábamos, subíamos a los árboles, estudiábamos geografía, medicinas y otras muchas materias, así las 24 horas al día y siempre juntos. Si, nos hemos besado muchísimas veces y hemos caminado cogidos de la mano por las playas; contemplando la belleza de la salida del sol, el sonido de la lluvia sobre los árboles, el azul del agua de las rocas coralinas cuando nadábamos o las maravillosa puesta del sol. Lloramos cuando abandonemos la isla y nos abrazamos muy juntos." "¿Qué edad tiene Jeremy? Parece que tenga quince o dieciséis años." "Estas equivocada. Tiene solamente un año más que yo; hace poco que cumplió los trece años, justo el pasado noviembre." "Eres una pequeña mentirosa; tiene el hermoso cuerpo de un adolescente." Helen sonrió con orgullo. "Pues no lo es. Todavía tiene esa voz clara de un niño." La chiquilla rió alegremente. "¿Por qué te ríes?" Preguntó la joven embarazada. "Porque odia su voz de niño, siempre está preguntando a su padre cuando la cambiará. Cantaba en el coro de su iglesia e hizo muchas veces el solo del coro a causa de su preciosa voz, pero él siempre desea ser un hombre y no un niño y… Yo quiero sus deseos." Helen se ruborizó al tiempo que entraban en la casa de baños. Se desnudaron y se metieron en la gran bañera. Se miraron la una a la otra, Carla con su voluminoso vientre y Helen todo lo contrario, todo su cuerpo bronceado como casi una adolescente mayor. "¿Lo has escuchado cantar?" Preguntó Carla. "Si, una pocas veces." La primera vez fue después de un duro día de trabajo, estábamos contemplando una sorprendente puesta de sol. El me contó todo como había sido su vida anterior; le dije que tenía la voz más bonita que jamás yo había oído y que debería amarla y no odiarla. Entonces me contó como cantaba en el coro junto con su mejor amigo; le pedí que lo hiciera para mi, rechazó la idea, pero mirándome a los ojos, dijo: "Te cantaré el Ave María de Mozart si me das un beso. · Le dije que si porque quería ardientemente hacerlo y lo hubiera hecho incluso sin la canción." Helen se sonrojó de nuevo, pero continuó. "La cantó, parecía como un ángel que bajara del cielo; cuando terminó no pude hacer otra cosa que besarlo en los labios. Me dijo que no debía decírselo a nadie, pero no que fuera una promesa." Carla estaba encantada, habría estado allí hablando con Helen toda la noche. Suspiró. "Han debido ser momentos maravillosos, Helen. A propósito, parece que has tomado el sol desnuda, porque tienes un bronceado precioso." De nuevo la habían cogido, pensó Helen. "Bueno, todos nosotros lo tenemos. Teníamos muy poca ropa, hemos crecido mucho, así que Jeremy se ponía los pantalones de papá y yo me ponía los suyos. Papá llevaba puestos los del capitán del barco hundido; teníamos que conservarlos porque nos harían falta durante la huida de la isla que habíamos planeado, así que no nos quedaba más remedio que estar desnudos siempre. La isla era un lugar solitario, solamente estábamos nosotros como habitantes. "¿No te dio vergüenza?" La chiquilla se rió con picardía. "Lo hice poco a poco. No me forzaron de ninguna manera y solo si yo quería, pero observé con que facilidad ellos nadaban, buceaban y caminaban sin ropa y los envidié. Decidí imitarlos y salté al agua desnuda; reímos y jugamos mucho aquel día. Desde entonces lo sentí tan natural que algunas veces no notábamos que estábamos desnudos. "Ahora soy yo la que te envidia, Helen. Si yo hubiera estado allí, desde el principio habría estado en cueros. Me gusta y normalmente lo hago cuando estoy en mis habitaciones privadas donde nadie me molestará; sin embargo, no podemos decirles esto a los demás, incluido mi marido. Continuaremos hablando de esto, Helen." Las dos muchachas se abrazaron como nuevas amigas. "Es la historia más bonita que jamás en escuchado." "No es una historia, Carla. Es real. Te diré que el rescate de la isla, de alguna manera, ha sido un desastre para nosotros, no obstante, nuestro padre sabe todo lo referente a nuestra relación y que ya tendríamos tiempo más que suficiente para gozar nuestras vidas juntos en Inglaterra o donde vivamos. La isla era y es un paraíso pero no un lugar seguro, la prueba, mi llegada a bordo de un barco pirata, y como averiguamos más tarde, no era la primera embarcación que llegaba a la isla. Quizás podrían llegar algunos caníbales u otros piratas. Como de costumbre, tenía razón. Lo queremos porque sabemos que él nos ama incluso más que nosotros a él. "¿Y de tu medio hermano?" "¿Jackie?" "Si. ¿Por qué lo llamas Jackie en vez de Jack o John?" Helen se rió. "No es Jeremy, dad o yo quien lo desea. A él le gusta que lo llamen así." Helen iba a explicarle a su amiga todo lo referente a su medio hermano, cuando un sirviente tocó en la puerta informando que el doctor estaba preparado. Helen entonces dijo: "Te lo explicaré en otro momento, es gracioso. Mi hermano a la mejor persona que jamás he conocido. Desde el momento que llegó a casa, hace ocho o nueve años, hemos sido muy amigos el uno para el otro. A mi madre no le gustaba mucho, era lógico, pero de alguna manera lo amaba porque lo trataba con respeto y afecto. Lo cuidó cuando enfermó de sarampión. Jackie me quiso desde el primer momento y no dudaba lo más mínimo en luchar contra cualquier niño o niña que tratara de ofenderme. Entonces fue cuando me enviaron a colegio de Suiza, pero cuando venía por vacaciones, él era el único dispuesto para jugar conmigo. Ahora comprendo las razones por qué ningún niño rico no quería jugar con nosotros." Aquella conversación se dirigía a momentos tristes, así que Carla dijo: "Mejor es que nos vayamos, Helen; continuaremos nuestra conversación más tarde o en otro momento. Nunca sabrás lo feliz que me encuentro cerca de ti, mi…" "¡Reina Roja! Añadió Helen. "Ese es el nombre que Jackie y Jeremy utilizan para llamarme." Capítulo 14 Bernard y Jack estaban sentados en la larga terraza sorbiendo una taza de té; Bernard preguntó: "Supongo que tendréis aquí una Clínica o algo parecido, Jack." "Tenemos un hospital en la ciudad, ahora está atendido por enfermeras y asistentes cualificadas, pero no tenemos médicos. Dentro del fuerte está la casa del doctor; nunca he estado allí, pero sé que tenía un espacio en el que recibía a sus pacientes. Te llevaré allí, no está lejos." Los dos hombres se levantaron y caminaron durante unos minutos hasta un lugar fuera del palacio, seguidos por dos hombres armados. Sacó una llave y abrió la puerta de una vivienda agradable aparentemente abandonada, el jardín había conocido mejores tiempos. Bernard inspeccionó la pequeña clínica y todos los instrumentos quirúrgicos. Cogió algunos de ellos y salieron. Antes de abandonar el lugar, aconsejó: "Por favor, Jack, envía a alguien que sepa de instrumentos médicos, mejor que nadie, una enfermera del hospital, que limpien bien estas dos habitaciones y especialmente el instrumental, es una lástima que se oxiden antes de que alguien tenga que usarlos." Jack asintió al tiempo que el físico-médico cogió más utensilios. Cuando llegaron a palacio Bernard procedió a limpiar él mismo cuidadosamente los que necesitaba para la exploración; justo cuando había terminado vio a la joven embarazada aparecer cogida de la mano de Helen. Se levantaron y Bernard preguntó: "Carla, estás preparada para un chequeo médico. Ella miró a su esposo quien lo confirmó. "Si, lo estoy." "En ese caso, vayamos a tu dormitorio. Jack, por favor, llama a la madre de Carla, quiero que esté presente para el caso de que necesitara algo." Carla miró a su marido primero y después a Bernard. "Bernard, ¿te importaría que Helen estuviera aquí conmigo en vez de mi madre? Preguntó la embarazada. El físico indiferentemente contestó. "No, por supuesto que no. Mi hija tiene una larga experiencia viendo a personas desnudas, así que no le dará la más mínima vergüenza." "¿Si?" Jack preguntó. Entonces Carla contestó rápidamente. "Jack, ella ha vivido secuestrada en un barco pirata durante tres años, donde hombres y mujeres hacían cosas que no necesito explicarte…" El militar se sintió avergonzado por ser tan estúpido. Entraron en el amplio dormitorio, se echó en la cama y corrió su vestido hasta por encima de sus inflados pechos, dejando su vientre al descubierto. Bernard tocó el abdomen de la muchacha con un silencio absoluto; tomó un instrumento parecido a una pequeña trompeta y lo situó sobre su barriga y la parte más estrecha en su oído. Durante cinco minutos escuchó los latidos de los corazones de la madre y el bebé; entonces, de nuevo, exploró con las manos vientre. "Por favor, Carla, siéntate en ese taburete." Ella obedeció y él comenzó a examinar su espalda. Después de contestar muchas preguntas referentes al comportamiento del cuerpo de la muchacha, el físico dijo: "Hemos terminado." Despacio envolvió cuidadosamente los instrumentos mientras Carla se sentó confortable en una silla con brazos, entonces Bernard continuó: "Tengo noticias buena y malas para vosotros. ¿Las queréis ahora o las preferís cuando tu madre esté presente, Carla?" La chica con valentía dijo: "Las quiero ahora. Aquí está el padre de mi bebé y él es la persona más importante de mi vida." Ella cogió la mano de su marido y el Coronel suspiró, una vez más, admirado del valor de su esposa. "Prefiero decir la verdad a mis pacientes, sin embargo, no siempre es bienvenida o necesaria como en este caso." Hizo una pausa y siguió. "Lo peor: el bebé viene de cabeza arriba en vez de abajo; el/ella es demasiado grande, yo diría que alrededor de las ocho libras o quizás más. Solo un mes antes habría podido cambiarlo a la posición correcta, ahora podría dañarlo a él y a la madre, así que tiene que venir a esta vida en esa postura. Si fuera alrededor de cuatro o cuatro libras y media creo que no tendríamos ningún problema, pero con este tamaño, y todavía tiene que crecer más, eso es imposible." "¿Entonces?" Jack preguntó ansiosamente. "Tenemos dos alternativas: a) dejar que la Madre Naturaleza actúe. Pero debo decirte que, en este caso y con mi experiencia, no confío mucho en ella; lo más probable… Carla y el bebé podrían morir." Los sollozos de la futura madre explotaron y Helen tomó una de sus manos al tiempo que su marido la abrazaba con ternura. Entonces Bernard continuó. "Y b), podemos operarla, esto quiere decir llevar a cabo una cesárea y extraer el bebé. Esto, con casi el noventa por ciento de posibilidades, te puedo garantizar la vida del bebé. Sobre la madre, Carla, si sigues estrictamente mis instrucciones, creo que tienes una gran oportunidad de sobrevivir y traer a este mundo algunos bebés más; no obstante, no podemos descartar una eventual infección. Ese el peligro que la cesárea conlleva. "¿Y que me dices del dolor? Preguntó el Coronel. "A pesar de su juventud, mi hijo es un experto en plantas medicinales. Hemos cargado en el yate hierbas para dormir a toda la Ciudad del Cabo, así que él me puede ayudar. Si tenemos éxito y no se presenta ninguna infección, en una semana o así podréis mecer vuestro bebé, Carla." La muchacha suspiró y se secó las lágrimas. Entonces miró a Bernard. "Estoy dispuesta, Bernard. Que Dios te bendiga. Estoy segura que harás todo lo que puedas para traer a este mundo a mi bebé, como tú dice, y curarme." "Haré todo lo que pueda, puedes apostarlo. Todavía tenemos un par de semanas. Mientras tanto, comerás frutas; jugo de frutas, pescado blanco, si es posible crudo o ligeramente asado, y pequeñas porciones de pan marrón. Nada de carne de ninguna clase, tenemos que aliviar ese estreñimiento que tienes." Miró a su marido preguntando y Jack sonrió y besó a su mujer. "Lo siento, pero yo no soy médico. El no me lo dijo a mi." Rieron y todos se fueron al cuarto de estar donde los padres estaban esperando con nerviosismo. Se lo explicaron todo pero estaban muy preocupados por el asunto que se aproximaba. Cuando estuvieron a solas, Helen le cogió la mano a su amiga. "No te preocupes, Carla; has tomado la decisión correcta. Mi padre es un buen médico y sabe perfectamente lo que hace." "Gracias, Helen. Por tu ayuda. Te diré lo que vamos a hacer. Mañana iremos al mercado y compraremos algunas cosas para el bebé porque me han dicho que el o ella pueden llegar en cualquier momento a partir de ahora y tenemos que estar preparados." "¡Será fantástico! Se lo diré a los chicos. A propósito, ¿donde están?" "Se fueron juntos a la casa de baños con tu padre, supongo que se bañaron y están por ahí dentro del fuerte." Carla tenía razón. Previamente a eso, cuando llegaron a los baños, se encontraron con un montó de prendas de vestir, algunas muy lujosas y otras más confortables, camisas anchas y pantalones cortos hasta por encima de sus pantorrillas; zapatos y sandalias. Desecharon los zapatos y eligieron las sandalias. Un sirviente de color de unos catorce o quince años llegó y les sonrió. Jackie rápidamente le murmuró a Jeremy al oído. "Es maricón, vamos a intentar pasarlo bien." "¿Cómo lo sabes…?" Jackie se rió. "Lo sabes muy bien que yo también lo soy." Cuando el muchacho terminó, dijo con agradable y afeminadas maneras. "¿Deseáis alguna otra cosa, señores?" Jackie se rió entre dientes viendo como el chico los observaba. Despacio y quedo Jackie preguntó al sirviente de color. "¿Cuanto vale usar tu culo?" El chico se sorprendió, no esperaba esa proposición de otros muchachos, especialmente siendo invitados del Gobernador; pero pronto se recuperó de la sorpresa y rápidamente los miró con picardía. Le contestó al bronceado chico. "No puedo ofrecer mi culo ahora, está ya reservado para toda la noche y sin prisas, ahora estoy en el trabajo. Pero en vista de que sois tan guapos y yo muy caliente viendo vuestros cuerpos, mi boca puede ser un buen sucedáneo." Antes que Jeremy pudiera contestar, Jackie dijo: "¡Cierra la puerta, chico!" "No lo necesitamos, nadie vendrá aquí, además no nos está permitido cerrar ninguna puerta y como veis ésta no tiene ningún mecanismo para hacerlo." Todos se rieron y pronto los tres estaban en cueros. Tenía una picha larga y curvada pegada a su abdomen. Se sentaron en el filo de la larga bañera y el adolescente comenzó a masturbar a Jeremy con una mano, mientras su boca estaba ocupada con la delga pero larga picha de Jackie. Demostró que tenía experiencia porque al cabo de unos minutos Jeremy esta gimiendo de placer. Pero Jackie quería la leche de Jeremy en su boca y estaba muy cerca de su orgasmo. Retiró la mano del chico de color y se inclinó, cogiendo en su boca el pene de Jeremy que tanto deseaba. El muchacho siguió chupando la picha de Jackie y al mismo tiempo que se masturbaba. En un minuto comenzó a expulsar su semen que le saltó hasta su cuello. Jeremy alcanzó su clímax al mismo tiempo y echó su pequeña cantidad en la boca de Jackie que se la tragó con inmenso placer; segundos después el turno fue para el chico marrón que alcanzó su clímax sin echar nada. Los tres se recuperaron de su ejercicio, el muchacho se levantó, limpió su pene y se vistió. Miró a la pareja al tiempo que Jackie decía: "¿Quieres todavía tu propina?" El muchacho sonrió mostrando sus dientes blanquísimos. "Estoy bien pagado, además, estaré en mi cabina en cualquier momento que lo deseéis, sin cargo. Tenemos que ayudarnos entre nosotros." Entonces le preguntó Jeremy. "¿Cómo te llamas?" "Mi nombre es Judy." Jeremy sonrió. "¿Judy, tienes alguna chica disponible?" El muchacho pensó durante un momento. "Quizás, pero te costará dinero, además es mayor, digamos veinte o veintidós años. Es una puta. Probablemente podría conseguir una más joven, pero eso lleva tiempo y no estoy seguro que lo conseguiré." "Olvídalo." Jeremy dijo. "Estaremos en contacto; mantén esto en secreto…" "Oh, no te preocupes, no quiero que me castiguen con el látigo además de perder el placer de dos chicos guapos." Salió cerrando la puerta al salir. "Es un profesional, casi tan bueno como yo; hizo un buen trabajo, ¿no?" Jeremy sonrió. Su joven picha estaba tiesa de nuevo. "Si, es bueno, pero mi hermanito todavía necesita más acción." Miró a su pene erecto. "Bueno, vamos a enjabonarnos el uno al otro y lavarnos, entonces cuidaremos de la familia cercana." Rieron a carcajadas y empezaron el baño. De vez en cuando Jackie cogía la picha de Jeremy, el chiquillo temblaba cada vez que el otro estrujaba su picha. Cuando terminaron, Jackie dijo: "Jeremy, nos la han chupado. Hagamos algo diferente. "¿Qué sugieres? Estoy muy caliente. "Me puedes follar. Pondré mi cabeza contra la puerta por si alguien viniera." Jeremy sonrió. "De acuerdo, empecemos." Jackie cogió el jabón y lo extendió por su culo; entonces, como su amigo estaba echando su líquido, lo extendió sobre su capullo. Jackie se puso a cuatro piernas cerca de la puerta y Jeremy atacó desde atrás. Con un simple empujón todo su pene penetró en el culo de su amigo; el chico moreno gimió de placer cuando el miembro de Jeremy tocó ese punto sensible de sus tripas. Jeremy puso sus manos alrededor de las caderas de su amigo y empezó a follarlo; primero en empujones lentos, después en una loca carrera. Pronto los dos muchachos estaban respirando hondo y después de unos pocos minutos ambos estaban sudando. El cuerpo de Jeremy se puso rígido y le dio un empujón final, echado su pequeña cantidad de semen líquido dentro de él. Jackie sintió esa cálida sensación e instintivamente empujo hacía atrás contra la entrepierna de Jeremy. Su clímax alcanzó su pico más alto, casi cayó plano cuando Jeremy se tendió encima de su amigo. Permanecieron así durante unos momentos, y cuando Jeremy iba a retirarse, el chico moreno dijo: "Por favor, no saques tu picha todavía." Juntos se metieron de nuevo en el agua caliente en donde permanecieron durante unos minutos unidos hasta que sus penes se pusieron flácidos debido a la temperatura del agua. Jackie se movió y apretó el miembro de su amigo al tiempo que le dio un beso rápido en los labios, un beso de amor fraternal. "Gracias Jeremy, hermano mío. Rieron y Jeremy le devolvió su beso; salieron de la bañera y después de vestirse salieron. Se fueron donde estaba la familia y Helen los puso al tanto del resultado de la exploración de Bernard a Carla. Después de cenar, el Gobernador llamó a Bernard a su despacho. Estaba preocupado porque creía que había algo más sobre el embarazo de su hija. Cuando entraron, el viejo marino cerró la puerta. "Por favor, Bernard, siéntate." El hombre miró a los ojos azules de Bernard y éste supo que estaba preocupado. "Bernard, te hablo como padre." Hizo una pausa. Estamos muy preocupados, solo tenemos esta hija y no hijos. Hace tres meses le pregunté a Carla si quería coger el barco-correo y junto con su madre tener el niño en Inglaterra. Ahora creo que debería haberla forzado, sin embargo, ella argumentó que su familia estaba aquí y que deseaba tener su bebé en Ciudad del Cabo, pero…" Bernard lo interrumpió. "Lo siento, señor, pero no debería sentirse culpable por esta situación por varias razones. Primera, tener los bebés en casa es muy importante y básico para una mujer. Sentirse rodeada por las personas que ella más ama es importantísimo para ella, especialmente si es joven y es el primer hijo. Y segundo: en Inglaterra no hay mejores medios sanitarios que aquí; a menos que se hayan introducido nuevas técnicas durante los tres años que han transcurrido desde que dejé nuestro país. Todavía más, aquí podemos poner todas nuestras fuerzas y especialización a su disposición para conseguir nuestro objetivo. Tenemos mejor tiempo y cielos limpios que le ayudarán a elevar su espíritu. Además, ahora al comienzo del otoño, el tiempo aquí es más templado que en Inglaterra; por lo tanto, tenemos muchos factores en nuestros favor que debemos considerar." El hombre puso su mano en el hombro de Bernard y lo abrazó, los ojos los tenía nublados con las lágrimas que pugnaban por salir. "Bernard, si no estoy equivocado, has hablado de bebés, ¿es un error…" Bernard miró al hombre inquisitivamente por su agudeza. "Señor, usted es un hombre fuerte y con experiencia, no quise alarmar innecesariamente a Jack y a Carla. Si, son dos y no solamente uno, como creía cuando empecé a examinar a su hija, además grandes. Eso explica la situación incómoda que carla siente. Estaba preparado para hablar con Vd. ¿Quiere que se lo diga a los futuros padres? No quiero que aumente su depresión y esté más preocupada. Por otro lado, deben Vds. Preparar ropitas y cunas para dos. "No. Asumiré toda la responsabilidad. Se lo diré a mi esposa, pero de tal forma que no sospeche la verdad. Lo siento Bernard, se que harás todo lo posible y tengo puesta toda mi confianza en ti, pero un padre siempre intenta obtener lo mejor para su familia. Ahora tienes hijos que los quieres como si los hubieras engendrado tú y creo que me comprendes." "Por supuesto, señor, lo comprendo. Le aseguro que ella ha escogido la solución correcta. "Bernard, ahora quiero pedirte un favor como Gobernador. De acuerdo con lo que nos has contado, ese señor Collins espera que lo nombre Capitán de esa corbeta; con toda probabilidad, el memo que mañana me traerá mencionará esa recomendación, pero como representante de la Corona estoy obligado a hacer lo mejor y conveniente para escoger la persona que debe mandar esa nave. Tengo órdenes claras y concisas del Almirantazgo. Hay otros capitanes mayores que él esperando tal misión. ¿Cuál tu opinión? Además de físico también eres oficial de la Marina. Señor, no conozco los otros candidatos. Le he servido como oficial durante el viaje desde la isla y le respaldo completamente. Es joven pero muy disciplinado y sin ninguna concesión, excepto para la seguridad de sus hombres y del barco. La tripulación lo aprecia y respeta a pesar de estar bajo la dura disciplina porque cree, ante todo, en la justicia y humanidad antes que nada, excepto, como antes dije, cuando se trata de un asunto sobre el barco o de una orden. Me recuerda mucho a mi capitán en el ballenero. Mi tío me habló sobre muchas acciones llevadas a cabo por este hombre y su tripulación y estaba más que satisfecho de él. No me extrañaría que él lo haya recomendado para mandar la corbeta. "Eso es suficiente para mi. No me gustan las personas crueles a bordo de un buque de guerra; algunos colegas confunden crueldad con disciplina y más tarde se dan cuenta de sus errores. Bernard comprobaba diariamente la evolución de Carla; entrenaba e instruía a Jeremy para que le ayudara en la operación que llevarían con la muchacha. Le mostraba los instrumentos que usarían. Jeremy, como de costumbre, absorbía las explicaciones de su padre sin decir una palabra. Helen empleaba esos días con Carla, incluso dormía en su habitación. Echaba de menos las caricias de Jeremy pero pensaba que tendrían tiempo más que suficiente para recobrarlas. Bernard estableció una disciplina como cuando estaban en la isla; los niños tenían clases durante la mañana, y después del almuerzo él y Jeremy caminaban hasta el puerto para inspeccionar los trabajos que él había ordenado. Mientras tanto, Jackie empleaba todo su tiempo libre leyendo y escribiendo en la gran biblioteca. Después de unos pocos días, como Carla había sugerido, fueron al mercado a comprar ropa y otros objetos para el bebé. El Gobernador había instruido discretamente a un sargento, amigo desde su juventud, para que la acompañara y que siempre ordenara todo doble sin que ella se diera cuenta. Helen estaba muy feliz acompañando a su joven amiga. Antes de salir, ella dijo: "¿Carla, que te parece si nos divertimos un poco cuando vayamos al mercado?" "¿Qué quieres decir?" Helen le explicó todo lo referente a Jackie vestido de niña. Se rió como si fuera una niña. "Creo que tengo la ropa apropiada para que se la ponga; es un vestido precioso ligeramente azul con un lazo rojo. Pero… ¿se lo decimos a Jeremy? "Si, haremos un buen grupo. Supongo que tendrás que instruir al sargento para que no se lo diga a nadie. Carla sonrió como una niña traviesa. "Lo haré. El es como mi segundo padre. Ha estado con mi padre desde que era guardiamarina y le oriné muchas veces cuando yo era bebé." Las chicas se rieron de nuevo. Carla envió a una sirvienta para que llamara a Jackie que, como de costumbre, estaba en la biblioteca. Cuando estaban a solas con él, Helen le contó todo lo que se proponían. Abrió desmesuradamente la boca no creyendo lo que oía. "¿Haríais eso por mi?" Preguntó. Carla se sintió como si tuviera diez años y sonrió. "Si, Jackie, si tu quieres, claro." "Por supuesto que quiero. Supongo que Jeremy también vendrá con nosotras." "Bueno, eso esperamos." Helen contestó. No le hemos dicho nada todavía, pero estamos seguros de que le gustará. "Vayamos a mis habitaciones, os enseñaré algo." El Gobernador contemplaba la felicidad de su hija y suspiró, preocupado pensando que podría perderla, pero… El grupo entró en las habitaciones de la chica embarazada, abrió un armario grande y puso sobre una silla tres vestidos diferentes para que Jackie escogiera. El chico no tuvo la menor duda, eligió el azul. Entonces dijo. "Cualquier niña de mi edad y más en África, tiene una pequeña pechera." Carla sonrió gozando de la travesura. Extrajo del armario un pequeño sostén, lo llenó con algodón y lo puso sobre el pecho desnudo de Jackie. Se lo amarró en la espalda y lo llevó a que se mirara en el espejo. Se quedó mirando la imagen que reflejaba y suspiró mientras que los tres también miraban la reflexión. "¿Qué te parece, Jackie?" "Maravilloso… bueno, el problema será si un chico me toca." Los tres rieron a carcajadas. "Ahora el vestido." Carla le puso el vestido por la cabeza y le ató el lazo en atrás; entonces le peinó el negro pelo lacio y le puso una felpa con una moña. "No está mal." Añadió sonriendo. Se prepararon, y antes de salir por la puerta trasera para prevenir que el Gobernador o Bernard lo pudieran ver, llamaron a Jeremy que se estaba vistiendo. El chico lo miró sorprendido, se acercó a él y en voz baja murmuró al oído del joven moreno. "Estas preciosa, mi picha se está poniendo tiesa nada más que de verte. Ciertamente deberías haber sido una chica y no un chico, no obstante trataremos eso esta noche." Jackie le hizo un gesto femenino y con voz normal de una chica, dijo: "¿Estáis listas, chicas? Todos rieron fuerte al mismo tiempo, y así de felices se fueron para el mercado. Carla se había olvidado que llevaba dos pequeños seres dentro de su corazón listos para salir fuera de su gran barriga. Estuvieron durante varias horas en el mercado y Carla nunca había disfrutado tanto como aquel día, especialmente con las bromas y ocurrencias de Jackie. El chico de vez en cuando guiñaba a algunos chicos que se encontraban, la mayoría de las veces los muchachos se sonrojaban o le decían algo bonito. Entraron en un bazar grande propiedad de un judío, el hombre mayor reconoció a Carla. Ella adquirió una apreciable cantidad de objetos para los bebés. Mientras las chicas elegían y hablaban, Jeremy se entretuvo curioseando los miles de artículos de todas clases que había en los estantes. Una caja de madera sucia y estropeada le llamó la atención, parecía un cofre, lo abrió y lo que vio hizo que sus grandes ojos azules se sorprendieran con incredulidad. El contenido era una gran colección de instrumentos médicos antiguos como los que usaban los médicos en las avanzadas de una guerra para curar a los soldados herido durante la lucha. Pero aquello no era lo más importante; había visto muchísimos instrumentos como estos, especialmente durante los últimos días cuando su padre lo tenía en entrenamiento. Lo que le llamó tanto la atención fue el material con el que estaban hechos. A pesar de estar expuestos a la humedad y al polvo en un bazar quien sabe el tiempo, estaban limpios sin ninguna señal de óxido. Eso no era normal, porque el instrumental que iban a usar con Carla su padre los limpiaba todos los días y los mantenía engrasados para prevenir la corrosión, ya que no eran de plata. Con cuidado se acercó a Carla y al Sargento despacio les murmuró. Carla, quiero aquél cofre para mi padre, pero no tengo ningún dinero en este momento. Creo que es un objeto de valor. Dudo que el hombre sepa esto, aunque es un especialista en sus negocios." La chica sonrió. Carla era muy buena regateando y tratando con la gente del mercado, sabía como manejarlos, así que cuando terminó de hacer su gran pedido, le preguntó al hombre por aquel cofre, pero aparentando poco interés. El comerciante entonce le dijo. "Es un material caro que lo compré para un doctor que se murió antes de llevárselo, así que no me queda más remedio que tenerlo aquí." Todos sabían que estaba mintiendo, así que le siguieron el juego. "Bueno… no estoy muy interesada, solo curiosa. Hemos hecho una buena compra en esta tienda, creo que nos lo debería dar como regalo, aquí mi amigo Jeremy lo quiere para jugar con él." El hombre argumentó hasta que el sargento, en coordinación con Carla, dijo: "Princesa, este hombre no quiere hacer negocio con nosotros, así que deja aquí todo lo que has adquirido y vámonos a otro bazar. Creo que allí nos tratarán mejor que este hombre." El hombre argumentó de nuevo, pero el sargento le murmuró al oído. "Todo lo que hemos comprado tiene que ser duplicado. Su prima espera un bebé también, y el Gobernador quiere sorprender a la futura mamá." El hombre sonrió y se restregó la barba pensando que estaba haciendo un buen negocio. El no podía decepcionar a la hija del Gobernador, además jamás podría vender esa estúpida caja a nadie, era antigua y estaba muy estropeada, nadie había preguntado por ella para comprarla desde que él la tenía expuesta. Así que sugirió una gran rebaja, pero el Sargento no aceptó. Finalmente la puso sobre el mostrador con el resto de la compra. "Bueno… por favor, considéralo como mi regalo para tu bebé que Dios bendiga. "Gracias, Samuel, no olvidaré tu esplendido regalo, se lo diré a Papá." Entonces Jeremy intervino. ¿"Me lo puedo llevar ahora, Carla?" El viejo judío miró a la joven señora. "Si, amigo mío, eres demasiado caprichoso." Rieron y el chico cogió la caja y la colgó en su hombro de la correa estropeada. Cuando estuvieron ya lejos de la tienda y volviendo a casa, añadió: Es un magnifico cofre, Carla, especialmente por su contenido." "No le veo la importancia; el viejo doctor tenia muchos instrumentos como estos." "No son los instrumentos, sino el material del que están hechos, es mejor que la plata." Dijo el chiquillo, y tenía razón. Volvieron a casa gozando del paseo, en especial Jackie. Cuando entraron en palacio, inmediatamente Jeremy cogió la caja para que la viera su padre; mientras Jackie, Carla y Helen se fueron a las habitaciones de la muchacha. Jackie miró a la chica y la abrazó con ternura. "Muchas gracias, Carla. Nunca olvidaré estos irrepetibles momentos, no puedo evitar sentirme como una chica, supongo que me comprendes." "Si, te comprendo, Jackie. Si tengo un hijo que se sienta como tu, le ayudaré a estar orgulloso y no caer en una depresión. Se que es difícil en esta sociedad nuestra aceptar la realidad y que no es engaño o vicio." Jackie le apretó la mano. "Estoy seguro de que serás una buena madre y que tus hijos tendrán la mejor madre del mundo." Jeremy encontró a su padre charlando con Sir Elliot de las pequeñas reparaciones que se estaban haciendo en el yate y las innovaciones que había introducido para la seguridad de los niños. Sr. Elliot estaba diciendo: "Recomendaré esas modificaciones al Almirantazgo, tales como los chalecos salvavidas; sin embargo, son muy reacios a gastar dinero en esas cosas. Creen que un marinero tiene la obligación de saber nadar." "¿Pero y los barcos mercantes cargados de pasajeros?" "Tienes razón, Bernard. Pero eso está fuera de nuestra responsabilidad y…" Vio a Jeremy en la puerta de la estancia esperando que le dieran permiso para entrar o a que terminaran la conversación; no quería interrumpir a los asunto de los adultos. "Entra Jeremy." Dijo el Gobernador. Bernard miró a su hijo preguntándole con la vista. "Papá, cuando termines con Sir Elliot, me gustaría enseñarte algo que he adquirido en el bazar." Bernard miró al Gobernador y este asintió. "Con su permiso, señor." "Por favor, vaya. Supongo que es algo importante para el chico, además, habíamos ya terminado lo que estábamos hablando." Se unió al chiquillo, le puso la mano en el hombro y ambos se fuero a su habitación, entonces el médico le preguntó. "¿Qué es tan importante, Jeremy?" El muchacho entró en se cuarto y le enseñó la caja. Entonces Bernard dijo: " Es un estuche de cirugía de campaña usado en las guerras por los médicos cirujanos en casos de emergencia. Aparte de esto no veo ningún particular en ello." El cofre se podía abrir pulsando un resorte y se extendía todo el contenido. Jeremy lo hizo y añadió: "Papá, observa el material, los instrumentos son muy antiguos y sin embargo no están oxidados." Bernard cogió un escalpelo con la mano y tocó el filo; entonces se dio cuenta de la importancia de lo encontrado. Estaba sorprendido. "¡Jeremy, son de hierro azul! Había oído hablar de este material, pero jamás había ningún objeto! Mi padre me contó que vio un escalpelo en Londres propiedad de una antigua familia de cirujanos; lo apreciaban como la mejor joya que pudieran tener. Es muy raro y nadie sabe de donde provienen. Se dice que este material lo encontraron en alguna parte de Persia durante la primera mitad de la Edad Media. Esta colección ha debido ser el regalo de un rey a su físico. Yo diría, que como mínimo tiene más trescientos años y quizás más. Los limpiaremos y podemos usarlos con Carla. Podemos hervirlos todos y no tenemos que preocuparnos de que se oxiden." El chiquillo no cabía de felicidad y orgullo. "Papá, la mayoría de los instrumentos son bien conocidos, como escalpelos, pinzas… pero ¿y los demás? "Honradamente, hijo, no lo se. Son antiguos instrumentos de cirugía, probablemente mi padre los conozca." Jeremy entonces añadió: "Papá, ¿que te parece si nos lo llevamos como un regalo para tu padre? Seguro que le gustará mucho tenerlos." Bernard miró a su hijo y lo abrazó muy fuerte, el chico el devolvió el abrazo. A Jeremy le encantaban esos momentos de afecto viniendo de su padre. "Jeremy, además de mi padre él es tu abuelo también, pero lo que llena mi corazón de orgullo es que siempre estas dispuesto a darte a los demás y no guardar nada para ti. Algunas veces creo que deberías ser un poco egoísta." El muchacho miró a su padre con ternura. "Papá, tu eres el mejor regalo que yo haya recibido jamás, mientras que tú estés conmigo no necesitaré nada más." Rompieron el momento y Bernard comenzó a inspeccionar cuidadosamente el cofre y los instrumentos. "Solamente este cofre costaría una fortuna. Lo hicieron con madera de cedro del Líbano; aunque está sucio y dañado, necesita una buena reparación, especialmente hay que pulirlo y forrarlo interiormente. En Londres hay buenos especialistas en antigüedades que pueden hacer este trabajo; mientras tanto lo cuidaremos nosotros." El Gobernador entró, quería discutir con Bernard sobre el pequeño cañón que iban a instalar en la proa del yate. Se fijó en el cofre y el contenido; Bernard se lo explicó todo y sobre la reparación del cofre. "No necesitas ir a Londres. Hace unos meses llegó un hombre deportado por haber matado a su socio en Picadilly, aunque él siempre había dicho que fue en defensa propia. Hizo unas reparaciones en un joyero de mi esposa, ella me comentó que el hombre era uno de los mejores especialistas en Inglaterra. Desgraciadamente tiene un temperamento muy subido y ahora está en prisión esperando ser juzgado. Tenemos la prerrogativa de poder sacarlo. Podemos pedirle que haga el trabajo, si lo hace y estamos contentos del trabajo, podemos pedirle al juez que le perdone las ofensas que cometió, o por lo menos que no sean tan estrictos en la pena." Sin esperar la contestación de Bernard, llamó a su secretario y lo instruyó para que sacase al hombre y lo trajera a palacio, así que envió la orden a la cárcel. Jackie, como de costumbre se fue a la biblioteca y Helen estaba haciéndole compañía a la parturienta. A pesar de todo, Jeremy echaba de menos los ratos que padre e hijo echaban hablando de todo, especialmente cuando estaban solos en la cueva antes de que Helen y Jackie se unieran a ellos. Igual le ocurrían con Joe, cada vez se acordaba más de él. ¿Por qué de todos estos recuerdos? No lo sabía. De pronto oyó a su padre. "¿En qué piensas, hijo? Es como si estuvieras en otro mundo. A mi me suele ocurrir también." "Nada importante, papá. A veces, echo de menos nuestra estancia en la isla cuando estábamos tú y yo solos y charlábamos por la noche en la gruta; igualmente me ocurre con respecto a Joe. "Desgraciadamente jamás olvidaremos esos momentos, por muy bien que estemos. Han sido momentos demasiado importantes en nuestra vidas y eso nada ni nadie lo borrará de nuestras mentes." Hizo una pausa y agregó: "Vamos a dar un paseo hasta los astilleros para ver como van los trabajos en el yate." Caminaron despacio mirando todo a su alrededor, al llegar junto al barco saludaron al centinela; los operarios ya se habían ido. Se sentaron en la cubierta en silencio. Al cabo de unos minutos el chico cogió una de las manos de su padre y la apretó con cariño. "Te quiero, Papá." El muchacho dijo mirando a ninguna parte de los astilleros donde la actividad estaba parada. El padre le devolvió el afecto. Antes de que pudiera el hombre responder, Jeremy dijo. "Papá vamos a tener mucho dinero para hacer lo que queramos. Hay algo que quiero realizar cuando lleguemos a Inglaterra." "¿De qué se trata?" "De Joe. Si se fue a nuestra antigua colonia no debe estar pasándolo muy bien. Él y su hermano Ben odiaban la granja, al contrario de sus padres y sus otros hermanos mayores. El tenía una mente maravillosa y sería una lástima desperdiciarla en una labor de granjero." "A lo mejor le gusta; de todas formas que harías si fuera cierto lo que me dices. Nueva York está muy lejos y difícil conectar con alguien que viva allí." "Helen me ha dicho que los barcos de su familia algunas veces iban allí, si es así, podríamos comisionar a alguien que los buscara, y se unieran a Inglaterra a vivir con nosotros; estoy seguro que a Joe le gustaría, a pesar de lo orgulloso que se sentía de si mismo, excepto conmigo. La verdad es, Papá, que daría todo lo que posea para hacerlo feliz y dar un gran abrazo a ese brillante pelirrojo." "Te comprendo porque yo también lo haría. No obstante si todo sale bien, vuestra fortuna será más que grande, hijo y podrás permitirte hacer eso y mucho más. Así que cuando lleguemos nuestro país el primer deber será averiguar donde está Joe y proceder en consecuencia." "Gracias, papá, se positivamente que lo harás." Fin de la 4ª Parte