Date: Fri, 2 Apr 2021 15:50:15 +0000 From: Al Peres Subject: LA ISLA QUE NUNCA EXISITIO 6 6ª PARTE Capítulo 19 Dos semanas más tarde, Helen, Jeremy y Jackie fuero a hacerle una visita a su Tía. Cuando la señora vio a su sobrina entrar en la casa pensó lo peor, no podía pensar en otra cosa. Jeremy y Helen habían consultado a Bernard sus propósitos de perdonarla, y no pudo hacer otra cosa que aplaudir la idea. "Después de todo ella es tu única ascendiente viva." Si, era cierto, ella era parte de su familia junto con su futuro esposo, su hermano y su padre. "No te esperaba aquí tan pronto." Dijo la mujer. Ordenó a una jovencita muy linda que prepara té para todos. Una vez que había servido la colación y la muchacha cerró la puerta, Helen dijo: "Supongo que no conoces a este chico, ¿no, tía?" La mujer sonrió pícaramente. "No, pero me imagino que es Jeremy." "Si, así es. Pero es algo más que un simple muchacho, tía; es mi futuro esposo y ahora mi amante." El chiquillo se ruborizó y Jackie tuvo que volver la cabeza para que no lo viera reírse. "Supongo que no has venido solamente para decirme esto." Dijo la mujer sin contemplaciones un poco resentida. "No, tienes razón, tía. ¿Sabes que día será el próximo Domingo?" La mujer pensó durante un momento, entonces contestó con gravedad. "Si, nunca lo olvidaré. Fue el día que discutí con tu padre por haber traído la madre de Laszlo y su bebé aquí. Había nacido hacia solo unos meses antes, y tú, dos días antes que él. Lo recuerdo muy bien porque fui a caballo a llamar al doctor Northfield, estaba lloviendo y había relámpagos. Vino a este mundo en esta casa. Nunca volví a hablar a tu padre desde aquel día." "Tienes muy buena memoria, tía." Helen hizo una pausa. "Nosotros somos tu única familia física. Tú has sido la causa de que yo estuviera prisionera en aquel barco horrible durante tres largos años…" La mujer tembló y casi derramó su taza de té. Helen continuó. "Pero por otro lado, eso me permitió conocer a Jeremy, él y su padre rescatarme, así que ahora estamos recuperando el tiempo perdido." La señora estaba confundida; había estado estudiando a su sobrina; externamente era el vivo retrato de su madre, pero allí terminaba el parecido. El resto era como su padre, un pequeño demonio y sabía que podía esperar cualquier cosa de ella. De pronto, Helen plató su mano en el hombro de la mujer y continuó. "Tía, si tú quieres, estoy dispuesta para olvidarlo todo, la vida es demasiado corta para tirarla odiándonos." La mujer dudó durante un momento, esperaba cualquier cosa de su sobrina, excepto el perdón después de todo el mal que había hecho a la chiquilla. Ahora comprendió que la niña también tenía algo de su madre. Entonces tía y sobrina se abrazaron y Jackie se unió al abrazo a tres. Miró a Jeremy y dijo: "No hemos sido presentados, Jeremy Northfield, pero créeme, no lo necesitas." Se abrazaron como signo de familia. Helen añadió: "Tía Mary, vamos a celebrar nuestro feliz retorno, pero solo asistirán los miembros de nuestras familias y algunos de los más antiguos trabajadores. Queremos que vengas a casa el próximo sábado por la tarde a cenar y pasar un rato agradable con nosotros juntos. ¿Vendrás?, por favor." La mujer no podía creer lo que oía, ni la amabilidad que su sobrina empleaba con ella. "Si, iré. Quiero ver a mi viejo amigo Bernard y darle un abrazo también." "Tía, de ahora en adelante, haz lo que creas que es lo mejor para la Compañía y para nosotros; discutiremos asuntos importantes siempre que lo necesitemos, estamos seguros que harás lo mejor para todos." Cuando ya se iban, la mujer le dijo al oído a su sobrina: "Es muy guapo, pero no te preocupes, no estoy interesada en él." Rieron y Helen le murmuró: "Tu señorita es una chica preciosa, por favor Tía, mantenla lejos de mi chico, él es un verdadero macho, pero es mío." Volvieron a reír. Llegó el sábado y lo pasaron muy bien. Asistieron un grupo de periodistas, el tiempo era bueno y permitió que pudieran permaneces fuera. Bernard y los tres niños se sentaron detrás de una mesa larga para contestar a lo que les preguntara, sin embargo, antes de empezar, Bernard señaló: "Por favor, caballeros, contestaremos a todas sus preguntas durante un par de horas, incluso más si fuera necesario. Una vez que ustedes tengan la información que nos han autorizado decir, tienen que prometer que olvidarán a esta familia. Solo son niños y han sufrido más de lo que ninguno de Vds. pueda imaginar; queremos empezar de nuevo nuestras vidas y vivir como personas normales, como cualquiera de ustedes. ¿Estamos de acuerdo?" Se levanto un murmullo de aceptación que se escuchó desde los hombres; Bernard añadió. "Una vez terminada la entrevista, les servirán un almuerzo frío." Después de unos breves instantes los hombres comenzaron el interrogatorio. Durantes dos horas explicaron lo que habían hecho y las aventuras que habían corrido. Helen era el objetivo principal para contestar, lo hizo con educación incluso contestando en alemán y francés a los hombres que tenían dificultad al expresarse en inglés. Estaban sorprendidos y a la vez divertidos de la resolución de la niña. Ninguno de ellos entendía como una chiquilla de 12 años podía expresarse como ella lo hacía, eso no era normal, solamente una larga experiencia como la que ellos habían tenido podía explicarlo. Dos días más tarde, en algún sitio no lejos de Southampton, la familia Mullen estaban tomando el té sentados alrededor de una mesa blanca metálica de jardín. La señora Mullen estaba meciendo a su último retoño, y como siempre, Linda y Tim haciendo chistes y burlas en voz baja sobre su hermana mayor y su futura boda. Habían estado charlando sobre la noticia que los periódicos traían en primera plana referente a Jeremy y los dos hermanos que habían permanecido con él en una isla, el chico que Joe siempre mencionaba y amaba. Linda preguntó a su padre: "¿Tienen estos chico y chica, algo que ver con esa señora que dirige la gran Naviera, papá?" El hombre pensó durante un momento, contestó a su hija. "No estoy completamente seguro. Marten es un apellido muy común aquí en el sur de Inglaterra, no obstante, no puedo explicarme por qué esta chica tan joven estaba prisionera en un barco pirata." Hizo una pausa que Tim aprovechó. "Yo creo que, si estaba prisionera, era porque el Capitán Black esperaba conseguir un buen dinero por el rescate, debe pertenecer a una familia adinerada, de lo contrario no veo una explicación lógica. Esa señora es muy rica." El hombre de la casa conocía muy bien a los Marten, pero no deseaba crear ningún prejuicio en sus hijos, así que prefirió dar por cerrado el asunto. "No debemos especular sobre las vidas de otros, así que dejemos el asunto." El chico y la chica se callaron, Tim entonces dijo: "Linda, vamos a dar un paseo, hace una tarde magnífica y es una pena desperdiciarla…" El padre miró a su hija adolescente y sonrió. La chica les abría tirado una de las tazas si no fuera porque sus padres estaban allí. La madre movió la cabeza para mirar con dureza a su hijo de 14 años al tiempo que él cogía la mano de su hermana menor y salieron corriendo. Después caminaron hacia arriba y se sentaron en un viejo árbol ya seco donde Joe había estado hacia ya más de un año. El chico sintió que su vejiga estaba llena y empezó a abrirse la bragueta para sacarse la picha que parecía empalmada llena de orina. Linda contemplaba a su hermano, no tenían el menor prejuicio sobre la desnudez de ellos. "Tu picha ha crecido mucho últimamente, ahora es más gorda y larga que cuando se la chupaste a Joe." El muchacho sonrió. "Igual que tus preciosas y redondas tetitas." Ella lo miró con picardía al tiempo que su hermano añadía. "Me gustaría saber quien será el afortunado que las chupe antes de que lo hagan tus niños, si llegas a tenerlos." "Eres un chico pícaro, Tim, aunque quiero ser honesta contigo, sabes que no tengo secretos para ti." La chiquilla hizo una pausa en el momento que su hermano devolvía su pene dentro de los ajustados pantalones. "No lo se todavía, pero me gustaría muchísimo que fueran para Joe, sin embargo…" "Si, pero papá no aceptará que te cases con un cura. Supongo que nuestros padres tendrán otros planes para ti." La chiquilla suspiró, y casi enfadada dijo: "Nadie, incluyendo a nuestros padres, decidirá con quién tengo que casarme. Si decido que Joe es mi otra mitad, él mamará mis pezones, follará mi coño y yo chuparé su picha…" El muchacho rió a carcajadas las expresiones de su hermanita. "Estás adquiriendo unos modales muy sucios, hermanita. Tendré que lavarte la boca con jabón si continúas hablando así." Hizo una pausa. "A propósito, ¿has tenido noticias suyas?" La muchachita suspiró profundamente. "Ha dejado el coro. La última noticia que tengo de él fue por San Valentín cuando recibí una preciosa felicitación hecha a mano con un maravilloso mensaje de amor hecho con tinta china. No pude mandarle mi respuesta. El siguiente domingo nuestros ojos se encontraron cuando estaba ayudando en el servicio religioso." Hizo otra pausa. "Creo… creo que estoy loca por él, es tan especial para mi… Tim. Sueño que está encima de mí y yo chupo su larga picha que está dura como una roca, entonces él me folla… La otra noche me desperté y estaba muy húmeda mi entrepierna." Tim se restregó la bragueta, Linda pudo observar la tienda que se había formado en los pantalones de su hermano. Rió y comentó: "Estás empalmado, hermano." "Si, estoy muy caliente, a pesar de haber follado a nuestro primo varias veces la pasada noche y de nuevo esta mañana, antes de que se volviera a su casa." "¡Oh si Parecía muy feliz esta mañana! El hijo puta, maricón… Os vi por el boquete y me puse yo caliente, también. ¡Disfrutó muchísimo tu miembro, como nunca anteriormente!" Hermano y hermana se miraron al tiempo que se reían con ganas. "Venga, Linda. Vamos debajo de ese arbusto grande y nos desahogaremos. Desde ahí podemos ver si alguien se acerca." La chiquilla no necesitó que nadie la invitara. Amaba profundamente a su hermano y lo pasaban maravillosamente chupándose el uno a otra en la posición 69, lo habían hecho mucha veces en sus habitaciones. Tim rápidamente se quitó los pantalones y calzoncillos, su nabo apareció tieso en toda su gloria, ahora el bulbo brillaba con el líquido grasiento que salía por el pequeño orificio de la orina. El se tendió de espaldas sobre el suave lecho de hojas al tiempo que Linda se echó encima. Ella se había quitado la larga falda y subido la ropa interior hasta su pecho. Segundos después tenía en la boca el pene de su hermano y empezaba a chuparlo. Tim hizo lo mismo con el clítoris de ella, intentando perforar con la lengua el sello de su virginidad. Después de unos minutos de acción, no podían controlar sus jóvenes cuerpos. Una loca excitación los llevó a una sensación que corrió por sus espinas dorsales. Tim levantó su pelvis y Linda empujó hacia abajo, Tim magreaba los preciosos globos al tiempo que chupaba el clítoris de la chica. Sus cuerpos se tensaron, y segundos después la chica recibió en su boca el sabor de la semilla de su hermano que se la tragó con placer. Ella tembló al momento que un espasmo recorrió su cuerpo al alcanzar su orgasmo. Dejó el pene de su hermano que ya estaba perdiendo su rigidez y se volvió a su posición original, ahora sus cabezas estaban juntas. El chico besó las mejillas de su hermana con toda la ternura que pudo reunir. "Te quiero, hermanita." Ella acarició el cabello rubio de su hermano y le devolvió cariñosamente el beso. "Te quiero, Tim. No sé que haré cuando te vuelvas a Cambridge… ¡Oh, a propósito! Olvidé decirte que la Iglesia ha elegido a Joe para continuar sus estudios en Oxford, así que supongo está muy ocupado preparando el examen como tú lo estuviste. Lo supe a través del monaguillo que me entregó su tarjeta." "Eso es maravilloso. Quizás puedas encontrarte con él y llevártelo a la cama cuando vayas a visitarme, Oxford no está lejos de Cambridge…" La muchacha volvió a suspirar al tiempo que comenzó a hacerle cosquillas a su querido hermano. Se levantaron, arreglaron sus ropas, y con las manos entrelazadas, volvieron a casa. Unos días después Helen notó alguna sangre en sus partes, había empezado a menstruar. Jeremy tenía una gran provisión de hierbas para prevenir un eventual embarazo, así que continuaron con sus relaciones sexuales normales durante el resto del verano sin tener mucho cuidado. Era el año 1791. Bernard estaba sentado en la biblioteca echándole un vistazo a los periódicos que seguían trayendo terribles noticias sobre la Revolución Francesa, todavía llevaba puesto el albornoz después de haberse aseado y afeitado. Dobló el periódico y empezó a leer el correo que acababa de recibir. Algunos minutos más tarde, sintió dos brazos fuertes que lo abrazaba desde atrás y un rápido beso en la mejilla. Conocía muy bien esos jóvenes miembros, devolvió el beso en las palmas de las manos de su hijo y las puso sobre su pecho. Era una ceremonia íntima que ellos tenían desde los primeros meses cuando estaban solos en la isla. "Buenos días, papá. ¿Cómo vienen las noticias desde Francia? "Desgraciadamente muy malas, hijo. Todavía los asesinatos de personas inocentes se llevan acabo cada día." Hizo una pausa y cambió de asunto. He recibido cartas que te afectan directamente." El muchacho se sentó al lado de su padre con expectación. "¿Qué dicen, papá?" "Primero, tal y como quedamos en Ciudad del Cabo, estoy haciendo todo lo posible por encontrar a Joe y a eso se refieren. Según la información que he obtenido, la familia entera abandonó vuestro pueblo dos meses después de que nosotros levamos anclas en Southampton. Parece que nadie sabe nada cual era su destino. Vendieron todo lo que tenían, ganado, aves de corral, herramientas, etc. para pagase los pasajes. La mejor información indica que embarcaron en Southampton hasta Liverpool, allí cogieron el barco con destino a nuestras antiguas colonias. Parece que el sacerdote es la única persona del pueblo que sabe a donde fueron, pero declinó dar ninguna información. Además ha sido promovido en la Iglesia y ya no está en vuestra aldea." Hizo una pausa y Jeremy suspiró. "Espero que a Joe le gustaran aquellas tierras." "La segunda información, obtenida por H&H Ltd, nuestros banqueros, se refiere a tu Tía. Se puso seriamente enferma después de tu partida. La madre de Joe estuvo cuidándola hasta que un mes más tarde falleció. Está enterrada en el cementerio de vuestro pueblo. Secretamente ella había ordenado a su banquero que cuando falleciera, le pagara una cantidad honrada a la madre de Joe por su dedicación y cuidado hacia ella. Esa fue la mejor noticia que pudieron recibir, con ese dinero pudieron pagar los alimentos durante el viaje, ella no esperaba que le pagaran nada por asistirla y cuidarla, al menos eso fue lo que les dijo a nuestros banqueros. Si quieres, podemos ir allí cuando tú quieras, hijo." Jeremy dejó caer la cabeza en el hombro de su padre y éste notó la humedad de sus ojos. "La madre de Joe siempre fue muy buena con nosotros, no me sorprende lo que hizo. Espero tener alguna vez la oportunidad de devolverle lo que ella desinteresadamente hizo por mi pobre tía." El chico hizo una pausa. "No quiero ir a mi pueblo, al menos por ahora, papá. Allí no tengo nada, excepto tumbas. Sin embargo, por favor, informa a nuestros banqueros que atiendan y paguen cualquier deuda que ella haya podido dejar por su enfermedad." Bernard sonrió en el momento de secar las húmedas mejillas de su hijo. "Ella no dejó ninguna deuda, todo lo contrario. Tenía un testamento abierto en las oficinas de H&H Ltd. Nombrándote como su heredero universal, dejándote alrededor de trecientas libras para que hagas con ellas lo que quieras. Ella informó a nuestros agentes que te dijeran que ese dinero era para ayudarte a que te convirtieras en un guardiamarina y después en un oficial." Guardaron silencio al tiempo que el chiquillo sintió dos maravillosos brazos blancos alrededor de su cintura. Helen estaba detrás de él. Entonces el chico dijo: "A ella le gustaba mucho el mar y quería que me embarcara en el ballenero." Hizo una pausa. "Papá, creo que no necesito ese dinero, quizás pueda ayudar a otros que sí que lo necesitan." "¿Qué sugieres? es tu dinero. Preguntó Bernard. "Bueno… se que algunos de los marineros del Seagull eran muy pobres y tenían esposa e hijos. Lo dejo en tus manos para que lo distribuyas entre ellos como mejor creas." Helen abrazó a su chico muy fuerte." "Si no estuviera ya enamorada de ti, esto sería suficiente para quererte." El la miró a los ojos y le devolvió el abrazo. Entonces le dijo a su padre. "Papá, no dejes de investigar el asunto de Joe, tenemos que encontrarlo. ¡Tiene que estar en alguna parte! En aquellas tierras... Seguro que el cura lo sabe; podríamos sobornarlo." "Estoy en ello, hijo. Lo intentaré. Si averiguo donde está, el verano próximo nos podríamos embarcar en el yate e ir en su busca y traerlo a Inglaterra. Debes saber, que solo un Estado tiene más extensión que toda la Gran Bretaña. Pero si sabemos donde está podremos conseguirlo. Te lo prometo." "Gracias, papá." En septiembre de aquel año, los chicos empezaron a ir al colegio. Después de un duro examen, Jeremy fue al College en Oxford, John y Jackie a un colegio de enseñanza secundaria muy cerca de donde ellos vivían. Aquello sería muy duro para Jeremy y Helen el estar separados durante largos periodos de tiempo, pero esa sería la contribución que los jóvenes amantes tendrían que pagar si Jeremy quería que sus sueños de ser un gran médico, como su padre, se hicieran realidad. Sin embargo, pensaron que podrían recuperar el tiempo perdido durante las vacaciones. Emociones al separarse se produjeron en los jóvenes amantes que aguantaron con entereza pensando en el futuro. A Helen no le estaba permitido ir a la Universidad con Jeremy, a las mujeres se les prohibía entrar en esa Institución. Pero la chica no era una holgazana y necesitaba hacer algo útil y no permanecer todo el tiempo en casa, incluso pensó en ofrecer sus servicios como profesora en la escuela parroquial para los chiquillos. Bernard buscó un buen colegio para chicas y encontró uno muy bueno regido por mujeres que, como ella, creían en la emancipación femenina, por lo tanto enseñando materias que aquellos tiempos estaban reservadas para los hombres. Era un internado, excepto los fines de semana, para aquellas que no vivieran muy lejos. Conoció allí nuevas amigas mayormente chicas entre 12 y 16 años procedentes de familias ricas que creían en los derechos de las mujeres. Nadie conocía su historia, excepto las dos mujeres que regían aquella institución y que se convirtieron en buenas amigas de Bernard. En aquellos momentos, a miles de millas, lo que hoy son los EE. UU. y cerca de Nueva York, Ben MacLean, el hermano de Joe, estaba escribiendo con cierta dificultad la primera carta de su vida, su destinatario era su querido hermano menor. Lo habían planeado entre Julia, su amor, y él, se la enviarían al Obispo de Southampton para que se la entregaran a Joe. Desconocían por completo el entramado de los mensajes, pero tenían fe en que tendrían éxito. La corta misiva decía: "Querido Ben, ignoro cuando recibirás esta carta, ya te explicaré más adelante cómo y por qué lo hacemos Julia y yo. La carta del Obispado tardó seis meses en llegar y fue por casualidad. Como puedes ver, he aprendido a leer y escribir gracias a la inestimable ayuda de mi chica que con paciencia me ha enseñado, todavía me cuesta mucho y esta es mi primera carta y quiero que sea para ti. Espero que estés bien a pesar del terrible golpe que has sufrido con la muerte de Jeremy, él era más que un hermano para ti, estoy seguro que Dios lo tiene a su lado. Todos nosotros estamos bien y ya tienes un precioso sobrinito de unos meses, es pelirrojo como tú y nuestra hermana Maggie le impuso tu nombre. Como puedes ver, todos te queremos y te echamos de menos. La próxima vez te contaré más cosas, ahora tengo el pulso alterado y me he manchado de tinta. Te envío el más grande de los abrazos. Ben." El muchacho todo nervioso le llevó la carta a su Julia que hizo el doble sobre. Sin pensarlo cogió su caballo y corrió al servicio de correos. Pagó los honorarios postales y se volvió a casa. Durante el primer mes de colegio, Helen notó como una preciosa chiquilla rubia intentaba ser su amiga, coincidían en las mismas clases y materias. La chica tenía diferente habitación, pero durante las pausas le gustaba acercarse a Helen haciéndole preguntas que nada tenían que ver con sus vidas privadas. Sin embargo, como es normal que ocurra entre chicas y chicos, un día que paseaban, salió a relucir el asunto del sexo que empezó otra chica, llamada Brenda. Presumía de conocer todo lo concerniente al asunto, Helen pronto se dio cuenta de que era una ignorante, pero no dijo nada. En cambio observó que la rubia sonreía. Brenda entonces dijo: "¿Tengo o no razón, Linda? Los chicos rubios tienen los penes más largos y gruesos que los morenos, así que intentaré casarme con un rubio." Linda se rió entre dientes y dijo: "No sé mucho sobre pichas o penes, parece que tú tienes más experiencia que yo ya que tienes 15 años, así que será verdad." Brenda se infló de orgullo al tiempo que Helen miró a Linda de forma sospechosa. Mas tarde, Helen y Linda coincidieron en la biblioteca, y después de terminar lo que estaban haciendo, Helen dijo: "El otro día le diste la razón a tu amiga cuando hablaba de penes, parecía que actuabas como una tonta, pero yo sé positivamente que no eres de esa clase de chicas. ¿Por qué no corregiste a ese pavo real? Ella es…" Linda sonrió pícaramente. "Primero, ella nos es amiga mía, solo mi compañera de habitación, y segundo, no habría ganado nada diciendo que es una tonta del culo. Ya descubrirá su error a su debido tiempo, creo que la única picha que ha visto es la de su hermanito que tiene siete años." Se rieron a carcajadas. Desde aquel día las dos chicas se hicieron simplemente amigas. Nunca hablaban de sus respectivas familias hasta algún tiempo después, todavía no habían hablado de sus chicos ni de sus relaciones con ellos. Sin embargo, sin que ellas lo notaran, las dos muchachas se hicieron colegas inseparables, pero seguían sin charlar de cosas personales. Cerca del final de octubre estaban echadas de espaldas en las camas en la habitación de Linda contemplando la lluvia y en silencio, Brenda estaba de fin de semana. De pronto, Helen pregunto: "Linda, ¿no piensas nunca en chicos?" La rubita sonrió contenta. "Creí que nunca mencionarías un asunto tan importante como éste." Helen sonrió al tiempo que la rubia continuaba. "Si, me gustan con locura, pero no he tenido mucha suerte en tener un amigo de verdad… ya sabes, aunque no soy tan ignorante como la pava real." Se rieron con ganas. "De hecho estoy locamente enamorada de un chico de casi catorce años; un muchacho pobre pelirrojo que está estudiando para ser cura. Sé que mis padres nunca consentirían una relación normal con él, pero…" "¿Es guapo, Linda? Porque tú eres muy bonita y estoy segura que ha habido más de uno que se ha interesado por ti." La chica sonrió al tiempo que miraba intensamente a la lluvia que caía fuera de la ventana, entonces se volvió y miró a su nueva amiga. "No. Tengo que reconocer que no es un chico bello, pero créeme, es muy guapo, por lo menos eso es lo que me parece a mi. Tiene una preciosa y educada voz y dos hoyitos que se muestran cuando sonríe, eso me vuelve loca. Es huérfano, y cantaba en la catedral haciendo los solos del coro…" Helen interrumpió a su amiga. "Y tu ibas a los servicios religiosos mayormente para poder oírlo y verlo. ¿No es cierto?" La chica asintió. "Adivino que tú tienes alguna experiencia. Si, así es. He estado a su lado solamente una vez cuando mi hermano Tim lo invitó a pasar la noche en mi casa. Desde entonces, solo miradas, unas pocas palabras, un rápido encuentro en un sitio cerrado de la iglesia con un hermoso beso y algunas cartas. Pero a pesar de que es pobre como las ratas, es muy inteligente y orgulloso." La conversación continuó y Linda le contó a su amiga como espiaba a los chicos a través del agujero. Se estaba haciendo tarde y tenían que separarse. "Eres una chica pícara y muy interesante, Linda. Te prometo que la próxima vez te contaré cosas de mí, pero ya es demasiado tarde y la hora de inspección se acerca, falta un minuto. Tengo que irme." Helen volvió a su habitación; aquella noche pensó mucho sobre Linda. Recordaba lo que tantas veces Jeremy le había mencionado sobre su mejor amigo Joe; sin embargo, ella no asoció ninguna conexión con el chico de Linda ya que ella sabía que Joe estaba en algún lugar de las antiguas colonias de Inglaterra, además de que Joe no era huérfano. Podría haberle preguntado a su amiga el nombre del chico, pero ellas habían acordado en su relación "decir el pecado, pero nunca el pecador." Dos semanas más tarde repitieron la conversación y Linda dijo: "Me prometiste hablar de tus experiencias con chicos…" Helen se echó a reír. "Me gustas, Linda. Te prometí no contar a nadie lo que hablamos nosotras de este asunto. Ahora deseo que tú me pagues con la misma moneda." La rubita le contestó honesta y sinceramente. "Primero debo decirte que me encantabas desde el primer momento que nos conocimos, y deseaba con todas mis fuerzas ser tu amiga. Me has intrigado, bueno… de hecho era tu apellido lo que me intrigaba." Helen pensó que Linda había descubierto la conexión entre ella y las noticias de los periódicos. "Bueno, hablaremos más tarde sobre esto, si quieres, claro. No necesitas mi promesa pero tienen mi palabra sobre ello. Recuerda, tengo cuatro meses más que tú. "De acuerdo." Helen hizo una pausa. "Te acuerdas de lo que los periódicos dijeron sobre la muerte del Capitán Black?" Inmediatamente vino a la mente de Linda lo que Tim y ella habían hablado y las especulaciones sobre el asunto. Se llevó la mano a la boca no creyendo lo que su amiga ll decía. "¿Eres realmente Rose Helen Marten, la de la historia? ¡No puedo creerlo! Mi hermano Tim y yo especulamos muchísimo sobre lo que habríamos hecho nosotros en las mismas circunstancias. Un chico y una chica muy jóvenes viviendo dentro de un paraíso lejos de cualquier civilización…" Helen sonrió. "Pero lo que dije referente a tu apellido era por un asunto diferente. Por favor, sigue." "Si, puedes imaginar muchas cosas, y estoy segura de que no te equivocarás." "Por favor, por favor, Helen, cuéntame todo lo que puedas, pero…" Helen sonrió al tiempo cogía las manos de su amiga en las de ella y empezó a narrarle a su nueva amiga toda la historia, completando lo que su amiga supo a través de la prensa. Asombrada y emocionada, Linda le preguntó. "¡Tú… tú los encontraste desnudos, sorprendente! ¿Qué sentiste en esos momentos?" Helen suspiró y sonrió. "Cuando mi chico me tapó la boca con una mano y puso la otra sobre mis pequeños pechos, sentí como una sacudida por toda mi espina dorsal a pesar de que estaba muy asustada. En el barco pirata vi muchas veces hombres y chicos desnudos, sin embargo, la vista de mi Apolo en cueros…fue lo mejor que había visto jamás. Estaba tan guapo pintado… Helen hizo una pausa recordando aquel instante. "¿No te dio vergüenza?" "No. Sentí vergüenza de no poder hacer lo que ellos hacían, pero eso duró solamente unas cuantas horas hasta el día siguiente. Pero lo más gracioso era que Jeremy siempre tenía su vista fija en mi y su pene estaba tieso como una roca todo el tiempo." Instintivamente Linda se tocó la entrepierna. "Si yo me hubiera encontrado en esa circunstancias estoy segura que me lo habría llevado a mi cama." Helen se echó a reír por la honradez y sinceridad de su amiga. "Bueno… no lo hice en aquel momento porque no tenía ninguna experiencia, pero puedo asegurarte que 24 horas más tarde gozaba de mi primer clímax con él. Después vino nuestro cumpleaños… y mi regalo para él fue mi virginidad." Estas palabras las pronunció la muchachita como una oración con un gran profundo suspiro. "Adivino que continuasteis siendo esposa y marido, y ahora tiene que ser muy duro para ambos el estar separados." "Si, puedes apostar por ello. Pero ahí yace la grandeza del alma de mi joven hombre. Sobre todo, el sueña con nuestro futuro juntos y que debe alcanzar lo que me ha prometido, a mí y a su padre: ser un gran medico-físico. Estoy absolutamente convencida que no parará hasta conseguir su objetivo." "Parece como si tú te desestimas, Helen. Tú también estas haciendo un gran sacrificio para conseguir ese resultado." "Si, tienes razón. Pienso en llegar a los dieciséis años, entonces nos casaremos y tendremos hijos, si la Madre Naturaleza lo permite, por supuesto. Espero que tú lo veas." Helen hizo otra pausa y preguntó a su amiga: "Linda, aparte de mirar por el agujero, ¿no has tenido relaciones sexuales… con nadie?" Linda se puso roja porque sabía que tenia que ser honesta con su amiga, pero aquello era muy difícil y privado. Contestó a su amiga. "Como tú me dijiste antes, estos son nuestros mutuos secretos y nadie, excepto nosotras, deben conocerlos." Helen apretó las blancas manos de la chiquilla animándola para que continuara. "No con mi chico. Él solamente me robó algunos besos detrás del altar de la catedral, arriesgando su carrera y a que lo castigaran físicamente." Helen parecía muy enfadada y dijo: "¡Esos estúpidos curas! Linda, no tienes necesidad de contestar mi pregunta…" "Lo se, pero quiero pagarte con sinceridad. Mi hermano Tim y yo crecimos juntos, más como gemelos que como hermanos normales. Cuando yo tenía cuatro años empecé a subirme a su cama y él me recibía con los brazos abiertos. Mi madre me advirtió varias veces incluso nos amenazó con azotarnos a los dos si continuábamos con ese comportamiento. Ella hizo todo lo posible, incluso nos dio más de un cachete en el culo para evitarlo. Después de algún tiempo mi padre intervino y dijo que no había ninguna malicia en nuestras conductas." Helen la interrumpió y dijo: "Yo nunca haría lo que tu madre intentaba." Linda sonrió. "Bueno… parcialmente ella tenía razón. Cuando cumplí los seis años, empecé a jugar con el chupete de mi hermano, así llamábamos al pene. Comprobé como a él le gustaba y me animaba a chupársela. Un día el descubrió que a mi también me gustaba que él me chupara el clítoris, instintivamente nos encontramos en posición 69 chupándonos el uno al otro. Lo hacíamos especialmente durante el fin de semana, cuando estábamos seguros que mi madre o nuestra hermana mayor no nos podrían sorprender. Desde entonces no hemos parado, aunque esos eran los límites que nos habíamos impuesto impulsivamente. Helen sonrió. "Esos son los negocios de Madre Naturaleza." Se rieron a carcajadas. "¡Menudos negocios!" Se rieron las chiquillas. Capítulo 20 Jeremy llegó a Oxford muy triste, echando de menos su familia, especialmente a Helen. Se vio gratamente sorprendido por la bienvenida del Dean y muchos otros estudiantes, las noticias del héroe que permitió la eliminación del terrible "Capitán Black" se había extendido por todo el recinto, y cada uno se sentía muy orgulloso de que aquel chico fuera parte de su Institución. No obstante, la mejor noticia para Jeremy era la persona que encontró allí con quién compartiría habitación. El podría haber tenido una individual, pero el muchacho nunca olvidó el sentido de honestidad y sencillez. Bajo ningún pretexto quería humillar a nadie y le encantaba ser uno más, ganar su reconocimiento por el esfuerzo propio y no por las circunstancias en que se había visto envuelto y que la prensa había aireado. Al entrar en su alojamiento, seguido por el porteador que transportaba su pesado baúl, vio las anchas espaldas de otro chico atareado distribuyendo su ropa en su pequeño armario. Era pelirrojo y eso trajo a su memoria la imagen de su adorada chica. Pagó al porteador sus honorarios con una más que excelente propina que el hombre agradeció efusivamente. Entonce se volvió hacia su compañero de habitación. "Buenos días, soy tu compañero de habitación, mi nombre es…" El pelirrojo lo interrumpió con su bien modulada voz. "El famoso y héroe Jeremy Northfield, antes llamado Jeremy Mall." La boca de Jeremy se abrió no creyendo lo que oía al tiempo que el otro muchacho se volvía mirándolo. Era Joe MacLean. Permanecieron unos segundos petrificados mirándose el uno al otro, y de pronto los dos mejores amigos saltaron y se abrazaron fuertemente. Su niñez y verdadera amistad llegó a sus respectivas memorias al tiempo que las emociones embargaban sus jóvenes almas y cuerpos, así que no pudieron evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas al separarse. "No eres un espíritu, ¿verdad? ¿Qué ha ocurrido que estás aquí? En cuanto volvimos y a través de los agentes de mi padre, empezamos a hacer averiguaciones sobre mi anciana tía y especialmente de tu familia. Ella había fallecido y aparentemente todos los MacLeans habían emigrado a Nueva York, a nuestras antiguas colonias. Cuando estábamos en Ciudad del Cabo mi padre me prometió que cuando llegáramos a Inglaterra te buscaríamos hasta encontrarte. Incluso cuando no encontrábamos ninguna pista tuya todavía teníamos algunas cartas que jugar." "Si vuestros agentes no me encontraron es que habéis tirado el dinero, no estaba tan lejos ni escondido. ¿Qué más podíais hacer? "El dinero tiene mucho poder, querido Joe. Ya estábamos planeando ver al obispo de Southampton y sobornarlo para que nos dijera donde estabas en Nueva Inglaterra. El próximo verano aparejaríamos el yate, navegaríamos hasta aquellas tierras y te traeríamos a Inglaterra. No tenía la menor duda de que te volverías con nosotros." Joe sonrió abiertamente a su amigo. "Ya ves que no ha sido necesario, además de que un viaje tan largo costaría una fortuna." Jeremy le revolvió el rojo cabello. "Después hablaremos de eso." Dijo Jeremy. "Ahora continúa con lo que estabas diciendo. "Es una larga y triste historia, Jeri, no tan afortunada y con final feliz como la tuya. Canté en el funeral de tu tía. Pero vamos a arreglar el equipaje y después charlaremos. Lo se casi todo sobre ti… bueno, al menos lo que los periódicos han escrito, supongo que habrán muchas cosas que no cuentan." "Si. Muchas cosas maravillosas que jamás podré olvidar aunque quiera. Una de ellas nuestro beso y las palabras de los últimos segundos; no he olvidado ni un segundo." Joe se ruborizó sorprendido. "Eso… eso fue cosas de niños y…" Jeremy suspiró y se encontró con los intensos ojos azules de su amigo. "Posiblemente lo fue, Joe; pero lo tengo gravado en mi corazón desde entonces. Hicimos muchas cosas juntos antes de separarnos, pero en aquellos instantes sentí que te echaría muchísimo de menos, sin embargo, tu beso elevó mi decaído espíritu hasta cotas desconocidas para mí. Estaba muy deprimido aquella mañana cuando nos encontramos por última vez. Había perdido toda mi familia y con toda probabilidad no te volvería a ver de nuevo. Iba a unirme a la tripulación de un ballenero donde seguramente abusarían de mí sexualmente, al menos eso era lo que algunas personas me dijeron. Sin embargo lo preferí a irme a un orfanato." ¿No intentó el cura convencerte? Tú eras su favorito, el más guapo de todos nosotros. A causa de esto, el resto de los chicos de la escuela te odiaban, excepto yo." "Si, también me odiaban porque yo te prefería a ti, éramos uña y carne. El cura lo intentó, pero no pudo. Su mujer sabía lo que su marido hacía con los otros chicos y le amenazó con decírselo al obispo. Estaba muy equivocado mirando solo la belleza física de los niños en vez de cuidar de sus almas inmortales. Creo que tú eras el mejor de todos nosotros, aunque él pensaba más en la sexualidad que en la inteligencia." Jeremy hizo una pausa. "Se lo dije a Helen durante nuestra estancia en aquel paraíso, ella dijo que sería magnífico conocerte." Joe se sorprendió con lo que su amigo le decía. "¿Es ella la valiente pelirroja que rescatasteis de los piratas? Parece que te atraen los pelos cobrizos." Se echaron a reír. "Si, tienes razón." Tendremos tiempo para charlar de todo con detalle, ahora puedo decirte que ella significa muchísimo para mí… Tú, mi nuevo padre y Helen, habéis sido los más importantes seres de mi vida. Algunas veces cuando estaba solo en aquel increíble lugar, en la cúspide del volcán apagado, pensé que maravilloso hubiera sido que tú estuvieras allí conmigo gozando de los grandes árboles y buceando en las aguas cristalinas de la bahía." Joe no pudo permanecer impasible ante las palabras de su mejor amigo, lo abrazó y repitió el beso en los labios que un día se dieran en la despedida. Ambos se sonrojaron y Jeremy le devolvió el besó. Gracias, Jeri. Significó y ahora significa, genuino, y verdadero amor incondicional, real amor entre dos muchachos, nada sucio ni irreal. Ahora vamos a darnos prisa porque dentro de unos minutos van a tocar la campana para comer. Mañana tendrá lugar la asamblea general y el comienzo de las clases, me he informado bien de todo. Hoy tenemos toda la tarde y la noche para charlar." Se vistieron con el nuevo uniforme y entraron en el comedor. Un murmullo se extendió a lo largo de la gran estancia y algunos chicos señalaron a Jeremy, no obstante él hizo como si nada ocurriera. Hacía una calida y hermosa tarde y no tenían otra cosa que hacer. Joe quería abrir su corazón a su mejor amigo, así que le sugirió pasear alrededor del parque que rodeaba el Colegio Mayor. Joe dijo. "Supongo que te estarás preguntando por qué estoy aquí, viniendo de una familia pobre como las ratas, cuando todos estos chicos seguramente son muy ricos, incluyéndote a ti… supongo." "Como siempre me adivinas los pensamientos, eso es cierto, pero no es lo que tú piensas. No te lo puedo explicar ahora porque estoy ansioso de saber de ti, al menos tú sabes algo de mi por los periódicos, tendremos tiempo para hablar." Tristes iban caminando despacio y Joe empezó a relatar lo que había sido su vida a partir del momento que se separaron. "Cuando nos separamos aquella mañana, mi corazón se rompió en pedazos. Corrí hasta los establos y permanecí allí echado llorando durante más de dos horas, probablemente mi alma adivinó lo que se acercaba. Joe hizo una pausa y Jeremy guardó un respetuoso silencio porque adivinaba que había algo terrible en el corazón de su amigo. El chico pelirrojo sintió el brazo izquierdo de su amigo sobre sus hombros al tiempo que él puso el suyo en la cintura de Jeremy como acostumbraban hacer cuando eran solo unos pequeños diablillos, entonces Joe continuó. "Dos semanas después de que tu barco zarpara, mi madre recibió una carta de su hermano que vivía en Nueva York, resumiendo, le decía que tendrían toda la tierra que quisieran o pudieran manejar. Sin embargo, como éramos una familia grande, él había reservado una larga porción de tierra plana, con colinas y bosques. Había gastado todos sus ahorros para ella, por lo tanto ella tendría que pagarse los pasajes hasta Nueva York. Hizo una pausa y Jeremy mantuvo el silencio. "Como tu sabes bien, aquí las granjas son propiedad del terrateniente, nunca nuestras, no importando lo duro que hayas trabajado, así que siempre estábamos faltos de todo, casi como si fuéramos esclavos. ¡La tierra sería nuestra para siempre! Me sentí muy feliz escuchando aquello. Entonces llegó el golpe, no teníamos dinero para pagar los gastos del viaje, a pesar de haber vendido todo lo que teníamos, por lo tanto, uno de nosotros tendría que ser vendido como esclavo, y como era costumbre, el más joven de todos. No podía creer lo que estaba escuchando." Volvió a hacer una pausa, las lágrimas corrían por sus suaves y pecosas mejillas. Jeremy apretó su brazo animándolo para que continuara, lo necesitaba. "Después de una de las lecciones de latín con el sacerdote, fui a la capilla a rezar pidiéndole a Dios que te protegiera porque esperaba lo peor para mi. Sentí su presencia detrás de mí. Yo sabía que a él le gustaba mi inteligencia y no las otras cosas, yo no era guapo para él. Entonces me dijo: "Joe, por favor, dile a tu madre que nuestro problema está resuelto. Iré a ver a tus padres esta noche." Y se fue. Yo no sabía nada de todo aquello. Tan pronto como le di el mensaje a mi madre ella se echó a llorar, pero parecía aliviada, entonces llamó a mi padre y nos fuimos a la cocina; estábamos solos, entonces me dijo: "Joe, hijo mío, te queremos mucho pero también queremos a tus hermanos y hermanas. Creemos que yendo a esas nuevas tierras, con la ayuda de Dios, seremos libres allí…" Empecé a llorar con abundantes lágrimas porque adiviné lo que iban a hacer conmigo y no creía en nada. ¿Qué clase de Dios era éste que me separaba de mi familia? Ella continuó. "Joe, pertenecerás a la Iglesia y ella cuidará de ti. Te enviarán a estudiar a los mejores colegios del país como si fueras un chico rico hasta que tengas dieciocho años, entonces irás al Seminario Mayor y te graduarás como sacerdote. Eso será un gran honor para la familia…" La interrumpí por primera vez en mi vida. "Pero… pero a mí no me gusta ser un cura, yo querría viajar como Jeremy, ser un grumete o aprendiz." Protesté. Ella me limpió las lágrimas y me dio un beso. Subí a la pequeña habitación que compartía con mi hermano Benjamin, no podía comprender aquello." Los muchachos continuaron charlando y entraron en su habitación. Se sentaron en el confortable sofá y Joe continuó relatando los encuentros con sus padres. "No es igual, Joe, -dijo mi madre- además hay una cláusula por la cual estas obligado a servir a la Iglesia hasta que cumplas dieciocho años, entonces podrás abandonarla si no quieres ser cura, pero tendrás que devolverles todo el dinero que nos darán para poder pagar los pasajes más los intereses." Joe hizo una pausa y Jeremy empezó a decir. "Es justo…" Joe interrumpió a su amigo casi gritando con abundantes lágrimas. "¿Justo? ¿Justo? ¡Me abandonaron como si fuera un perro sarnoso y me vendieron a la Iglesia! ¡Yo soy su hijo, ni siquiera me trataron como eso!" El chiquillo lloró con resentimiento expulsando de su alma todas las amarguras, humillaciones y resentimientos acumulados durante los tres últimos años. Lloró en el hombro de su amigo mojando su camisa de seda. Los ojos de Jeremy se nublaron al sentir los espasmos de su mejor amigo en su pecho. Con palabras cariñosas le decía. "No es eso, Joe, no me malinterpretes, no quise decir eso." Pero nada podía consolar al muchacho pelirrojo. Continuó con llanto sordo durante casi quince minutos mientras Jeremy le acariciaba las espaldas y le besaba el suave pelo cobrizo. Después se calmó y Jeremy lo separó de su pecho con toda la ternura que pudo reunir. Lo besó en los labios. Eso lo sorprendió y de nuevo empezó a llorar en silencio. Mejor que nadie él comprendía el significado de aquel beso. Le consideraba incluso más que a un hermano. Finalmente se separaron y Jeremy miró los ojos intensamente azules de su amigo que brillaban como diamantes. "Joe, sabes muy bien que te quiero como al mejor hermano que pudiera tener. No trataba de justificar lo que tus padres negociaron con la Iglesia, ellos son los únicos responsables que pueden explicar lo que hicieron. Quise decir que fue un contrato justo, ellos eran los sujetos, tu el objeto de la transacción sin ningún derecho a argumentar; desgraciadamente esta sociedad es así, la Iglesia lleva dieciocho siglos haciéndolo, así que su experiencia es muy grande." Hizo una pausa, y después de unos momentos pareció que aceptaba su destino. Después de pensarlo bien, Jeremy continuó. "Joe, por favor, ahora tienes que escucharme cuidadosamente." Hizo una pausa para que su amigo prestara atención, Joe miró con intensidad a los hermosos ojos de su amigo, entonces añadió casi bromeando. "Debes tener cuidado la próxima vez que me beses, alguien que nos vea podría pensar que somos maricones. Jeremy entonces tiró de su amigo y lo abrazó fuertemente; lo peor ya había pasado. Joe sonrió por primera vez. Me ha gustado tu beso, Jeri, no olvides de hacerlo de vez en cuando y estemos solos." Se rieron. "Ahora, por favor, continúa." "Joe, primero tengo que agradecer lo que tu madre y tú hicisteis a mi tía…" Joe interrumpió a su amigo. "Sabes que mi madre amaba a tu tía, eran muy amigas y compartían muchos secretos, entre ellos el de su viaje a Nueva York." Hizo una pausa. "Mi familia no tenía dinero para pagarse los alimentos en el barco, ignoro como lo habían planeado, supongo que una vez en alta mar lo pedirían por caridad. Afortunadamente, después de enterrar a tu tía, sus banqueros llamaron a mis padres y le entregaron una cantidad de dinero que tu tía había dejado en su testamento para ellos, suficiente para pagarse la comida, eso resolvió sus problema, pero no el mío. Me habría gustado que vieras a mi madre…" Joe agachó la cabeza intentando ocultar algunas lágrimas. "Eso ya ha pasado, Joe." Dijo Jeremy con afecto. "Ahora te voy a decir lo que pienso sobre tu situación y lo que vamos a hacer para resolver todos tus problemas, no te quepa la menor duda de que tu vida va cambiar completamente desde ahora, si tu quieres, claro. Mi tía no podía pero, pero yo si, haremos lo que tú decidas. Créeme, no estoy jactándome cuando te digo que haremos lo que tú quieras; se acabaron tus penurias, recobrarás tu alegría de vivir y el hermoso brillo de tus ojos. ¿Quién ha dicho que no eres guapo?" Jeremy hizo una pausa y Joe miró a su amigo con sorpresa. "Te dije que la Iglesia había hecho un contrato con tus padres, gastando mucho dinero en tu educación y eventualmente querrán recuperar su dinero si tus padres no cumplen el contrato. Creo que tú tienes tres alternativas. Primera: Podríamos preparar algo para que te escaparas a Nueva York, allí te podrías reunir con tu familia y empezar a cavar la tierra y criar ganado para ganarte la vida. No necesito decirte que la Iglesia intentaría con todos su medios no solamente recobrar la inversión que han hecho en tu educación, sino además lo que le prestaron a tus padres. Tú eres un chico menor de edad, por lo tanto no podrían hacerte responsable, pero con toda seguridad demandarían a tus padres. Co el tiempo crecerías, y dentro de unos pocos años te casarías con una campesina y tendrías una preciosa familia que seguiría tus pasos. Todo esto admitiendo que tu familia te recibiera con los brazos abiertos, a pesar de haberlos decepcionado, aunque no se merecían otra cosa." "Jeri, tú lo expresas con cierta crueldad… como un abogado. ¿Donde has aprendido tantas cosas? Supongo que los monos no hablan en esa isla para poder enseñarte." El chico sonrió a su amigo apreciando que el buen humor volvía al mejor amigo que había tenido. Eso llenó su alma de felicidad. "No había monos en la isla, pero ¿tú crees que lo que digo no es cierto?" El pelirrojo negó con la cabeza. Jeremy continuó. "Segundo: La Iglesia siempre juega con los naipes marcados, tratando siempre de no perder. Son demasiado viejos y tienen mucha experiencia, como te dije antes. Asumen que tus deudas serán tan grandes que tú nunca intentarás irte, incluso cuando tengas dieciocho años, sin embargo, podemos engañarlos. Hasta donde yo sé, eres muy inteligente aprendiendo lenguas extranjeras y a los dieciocho, casi seguro, hablarás cuatro o cinco idiomas, además del inglés. Entonces serás de gran valor para cualquier gobierno y muy bien pagado, eso sin tener en cuenta tu habilidad en el Comercio. ¿Te acuerdas cuando intercambiábamos o jugábamos con las canicas con otros niños? tú siempre salías ganándoles." El chico sonrió asumiendo lo que su amigo decía. "Mi padre conoce muchas personas en las alta esferas de influencia en donde se toman las grandes decisiones." Joe fue a argüir, pero Jeremy lo paró. "No te preocupes, pagaremos por tu rescate lo que haga falta y así tú podrás ir a Nueva York como un caballero educado en Oxford. Estoy seguro de que las nuevas autoridades estarán más que contentas dándote la bienvenida. Lo más probable es que te cases con una chica de la alta sociedad y fundes a nueva dinastía." Joe estaba pensando, entonces dijo: "Jeri, tengo en mi memoria la chica, pero… ¿Cómo te las arreglarías para conseguir el dinero para pagar todas mis deudas?" Jeremy se río de buenas ganas. "No puedo decírtelo ahora, pero créeme hermano mío, eso representaría nada para mi. Las próximas navidades vendrás conmigo a Coltberry. Desde ahora en adelante nunca jamás pasarás unas vacaciones fuera de la familia, como ha sido desde que nos separamos." Hizo otra pausa. "Me sorprendes cada minuto, Jeri." El chico se rió. "Ahora la tercera. A los dieciocho continuarías, y tres años mas tarde te convertirías en un cura, pero no en uno cualquiera con una parroquia y cuidando a tus feligreses. Ellos han gastado mucho dinero y tiempo en ti, esa tarea la puede realizar con entusiasmo cualquier otro sacerdote menos inteligente que tú y sin tener que venir a Oxford." Joe interrumpió a su amigo. "Si por las circunstancias que fueran me tuviere que convertirme en sacerdote, esa sería la clase de cura que me gustaría ser." Jeremy sonrió una vez más. "Por qué te ríes, ¿estoy equivocado? "No, amigo mío, no lo estás, y eso te honra, pero si tú no quieres, jamás serás un cura. Pero dime, ¿Cuántos chicos como tu están estudiando en Oxford para ser sacerdotes?" Joe parecía reflexionar sobre esa importante pregunta. "Hasta donde yo sé, solamente otro chico y yo. Todos los demás van directamente al Seminario Mayor." "Exacto, eso era lo que yo creía y he acertado. A ti te han escogido con un determinado objetivo. Tú no eres un chico común, Joe, tienes que comprender y asumir esto, igual que yo lo se, ellos también lo supieron cuando yo me fui. Una vez que fueras ordenado sacerdote, sin la menor duda, te habrían nombrado asistente de unos de los más importantes arzobispos: Canterbury, Winchester… Viajarías a la mayoría de los países de Europa, interviniendo como traductor entre personas y de textos escritos para estos importantes personajes. Eso es alta política, Joe. Te enterarías de asuntos y/o secretos que te obligarían a mantener ocultos. Con el tiempo te pagarían muy bien y alcanzarías una alta posición en la sociedad, pero jamás te considerarían para un puesto como obispo, o como en el ejército, probablemente alcanzaría el grado de alto oficial, pero nunca un General, porque ellos reservan estos puestos para sus iguales: las personas aristocráticas. Además, eres demasiado honrado para ser un nuevo Wolselys. Una cosa está clara, perderías tu familia actual y crearías otra nueva bajo la vigilancia de la Iglesia." Jeremy tenía muchos más argumentos, pero prefirió que su amigo digiriera lo que le había expuesto. Después de un tiempo en silencio, Joe dijo. "Parece obvio lo que me acabas de explicar, pero ¿Cómo sabes tú todo eso? Después de todo eres solamente un chico, como yo." Jeremy abrazó a su amigo con ternura y de nuevo sonrió. "Porque desde el momento que me adoptó mi padre, formo parte de ese grupo selecto. Durante casi tres años permanecimos aislados en aquel paraíso, y mi padre nos enseñó, a Helen y a mí, todos estos entresijos de esta que llaman Alta Sociedad y como tratar con ella. Créeme, él tiene una larga experiencia con esta clase de personas. Jeri, mi cabeza es un remolino con todo lo que me has contado, y choca frontalmente contra lo que ellos han venido enseñándome durante tanto tiempo." Hizo una pausa y Jeremy se mantuvo en silencio. Cuando tu te fuiste me fui a la capilla y le pedí a Dios que cuidara de ti, que te mantuviera a salvo, y creí con todo mi corazón que me había oído. Sin embargo, un año después, cuando tuvimos noticias de la desaparición del ballenero y tú con él, eso destruyó mis creencias y mi fe. Mi mundo desapareció cuando ya me había recuperado del tremendo golpe causado por el abandono de mi familia. En cambio la amistad de Tim y su familia, guiada por mi voz, me volvió a levantar, él me traía siempre las mejores noticias. Cada domingo, me escondía en la capilla de San Patricio antes de subir al coro para pedirle a Dios que te tuviera a su lado porque tu eras lo mejor que había existido y yo te quería más incluso que a mis hermanos. Allí me encontré a Linda, la flor más hermosa de otro paraíso." Suspiró. "Hace solamente unos meses recibimos la noticia de que tú y tu padre estabais en Ciudad del Cabo. Sinceramente le pedí a Dios que me perdonara por el milagro que Él había hecho salvándote…" Jeremy puso su mano sobre el hombro de Joe con toda la ternura que pudo reunir. "Joe, ya hablaremos de tus nuevos amigos y especialmente de Linda. Ahora siento de todo corazón desengañarte. Joe, eso no fue ningún milagro. Mi padre previó que este tipo de accidentes podían ocurrir, entonces construyó una especie de chaleco-salvavidas con corchos y me lo puso alrededor del pecho, eso me mantuvo a flote, me salvó a mi y yo le salvé a él empujando con las palmas de las manos su pecho cuando ya estaba prácticamente muerto. No quiero cambiar tus creencias, pero estoy bastante seguro que Jesús, si realmente existió, no aprobaría lo que las Iglesias Cristianas admiten y hacen ahora. Seguramente Él era mucho mejor que todos ellos." Joe guardó silencio durante unos minutos, entonces volvió a abrazar muy fuerte a su amigo. "Jeri, paguémosles con la misma moneda. Les haremos creer lo que ellos quieren. Si, tienes razón. Unos pocos años más son nada, lo peor ya ha pasado y ahora todo ira mejor contigo cerca de mí. Ya no estaré solo jamás. Además les convenceré de que, al mismo tiempo, debo estudiar comercio, eso me dará la base para cuando llegue a Nueva York. Enseñaré a mi hermano Benjamin a leer y escribir, las matemáticas las maneja bastante bien. Es un gran chico y nunca le gustó ser un campesino, creo que a él le caías muy bien. Cuando volví de decirte adiós y estaba llorando, él se acercó y me abrazó consolando mi alma. Noté que sus ojos estaban nublados. El ya lo sabía todo. Unos días después, antes de ellos embarcar, no le dijimos nada a nadie y los dos dejamos la casa por la noche, me acompañó a casa del Cura y le prometí que volveríamos a encontrarnos. Nos despedimos y yo partí con el sacerdote hacia el seminario menor aquella misma madrugada. "¡Bravo, chico!" Jeremy exclamó entusiasmado. "Estoy seguro que crearás una gran familia. Yo estoy prometido con la medicina y la cirugía, pero Helen es una gran chica y muy inteligente, será muy feliz ayudándote con sus barcos." Joe abrió sus brillantes ojos azules no creyendo lo que oía. "No me habías dicho que tiene barcos." Jeremy se rió. "Todavía tengo muchas cosa que decirte, pero vayamos poco a poco. Si, es dueña de una Naviera que heredó de su padre, y no te sorprendas que una chica de 13 años maneje una compañía marítima, ella es más que capaz para hacerlo, ya lo verás. Estoy deseando que la conozcas, a ella y a su hermano. "Jeri, aparte de lo que hacíamos antes de que te fueras, no sé nada de sexo ni de chicas, así que me gustaría que tú me enseñaras, porque tarde o temprano tendré que enfrentarme… ya sabes." Jeremy sonrió y revolvió el cabello rojo de su amigo. Entonces Joe recordó los besos escondidos que había intercambiado con Linda. Añadió: "Bueno… no completamente ignorante. Aún a costa de ser castigado seriamente, besé a mi chica detrás del altar mayor de la catedral…" Joe le contó a Jeremy su relación con la Familia Mullen. "¿Que te parece si empezamos nuestras lecciones esta noche? No hay tiempo que perder. Tienes que recuperar el tiempo perdido." "Si, lo haremos, pero debemos tener cuidado para que no nos cojan." Rieron abiertamente y corrieron felices hacia los grandes jardines que rodeaban el edificio. De nuevo habían recuperado su inmensa amistad que los llevaría juntos a cotas inesperadas durante sus vidas. No era extraño que un día le dijera a su padre que daría su fortuna por darle un abrazo a este pelirrojo. Capítulo 21 Aquella fue una noche crucial para Joe. Pronto olvidó las amarguras y sinsabores de los pasados años y la felicidad se mostraba en los semblantes de aquellos todavía chiquillos, pero con pensamientos puestos en el no muy lejano futuro. Después de cenar todo el mundo se retiró a sus respectivas habitaciones, todavía el tiempo no era muy frío y no necesitaban encender la chimenea, aunque tenían una gran provisión de leña cortada en un compartimento al lado. Tan pronto como entraron en la habitación, corrieron el cerrojo de la puerta y las pesadas cortinas, así que nadie desde fuera podía notar si estaban dormidos o despiertos. Para sorpresa de Joe, Jeremy empezó a desnudarse y podía ver que tenía la picha tan larga como la suya. Sexualmente, Jeremy estaba tan desarrollado como él. Joe sintió un poco de vergüenza, los sermones de los curas, siempre advirtiéndoles que el sexo fuera del matrimonio era pecado mortal, había calado en su ser. No se atrevía a desnudarse delante de su amigo, a pesar de que el otro muchacho ya estaba en cueros y antes de separarse lo hacían de manera natural. Jeremy comprendió las objeciones de Joe, pero en vez de forzarlo lo abrazó con cariño animándolo. "Joe, no es ningún pecado. ¿No te acuerdas cuado nuestro cura se follaba a los monaguillos? A mi también me tocó la picha unas pocas veces, aunque sabía muy bien que no le permitiría jamás hacérmelo a mí, ni siquiera besarme. No me gustaba, pero tenia que mantener las formas hasta que obtuviera la carta de recomendación para el Capitán del ballenero. Joe entonces murmuró. "Tú me la chupaste muchas veces al igual que yo te lo hice a ti y disfrutábamos mucho, pero ahora…" Jeremy se acercó a su amigo y empezó a acariciarle la blanca espalda, al mismo tiempo le soltó el cinturón y pudo comprobar que estaba empalmado, la picha tiesa como un palo. Jeremy la acarició suavemente por encima de los calzoncillos de algodón y Joe gimió de placer. Jeremy rió y tiró de su ropa hasta dejarla en los talones, entonces rápidamente Joe se lo quitó todo y se metió rápido debajo del cubrecama. Preguntó: "Jeri, esto no quiere decir que somos maricones, ¿verdad?" El chiquillo se puso rojo como la grana al preguntarlo. Ahora ambos estaban debajo de la colcha y Jeremy empezó a masturbarlo despacio, al mismo tiempo que Jeremy sintió la mano de su amigo alrededor del inflamado pene. "Joe, voy a decirte algo muy importante que solamente unas pocas personas tienen conocimiento de ello, tú tienes que guardarlo para ti, al menos durante unos pocos años." "Sabes perfectamente que puedes confiar en mí, jamás te desengañaré, amigo mío." Jeremy le sonrió al tiempo que continuaba restregando suavemente la picha de su amigo. "Helen y yo somos cómo una pareja de casados. La echo mucho de menos a ella y a nuestras noches. Nada más que pensarlo me pongo ardiendo. Pasamos casi dos años desnudos haciendo el amor o follando casi todos los días. Allí ella se hizo una mujer y yo un hombre. Mi padre siempre nos guió sobre lo que debíamos hacer y como hacerlo." Jeremy suspiró profundamente. "La quiero con todo mi corazón y estoy deseando que llegue el día de volver." Hizo una pausa. "¿Contesta esto tu pregunta? Además los verdaderos maricones, como el hermano de Helen, han nacido con esos deseos, no los han aprendido ni nadie se los ha enseñado." "Si, y ahora yo también estoy muy caliente. Vamos a hacer lo que hicimos cuando estábamos en el pajar." Jeremy se rió recordando la cantidad de momentos que pasaron encima del establo, inmediatamente se pusieron en posición 69. Cogió la picha de su mejor amigo en la boca al tiempo que Joe hacía otro tanto chupando con determinación. Pronto sus cuerpos jóvenes se tensaron y empujaron el uno contra el otro, instantes después alcanzaron sus orgasmos expulsando su escasa provisión de semen claro en sus respectivas bocas. Joe escupió con una mueca. "No me gusta el sabor de tu leche." Dijo sonriendo y ya casi recuperado. "No se te ha olvidado cómo hacerlo, Joe; lo has hecho muy bien aunque ahora el gusto es cien veces mas fuerte." "Ya lo creo. Es fantástico." "Cuando vayamos a casa, te presentaré a Jackie…" "Es el medio-hermano de Helen, ¿no?" "Si. Es realmente maricón y no lo niega. Nació así y está muy orgulloso de ello, no obstante, no va por ahí con una campanilla tocándola y anunciándolo. Le gustan los chicos y le encanta follarlos al mismo tiempo que lo follen a él. "¿Lo has follado tú alguna vez, Jeri?" El muchacho se ruborizó cuando hizo la pregunta. "Si, unas cuantas veces, especialmente en Ciudad del Cabo cuando no tenía a Helen disponible." "¿Qué sentiste? ¿Es agradable? Quiero decir, ¿Cómo cuando lo hacemos nosotros?" Jeremy sonrió recordando aquellos momentos. "Debo admitir, que mejor. No es como hacerlo con una chica… pero agradable y excitante." Hizo una pausa. "Estoy seguro de que te gustaría. Le gustan mucho los chicos pelirrojos." Ambos empezaron a reír al tiempo que Jeremy le hacía cosquillas a su amigo. Después de algunos minutos jugando en la cama, Jeremy dijo: "Mañana te enseñaré como hacerlo con una chica. Debes recordar siempre que una muchacha es también un ser humano; como tú, ella goza igualmente, si lo haces correctamente, por supuesto." "¿Quién te enseñó todas estas técnicas, Jeri?" "Mi padre." Joe abrió la sorprendido boca, no podía creer la respuesta de su amigo. "¿Tu padre?" Tiene que ser un hombre excepcional y padre ejemplar. Jamás lo habría creído si fuera otra persona quién me lo dijera. Tendrás que reconocer que no es normal que un padre enseñe a su hijo cosas sexuales." Jeremy suspiró. "Si, lo es. Ya lo comprobarás tu mismo durante las próximas navidades. Además de un excelente medico-cirujano, es un gran hombre y mejor padre. Helen y Jackie lo aman hasta el punto de llamarlo padre, también." Hizo una pausa y aprovechó para revolver el corto pelo cobrizo de su amigo. Le encantada hacerlo. Joe le devolvió el gesto acariciando el de Jeremy que era sedoso y largo. Desde siempre gozaba metiendo sus dedos entre el cabello de su amigo. Casi con un murmullo, Jeremy añadió: "Debo decirte que me siento muy afortunado teniéndolo como padre. Habría dado contento mi vida por él, si hubiera sido necesario." Joe pensó en su familia: ¡Qué diferencia con el suyo! Pensó para si. "¿Qué quisiste decir con correctamente?" "Hace unos momentos has experimentado el gran placer. Imaginemos que yo hubiera parado chupándote la picha justo cuando estabas cerca del orgasmo y no tuvieras manos para continuar. ¿Qué harías? ¿Cómo te sentirías?" "Como no tendría manos, debo decirte que lo pasaría muy mal y decepcionado." Jeremy rió abiertamente. "Eres muy honesto, Joe. Parcialmente por eso es por lo que siempre me has gustado tanto. La mayoría de los chicos y hombres no lo reconocerían, porque así es como una chica se sentiría. Si ella no sale satisfecha lo más probable es que la próximas vez vaya a buscarse a otro que se lo haga bien y disfrute como él. Mi padre dice que esta es la causa y origen de muchos divorcios en Inglaterra." "Es un punto muy interesante. Pero ¿por qué no lo hacen bien?" "Bueno… la mayoría de los hombres, cuando están satisfechos, no les importa nada la chica o la mujer, y otros no saben como hacerlo apropiadamente, bien porque nadie los enseñó o porque no querían ser enseñados, se sienten humillados reconociéndolo." Joe comprobó que estaba empalmado pero todavía le daba un poco de vergüenza de pedírselo a su amigo. "Jeri, mañana continuaremos con la clase, pero ahora… estoy muy caliente de nuevo. Por favor…" No pudo terminar la frase porque Jeremy pegó sus labios en los de él intentando abrir sus dientes. Joe no muy convencido abrió la boca y su amigo introdujo su lengua, el pelirrojo sintió incluso raro, pero unos segundos después, estaba chupando la de su amigo. No podía comprender como aquello era tan bueno, su pene jamás había estado tan duro. Nunca había hecho esto ni escuchado a nadie haberlo hecho. Sus besos a Linda en la catedral eran nada más que picotazos rápidos y siempre esperando que alguien pudiera sorprenderlos. Jeremy se dio la vuelta arrastrando con él al pelirrojo Joe que ahora estaba encima. Restregaron sus entrepiernas que estaban resbaladizas con el líquido grasiento que expulsaban, algunos minutos más tarde sus jóvenes cuerpos se tensaron al alcanzar sus respectivos orgasmos. Para Joe había sido el mejor momento de su vida. Abrazados como estaban, Joe se deslizó a su lado y suspiró profundamente. Unos pocos minutos después, los muchachos estaban dormidos como troncos. Aquel año el 20 de noviembre era Sábado, el cumpleaños de Helen, Jeremy y Joe. Ellos cumplirían 14 años y Helen y Jackie 13. Dos semanas antes, como muchas tardes, Helen estaba sentada tomando el té con la familia de Bernard. Como de costumbre, la conversación giraba alrededor de los chicos que estudiaban en Oxford. Se escribían cartas apasionadas explicando lo que hacían y experimentaban en sus respectivo colegios y cómo echaban de menos sus noches. En una de aquellas primeras cartas Jeremy le contó la gran sorpresa que se había llevado al encontrarse con Joe compartiendo la habitación. Fue una revelación maravillosa también para Helen. No le dijo nada a Linda y aconsejó a Jeremy que hiciera lo mismo respecto a Joe. Inmediatamente su malvada cabeza empezó a planear el encuentro de los dos amantes durante las próximas vacaciones de Navidad. Echaba de menos a su esposo y le parecía muy duro esperar casi dos meses para poder verlo. Sabía por sus cartas que a él le ocurría igual, aunque la compañía de su antiguo amigo ayudaba mucho a soportar el tiempo y hacer más llevadera la separación. Al tiempo que estaba bebiéndose el té, Bernard miró a su adorada hija, entonces su anciana madre dijo: "Parece que tus pensamientos están lejos de aquí, Helen." "Si, abuela, muy lejos. Hecho mucho de menos a mi Apolo, especialmente ahora cuando nuestros cumpleaños se acercan. Él no puede salir del College y…" La anciana la interrumpió, sabía muy bien como se sentía la chiquilla en aquellos momentos. "¿Por qué no vas a verlo? Que yo sepa, tú no tienes ningún problema con tu colegio, ¿no?" La muchachita se ruborizó y la mujer miró a su hijo. "Bernard, tu puedes arreglarlo con el Principal explicándole lo del cumpleaños de los chicos, deben permitirles pasar el fin de semana contigo. Helen, tu no le digas nada a Jeremy, por si acaso." La muchacha suspiró y miró a su padre. "Por favor, papá. ¿Puedes hacerlo?" Le rogó. "Por supuesto que puedo. Me gusta la idea. Esto me traerá recuerdos muy agradables de cuando yo estuve allí. El Principal es un viejo amigo mío. Será una gran oportunidad para poder preguntarle directamente como van los chicos. Hay una posada muy agradable no muy lejos de allí; les enviaré una carta solicitando alojamiento para cinco personas. ¿Vendrá Jackie? También es su cumpleaños." "No lo se, le preguntaré." Ella hizo una pausa. El padre de Bernard preguntó. "¿Y los regalos? Te sugiero que le compres a Joe ropa de invierno, la Iglesia no es muy espléndida que digamos con su gente, y el pobre chico no puede adquirirlos. Jeremy ha dicho que son prácticamente iguales, aunque Joe es un pelin más bajo, pero no mucho." Helen estaba entusiasmada con el viaje. "Por favor, papa, no le digas nada. Quiero darle una gran sorpresa, no se lo espera. Sobre los regalos, ninguno de ellos tiene reloj, ¿qué os parece si les compramos uno a cada chico?" "¡Excelente idea!" Bernard dijo. "Lo haré el próximo Jueves cuando vaya a Londres." Loca de felicidad, Helen echó un vistazo al calendario y pudo comprobar que aquellos días coincidirían con el fin de su menstruación, así que no necesitaría tomar las hierbas. Bernard entonces pensó en qué regalar a la chica; siempre tenía en la cabeza la imagen de su muchacho y no pensaba en ella misma. Bernard compró un medallón igual al que tenía de su madre, pero con la imagen de Jeremy, y dos relojes de bolsillo dorados. Los adquirió en una tienda de un judío amigo suyo con quien ya había hecho negocios con perlas. También el sastre que le vestía a él hizo varios trajes para Joe con las medidas de Jeremy, especialmente, además de un abrigo largo de lana, guantes de piel gruesa y un par de buenas botas para librarle de la humedad. Ahora que ya sabía que Joe era el chico de Linda, su amistad se incrementó, siempre que tenían tiempo libre hablaban de los chicos. En un momento que estaban solas en la habitación de Helen. Linda le murmuró: "¡Cómo te envidio, Helen! Estas gozando más que la mayoría de las chicas, incluso mujeres. Mi hermana es tan tonta que se pone roja cuando le digo que debería meter a su hombre en la cama con ella y no esperar más. Está perdiendo un tiempo que nunca volverá. ¡Cuánto me gustaría tener a mi pelirrojo conmigo! No lo dudaría ni un solo momento…" Helen se rió con ganas, eso era lo que quería oír de su amiga. "¿Linda, estas segura de que quieres perder tu virginidad con tu chico tan pronto como os encontréis? La chiquilla no dudó un segundo y le preguntó a su nueva amiga. "¿Lo dudaste tú con tu Jeremy?" Helen le sonrió. "No. No lo dudé. Solamente lo retrasé durante un mes para escoger el momento." Helen suspiró. "Fue la noche más maravillosa y tierna de toda mi vida. Nunca olvidaré aquellos instantes." Hizo una pausa y Linda continuó en silencio. "Te recomiendo que escojas el momento y el lugar donde estés absolutamente segura de que nadie os molestará. Esto es muy importante, después de todo, ocurre solamente una vez en la vida, pero te marcará para siempre." Linda parecía estar viendo esos instantes en su mente; de pronto despertó a la realidad y preguntó a su amiga. "Helen, ¿me ayudarías a alcanzar mi objetivo?" No tengo ninguna amiga íntima a la que pedirle este favor, excepto a mi hermano Tim, pero está en un College en Cambridge." Helen la abrazó con ternura. "Si se presenta el momento puedes contar con mi cooperación, pero tienes que ser extremadamente cuidadosa, tu chico podría tener serios problemas si sus jefes en la Iglesia se enteraran." "Si, lo se, por eso no quiero ni siquiera escribirle, los curas interceptarían mis cartas y las suyas, también podría hacerlo mi madre o mi hermana." Linda empezó a maquinar cómo solventar el problema. "Helen, supongo que tu mantienes correspondencia con Jeremy y…" "¿Quieres que yo actúe como intermediaría o buzón?" Linda se ruborizó y pensó que quizás había ido demasiado lejos con su amiga, sin embargo, de pronto sintió los brazos de Helen alrededor de ella. "Estaré encantada haciéndolo, el problema está ahora en el otro lado, lo más probable es que Jeremy no conozca a tu chico, el College es muy grande y con cientos de chicos…" "Si, quizás no sea una buena idea después de todo, pero lo echo de menos y estoy segura que tengo que hacer algo si quiero que mantenga sus esperanzas sobre mi. No quiero que piense que he olvidado nuestros encuentros." "El próximo sábado le escribiré a Jeremy. Tráeme tu carta y la meteré dentro de la mía. Estoy segura de que mi chico lo encontrará, incluso a lo mejor se hacen amigos, tú no sabes como es rastreando, es un gran sabueso, ya te contaré cosas sobre eso." "¿Harás eso por mi, Helen?" "Pues claro que lo haré. No se te ocurra siquiera pensar en lo contrario. ¿Somos amigas, no?" "Si, lo somos." Capítulo 22 Y así es como empezaron. Helen explicó a Jeremy sus planes con la correspondencia. La primera carta de Linda cogió a Joe desprevenido, pero no podía estar más contento, especialmente después de lo que los chicos habían planeado para sus vidas. El demoró la contestación una semana con la intención de cumplir la sugerencia de Jeremy de hacerle creer a Linda que estaban en lugares diferentes. Helen pensó que instruiría a su chico durante su visita a Oxford, una sorpresa que él no esperaba que ocurriera. La rubita estaba ansiosa de recibir las cartas de su pelirrojo y Joe lo estaba más que ella, sus jóvenes almas se necesitaban. Linda escondía las misivas, las leía una y otra vez y las besaba como el más precioso objeto de su existencia. Joe hacía igual, pero le pidió a Jeremy que las guardara como si fueran suyas, por si acaso. Tim Mullen estaba estudiando un caso que su profesor le había puesto para resolverlo, el tema era de alta política y lo tenía abstraído; alzo la vista para preguntarle algo a su experto Olivier Oswald, como él lo llamaba, pero se paró. Su compañero tenía la vista perdida fija en algún punto indeterminado como añorando algo. Tenía enfrente suyo un periódico atrasado que no había podido leer; los ojos los tenía nublados, pero no de tristeza, sino de una inmensa alegría. Tim no solía inmiscuirse en la vida de su compañero, pero esta vez la curiosidad pudo más que su voluntad. "Parecías tan abstraído que no he querido distraerte en tus pensamientos…" "Gracias, Tim. Tu educación siempre por delante de todo. Acabo de leer una noticia un poco atrasada que en cierto modo me afecta profundamente. El origen está en esto." Levantó la mano izquierda y mostró el muñón del dedo pulgar. "Me pudo haber costado la vida, a no ser por un padre ejemplar y su valiente hijo de once años. Yo los creía en el fondo del mar, pero acabo de enterarme que están en Inglaterra. Ya te lo puedes imaginar." "¿Te refieres a Jeremy Northfield, el amigo de mi amigo Joe MacLean? "¿Lo conoces?" "Personalmente, no. Lo único que se es que sobrevivieron en una isla desierta durante tres años. La noticia estuvo en la portada de los periódicos durante días." "Tengo una deuda con ellos y pienso pagarla cuanto antes; pero, por favor, no digas a nadie nada. Tú me acompañarás, si quieres. "Por supuesto que lo haré, quiero conocer a la persona que permitió acabar con ese maldito Capitán Black y su pandilla de asesinos. Pasó el tiempo y tres días antes, Bernard, Helen y Jackie subieron a su coche privado, habían planeado llegar a Oxford el jueves por la tarde sin forzar los caballos. Los chiquillos estaban excitados, especialmente Helen, cuando llegaron a Oxford. Después de acomodarse en la posada cenaron y se fueron a la cama, estaban cansados del largo viaje. Por la mañana, mientras los hermanos planeaban el encuentro, Bernard se fue a visitar a su antiguo amigo el Vicerrector del College. Los dos colegas se encontraron con un abrazo, contándose sus vidas como es costumbre. Bernard le narró sus experiencias en el mar y la isla después del fallecimiento de su esposa e hijo. "¿Puedes emplear un par de horas fuera, Richard?" Me gustaría que comiéramos juntos, te presentaría mi familia…" "¿Quieres decir la chiquilla y el chico que rescataste de los piratas?" "Si. Estoy ansioso de ver a mi hijo y a su amigo, pero no quiero interferir en sus deberes diarios." "No interferirás y ellos no te verán. Acércate aquí, Bernard." El hombre se acercó a la ventana al tiempo que señalaba. "Ambos forman parte de la tripulación más joven que competirá en el futuro contra otros muchachos defendiendo sus colores." Los dos antiguos alumnos contemplaron a los chicos de camisetas azules que llevaban un largo bote al almacén. "Me gustaría tener muchos como ellos; ciertamente podrías apodarlos niños caprichosos, pero nada más lejos de la vedad. Desgraciadamente lo más probable es que el pelirrojo cambie de colegio cuando llegue a los dieciocho años para irse a un Seminario especial." Hizo una pausa mientras Bernard miraba a su hijo y a su mejor amigo cerca del bote. Richard continuó. "Es extraño que no hayas preguntado nada sobre ellos, la mayoría de los padres eso es lo primero que hacen." Bernard sonrió. "Conozco muy bien a mi hijo, y a través de las cartas que recibimos estamos bien informados sobre su amigo Joe MacLean. No obstante, ¿Cómo se portan?" "Son más que excelentes, Bernard. Es una lástima que la Iglesia haya puesto los ojos en Joe MacLean; es un chico brillante, especialmente en lenguas extrajeras y matemáticas. Jeremy hará historia en medicina, estoy seguro de ello. Tiene firmes principios que algunas veces chocan contra las opiniones de los viejos doctores. Supongo que los aprendió de ti." El hombre sonrió. "Sin embargo los profesores más jóvenes y progresistas lo adoran." "Se cómo se porta normalmente en la vida diaria, pero en la académica debe ser diferente." "No lo creas. Por ejemplo, sobre hacer sangrar a un paciente. El argumenta que durante el tiempo que permaneció embarcado, un hombre casi se cortó una de las manos y tú pusiste toda tu ciencia para cortar la sangre. También, antes de fallecer su madre estaba muy débil, no obstante el físico ordenó hacer un sangrado; explicó que su madre se puso blanca y unas pocas horas después falleció. Ignoro que le contestó el profesor." Bernard casi en un murmullo dijo: "Si, él es así, siempre quiere ir más y más lejos." Hizo una pausa. "Richard, tienes que estar de acuerdo conmigo que mi hijo tenía razón, practicar el sangrado como regla general es un gran error, a pesar de lo que digan los viejos textos. Me ayudó en la cesárea a Carla Grovetown, me habría gustado que lo vieras, actuaba como un auténtico físico." "En relación con las preguntas a su profesor, las hizo de tal manera que le gustaron al enseñante las preguntas. Parece que no es solo de él, es como si esta generación hubiera producido estos pequeños genios. Tengo noticias de Cambridge que también allí ocurre lo mismo. Hay unos pocos, desgraciadamente no muchos, que darán que hablar en un futuro no muy lejano." Bernard se extrañó por el reconocimiento de otros colegas. "¿También en medicina y cirugía?" preguntó Bernard. "No, en Derecho y Jurisprudencia. No le faltará trabajo a ese muchacho, ya se están interesando por él los grandes bufetes de Londres…" Hizo una pausa. "Bueno Bernard, vámonos, tengo algunas cosas que hacer esta tarde." Almorzaron en la posada con Helen y Jackie. Después de un rato juntos, cada uno volvió a sus tareas. Mientras tanto, ajenos a estos hechos, Joe y Jeremy habían terminado sus clases, como siempre con bromas y risas estaban preparándose para la cena; alguien llamó a la puerta, era uno de los criados del Principal. "Perdonen, señores, pero le requieren en las oficinas del Principal inmediatamente." Se miraron el uno al otro. El hombre añadió. "Lo siento pero no sé nada, por favor no me pregunten y síganme." Ya estaban vestidos así que acompañaron al hombre al pabellón del Principal. Subieron a la primera planta y el hombre llamó con los nudillos en la puerta, una voz respondió: "Por favor, entren." Los muchachos estaban algo preocupados pensando qué habrían hecho mal. Pero los recibió el Vice-Principal con una sonrisa: "Felicidades chicos por vuestro cumpleaños." Antes de que pudieran darse cuenta, el profesor les entregó un papel a cada uno. "Esto es un permiso para que podáis permanecer fuera del College hasta poco antes de la cena del domingo; así que disponéis de 48 horas. Tenéis que daros prisa porque un coche vendrá a recogeros dentro de diez minutos en la puerta principal." "Gracias, señor, no sabemos…" "¡Iros ya! Estáis perdiendo un tiempo precioso." La disciplina del College no permitía a los muchachos argumentar, sino aceptar la orden del hombre, así que corrieron a su habitación. Jeremy adivinó algo y sonrió para si. "¿Qué es todo esto, Jeri?" Preguntó Joe un poco confuso. "Incluso habíamos olvidado que nacimos hace 14 años; hoy es 19 de Noviembre, pero parece que alguien se ha acordado y adivino quien es. ¡Mi padre!" ¿Tu padre? Vivís muy lejos de aquí…" "No importa, él es así, siempre sorprendiendo y cuidando a las personas que viven a su alrededor. Apuesto que el cochero es Augusto, un hombre muy agradable. ¡Vámonos ya!" Entonces Joe argumentó. "Pero Jeri… No tengo ropa apropiada para…" Jeremy no le dejo terminar y puso su brazo en los hombros de Joe. "No te preocupes, cualquier cosa te estará bien mientras te sientas cómodo. No vamos a ir a una cena de gala y baile al palacio real." Se rieron y echaron a correr felices hacia la puerta principal. Si, Augusto estaba allí moviendo la mano hacia ellos. Jeremy se fue hacia el cochero y lo abrazó con cariño. El hombre se sintió un extraño porque eso no era lo normal en un chico rico respecto de un sirviente como él, pero el muchacho era sincero y él lo aceptaba. Le devolvió el abrazo al tiempo que el chiquillo lo miraba inquisitivamente, pero tenía órdenes de no desvelar quien había venido. "Lo siento, muchacho, pero tu padre…" "¡Estupendo! ¡Eso era lo que quería saber! Vámonos, quiero darle un abrazo." Los escolares se subieron al coche, quince minutos más tarde estaban a la entrada de la posada. Joe no podía creer lo que estaba viviendo, Linda no le había mencionado nada. Tan pronto como el coche paró, los chicos descendieron rápidamente y Jeremy corrió como una tormenta dentro de la posada, encontró a su padre con los brazos abiertos. Se lanzó entre ellos en un fuerte abrazo. Nunca habían estado separados durante tanto tiempo. "Supe que estabas aquí desde el momento que el Principal nos dio los permisos. A propósito, papá, permíteme que te presente al mejor e inteligente estudiante de Oxford: Papá, este es Joe MacLean. Joe, este es el padre y el hombre más grande del mundo, para mi." Joe extendió la mano educadamente diciendo: "¿Cómo está Vd. Señor Northfield?" Bernard sonrió, ignoró la mano del muchacho y lo abrazó fuertemente como si hubiera sido a Jeremy. "Joe, el mejor amigo de mi hijo es parte de nuestra familia, de ahora en adelante, por favor, llámame como quieras excepto señor." Joe se sintió sorprendido, en aquel instante sintió dentro de su alma que querría aquel hombre durante el resto d su vida. "Muchas gracias, se…" El chico se ruborizó y rectificó: "Quiero decir, gracias Tío Bernard." "Eso está mejor. Ahora subamos arriba." Entonces, despacio, susurró al oído de Jeremy. Tu verdadero regalo de cumpleaños está en la habitación numero tres." El chiquillo no esperó más y voló por las escaleras, subiendo dos peldaños cada vez. No esperaba encontrar a Helen de pie en el centro de la cálida y alfombrada habitación vestida solamente con el camisón de dormir de seda casi transparente, claramente mostraba sus maravillosos pechos de casi niña y el pequeño parche de bello rojo en la entrepierna. Jeremy cerró la puerta, casi se desmayó ante aquella figura. Se abrazaron con ternura y algunas lágrimas corrieron por sus mejillas llenas de pecas. El le cubrió la cara de besos. Ella puso las palmas de las manos alrededor de la cara de su esposo y lo besó suavemente. "Te quiero, guapo muchacho. Mejor será que cierres con llave la puerta." Ella se rió al observar la tienda que se había formado en los pantalones de su amante. Jeremy corrió el cerrojo y se volvió para contemplar la preciosa figura que tenía delante de él. De pronto tomo a la muchacha en su fuertes brazos y la puso en sobre la cama. En segundos, estaba desnudo y arrodillado entre las piernas de la muchacha. Tomó con cuidado el camisón de dormir y lo llevó por encima de la cabeza comenzando a lamer y chupar sus pequeños pezones. "Por favor, Jeremy, hazlo rápido, no puedo esperar más." El chiquillo sonrió, su picha no había estado nunca tan tiesa. Ella tenía razón, necesitaban un desahogo rápido. Pronto, el miembro de casi seis pulgadas de Jeremy se puso en acción y en un par de minutos estaba expulsando su semen dentro de su adorada esposa al tiempo que ella casi gritaba de placer. Un poco más calmados, él se corrió hacia un lado mientras miraba y besaba la preciosa criatura suavemente. "Nunca agradeceré a nuestro padre lo suficiente por este regalo." Por contestación, Helen se puso encima del chico. Se sorprendió al sentir los duros pectorales y piernas del chico. Acarició reverentemente el pelo rizado castaño, ahora ya había perdido el rubio que había tenido en la isla. Había crecido mucho en estos meses, nadie podría decir que acababa de cumplir solo catorce años, ella pensó con orgullo. Suspiró al tiempo que acariciaba los sedosos rizos del chico que cubrían parcialmente su frente. Despacio, ella empezó a mover las caderas mientras Jeremy masajeaba la espalda de ella. El muchacho tiró suavemente de ella y sus bocas se unieron e un beso eterno. Algunos minutos después alcanzaron el éxtasis de la culminación de su joven amor. Permanecieron en silencio durante algunos minutos gozando del momento. Entonces, Helen dijo: "Mejor nos vestimos, esta noche disfrutaremos hasta que estemos exhaustos. Ahora tenemos que atender nuestras obligaciones, no estamos solos como en nuestro paraíso." Suspiró. "Jackie está con nosotros, probablemente flirteando con Joe. ¿Cómo has vivido durante estos meses? ¿Con poluciones nocturnas?" Ella sonrió mientras se aseaba en la palangana. "No, mi querida reina. Joe y yo nos ayudábamos el uno al otro, como ya te informaba en mis cartas. El es tan macho como yo, pero recordamos lo que hacíamos antes de separarnos. He tenido que enseñarlo poco a poco y ahora ya está más tranquilo. No necesitamos nada de fuera, en cualquier caso no nos está permitido salir sin un permiso como este." Jeremy le mostró el papel. "Por otro lado, creo que la mayoría de los chicos hacen lo mismo que nosotros, incluso algunos profesores lo hacen también con muchachos." La chica sonrió. "En lo que se refiere a Joe, tiene buena vista para escoger las chicas. Linda es una rubia preciosa y está enamoradísima de él, ella no sabe que estamos aquí juntos. Hablaremos más tarde sobre un plan que estoy preparando para las próximas Navidades para que se encuentren. Ella está decidida a perder su virginidad con su chico…" Jeremy acarició el pelo cobrizo de su amada interrumpiendo sus explicaciones. "Estas actuando como…" Helen besó a su esposo no permitiéndole continuar. "Estoy actuando como una buena amiga, no obstante, tenemos que ser extremadamente cautelosos, ya que sus padres no saben nada sobre las relaciones con Joe. Hemos planeado que continúen ignorando lo que está actualmente ocurriendo, al menos hasta que ella esté segura de que ellos lo aceptarán." Jeremy rió con picardía. "¡Qué magnífico regalo de Navidad para Joe!" Hizo una pausa. "Helen, ahora se lo grandioso que es mi amigo. No podía tener un amigo mejor que él, tenemos que hacer todo lo posible para arrancarlo de las garras de la Iglesia." Helen se rió de buenas ganas. "Lo haremos, esposo mío. Alcanzaremos nuestro objetivo, se lo merecen. Creo que necesitaremos un buen abogado, los curas tienen mucha experiencia." Un par de minutos después de que Jeremy volara escaleras arriba, Jackie bajaba hacia el recibidor mientras Joe charlaba con Bernard de espaldas a las escaleras. Jackie observó cuidadosamente los anchos hombros y el pelo rojo del amigo de Jeremy. "Parece muy alto, seguramente Jeremy está igual. Tiene que tener un nabo largo y gordo." Pesó el azteca con un suspiro. Cuando estaba cerca de ellos, dijo: "Papá, por favor, ¿querrías presentarme a este joven caballero?" Joe se giró y en segundos se percató que la preciosa figura que estaba al lado de Bernard, era el hermano de Helen; coincidía con la descripción que su amigo había hecho de él. Hizo una evaluación rápida del guapo y extraño muchacho que le miraba con descaro a los ojos. Parecía mucho más joven que Helen, aunque sabía positivamente que eran de la misma edad. Bernard hizo la presentaciones pero Jackie ignoró la mano de Joe y lo abrazó. Jackie sintió los fuertes pectorales y pensó: "me tiene que follar. ¡Que músculos tan poderosos! Joe le devolvió el abrazo pudiendo notar que la piel del chico era suave como el terciopelo. "¿Cómo es posible que este chico tenga 13 años? Parece de 11, aunque un poco más alto." Pensó Joe. Bernard entonce dijo: "Por favor, Jackie, lleva a Joe a la habitación numero uno, la compartirá contigo. Tan pronto como tu hermana baje, iremos a dar un paseo; debemos de aprovechar la oportunidad de que no hace tanto frío como yo creía." Jackie educadamente cogió el pequeño equipaje de Joe y lo llevo a su habitación. "Joe, todo tu cuerpo parece mayor de lo que es, sin embargo, tu cara es todavía la de un chico de catorce." "Yo no soy responsable ni de mi cara ni de mi cuerpo. Supongo que esto también ocurre contigo, pero al contrario." El morenito asumió las palabras del chico como un cumplido y suspiró. "Gracias, Joe." Entonces Jackie dijo sin pensarlo: "Es una lástima que estés destinado a ser sacerdote." Joe se rió, pensando en sus planes, pero obviamente, eran para Jeremy y para sí mismo. "¿Por qué, Jackie?" Preguntó el pelirrojo sonriendo. "¿De verdad quieres que te diga por qué?" Jackie mostró su blanca dentadura al sonreír. "Por supuesto. Estamos aquí juntos, y los dos somos chicos. ¿No?" "Porque los curas están siempre amonestando a las personas por tener sexo fuera del matrimonio. Cuando seas cura, tu maravilloso cuerpo se estropeará solamente con una mujer, mientras que en el caso contrario podrías gozar con quien quisieras. Eres un chico, muy guapo, esas pecas pondrán locas a más de una." Joe había perdido su timidez y adivinó lo que aquel precioso y angelical chico buscaba. "¿Eso de "más de una" te incluye a ti, Jackie?" El chiquillo, a pesar de la larga experiencia que tenía, se puso rojo como la amapola. Ciertamente Joe no era un chico corriente, Jeremy se lo había advertido a su hermana. Era inteligente y decidido. El morenito azteca contestó con valentía. "¿Por qué no? Soy homosexual y me gustan otros chicos. Amo a John, mi actual amante, pero no soy solamente para uno ni nunca lo seré. Como papá dice, la vida es demasiado corta y debemos disfrutarla lo más que podamos, siempre que no hagamos daño a nadie." Joe se rió mientras colgaba la ropa en el armario. "Esa es una buena filosofía. Hablas como un hombre mayor, en cambio, hasta donde yo sé, tienes escasamente trece años." "Tienes razón, pero desgraciadamente tengo una larga y dura experiencia. He vivido como esclavo durante tres años, siempre rodeado de piratas crueles y hombres poco escrupulosos. Vi cosas que estoy seguro y espero que tú jamás experimentarás." Joe era un chico muy sensible y sabía de lo que Jackie estaba hablando. Si, tenía razón: la vida era muy corta y a veces muy dura. Pensó que lo mejor era cambiar de tema. "Vamos abajo, estoy ansioso de conocer a tu hermana, Jeremy no para de hablar de ella." "Si, están hechos el uno para el otro. Nuca vi a dos personas tan diferentes y amarse tanto. Hay algo en común, ambos son inteligentes y guapos. Los adoro." Bajaron a la entrada, Jeremy y Helen estaban con las espaldas hacia las escaleras hablando con su padre, parecía una persona diferente, su mano tenia cogida la de su amada. Jackie casi gritó cuando se encontró con él. "¡Hermano, no te había visto!" Se abrazaron. "Has crecido mucho últimamente." En un murmullo dijo al oído de Jeremy: "Supongo que tu picha va en paralelo a tus pectorales." El chico se rió prestando atención a la presentación de Joe a Helen. Bernard decía: "Bueno Joe, esta es Helen, nuestra Helen. No puedo añadir nada que Jeremy no te haya dicho ya." Joe la miró con intensidad y pensó: "Es como yo me la había imaginado." El pelirrojo fue a coger la mano de la chica para besársela, pero Helen, al igual que su hermano y Bernard habían hecho, lo beso en las mejillas y él hizo igual con ella; sin embargo, el chico se ruborizó. "Eres… tal y como te había imaginado, Helen." Bernard interrumpió la conversación. "Vayamos a dar un paseo." La chica continuó hablando con Joe mientras Jeremy lo hacia con su padre y Jackie. Eso era lo que habían acordado en la habitación. Ella quería analizar cuidadosamente el muchacho a quien su joven esposo admiraba. Bernard y su hijo hablaban del incidente con uno de los profesores y de como marchaban los estudios. Por supuesto, Bernard no le dijo a su hijo que ya sabía parte de la historia. Helen le iba diciendo a Joe: "Jeremy es para mi muy especial. Hemos corrido aventuras juntos que son imposibles de narrar…" "Helen, él te ama como yo querría amar a una chica algún día. Otro chico en su situación no habría aceptado que lo separaran de ti, sin embargo, él es disciplinado y acepta los hechos como son. Siempre dice que está creando un futuro para vosotros dos y vuestra futura familia. Confía ciegamente rn ti…" "Igual que yo en él, Joe. Parece como si hubiéramos venido desde otro mundo para encontrarnos aquí y vivir y morir juntos. Estoy loca por él, Joe. Me moriría si le ocurriera algo." Ella dijo estas palabras como si fuera una oración, sus ojos se nublaron. Joe lo notó y no supo que decirle a la muchacha que lo fascinaba. "Tenemos mucho tiempo por delante, Helen. El tiene las ideas muy claras de lo que quiere hacer, como y con quién desea que sus sueños se hagan realidad. Parcialmente ya ha conseguido su objetivo; sin embargo, yo… me gustaría tener una imagen clara de mi futuro como él la tiene." Helen apretó la mano del muchacho animándolo. En otras circunstancias, alguien podría pensar que ella estaba flirteando, pero el pelirrojo sabía que pensar de esa manera sería cometer un terrible error. "Joe, por favor, debes confiar en nosotros. Tenemos el poder y los medios para ayudarte, no importa los planes que tengas, haremos que se cumplan, tú te lo mereces. Hacemos las cosas con nuestros corazones y nunca pensando en ofender o humillar a nadie. Durante este fin de semana hablaremos de este y otros asuntos que te afectan directamente." "Helen, Jeri y yo somos amigos desde que puedo recordar. Daría mi vida por él si fuera necesario, lo conozco mejor que a mí mismo, ha sido siempre sincero y honesto conmigo…" En aquel momento oyeron la voz de Bernard que les decía: "Volvamos a la posada, se está haciendo de noche y no estamos vestidos con prendas apropiadas para soportar esta humedad." Cenaron todos juntos y la conversación se tornó sobre colegios. Sin el conocimiento de los padres de Linda, pero con el asesoramiento del Colegio, Helen, Linda y otras muchachas habían empezado estudios extraordinarios de Comercio. Un experimentado antiguo profesor venía dos veces a la semana a darles clase. El hombre admiraba aquella institución ya que era un firme partidario de la emancipación de la mujer. Aquella noche Helen hablaba en alemán con Joe y el muchacho estaba sorprendido de lo fluente que lo hacia. Lo hablaba mejor que él, pensó. "¿Donde aprendiste tu magnífico Alemán?" Pregunto Joe sorprendido. "En el colegio en Suiza, no estábamos muy lejos de Munich, así que nuestra lengua común era el alemán, no el inglés. Llegó el momento de irse a la cama, todo el grupo subió las escaleras a pasar otra noche memorable de amor. Para Helen y Jeremy una más de las muchas que pasarían en sus vidas, y para Joe, una especial a manos del experto Jackie. Entraron en la habitación que compartían y Jackie, silenciosamente la cerró con el largo cerrojo. Joe lo notó pero hizo como si no se diera cuenta. Sonrió al tiempo que su picha comenzó a empalmarse. Cuando se cambió para dormir, vio que las manos del joven azteca se movían arriba y abajo debajo de las mantas, no sabía qué hacer, finalmente sus necesidades sobrepasaron sus prejuicios. Se aproximó a la cama del bello muchacho y tocó su aterciopelada piel, de repente corrió la ropa de la cama hacia abajo y contempló el chico desnudo en toda su gloria. Jackie entonces dijo. "¿Te gusta lo que estás contemplando?" "Si. ¿Pero como es posible que tengas 13 años?" No tienes un solo pelo en tu inmaculada piel. Me imagino que a muchas chicas les gustaría tener tu cuerpo, Jackie." El chico moreno cogió la mano de Joe y la puso sobre su pecho. Joe restregó sus pectorales y barriga cerca de su pene gozando de aquella nueva sensación. Había hecho eso muchas veces a Jeremy, especialmente cuando eran pequeños y él se lo había hecho a él, pero ahora sus pieles eran diferentes, no tan suaves. Jackie, en correcto francés le dijo: "Joe, no dudes si te gusta, toca todo lo que quieras, para mi es un gran placer. Este tipo de piel es una prerrogativa de mi raza. No creo que tenga ningún pelo en mi pecho durante muchos años. Casi con seguridad, dentro de un par de años, tendré un pequeño parche en la base de mi pene y en los sobacos, eso es todo." Joe miró los bellos ojos y labios gordezuelos los tocó con reverencia; estaba cautivado. "¡Que chica tan hermosa podría haber sido!" Pensó. Jackie gimió de placer al retener la mano de Joe sobre su pecho, el chico empezó a explorar la dulzura de la cara de su nuevo amigo. Mientras Joe estaba gozando de aquel exquisito contacto, Jackie se quito la ropa de dormir, en segundos estaban desnudos. El sabía que Joe necesitaba aquello incluso más que él, así que rápido rompió el contacto y empujó a Joe, ahora yacía en sus espaldas en la cama. Se escurrió entre las fuertes y musculosas piernas del adolescente y pudo observar que ya estaban creciendo algunos pelos en sus espinillas, igual que a Jeremy, sin embargo se sorprendió al no ver pecas en las partes del cuerpo del muchacho que habían estado cubiertas por las ropas. Le acarició el blanco pecho y abdomen, al tiempo que sentía como una corriente eléctrica por su cuerpo. En un movimiento rápido se metió en la boca sus casi seis pulgadas de pene y empezó a chuparla. Joe se sintió en otro mundo, Jeremy era muy bueno haciéndolo, pero Jackie era un auténtico maestro chupando su miembro. Joe sintió la necesidad de devolverle el favor a su joven nuevo amigo. Con voz ronca, dijo: "Date la vuelta de forma que yo pueda hacértelo a ti." Jackie se rió para si, sin dejar la picha de Joe fuera de su boca húmeda. Mientras que se masturbaba le indico por señas a su amante que lo harían después, ahora quería saborear la semilla del pelirrojo. Pasados un par de minutos, Joe no podía resistir más, su cuerpo se puso tan rígido como una tabla de lavar, en segundos explotó dentro de la boca del joven azteca que se tragó toda su dulce crema. Cuando se relajaron, Jackie recobró su lugar frente al cuerpo de su amigo y empezó a acariciarle los duros músculos. "Gracia Joe por tu leche, sabe deliciosa." Joe abrió los ojos con incredulidad. "¿De verdad te gusta eso? Quiero ser honesto, nunca lo he probado. Jeremy me dijo que es diferente de cualquier cosa que puedas imaginar." Jackie sonrió y le besó una de las tetillas. "¿Quieres probar tu propio semen? Todavía tengo un poco en la boca." Joe no sabía que hacer, pero antes de que pudiera reaccionar, Jackie pegó sus labios a los suyos, introdujo su lengua llevando parte del sabor. Al principio Joe hizo una mueca desagradable pero no rompió el beso. Después de unos segundos, los muchachos se separaron y el pelirrojo sonrió. "Sabe raro y no me gusta el sabor, pero no es malo." Rieron con ganas. Jackie empujo suavemente a Joe sobre la cama de nuevo y comenzó a lamerle las tetillas, la nueva sensación pronto hizo que se empalmara. Jackie se movió hacia abajo un poco e intentó perforar con su lengua el ombligo de Joe. Esto hizo que el pelirrojo pusiera sus manos sobre la cabeza; estaba respirando erráticamente y gimiendo. Jackie sabía como estaba su amigo en aquel momento así que se metió en la boca su pene. "Oh Jackie, eres magnífico." En un rápido movimiento, el azteca abandonó la picha de Joe y se puso a horcajadas encima. Para sorpresa de Joe, Jackie guió el húmedo miembro a su ano y empujó hacia abajo, en un par de movimientos abajo/arriba se empaló en el duro miembro. Joe no había experimentado nunca el follar a otro, así que estaba en el séptimo cielo. Jackie se movía arriba/abajo suavemente mientras Joe tenia los ojos cerrados y respiraba fuerte, ya cerca del clímax, igual que él mismo. Paró un momento y se inclinó sobre Joe sellando sus labios con los suyos. Ambos se abrazaron pero el descendiente irlandés siguió con los ojos cerrados. A su mente vino la imagen de la chica rubia, instintivamente y como una oración dijo: "Por favor, Linda… estoy muy caliente." Jackie sonrió e incrementó la frecuencia de sus movimientos. Abrió los ojos y observó que la picha del morenito estaba tiesa señalando hacia su cara, así que empezó a masturbarle. Jackie recibía placer por ambos lados. Al cabo de unos minutos comprobó como levantaba sus caderas en un intento de penetrar incluso más dentro de sus intestinos, entonces sintió el calor de su semen dentro de él. Jackie gimió al tiempo que expulsaba su pequeña cantidad de su semilla, solo unas pocas gotas que levantó su espíritu hasta la nube más alta. Joe contempló el momento y recordó la primera vez que echó semen en una polución nocturna. Con tristeza recordó que le habría gustado que hubiera ocurrido con Jeremy. Los dos chicos se abrazaron con ternura en el momento del placer. Jackie entonces se dio la vuelta unido a Joe como dos cucharas todavía con el pene de su amigo alojado dentro de él. "Estate ahí, por favor, es maravilloso." Joe pensó que le gustaba aquel chico, pero la insistencia casi diaria de los curas sobre la homosexualidad considerándola un pecado mortal todavía le hacia tener cierto rechazo a aceptarlo, a pesar de que Jeremy le decía que esa tendencia nace con el individuo, no se adquiría. Realmente le gustaba y gozaba la suave piel. Instintivamente besó a Jackie en el cuello al tiempo que le acariciaba la cara; Joe notó que el joven azteca había estado llorando en silencio. "Jackie, por favor, vuélvete de manera que pueda verte." Jackie pensó que este gesto no tenía ningún significado apara un chico homosexual, excepto que disfrutaría del sexo más. Forzó una sonrisa y le dio un beso rápido a su amigo en los labios. Rompiendo sus prejuicios, el irlandés dijo: "Eres un chico muy guapo, Jackie; me habría gustado que fueras una chica, o que yo fuera como tú eres. Habría luchado por tu amor, incluso… Jackie lo interrumpió poniendo la mano en sus labios. "Gracias, Joe. Se que eres sincero y honrado; por lo menos podemos ser amigos…" "Mejor hermanos, como somos Jeri y yo." Si, tienes razón. Te quiero, hermano." Se echaron a dormir y pronto estaban como leños. Capítulo 23 El día siguiente, sábado, era el cumpleaños de Helen y de los chicos. Después del desayuno los jóvenes se fuero a dar un paseo, hacía frío fuera pero a ellos les gustaba ese tiempo. Bernard se quedó en la posada resolviendo algunos problemas. Cerca del mediodía los chicos y chica volvieron, después del almuerzo se sentaron en un cómo salón privado. Mientras movía la cucharilla del café, Bernard dijo: "Ahora, chicos y chica, necesitamos tomar algunas decisiones que mayormente afectarán a Joe como nuevo miembro de esta familia." Bernard, dirigiéndose al pelirrojo, añadió: "Joe, para empezar y de antemano, debo decirte que te apoyaremos en cualquier circunstancia. Ahora no eres un extraño, por lo tanto, te ayudaremos en cualquier decisión que tomes respecto a tu futuro. Serás lo que tu quieras ser y no lo que las circunstancias te impusieron en un determinado momento, no importa la que sea, estaremos a tu lado para que seas feliz, pero solo tú debes de decidirlo. Entiendo que tú y Jeremy habéis discutido los pros y contras de tu vida futura. ¿Has llegado a alguna conclusión sobre este asunto?" Todos guardaron un respetuoso silencio mientas el chico pensaba. Entonces éste contestó. "Nunca pensé que tendría tanta suerte cuando mi familia me dejó aquí, especialmente, cuando llegaron las noticias del hundimiento de vuestro barco; ese fue un golpe terrible para mi, ya que con él se iban todas mis esperanzas, no obstante, algunos meses después mi vida cambió drásticamente. Primero con las noticias y después encontrándome con el mejor amigo que jamás tuve, él sabe que nosotros somos más que amigos, somos como verdaderos hermanos." Hizo una pausa, después de unos momentos, continuó. "Durante muchas noches y días he pensado sobre lo que Jeremy y yo habíamos debatido y… creo que tomaré la segunda opción." Suspiró. "Quiero ser un hombre libre educado y regir mi vida sin la interferencia de la Iglesia o quienquiera que sea. Creo que después de los tres años de separación de mi familia lo peor ya ha pasado y aún mejor desde que os conozco a todos. Se que la vida será difícil al principio, pero haré todo lo que pueda para no decepcionaros…" Los chicos y la chica se levantaron de sus asientos y abrazaron a Joe. Entonces Bernard intervino. "Creo que has tomado la decisión correcta. Sin embargo, debemos seguir actuando como si nada hubiera cambiado. Debes mantener en secreto lo que has escogido hasta que cumplas dieciocho años, entonces nuestros abogados negociarán con la Iglesia, mientras, deberás comportarte como un futuro clérigo. Privadamente y a través de Jeremy, te proveeremos de todo lo que necesites, tal como ropa, libros, dinero, etc. Deben creer que Jeremy actúa como por caridad, pero tú jamás creerás eso. Considéralo como una inversión por nuestra parte…" Joe iba a hablar, pero Helen dijo: "Joe, lo que mi padre dice es cierto. Tu primer empleo será el de delegado de nuestra Naviera en Nueva York, por lo tanto debes continuar estudiando y aprendiendo Comercio hasta convertirte en un experto; lo necesitarás. Estamos seguros que pronto llegarás a ser un hombre importante en aquellas tierras, así que no es mala idea que tu hermano empiece aprendiendo a leer y escribir, y especialmente matemáticas. Le enviaremos los fondos que necesite, si es necesario." Joe suspiró, pensó en su hermano que siempre había rechazado trabajar como granjero, así que lo forzaron a ello. "No os preocupéis, seré el mejor "futuro cura" que jamás existió." Todos rieron y Jackie puntualizó: "También necesitarás una chica guapa para casarte con ella, aquí o allí. Te prometo que asistiré a tu boda, por supuesto, si me invitas, claro." Los dos muchachos se sonrojaron pensando lo que habían estado haciendo la noche anterior, pero Joe dio la primeras noticias referentes a Linda. "Lo haré, hermano, bueno… de hecho… creo que tengo algo en alguna parte, pero nada fijo todavía." Jackie se sorprendió y contento dijo: "¡Enhorabuena! Por favor nos dices algo cuando puedas…" Bernard se levantó y se abrazaron todos al mismo tiempo. "Ahora, chicos y chica…" Unos pequeños golpes del posadero en la puerta los interrumpió. Entró empujando un carrito con dos tartas, una con 13 velas y otra con 14. Juntos, Helen y Jackie soplaron la primera, y Joe y Jeremy la segunda. Helen se sentó al piano y todos juntos cantaron "Feliz cumpleaños". Bernard le indico algo al posadero y éste entró llevando varios paquetes, que fue dejando encima de la mesa y se fue. "Ahora chicos, los regalos. Primero para la señorita." Helen miró sorprendida porque nadie le había dicho nada sobre regalos, el viaje había sido más que suficiente para ella. Bernard extrajo un precioso collar que colgó del joven cuello de la chiquilla. Era idéntico a otro que ella tenía de su madre, pero al abrirlo, encontró la imagen de Jeremy dentro. Se fue hacía él y lo besó con ternura. Le murmuró al oído: "Te lo pagaré esta noche." Los dos se ruborizaron. Entonces Bernard continuó. Sacó de sus bolsillos dos paquetes iguales que contenían dos relojes de oro de bolsillo, uno para Joe y otro para Jeremy. El chico pelirrojo no pudo contener las lágrimas de emoción cuando abrazó a Bernard. Aquello era demasiado, no estaba habituado a que las personas se comportaran así con él, excepto Jeremy. "Gracias, tío Bernard, nunca pensé…" Bernard le devolvió el abrazo diciendo: "En tal caso, por favor, no te ofendas si añado estas…" Bernard señaló otros paquetes que contenían: un par de botas nuevas, un abrigo grueso de lana, una chaqueta y otras prendas iguales a las que Jeremy y la mayoría de los chicos ricos llevaban puestas. El hombre añadió: "Desde ahora en adelante, cuando le compre algo a Jeremy lo haré también para ti, ropa, libros, etc. Además lo que necesites y que él ya tenga y tú no. Recuerda, tú eres parte de esta Familia." "¿Cómo explicaré a mis colegas todo esto?" Helen entonces dijo. "No necesitas explicar ni justificar nada a nadie; simplemente dile que has ganado el dinero trabajando traduciendo documentos para nuestra Compañía durante tu tiempo libre. Yo lo confirmaría si fuera necesario. "¿Y yo qué?" Preguntó el morenito azteca. Bernard sonrió, esperaba esta pregunta. Señaló dos paquetes que estaban sobre una silla. "No me he olvidado del azteca más bello del mundo. Esos paquetes contienen lo que tantas veces me has pedido. Además he añadido algo más." Jackie abrió uno de los envoltorios que contenía la última edición de la Obras Completas de Shakespeare y el mejor diccionario inglés existente en el mercado. Jackie beso al hombre con cariño. "Gracias, papá. Siempre adivinas mis deseos. Te adoro." Emplearon el resto de la tarde bailando y disfrutando sus cumpleaños. Joe y Jeremy cantaron juntos y Helen tocó el piano. No hace falta decir que aquella noche estuvo llena de amor en las dos habitaciones. El día siguiente sería muy duro decirse adiós, especialmente para Helen y Jeremy. Pero algo había ocurrido fuera mientras ellos se felicitaban y pasaban felices momentos juntos, como en cualquier reunión familiar. Cuando el posadero salió contento del salón, se topó con un caballero joven, no parecía un estudiante, al menos de Oxford; se había olvidado de una reserva que todavía no había llegado, así que se disculpó: "Lo siento, señor, pero cuando uno se encuentra con personas como las que acabo de dejar ahí dentro, me siento feliz de ser posadero." El joven lo miró inquisitivamente y le sonrió. "Pues que continúe la buena racha, además, esta tarde no traigo prisa, al contrario que mañana. Me alegro que de vez en cuando encuentre personas que le hagan la vida más apacible." "Si señor. Aquí se encuentra uno con personas de todas clases. A estas no las había visto nunca, dos de los chicos estudian aquí, y los otros han venido de Richmond en el sur a pasar el cumpleaños de sus hijos." "Deben ser personas de posición para hacer tan largo viaje solo para pasar unas horas junto a sus hijos." "Si que deben serlo; traen su propio coche y caballos. Creo que el padre es cirujano o algo así." Como a cualquier posadero, a éste le gustaba presumir de tener gente de clase en su casa, añadió. "Su nombre creo que es… Doctor Bernard… Northfield. No lo recuerdo, señor, y como no sé leer…" El posadero le mostró el libro de registro que sacó de debajo del mostrador. El joven casi dio un respingo y tubo que aguantarse para no gritar. "Debe usted sentirse orgulloso, se trata de uno de los mejores médicos-cirujanos de Inglaterra, Doctor Bernard Northfield y probablemente uno de los chicos es su hijo Jeremy…" "¿Los conoce Vd., señor?" El joven no contestó y el posadero añadió. "Parece que a Vd. Le gustaría…" "Así es, pero no quiero… es una reunión familiar." "A mi no me importa ser entrometido, señor, me encanta que…" Antes de que el joven pudiera decir algo, el posadero se fue al salón y miró al grupo que ya estaba en los últimos momentos. "Perdone Vd., señor, ahí fuera hay un joven caballero que a lo mejor usted querría conocer, a él seguro, pero no quiere molestarle y yo me he atrevido a molestarle… "Esta tarde estamos contentos y tenemos tiempo más que suficiente, así que hágale pasar, por favor." El hombre salió y acto seguido hizo pasar al muchacho. Este se quitó los guantes y entró: "Doctor Northfield yo…" Al momento Bernard no lo reconoció, habían transcurrido casi 4 años, y eso en la juventud era mucho tiempo y los muchachos cambian mucho, pero Jeremy más decidido dio un grito al ver el muñón del dedo pulgar izquierdo. "¡¡¡Olivier, eres tú Olivier Oswald!!!" Todos se quedaron petrificados al tiempo que los dos muchachos se abrazaron. Entonces Jeremy le dijo a su padre. "¿Papá, no te acuerdas de Olivier?" "¿Cómo no me voy a acordar?, lo que ocurre es que tú, como siempre, eres más intuitivo y yo ya me estoy haciendo viejo…" Se saludaron efusivamente, Jeremy entonces dijo: "Eso no es cierto, papá, y tu lo sabes muy bien. Por favor, Olivier, haré yo las presentaciones." El muchacho estaba apabullado, no esperaba tales efusiones de su antiguo amigo. Olivier entonces dijo: "Un poco tarde he leído vuestras andanzas en la mar y la isla, así permíteme que averigüe quien es cada uno." Pronto Olivier se sintió como en casa, continuó. "Con usted no hay la menor duda, señorita…" Helen sonrío. "Olivier, olvídate del protocolo, ya no somos extraños; ¡adelante!" "Gracias Helen, sois todos tan distintos… Tú eres Laszlo Marten, hermano de Helen." Entonces se dirigió a Joe. "Joe MacLean, tenía muchas ganas de conocerte porque eras el eslabón que me faltaba para llegar a mi amigo Jeremy, además tenemos un amigo en común, mi compañero de habitación Tim Mullen. Ahora solo nos falta que él os conozca, es un gran muchacho." Helen se sintió nerviosa temiendo que el entramado de Linda se descubriera. Olivier continuó. "Pero lo dejo para cuando estemos juntos en otra ocasión, que no tardaremos, porque nosotros estamos en Cambridge en el penúltimo año de nuestras carreras." Helen se sintió aliviada cuando Jeremy dijo: "Magnífico, yo también tengo ganas de charlar un rato contigo y preguntarte algunas cosas. Estamos cerca, así que ya encontraremos los cuatro el momento." Aquella tarde-noche lo pasaron todos juntos, Olivier que era un chico muy agradable se olvidó incluso del asunto que le había traído a Oxford; cuando quiso darse cuenta, estaba delante de un tribunal resolviendo un problema legal de testamentaría. "Y habrá tiempo, tenemos toda la vida por delante." Pensó el joven. Llegó el momento de la despedida e hicieron todo lo posible para que aquello no fuera un funeral, Helen como siempre fue el alma del equipo cuando dijo: "¡Arriba los corazones, las Navidades están a la vuelta de la esquina!" No obstante Joe había cambiado mucho en aquellas horas, tenía una chica, grandes amigos, y una familia, la vida le sonreía… Helen tenía razón. "Gracias, tío Bernard, nunca olvidaré estos dos días maravillosos, estaré en deuda con vosotros durante el resto de mi vida." El hombre miró a los brillantes ojos azules del inteligente chico. "No hay nada que agradecer, ya has sufrido bastante. Joe, desde ahora en adelante tienes que asumir que somos tu familia. Recuerda de lo que hemos estado hablando, ten cuidado y no permitas que nadie se entere de nuestros planes. "No te preocupes, lo tendré, seré como una tumba." El chico pensó que en cierto modo no había sido honesto con Bernard en relación con Linda, y añadió: "Tío Bernard, hay algo entre Linda Mullen y yo, por favor pregúntale a Helen, ella está al tanto de todo; siento no habértelo dicho antes." El hombre comprendió al muchacho y lo apretó contra su pecho, diciendo. "Has hecho bien y estoy contento de ello, Joe. Hasta donde yo sé, es una gran chica, inteligente y capaz, me gusta. Conozco muy bien esa familia." Jeremy se dio cuenta de que su amigo estaba al borde de que su ánimo se rompiera, así que se dieron prisa y entraron en el College donde deberían permanecer durante cuatro años. Capítulo 24 El tiempo pasó rápido para todos. Las Navidades llegaron y todos los estudiantes se fueron a sus hogares a disfrutar de las merecidas vacaciones. Joe acompañó a Jeremy con una autorización especial de sus superiores eclesiásticos. No les gustaba Bernard debido a que los Northfield no eran creyentes, y por tanto nunca contribuían a la Iglesia, cosa que no era extraño, común a la mayoría de los científicos. El obispo comentaba con el Dean del Seminario: "No sabemos cómo, pero esta familia es muy rica y nadie puede tacharla de nada. Bernard Northfield se ha convertido en un hombre relevante, su voz pesa en el mundo científico, a pesar de que él no lo ha buscado; incluso la Casa Real tiene cierta predilección por el "viudo de oro" como algunos le llaman, por lo tanto no podemos negar…" Helen y Jeremy lo habían arreglado todo para que Linda y Joe se encontraran, pero sin que ellos supieran nada. Los padres de Linda consintieron en que pasara las Navidades con Helen. En ello también influyó Tim, que ahora formaba parte del círculo de amistad del ya conocido como "Cuatrodedos", Olivier Oswald, Jeremy Northfield y Joe MacLean, que inexplicablemente gozaba del aprecio y verdadera amistad de la todopoderosa Naviera Marten. No se explicaba el inteligente comerciante como la Iglesia había autorizado al pelirrojo muchacho a pasar las Navidades fuera de los muros del Seminario, no era normal. El contentísimo Joe entró en la habitación que le habían asignado en la casa de Helen. Estaba sorprendido de la magnificencia del alojamiento, nunca había visto nada igual y menos aún gozarlo. Había empezado a ordenar sus trajes cuando oyó a Helen afuera diciendo a alguien: "Por favor, entra en tu habitación, encontrarás tu regalo de Navidad al lado de la cama. Te veremos más tarde, esperamos que te guste." Sin llamar a la puerta, Linda entró decidida en la habitación con un bolso grande en las manos. La rubia casi se desmayó al tiempo que Joe se giraba para ver quien entraba. Durante unos segundos permanecieron en pie mirándose, entonces Madre Naturaleza hizo su trabajo. Chico y chica se lanzaron a los brazos y empezaron a besarse ávidamente. Helen suspiró y cerró la puerta detrás de ella teniendo cuidado no hacer el menor ruido. No se necesita decir ni explicar lo que ocurrió durante aquellos días memorables de la Navidad de 1791; secretamente se convirtieron en lo que sus almas estaban buscando desde el principio de los tiempos: esposo-esposa y esposa-esposo por el resto de sus vidas. Esta felicidad no vino sola aquella Navidad. A la mañana siguiente, una vez satisfechas sus necesidades amorosas por el momento y radiantes de alegría, las dos parejas estaban desayunando en la intimidad de la cocina, Jackie estaba con John en la casa de Bernard, así que ellos disfrutaban con las ocurrencias de Mama Villa. Habían terminado el desayuno y disfrutaban del cariño mutuo sentadas frente al jardín haciendo planes para el futuro. De pronto Linda se levantó, besó a su pelirrojo con un rápido picotazo y dijo: "No debías perdonarme, Joe mío, pero hazlo, de antemano; tengo algo para ti, Tim me lo dio ayer tarde antes de partir." Antes de que le pudieran preguntar, la chiquilla casi volaba escaleras arriba, con la misma velocidad bajó y le entregó un sobre lacrado a su amor. Temblando de emoción Joe lo abrió, dentro había otro ya abierto dirigido al Obispo de Southampton, con el ruego de que lo entregara a Joe. El pecoso temblando rasgó el sobre y leyó el contenido sin decir palabra, pero los tres pudieron ver como las lágrimas corrían por sus mejillas, era la carta que enviara Ben hacía meses. Entonces musitó despacio. "Es de mi hermano Ben, no ha podido llegar en mejor momento." Dijo dándosela a Jeremy… Helen y Jeremy se casaron cuatro años después. Fueron invitados especiales: Sir James Elliot, en aquellos momentos Ministro de Asuntos Extranjeros; Carla y Jack acompañados de sus preciosos hijos mellizos, ya de cinco años y que actuaron como pajes. Para sorpresa de la pareja se llamaban Jeremy-Jonh y Helen-Carla, respectivamente. Otro invitado especial fue el ya famoso abogado "cuatrodedos" Olivier Oswald. Antes de que Helen cumpliera 23 años eran padres de cinco retoños, tres chicos y dos chicas. Fueron inscritos como Jeremy-Joe, Bernard-Charles, Helen-Linda, Carla-María y Richard-Olivier. Afortunadamente, sus hijos crecieron saludables en todos los sentidos. Jeremy se unió a la Marina de Guerra. Helen se caso con el hijo de Carla y Jack, se fueron a vivir a Londres. Bernard y Carla se unieron a su tía-abuela en la administración de la Compañía de Navegación en Southampton. Finalmente, Richard siguió los pasos de sus abuelos y de su padre, siendo uno de los mejores médicos e investigador del siglo diecinueve. Ninguno de ellos era pelirrojo. La primera hija de la joven pareja Jack-Helen era pelirroja, le pusieron el nombre de Marta. Joe no pudo asistir a la boda, aunque sí lo hizo Linda y toda su familia. El arzobispo de Winchester había escogido a Joe como intérprete para acompañarlo en su viaje a Austria e Italia. Este hecho incrementó aún mas su revulsión hacia la Iglesia, de alguna manera habían averiguado sus intenciones de dejarlos. Un año más tarde dejó la institución feliz. Olivier se encargó de presentar la demanda al Obispo de Southampton que aceptó inmediatamente, renunciando a ninguna compensación. Sabían muy bien que aquel abogado del diablo les iba a formar tal escándalo que prefirieron callar y olvidar. Joe permaneció con ellos hasta que tuvieron su segundo hijo, Bernard. Aprovechó aquel tiempo para estudiar todo lo relativo al comercio en su nuevo trabajo en Nueva York. Ya había finalizado sus estudios en Oxford. Antes de partir para las nuevas tierras, antiguas colonias de Inglaterra, Joe y Linda se casaron, cosa que les sorprendió, los casó el Obispo de Southampton, en la catedral donde Joe había cantado y se habían conocido. Probablemente "cuatrodedos" tuvo mucho que ver en este negocio de hacer las paces; el antiguo sacerdote-profesor de Joe y Jeremy, ahora Dean, al despedirse de ellos les dijo: "Mejor así, el odio solo engendra odio y todos hemos salido ganando; tu madre te lo agradecerá." Joe no quiso decir nada. Como Linda había dicho muchas veces "Quería ser una mujer libre en un país libre." Tenía razón. Las dos familias se mezclaron y formaron un gran Clan. Joe y Linda paseaban por la cubierta del barco que navegaba hacia Nueva York. Linda no podía ser más feliz después de su boda con el hombre que su corazón había escogido cuando todavía era una niña. Estaban charlando sobre el futuro que les esperaba en las nuevas tierras. Mientras miraban a la tripulación atareada en su trabajo, vieron una señora gruesa que llevaba un perrito en los brazos; de pronto Linda se rió al tiempo que su pecoso la miró como preguntándole: "Parece que el gran barril te ha recordado algunos momentos graciosos. ¿Puedo saberlos si no es un secreto, mi pequeña rubita? Ella sonrió y apretó el brazo de su marido. "Te explicaré el origen y causa de mi risa." Linda no necesitaba mucho para reír. "Mi hermana Sheila había sido siempre una chica simpática y agradable hasta que tuvo su primera menstruación, quizás un poco vergonzosa, pero no tan traviesa como éramos mi hermano Tim y yo. Sin embargo, desde aquellos momentos odió el hecho menstrual, mi madre intentaba explicárselo como que era una cosa natural y que no había nada sucio o vergonzoso en ello. "Sheila, eso es normal en la vida de las mujeres y está intrínsicamente conectado con las relaciones sexuales…" Ella la interrumpió diciéndole: "Si es como tu dices, lo odio y no me gusta la vida." Mi madre estaba preocupada y no insistió, pensando quizás que la Madre Naturaleza daría la solución a su debido tiempo. Rechazaba hablar de sexo, para ella era como si fuera algo de otro planeta y que nada tenía que ver con ella. Si embargo, al tiempo que su cuerpo cambiaba a una mujercita preciosa, a ella le gustaba la imagen que el espejo reflejaba. Tim y yo aprovechábamos cualquier momento para mencionarle lo maravilloso que era el sexo, haciendo mofa y bromas de ella cuando podían sin que se diera cuenta, lo pasábamos bomba. Te contaré una de nuestras aventuras en conexión con su aversión al sexo." "¡Pobre chica!" Dijo Joe, compadeciéndose de la pobre hermana. Linda continuó. "Teníamos una pequeña perrita que nos encantaba a todos, porque era muy limpia, siempre que quería hacer sus necesidades se iba fuera a través de un agujero que el carpintero le había hecho en la puerta de la cocina, su nombre era "Beefy". A nosotros nos gustaba incluso más el perro de nuestro vecino, el can se llamaba "Pecker". Era un perro joven y arrogante de tamaño medio de sabe dios cuantas razas y que siempre estaba listo para jugar con nosotros cuando le silbábamos, saltaba el seto que separaba las dos fincas por aquel lado como si fuera un deportista de élite; siempre teníamos alguna golosina para que se la comiera. Nuestra perrita creció sin que nosotras nos diéramos cuenta. Un día vino a donde estábamos, había olido el rastro de su amigo Pecker. Tim se había percatado de la situación de la perrita y se preparó para darle una pequeña lección de sexo a Sheila. Reíamos a su costa un poco, aunque ella ya estaba prometida con George pero todavía tenía la manía de rechazar el sexo..." Joe sonrió. "Me imagino la travesura que le estabais preparando…" "Quizás puedas imaginar parte, pero no todo. Déjame que continúe." Tim iba a cumplir los 14 años y me explicó lo que estaba preparándole a Sheila. Ella estaba sentada en el jardín leyendo ago, entonces Tim silbó al guapo "Pecker" que vino feliz y rápido ladrando. "Beefy" oyó a su futuro esposo, y sin la más mínima consideración hacia su ama, salió corriendo para encontrarse con su novio. Les llevó a los amantes solamente un par de minutos, "Pecker" montó a "Beefy" y en segundos los dos estaban pegados y bien enganchados. Tim y yo empezamos a reír y esto alertó a Sheila. Ella empezó a chillar a los perros y "Pecker" seguramente pensó que algún castigo se estaba preparando para él, así que lo mejor era poner pies en polvorosa y echó a correr sin darse cuenta que tenía enganchada la pequeña perra, de manera que arrastró a "Beefy" alrededor de la casa buscando una salida por donde huir, porque no podía saltar el seto con su novia a remolque. Afortunadamente, después de dos vueltas, se desengancharon y "Pecker" saltó elegantemente el seto de casi dos yardas de altura, desapareciendo en el bosque cercano. "Beefy" se paró y comenzó a lamerse sus partes privadas y entonces volvió a donde su ama estaba fuera de sí y más roja que la amapola. Esta fue la primera parte de la historia que tu habías adivinado, pícaro pelirrojo." "¿Y como transcurrió la segunda parte, bichito?" Linda rió traviesa. "Esas escenas quedaron gravadas a fuego en la mente de Sheila y pensó qué le ocurriría a ella cuando se casara. Empezó a reconocer que debería haber escuchado los consejos de mamá y los míos. Algún tiempo después llegó el día de su boda y Sheila pensó sobre lo que los perros hicieron aquel nefasto día. Las consecuencias fueron evidentes, unos meses más tarde "Beefy" crió cuatro preciosos cachorritos "Peckers", a pesar de que su novio la había arrastrado durante minutos alrededor de la casa." Joe se rió de buena gana pero no pudo adivinar lo que ocurriría después. "Por favor, continúa, pequeño demonio, me tienes en ascuas." "Aquella noche esposa y esposo entraron en su habitación; tan pronto como estaban dentro, su esposo se desnudó rápidamente y mostró su inflamado pene de casi ocho pulgadas. Ella tenía miedo, así que cerró con llave la puerta, y mirando a su marido, cogió la llave y la tiró por la ventana al jardín diciendo: "Ahora ya puedes hacer conmigo lo que quieras, excepto arrastrarme alrededor de la casa." Su esposo miró casi borracho de amor la hermosa figura que tenía enfrente de si, a él no le importó lo que su mujer decía, estaba en otro mundo. La cogió en sus brazos y la echó encima de la gran cama, abrió las piernas de su mujer; lo único que él deseaba en aquel momento con verdaderas ganas era follar a su mujer, nada más. En segundos situó su larga picha a la entrada de la vagina y empujo fuerte. Ella chilló con dolor al penetrarla su marido. Entonces le murmuró jadeando: "Por favor, George, no me arrastres, por favor…" Después de unos segundos consiguió su objetivo y se la metió entera hasta donde pudo. "¡Esto es maravilloso!" Sheila nunca había comprendido que el sexo era tan grandioso, pero en esta ocasión, la Madre Naturaleza hizo el milagro que mamá había predicho. La nueva esposa puso sus manos sobre el culo de su marido y empujó también entre gemidos, lo quería todo dentro de ella. "¡¡¡Tú, cabrón, arrástrame o mátame, pero no te atrevas a parar ahora!!!" En aquel momento había olvidado todo lo referente a su esmerada educación con las monjas." Al día siguiente por la mañana, Tim y yo estábamos ansiosos esperando que Sheila bajara para desayunar, nunca se lo perdía. Cuando oímos que bajaba, nos levantamos de las sillas y fuimos a su encuentro, esperábamos que nos dijera toda clase de improperios y nos regañara por la curiosidad, pero ocurrió todo lo contrario de lo que esperábamos, nos abrazó cariñosamente y añadió: "Siento haber sido tan estúpida con vosotros en el pasado…" Con palabras rápidas nos narró las aventuras de su última noche. Tim le preguntó: "¿Cómo has podido salir sin llave?" Sheila sonrió. "No soy tan tonta como creéis. La llave que tiré por la ventana al jardín era una copia vieja. Ahora vamos a desayunar, mi hombre está durmiendo como un tronco, pero quiero estar cerca de él por si acaso todavía quiere arrastrarme como "Pecker hizo con "Beefy." Reímos con ganas y en aquellos instantes supimos que habíamos recuperado nuestra hermana para siempre. La abrazamos y le pedimos disculpas." A pesar de su educación de Oxford, Joe no pudo parar sus carcajadas, afortunadamente no había nadie cerca de ellos, pero un marinero viejo dijo algo así como, "Esta juventud de hoy en día…" Después de algunos momentos ya mas calmados, el pelirrojo dijo: "¡Linda mía, vámonos a nuestro camarote, necesito arrastrarte!" El Sr. Elliot les había entregado cartas de presentación para el Embajador británico y para su colega en los EE. UU. Con Helen en Inglaterra y Linda en USA fundaron una compañía, "Tool Ltd." A la que se dedicaron en cuerpo y alma, ayudadas por Benjamin y su esposa Julia. Con sus barcos transportaban herramientas y útiles y volvían cargados de materias primas a Inglaterra. A los pocos años la compañía era un conglomerado de empresas presididas por las dos mujeres y una de las familias más ricas de Nueva York. Sin embargo la madre de Joe nunca le perdonó su aversión a la Iglesia, aunque, con el tiempo lo suavizó. Convertidos en ciudadanos norteamericanos, Joe se unió a la Oficina de la Secretaría de Estado. En las siguientes elecciones presidenciales Joe fue elegido Senador por el Estado de Nueva York, así Linda y Joe ocupaban una posición importante en la distinguida sociedad neoyorkina. Tuvieron cuatro niños, tres chicas y un chico; una de las hijas se casó con Richard-Joe, el menor de los hijos de Jeremy. La Compañía extendió sus actividades a nuevos negocios, como construcción de barcos en Inglaterra y joyería en EE. UU. Cosa curiosa, las dos mujeres fueron las artífices de aquella empresa desde un principio, mientras que los maridos habían seguido sus vocaciones; Jeremy como médico-cirujano e investigador, y Joe como político y varias veces ministro demócrata. Así como Ben tenía excelentes relaciones con su madre, Joe continuó con el resquemor producido por haberlo vendido a la Iglesia; sin embargo, los consejos de Jeremy y las influencias de Ben y las mujeres, consiguieron que algunos meses después de su llegada el pelirrojo y Linda, ya embarazada de su primer bebé, fueran a visitar a su familia. Julia, la mujer de Ben, era la única persona que sabía de la visita. El coche paró frente a la casa, donde un par de pequeños jugaban, uno de ellos pelirrojo, de unos seis o siete años, al ver el lujoso coche se levantó y se quedó mirando a los ocupantes que bajaban, uno pelirrojo como él. De pronto, en vez de ir a buscar a su madre, saltó a los brazos del adulto gritando. "¡Tío Joe, eres tú! Ya sabía yo que esta vez vendrías para mi cumpleaños." Besó a su tío en los labios y acto seguido dijo al otro niño, un rubito de cinco años. "No temas, Nil, es tío Joe y tía Linda que han venido desde muy lejos." Joe se agachó y abrazó al otro chiquillo. "Es mi hermano Nielsen. ¿Sabes? él también te quiere como yo, lo que pasa es que es muy vergonzoso." El ruido y los gritos de los chiquillos atrajeron a otros niños y mayores. Allí en aquel momento quedaron enterrados para siempre todos los resquemores, ahora reemplazados por el inmenso amor como solo los irlandeses saben expresar con los suyos. ********************** Con el tiempo, John Smith se convirtió en un buen físico-médico y Jackie en escritor de éxito. Este escribió sus muchas aventuras durante los viajes a México y otros países de África. La guerra con Francia continuó y la Compañía hizo excelentes negocios transportando tropas y abastecimientos para los ejércitos. Construyeron astilleros en Liverpool y Southampton a donde movieron las oficinas. John y Jackie ocuparon casa "Princess". Jackie falleció en México cuarenta años después. John continuó viviendo solo en la casa hasta la edad de setenta años. Cada pocos años recogía a un chico del orfanato que se suponía era homosexual, lo cuidaba y educaba como si fuera su padre, y si el chico quería, también como su amante. Cuando el muchacho alcanzaba la edad de 16 años, normalmente se unía al ejército o a la Marina Mercante como guardiamarina. Algunos murieron en el mar, otros volvieron casados, y los más jamás retornaron. Pero esto no fue un problema para John que continuó rescatando todos los niños que podía del orfanato. Así fue su gran corazón. Los padres de Bernard fallecieron dos años después de nacer el tercer hijo de Jeremy, entonces Bernard se fue a vivir con su hijo y nietos, quería ayudar a educarlos. La casa grande la reedificaron y convirtieron en un hospital para altos oficiales que habían sido heridos en las diferentes guerras que Inglaterra tenía en todo el mundo, siendo Bernard el director, y John, su asistente principal. Bernard murió en paz cincuenta años más tarde, rodeado de su larga familia, como siempre él había soñado. Como el más joven director de la Sociedad Médica Británica, Jeremy y Helen viajaron por toda Europa dando conferencias y asistiendo a reuniones para discutir las nuevas tecnologías y descubrimientos en el terreno de la Medicina. Escribió varios libros, especialmente sobre Medicina y Plantas medicinales tropicales, en este terreno se le consideraba una autoridad indiscutible. Jeremy era un hombre saludable a los 74 años. En aquel momento estaba sentado en su camarote muy cerca de la enfermería del moderno navío; "The Fearless", un barco de guerra de tamaño más que medio; hoy diríamos el de un Crucero ligero y que se movía con una mezcla de vapor y vela. El Capitán era su hijo mayor, ahora de 55 años; no se había casado, o mejor dicho, se había casado con "la Mar" y "La Geografía". (Para los marinos "Mar" es femenino.) Había pasado casi toda su vida navegando e investigando fenómenos del mar; el descubrimiento de nuevas islas era su pasión más grande. De pronto el Capitán oyó la voz de un chico guardiamarina de 13 años, David Nielsen, desde el palo trinquete. "¡¡¡Tierra a babor!!! El corazón del anciano médico palpitó fuerte dentro de su pecho al oír la voz de su nieto anunciando tierra, esa tierra que había hecho tan feliz a toda su familia y durante tantos años. Tenían muchos nietos incluso algunos bisnietos esparcidos por toda la Gran Bretaña y las antiguas colonias, especialmente en Nueva York. Su "Reina roja" y él mismo, se habían prometido amar a todos sus hijos por igual, no importaba como fueran. Consiguieron el objetivo que se habían propuesto con sus hijos e hijas, pero fue imposible cumplir esa promesa con sus nietos. David, el hijo de 12 años de su hija Carla era muy especial para ellos, además, ésta y sus tres niños vivían con ellos desde que el marido, Gustav Nielsen, se convirtió en una de las almas del Pool de compañías y tenía que viajar de un lado a otro supervisando los intereses de la gran Empresa. David era un chico normal, saludable e inteligente, amaba la música, tocaba bastante bien el violín y el piano. Era el único realmente rubio de la familia en este lado del Atlántico, desentonando cuando se reunían en la gran casa; en cambio, en la de Joe era todo lo contrario. El pelo lacio color oro, casi blanco, y sus grandes ojos intensamente azules denotaban la presencia de sangre vikinga en sus venas. Desde que era casi un bebé, le encantaba saltar a las rodillas de su Papa, echar la dorada cabecita sobre el pecho de su abuelo e introducir su pequeña mano debajo de la camisa del viejo médico, empezando acariciar el peludo pecho de su Papa. Cuando el chiquillo creció, el abuelo podía observar como el pequeño pene se ponía tieso, entonces con cara traviesa lo miraba y se reía; el abuelo le acariciaba el cabello y le devolvía la sonrisa. La mayoría de las veces aquello significaba dormir, el abuelo lo cogía en sus brazos, le besaba la frente y lo metía en la cama. Este comportamiento algunas veces levantó los celos de sus primos cuando venían a la gran casa; pero eso al chiquillo parecía no importarle, todo lo contrario, lo hacía a propósito, a pesar de que la madre le regañaba por este comportamiento. Cuando Jeremy mencionó a su familia el viaje que iban a emprender a bordo del "Fearless" David convenció a sus padres para que le permitieran ser un guardiamarina en el mismo barco. Jeremy junior, el Capitán del navío, tenía un sentimiento especial por su rubio sobrino, nunca hablaba de ello, pero David era su favorito. Jeremy recordaba la conversación que tuvieron entre él y su hermana Carla, la madre de David, estando presentes los abuelos del chiquillo. El Capitán le advertía: "David, abordo tienes que olvidarte que soy tío tuyo; no podré tratarte de modo diferente que a los demás guardiamarinas. Además de tus estudios con oficiales profesores, tienes que hacer tus deberes como si fueras un grumete, subiendo a las jarcias y hacer guardias en lo alto de los mástiles. Nadie sabrá que eres parte de nuestra familia. ¿Estás seguro que quieres ingresar la Marina de S.M?" El chico no dudó un segundo en contestar. "Si, tío Jeremy. Jamás tendrás una queja mía." El mozalbete miró a su Papa y sonrió. Y cumplió su palabra. La mayoría de los miembros de la tripulación admiraban como el chiquillo trepaba y se movía por la jarcia, especialmente disfrutaba cuando el más estaba encrespado y saltaba sobre las olas. Cumplió sus 13 años navegando por el Océano; solamente su Papa estuvo presente en aquel momento especial, pero él no necesitó a nadie más cuando se abrazaron y el viejo le dijo: "Felicidades, David." Como regalo Jeremy le dio a su nieto su viejo cuchillo, advirtiéndole que lo guardara escondido. El muchacho besó con ternura a su abuelo y rápidamente se volvió a sus obligaciones. Al día siguiente el Capitán puso su brazo derecho alrededor de los hombros de su padre, era digno de su progenitor, fuerte y musculoso como él había sido. Oyeron las órdenes del segundo oficial y del contramaestre dirigiendo la maniobra de anclaje. La mar estaba en calma, claramente podían ver en frente de ellos la silueta de la isla devastada. La guerra contra Napoleón había terminado hacía ya mucho tiempo y la Gran Bretaña era ahora la dueña de los mares. Podían gastar ingentes cantidades de dinero en investigaciones y viajes como éste, parcialmente patrocinado por el Rey con objeto de determinar el origen y causa de algunas enfermedades viejas y nuevas, tales como la peste bubónica. Su padre y su hermano Richard, el benjamín de la familia, habían hecho grandes avances en muchos campos de la medicina y cirugía, habiendo tenido el reconocimiento de su sociedad y de la Corona. El Capitán dijo: "Aquí tienes tu isla, papá. Mañana por la mañana, un bote nos llevará allí. Aunque no hay mucho que ver, mientras aprovecharemos la oportunidad para rellenar nuestros tanques de agua potable. Dos tsunamis han destruido esta y otras islas-paraísos y algunos habitantes que habitaban en ellas aparentemente caníbales, incluso el arrecife de coral que un día rodeaba la isla. Serán necesarios miles de años para recuperarlo, si se recuperan. Las agua aquí son muy profundas." "Si, hijo; la isla parece más una tumba donde nuestras felicidades están enterradas. La Madre Naturaleza juega con sus hijos, unas veces para recompensarlos, otras para castigarlos." A la siguiente mañana, seis marineros y un joven guardiamarina remaron y dejaron en la playa a padre e hijo justo al lado de la gran piedra de granito negro. Jeremy suspiró recordando el momento en que ellos llegaron a aquel lugar después del naufragio del ballenero "Seagull". "Sr. Collins, venga a buscarnos dentro de tres horas, antes del cambio de guardia." "Si, señor, a la orden. ¡Remad!" El bote volvió al barco. El anciano, como un autómata, caminaba por la playa y después hacia la colina donde el volcán había expulsado su lava muchas veces. Después de una lenta ascensión de alrededor de una hora pararon frente una pequeña cueva, él entró seguido de su hijo que estaba decidido a explorarla. Jeremy permaneció debajo del dosel de piedra contemplando el mar y lo que había quedado de la isla, como había hecho tantas veces con Helen y su padre. Su hijo lo dejó solo con sus pensamientos y recuerdos al tiempo que continuaba explorando la gruta. El viejo se sentó en una piedra cuadrada mirando la mar y la blanca playa debajo de ellos. No muy lejos, podía ver el poderoso navío que había nacido recientemente en los grandes astilleros escoceses; se movía suavemente en el tranquilo mar. Le habría gustado traerse con él a su rubio nieto, incluso pasar la noche y dormir dentro de la cueva, pero la disciplina estaba por encima de todo. Los terribles terremotos y las gigantescas olas había destruidos dos terceras partes de la isla, la bahía, las palmeras, y cualquier signo de vida… "Probablemente vino del Este" pensó, ya que todavía podía ver "su roca", aunque más pequeña y estaba parcialmente cubierta de arena y ahora la bañaban las pequeñas olas. Suspiró y no pudo evitar que un par de lágrimas corrieran por sus mejillas. Apoyó las espaldas contra la pared de la cueva y cerró los ojos. Sus pensamientos se volvieron a sesenta y cinco años atrás cuando tenía diez cerca de once. Su hijo volvió de explorar la caverna y no pudo encontrar nada interesante, excepto algunos huesos y una vieja herramienta parecida a un hacha. Encontró a su padre con los ojos cerrados y no quiso despertarlo; pero Jeremy no estaba dormido. Su hijo tocó el hombro del científico con suavidad. "Papá, debemos volver; Collins con toda probabilidad nos estará esperando en la playa." Miró a su hijo mayor y sonrió. "¿Has explorado la cueva, hijo?" "Si, y solamente he encontrado esta herramienta." El padre volvió a sonreír. "Por favor, coge una antorcha y ve de nuevo al fondo de la cueva. En la parte izquierda, verás una piedra casi cuadrada." Suspiró y continuó. "No es una roca de la cueva, sino granito. Tiene gravados dos corazones atravesados por una flecha y el año 1790." Sonrió de nuevo recordando la dificultad que tuvieron Helen y él para hacerlo en aquel tipo de roca. "Sigue la dirección que marca la flecha y escarba en el suelo cerca de la pared opuesta." Su hijo se rió y por primera vez pensó que a su padre le estaba fallando la memoria, pero su experiencia le recordaba que cuando trataba con sus padres tenía la batalla perdida. Al cabo de unos minutos volvió portando un coco pequeño envuelto en un paño viejo aceitado que se destruyó nada más tocarlo. Se lo mostró a su padre y éste sonrió una vez más. "Por favor, pon las manos hacia arriba y haz un cuenco, como si fueras a beber agua." Entonces él volcó el coco un poco y vertió parte del contenido: un chorro de perlas preciosas. El Capitán de Navío no podía creer lo que veía. Sabía que una parte substancial de la larga fortuna de la familia venía del comercio con perlas, era un secreto de familia bien guardado. Sorprendido, dijo. "¡Papá, esto es una fortuna!" Jeremy asintió sonriendo. "Las saqué del fondo del mar, esa fue mi contribución a la familia. Tu madre decidió dejar esto aquí para el caso de que alguno de nuestros hijos lo pudiera necesitar en el futuro." "¿Vuestros hijos?" El marino se volvió a reír. "Pero papá, tú entonces tenías 13 años y ella 12. ¿Cómo dos niños podían pensar eso a esa edad?" Miró a su hijo con picardía. "Tú eras mi hijo mayor y siempre estuve muy orgulloso de ti, me habría gustado que tu siguieras mis pasos y tuvieras hijos, pero preferiste el mar y permanecer soltero. Bien sabes que jamás te dije lo contrario, porque cada persona debe seguir su instinto. Así que ahora puedo contestar tu pregunta. Como bien sabes, tu madre es una mujer excepcional, desde el primer momento que la vi en esta isla, me enamoré de ella y ella se enamoró de mí. Cuando enterramos este coco habíamos sido esposa y esposo durante casi dos años. Esos fueron, sin duda, los días más felices de nuestras vidas." El hijo se rió a carcajadas. "¿Acaso crees que éramos tontos, Papá?" Nosotros, todos tus hijos, lo sabíamos, solamente viendo como mamá y tú os besabais delante de nosotros, era más que suficiente; pero Richard, que era el más listo y todavía lo es, y el más demonio de todos, averiguó lo que habíais sido. No erais tan discretos como creíais." Volvieron a reírse. "¿Tú crees que habría sido mejor ser discretos delante de nuestros hijos? Siempre intentamos transmitiros nuestra felicidad para que no olvidarais ser felices el tiempo que vivierais." "Por supuesto que no, Papa. ¡Tú sabes cómo tus hijos, hijas y nietos os adoran, especialmente ese vikingo que tenemos abordo! Esa es la consecuencia de vuestro amor y confianza en nosotros. Para tu satisfacción, Papá, siempre nos hemos sentido los niños y adultos más felices del mundo. En el colegio muchos chicos nos envidiaban por la unión y fraternidad que reinaba entres nosotros. Nunca agradeceremos lo suficiente a la Madre Naturaleza por habernos dado tan excepcionales padres. No creo que jamás os alcancemos en eso, por lo menos mis hermanos, hermanas y yo lo intentamos. Afortunadamente todos ellos escogieron buenas personas como parejas y vosotros lo podéis ver por los resultados en vuestros nietos y nietas. Padre e hijo se abrazaron. "Será mejor que nos vayamos, hijo mío." Caminaron hacia abajo con la herramienta, el coco y la roca. Robert Collins, el nieto del otro Collins, estaba esperándolos. Abordaron el bote y los marineros comenzaron a remar. En aquel momento, el suelo de la isla empezó a temblar. Era un terremoto muy fuerte. Un sonido extraño llegó hasta ellos al tiempo que muchas rocas rodaban por los lados del antiguo volcán. Collins ordenó remar más fuerte y rápido. Acababan de pasar la línea donde había estado el pasado del arrecife cuando vieron como en el volcán había empezado una gran erupción formada por una gran columna de humo negro y vapor que se elevaba al cielo azul; afortunadamente, la brisa soplaba desde el este así que se dirigía al otro lado de la isla. Algunos minutos más tarde subieron al navío y el hijo de Jeremy ordeno subir todas las velas al tiempo que las hélices comenzaron a girar, ya que el aire era escaso. El buque se movió dirección suroeste, no obstante, cuando el navío estaba como a dos millas de la costa de la isla, de pronto el aire se quitó y cambió a una calma completa. El Capitán ordenó parar las poderosas máquinas ya que el barco estaba a una prudente distancia de tierra. Adivinó que algo extraordinario se estaba preparando, por tanto ordenó que la presión de las calderas estuviera al máximo. Vieron que volcán, después de tantísimo tiempo inactivo, empezó a expulsar gran cantidad de lava. El cono era ahora como una granada abierta, formando grandes nubes de vapor cuando la lava llegaba al mar. Una gran bandada de gaviotas y de otras aves abandonaba la isla volando cerca de la columna de humo y vapor. Toda la tripulación esta estupefacta al comprobar que se estaba produciendo un segundo terremoto, a pesar de la calma absoluta del mar, pequeñas olas chocaba sobre el casco del barco. Con un suspiro, Jeremy dijo. "Creo que esto es el fin, parece como si nosotros hubiéramos arrancado el corazón a la isla." Sintió una pequeña mano sobre la suya y Jeremy le devolvió la caricia a su nieto. Miró al chico y comprendió que estaba asustado, pero solo aquella mirada reconfortó al muchacho. Todo el mundo volvió a sus deberes y David a su puesto de vigía en la cofa del palo trinquete, pero no podía quitar la vista de la isla. El cono se había roto en pedazos; ahora grandes rajas formando una gigantesca cruz echaban miles de toneladas de roca fundida. Era ya cerca de la puesta del sol cuando el barco empezó a moverse hacia una distancia más segura. Entonces oyeron la todavía aguda voz de chiquillo: "¡¡¡Una gran ola a babor!!!" Todo el mundo volvió la cabeza y pudieron observar la enorme masa de agua que se aproximaba rápida, muy rápida, increíblemente veloz. El primer oficial no dudó un momento y empezó a tocar la campana furiosamente en un toque especial que pocas veces se hacía y que solamente los oficiales conocían, como si fuera zafarrancho de combate, pero sonando a un gran peligro inminente y ordenando a la tripulación a abandonar el área de la proa, no importaba lo que estuvieran haciendo. Jeremy que estaba observando la isla desde la popa, gritó: "¡¡¡Es un tsunami!!! El barco era el mejor lugar donde estar en estos casos. El Capitán ordenó toda la potencia de las máquinas para enfrentarse a la enorme ola que parecía una gigantesca ballena que levantaba el gran buque como si fuera una paja. Afortunadamente el mar allí era muy profundo, la ola no tocaría fondo, solo la experimentaría como una onda, como si subieran por el lado de una colina. La hélice chirrió empujando al barco por la pendiente acuosa hacia arriba. Algún tiempo después estaban subidos sobre su lomo. Entonces empezó el descenso por el otro lado de la gran masa de agua, como si el mar quisiera tragarse el barco. El Capitán ordenó toda la fuerza de la máquina hacía atrás para contrarrestar el impacto de la caída producida por el propio peso del navío, sin embargo no pudo evitar que la proa y la jarcia cogida a ella se hundieran en las profundas aguas, como una ballena herida. Segundos más tarde emergió la proa expandiendo toneladas de agua que volvieron al mar a través de las espitas. Vieron como la gran ola pasaba ocultando la vista de la isla. Entonces oyeron una terrible explosión y una enorme nube blanca de vapor y agua que cubrió el mar. Jeremy había visto como todo el mundo se había vuelto del área de proa hacia la popa cuando oyeron la campana. Había observado como David bajaba por la jarcia rápidamente como un pequeño chimpancé, pero no lo había visto en la popa con los demás miembros de la tripulación. El viejo científico sintió como su corazón latía fuertemente dentro de su pecho, se temió lo peor. Tan pronto como el barco emergió, temerariamente salió corriendo cuanto podía hacia la proa seguido por su asistente, un futuro médico, y como había temido, encontró a su nieto en la base del palo trinquete, todavía atado a la cuerda salvavidas. Sus viejos ojos se nublaron, pero no eran momentos de lágrimas sino de salvar al niño. Puso su dedo índice sobre la yugular del chico y comprobó que su corazón había dejado de latir. Como muchos años antes ocurrió con su padre en la isla, volvió la cabeza del chiquillo hacia un lado derecho y empezó a darle empujones encima del corazón con las dos manos juntas, uno, dos, tres, cuatro cinco… Después de unos momentos, el niño tosió y empezó a respirar, expulsando alguna agua y saliva amarillenta. Jeremy acarició la cabeza rubia y la atrajo hacia su pecho. Intentó levantarlo, pero él era ya viejo y no tenía fuerzas suficientes para levantarlo. Su asistente cogió al chico en sus jóvenes y fuertes brazos al tiempo que Jeremy le decía: "¡Por favor, llévalo a mi camarote!" El grupo fue por la cubierta hacia popa y metieron al muchacho en el camarote de Jeremy, el barco ahora permanecía quieto sobre las claras aguas. Robert Collins sujetaba el timón bajo la supervisión de su oficial-profesor y vio su adorado muchacho en los brazos de su colega; suspiró. Echaron a David en la cama de su abuelo casi inconciente. Jeremy lo desnudó puso a un lado las prendas mojadas, lo cubrió con una manta y le acarició con ternura la suave cara que ya había recobrado su color natural. El niño abrió los ojos y dos lágrimas emergieron de aquellos topacios azules, como Jeremy lo llamaba; entonces sacó su mano de debajo de la manta y acarició a su abuelo ligeramente. Jeremy la apretó y la devolvió bajo la manta al tiempo que David cerraba los ojos y se dormía profundamente. Una suave brisa del este se levantó, treinta minutos mas tarde la enorme nube desapareció y la isla también. No quedó nada, excepto algunos restos de arbustos viejos que flotaban en las azules aguas. Su hijo estaba a su lado. "Nunca volverás a ver esto, hemos sido muy afortunados presenciando este fenómeno, una de las expresiones más grandes de la Madre Naturaleza. No hay nada que podamos hacer, hijo mío. Afortunadamente estábamos abordo y nadie vivía en la isla. Tu abuelo tenía razón, el paraíso podía encerrar un gran peligro." Entonces dijo en un murmullo que solamente su hijo pudo oír: "Volvamos a casa. Durante la navegación escribiremos un largo informe sobre este evento oyendo a todos los que lo han visto. La Sociedad Geográfica se pondrá muy contenta al recibirlo, jamás había ocurrido nada parecido." El Capitán presionó su padre contra su pecho y preguntó: "¿Cómo está David? No pude hacer nada…" El padre lo interrumpió. "Está durmiendo. Pero estás equivocado, hiciste lo que se espera de un Capitán, ante todo salvar su barco y la tripulación. Afortunadamente, el chico está bien, pero hubo momentos que me temí lo peor." Sonó la campana anunciando el cambio de guardia. Jeremy volvió a su camarote y pudo comprobar que David seguía dormido. Algunos minutos más tarde oyó uno toques en la puerta y pensó que alguien estaba herido. Abrió la puerta y encontró al chico de 14 años Robert Collins. Sabía que los muchachos eran buenos amigos y compañeros. "Lo siento señor si… le he molestado…yo… venía a preguntar como está David, y…" "Entra, Bob; olvida cualquier protocolo. David está dormido, espero que este caso no se repita jamás. Ha estado en verdadero peligro de morir." El adolescente no pudo evitar que sus ojos se empañaran, Jeremy comprendió que la relación entre ellos era algo más que una simple amistad. El hombre experimentado invitó al chico a sentarse. Cerró la puerta, y mirando a los ojos al muchacho le dijo: "Lo quieres, ¿verdad, Bob?" El muchacho se ruborizó profundamente al haberse descubierto su más escondido secreto. Empezó a llorar en silencio, Jeremy le golpeó suavemente la espalda y añadió. "No hay nada malo, sucio o erróneo en amarlo, Bob. Eres un gran chico como tu abuelo lo era mío, estoy seguro de que David te aprecia también." El chico agachó la cabeza, y tartamudeando dijo: "Me… me gustaría que me amara, pero yo sé que él solamente ama a su abuelo, usted. Le echaré de menos." Jeremy le interrumpió un poco sorprendido. "Echarle de menos, ¿por qué? Eres muy joven y tenéis muchos años por delante para estar juntos hasta que os convirtáis en oficiales." El joven miró a la cama contemplando su adorado amigo que aparentemente estaba dormido. "Lo siento señor, quizás estoy descubriendo algo, pero él no me dijo que lo mantuviera en secreto." "Ignoro lo que estas tratando de decir, Bob." El guardiamarina meditó durante un momento. "A David no le gusta la mar en absoluto ni llegar a ser un oficial como su tío Jeremy; el quiere ser físico-médico como usted y su tío Richard, a pesar de que no he visto a nadie tan dotado como él." El chico hizo una pausa. "Ingresó en la Marina de Guerra porque deseaba estar cerca de usted, así que cuando usted lo deje él también lo hará. Se que Vd. es su abuelo aunque él no se lo dijo a nadie. Gracias, señor, por salvarle. He de irme, tengo clase con mi tutor." "Es cierto, Bob. Por favor, mantenlo en secreto…" El chico se levantó y salió cerrando la puerta detrás. Después de unos minutos, Jeremy volvió la cabeza y encontró a su nieto de pie cerca de la cama, desnudo y parcialmente cubierto con la manta. Se ruborizó mirando a su abuelo porque sus picha, de casi cinco pulgadas, estaba erecta. Jeremy abrió los brazos y el chiquillo se lanzó a ellos, se sentó en el regazo de su abuelo con los brazos alrededor del cuello del anciano. "Gracias, Papa, por salvarme. He oído lo que Bob a dicho y… es completamente cierto. Dentro de un par de meses finalizaré mi compromiso con la Armada, así que cuando volvamos a casa le diré adiós a todo esto. Lo siento porque no he sido honrado contigo ni con tío Jeremy…" El viejo físico atrajo a su nieto hacia su pecho. El muchacho continuó hablando sin despegar la cabeza del pecho de su abuelo. "Se que Bob me quiere, me lo dijo, pero desde el principio le dije que podíamos ser amigos, incluso los mejores amigos, pero que no podía hacerle a él lo que él me hizo a mi." El muchachito hizo una pausa y Jeremy le restregó la espalda animándolo para que continuara. "Habíamos hecho cosas de chicos cuando teníamos oportunidad, pero no me gustaba ir más lejos en eso…" El anciano interrumpió al nieto. "No tienes por qué pedir disculpas, no eres el primero ni el último que abandona la Armada. Además, tú has sido honesto con Bob; él se merece tu amistad. A mi me ocurrió algo parecido con Tío John y él lo aceptó como cosa natural. Continuamos siendo amigos para siempre." Después de unos meses en el mar, llegaron a casa justo unos días antes del cumpleaños. Helen tendría 74 y Jeremy 75 años. Como de costumbre él abrazó a su fiel esposa y ambos se besaron tiernamente. El le explicó el fin de su paraíso y el accidente del chico. Ella lo abrazó de nuevo diciendo: "Era nuestra isla, y Madre Naturaleza la quería exclusivamente para esta familia, así que esa es la señal también para nosotros; somos los únicos que sobreviven de nuestra generación. Joe, John, Linda, Clara… todos se han ido ya. Además, esos terribles dolores de cabeza ahora son cada vez más frecuentes y fuertes, he tenido que incrementar la dosis de tu medicina para mantenerlos lejos." Los ojos de Jeremy se nublaron porque él conocía los síntomas; lo había discutido con su hijo y los dos estaban de acuerdo sobre el terrible origen y diagnóstico. Desgraciadamente, no podían hacer nada para curarla. "Tú estas incluso más bonita cada vez que te veo de nuevo." Ella lo miró y ambos se volvieron a abrazar y besar suavemente de nuevo. Una de las biznietas, una preciosa pelirroja de 11 años los tocó. "Papa, también nosotros queremos darte un beso." Miró a su niña favorita y la abrazó muy fuerte, la habría levantado como hacía años atrás, pero la chiquilla era demasiado pesada para sus viejos huesos. La besó en la pecosa nariz. "Te adoro, Marta, pronto no necesitarás mis besos, ya que un chico guapo me reemplazará en tu corazón." La muchachita se ruborizó, un poco enfadada porque todos los demás pequeños lo llamaban. "¡Nadie te reemplazará en mi corazón, nadie!" La chiquilla casi gritó al tiempo que salía corriendo escaleras arriba porque, por primera vez, había mentido a su abuelo y sintió vergüenza. David, el primo de 14 años de su madre, tenía un importante lugar en su joven corazón, aunque él no sabía nada todavía. Celebraron los cumpleaños rodeados de toda la familia: 5 hijos/hijas, 24 nietos/nietas y 10 bisnietos/biznietas. John había fallecido hacia tres años, era el último de su generación. Después de cenar, besaron a todos uno por uno, esa era la tradición, entonces los dejaron para que siguiera disfrutando de la noche. Con las manos entrelazadas, despacio subieron a su habitación en la primera planta. Entraron, cerraron la puerta y se abrazaron con ternura, como habían hecho tantas veces antes; ella lo desnudó y él la desnudó a ella. "Estas preciosa esta noche, mi Reina Roja." Hicieron el amor con emoción y ternura. Cuando se recuperaron, se pusieron los camisones largos de dormir, él le ofreció a ella un vaso al tiempo que él tomó otro. Contenían lo que tantas veces habían usado, sin embargo, en esta ocasión, con una dosis mayor. Se los bebieron y se dieron un beso rápido. Algunos minutos después, vieron como salieron de sus cuerpos que yacían inmóviles sobre la larga cama con las manos unidas y una sonrisa en los labios. Se observaron el uno al otro flotando; sus cuerpos habían cambiado, estaban desnudos y ahora tenían 12 años otra vez. Cogidos de la mano atravesaron la pared. Volaron sobre los edificios hacia arriba al cielo azul. Vieron una luz muy brillante allá a lo lejos que los atraía como si fueran polillas alrededor de la luz del verano. Volaron más rápido y en segundos su isla apareció ante ellos más bella y con más esplendor que nunca. Sobre la plana roca negra estaba Bernard y Jackie llamando su atención moviendo las manos, un poco más allá John, Joe, Linda el Capitán del Seagull y muchos otros que había conocido durante sus vidas carnales. Se sentaron sobre la roca negra, y mirándose a los ojos, Jeremy dijo: "¡Te quiero, mi preciosa Pelirroja!" "¡Yo también te quiero, mi guapo esposo!" Se besaron tiernamente mientras el sol brillante desaparecía detrás de las palmeras de la "Isla que nunca existió." EPILOGO A la mañana siguiente, una de las hijas llamó a la puerta, como no obtenías respuesta la abrió y encontró los cuerpos. Por supuesto, todos los miembros de la larga familia se pusieron tristes y lloraron, pero en lo más profundo de sus corazones conocían las razones y sabían los deseos de Helen y Jeremy. Sintieron el impacto pero respetaron lo que ellos habían decidido, y mucho más aún cuando Richard informó a sus hermanos y hermanas que la madre estaba gravemente enferma de un tumor cerebral. Fueron enterrados juntos en la tierra que rodeaba la casa, en un rincón del largo jardín no lejos de la casa. Una pesada piedra de mármol negro coronaba la tumba, en la que el artista había incrustado la roca procedente de su isla. Debajo tenía la siguiente leyenda: "JEREMY Y HELEN, EL MAS GRANDE DE LOS AMORES" Dos semanas más tarde, algunas horas antes de salir para Oxford College, David Nielsen estaba sentado en un pequeño banco de mármol edificado a los pies de la tumba. Había puesto un ramo de rosas blancas en la base de la piedra como a sus abuelos les gustaba. Lágrimas abundantes corrían por sus suaves mejillas. De pronto sintió que alguien se sentaba a su lado; no movió su rubia cabeza porque adivinó quién era. La pequeña Marta se sentó a su lado y puso su pequeño brazo izquierdo alrededor de la cintura del muchacho, David hizo igual con el suyo derecho sobre los hombros de la niña, atrayendo su roja cabeza que se apoyó en el hombro derecho del chico. Entonces él se limpió las lágrimas con el dorso de la mano izquierda y la extendió hacia las rodillas de ella; Marta la cogió con su mano derecha al tiempo que David decía: "Te quiero, mi pequeña Reina roja." "Yo también te quiero, mi Rey Vikingo." FIN.