Date: Thu, 2 Jun 2022 11:56:23 +0000 From: Al Peres Subject: BUSCANDO UN HEREDERO BUSCANDO UN HEREDERO ********************** 1ª PARTE ======== CAPÍTULO 1 ------------------ Alex tenía nueve años, dentro de pocos meses cumpliría los diez. Un típico eslavo; pelo rubio y ondulado, una preciosa cara redonda de niño, un par de ojos azules que brillaban como topacios y además, un pequeño hoyuelo en la barbilla. Era más alto que los chicos de su edad; todo esto hacía que tanto mujeres como hombres volvieran la cabeza cuando pasaban cerca de él apreciando su belleza. Vivía en el oeste de Manhattan rodeado de latinos, negros y otras razas; una mezcla de personas que hablaban diferentes lenguas y tenían otras costumbres; a pesar de todo esto, se sentía solo, era un chiquillo solitario. Iba al colegio que no estaba muy lejos de su pequeña vivienda. Vivía con su madre, su padre los había abandonado al nacer él, habiendo fallecido cuando él tenía solo tres años. Su madre era joven y guapa, pero padecía una enfermedad congénita grave del corazón, así que cuando su padre los abandonó la Seguridad Social le facilitó un empleo de limpiadora en un hospital público. El salario era escaso, por lo tanto vivían pobremente pero de forma honrada. Alex era extremadamente inteligente y en el colegio los profesores lo consideraban como un niño prodigio, estaba en un grado superior al que le correspondía por su edad. La Madre Naturaleza le había compensado con inteligencia y belleza el ser pobre y carecer de medios para una buena educación. Cuando volvía a casa del colegio, además de los deberes escolares, tenía que limpiar la vivienda y fregar los platos mientras su madre estaba en el trabajo. Todo esto le absorbía la mayor parte del tiempo que tenia libre en los días laborables. Algunas veces, los domingos, después de asistir a los servicios religiosos con su madre, se iba a pasear al parque que había cerca de su casa, pero raramente se unía a otros chicos para jugar. Hacía más de un año, vio a un hombre sentado en su silla plegable enfrente de un caballete haciendo un borrador de un precioso rincón del parque, aquello lo atrajo como el imán al hierro. El niño siempre se sentaba en un banco de madera que había cerca de donde el hombre estaba dibujando, viendo como la mano del artista se movía alredor de la hoja de papel, apareciendo mágicamente aquel lugar del parque en la gran superficie blanca, como si fuera una fotografía, pero diferente y mas bonita. El adulto sabía que el niño siempre estaba allí mirándolo cuando él dibujaba; había observado que el chico raramente jugaba con otros niños y siempre lo observaba. Aquel día, después de dos horas en silencio, el pintor lo miró y le sonrió por primera vez mientras recogía los utensilios que había utilizado. Sabía que el niño había estado todo el tiempo atento contemplando lo que él hacía. El domingo siguiente, tan pronto como volvieron de la iglesia, Alex corrió al parque, el hombre estaba allí pero en otro lugar. Igual que la semana anterior, el artista estaba haciendo un dibujo de otro rincón del parque. El hombre notó la presencia del chico y le sonrió. Después de una hora en silencio, el pintor giró la silla y miró al chiquillo. "¿Te gusta pintar? Te he visto muchas veces como me observas mientras trabajo." "Si, señor, me encanta, especialmente hacer dibujos de personas y animales, nunca intenté hacer lo que usted hace." "¿Qué te parece este?" Alex se acercó y le echó un vistazo al dibujo. "Es muy bonito, parece como si usted hubiera transportado parte del parque a la hoja de papel." "¿Cómo una fotografía?" "¡Oh no! Una fotografía no tiene vida como su dibujo." El hombre se sorprendió del diagnóstico del niño. "Gracias por tu opinión. A propósito, ¿Cómo te llamas, pequeño?" "Mi nombre es Alexander, señor, pero casi todo el mundo me llama Alex." "Encantado de conocerte, Alex. Yo me llamo Robert." El hombre extendió la mano y saludó al chiquillo. El chico se ruborizó, esta era la primera vez que él había saludado a un adulto dándole la mano. Robert añadió. "Ya que hemos sido presentados, ¿qué te parece si nos tomamos un helado en aquel kiosco?" Alex dudó durante un momento, quería con todo su ser el helado, pero su madre siempre le advertía que debería tener cuidado con los extraños. El hombre adivinó los pensamientos del chico y añadió. "No somos extraños, sino colegas." Alex sonrió y ambos se fueron a tomarse el helado, el chico se sintió muy feliz con la invitación. Se despidieron cuando terminaron la dulce crema. Tan pronto volvió a casa le contó a su madre todo lo que había acaecido. "Alexei, te he dicho muchas veces que no aceptes nada de extraños." "Lo sé, mamá, pero en este caso parece un buen hombre y además no me invitó a ir con él, solamente a tomarnos un helado juntos, ¡Hace tanto tiempo que no he tomado uno…!" Su madre lo abrazó con ternura. "Lo siento, hijo, sé que eres un buen chico. ¿Lo verás el próximo domingo?" "No lo sé, mamá, pero puedes estar segura que iré a verlo pintar, si viene. Sabes muy bien lo que me gusta hacer dibujos de todo, mi mano se mueve automáticamente como si un espíritu me guiara. Ha vuelto después de muchos meses, probablemente debido al mal tiempo. Te diré lo que podemos hacer: el próximo domingo, tú te vienes conmigo y hablas con él." El siguiente domingo el hombre no estaba allí y Alex se sintió frustrado, pero al siguiente lo vio como de costumbre debajo de uno de los árboles más grandes del parque. Cuando su madre y él estaban cerca del pintor, la joven se paró. "Alexei, no necesito ir contigo. Sé que ese señor es todo un caballero." Ella había reconocido al pintor, lo había visto muchas veces en el hospital junto con otros doctores cuando ella estaba trabajando. "Por favor, mamá, ven conmigo y te lo presentaré." Con cierta aprensión, la joven madre se acercó al médico al tiempo que el chiquillo la presentaba. "Buenos días, Robert, esta es mi madre." La joven se ruborizó al tiempo que el hombre extendía su mano. "¿Cómo está usted, señora? Tiene un hijo muy agradable e inteligente." Ella no supo qué contestar, pero le dio la mano al hombre. "Gracias, señor. Si, es un chico muy bueno, estoy muy orgullosa de él." El hombre sonrió y el niño se sintió en el séptimo cielo. "Bueno Alexei, me tengo que ir a casa, este señor es un verdadero caballero." La joven se fue, todavía sonrojada. Al niño no le importó, se sentó cerca del pintor en silencio. Observó la gran variedad de lápices, y quería saber el uso de ellos, él tenía solamente uno. Sin embargo, le gustaba el silencio alrededor de él cuando se ponía a dibujar, por eso no quería interrumpirlo. "Parece que hayas perdido la lengua, Alex." El chiquillo sonrió. "Bueno, me gusta el silencio cuando estoy trabajando, de lo contrario pierdo la concentración. Supongo que a usted le ocurrirá igual." "Ahora no estamos trabajado, solamente disfrutando de nuestra compañía y de este maravilloso tiempo. Dentro de un par de meses, nos será imposible estar aquí sentados." Hizo una pausa. "¿No tienes ninguna pregunta? Mi hijo, cuando tenía tu edad, no paraba de hacérmelas." "Si, tengo muchas, pero no me atrevía a molestarle." "Recuerda que somos colegas, y los compañeros no molestan a otros colegas." El chiquillo sonrió por el tratamiento y empezó a preguntar. "Puedo ver que tiene muchos lápices, sin embargo, todos son negros, excepto esos mas gruesos que son de color gris. Yo solo tengo uno que lo uso para todo." "Ciertamente todos parecen que son negros, pero no lo son. No hay dos iguales." El hombre cogió varios de una cartera y se los mostró al niño. "Mira, están numerados, eso indica la dureza de cada uno." Alex los examinó cuidadosamente como si fueran objetos sagrados. "¿Y las letras?" "Señalan la intensidad del negro del carbón." "Entonces, los gruesos tienen que ser muy claros, porque son casi grises." El hombre sonrió. "No son lápices, son difuminadores y están hechos de papel. ¡Mira!." El hombre cogió un trozo de papel, hizo una línea con un lápiz y la restregó suavemente con el difuminador, la raya casi desapareció dejando algo así como una sombra. El chico sonrió satisfecho. "Es mágico." El hombre sonrió y revolvió el cabello ondeado y rubio del chico. Se encontraban cada domingo mientras que el tiempo lo permitía. De pronto, Robert dejó de venir y Alex lo echaba de menos; pensó que no debía haber molestado tanto a Robert haciéndole continuamente tantas preguntas. Entonces prefería permanecer en casa leyendo los libros que sus profesores le recomendaban. Los domingos por la mañana acompañaba a su madre al servicio religioso en la Iglesia Ortodoxa y a dar un largo paseo; ella aprovechaba estos momentos para hablarle de cosas de su familia que ella apenas recordaba. Recientemente su picha había empezado a ponerse dura muy a menudo, especialmente durante la noche, y le encantaba jugar con ella, ignorando que podía ir más lejos y conseguir la agradable sensación de la que los chicos mayores hablaban y que había escuchado en el colegio. En su clase, la mayoría de los chicos eran mayores que él. Había uno, Tomás López, que recientemente había cumplido los once años, Alex lo adoraba en secreto e ignoraba por qué aquel guapo muchacho estaba tan retrasado en sus estudios, aunque había muchos otros de 12 y 13 años, incluso uno de 14, en la misma situación, pero eran negros o latinos a los que no les importaba mucho el colegio. Siempre estaban argumentando sobre chicas o robos. Tom era diferente, tenía muchos amigos y reía con facilidad. Con frecuencia fallaba en matemáticas y el profesor le advertía que debería prestar más atención. Tom tenía la piel mas blanca y suave que él jamás había visto; mostraba dos hoyuelos en las mejillas cuando sonreía, eso hacía que las chicas suspiraran. En contraste, tenía el pelo negro y rizado hasta las orejas que no se peinaba y dejaba caer libre sobre la frente. Grandes ojos negros rasgados, pestañas largas y curvadas completaban su preciosa cara. A Alex le habría gustado tocar y restregar aquella piel, incluso besar los hoyuelos de sus mejillas. No podía explicarse por qué le gustaba aquello tanto y jamás se lo había dicho a nadie. Sin embargo, al parecer, Tom no hacia el menor caso del niño rubio. No obstante, con el rabillo de los ojos, había sorprendido a Tom mirándolo muchas veces, aunque nunca intentó conversar con él, excepto simples gestos o preguntas de cosas del colegio. Alex no sabía por qué todos los chicos, especialmente sus colegas, respetaban a Tom, nunca lo vio pelearse con ninguno. A Alex le habría encantado luchar a su lado, aunque su madre constantemente le decía que no se metiera en peleas porque no tenían dinero para comprar ropa nueva y tendría que zurcirla. Tom no era rico pero siempre tenía dinero disponible para comprar chucherías, sus hermanas vestían ropas normales, y no desgastadas como las que él llevaba puestas. Tom no podía quitar los ojos de aquel pequeño niño rubio cuando no se daba cuenta que lo estaban mirando. Desde que llegó a su clase, hacía dos años, empezó a adorar esos dos trozos de cielo azul que eran sus ojos y aquella preciosa barbilla. El se había meneado la picha muchas veces pensando en aquél precioso y solitario niño rubio. Muchas veces se demoraba a caso hecho en la duchas después de un partido de fútbol, solo con objeto de estar allí cuando Alex se duchara, entonces intentaba observar al chiquillo como podía y echarle unas miradas a aquellas maravillosas y redondeadas nalgas. Desde que llegó a su clase, y sin que Alex lo notara, Tom había creado un cerco de protección y seguridad a su alrededor. Estaba siempre alerta en caso que alguien intentara abusar o molestar al chiquillo. Primero, sintió una necesidad de protegerlo, aunque con el tiempo, esa necesidad se convirtió mas en una fuerte atracción hacia aquel pequeño rubio, fantaseando que lo tenía en sus brazos besándolo y abrazándolo con ternura. No se atrevía a acercarse a él abiertamente porque sus amigos lo considerarían blando hablar con aquel pequeño mocoso, o quizás maricón. Pensó que debería encontrar la forma de tomar contacto con él sin caer en ningún error, pero no sabía como hacerlo. Tenía dinero para comprarle chuches porque él andaba con hombres en el sexo, pero sabía que este rubio era extremadamente inteligente y averiguaría que intentaba sobornarlo. Se dijo que el próximo día se acercaría a él durante la clase, le preguntaría por algo, aunque sabía que el chico era muy pobre y no tenía nada que él necesitara, más bien todo lo contrario. Sintió lástima por él, había chicos que tiraban cosas que este niño aprovecharía contento. Su ropa estaba gastada y había sido recosida muchas veces, sin embargo estaba muy limpia y a Tom le gustaba mucho la limpieza. Aquel jueves por la mañana, el profesor de matemáticas le hizo una pregunta a Tom que no supo contestar. Alex sintió una punzada en el estómago porque la pregunta era muy fácil. Entonces el profesor miró al resto de los alumnos y ninguno se levantó para contestar; un poco molesto el hombre miró a su alumno favorito. "Sr. Lorton, por favor, dígales a sus compañeros la respuesta." Alex agachó su preciosa cabeza y se avergonzó al tiempo que contestaba al profesor. "Lo siento, señor, yo tampoco la sé." El hombre miró a chicas y chicos un poco divertido. Adivinaba la verdad y admiraba profundamente a aquel pequeño ser. El profesor llevaba mucho tiempo viviendo en medio de estos niños perdidos, en su corazón, sentía profundamente el no poder hacer nada para mejorar su situación, sin embargo, sabía que Tom era diferente e ignoraba por qué este guapo chico no era el primero de la clase, porque estaba sobrado de inteligencia. "Sr. López, la fecha de los exámenes están a la vuelta de la esquina y usted tiene que mejorar sus matemáticas, de lo contario no podrá mantenerse en su grado actual. Sr. Lorton, por favor, permanezca en clase después de que toque la campana." Tom miró con ternura al chico que admiraba, lo habría abrazado allí mismo porque sabía que había mentido para salvarlo a él. Alex sintió la mirada de Tom sobre él, su estómago se revolvió como si estuviera lleno de moscas. El verdadero apellido de Alex era Lortonoff o Lortonov, sin embargo, lo habían acortado para facilitar la identificación. Cuando sonó la campana unos pocos minutos después, los chiquillos corrieron en tromba hacia la salida; Alex se quedó sentado en su pupitre. "Alex, sé que conocías la respuesta, ¿por qué no la contestaste?" El niño se sintió avergonzado porque era demasiado inteligente para ignorar lo que había hecho. Agachó la cabeza y se mantuvo en silencio, el profesor le revolvió el cabello. "Está bien, Alex, no lo tendré en cuenta. Te puedes ir." "Gracias, señor." El hombre sonrió a su alumno favorito. A él le gustaba nombrarlo por su nombre abreviado siempre y cuando no hubiera nadie presente. Alex salió. Ya fuera echó a andar hacia el campo de fútbol mientras que los otros chicos jugaban. Se dio cuenta que Tom estaba allí mirándolo, pero no se acercó a donde él estaba, el rubito estaba en lo cierto. Tom raramente estaba solo fuera de clase, esta vez vigilaba al niño y suspiró; sus amigos se le acercaron y él se fue con ellos un poco molesto porque habían interrumpido sus pensamientos. ¿Por qué le gustaba tanto aquél pequeño diablillo rubio? Sintió una gran ansiedad de protegerlo, de abrazarlo y tocarlo. ¿Por qué estaba tan obsesionado con esto? Pero Alex era tan guapo… tan débil. Notó como su corazón se aceleraba cuando suspiraba o pensaba en él. Decidió terminar esto de una vez, debería haberlo hecho hace dos años, pero nunca es demasiado tarde, pensó. El viernes, Tom pensó esperar a Alex en el camino hacia el colegio, sabía que vivía cerca, a un par de bloques de donde él tenia su casa, pero más adelante dirección al colegio; cuando el llegó, Alex salía de su casa; lo siguió contemplando sus espaldas y como movía sus pequeñas caderas. Notó como su picha empezó a ponerse dura y sintió vergüenza. Estaba decidido a iniciar cualquier contacto con su chico, como él lo llamaba en sus pensamientos. Desde el día anterior y después de que el profesor le hiciera la pregunta, Alex había sentido algo extraño, afortunadamente, su madre llegó pronto y cualquier pensamiento sobre Tom desapareció de su mente, le ayudó en los deberes del hogar. Después de la cena se fue a la cama y su memoria lo llevó de nuevo al maravilloso chico de once años. Tom tenía dos hermanas, Brenda, que había sido su colega antes de que lo cambiaran de grado, y la pequeña Margarita, que tenía ocho años, todavía jugaba con sus muñecas. La pequeña niña era una copia de su hermano mayor, Tom; ella lo atraía con fuerza. La contemplaba cuando estaba jugando en el colegio con otras niñas. La semana anterior, Margarita y otras dos amigas estaban saltando con la cuerda a la comba; ella vestía una falda escocesa que le llegaba a las rodillas, pero cuando saltaba, Alex pudo ver parcialmente sus preciosos muslos; eso hizo que su picha se pusiera tiesa. Unas pocas veces la niña le había hecho preguntas simples que él contestaba encantado, ella entonces suspiraba. El lunes, durante la clase, en un momento que el profesor hizo una pausa, Tom se levantó de su asiento y fue a donde estaba Alex. "Alex, por favor, ¿me puedes prestar un lápiz? Me olvidé el mío en casa." Por supuesto Tom estaba mintiendo, tenía dos dentro de la mochila. Alex sintió como sus pulsaciones se incrementaban cuando volvió la cabeza hacia su adorado amigo. Sintió una ola de cariño cuando lo miró. El rubito buscó dentro de su manoseada mochila y extrajo un trozo de lápiz que apenas si podía mantenerlo entre los dedos. "Lo siento, Tom, esto es todo lo que tengo." "No importa, me servirá." Se volvió a su pupitre e hizo como si lo estuviera utilizando; unos pocos minutos más tarde se lo devolvió. "Muchas gracias." Entonces en voz baja añadió: "Y gracias también por lo que hiciste cuando el profesor de matemáticas me preguntó. Realmente eres un buen amigo." Alex lo miró y suspiró, mientras Tom volvía a su lugar. Andando hacía su casa aquella tarde fue como volar sobre una nube; repitió para sí muchas veces las maravillosas frases que habían cruzado, pero no pudo ver a Tom por ninguna parte. El resto de la semana Tom ignoró a Alex, al menos, eso era lo que creía el chico rubio. Como cada sábado, Tom fue a encontrarse con Alfred, su colega en el asunto sexual con hombres. Localizaron un cliente que les pagó cinco verdes por chuparles las pichas. Volvieron a la Plaza y alrededor de las 11:00, se encontraron con un cliente que ellos ya conocían. Disfrutaron de una buena comida que pagó el cliente, entonces se subieron en su coche y se fueron a un hotel de carretera en New Jersey. Cogieron una habitación grande con dos camas de matrimonio; después de ducharse estaban empalmados. El hombre folló a Tom entre las piernas mientras que él se la chupaba a Alfred. Tom miró a su colega y sonrió, se metió en la boca la picha de Alfred mientras que el hombre hacía lo suyo entre las piernas. A la mente de Tom vino la imagen de Alex como si el pene que tenía en la boca fuera el de su adorado chico; cogió fuertemente las nalgas de su colega y empujó para conseguir el máximo de su pene en su boca mientras que Alfred gemía de placer. Antes de que el hombre empezara a expulsar su semen, los chicos recibieron sus orgasmos dos veces. Durante la ducha rápida que siguió, Alfred comentó. "Tom, tú nunca me la has chupado como has hecho hoy; me he corrido dos veces. ¿Por qué de esa necesidad?" Tom sonrió y suspiró. "No lo se, solo quería que los disfrutaras." Alfred se rió con ganas y le chinchó. Permanecieron en la habitación con el hombre bromeando felices. Después de algún tiempo, iniciaron de nuevo otra sesión de sexo, esta vez Tom follaba a su amigo al mismo tiempo que lo masturbaba y Alfred chupaba la picha del adulto. Extenuados permanecieron en la cama durante algunos minutos. El hombre les pagó veinte verdes a cada uno y los dejó en la Plaza, acordando verse de nuevo dentro de dos semanas. Había todavía tiempo para otro cliente, pero Tom prefirió volverse a casa. Estaba pensando en su dulce Alex y sobre su pobreza, ni siquiera podía tener un lápiz... De pronto vio una tienda de objetos usados y en el sucio escaparate uno que parecía algo así como un libro sin páginas, solo las tapas, pero estaba lleno de lápices usados de todos los colores, pero especialmente negros. Entró en la vieja tienda, dentro estaba el dueño más viejo aún. Era un judío que lo miró inquisitivamente. "¿Qué quieres, chico?" "¿Cuánto vale esa carpeta de lápices que hay en el escaparate?" "Dos dólares." "¿Dos verdes? Creo que está usted loco, están casi gastados y sucios." Probablemente aquel día el negocio no había ido lo suficiente bien, así que, después de algunos minutos de regateo Tom pagó 1,50 dólares y se alejó con su compra. Se sintió feliz, muy feliz. "¡Que sorpresa mas maravillosa para Alex!" Pensó sonriendo. Todavía no era muy tarde, así que se fue a su lugar secreto, un sótano cerca de su casa; se desnudó, escondió los veinte dólares y buscó una lata vacía que tenía que fregar después de hacerse una paja. Cogió un poco de agua caliente de un gran depósito, abrió la cremallera del estuche y extrajo todos los lápices y otros pequeños utensilios de dibujar y lo hundió en el agua caliente. Lo lavó todo cuidadosamente hasta que pareció que estaba limpio, incluso aparecieron letras en la cubierta que no tenían ningún significado para él. Lo puso debajo del depósito de agua caliente para que se secara; limpió todos los objetos y los escondió. Después de hacerse otra paja pensando en su adorable rubio, se vistió y se fue. Al día siguiente, domingo, se fue a reunirse con Alfred, no tenía prisa porque pensó que había tiempo. Desde que formaban un equipo, habían hecho buenos negocios. Tenían clientes sobrados, así que preferían elegir aquellos que eran buenos y no pobres. Lo consiguieron tres veces con almuerzo incluido y quince dólares cada uno en el bolsillo, así que se volvió a casa porque tenía deberes del colegio que tenía que hacer. El lunes se levantó más temprano que de costumbre, su madre ya se había ido al trabajo, y sus dos hermanas menores, Brenda y Margarita, empezaron a moverse, preparándose y vistiéndose para irse al colegio. Además,+- tenían otros dos medio-hermanos de 24 y 22 años que vivían separados, raramente los veían. Se coló dentro del obscuro sótano y comprobó que el estuche estaba seco; reemplazó todos los lápices y los otros objetos, lo envolvió con papel, lo metió en su mochila y se marchó. Ahora el problema era como dárselo a su adorado niño. Alex había pasado un normal y solitario fin de semana. El sábado fue a dar un paseo por el parque, en su memoria estaba el ver a Tom allí, pero como de costumbre no lo vio por ninguna parte. Si vio a algunos de sus amigos que lo ignoraron. El lunes, como de costumbre, salió de casa para el colegio, después de unos momentos oyó los pasos familiares detrás de él, se giró y vio a Tom con un pequeño paquete en las manos. "Buenos días Alex. Te he traído un pequeño regalo." Diciendo esto introdujo el estuche dentro de la pobre mochila del niño; la cremallera no quedó totalmente cerrada. Alex se sorprendió enormemente porque él no había hecho nada para merecer un regalo y muchísimo menos proveniente de Tom, además para su cumpleaños faltaba todavía algunos meses, era en octubre. "Por favor, prométeme que no lo abrirás hasta que vuelvas a casa." "Te lo prometo, pero..." antes de que pudiera decir algo más, Tom echó a correr para unirse con sus amigos, dejando, si cabe, a Alex mas sorprendido todavía. Tocó la mochila intentando identificar el objeto, solamente sabía que era cuadrado, grueso y no pesado. Estuvo tentado de parar en alguna parte y abrirlo, sin embargo, era ya el momento de entrar en clase. Corrió y entro justo en el momento que la campana sonaba. El día transcurrió sin que ocurriera nada importante que reseñar. Miró varias veces al lugar donde Tom estaba sentado, pero el chico parecía no tener el menor interés en él. Durante el recreo y el almuerzo, Tom permaneció con su pandilla de amigos, no obstante, se reía para sí cuando miraba furtivamente a su pequeño amigo; parecía confuso y él disfrutaba con aquello. ¡Estaba tan guapo con el ceño fruncido! Tom suspiró. El largo día terminó y Alex corrió a casa. Nerviosamente entró en el pequeño apartamento, corrió la cremallera de la mochila para extraer el paquete, pero de pronto se paró y pensó: "No, tengo que ser disciplinado, como Robert me decía. Esperaré hasta que haya terminado todas las tareas de la casa." Como de costumbre, se desnudó, dobló con cuidado las prendas que se había quitado y comenzó a fregar los platos y limpiar la cocina. Había hecho ya los deberes escolares en la biblioteca del colegio. Pacientemente, como comprobándose a sí mismo, cogió la mochila y la puso sobre el limpio y desgastado sofá, temblando de emoción extrajo el paquete, separó el papel que lo envolvía y ante sus ojos apareció el largo estuche azul; con la boca abierta de sorpresa y manteniendo la respiración, corrió la cremallera y lo abrió. "¡Oh Dios!" Exclamó. Tocó con reverencia cada uno de los lápices de carbón como si fueran objetos sagrados. Observó que algunos habían sido ya usados y el estuche lavado, ya que todavía se podían ver restos de suciedad en las esquinas mas escondidas; no obstante, los lápices y el sacapuntas estaban casi como nuevos. Alex besó el estuche y murmuró, "¡Oh Tom, Tom, te quiero! ¿Cómo supiste que deseaba con toda mi alma y necesitaba esto?" No tenía papel apropiado para hacer un dibujo y no podía utilizar sus cuadernos, aunque lo intentó con algunos en una hoja ya escrita. Se dio cuenta que se estaba tocando la picha mientras pensaba en su héroe. Cuando llegó su madre, inmediatamente le enseñó el regalo. Después de examinarlo, le dijo a su hijo: "Es igual al que tenía tu amigo el pintor, y parece como nuevo. ¿Quién te lo ha regalado?" "No es nuevo, es de segunda mano y lavado. Tom López me lo dio." "¿Tom? El no es rico y este objeto es caro. Parece que te aprecia, pero la mayor parte del tiempo lo pasa por ahí con esa pandilla de chicos que no me gustan nada…" "Mamá, él tiene derecho a escoger a sus amigos, el problema es que pasa demasiado tiempo con ellos y no le importa los trabajos escolares, especialmente las matemáticas. El profesor le ha advertido que no pasará al siguiente grado si no las mejora. Es bueno en todo lo demás, pero falla en esta asignatura tan importante." Continuó explicándole a su madre todo lo que había ocurrido la semana anterior. "Ahora sé por qué te regaló el estuche. ¿Por qué no le ayudas? Tú eres muy bueno con las mates." "Lo haría gustoso, pero no creo que acepte; incluso estando preocupado como está de no pasar de grado." "¿Cómo sabes que no aceptará tu ayuda, si ni siquiera se lo has sugerido?" "Lo conozco bien, mamá. Es muy orgulloso y el profesor no quiere emplear tiempo extra para ayudarle. No puedo hacerlo en el colegio porque entonces todos sus amigos y otros chicos se reirían de él porque un chico menor está enseñando a otro mayor, y a ti no te gusta que nadie entre en nuestra casa." Alex hizo una pausa y su madre guardó silencio considerando las palabras de su hijo. El niño había crecido mucho últimamente y debería tenerlo en cuenta dándole más libertad y confianza. "Alexei, te estás convirtiendo en un hombrecito, incluso creo que eres demasiado para tu edad, creo de verdad que puedo confiar en ti. No me importaría, si tu quieres darle clases de matemáticas aquí a Tom, sin embargo, quiero que me prometas que os comportaréis como buenos chicos y que nadie, excepto vosotros dos, entre aquí." Alex miró a su madre con ternura y le dio un beso. "Gracias, mamá, realmente quiero ayudarle y ser su amigo. Hablaré con él cuando vaya a darle las gracias por el regalo." Al día siguiente, martes, Alex se levanto temprano, no podía dejar de pensar sobre lo que su madre le había dicho. ¿Cómo podría acercarse a él para enseñarle sin herirle en su orgullo? Estaba muy contento cuando entró en el colegio. Tom entró en la clase y se sentó en su pupitre, ignorando por completo al muchachito rubio; sin embargo, cuando estaba concentrado en su trabajo, el chico mayor lo observaba cuidadosamente y suspiraba. El día continuó, por la tarde tenían gimnasia como última tarea del día. Alex demoró su entrada en las duchas, no quería exponerse a las bromas y burlas de los chicos mayores; algunos de ellos ya adolescentes. La mayoría ya había salido de las duchas cuando él entraba en el último de los cubículos; un chico más pequeño se estaba secando entre las risas de los mayores que ya se habían duchado y se iban. Tom no quería encontrarse con Alex en las duchas porque quería hacerse una paja y no podría soportar que sus amigos se burlaran de su adorado niño, así que prolongó su tiempo jugando al fútbol ignorando si Alex estaba allí o no. Al momento de entrar oyó una ducha que empezaba, se desnudó y sin dudarlo un segundo se metió bajo el segundo cabezal del último departamento que siempre usaba. Ambos muchachos ignorando la presencia del otro se giraron. Pararon de enjabonarse como si fueran robots esperando la orden de moverse; como si recibieran la orden, instintivamente Alex se lanzó a los brazos de su adorado amigo rodeándolo con los suyos hasta la espalda. Tom lo recibió contra su pecho en un apretado abrazo; después de unos pocos segundos le murmuró al oído: "¡Te quiero con todo mi corazón, Alex!" Alex abrazó a su amigo incluso más fuerte al tiempo que le restregaba la suave espalda. No podían hablar, sus jóvenes corazones latiendo fuerte dentro de sus pechos. Tom continuó restregando las espaldas y el cuello del chiquillo mientras le murmuraba una y otra vez "Te quiero." Permanecieron pegados el uno contra el otro durante lo que les pareció una eternidad, pero en realidad fue solamente como medio minuto. Entonces, Tom, con más experiencia, y con la mayor ternura que pudo reunir, se separó de Alex. Sin despegarse totalmente del suave cuerpecillo, le levantó la barbilla y lo besó en los labios. No fue un beso largo y apasionado, más bien tierno y corto. Tom notó como su joven amigo temblaba y lo abrazó más fuerte aún. Entonces casi en un susurro, Alex dijo: "Yo también te quiero, Tom." El chico mayor cortó el agua y limpió la cara de su chico, experimentando la suavidad de sus mejillas, notó también el calor de algunas gotas, supo entonces que Alex había podido evitar algunas lágrimas. "Te quiero mucho." Alex miró dentro de los ojos negros de su amigo que a él tanto le gustaban. El rubio era casi tan alto como su amigo. Puso las palmas de las manos en la cara de Tom y atrajo su cara hacia si, besando cada uno de los hoyuelos de sus mejillas. Sus ojos brillaron como dos pequeñas estrellas. "Permíteme que te enjabone y después tu me lo haces a mi, si quieres." Dijo Tom. Alex asintió y vio contento como la mano de su amigo se movía por todo su cuerpo. No podía recordar cuando otra persona lo había enjabonado, probablemente su madre, aquello era maravilloso, se sentía encantado con el contacto de las manos de Tom al restregarlo. Con el jabón llegaron pequeños besos, y eso le gustaba aún más; su picha estaba mas dura que jamás lo había estado antes y Tom parecía tan feliz como él. Señalando a su picha Tom añadió: "No tenemos tiempo suficiente, es demasiado tarde, aunque me gustaría mostrarte cuanto me agradas estar contigo." Alex no tenía la más mínima experiencia respecto al sexo, al menos disfrutarlo, incluso no asociaba la dureza de su pene con los abrazos de Tom, pero el inteligente chiquillo instintivamente sabía lo que su amigo quería decir. "Hazlo, Tom. Nunca he hecho nada a nadie ni nadie me ha tocado a mí antes, pero quiero que seas tú el primero que me lo haga." La picha de Tom estaba dura como la roca, pero era consciente del tiempo; entonce dijo: "Hoy no. Te amo demasiado y no quiero que cualquiera pudiera cogernos." Le dio un beso rápido a su chico y lo puso debajo de la ducha. Se enjabonó rápido y se acercó a Alex durante un par de minutos. Entonces se secaron como amigos normales, se vistieron y salieron. Los amigos de Tom se sorprendieron de verlos juntos. Él les dijo: "Os veré mañana. Alex se ha sentido enfermo y voy a llevarlo a casa." Alex se rió para sí y suspiró. "Tienes muchos recursos para resolver cualquier problema. No comprendo como puedes estar un grado retrasado en los estudios. "Bueno… tienes razón, eso es lo que mi madre y los profesores siempre dicen, pero las hijoputas de las matemáticas me producen dolor de cabeza. No sé por qué a ti te gustan tanto." Iban ahora andando despacio, la felicidad se podía palpar en sus caras. "Tom, tú me has hecho el chico mas feliz del universo; nunca pensé…" Bajó la voz temiendo que alguien pudiera oírle. "…que podría amar a nadie como te quiero a ti." Tom lo paró. "Por favor, no digas eso de nuevo, porque te abrazaría y te besaría aquí mismo sin importarme lo que pudiera pasar. Soy un chico muy feliz, incluso más que tú." Se rieron con ganas. "Tom, somos como uno solo ser, y quiero que siempre estemos juntos. Por favor, déjame que te ayude en las matemáticas. Estoy seguro que mantendrás el grado, y el año que viene estaremos los dos juntos." Tom miró con ternura a su amigo. "De ninguna manera. Te quiero muchísimo, mi pequeño eslavo, pero ¿que dirían mis amigos viendo que un chico menor está enseñando mates a un chico mayor?" "Primero, tú no eres tan mayor, acabas de cumplir los once, y dentro de unos pocos meses yo cumpliré los diez. Y segundo, no necesito enseñarte en el colegio, lo haríamos en mi casa, donde nadie puede vernos." "Pero ¿y qué hacemos con tu madre? Sé que a ella no le gustan las visitas." "Ella te quiere, Tom, y tengo su permiso para que tú estés conmigo mientras ella está trabajando." "¡Ah! Eso significa que tú ya estabas determinado a enseñarme sin mi consentimiento previo para ello. ¡No es extraño que mi hermana Brenda y sus amigas estén locas por ti desde que estuviste en su clase!" "¿Puedo recordarte que tú tampoco me dijiste nada sobre tu regalo? Es la cosa mas maravillosa que jamás tuve; bueno… de hecho, no recibo muchas cosas." Tom sintió que su amigo se estaba poniendo triste, así que cambió de asunto. "Bien, ¿cuando empezaremos con las clases de matemáticas?" "Mañana. Tengo algunos deberes que hacer todos los días en casa, como lavar los platos y limpiar la casa, así que dame una hora o así para hacerlos. Completaré en la biblioteca los deberes escolares durante los recreos, de manera que estaré libre para ti." "Me gusta lo que has dicho sobre que estarás libre para mi." Sonrió y agregó."Eso tiene muchos significados" El inteligente chico se sonrojó al tiempo que sonreía. "Tú dijiste que somos como uno, por lo tanto te ayudaré en los deberes de casa, así que pronto estaremos libres para hacer lo que queramos." Estaban en la puerta principal del edificio donde vivía Alex. Tom giró la cabeza hacia ambos lados y observando que no venía nadie que pudiera oírlos, dijo: "Te quiero." Alex no tuvo tiempo para contestarle porque Tom ya corría loco de contento hacia su casa. Aquella noche fue muy difícil para ambos chicos quitarse de la cabeza lo que les había ocurrido. Alex no podía olvidar los besos que habían intercambiado, la suavidad de su blanca piel, incrementada por el jabón. Su picha nunca había estado tan dura, empezó a restregarla arriba y abajo hasta que aquella maravillosa sensación de ganas de orinar llenó todo su cuerpo. De mala gana paró porque pensó que podría manchar las sábanas. Con la imagen de Tom en su mente se echo a dormir. Tom estaba en la misma situación, como si fuera una oración, murmuraba para sí: "mi chico, mi precioso niño, te adoro, Alex." Tom tenía más experiencia y sabía como quitarse las tensiones sexuales, al menos parcialmente, sin embargo, se sentía impotente para borrar su mente. Repetidamente rebobinaba y repetía aquellos dulces momentos en las duchas, los besos y el abrazo de su chico, y sobre todo aquellas cálidas lágrimas de felicidad. Se fue al cuarto de baño y cerró con llave la puerta, nunca había estado tan excitado, incluso cuando estaba cerca del orgasmo follando a su compañero de negocios, Alfred, durante un servicio para un hombre. Se dejó caer de espaldas en la bañera, se echó saliva en la mano y la extendió por encima de su duro pene. Empezó a meneársela rápido, con ansiedad, como jamás lo había hecho antes, hasta que le llegó aquel maravilloso placer. Paró de respirar y gimió al tiempo que alcanzaba su orgasmo seco. No obstante, la dulce cara de su chico permaneció en su mente. De nuevo empezó a masturbarse, elevó las piernas hasta el pecho, humedeció con saliva el dedo corazón y lo introdujo en el ano, tocó aquel punto mágico como cuando Alfred lo follaba en los momentos que lo hacían para complacer a los hombres. De nuevo alcanzó el punto de no vuelta atrás y casi grita de goce. CAPÍTULO 2 ----------------- Alex le había dicho a su madre que empezarían las clases el siguiente día cuando volvieran del colegio, después de hacer las cosas de la casa. Tom hizo igual con su madre, sin embargo, no mencionaron nada sobre el profesor. Ella se sorprendió gratamente y se puso muy contenta de que su hijo hubiera tomado aquella decisión. Por la mañana se fueron juntos. "¿Dormiste bien? Tom preguntó a su nuevo amigo. "Si, muy bien y con sueños muy bonitos. En todos ellos tú eras el centro de mi universo." "Los míos en cambio eran pesadillas con un fin feliz. Criaturas desagradables y feas te secuestraron y yo fui a rescatarte, entonces tú me pagaste con la mas dulce de las sonrisas que podía imaginar." Con cuidado que nadie pudiera notarlo, Tom apretó la mano de su niño y murmuró: "eres lo mas grande del mundo." Alex rió y suspiró. Los amigos de Tom observaron cómo la pareja disfrutaba estando juntos; después de separarse de Alex y ya muy cerca de la entrada principal del colegio, cuando se unió al grupo, uno de ellos dijo: "¿Estas cuidando a ese mocoso de mierda?" Y se rió. Tom se paró y lo miró con dureza con los puños cerrados. "No lo estoy cuidando porque no lo necesita; el sabe cuidarse y defenderse, incluso contra ti; además, no es un mocoso de mierda, ya lo demostró la pasada semana cuando mintió para protegernos, asumiendo que no sabía la respuesta cuando no era así. Dudo que algunos de nosotros lo habría hecho, incluyéndote a ti." "Por favor, Tom, no te cabrees, solamente era una broma." Entonces otro chico preguntó: "En ese caso, ¿por qué no lo admitimos en nuestra pandilla?" "Es cosa suya. Por otro lado, su madre es amiga de la mía, y me dijo que evitara a toda costa que se metiera en líos o peleas y echara a perder los méritos que tiene acumulados en su expediente. Él nos respeta, así que nosotros debemos respetarlo a él." Entraron en el colegio y cada uno se fue a su respectiva clase. El día pasó sin ninguna otra novedad. Después de terminar, Tom, Alex, y un par de amigos se juntaron andando y charlando juntos, al poco, los otros dos chicos tomaron una dirección diferente. Rápidamente ellos subieron por las escaleras, Alex usó la llave que colgaba de su cuello y ambos entraron en la casa, dejando las mochilas sobre el desgastado pero limpio sofá. Tom cogió a su amigo por detrás y lo besó en la mejilla. Como siempre, Alex comenzó a desnudarse y a doblar cuidadosamente su ropa. Tom pensó que empezarían enseguida a pasarlo bien y rápido se desnudó también. Los dos estaban ya empalmados. Con suavidad Alex lo paró. "No necesitas estar desnudo para ayudarme en mis tareas, a menos que te guste." "Pero tú te has desnudado, pensé que empezaríamos a divertirnos. Eres tan maravilloso..." Alex sonrió echándole un viejo y gastado delantal. "Primero tenemos que trabajar, la disciplina ante todo, eso es lo que siempre dice Robert." "¿Robert? ¿Quién es Robert?" Preguntó Tom con una punzada de de celos en su voz. Alex sonrió y le dio un beso rápido en la mejilla. "Nadie de quién tú pudieras tener celos. Es un hombre adulto de unos 50 años, un pintor que conocí en el parque el año pasado. He hablado con él muchas horas, casi todo el tiempo de pintura. Es grandioso, de alguna manera lo quiero. Te lo presentaré si quieres, estoy seguro que os gustareis. "No. Por ahora no estoy interesado en la pintura. Comencemos." Pronto los chicos estaban atareados en lo que debían hacer, bromeaban y compartían felices el estar juntos. Terminaron, se sentaron en el pequeño comedor y comenzaron la primera clase. Alex estaba gratamente sorprendido de la rapidez con que Tom comprendía sus explicaciones y como utilizaba la lógica para resolver los problemas matemáticos que él le presentaba, incluso se olvidaron de que estaban desnudos y sus penes dormidos. Al final Alex dijo seriamente: "Tom, todavía no puedo explicarme como no estás dos grados delante de mi. Tienes una lógica sorprendente para resolver problemas, y eso es muy importante en matemáticas y lo que necesitas. ¿Por qué vas retrasado?" Tom miró con cariño a su amigo y le acarició la suave mejilla con el dorso de la mano. "Realmente no lo sé, Alex; pero el profesor no explica las cosas como tú lo haces." Guardó silencio. El pequeño profesor sabía que eso era parte del problema, pero solamente parte. Se puso en pie, puso el libro dentro de su mochila y abrazó a su nuevo amigo. Empezaron a luchar en la vieja y gastada alfombra, sus pichas duras como rocas. Tom sujetó a Alex contra el suelo, aproximó su cara a la del niño y se besaron, esta vez en un largo y apasionado beso. "Me gusta, Tom, por favor, hazlo de nuevo." El experimentado chico miró con ternura a su adorado profesor. Unieron sus labios de nuevo, pero esta vez Tom abrió los dientes de Alex introduciendo su lengua dentro de la boca del rubito. Alex se sorprendió pero pronto empezó a disfrutarlo presionando la cabeza de Tom contra la suya. Respirando con dificultad el chiquillo dijo:"Eso ha sido fantástico, Tom, siento que me voy a mear." Tom sonrió, se movió hacia abajo y si expresar otra palabra, se metió en la boca la larga picha y los huevos del chiquillo. El niño no podía explicar lo que le estaba pasando, solamente que se sentía como en el mejor de los cielos, pero con unas ganas tremendas de orinar. Tom se estaba masturbando al mismo tiempo que chupaba el paquete de su amigo; Alex tartamudeando, dijo: "Mearé en tu boca." Tom no dejó de chupar a su amigo ni dijo nada, sabía muy bien lo que le estaba ocurriendo. Alex gimió con voz que era casi un grito al tiempo que aquel maravilloso placer llegó a su picha por primera vez, mientras que todo su cuerpo se convulsionaba. Arqueó sus caderas, paró de respirar y voló hasta las estrellas. Cuando se estaba recuperando, abrió los preciosos ojos azules y vio a su guapísimo amigo cerca de él besándole la suave piel de la barriga. "¿Donde están tus orines?" Alex sonrió, puso sus brazos alrededor de las espaldas de su amigo y lo giró, de manera que ahora él estaba encima. Miró aquellos bellos ojos de negro profundo como un pozo y sin decirle nada lo besó tiernamente, con pasión después al tiempo que abrió los dientes de Tom. Alex era un aprendiz con una mente privilegiada, eso explicaba por qué era el número uno de su clase, pensó Tom. Sin embargo, Alex no paró ahí; a él le encantaba el contacto de las lenguas y disfrutaba la sensación que recibía cuando su piel se pegaba con la de su amigo, eso era lo más maravilloso. Observó como sus penes se movían excitados con cada latido de sus corazones, no lo dudó un segundo y se metió en la boca la picha de su amigo. Tom extendió sus fuertes brazos y arrastró a su chico a una posición 69 intentando tragarse la totalidad de sus órganos genitales como tantas veces había hecho con Alfred y que les daba tanto éxito. Se chuparon el uno al otro durante unos minutos hasta que aquel glorioso orgasmo envolvió sus jóvenes cuerpos. Alex se recuperó enseguida y se volvió a su posición original. Permanecieron así en silencio gozando el contacto de sus jóvenes cuerpos. A Tom le encantaba acariciar las ondas del suave y limpio cabello de Alex, dándole pequeños besos rápidos de vez en cuando; esos momentos llegaron a ser para los chicos lo mejor de sus encuentros. "Te quiero, mi niño precioso." Alex lo miró y le devolvió los besos diciendo: "Yo también te quiero, Tom. Estaría así todo el día y toda la noche." Tom sonrió satisfecho. "Por favor, hagámoslo de nuevo." Empezaron, una vez más, su relación amorosa hasta que sus pequeños jóvenes cuerpos estuvieron exhaustos. Entonces Tom se vistió, cogió su mochila y le dio un beso a su pequeño amante. "Que tengas dulces sueños, mi niño." Todavía desnudo, Alex le devolvió la caricia a su amante y cerró la puerta con llave. Estaba excitado y exultante. Se metió en el cuarto de baño y se duchó. Le habría gustado invitar a Tom a ducharse juntos, pero eso significaba mas agua, y ellos estaban muy escasos de dinero. El día siguiente fue una copia de aquel memorable primer día, excepto cuando llegaron al punto del sexo. Se habían duchado cuidadosamente en el colegio. Cuando empezaron a besarse y restregarse el uno al otro, Alex dijo: "Hagámoslo en mi cama, será mas confortable. Mi madre no encontrará extraño que la cama no esté hecha apropiadamente." Saltaron a la cama, Tom yaciendo de espaldas. Empezaron acariciándose el uno al otro, sus pichas restregándose contra sus entrepiernas. Alex gozaba muchísimo porque sentía la suave piel de Tom restregándose contra la suya y eso incrementaba su excitación. A los pocos minutos alcanzaron el punto de no retorno; sus cuerpos se tensaron el uno contra el otro y se unieron empujando para que sus entrepiernas se juntaran lo mas posible al recibir sus orgasmos. El goce se apagó reemplazado por caricias y la alegría de estar juntos. Alex besaba una y otra vez los hoyuelos de su amante: "Adoro tus hoyuelos." "Quiero hacerle algo especial a mi niño. Te enviaré al séptimo cielo donde mora el arco iris." Alex sonrió porque sabía que su amigo podía hacer que el fuera así de feliz. Tom puso a su chico de espaldas sobre la cama y empezó lamiendo su abdomen. "Tú puedes hacerme a mí lo que quieras, pero, por favor, no te toques a ti mismo." Empezó por humedecer y chupar los lóbulos de las orejas que inmediatamente se tornaron rojos, continuó mordisqueando el cuello, el chiquillo se encogió excitado y riendo al mismo tiempo, su respiración se acentuaba al sentir la lengua sobre su piel. Tom metió la cabeza en los sobacos chupándolos uno después del otro. Una sensación de cosquillas y deseo envolvió al chiquillo que se incrementó cuando Tom empezó a chupar las tetillas del chiquillo. Alex que ya estaba muy excitado, no comprendía por qué se sentía tan bien cuando su amigo tocaba aquellas partes de su cuerpo. Sus bocas se pegaron y las lenguas se movieron dentro. Desesperadamente Alex cogió la cabeza de Tom al tiempo que se movía hacia abajo y sus pichas se restregaron. Ambos estaban ya muy cerca de sus orgasmos. Tom paró, le dio un beso rápido al niño y se movió hacia abajo rozando el cuerpo de su joven amante con el suyo. No se paró en el excitado pene que ahora se movía con cada latido del corazón. De pronto el chico mayor empezó a chupar los dedos de los pies, después los blancos muslos que el muchachito separó para facilitar el acceso de la lengua de Tom. Aquello era demasiado para él que ya estaba con los ojos cerrados y gimiendo de placer. El chico mayor le acarició el interior de las piernas y de pronto se metió en la boca el paquete entero del chiquillo; era mas pequeño que el suyo. Solamente necesitó unas pocas chupadas para enviar a su joven amigo al espacio exterior. Con un maravilloso gemido Alex levantó las caderas, extendió las piernas y curvó los dedos de los pies al tiempo que sus manos se enredaban en el pelo rizado de su amigo. Tom se masturbaba mientras chupaba a Alex, así ambos llegaron juntos al éxtasis de sus secos orgasmos. Como Tom le había prometido, en el pico de su clímax Alex subió el ultimo peldaño de su particular arco iris con una maravillosa explosión de colores hasta que cayó en el séptimo cielo y bajó suavemente a la Tierra. Todavía recuperándose extendió los brazos y atrajo a Tom hacia él. Cuando ya pudo hablar, dijo: "Tom, ¡ha sido increíble! No sabía que tenía tantos lugares sensibles que hacían sentirme tan bien. Gracias." Tom le sonrió. "Todavía hay más, ya te los aprenderás cada vez que hagamos el amor." Media hora después estaban otra vez envueltos en un ejercicio "69" hasta que estuvieron satisfechos. Alex utilizaba el cuerpo de Tom como almohada, los dos estaban en silencio acariciándose mutuamente; Alex siempre decía que esa era la mejor parte de sus memorables tardes. De pronto se movió, miró a los bellos ojos de su amante y preguntó: "Tom, haciendo estas cosas ¿somos maricones?" Aquello sorprendió al muchacho, pero sabía que tenía que contestar. "No lo sé ni me importa. Solo sé que daría mi vida para salvar la tuya, si fuera necesario. ¡Te quiero, Alex!" "Has contestado como yo esperaba que hicieras. Este es el más difícil de los problemas, Tom. Puedes estar seguro que nada ni nadie haría que yo fuera diferente. ¡Yo también te quiero Tom, te quiero con toda mi alma!" Se abrazaron fuertemente. Progresaron mucho, no solamente en el sexo, también en las matemáticas y otras materias escolares. El viernes el profesor hizo una explicación en la pizarra e hizo una pregunta sobre el asunto. Tom levantó la mano. El hombre no se sorprendió lo más mínimo, sabía de la capacidad e inteligencia del chico, solamente necesitaba una buena compañía y los había visto juntos. Tom contestó correctamente. El profesor dijo: "¿Puede explicarlo para todos nosotros, Sr. López?" "Si, señor." Subió al estrado donde estaba la pizarra, cogió la tiza y desglosó la fórmula que resolvía el problema. Cuando retornaba a su sitio le hizo un guiño a su joven amante y profesor. "Señor López, veo que ha progresado substancialmente; si continúa trabajando así, no tengo la menor duda que usted estará en el siguiente grado en Septiembre." "Gracias, señor." Había transcurrido un año desde estos eventos. Ahora Tom tenía doce años y Alex casi once. No eran solamente amigos, eran los mejores amigos y además amantes. Aunque Alex lo respetaba y nunca le preguntaba por qué no podía verlo durante los fines de semana, pero era una sombra que tenía en su corazón respecto su amigo. Habían continuado con su mismo sistema de vida. Tom se mantuvo en el grado escolar de Alex, y ahora el objetivo era que Tom alcanzara los primeros puestos de la clase. Alex había crecido mucho y era tan alto como su amigo, pero algo más delgado. Había perdido algún interés por la pintura porque no había vuelto a ver a su maestro Robert en el parque. Incontables veces, había ido al parque sin tener éxito; pensó que a lo mejor habría tenido un accidente de carretera y habría fallecido; eso lo ponía muy triste porque de alguna manera quería a su maestro sin saber por qué. Había aprendido todo lo que sabía de dibujo y pintura porque él se lo había enseñado. Durante el previo corto verano, toda la pandilla iban a nadar, y, siguiendo la idea de Alex, también visitaban los grandes museos, especialmente aquellos que se referían a Ciencias y Naturaleza, sin embargo aquello costaba dinero y ellos no tenían mucho disponible, así que pasaban el tiempo jugando al fútbol y baloncesto. El 9º cumpleaños de Margarita fue uno de los mejores días de su corta vida. Tom los invitó al cine, y vieron una película preciosa de un príncipe y una princesa con un final feliz. Alex se sentó entre Tom y Margarita, y tan pronto como las luces se apagaron sintió la mano de la niña en las suyas. Un poco más tarde, la película mostró al príncipe en acción tratando de rescatar a su princesa de un dragón. En un momento en que la bestia atacaba al príncipe, la asustada niña no pudo resistir las imágenes, en un rápido movimiento y de pronto, la chiquilla escondió la cara contra el pecho del chico. Alex sonrió, puso su brazo izquierdo alrededor de los hombros de la muchachita y la acunó contra su pecho, el brazo alrededor de la cintura del niño; de modo instintivo él le besó el cabello. Margarita suspiró sintiéndose la niña más feliz del mundo. Un par de minutos más tarde la chiquilla se dio cuenta que se estaba comportando como un bebé, pero se sintió protegida y muy bien, así que movió la cabeza un poco y continuó viendo la película como estaba; permanecieron unidos hasta que la sesión finalizó. Tom miró a su hermanita y sonrió. Como de costumbre, Tom no estaba disponible los fines de semana, y Alex persistía yendo al parque, aunque sabía que su maestro no estaría allí. Sin embargo, desde hacía algunos años, e imitando a "High Park", muchas personas de todas clases, edades y condición, se reunían cerca del pequeño lago los sábados y domingos a jugar al ajedrez. Al chico le encantaba; su madre y algunos profesores lo habían animado, aunque él prefería la pintura. Alex estaba con otros tres chicos cuando se acercaron a la laguna, observaron parejas de niños y adultos jugando a la sombra de los grandes árboles. Pudo comprobar que no eran lo suficientemente buenos para jugar con él. Vio un hombre bien vestido solo, con el tablero de ajedrez listo para empezar una partida, pero nadie se acercaba a jugar con él. Alex pensó que el hombre estaría sobre los cincuenta, porque tenía el pelo blanco, pero no era muy viejo. Entonces le dijo al chico de color con el que estaba: "Blocky, voy a jugar con ese hombre." Su amigo, gordito de unos 14 años, lo miró sorprendido. "¿Estás loco o qué? Nadie quiere jugar con un comunista. Mi tío me contó que ese hombre es el Agregado Cultural de la Unión Soviética en el Consulado de Nueva York." Alex había oído algo sobre los comunistas, que eran demonios y los peores enemigos de America. "Sé lo que la gente y algunos profesores dicen, sin embargo, ¿si son nuestros enemigos, por qué ese hombre está en Nueva York y no está arrestado?" Blocky no era un chico muy brillante, así que no pudo argumentar contra su inteligente amigo a quien él admiraba. "Bien... No lo se, pero si nos necesitas nosotros estaremos jugando al baloncesto allí en frente." Blocky señaló a un cuadrado rodeado de una alta estructura de alambre. Alex asintió. Se fue hasta donde el hombre estaba sentado en un banco de granito concentrado en el tablero de ajedrez. "Perdone, señor, ¿me puedo sentar con usted?" El hombre miró al chiquillo y sonrió. "¿Quieres jugar al ajedrez conmigo?" "¿Por qué, no? Lo intentaré. Mis amigos dicen que no soy muy malo." Hizo una pausa mientras el hombre lo examinaba. "A propósito, mi nombre es Alex." El niño extendió su pequeña mano al hombre como aquel día hizo con Robert la primera vez que se conocieron. "Encantado de conocerte, Alex." Dijo el hombre en inglés con acento de Oxford. Entonces se cambió al ruso. "Mi nombre es Petrovich. ¿Eres ruso?" El chico no sabía qué contestar al hombre, sin embargo sintió que era de buena educación contestarle en el mismo idioma ya que lo sabía. "No. Soy americano; my padre también lo era y mi madre vino a los Estados Unidos cuando era una niña pequeña." Ahora Alex miró al hombre y le preguntó sin tapujos: "¿Es usted un comunista?" El hombre rió con franqueza. "Si, lo soy; pero hoy no llevo puestos ni el rabo ni los cuernos, así que estás a salvo conmigo." Alex se rió a carcajadas, algunas personas volvieron la cabeza. Una vez roto el hielo, el hombre también se unió a la risa del chico, pero no tan ruidosamente. Empezaron el juego, después de cinco minutos, el hombre arrinconó al chiquillo, "Jaque mate". Alex no podía creer lo que había visto; ¡había perdido la partida solo en cinco minutos! Entonces miró al hombre. "¿Me da la oportunidad de la revancha?" El hombre sonrió y le dio la vuelta al tablero, ahora él tenía las blancas. Sin embargo, esta vez al hombre le costó diez minutos vencer al chiquillo; Alex pensó que estaba mejorando. Intentó un tercer match y al adulto le costó media hora ganarle al niño. "Creía que era lo suficiente bueno, pero ahora compruebo que no lo soy." Dijo un poco triste. El hombre le habría revuelto el cabello al chico, pero lo animó. "Eres bueno, Alex; mucho mejor de lo que crees. Yo no era la mitad que tú cuando tenía tu misma edad, con un profesor experto serías incluso mucho mejor que yo." Alex miró al hombre y sonrió. "Cuando juegues y antes de mover una pieza, piensa que tu eres tu contrario y qué deberías hacer." "Eso significa como jugar contra mí mismo." "Si. Tienes que pensar como el demonio que tienes frente a ti con rabo y cuernos rojos." El chiquillo volvió a reír de nuevo, aunque no tan fuerte. "Sé que usted no tiene ni cuernos ni rabo, pero mi madre dice que vuestro comunista Stalin asesinó a muchas personas, entre ellas, a mi bisabuelo porque ayudó a su hijo a huir a América, a pesar de ser un excelente pintor que estaba ayudando a restaurar el Kremlin." El hombre no contestó enseguida al inteligente niño; pero notó que el pequeño ser que tenía frente a él no era un muchacho corriente. Una triste mueca cruzó su semblante. "Lo siento, Alex; afortunadamente Stalin murió hace ya algunos años y ahora las cosas han cambiado mucho. Si tú ahora vivieras en la Unión Soviética, estarías en un colegio especial para niños prodigio con los mejores profesores del mundo, maestros en ajedrez, enseñándote." "No quiero convertirme en un maestro del ajedrez. Lo que deseo con toda mi alma es convertirme en un buen médico." El hombre sonrió. "Si quieres mejorar tu habilidades en el ajedrez, me sentiré feliz enseñándote algo aquí a la sombra de estos hermosos árboles." "Gracias, señor Petrovich, le tomo la palabra, no será esta la última partida que juguemos. Encantado de haberle conocido." Alex extendió la mano y el hombre le saludó calurosamente. Durante aquel caluroso verano repitieron los encuentros y jugaron al ajedrez, sin embargo, el chiquillo nunca le mencionó a su madre sobre estos ratos ni ella tampoco le preguntó. Otra cosa era con la pequeña Margarita que ahora tenía nueve años, cerca de diez. Se dio cuenta que le habría gustado besarla y acompañarla desde el colegio, la miraba con intensidad cuando estaba jugando con sus amigas, y ella era consciente de la presencia del chico; mas de una vez lo miró con una hermosa sonrisa en los labios. Probablemente el gran parecido con su hermano tenía mucho que ver en el corazón del chiquillo. Alex se derretía y suspiraba cuando observaba los preciosos hoyuelos de sus mejillas, sin embargo Tom no parecía muy feliz cuando Alex mencionaba las chicas. Otra cosa era su picha, había crecido en paralelo con su cuerpo, era larga y bastante gruesa, siempre lista para ponerse tiesa, especialmente cuando estaba en la cama y no había tenido sexo con Tom, así que tenía que meneársela con frecuencia. Ahora Tom no podía chupársela junto con los testículos como hacía al principio. Los viernes eran días de deporte durante las dos horas últimas del colegio. Tom y Alex gozaban esto como el resto de los chicos, con aquellos momentos realmente lo pasaban muy bien, como los demás. Para la mayoría el deporte era el momento de divertirse, ellos y el resto de los compañeros, todos lo pasaban alegres; un relajamiento para aquellos seres dejados de la mano de Dios que vivían en condiciones extremas de pobreza y que no tenía nada que ver con el resto del país, incluso con la ciudad. Como tenían acordado, jugaban hasta el último minuto sin otras intenciones, excepto lavarse cuidadosa y profundamente sin que nadie los molestara. Se metían debajo de los cabezales de las duchas cuando todos los demás se había marchado. Verse desnudos era algo especial que disfrutaban y una sensación temblorosa iba a través de sus cuerpos, y más aún cuando se restregaban el uno a otro. Se enjabonaron mutuamente, poniendo especial atención a sus culos. "¿Por qué insistes en que nuestros culos estén bien limpios?" Preguntó Alex. Tom no quería explicar que los buenos clientes los querían bien limpios para cuando metieran la lengua en los agujeros de los chicos; esa era la gran diferencia entre los muchachitos que se prostituian. Alfred y él eran de primera clase porque siempre estaban muy limpios, pero eso no podía explicárselo a su adorado niño. "Es que me gusta estar limpio, eso es todo." Contestó Tom. Cambió de tema porque no quería darle a su amante la mas mínima pista de lo que hacía durante los fines de semana. Un "john" especial, como ellos llamaban a sus clientes, llevaría al equipo a una casa de campo que tenía en las montañas de Connecticut durante una estancia que incluía la noche del sábado. Eso seguramente lo pondría triste porque él no quería estar separado de Alex, su adorado niño. Sin embargo, a Tom había empezado a gustarle aquel adulto, para él, no era un simple cliente. Los muchachos terminaron contentos la ducha, se vistieron, cogieron las mochilas y caminaron a casa. "Hoy has estado magnífico en la clase y estoy muy orgulloso de ti." Dijo Alex, Tom sonrió. "Gracias a ti, cabreamos al profesor." "Estás absolutamente equivocado. Tú lo hiciste y el profesor no estaba cabreado. Si lo hubieras estado mirado bien, habrías observado que él era incluso más feliz que tú. Para dar clases aquí tienes que tener vocación." Charlando, llegaron y entraron en la casa de Alex, el chico empezó a desnudarse pero Tom lo detuvo. "Por favor, olvida la clase por hoy. Vamos a comer algo, GDHV, tú eres mi profesor y tengo que pagarte el servicio. Eres mi invitado." El aceptó pero con pocas ganas. "¿No recuerdas que día del año es hoy?" "Hasta donde yo puedo recordar, hoy es el 15 de mayo de 1960. ¿Qué has querido decir con GDHV? Tom sonrió. "Gracias a Dios hoy es Viernes. Hoy hace justo un año que nos encontramos debajo de las duchas del colegio." El niño sonrió y suspiró recordando aquellos maravillosos momentos. "¿Qué te gustaría comer, hamburguesas o pizza?" El chiquillo se acercó a Tom y le acarició la mejilla. "Gracias Tom, por todos los maravillosos momentos que hemos disfrutado juntos." Tom miró aquellos preciosos ojos azules y le devolvió las caricias. Cuando estaban en la calle, Alex añadió, "Pensé que GDHV era una nueva comida." Alex reía y Tom pronto lo siguió, los traseuntes volvían la cabeza mirando a los dos felices niños. Caminaron a través de los edificios cercanos hacia una hamburguesería, pero Tom lo cogió de la mano y tiró de él. "Aquí no, son muy sucios." Entonces aflojaron el paso y el chico mayor murmuró al oído de Alex: "¡No voy a llevar a mi mejor amigo a un asqueroso lugar como este en nuestro primer aniversario!" El guapo rubio se sonrojó. Cuatro calles más allá, había otra con un túnel de lona que cubría la entrada, entraron; unos minutos mas tarde cogieron sus bandejas con una hamburguesa gigante con ensalada en medio, y un bote de seven up. Tom extrajo del bolsillo un billete de 5 dólares y pagó la comida. Alex no pudo estar más sorprendido, pero no dijo nada. Comieron en silencio, y cuando terminaron la hamburguesa, un glorioso eructo salió de sus bocas casi al miso tiempo. Rieron felices. Finalmente, Tom se levantó, y un minuto mas tarde volvió con dos conos de helado. "Vámonos, a menos que no estés todavía satisfecho." "Estoy lleno." Miró alrededor y apretó la mano de su amigo en un gesto de cariño y agradecimiento. "Hace mucho tiempo que no me sentía tan bien y tan feliz. Nunca había comido una hamburguesa como esta, sabía maravillosamente." Tom le echó una mirada furtiva a su amigo, y, como de costumbre, un río de felicidad invadió todo su ser. Pensó "¿como no iba a querer a un chico como este todo el mundo? Volvieron a casa y juntos hicieron los deberes domésticos. Ya estaban en cueros y sus pichas duras como rocas. Alex empujó a Tom a su cama. Se acariciaron suavemente y Tom empujó a su amante a yacer en sus espaldas. "Ahora te voy a enseñar por qué me gusta que tu culo esté limpio." Sin mas preliminares empezaron a besarse, sus lenguas danzando dentro de sus bocas. Tom interrumpió el beso, se puso a horcajadas encima de su amigo restregándose los cuerpos al tiempo que Tom se movía hacia las piernas de Alex, chupando y lamiendo las tetillas y el ombligo del chiquillo. Entonces se metió en la boca el pene de su amante. Habría querido meterse en la boca todo el paquete de Alex, como hacía al principio, pero Alex también había crecido y le fue imposible, así que se contentó con la picha chupándola arriba y abajo. Alex estaba en el séptimo cielo, su respiración fuerte cerca ya de su orgasmo seco. De pronto abandonó la picha y los huevos, levantó las blancas piernas hasta que las rodillas pegaban en su pecho, lamió la hendidura del culo, y entonces metió la lengua en el rosado agujero intentando perforarlo con la lengua. Instintivamente Alex lo cerró incluso más. "Por favor, relájate." Tom lo intentó de nuevo y esta vez la punta de su lengua perforó el anillo del culo. La sensación fue tan grande que Alex no pudo parar su clímax respirando fuerte y gimiendo de placer. Cuando se estaba recuperando, tiró de Tom hacia él y lo besó suavemente. "Te quiero, Tom. No sabía lo bien que se siente." Después de una pausa, añadió: "Tú no has experimentado tu orgasmo, ¿verdad? Quiero hacértelo yo a ti." Tom sonrió, eso era lo que había estado esperando desde hacía mucho tiempo. "Me lo harás, pero de forma diferente." Alex no supo qué decir, pero Tom añadió amorosamente."Tu me follarás, no con la lengua, sino con tu pene." El inteligente chico sonrió expectante, eso era incluso mejor todavía. Cambiaron posiciones, y después de chupársela al chico, le puso alguna saliva alrededor. Entonces Alex dijo: "Espera, tengo una idea mejor, hemos venido a pasarlo bien y no quiero hacerte ningún daño, te quiero demasiado para eso." Tom se lo hubiera comido allí mismo a besos, no obstante, no pudo retener una lágrima mientras Alex desaparecía en la cocina. Segundos después apareció portando un pequeño frasco conteniendo un líquido amarillo. Triunfante dijo: "Aceite de oliva, esto será mejor que la saliva." Tom lo miró con un cariño inmenso. "¡Harás de mi culo una ensalada!" Los dos rieron felices por la idea de su pequeño amante. Alex se puso unas cuantas gotas en la picha y movió el prepucio impregnando el pene que ahora estaba resbaladizo. Tom levantó sus piernas hasta el pecho y relajó su esfínter. Alex empujó su largo pene; en el primer intento entró la cabeza, y en el segundo la mitad estaba dentro de sus tripas. Alex se sorprendió por la calidez que experimentó alrededor de su picha, incluso mucho mejor que cuando Tom se la metió en la boca. "Ahora sácala un poco y empuja despacio hasta que esté toda dentro de mi." Lo hizo como su amigo le decía hasta que sus huevos se pegaron contra los muslos de Tom. Alex notó como su amigo se retorcía de placer cuando le metía la picha dentro de sus intestinos. Paró durante un momento para recobrar la respiración. "Termina tu trabajo, muchacho, estoy muy caliente." Ambos recibieron el gran impacto de placer casi al mismo tiempo, Alex se desplomó encima del pecho de su amante respirando fuerte, sus jóvenes corazones palpitando al unísono y a la misma velocidad. Permanecieron quietos y en silencio disfrutando de la felicidad que le habían dado sus orgasmos, cada uno envuelto en sus propios pensamientos. Alex pensó lo feliz y afortunado que era teniendo a Tom con él. Alex sonrió a su amigo al tiempo que se movía a su lado. "Ha sido maravilloso, Tom. Gracias por enseñarme y alimentarme. Mañana podemos buscar otro lugar para continuar, ya que mi madre estará aquí. Me gustaría estar todo el tiempo contigo." El rubito notó una fugaz tristeza en la cara de su amigo. "¿He dicho algo inconveniente?" Tom miró con ternura a Alex en los maravillosos ojos azules, lo abrazó suavemente. "Alex, ¿por qué eres tan cabronamente inteligente? Adivinas mis pensamientos." Hizo una pausa. "No puedo estar aquí mañana, volveré el domingo después del mediodía. Tengo que ir a trabajar." "¿A trabajar? ¿Dónde puede trabajar un chico de doce años?" "Por favor, Alex, no me lo preguntes, no es en nada delictivo, pero no puedo decírtelo. Debes confiar en mi." Ahora la sombra de tristeza era clara y el corazón de Alex sintió pena, sin embargo, en aquel momento sintió los brazos de su amante alrededor de él. "No echemos a perder estos maravillosos momentos." Forzaron una sonrisa y cayeron en la posición 69 continuando haciendo el amor hasta que sus pichas estuvieron flácidas. CAPÍTULO 3 ----------------- Aquel fin de semana fue diferente para los dos amigos; marcaría un hito especial en sus vidas. El sábado, como de costumbre, Tom caminó a la Plaza para encontrarse con su colega Alfred; pero su amigo no estaba allí. Mientras lo esperaba, un "john" se le acercó, quería follarlo y chupársela, le pagaría 30 verdes. Lo rechazó argumentando que él no estaba para que lo follaran. Unos minutos mas tarde, el cliente que él estaba esperando apareció. Era un hombre joven y bien vestido en sus treinta, conducía un Ford descapotable de color rojo. Le sonrió. "Hola, Tom, ¿Dónde está Alfred?" "No ha venido todavía. Debería estar aquí desde hace rato." El hombre le abrió la puerta del coche." "Sube, no podemos esperarle, el lugar a donde vamos está lejos." Tom sonrió ante la perspectiva de pasar todo el fin de semana con aquél adulto tan agradable. Este señor era uno de los pocos que Tom conocía muy bien; era el director de una sucursal de un gran banco situado cerca del Parque Central y no estaba casado. Tom sabía que era homosexual, sin embargo, no se le notaba en nada. El caballero conocía a Tom justo desde el momento que empezó a prostituirse hacia casi dos años. Apreciaba la belleza del niño, la limpieza y su sinceridad, eran también amigos, nunca preguntaba por el precio. Secretamente Tom había empezado a querer a aquel hombre como al padre que había perdido; se sentía muy feliz estando cerca de él y la mayor parte de las veces le habría gustado que Alfred no estuviera presente cuando ellos se encontraban. Profundamente en su corazón no quería compartirlo con nadie, incluyendo a su colega. "Ignoro por qué Alfred no ha venido. A él le gustaba este viaje tanto como a mi." "No me importa, Tom; de hecho estoy muy contento de que no haya estado aquí, nuestra amistad es mayor y tú me gustas mucho." Tom sonrió cuando el hombre extendió su mano derecha y acarició las desnudas piernas del chiquillo. Tom vestía pantalones cortos caqui como los de los boy-scouts y exploradores. Poco después pararon para tomar un desayuno tardío en un lujoso restaurante; la camarera miró al atractivo chico y se rió. El coche corría por las carreteras vacías, y media hora mas tarde, entraron en una casa grande de campo construida toda ella de madera. A pesar de ser casi verano, Tom sintió el frío de las montañas. La casa estaba emplazada en un lugar solitario cerca de un riachuelo; grandes árboles rodeaban el edificio. Tom miró a su alrededor y suspiró. "Muchas gracias, John, por traerme aquí, es un lugar precioso." "Si, lo es, pero no se puede comparar con tu preciosa cara." El hombre joven miró al chico y apartó un mechón de pelo rizado que cubría parte de la frente del niño. "Tom, ¿no te das cuenta de que eres un chico muy guapo?" Tom sonrió por las palabras del adulto. "Gracias, John, por tus amables palabras, pero tú también debes darte cuenta que no eres un hombre corriente. No es normal que tu dirijas un gran banco siendo tan joven." Estas palabras le trajo a la memoria la imagen de Alex. "Podemos permanecer desnudos, si tu quieres; no hay nadie alrededor nuestro en millas." A pesar de estar el aire un poco frío, Tom se quitó toda la ropa, estaba casi empalmado; el hombre puso sus brazos alrededor del chiquillo desde atrás y lo besó en las mejillas. Sabía que a Tom no le gustaba su lengua en la boca y él lo respetaba. Tom se volvió y comenzó a desnudar al hombre. Estaba empalmado y su pene de tamaño medio echando fluido preseminal. Tom lo cogió de la mano y lo llevó al gran dormitorio; se echó en la cama y el hombre lo tomó en sus brazos comenzando a besarlo y lamerle el blanco cuello, las tetillas, y finalmente se metió en la boca todo el paquete del niño. Tom temblaba al tiempo que su clímax se aproximaba. Cerró los ojos y su memoria se cambió a su adorado rubio. "Pagaría todo el oro del mundo por estar con él en este hermoso lugar." Pensó. Eso fue suficiente; alcanzó el punto de no retorno, atrajo al hombre hacia si en un intento de sacar de su boca su picha. El hombre sonreía al momento que le indicó al chico yacer en su costado derecho; entonces introdujo el grueso y húmedo pene entres los suaves muslos de Tom comenzando a follarlo. Tom sintió como la bulbosa cabeza de la picha del hombre empujaba contra la bolsa de sus huevos cada vez que lo follaba. Pronto el chico sintió el suave calor del semen de John entre sus piernas al momento que él alcanzaba su seco orgasmo. Permanecieron quietos durante unos minutos disfrutando del momento. "Me encanta la sensación que produce tu pene entre mis piernas." "Sería mucho mejor si pudiera meterlo dentro de ti." Tom se volvió mirando al hombre, acarició su bien afeitada cara y le dio un beso rápido en los labios. El adulto abrió sorprendido los ojos, estupefacto; aquello no entraba en el acuerdo con el muchacho y lo apreció. Esta era la primera vez que Tom lo había besado en los labios. "Todavía no quiero eso en mi, pero te prometo que serás tú quien me quite la virginidad, pero no ahora." "¿Por qué, Tom? "Realmente no lo sé." Mintió, porque sabía que aquello era como traicionar a dos brillantes ojos azules que le embargaban el alma cada vez que los recordaba. "No lo se, no es que me pudieras hacer daño, porque sé que nadie podría tener mas cuidado de mí que tú, sin embargo no estoy del todo seguro." Cambiaron de tema. "Vamos a ducharnos, me gustaría explorar este maravilloso lugar." Se levantaron, y después de ducharse se fueron a dar un largo paseo. El hombre cogió algunos bocadillos y refrescos en una nevera portátil, y en pantalones cortos empezaros la excursión. Paraban y hacían el amor cuando les apetecía, hasta que sus cuerpos estaban satisfechos. Volvieron por la tarde cuando ya la temperatura estaba fría. Encendieron el fuego y después de cenar se sentaron desnudos en el gran sofá mirando la lumbre, la cabeza de pelo rizado de Ton apoyada en las piernas del hombre. "¿En qué piensas Tom? Parece que tu mente está envuelta en pensamientos muy importantes." "Tú eres mi amigo, John, por lo tanto te lo puedo decir, no se lo contaría a nadie." El hombre acarició el suave y brillante cabello del chico animándolo a que continuara. Tom tenía sus grandes ojos fijos en las llamas que se reflejaban en sus grandes ojos como si fueran espejos "Estoy enamorado." Dijo con toda la ternura que pudo reunir. Se mantuvieron en silencio durante un par de minutos. "Supongo que es un chico, ¿Alfred? Es un muchacho estupendo." Tom echó una sonora carcajada. "¡Oh, no! Alex es cien veces mas guapo que Alfred y yo juntos." El hombre sonrió, esa era la típica contestación de alguien enamorado. Tom ignoró la sonrisa del hombre y continuó. "Tiene el cabello rubio y ondulado, el más bonito que yo haya visto jamás, es como el oro. Tiene cerca de once años." El hombre iba a hacerle una pregunta, pero pensó que el chiquillo lo diría a través de sus pensamientos, así que se mantuvo en silencio. "No solamente es precioso, sino también el mas inteligente del colegio. Está en mi grado, por tanto, uno delante de donde debería estar por su edad, y sigue siendo el número uno en el tablero de los mejores. Empezó a darme clases de matemáticas en privado en su casa, ahora puedo contestar a todas las preguntas que me hagan. El profesor aseguró a la clase que subiré al siguiente grado si continúo trabajando como hasta ahora. Antes me había amenazado que no subiría. Alex no pudo estar mas feliz, incluso más que yo, cuando el profesor dijo eso." "¿Está también él en esto como Alfred y tú?" "No. Probablemente es el más pobre de todos nosotros y no sabe nada de lo que yo hago los fines semana. Me gustaría poder ayudarle dándole dinero o comprándole ropa nueva; la que tiene está ya muy estropeada y gastada, casi seguro que la consiguió de una institución de caridad, pero es cabronamente inteligente, demasiado, y lo averiguaría; yo no quiero que lo sepa." El hombre acaricio la hermosa cara del chico y le besó la cabellera. "Tú te subestimas, Tom. Eres tan maravilloso como puede serlo Alex, todavía puedes hacer y alcanzar muchas cosas si te propones que se hagan realidad." "Eso es imposible, John. Estoy casi seguro que soy homosexual y tarde o temprano eso será un verdadero problema para mi." El hombre atrajo al chiquillo hacia su pecho mientras Tom continuó. "Le he dicho a Alex que a mí no me gustan las chicas y me dijo que a él no le importaba, que no me compartiría con nadie y que también me amaba. Lo más probable es que él cambie porque no lo es, pero yo estoy seguro que yo si lo soy." "No, Tom. Estás equivocado y todavía no es tarde, acabas de cumplir doce años. Medita sobre todo esto; tendremos tiempo para hablar en futuras visitas solos a este lugar. ¿Estamos de acuerdo? "Si, es ideal. A propósito, John, ¿Qué necesito para abrir una cuenta de ahorro en tu banco?" Aquello sorprendió al hombre. "¿Hablas en serio?" "Por supuesto que hablo en serio. Tengo casi mil dólares en diferentes escondrijos y no quiero que alguien pudiera encontrarlos." "Bien, como no tienes padre, necesitaremos el permiso de tu madre." Tom respondió de manera severa y rápida. "No. No quiero que ella intervenga en mis asuntos. Estoy seguro que me cogería el dinero, ella gana bastante con la galería de arte para alimentarnos, así que no tiene por qué tomar el mío. "No necesitamos su presencia, solamente su firma como autorización; ella no podrá sacar dinero, a menos que pudiera demostrar que es para una emergencia tuya; sin embargo, en cualquier caso, tú no podrás sacar esos ahorros hasta que tengas dieciocho años o más. Lo invertiremos, así obtendrás retorno honrado que incrementaría los ahorros de esa cuenta." "¿Puedo poner otro nombre con el mío para el caso que me ocurriera algo a mi?" "Si, pero tienes que tener en cuenta que él/ella podrán disponer del dinero en las mismas condiciones que tú." "No, él es mas joven que yo. Quiero inscribir a Alex como el segundo propietario, así si me ocurriera algo, el podría cogerlo." "Puedes ir a mi banco en cualquier momento, preguntas por un joven llamado Carlos, él te dará todos los documentos que necesitas para abrir una cuenta de ahorro infantil. Mantendré tu libreta en mi mesa, de manera que nadie pueda recoger ninguna información relativa a esa cuenta. Cuando tengas todas las firmas, te traes los papeles y el dinero. No te preocupes, le daré instrucciones a Carlos, él es un buen y eficiente joven." Disfrutaron de relaciones sexuales varias veces, el hombre era joven y el chico preparado para empezar en cualquier momento. Estaban tumbados frente al fuego como a ellos les gustaba, yaciendo desnudos de espaldas, Tom en medio de las piernas del hombre; su cabeza sobre el vientre de John, y su picha cerca del cuello de Tom. El chico estaba acariciando el pene del adulto mientras guardaban silencio, estaba empalmado otra vez. Tom sonrió. De pronto se dio la vuelta, y se puso a horcajadas encima del pecho del adulto, con los brazos alrededor de su cuello y lo besó en los labios introduciendo su pequeña lengua en la boca de John. Aquella fue la primera vez que se lo había hecho a un hombre y John se quedó pasmado. Todavía tenían en la boca el agradable sabor de la crema dental. Cuando el chico rompió el beso, el hombre lo atrajo hacia su pecho y lo abrazó suavemente. "¿Por qué eso, Tom? A ti jamás te ha gustado que un cliente te besara, y menos de esta manera." Tom se separó y miró al hombre a los ojos. "No lo sé, de verdad; pero tú no eres un cliente para mi, sino un amigo de verdad y me gustas un montón." Hizo una pausa, su rizada cabeza estaba sobre los hombros del adulto; entonces, como un murmullo y que nadie lo oyera, le dijo al oído: "John, ¡Hagámoslo esta noche!" El hombre separó al chiquillo con toda suavidad y lo beso en la nariz. "¿Hacer qué, Tom?" El chiquillo permaneció quieto durante unos segundos abrazado a su amante. "Quiero que me folles en el culo. Sé que tú deseas hacérmelo y yo seré muy feliz si me quitas tú la virginidad, excepto Alfred en el trabajo y mi pequeño Alex con amor, nadie me ha tocado ahí." El hombre lo abrazó con ternura de nuevo. Sin romper el abrazo, dijo: "¿No te has dado cuenta que quizá tú me gustes también a mi un montón? Guardaron silencio durante algunos segundos. "Si, Tom, me gustas mucho, montones como tú dices; e igual que tú jamás le harías daño a Alex, tampoco yo quiero hacértelo a ti. Eso puede implicar dolor si no se planea adecuadamente para disfrutarlo los dos. Creo que tenemos tiempo más que suficiente para ello, mientras tanto, si quieres, tú me lo puedes hacer a mí. Estoy preparado. El chiquillo suspiró. "No hasta que tú me lo hagas a mi primero, pero me gusta un buen 69 ahora mismo." Sonrieron complacidos y en segundos estaban envueltos en una nueva sesión de sexo, ahora más como amantes que como clientes. Emplearon el resto de aquel crucial fin de semana disfrutando de la mutua compañía y del amor que había nacido entre aquellos dos seres tan dispares. El domingo a media tarde, John dejó al chico cerca de Park Corner, diciendo: "Dentro de dos semanas, en este mismo lugar a las 9:00." Tom le dio un beso rápido al hombre y salió del coche. Cuando introdujo la mano en el bolsillo trasero del pantalón, encontró cinco verdes de a veinte. Suspiró. CAPÍTULO 4 ----------------- Aquel mismo día, mientras John Corporate conducía el maravilloso deportivo hacia las montañas con Tom a su lado, Alex se levantaba, no podía permanecer en la cama hasta más tarde. Buscó dentro de la mochila y encontró los seis pliegos de papel que su profesor le había dado, tres DIN-A3 y otros tantos DIN-A4. Quería emplear el día dibujando utilizando las herramientas que Tom le había regalado. Necesitaba una carpeta para guardar las hojas, descendió a la verdulería del Sr. Korlowsky y cogió una caja de cartón vacía; con las tijeras de su madre hizo dos tapas del mismo tamaño, y con dos cintas estrechas confeccionó la carpeta. La abrió y buscó un objetivo para pintarlo; aquellas hoja blancas no eran el material apropiado para dibujar, pero servirían, pensó el chiquillo. Vio un gatito en el poyo de la ventana que se estaba lamiendo y limpiando las pequeñas garras mientras disfrutaba del agradable calor del sol de la mañana. El animal conocía al niño, así que lo ignoró. Alex empezó y se sorprendió a si mismo viendo con que facilidad la imagen se transportaba a la hoja de papel como si el gatito estuviera vivo, fijando las sombras y los contrastes. Dos horas después, su madre se acercó para ver el trabajo de su retoño. "¡Alexei, es maravilloso, el gatito parece que estuviera vivo!" Sonrío a su madre y ésta lo abrazó desde atrás. "Eres tan bueno como tu bisabuelo, formaba parte del equipo que restauró el Kremlin de Moscú; escogieron solamente a los mejores pintores de la Unión Soviética para hacer este trabajo." "No sabía que habíamos tenido un pintor en la familia." "Si, lo teníamos, pero esos fueron otros tiempos lejanos y más felices." Se fue a cuidar la casa. Alex conocía la historia de su antepasado y le agradaba que su madre se la contara de nuevo. Aquel día Alex no salió, dibujó una maceta de flores que su madre tenía en el poyo de la ventana, cerca de donde estaba el gato; la madre le tenía mucho cariño y la cuidaba con mimo. Aquel dibujo lo hizo usando los lápices de colores que también se los había traído Tom, pero a él le gustaba mas el blanco y negro, donde podía utilizar los difuminadores para crear sombras. Robert, su maestro, vino a su memoria y suspiró profundamente con tristeza. "¿Qué le habrá sucedido? ¿Donde estará? ¿Estará vivo? Yo no le molestaba, como dice mamá. No soy un chico que le guste fastidiar. Estoy completamente seguro que si él estuviera aquí y me viera, se alegraría un montón. Lo mas probable es que haya tenido un accidente, o esté en un hospital lejos de aquí; mamá tampoco lo ha visto en el hospital desde hace tiempo." Todos estos pensamientos le vinieron a la memoria al empezar a hacer el dibujo de su maestro tal y como lo recordaba. Empleó el resto del día estrujándose la memoria para recordar todos los detalles sobre él y llevándolos a la gran hoja de papel. Después de un descanso al mediodía, comenzó de nuevo. Estaba casi oscuro cuando dio por terminado el trabajo. No estaba completamente satisfecho, pero pensó que no se lo enseñaría a nadie, así que no importaba si era bueno o no; él lo guardaría en su corazón como la mejor persona adulta que jamás había conocido. Se prometió a seguir pintando en su memoria. El domingo acompañó a su madre a la Iglesia; cuando el servicio religioso terminó, se llevó a su madre al parque, había perdido toda esperanza de ver a su maestro de nuevo, sin embargo, no desechaba la idea tan fácil, or ¿quizás soy realmente un coñazo?" Esos eran los pensamientos del joven dibujante. Había en la parte Este del parque un estanque, no muy lejos del hogar del chico con muchos patos y cisnes que tranquilamente iban de un lado para otro mientras los niños les echaban trozos de de comida. A Alejandra le encantaba aquel lugar, todavía era joven y los recuerdos de su temprana niñez en la Unión Soviética le venían a la memoria. El parque era el orgullo de todos los vecinos de aquella parte de la ciudad. Probablemente las calles estarían sucias y abandonadas, pero en cambio el parque era una joya para todos ellos, un sagrado lugar incluso para las bandas de adolescentes que se reunían allí para discutir y resolver sus diferencias como un lugar neutral, nunca para luchar, no importando que color de piel tenían, raza u origen. "Vamos al lago de los cisnes." El chico un poco serio, miró a su madre. "Mamá, ese es el título de una pieza de música maravillosa de nuestro antiguo país, esto es solamente una charca." A ella le encantaba las rectificaciones de su hijo, especialmente cuando las hacía en ruso y no en inglés. El ruso era la lengua común que utilizaban cuando estaban solos. Todo el mundo lo llamaba por Alex, sin embargo su madre usaba Alexei, el nombre abreviado de Alexander en Rusia. De pronto el niño se paró, su corazón se aceleró al reconocer al pintor debajo de uno de los grandes árboles. Dejó a su madre y salió corriendo a donde estaba el pintor, esta vez tenía un caballete y utilizaba óleo. El chiquillo no pudo aguantarse y gritó: "¡Robert, Maestro! ¡Maestro!" El hombre oyó los gritos del chiquillo y se puso en pie al tiempo que Alex corrió hacia él y lo abrazó rodeándolo con sus pequeños brazos por la cintura, como si no quisiera perderlo de nuevo. El hombre dejó la paleta y los pinceles y acarició el pelo rubio del niño; algunas personas volvieron la cabeza sonriendo ante aquella genuina explosión de afecto del pequeño. "¡Estás vivo, estás vivo, no has muerto! Oh, maestro, te he echado mucho de menos, pensé que te habría ocurrido algo, o que no venias porque te molestaba mi presencia." El hombre separó al chico con todo el cariño que pudo reunir. "Como puedes ver, todavía estoy vivo y no me ha ocurrido nada. Si, hace algo más de un año que no te había visto; el tiempo desapacible, el duro trabajo y un forzado viaje al extranjero… pero ahora ya estoy aquí de nuevo. ¿Cómo pudiste pensar que me molestabas…? Bueno, dejemos eso." "¿Me echaste tú de menos?" Preguntó inocentemente el chico. El hombre iba a contestar pero paró, no sabía que contestar al niño, podía herirlo sin querer. Ciertamente, esa cara de ángel la había tenido en su memoria muchas veces, especialmente cuando estaba en la mesa de operaciones tratando de salvar la vida de otro niño. El chico, sin esperar ninguna respuesta, continuó mientras que su madre se aproximaba. "Tengo buenas noticias y quiero compartirlas contigo." Alexandra saludó al hombre no sabiendo qué hacer. Entonces Robert dijo: "¡Alex, voy a demostrarte que no te había olvidado! Tengo un pequeño regalo para ti." "Gracias, pero primero quiero enseñarte mis noticias." Salió corriendo y pronto desapareció entre los árboles. Se sentaron cerca del quiosco de helados y el hombre invitó a Alexandra una bebida refrescante. "Su hijo es un gran muchacho. No lo había reconocido antes de abrazarme, ha crecido mucho durante el último año. Rápidamente se está convirtiendo en un guapo hombrecito." "Si. Es más que grande, es maravilloso, no sabe Vd. bien hasta donde llega. No se como pude dar a luz a un niño tan inteligente y tan guapo. Me cuida él a mi más que yo a él. Cumplirá once años en octubre y es el número uno del 6º curso. "Si no me equivoco, debería estar ahora en el 5º grado. Como es posible…" "El Consejo Escolar lo promocionó, y no estaban equivocados. Está con chicos entre doce y catorce años que debería ser difícil para un niño pequeño, sin embargo él los maneja muy bien. Hay otro chico de doce con quien se lleva muy bien y que es muy inteligente pero creo que un poco vago. Durante el pasado año empezó a darle clases de matemáticas en casa y el muchacho ha progresado rápido; le hizo un regalo y eso es, me imagino, lo que quiere enseñarle. "Discúlpeme señora si soy un poco rudo, pero veo que el padre y usted no se gastan mucho en esta pequeña criatura como él se merece." Alexandra casi lo interrumpió. "¿Su padre? Nos abandonó antes de que él naciera cuando supo que yo tenía una enfermedad congénita del corazón. Esperaba de mí que fuera como una hembra, nada más que para traerle muchos hijos. Cuando el niño tenía tres años nos informaron que había muerto. Debido a mi enfermedad, no me pueden promocionar en el trabajo. Para ser honesta, me tienen allí por caridad. Alex no sabe nada respecto a su padre, excepto que está muerto." La mujer hizo una pausa y el hombre parecía que meditaba. "Lo siento señora Lortonoff, creo que me había formado una opinión distinta de antemano sin ningún fundamento ni consideración hacía usted." En aquel momento el chiquillo llegó todo excitado, sus mejillas rojas y con la carpeta que contenía los dibujos y el estuche de los lápices. Respirando fuerte para recuperarse se lo mostró con orgullo al hombre. El chico abrió el estuche con todos los lápices. "Alex, este material es casi como el mío, ¡fantástico!, tu amigo te conoce muy bien." Alex se sonrojó con las palabras de su maestro al recordar las tardes con su adorado amigo. "¿Los has usado ya?" "Bueno... no tenía papel apropiado, pero ayer empleé todo el día trabajando en estos dibujos, era maravilloso, Maestro." Abrió la carpeta y el hombre sonrió viendo como se las había arreglado el chico para que los dibujos no se estropearan. Cogió el primero, el del gatito, y lo estudió cuidadosamente, arrugó la frente. "¿Lo hiciste tú solo, Alex?" "Si. Ya sé que no es lo suficientemente bueno, pero la próxima vez lo mejoraré." "¡Alex, es maravilloso! ¡No creo que puedas mejorarlo! ¿Quién te ha enseñado a hacer esto?" Sin dudarlo un momento, el niño respondió con orgullo: "Usted lo hizo, maestro. Pinté solamente lo que veía, usted me inculcó las ideas." El hombre estaba sorprendido. ¿Cómo podía un chico de diez años contestar y hacer un dibujo como éste? Pensó cuando cogió el segundo, era en color. Era bueno, pero no como el primero, ya que el niño carecía de la técnica y habilidad necesaria para trabajar con colores, y casi imposible con lápices. "Es bueno, Alex, pero para mezclar colores tienes que ir a un colegio especial y aprender a utilizar varias herramientas, no lápices." "Lo sabía, Maestro, pero estaba ansioso de hacer algo en color." Entonces el hombre cogió el tercer dibujo, lo examinó cuidadosamente, tuvo que hacer un gran esfuerzo para contener la emoción, la imagen de su hijo le llegó a la memoria cuando tenía casi la edad de Alex. Se vio así mismo intentando enseñar a su hijo, y él rechazaba lo que su padre intentaba enseñarle. Entonces, Robert atrajo al chiquillo hacia sí y lo abrazó fuertemente. "Alex, ¿puedo llevarme este para mostrárselo a mi mujer?" Alex sonrió y suspiró. "No son lo suficientemente buenos, Maestro, te los puedes llevar todos si los quieres." El hombre se levantó. "Te dije que tenía algo para ti, vuelvo en un minuto." El chiquillo no podía estar más feliz y radiante cuando miró a su madre, mientras el hombre caminaba hasta donde tenia el coche aparcado. Unos minutos más tarde, Robert volvió con dos paquetes. "Esto es un block de hojas apropiadas para dibujar con carbón." El niño cogió el block en sus manos que le temblaban de emoción. "¿Es... es... es... para mi?" Pregunto el chiquillo. "Si. Es para ti, colega." El niño sonrió y abrazó al hombre con todas sus fuerzas." Y ahora mi segundo regalo que depende de tu madre." Alexandra miró al hombre con perplejidad. "El próximo fin de semana, mi esposa y yo vamos a ir a poner algún orden en una casa de campo que tenemos en Connecticut; en su día fue una granja. Nos gustaría que nos acompañarais. Hay unos paisajes y montañas preciosas. No necesitáis llevaros nada consigo; allí tenemos de todo lo que podáis necesitar." El muchachito estaba sorprendido, no podía creer lo que estaba oyendo. El jamás había salido de la gran urbe, y mucho menos a Connecticut. Miró a su madre rogándole con la mirada que aceptara. "Yo no soy pintora y lo que necesito es descansar, así que no puedo ir, pero Alex puede acompañarles, si ustedes están de acuerdo." Alex estaba confundido, no quería dejar a su madre sola, pero aquello era muy excitante y nuevo para él. "¿Tú qué dices, Alex?" Preguntó el pintor. "Si, iré con vosotros." El hombre sonrió. "En ese caso, el próximo sábado por la mañana a las 8:30 te recogeré en Park Corner." Entonces se dirigió a la mujer y añadió: "Para cerrar el compromiso y celebrar nuestro reencuentro, os invito ahora a un buen almuerzo; supongo que este jovencito está ya hambriento." Alex sonrió; él no había estado nunca en un restaurante antes, excepto el día de la hamburguesa con Tom. Los tres entraron en un establecimiento muy agradable atendido por camareros; no sabía qué decir, miraba a todos lados aquello era enteramente nuevo para él. En un momento que su madre fue al servicio, el chico extendió su pequeña mano y la puso encima del brazo de Robert y la apretó. "Muchas gracias." El hombre le sonrió y revolvió el sedoso cabello rubio. "De nada, caballerito." Le contesto cariñosamente Robert. Terminaros la comida y se dijeron adiós hasta el próximo sábado. Alex habría abrazado a su maestro, pero estaba allí su madre y pensó que quizás no era correcto, sin embargo, en su corazón, quería hacerlo y el hombre lo sabía. Robert llegó a casa en New Jersey, después de unos minutos, su esposa Julia entró. El le explicó todo lo referente al niño y le mostró los dibujos que había hecho. Los miró y suspiró. "El es todo lo que nosotros esperábamos de nuestro hijo, y que nunca conseguimos." Miró a su esposo, puso sus brazos alrededor del cuello y lo besó tiernamente. "Ten cuidado, Robert Leigh, tu corazón está ansioso de amar a un pequeño ser como éste, pero después de todo, es un extraño para nosotros. "Tienes razón, pero me habría gustado que lo hubieras visto en el parque y después en el restaurante, expresaba con los ojos lo que quería sin utilizar ninguna palabra, yo lo veía, pero su madre estaba en otro mundo. El próximo sábado lo verás con tus propios ojos lo que quiero decir ya que he invitado al chico a que venga con nosotros a la granja." Alex y su madre volvieron a casa, estaba deseando abrir el otro paquete que su maestro le había dado. Tan pronto como entraron en la casa, rompió el papel que lo envolvía y abrió la caja. No podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Un par de pantalones vaqueros con tirantes para colgarlos de los hombros, de manera que no necesitaba cinto, además un peto que le cubría el pecho; y también tenía bolsillos redondos grandes. Una camisa de franela a cuadros. Añadido a todo esto, un par de botas camperas de piel vuelta de verdad y calcetines de lana. "Debería haberlo abrazado a pesar de que mamá estaba presente." Pensó. Nunca había poseído cosas como estas, especialmente las botas. Nadie se atrevería ahora a luchar con él en el colegio, pero no, este calzado es para andar por el campo." Todos estos eran los pensamientos del chiquillo en aquellos momentos. "¡Mamá, mamá, mira todo esto! ¡Botas de cuero de verdad, ni siquiera Tom tiene algo igual!" En aquellos momentos le habría gustado que Tom hubiera estado allí; su madre lo miró inquisitivamente, ella no participaba de su felicidad. Estaba segura que Robert y Tom lo abrazarían diciéndole lo maravillosas que eran aquellas botas, pero ella estaba ausente. Alex dobló cuidadosamente las prendas y lo puso todo en la caja. "Me gustaría que mañana hiciera un día malo de invierno para ponerme todas estas cosas y mostrárselas a Tom." Pensó. Se sentó cerca de la ventana y cogió el bloc de hojas, extrajo varios lápices de mina de carbón y empezó a dibujar. Los rasgos de Tom vinieron a su mente y los transmitió a su mano; sus grandes ojos y largas pestañas; aquellos preciosos hoyuelos en sus mejillas, y especialmente aquella maravillosa sonrisa que tenía cuando estaba contento. Suspiró. Era ya hora de cenar cuando terminó el retrato de su amigo. No quiso enseñárselo a su madre que se había ido a casa de una antigua vecina a intercambiar cotilleos. A él no le gustaba la vieja señora, siempre estaba vigilando a ver con quien iba y con quien hablaba para decírselo a su madre. El era educado con ella, pero nada más. Un día escuchó como la bruja le aconsejaba a su madre que se casara y le diera un padre a su hijo. "No echo de menos a ningún padre y ahora mucho menos que antes; tengo amigos." Pensó el chico. Se desnudó y se metió debajo de la colcha de la cama en su pequeña habitación. Sintió una sensación agradable en su cuerpo al rozar éste contra las sábanas limpias, su picha empezó a ponerse dura al tiempo que a su memoria vinieron los dulces momentos pasados con Tom. Empezó a meneársela arriba/abajo y divertido vio una gota de fluido preseminal en la punta del glande de su inflada picha. La extendió por la sensible cabeza y empezó a masturbarse; unos minutos después aquel fantástico placer se aproximó, cerró los ojos y inexplicablemente, la preciosa imagen de la pequeña Margarita con sus trenzas sobre los hombros, vino a él llenando toda su mente segundos antes que aquel maravilloso arco iris de colores llenara todo su ser. "¿Por qué eso?" Pensó con una dulce sensación al tiempo que recuperaba la respiración. Unos minutos después estaba dormido profundamente. La mañana siguiente, cuando estaba preparado para irse al colegio, se acordó del retrato de su amigo. Decidió guardarlo en la carpeta que su maestro le había traído con el bloc de hojas que había reemplazado a la que él había hecho. Feliz salió y segundos después de que pisara la calle, se encontró con Tom a quien le brillaba la cara de felicidad; ambos al unísono dijeron: "¡Tengo grandes noticias…!" Pararon y empezaron a reír por la coincidencia. "¿Cuales son esas grandes noticias?" Preguntó Tom. "Tú primero." "No. Primero tú. Yo soy mayor, por lo tanto tú me tienes que obedecer." Miró a su amigo con ternura. "Te he echado mucho de menos, Tom." "Y yo también a ti. Cuando estaba allí pensé que hermoso habría sido que tu estuvieras conmigo." De pronto se dio cuenta que había empezado. "Tú, cabronazo inteligente conseguiste que yo empezara primero, ahora es tu turno." "Dejémoslo para esta tarde después del colegio, tenemos mucho tiempo y quiero enseñarte algo." El día transcurrió como siempre sin problemas. Sin embargo, Tom mostró sus preferencias más por Alex que por sus antiguos amigos. Juntos volvieron a casa, se desnudaron y empezaron las tareas de la casa. Las matemáticas habían empezado por gustarle a Tom y había progresado rápidamente, así que Alex pensó era una buena idea revisar el resto de las asignaturas, pero ya habían fijado un determinado tiempo y lo habían completado. Tom puso sus cuadernos y libros en su mochila y antes de que Alex pudiera reaccionar, lo abrazó y besó desde atrás. "Alex, vámonos a la cama, estoy muy caliente." Tom cogió a Alex de la mano al tiempo que él yacía de espaldas en la cama con el chico encima de él. Sus bocas se unieron en un beso largo que duró varios minutos, entonces Tom giró a Alex debajo de él y comenzó a chuparle y lamerle las tetillas. Eso era algo que al chiquillo le gustaba más que cualquier otra cosa. De nuevo sus bocas se cerraron en un beso eterno al tiempo que sus pichas empezaron a expulsar fluido preseminal y sus entrepiernas rozándose en éxtasis del orgasmo que ya no podían parar. Les vino a los dos a la vez y gimieron en el momento del pico del placer. Tom se corrió hacia su lado frente a su niño, todavía respirando fuerte. Cuando recobró la respiración empezó a besar suavemente a su maravilloso chico por todas partes. "Te quiero, Alex. Ignoro como podré arreglármelas cuando no pueda verte ni tocarte." Tom se dio cuenta que había cometido un grave y terrible error; había hablado su corazón en vez de su cabeza, añadió inmediatamente: "Quiero decir, como me arreglaría." Pero él sabía que Alex era demasiado inteligente y más tarde o temprano tendría que decirle la verdad de lo que estaba planeando en su cabeza. No obstante, todavía no había nada en concreto. Una sombra de duda entró dentro del corazón del joven rubio, pero él hizo como si no hubiera oído nada. "Yo también te quiero, Tom. Mi corazón se romperá y sangrará el día que me vea forzado a separarme de ti, y estoy seguro que ese día, queramos o no, llegará." Con esto se igualaron y alivió el alma de Tom. "Supongo que ese día todavía está lejos. ¡Así que vamos a vivir y disfrutar el presente!" Eso hizo que se borrara de sus jóvenes memorias esa extraña sensación, pero ambos sabían en sus corazones que ese hecho no estaba demasiado lejos en el tiempo. Tom mordió cariñosamente la suave piel de la barriga de su amigo, después lamió el ombligo; chupó un par de veces su picha y levantó las piernas del chico hasta su pecho. Tom separó las nalgas del niño e intentó perforar el limpio agujero con la lengua. Entró la punta de la lengua y el chiquillo casi gritó de placer. Entonces Tom cogió la postura 69 y Alex se metió con ganas en la boca el pene de su amigo. Algunos minutos mas tarde alcanzaron el punto de no retorno y gimieron al recibir sus respectivos orgasmos acariciándose el uno al otro. Estuvieron unos pocos minutos mas en la cama en silencio disfrutando de la tranquilidad que procura el clímax. "Ahora, por favor, dime esas grandes noticias." Alex saltó de la cama, su larga picha brillante con saliva y líquido preseminal, al tiempo que sus redondeadas y preciosas nalgas se meneaban al andar. Tom suspiró. "Por favor, cierra los ojos y no te muevas hasta que yo vuelva." Alex desapareció y un par de minutos mas tarde volvió vestido como un chico campesino; sus mejillas radiantes de felicidad. Después de unos segundos, le ordenó: "Por favor, ábrelos." Cuando Tom abrió los ojos, le hizo gracia ver a su mejor amigo vestido como un granjero, pero inmediatamente supo que aquello era solamente el comienzo de algo que había temido. "¡Oh, muchacho! ¿Donde conseguiste esas prendas? Con esas botas podrás patearnos a la mayoría de nosotros." Tom dejó la cama y le quitó la camisa de franela a su amigo, introdujo sus manos por los lados de los pantalones hasta que alcanzó la picha y las redondeadas nalgas. "Es una maravillosa idea para poder tocarte ahí." Alex sonrió satisfecho y puso el bloc de dibujar sobre la cama. Se quitó las botas y los vaqueros y los dobló cuidadosamente sobre una silla. Entonces se sentó en la cama al lado de su amigo y le explicó en detalle todo lo que había ocurrido el domingo. Guardaron silencio como si estuvieran digiriendo todo lo que habían dicho. "Me habría encantado tenerte conmigo cuando fuimos a ese maravilloso restaurante. Todos los camareros no hacían más que mirarnos." Tom le dio un beso rápido a su amante en la mejilla. "No, Alex. Ellos te miraban a ti, mi precioso niño, no a tu madre o a tu maestro." Hizo una pausa y añadió. "Creo que tu maestro es un buen hombre, y puedo decirte sin temor a equivocarme, que, desgraciadamente, no hay muchos como él." Alex no podía comprender las palabras de su amigo, así que extendió la mano y cogió el block de dibujo. "Espero que no te rías de esto." Retiró las cubiertas y mostró el retrato que había hecho de su amigo. Tom puso de par en par sus bellos ojos y miró fijamente el dibujo. No sabía qué decir, estaba estupefacto. "¿Soy yo este chico? ¿Soy tan guapo como esta imagen?" "Incluso más. Ojalá tuviera yo el talento para poder captar tu verdadera belleza, Tom." El muchacho puso a un lado el retrato, y con toda la ternura que pudo reunir, besó a su niño en los labios un verdadero beso de puro amor. Dos lágrimas resbalaron por sus sonrosadas mejillas al tiempo que saboreaba la boca de su chico. "Te quiero, Alex; no creo que jamás pueda amar a nadie como te amo a tí." Entonces saltó de la cama y buscó dentro de su mochila. Encontró lo que estaba buscando, un tubo de KY. En silencio, estrujó el tubo y se puso parte del contenido en el interior del culo. "Por favor, Alex, fóllame; quiero sentirte dentro de mi, créeme, no sé por qué, pero lo deseo más que ninguna otra cosa. Se puso de espaldas y levantó las piernas hasta su pecho. Alex se empalmó inmediatamente e insertó fácilmente su larga herramienta en el agujero de su amante. No pronunciaron una palabra mientras el chiquillo follaba al muchachito mayor durante unos minutos. Pronto no se oía otra cosa que gemidos y respiraciones entrecortadas al tiempo que los muelles de la vieja cama chirriaban. Casi chillaron al tiempo que sus jóvenes cuerpos recibieron el grandioso impacto de sus orgasmos secos. De nuevo, en el pico de su arco iris, Alex vio la preciosa imagen de la pequeña Margarita. Se desplomó encima de su querido amigo, no dijo nada de esto a Tom. Unos pocos minutos mas tarde, la picha de Alex se puso flácida y se salió del culo de su amigo. Tom suspiró y Alex se resbaló hacia su lado derecho. "Bueno, supongo que es mi turno sobre las noticias." Alex sonrió y acarició la bella cara de Tom. "El sábado, un amigo mío me llevó a las montañas de Connecticut. Nunca había estado en un lugar como ese. Estábamos a muchas millas de cualquier persona, rodeados por grandes árboles; había un pequeño riachuelo no lejos de la casa. Podíamos nadar en él pero el agua estaba terriblemente fría, incluso durante las primeras horas después de nuestra llegada tuvimos que ponernos pantalones vaqueros largos." Hizo una pausa y Alex dijo: "Probablemente esa fue la causa de que mi maestro me comprara pantalones vaqueros largos y calcetines de lana. Me dijo que la granja está en un valle, no en las montañas." "Bueno, no estábamos en medio de las montañas, pero muy cerca de ellas. Estuvimos desnudos todo el tiempo dentro de la casa, después de almorzar hicimos una excursión. Empezamos desnudos y haciendo bromas, pero a medida que subíamos tuvimos que ponernos la ropa." "¿No os pusisteis cachondos estando desnudos?" "Si. Hicimos… ya sabes cada vez que queríamos. Esos fueron los momentos en que te eché más de menos. Era un lugar precioso y solitario para estar contigo como estamos ahora." Tom suspiró. "¿Era tu amigo guapo, Tom?" Preguntó el chiquillo con una pizca de celos. Tom adivinó los pensamientos de su amante. "Bueno, no exactamente guapo, mas bien apuesto. No hay nadie en todo el mundo como tú, Alex, al menos para mi." El chiquillo sonrió y suspiró; Tom continuó. "Su padre es el director de un banco y él tiene carnet de conducir. Tiene dieciséis años y una picha como la de un adulto." Tom hizo una pausa en su media mentira. "Lo conocí en un partido de fútbol hace algunos meses; era el árbitro." "¿Y como es que tuviste sexo con él?" " Bueno, él es gay y le gustan los chicos. El sábado por la mañana, mis amigos y yo fuimos a High Park y cuando me vio empezamos a hablar. Me propuso ir a las montañas en donde él tiene una gran casa. Telefoneé a mi madre y ella aceptó. Eso es todo. Es un buen chico." Ahora Tom estaba pensando en John Corporate. "Cuando me dejó, encontré en el bolsillo de los pantalones cincuenta dólares que él había introducido allí." "¡Dios, eso es fantástico! Tú lo pasaste bien y encima te dio dinero." El inteligente chico pensó durante un momento que quizás habría algo más. De nuevo sintió un picotazo de celos cuando continuó. "¿Te folló, Tom?" "Bueno, para ser honesto, creo que me invitó con esa intención, pero yo lo rechacé. Le dije que era demasiado joven y que él tenía un pene muy grande, casi 8 pulgadas y muy grueso. Seguramente eso me habría hecho daño. Además le dije que tenía un pequeño amor a quien adoraba y que no estaba preparado para traicionarlo." Esto derritió el corazón del niño que pensó durante unos segundos que quizás aquello no era cierto, pero se sintió muy bien. Su picha estaba de nuevo tiesa. "Gracias, Tom, pero somos amantes porque te quiero de verdad y estoy preparado para que tú me folles cuando quieras; después de todo, somos los mejores amigos y los amigos deben complacerse entre ellos." Tom atrajo al pequeño rubio hacia su pecho y le frotó la espalda cariñosamente, entonces cambió de asunto, no quería seguir hablando de esto. "Alex, he decidido abrir una cuenta de ahorro en el banco de mi amigo. Me dijo todo lo que necesito hacer. Tengo un poco de dinero escondido y quiero ponerlo a salvo, por si acaso." "¿Por si acaso, de qué?" "No lo sé, por si acaso me pudiera ocurrir algo a mi, por ejemplo, un accidente de carretera." "Pero en ese caso, si nadie sabe que tienes ese dinero, se perderá." "Ese es el asunto, chico listo. Así que he pensado poner tu nombre junto con el mío como segundo propietario; esto significa que si me ocurriera algo a mi, tú serías el dueño del dinero, entonces deberías buscar a mi heredero o heredera y se lo darías. Por eso tiene que ser alguien en quien confío." "¿Y por qué no indicas ya el nombre de tu heredero en vez del mío?" "Por que no lo sé ahora, y no quiero confiar en nadie mas." Alex se puso rojo de felicidad mirando a los hermosos ojos de su amigo. "Te quiero, Tom, y me importa un comino que seas gay o no. No creo que lo seas, pero si tú lo has asumido, supongo que tienes tus razones para ello." Hicieron una pausa durante algunos segundos, cada uno envuelto en sus propios pensamientos. Entonces Alex continuó. "Acabas de cumplir doce años, supongo que necesitarás el consentimiento de tu madre para abrir esa cuenta." "Ese es un buen punto a tener en cuenta. Ya he pensado como resolverlo. Había planeado ir al banco los dos juntos para recoger los papeles el próximo sábado, pero tu viaje lo ha cambiado todo. Mañana no tendremos nuestra clase diaria. Tan pronto como terminemos el colegio, correré al banco, entonces conseguiré la firma de mi madre; ella raramente lee nada porque necesita las gafas. Presentaré el papel como si fuera algo del colegio. Ella sabe lo de nuestras clases y el informe de los profesores. El único problema sería si Brenda ve los papeles. Mi dulce Margarita no diría nada. Yo siempre la comparo contigo; la quiero con todo mi corazón." Tom pronunció estas últimas palabras despacio, como si fuera una oración. "¿Por qué no pones a Margarita como tu heredera?" "Lo haría muy contento, pero ella es demasiado buena y honesta; mi madre la convencería y sacaría hasta el último céntimo. Brenda es una pequeña bruja y no lo necesitaría. Estoy seguro que ella se las arreglará para conquistar a un viejo rico para casarse con él; es muy bonita y lista para eso. Definitivamente, procederemos como lo hemos planeado, a menos que tú creas lo contrario." Alex sonrió. "Si, pero lo que estoy pensando ahora es que tu deberías continuar enseñándome cómo darte una buena mamada a tí o a una chica; como tu bien dices: por si acaso." Rieron a carcajadas, y tal como estaban en la cama, el experto Tom, le enseñó a su pequeño amante como y cuando hacerlo, siempre en su propio beneficio. CAPÍTULO 5 ---------------- Como de costumbre, el martes los dos chicos se fueron juntos al colegio; el día transcurrió sin nada especial que reseñar, excepto que Tom dio un paso más en la opinión de sus profesores. Esta vez no fue en matemáticas, sino en Geografía, levantó la mano y contestó correctamente la pregunta. El muchacho guiñó a su pequeño amigo porque la noche anterior habían estado trabajando en el mismo tema. Tan pronto como la campana sonó, Tom salió corriendo y desapareció de vista. Alex caminó a casa acompañado del resto de la pandilla, mostrándose como sorprendido del comportamiento de Tom. Unos minutos después Margarita se aproximó y lo cogió de la mano. Ellos la consideraban una niña pequeña, aunque era solamente nueve meses menor que Alex. El no le había hecho mucho caso últimamente, por eso no le importaba que la niña lo cogiera de la mano, sin embargo, cuando sus manos se juntaron, una ola de calor y felicidad invadió todo su ser, terminando en su picha que empezó a ponerse rígida. Pensó en aquellos momentos cuando le llegaba el maravilloso gusto estando con Tom, igual que cuando veía las blancas piernas de la chiquilla cuando saltaba a la cuerda. Aflojó el paso y empezaron a hablar de cosas de niños y lo que ocurría en el colegio con los amigos. Ella era un copia de su hermano, excepto que tenía el pelo lacio y de color castaño hasta sus hombros; normalmente se lo peinaba en dos gruesas trenzas con lazos rojos al final. A Alex le gustaba la niña muchísimo. Llegaron a su casa antes de que él se diera cuenta. "Me gustas mucho, Margarita. Eres una chica muy bonita." La chiquilla suspiró cuando Alex la besó en la mejilla rompiendo en encantamiento. La niña se sintió muy feliz dándole la mano al niño más guapo del colegio; se tocó la mejilla donde Alex la había besado. Nunca le diría a nadie el regocijo que había sentido; no obstante, al día siguiente, presumiría con sus compañeras durante los recreos que Alex la había acompañado, incluso argumentando que el chico era su novio. Alex entró en su casa e inmediatamente se desnudó, dobló con cuidado la ropa del colegio y comenzó a hacer los deberes de la casa. Cuando terminó cogió de su mochila los útiles escolares y comenzó a preparar los deberes. Había casi terminado cuando oyó que alguien pegaba en la puerta. Cogió los vaqueros nuevos y se los puso rápidamente sin nada debajo, Abrió la puerta y se sorprendió al ver allí de pie a Brenda; no supo qué decir. Brenda era una chica seductiva y muy bonita, nada que ver con la dulzura de su hermana menor Margarita. A él no le gustaba, aunque siempre era educado con su antigua compañera de clase. "¿No me vas a invitar a entrar?" "Oh, lo siento, entra." Ella lo miró y le sonrió, al tiempo que él cerraba la puerta. "He visto el retrato que les has hecho a Tom, y me gustaría que me hicieras a mi uno." Alex se volvió para buscar sus útiles de dibujo, no quería aparecer como que discriminaba a la chiquilla. Entonces Brenda, desde atrás, introdujo sus brazos en los anchos pantalones a través de la apertura de los tirantes, cogió la picha casi dura con una mano y los huevos con la otra murmurando:"Pero quiero que me pintes con este lápiz." Ella cogió los tirantes de los pantalones y tiró de ellos hacia abajo, en segundos, la prenda se fue al suelo y Alex fuera de ella; mostrando su picha tiesa como un palo. Rápido el se giró y la besó en los labios. Ella no esperaba aquella reacción tan rápida. "Vamos a la cama." Dijo Brenda. Ella se quitó la blusa mostrando sus pequeños pechos que habían empezado a crecer recientemente. El chiquillo le ayudó a quitarse la falda y las bragas. Pronto estaba encima de ella. Brenda guió su largo pene que entró totalmente y sin dificultad en aquella maravillosa y cálida caverna. Empezó a practicar lo que Tom le había enseñado, sin embargo, se preguntó donde estaba la dureza y el sello que hacía a una chica virgen. Dejó a un lado sus pensamientos y comenzó a follar a Brenda. Ella se revolvió, de manera que ahora estaba encima de él. Alex cerró los ojos, estaba experimentando el momento más fantástico de su corta vida. Como otras veces, su mente le dirigió otras imágenes diferentes. Encima de él ahora estaba la dulce y preciosa Margarita. El sonrió mientras Brenda follaba la picha del chiquillo ya muy cerca de su orgasmo. La muchachita casi gritó al recibir el impacto de de su clímax. Eso rompió de nuevo el encantamiento y Alex también fue lanzado al espacio exterior. La muchachita se desplomó encima del chico todavía respirando fuerte. Cuando se recuperaron, la niña comentó riendo: "Dibujas muy bien. Si lo hubiera sabido antes... Tienes un excelente lápiz, mejor que…" Ella se paró y ambos se echaron a reír. La niña lo hacía muy bien pero no se dio cuenta que el chico que tenia al lado era un chiquillo inteligente. Alex supo inmediatamente por qué su picha no había encontrado dificultad alguna al entrar; simple, ella no era virgen en absoluto. Esta no era la primera vez que follaba, aunque a él no le importó lo más mínimo. "Te mostraré como puedo hacer un buen dibujo." Ella se rió de la presunción del chico. Se puso encima de ella y empezó a lamer y mordisquear los lóbulos de las orejas, entonces se escurrió mas abajo y lamió su cuello; el pene del chico ahora estaba echando liquido preseminal y restregando los genitales femeninos. Ella gimió de placer esperando que el muchacho se la metiera, pero él la engañó y continuó hacia abajo lamiendo chupando los pezones de Brenda que inmediatamente se pusieron duros. Alex intentó perforar el ombligo con la punta de su lengua, finalmente extendió las piernas de la chica. Ella pensó que el gran momento había llegado, pero en vez de la picha, Alex usó la punta de la lengua y tocó el clítoris. Brenda estaba ya muy excitada respirando fuerte. No pudo aguantar más. "¡Fóllame, bastardo, fóllame!" casi chilló con un incontrolable deseo. Sin embargo, Alex no oyó nada; entonce cogió con sus labios el pequeño clítoris y lo chupó. Instintivamente la chiquilla levantó sus caderas y con las manos empujo la cabeza del chiquillo contra su vagina, la niña estaba medio loca de deseo y fuera de control. Alex sonrió satisfecho ya que todo estaba ocurriendo tal y como Tom le había predicho. El próximo paso era follarla con su largo pene, se lo metió hasta el límite. Sus bocas deberían unirse en un beso apasionado, pero al chiquillo no le gustaba la boca de Brenda, ella no era tan limpia como su hermano, así que permaneció encima de ella, su larga picha entrando y saliendo de su dulce caverna. Un grito marcó el punto de no retorno y ambos alcanzaron sus orgasmos al mismo tiempo. Todavía respirando fuerte, el chiquillo se escurrió hacía su lado. Cuando se recuperó, dijo: "¿Te gustó el dibujo y el lápiz?" La chica sonrió y le dio un beso rápido en la mejilla. "Has debido tener un buen maestro. ¿Quién te enseñó a pintar de esta manera?" Alex pensó por un momento no descubrirle quien había sido, sin embargo, tenía la sensación de que ella no tenía una buena opinión de su hermano. "Tom lo hizo." Brenda pareció muy sorprendida como si alguien la hubiera golpeado en la cabeza. "¿Mi hermano? Estás loco si piensas que te voy a creer." "Puedes o no puedes creerme, pero esa es la pura verdad. Yo le enseñé a él matemáticas y el me enseñó a mi sexo." "Eso es imposible porque es un cabrón maricón y no le gusta follarse a las chicas como tú. Además él no es hermano mío, somos medio hermanos, Margarita si lo es, pero no yo." Alex no quiso argumentar. Ciertamente eran muy diferentes, pero él sabía positivamente que a la chica le gustaba fantasear, al contrario de Tom o Margarita, ella era una muy mentirosa. "A mi no me importa lo mas mínimo si es gay o no, además es demasiado pronto para saberlo seguro. El profesor dijo que hasta que no alcance la pubertad total, alrededor de los quince o dieciséis años, no se determina la personalidad sexual del individuo." "El está mas que determinado, te lo puedo decir, lo mismo que yo misma. Me encanta follar con chicos y probablemente con adultos dentro de unos pocos años." Hizo una pausa. A ella no le había gustado el apoyo que Alex le había dado a su hermano Tom, así que se levantó, se vistió mientras el chico la miraba. "Eres un buen chico y mejor pintor, Alex, así que no te mezcles con maricones como mi medio hermano." Alex fue a argumentar pero ella se puso en pie y salió. El chico se sonrió y murmuró: "¡Que te follen, pequeña puta sucia!" Se metió en el cuarto de baño a darse una rápida ducha para quitarse el tufillo de Brenda. La siguiente mañana, Tom lo estaba esperando fuera; tenía un sobre marrón en las manos que metió en la mochila de Alex. "Estos son los papeles del banco, no quiero que la hechicera de Brenda los vea, algunas veces viene y registra mi mochila mientras nosotros estamos en el recreo, no sé que espera encontrar allí. Timothy me dijo que la sorprendió buscando algo en mis cosas." Alex le contó todo lo referente a la visita de Brenda la tarde anterior mientras él estaba en el banco. "Ya te lo dije que es una cabrona bruja, ahora comprendes por qué no quiero ponerla como mi heredera. Es una copia de mi madre, pero mas bonita y mas inteligente. Esta tarde, después de la clase, rellenaremos todos los papeles, Brenda seguramente no estará allí mañana cuando mi madre vuelva del trabajo. Los miércoles, después del colegio, va a hacerle una visita a una miga suya, quizás a follarse al hermano, un chico pelirrojo de trece años." Se rieron con ganas. El colegio fue como todos los días, pero Tom le pidió a su profesor de matemáticas que le escribiera una simple nota de manera que pudiera dársela a su madre sobre las mejoras que había experimentado. "¿Tuviste algún problema?" "Nada. Se lo expliqué tal y como habíamos hablado. Vio tu nombre allí y eso fue una señal de garantía para ella. Ya ves que alta consideración tiene de tu persona." Se rieron. "Los llevaré el sábado por la mañana con el dinero, así que tienes que guardarlo todo aquí." "Pero yo me voy a las 8:30 con mi maestro, y mi madre no debería saber nada de todo esto." "No hay ningún problema. Vendré antes de que tú te marches, no puedo guardarlos en casa arriesgando que la pequeña bruja encuentre el sobre." "Cada día me sorprendes más, Tom. Eres brillante en todo y cada momento consiguiendo soluciones rápidas; no hay nada difícil para ti." Tom miró a su adorado niño y lo abrazó con ternura. "Tú me inspiras, mi precioso rubito. Este fin de semana se me va a ser muy largo sabiendo que tú estás con alguien que no sea yo, llevando puestos esos pantalones vaqueros." Alex arrastró a su amigo a la cama e hicieron amor de verdad sin ninguna limitación, hasta que estuvieron exhaustos. Por diferentes razones, ambos chicos estaban excitados aquella mañana de sábado. A las 8:00, Tom llegó y Alex estaba ya preparado y vestido con los nuevos pantalones; estaba terriblemente guapo, en un momento en que su madre no estaba presente, Tom lo abrazó y lo besó con un largo beso. "Te encuentro irresistible, mi niño." Se fue. Su joven corazón golpeaba dentro de su pecho. Se fue al sótano y buscó el dinero en tres escondites diferentes, lo contó, 900 dólares y unas pocas monedas que tenía en el bolsillo. Cogió el metro y se mantuvo alejado de cualquiera, por si acaso. El tren salió parando de vez en cuando hasta que llegó a High Park. Dos bloques mas adelante vio el grandioso edifico que él conocía tan bien. Entro en el espacioso vestíbulo y le echó un vistazo al enorme reloj, ahora marcaba casi las 10:00 de la mañana. Pensó en Alex que en esos momentos probablemente estaba tan excitado como él lo estaba, viajando al campo, suspiró. Entonces vio a Carlos, sin embargo, en el momento que se acercaban, una mujer muy gorda que llevaba de la mano a un niño pequeño, lo paró; amablemente el joven la atendió con educación, indicando a Tom que se sentara en uno de los grandes sofás de cuero. Unos minutos más tarde Carlos le tocó en el hombro. "Lo siento, pero no podía decirle no al barril." Rieron contentos. ¿Lo has traído todo?" Tom le dio el sobre y rápidamente examinó los papeles. Tom fue a sacar el dinero, pero Carlos lo paró. "Todavía no. Por favor, vente conmigo." El siguió a Carlos a su mesa, rellenó otros papeles y completó detalles de los suyos riéndose. "Ahora eres un gran hombre de negocios que vive en la Wall." Puso otros formularios en la máquina de escribir y los rellenó. "Por favor firma este papel." Tom lo hizo, entonces Carlos puso todos los papeles juntos debajo de una máquina y los taladró. "Vayamos a ver al Sr. Corporate." Tom fue a coger uno de los ascensores generales, pero Carlos lo cogió del brazo a una pequeña esquina y cogieron uno pequeño privado. "Tú eres un cliente especial." Sonrieron, y mientras subían, Tom le preguntó: "¿Cuanto tiempo llevas trabajando en el banco?" "Desde que terminé la secundaria, hace casi once años; el Sr. Corporate quería que yo fuera a la Universidad, pero yo preferí trabajar, sin embargo, continué yendo a una escuela especial nocturna después del trabajo, para completar mi preparación." Tom sintió que Carlos tenía una extraña y orgullosa actitud hacía su jefe. ¿Era Carlos también gay como él? El joven adivinó sus pensamientos. "Estoy felizmente casado y tengo dos gemelos, dos preciosos bebés de un año, y los quiero muchísimo." El ascensor paró y automáticamente se abrieron las puertas. Entraron en un espacio amplio alfombrado, una mujer de mediana edad estaba sentada detrás de una mesa; sonrió al muchacho y saludó a Carlos. "Por favor, sentarse un momento allí, el Sr. Corporate tiene una visita, pero debe terminar en diez minutos." Entonces miró a Carlos y añadió: "Tiene quince minutos antes de que la siguiente visita llegue." El mensaje era: "sed rápidos, está muy ocupado." Se sentaron y Tom disparó su primera y crucial pregunta: "¿Cuanto tiempo hace que conoces al Sr. Corporate?" "Desde que tenía diez años. Era huérfano, mayormente viviendo en las calles. Nunca agradeceré a Dios lo suficiente por haberlo conocido aquel día. Me sacó de las calles, me dio una familia adoptiva y me metió en el mejor colegio de New Jersey. En aquellos momentos él no era el Director que hoy es; lo amaba y todavía lo quiero con toda mi alma. Daría mi vida por él si fuera necesario. Ha sido para mi el padre y la madre que nunca conocí. Adora la sinceridad y odia los mentirosos." La señora los llamó al tiempo que John salió a la puerta. "Entrad." Era una habitación grande con ventanas mirando al puerto. Una mesa, y en un lado, otra mesa muy larga de madera noble rodeada de seis sillas tapizadas con cuero. Todo parecía caro y confortable. Carlos extrajo los papeles y una pequeña libreta de color marrón, como un pasaporte. El salió dejando la puerta entornada. "¿Tienes el dinero, Tom?" El chico introdujo la mano en el sobre y extrajo los billetes verdes. "Si, 900 dólares." John sonrió. Sacó su propia cartera y cogió un nuevo billete de 100 dólares. "Hagamos $1,000." Lo puso todo junto y llamó a su secretaria. "Sra. Lock, por favor, vaya a Caja e ingrese todo este dinero en esta libreta de ahorro infantil." La mujer cogió el dinero y la libreta de ahorro, lo contó, y salió, cerrando la puerta detrás. Entonces Tom miró a los ojos de John durante unos segundos y saltó encima de sus piernas. Puso sus brazos alrededor del cuello del hombre y lo besó con amor. No era un beso sexual sino de genuino amor. Tom sabía que el tiempo corría, aunque le habría gustado estar así toda la mañana. "Te quiero montones, John." El hombre atrajo al chiquillo hacia su pecho y lo abrazó con cariño. "También yo te quiero a ti, mis preciosos ojos." Besó al chiquillo en las mejillas. Tom se limpió dos lágrimas y se sentó en el sofá, John lo hizo en uno de los sillones de cuero; aquellas lágrimas eran de alegría. "Te veré el próximo sábado en la esquina del Parque a las 9:00 de la mañana." El hombre sabía lo que en aquel momento cruzaba por la mente del chico. La Sra. Lock entró y le entregó la libreta de ahorro a su jefe, ahora se podía ver 1,000$ de capital. "Esto es tuyo." Extendió la mano hacía el muchacho con la cartilla, sin embargo Tom no se movió. "Es mejor que la guardes tú, espero no necesitarla durante los próximos siete años." "Carlos te enseñará como ver lo que tienes en tu cuenta. Tiene un pequeño regalo para ti del Banco." Antes de que la Sra. Lock llamara, Tom besó la mejilla del hombre murmurándole al oído: "Te quiero." Se levantó y salió. Carlos lo instruyó cómo él y Alex podrían consultar el saldo. Le dio un chándal y un par de botas como nuevo cliente del banco. Cogió el metro y en pocos minutos estaba en la Plaza para encontrarse con su colega en el negocio del sexo. Alfred lo saludó. "Lo siento Tom que te fallé el pasado sábado, pero es que cogí un cabrón resfriado en el colegio. Ahora ya estamos preparados, un cliente no está esperando. ¡Vamos! "Necesito ganar algo, de lo contrario volveré a casa andando." Se rieron al tiempo que subían al coche que los llevaría a gozar de una nueva sesión de sexo con uno de sus clientes buenos y fijos. Alex casi no pudo dormir aquella noche, conocería como era el campo que nunca había visto. Jamás había salido fuera de aquella gran ciudad, el máximo la Isla de Ellis donde el colegio llevó a la clase y a los padres de los alumnos el pasado año como una clase de Historia. Se impresionó de ver donde las autoridades habían retenido a su abuelo y a su madre durante varios días cuando las purgas de Stalin. Recordó claramente como su madre le explicaba todos los detalles en ruso. A las 8:45 AM, estaba esperando que apareciera el Viejo Ford de su maestro, sin embargo, un todo-terreno hizo sonar el claxon llamando su atención. Vio a su maestro y a una mujer guapa de mediana edad descendiendo del coche, estaba tan excitado que corrió a encontrarse con el hombre olvidándose de su madre que se acercó al coche detrás de él. El chiquillo puso sus brazos alrededor de la cintura del hombre en un rápido abrazo. "¿Y yo, qué, pequeño genio?" Alex se ruborizó profundamente, al darse cuenta de lo que había hecho. "Lo siento señora Leigh." Alex vio en los ojos verdes de la mujer amor y comprensión, como una persona acostumbrada a tratar con niños. Antes de que la mujer le ofreciera la mano, el niño se empinó y la besó en la mejilla, no era tan alta como su maestro. Robert presentó su esposa a la madre del muchacho que no sabía qué hacer o decir, así que extendió su mano y sonrió. "Bueno, vámonos, tenemos todavía un largo camino que recorrer." Alex se subió al asiento trasero y el coche se movió al tiempo que el chiquillo decía adiós con la mano a su madre. Oyó cómo su madre le decía que se portara bien y fuera un buen chico. El sonrió. "No soy un estúpido bebé." Pensó "Te gustará el viaje, Alexander; es un lugar precioso." "Seguro que me gustará, nunca he estado fuera de la ciudad. Por favor, llámame Alex, como hace mi maestro, es mas corto y a mi me gusta; mi madre siempre me llama Alexei o Alexander." "En tal caso, hagamos un trato, tú me llamas Julia y yo te llamo Alex." "Muy bien, señora Julia." El muchachito extendió la mano entre los asientos delanteros y cogió la mano de Julia en la suya. Sintió una sensación extraña, cómo si hubiera cogido aquella mano antes. El conductor estaba excitado con la conversación de su esposa y el chico. Habían conectado inmediatamente. Julia era una buena mujer y estaba acostumbrada a tratar a niños muy jóvenes en el lujoso hospital donde los dos trabajaban como cirujanos. El chico preguntaba repetidamente sobre cada edificio, factoría, etc. que veían. Todo era nuevo para él. A algunas millas de la gran la ciudad, pararon para rellenar el tanque de combustible y desayunar. "¿Has desayunado, Alex?" Le preguntó la mujer. El chiquillo se ruborizó porque tenía hambre en todo momento, y sin embargo, aquella mañana solamente se había tomado un vaso de leche. "Me tomé un vaso de leche justo antes de salir de casa." Robert entró en el aparcamiento, dejó el vehículo allí y entraron en el restaurante. Una camarera joven se acercó y miró a los preciosos ojos azules del niño. "Eres muy guapo, jovencito, creo que tu padre estará muy orgulloso de tener un hijo como tú. ¿No es cierto, señor?" Robert iba a contestar que el chico no era su hijo, pero eso habría extendido la conversación con aquella camarera charlatana, y él tenia hambre. "Tiene usted razón, señorita… Bueno, ¿que vamos a tomar? Julia, ¿tú como de costumbre?" "Si, por favor." "Hijo, ¿y tú también como de costumbre?" "Si, por favor." Alex no sabía que significaba "como de costumbre" pero pensó que lo que fuera tenía que ser bueno. "Por favor, para mi esposa tostadas y un huevo pasado por agua. Mi hijo tomará un zumo de naranja, copos de maíz, huevos revueltos y bacón, el bacón bien tostado. Igual para mí, excepto que yo no tomaré los cereales, sino café." Alex no podía hablar. ¿Cómo sabía su maestro que a él le gustaban con locura los huevos revueltos y el bacón tostado? El no había hablado nunca de esto con él. El hombre adivinó los pensamientos del chico y le acarició la espalda. "No te preocupes, hijo, te gustará." Rieron divertidos. Al chiquillo le gustó la palabra "hijo" viniendo de un hombre; raramente la había escuchado dirigida a él. Abrió sus preciosos ojos desmesuradamente cuando vio la gran bandeja con todo lo que habían pedido. Comió en silencio y despacio como su madre siempre le aconsejaba, no importando que estuviera hambriento. Julia estaba sorbiendo el café cuando un extraño pequeño aparato que tenía en el bolsillo empezó a sonar. "Es del hospital, algo ha debido ocurrir, saben que estoy de viaje." Preguntó por un teléfono y unos cuantos minutos más tarde volvió con un gesto de decepción. "Lo siento, caballeros, debéis continuar solos, el hospital me necesita. Un niño de cinco años está grave. Están preparando el quirófano para operarle." "En ese caso volveremos y te dejaremos en el hospital." "No es necesario, un coche patrulla llegará aquí en unos minutos." Cuando terminaba de hablar un coche de la Policía con las luces encendidas y la sirena sonando entró en el aparcamiento. Un oficial y un sanitario preguntaban por ella. "Lo sentimos señora Leigh, le hemos echado a perder el viaje." "No hay que preocuparse por mi, lo importante es que podamos salvar al niño. Vámonos." Le dio un beso a su marido, al chiquillo le dijo al oído: "No te preocupes mi príncipe, tendremos otras ocasiones." Se fue. Aquello impactó profundamente la mente del muchachito, no sabía que la vida de un niño fuera tan importante. Donde él vivía, un niño o una niña que era herido nunca venía una ambulancia, y mucho menos un oficial de policía. Allí todo el mundo odiaba esa institución. "Continuemos, Alex. Esta profesión es así, tienes que estar las 24 horas del día preparado, si la quieres." Alex sintió que quizás su viaje se podría arruinar si llamaran también a su maestro. "¿Te pueden llamar a ti también?" "No; yo no estoy de guardia. Hay otras personas cómo Julia a las que pueden llamar en mi lugar. Si es paciente mío, estudiaré su caso el próximo lunes, mientras tanto, otra persona se hará cargo de él o de ella." Hizo una pausa. "¿Has estado alguna vez en un hospital?" "Solamente una vez para un examen especial. Toda la clase tuvo que ir, un niño había fallecido dos días antes y nos ordenaron tomar unas pastillas durante una semana, eso fue todo. No he estado enfermo nunca, excepto con resfriado en invierno y sarampión cuando era pequeño." "Eres my afortunado, Alex. Espero que continúes así." La conversación cayó al observar Robert que el chiquillo estaba casi dormido. El nerviosismo, no haber dormido apropiadamente la noche anterior y una abundante comida estaban pasando factura al joven cuerpo. Paró el coche, cogió al niño y lo tendió en el asiento trasero, lo cubrió con una gruesa manta y lo sujeto con los cinturones de seguridad, diseñados especialmente para personas heridas. Entonces reanudó el viaje. Después de dos horas conduciendo, Alex empezó a moverse. Ahora estaban en medio del campo. Aparcó el coche en un claro. "¿Donde estamos, maestro? Lo siento pero no podía estarme de pie y me he perdido parte del camino." "Todavía estamos a una hora de nuestro destino, estabas realmente cansado." Ahora completamente refrescados el chico se sentó al lado del adulto y continuaron el viaje. Los grandes árboles, las vacas y caballos en los prados, todo era nuevo para él, parecía como si estuviera dentro de un sueño. "Todo esto es precioso, nunca creí que habría lugares, vacas, caballos y montañas como estas que contemplo ahora. Vemos la leche en botellas y la carne en la tienda del señor Helmut. Jamás las montañas." El hombre sonreía pensando cuantos niños habrá como este, inteligentes y preciosos que nunca vieron una montaña. Suspiró. Después de una hora, abandonaron la carretera principal y entraron en otra más estrecha, escasamente podían dos coches circular al mismo tiempo. Pasaron a través de un pequeño bosque de grandes robles, el chico intentó ver las copas. "Son como fantásticos gigantes, iguales a los que salen en los libros de cuentos. ¿Cómo son de altos, maestro?" Robert fue a decirle que no lo llamara "maestro" pero pensó dejarlo para más tarde. "Alguno de ellos miden mas de sesenta o setenta yardas de altura." "Son muy altos, ¿verdad? El hombre rió. De pronto el coche entró en un espacio abierto donde millas y millas eran prados y pequeños bosques esparcidos por medio. Justo como a una milla, enfrente vieron una vivienda grande al lado de un granero alto. "Estamos en casa, Alex." El coche paró enfrente de una casa que había sido restaurada. Toda hecha con grandes y pesados troncos de árboles con dos niveles pintada en un azul claro, las ventanas, puertas y los poyos de las ventanas en blanco. Tenía un porche a lo ancho de la fachada y dos mecedoras. Todo estaba limpio y arreglado. Dos árboles grandes daban alguna sombra a la casa, no eran tan altos como los que habían cruzado, pero más anchos. Descendieron del coche y Alex corrió hacia atrás con objeto de tener una perspectiva completa de la casa y los árboles. "¡Es sorprendentemente preciosa! Estaría toda mi vida en un lugar como éste." El hombre sintió una punzada de dolor cuando pensó en su propio hijo; el joven odiaba el lugar tanto como él lo amaba. Descargaron del vehículo paquetes conteniendo verduras y comida en conserva; Robert extrajo una llave y abrió la casa. Alex pudo ver que solo el vestíbulo era mas grande que su propia vivienda; no se podía imaginar desde fuera el interior de la casa. Había una chimenea y una enorme estufa de hierro que dividía la estancia en dos partes claramente definidas. Unas escaleras anchas y cubiertas de alfombra llevaban a las habitaciones de la parte alta. Enfrente de la chimenea había un sofá ancho y dos sillones tapizados en cuero. Alex comprobó el sofá y se echó a reír. "Es muy confortable." "¿Que quieres hacer ahora? Hace una buena temperatura y podemos ir de excursión si no estás cansado, por supuesto; o podemos esperar a esta tarde. En este caso, puedes explorar la casa, pintar o hacer lo que quieras." "Maestro, ¿que le parece si hacemos algo mixto? No estoy cansado en absoluto. Podemos coger algunos bocadillos, ir de excursión y explorar todos estos bellos lugares. A la puesta del sol podemos volver y permanecer en la casa." El hombre miró al chico y le indicó que se sentara cerca de él en el sofá. Alex lo hizo así. "Parece una magnífica idea, eso haremos. Ahora, ¿que te parece si cambias de llamarme "maestro" mi pequeño príncipe?" El chico se rió abiertamente al llamarle príncipe como lo hizo su esposa. "¿Cómo quieres que te llame? Iba decirle de nuevo maestro. "Lo dejo a tu elección, no obstante, no deberías usar apodos. Eres un chico listo y creo que tienes los suficientes recursos para encontrarlo." Alex se puso serio. Parecía que meditaba las palabras de Robert. "Desde el primer día que te hablé, sé como me gustaría llamarte, sin embargo, no me atreví ni siquiera decírtelo." "Por favor, adelante, príncipe." El chiquillo sonrió. "Para mi, tú eres más grande que un rey; Julia me llamó pequeño príncipe, y tú me llamaste hijo mío. ¿Puedo llamarte…" el chiquillo dudó, "puedo llamarte "papá" cuando estemos solos, como ahora?" El hombre miró los ojos azules del niño y lo atrajo hacía su pecho suavemente besándole el sedoso pelo rubio. "Nada me gustaría más, hijo." Alex saltó a las rodillas del adulto y lo abrazó muy fuerte. "Te quiero, papá, Te quiero mucho." El hombre sintió los espasmos que producía el niño al llorar. El adulto empezó restregarle la espalda y el cuello al niño hasta que éste paró. Robert extrajo su pañuelo y se lo dio al chiquillo al sentarse de nuevo en el sofá. Jamás había conocido ni sido tratado por un padre. "Lo siento, papá, me he comportado como un bebé, pero es tan maravilloso tener un padre como tú… "Tiene que ser igual que tener un hijo tan bueno e inteligente como tú. "Ahora ponte en pie, vamos a preparar los víveres para la excursión." Contento el muchachito ayudó a su nuevo padre. Lo habían dejado todo en el vestíbulo, excepto aquellas cosas que necesitaban poner en el frigorífico. Lo metieron todo en la despensa de la cocina y Robert cogió algunas cosas y las puso en las mochilas; entonces el hombre dijo a su nuevo hijo. "Alex, si quieres algunas bebidas póntelas en la mochila." "Solamente agua. El profesor dice que es lo mejor que puedes beber cuando tienes sed." "Tiene razón. Encontraremos muchos manantiales de los que puedes beber." El hombre miró al chico para calcular su talla y entró en una habitación. Después de unos cuantos minutos, vino con un par de zapatillas de deporte, una camiseta blanca de algodón y unos pantalones cortos color beige. "Será mejor que te cambies a esto. Dentro de una hora hará calor para la ropa que llevas puesta." Alex miró las prendas. "Papá, ¿Es que vamos al servicio religioso de la iglesia?" "¿Por qué, hijo?" "Son demasiado buenas para ir a la montaña. Las puedo ensuciar y echarlas a perder." El hombre sonrió comprendiendo la situación del chico en su casa. "No te preocupes, hijo, tenemos una máquina para lavarlas de nuevo." Sin dudarlo un segundo, Alex se desnudó, excepto por la ropa interior, la dobló bien y rápidamente se puso la ropa nueva. El hombre miró al delgado chiquillo y comprendió que aquel cuerpecillo necesitaba coger algún peso extra antes de que pudiera entrar en la pubertad. Alex se miró así mismo vestido con los nuevos pantalones y camisa, se sorprendió de lo bien que le ajustaban. "Estoy preparado. Parece como si fuéramos a una boda." El hombre le dio una palmada en el trasero y salieron. Cruzaron por los largos prados, bosques, riachuelos y pequeñas corrientes de aguas cristalinas que bajaban de las montañas. Estaba mas que sorprendido de aquella belleza natural. De pronto se paró; con su excelente vista localizó dos animales que caminaban por un terreno lejano. "¿Qué animales son aquellos, papá?" Preguntó el chiquillo señalando con el dedo índice. "Los he visto en algún libro, pero no puedo recordar su nombre." "¡Buena vista! Son ciervos rojos, probablemente una hembra y su cría. Vamos a intentar aproximarnos despacio para verlos mas de cerca." Se escondieron detrás de unas zarzas. A los pocos minutos los animales los detectaron y salieron corriendo hacía un bosquecillo cercano. El chiquillo no podía estar más sorprendido y feliz. "Papá, ha sido maravilloso, un tema magnífico para pintarlo." Después de un tiempo subieron a una meseta, y al alcanzarla, la Madre Naturaleza se mostró en todo su esplendor y gloria. Vieron una laguna de aguas tranquilas como el cristal, en la parte opuesta, norte, había algunos grandes árboles a lo largo de la orilla. Al fondo y muy lejos, todavía podían verse los picos nevados de las montañas reflejándose en la laguna como si fuera un gigantesco espejo. Para completar la preciosa imagen, algunos patos se movían tranquilamente en la superficie dejando un rastro en el agua como si fueran pequeñísimos barcos. Alex exclamó: "¡Maravilloso, sorprendente! Nunca pensé que existiera algo tan hermoso cómo esto. Gracias, papá por traerme aquí." "Pensé que te gustaría. Todavía está intacto como ha sido durantes siglos. Este tema fue el objeto de uno de mis mejores cuadros. Desgraciadamente lo di para una subasta con objeto de recaudar fondos para caridad. Alguien pagó un buen dinero por él." "Si alguna vez alcanzo el suficiente talento y técnica en el color como tú, intentaré emularte." Robert suspiró y revolvió el cabello del chiquillo. "Estoy seguro que lo conseguirás." Pararon debajo de un gran árbol cerca de un arroyo que alimentaba las aguas de la laguna. El chico se quitó las zapatillas deportivas y se metió en el agua. Inmediatamente retiró los pies. "Está fría como el granizo, papá, a pesar de que yo tengo calor," "Permaneceremos aquí para descansar y comernos el almuerzo." Robert miró su reloj de muñeca. "Son casi las 2:00 p.m. ¿No tienes hambre? Yo, si. El niño sonrió. "No sé que me pasa últimamente que estoy hambriento a todas horas, y hoy mucho más. No obstante, con la excursión y todas estas cosas tan excitantes me había olvidado de mi hambre." Hizo una pausa, y continuó. "Papá, ¿te importaría si me quito la ropa? Tengo calor y quiero estar fresco." El hombre sonrió. "No. No me importa lo más mínimo, todo lo contrario, incluso te animo a hacerlo siempre que no haya nadie que pueda pensar diferente. Estamos en medio de la Madre Naturaleza, y recuerda, igual que el ciervo, todos nacimos en cueros." El chico dio una carcajada. "Eres grandioso, papá." Alex se desnudó e intentó de nuevo meterse en el agua, lo hizo pero solo hasta la cintura, enseguida se salió, su blanca piel se puso morada y su picha se arrugó casi próxima a desaparecer dentro de su abdomen. "¡Dios, está demasiado fría!" "¿A donde se ha ido tu pene?" El hombre rió. Alex lo miró y saltó encima de su padre empezando a hacerle cosquillas. Los dos lucharon juntos, el hombre vestido y el chico desnudo. Finalmente, felices pararon y empezaron a comer. Después de un descanso continuaron con la excursión. El niño puso su ropa en su mochila y continuó desnudo. Robert no podía sino admirar la belleza de los rasgos del pequeño querubín. Algún tiempo después Alex sintió frío al acercarse la puesta del sol, así que se vistió. Le dio la mano a su padre y volvieron contentos a casa. "Mientras yo enciendo la chimenea, tú te puedes ir duchando." Alex lo miró y le dijo con ternura. "No, papá. Hemos venido juntos, así que encenderemos el fuego los dos y nos ducharemos juntos. Tú eres mi papá y yo soy tu hijo, por lo tanto no necesitamos estar separados, o ¿es que eres vergonzoso?" "No se que voy hacer con un hijo tan inteligente." Alex le dio un beso rápido a su nuevo padre y se fue a una habitación adyacente a traer trozos de madera. Encendió el fuego al tiempo que el sol declinaba, ya se echaba de menos el calor de la lumbre. Entonces Robert señaló una puerta. "Esa es tu habitación. En el baúl, cerca del armario, podrás encontrar pijamas en caso que desees ponerte uno, aunque me imagino que no." El chico, mas por curiosidad que por el pijama, subió por las anchas escaleras y entró en la espaciosa habitación; todavía el sol brillaba a través de las ventanas. Tenía una cama grande, una mesa cerca de la ventana con algunos objetos eléctricos, dos mesitas de noche, dos sillones además del baúl y el armario. Pósters antiguos mostrando aviones y cantantes que Alex no conocía y que cubrían las paredes. Claramente se podía ver que se trataba de la habitación de un chico. Se acercó al armario y corrió fácilmente una de las tres puertas correderas. Se cubrió la boca con la mano para prevenir la emoción. Probablemente había cientos de trajes de todas clases y tamaños, empezando por la edad de un chico de 8 años hasta la de casi un hombre, todos colgados y en perfecto orden. En el fondo muchos pares de zapatos, botas, zapatillas, zapatos de deporte, zapatillas de dormir y sandalias. Abrió uno de los cajones y encontró, pijamas; tocó uno de ellos, era de seda azul claro con una estrecha tira roja por todo el filo. En otro cajón había ropa interior clasificada por tamaños. Cogió un par y una toalla grande blanca y se fue al cuarto de baño. Era tan grande como su cuarto de estar, con una bañera redonda. El hombre entró detrás de él. "Supongo que estarás sorprendido al ver tanta ropa en esta habitación. Hablaremos de eso mas tarde. Ahora vamos a lavarnos y ponernos limpios y cómodos. Cenaremos con abundancia, especialmente tú; después de eso, podemos hablar sobre cualquier asunto que te interese y guste." Alex sonrió divertido de como su padre adivinaba sus pensamientos. "¿Adivinas siempre los pensamientos de las personas? ¿Eres un brujo?" El hombre se rió de buena gana. "No de todos los chicos, pero de la mayoría, especialmente si son bellos príncipes como tú." Se rieron. Robert enjabonó a su hijo, y al llegar al pene añadió: "Háztelo tú mismo, esa parte es muy sensible y podría hacerte daño, mis manos no son tan finas. Ten cuidado y lávalo cuidadosamente." Alex miró a los ojos de su nuevo padre y dijo seriamente. "A mí no me importa que lo hagas tú, papá, tu eres mi padre." Y así lo hizo. Entonces le llegó el turno al hombre. Alex lo sentó y lo enjabonó. Entonces preguntó: "Papá, ¿como has conseguido estos músculos tan poderosos y fuertes?" "Voy tres veces a la semana al gimnasio desde que era joven, eso me mantiene en forma y bien." "Por favor, ponte en pie, quiero enjabonarte arriba y abajo." Alex enjabonó de forma natural las piernas de Robert, los testículos y el pene. No necesitó retraer la piel porque carecía de ella al haber sido circuncidado. "Tu pene es enorme, papá." Hizo una pausa. "Bueno, soy un adulto, en el futuro el tuyo también crecerá hasta alcanzar el mismo tamaño o incluso mayor, el mío no es excesivamente largo, hay otros hombres con uno mucho mayor." El chiquillo sonrió. Se enjuagaron y secaron. "¿Por qué estás circuncidado? Donde yo vivo no hay muchos chicos con la piel del pene quitada." "Bueno, yo no escogí que me lo hicieran. Mis padres lo hicieron cuando yo era todavía un bebé. ¿Por qué lo realizaron? no lo sé, nunca les pregunté. Mi opinión personal, incluso desde el punto de vista médico, creo que es un error. Los Estados Unidos son el único país cristiano en donde todavía se practica este tipo de mutilación. En Europa raramente encuentras varones circuncidados fuera de los judíos y los musulmanes. Supongo que la Madre Naturaleza tiene sus razones para tener esa piel ahí." Alex pensó durante un momento que en el futuro tendrían ocasión para charlar de esto y de otros muchos asuntos de los que él tenía ansias de conocer, así que cambió a otras más prácticas. "¿Limpiamos el cuarto de baño? Yo siempre lo hago en casa." "No es necesario, solamente lo hemos usado una vez. Pasado mañana vendrán dos personas a limpiarlo todo. Les pago para que lo hagan." "Podríamos ahorrarnos el dinero, papá." "Tienes razón, hijo, pero afortunadamente tengo el suficiente para permitirme pagar estos gastos." Alex pensó que eso era una tontería porque podían hacerlo entre los dos, era muy fácil. Mientras Robert cocinaba la cena, el chiquillo echó mas leña al fuego y lo preparó todo para cenar en una pequeña mesa cerca de la chimenea. El niño se sentía muy bien y hambriento; le encantaba permanecer desnudo en frente de la lumbre. Cuando vio el enorme entrecot más las verduras, sus ojos se pusieron como platos. "Papá, ¿crees que yo me puedo comer tanta carne?" "Inténtalo. Necesitas cubrir esa preciosas costillas." "Tom siempre dice que la carne va a la carne, significando que mi pene crecerá mas largo si como mas carne." Robert se echó a reír imaginando las conversaciones de los chiquillos sobre el sexo. "Bueno, parcialmente tiene razón. Carne significa proteínas y las proteínas son las que hacen que el cuerpo se desarrolle, son la base del crecimiento." Comieron en silencio, pero Alex no pudo terminarse el gran filete, se dejó un poco. "¿Qué te gustaría como postre?" "Nada más, papá. Gracias, estoy lleno." Se llevaron los platos y cubertería sucios y los metieron dentro del lavavajillas. Robert se puso un pijama ligero de seda y se sentó en frente del fuego. Alex permaneció desnudo tendido de espaldas sobre el sofá, la cabeza sobre las piernas de Robert como almohada. El hombre suspiró. ¡Cómo echaba de menos momentos cómo este! Su verdadero hijo nunca lo hacía. Sin embargo él recordaba nítidamente como él y su padre lo practicaban a menudo. Su padre los llamaba "momentos de confidencias." Después de algún tiempo, Alex dijo: "Supongo que vuestro hijo estaría muy orgulloso de ti y de mamá Julia." Esto sorprendió al hombre en sus pensamientos. "¿Por qué, Alex?" "Bueno… tú le comprabas muchos trajes, este precioso lugar para pasar momentos inolvidables, y tener un padre y una madre médicos que atendían a los niños. Yo lo habría estado." Robert meditó la contestación, este no era un chiquillo corriente. "Alexander, tú eres un chico muy especial. Créeme, no hay muchos cómo tú. Mi hijo tenía de todo lo que quería, nació ya teniéndolo, en cambio tú y yo, no; esa es la razón por la que tú aprecias el valor de las cosas." "Creo que tú también fuiste un niño especial, papá. Cuando me convierta en un hombre adulto, si llego a tener hijos, les enseñaré que no todo crece en los árboles, cómo dice mi profesor de matemáticas. Se necesita esfuerzo para poder apreciar su valor. Al principio no lo entendía pero él amablemente me lo explicaba." "Tiene que ser un gran profesor y un hombre aún mejor." "Oh si, lo es. Enseñar en un colegio como el mío con tantos chicos y chicas repitiendo de grado, se necesita grandes dosis de esfuerzo y entusiasmo. La mayoría de los chicos lo aprecian y algunos lo odian también, porque él tiene la clave para que puedan pasar al siguiente grado. Tom es brillante, tiene 12 años, sin embargo, con las clases que le estoy dando y sus esfuerzos, estará el próximo año en el siguiente curso, como yo. "Además de ser un buen estudiante, supongo que practicarás algún deporte." "Si, pero no soy bueno en deportes. Juego al futbol con Tom y sus amigos. También me gusta el ajedrez y dicen que no soy malo." "¿Qué te parece si echamos una partida? Tengo aquí un equipo completo." "¡Magnífico, me gusta eso!" El hombre se levantó y trajo el tablero y la caja con las fichas. Robert era bueno en el ajedrez y tubo que reconocer que Alex con un buen entrenamiento podría ser incluso mejor que él. Casi cómo todos los rusos, lo tenía en la sangre. La hora de irse a la cama llegó y cada uno se fue a su habitación, sin embargo, diez minutos más tarde, Alex llamó a la puerta del dormitorio de Robert. "¿Algún problema, Alex?" "No." El chiquillo dudó por un momento "¿Puedo dormir contigo?" El hombre lo miró un poco sorprendido ya que el niño todavía estaba desnudo. "¿Tienes miedo?" Alex sonrió. "Oh no; no soy un bebé. Pero he pensado que vinimos juntos y tu cama es mas que suficiente para dos." Robert sonrió y levantó el cubrecama; Alex saltó a la cama y se acunó entre los brazos de su nuevo padre. El hombre pensó que después de todo no era mas que un niño, muy inteligente, si, pero un niño. "¿Papá, por qué guardas todos esos trajes? Si el nunca vuelve y jamás se los pondrá, además supongo que es ya un hombre." Robert tenía la respuesta, pero contestarla les llevaría horas y sabía que el muchachito estaba cansado. "Porque son mágicos." "¿Mágicos? Estás bromeando, ¿verdad?" "Son mágicos porque pasan a pertenecer al chico que se los pone, a menos que fallezca." Alex rió. Se volvió mirando al hombre. "¿Quieres decir que tengo que llevarme todos los que me ponga, cómo la camisa, los pantalones cortos, y la ropa interior?" "Exactamente. De lo contrario ellos te seguirán como si fueran espíritus, no importa a donde tu vayas." El chiquillo rió de nuevo. Sabía perfectamente lo que su padre le estaba sugiriendo. Le dio un beso de buenas noches, se volvió a su lado derecho y se acunó entre los brazos y piernas del adulto. Sintió el calor del abdomen de su nuevo padre, y el flácido pene contra sus muslos, se sentía muy bien y confortable. Un par de minutos mas tarde ambos estaban dormidos como troncos. Este fue un ejemplo de los muchos fines de semana que Alex pasaría con sus nuevos padres en la vieja granja. La mañana siguiente la emplearon montando dos viejas bicicletas visitando algunos otros lugares. Después de la comida del mediodía volvieron a casa. En la esquina del parque su madre lo estaba esperando. Le dio un beso rápido en la mejilla a Robert y sus ojos se nublaron al decirle adiós. Quedaron en verse de nuevo dentro de dos semanas. 2ª PARTE ======== CAPÍTULO 6 ---------------- Cuando Alex bajó de su casa para ir al colegio la siguiente mañana, Tom lo estaba esperando; sus ojos brillaban y Tom puso su brazo alrededor de los hombros de su joven amigo, presionándolos hacia él. Le habría gustado abrazarlo y besarlo allí mismo. Alex puso su brazo izquierdo alrededor de la cintura de su amigo y sonrió. "¿Cómo fue todo, Alex?" El pequeño rubito suspiró. "Muy bien, supongo," añadió Tom. "Mejor que muy bien, Tom. Fue maravilloso, precioso, bonito; no sabría como describirlo, no tengo palabras para ello." "Hoy llevas puestas prendas muy caras; lo sé porque estoy un poco interesado en moda. Puedo calcular que lo que vistes sobre tu cuerpo debe valer por lo menos 200 verdes." Alex abrió los ojos y la boca asombrado, no podía creer lo que su amigo le decía. "¿Lo dices en serio?" "Absolutamente. La mayoría de los chicos no lo saben. Déjame que vea." Quitó su brazo de los hombros y empezó a buscar las etiquetas, pero no pudo encontrar ninguna. Sonrió astutamente. "Tú, chico listo, has quitado las etiquetas." "No, yo no he quitado nada, creo que mi madre lo hizo." "Pues hizo lo correcto, de lo contrario, cualquier chico interesado podría asaltarte para quitarte las prendas y dejarte desnudo en medio de la calle, pero unos vaqueros sin etiqueta es como una buena pintura sin firma; buena pero sin valor para venderla." "¿Quieres decir que roban prendas de vestir, no para vestirse sino para venderla de nuevo?" "Así es." Continuaron y Tom paró durante algunos segundos para mirar cuidadosamente la imagen de su amigo. "Los vaqueros y la camisa te caen como guantes en las manos. Esa es la diferencia entre bueno y corriente, además de la calidad del material del que están hechos. Estas prendas no se venden en las grandes superficies sino en tiendas especiales y caras." Entonces Alex le narró todo sobre su estancia, especialmente sobre la excursión y la salida en bicicleta que hicieron a la mañana siguiente. "Parece más una situación entre padre e hijo. ¡Cómo te envidio, Alex!", dijo el muchacho con resentimiento. "Esta tarde te contaré todo lo referente a mi visita al banco." Estaban ya en la puerta del colegio. En alguna parte en la suite de la última planta de un gran edificio en Manhattan, un grupo de mujeres y hombres estaban discutiendo y votando una decisión que afectaría a las vidas de los chicos. El presidente del Consejo de Administración estaba exponiendo: "Señoras y señores, la Dirección de nuestro banco en Los Ángeles, se quedará vacante dentro de dos meses, nuestro amigo Frank se jubila después de 40 años de buen servicio a nuestra Institución. El Comité Ejecutivo, después de algunas deliberaciones, propone al Señor John Corporate como su sustituto, es uno de nuestros mejores hombres, y aquel edificio necesita sangre joven y nueva." Uno de los miembros levanto la mano y argumentó: "Si, es muy bueno y eficiente, ha demostrado su alto valor, pero no está casado." El presidente sonrió. "Peter, quiero recordarte que este Banco lo fundó un hombre soltero y que falleció cuando tenia 90 años y continuaba soltero." El resto de los consejeros se rieron. "Por favor, señores, votemos." Todos votaron afirmativamente, excepto Peter que se abstuvo. Alex y Tom terminaron el colegio y caminaron de vuelta a casa. Margarita salió corriendo y se cogió de la mano de Alex; el niño suspiró al tiempo que miraba furtivamente la cara de la preciosa niña, una copia exacta de su hermano. Cuando llegaron a casa de Alex, ella les dio sendos besos rápidos a su hermano y al chiquillo en la mejilla, salió corriendo para su casa mientras los chicos subían a la segunda planta, entrando en la casa de Alex. Al descargar las mochilas, Tom cogió a su niño entre sus brazos y lo besó en los labios un largo y húmedo beso. Los dos sintieron cómo sus pichas empezaron a empalmarse. "Necesitaba este beso, Alex." Alex asintió. "Procedamos como de costumbre." Después de hacer los deberes caseros y escolares dieron la clase que versó sobre materias diversas. Guardaron los libros y los cuadernos en las mochilas. Se miraron a los ojos, entonces Alex dijo: "¿Nos vamos a la cama?" "No. Quiero que me folles aquí mismo ahora, podíamos manchar las sábanas y tu madre se enteraría." Extrajo de la mochila un tubo de KY y empujó a Alex sobre la raída alfombra. Se besaron y Tom se agachó empezando a chupar las pequeñas tetillas de su amigo, su ombligo y finalmente el maravilloso pene que no estaba mutilado. La saliva habría sido suficiente, pero Tom quería que su amigo disfrutara desde el principio. Después de unas pocas chupadas del erecto pene, Alex gemía suavemente. Tom cogió un poco de la resbaladiza crema y puso parte sobre el pene de su amigo, y otro poco en su propio ano. Tom se puso a horcajadas sobre Alex y guió su picha dentro de él; un simple empujón fue suficiente para enterrar la herramienta del chico dentro de su intestino. Empezó a moverse arriba y abajo al tiempo que el chico rubio puso su mano alrededor de la picha de su amigo. Necesitaban esos momentos de sexo. Después de unos minutos, aquella maravillosa sensación empezó a crecer en alguna parte de sus jóvenes cuerpos corriendo a la punta de sus pichas. Alex tenía los ojos cerrados y cuando los abrió lo que vio fue a Margarita encima de él. Volvió a cerrarlos de nuevo. El poderoso placer llegó y Alex empujo su pelvis hacia arriba y gimió de gusto murmurando el nombre de la niña. Tom envuelto en su propio placer no notó esto. Todavía respirando fuerte, Tom se deslizó hacia el lado derecho mientras Alex todavía estaba dentro de él. Después de unos minutos de relax, Alex dijo. "Ha sido maravilloso, Tom, mejor que nunca. ¿Quieres hacérmelo tú a mi?" Tom lo deseaba con todo su corazón, habría pagado todos sus ahorros por follar el maravilloso culo de Alex, pero también sabía que se arrepentiría de ello durante toda su vida. No ignoraba que Alex quería devolverle el favor, pero su amigo no era gay cómo él, por tanto sería como aprovecharse de su honorabilidad. Si se había ofrecido era solo y exclusivamente por complacerle. Así era de noble aquel chiquillo maravilloso. "¡No, jamás!", pensó, "Lo quiero demasiado para cometer tamaño disparate; para mi, su amistad vale mas que todos los placeres del mundo." El gemido de su querido niño lo sacó de sus pensamientos. "No, Alex; eso duele las primeras veces y yo te quiero demasiado para hacerte el menor daño. Cuando tú me lo haces yo gozo lo suficiente, especialmente cuando hacemos el 69. Nunca he encontrado a nadie que me la chupara cómo tú." Alex sonrió feliz. "Entonces, ¿a qué estamos esperando?" Rieron contentos. Tom cogió el blanco cuerpo de su niño y se lo puso encima. Gozaron su relación sexual, y ya satisfechos, yacieron de espaldas, sus miradas perdidas en el techo de la habitación envueltos en diferentes pensamientos. Tom acarició suavemente la preciosa cara de su amante, se encontró con la mirada del niño cuando dijo: "No te he contado toda la verdad del fin de semana y de lo que hice, te ruego que me perdones. Necesitaba pensar si decírtelo o no. No estoy seguro, pero creo que algo importante nos va a ocurrir; es solo una premonición. Creo que soy un poco brujo como mi hermana Brenda y no me gusta." Dijo estas palabras cómo si fueran una oración, pero Alex las oyó todas en silencio. Entonces continuo: "La tuya ya ha empezado con la excursión y especialmente durmiendo con ese hombre." "Pero no hicimos nada, excepto charlar y dormir; él se portó cómo si fuera mi padre. Para ser honesto, deseaba con toda mi alma que realmente lo fuera." "Ese es el punto clave, él es como un padre para ti, y tú lo quieres cómo si fuera tu papá." "Eso es muy cierto, Tom." Confirmó el chiquillo despacio. Se habían vuelto a sus respectivos lados, uno frente al otro y Tom miraba directamente a los preciosos ojo azules de su chico. Le acarició amorosamente el dorado pelo y le dio un beso rápido en los labios. "Te quiero, eslavo mío, pero escucha, Alex. El fin de la pasada semana no lo pasé con un adolescente, sino con un hombre de verdad de alrededor de 35 años, por cierto muy guapo y limpio. Hicimos una excursión como tú con tu padre, y permanecimos en una casa preciosa en mitad del campo, los dos solos. Obviamente, hicimos el amor, no solo sexo. He odiado siempre besar a un adulto, sin embargo, esta vez lo besé a él, y lo hice porque me gustaba, quería y me apetecía. Ciertamente fue solamente un beso rápido en los labios. Yo sabía que él quería follarme, por lo que le dije que lo hiciera, de verdad que lo deseaba que me lo hiciera él. Sin embargo para mi sorpresa, rechazó mi propuesta, me dijo que no estaba preparado, que yo le gustaba montones y que no quería hacerme daño, así que me lo hizo entre las piernas." Tom hizo una pausa esperando algún comentario de su inteligente amigo, pero Alex se mantuvo en silencio y Tom continuo. "Disfrutamos estando juntos, cuando me dejo en el parque al día siguiente encontré 100 verdes en mi bolsillo. El sábado fui al banco en el que él es el gran jefe y abrí una cuenta de ahorro. Un hombre joven llamado Carlos, casado, y con dos niños pequeños, me llevó a su despacho, y créeme, es mas grande que todo este apartamento. Yo llevaba 900 dólares, entonces él extrajo otros 100 de su cartera para que hiciera $1000. Me sentí atraído por él como si fuera el mejor de los hermanos. En un momento que nos dejaron solos me subí a sus rodillas y lo besé largo con cariño, mientras él me restregaba las espaldas y el cuello. ¡Me sentí el chico más feliz del mundo!" Tom hizo una pausa y Alex murmuró. "Creo que le quieres, pero él es solamente un extraño que te desea solamente para tener sexo contigo porque eres muy guapo, como muchos otros, supongo." "No Alex; esa es la diferencia. El me preguntó sobre el colegio y lo que hago durante los fines de semana, aconsejándome sobre malos y buenos amigos. En resumen, a él le importo como a nadie le he importado jamás, excepto a ti, incluyendo a mi propia madre. Sé que soy homosexual y él lo sabe porque él lo es también; no de esa clase de maricones que visten y hablan como las mujeres. El es un verdadero caballero." "¿Y de tu madre, qué? ¿Sabe ella que pasaste todo ese tiempo con un hombre adulto?" "Esa es la clave del problema. A ella no le importa lo que yo haga, siempre y cuando la Policía no venga a casa para informar que estoy detenido. Creo que ella es una egoísta, gana el suficiente dinero en sus negocios para sacarnos de este agujero donde vivimos. Muy profundo en mi corazón me gustaría que ella me retuviera en casa, lo mismo que tu madre hace contigo. A mi no me importa como es Brenda, es una superviviente, pero estoy seriamente preocupado por mi dulce hermana Margarita. Es una niña todavía jugando con muñecas." Diciendo esto sonrió. "¿Sabes una cosa, Alex?" continuó. "El año pasado le compré una muñeca grande que yo sabía que le gustaba; representa a un bonito príncipe vestido con un precioso uniforme militar de muchos colores. Ella lo bautizó con el nombre de Alex." El chiquillo interrumpió a su amigo. "Estás bromeando, ¿verdad?" "No, en absoluto, y eso no es todo. Hace unos días oí ruido en su habitación, Brenda no estaba allí y fisgué un poco por curiosidad. Vi como ella besaba en los labios a su muñeco príncipe murmurando: "Te quiero, mi príncipe Alex." El chico sonrió complacido, pero no dijo nada durante un minuto. "Tom, por favor, no te rías de mi, pero quiero ser honesto contigo. Si yo tuviera una muñeca vestida de princesa, habría hecho exactamente igual. Quiero a tu hermana, mi princesa Margarita." Tom se rió a carcajadas. "¿De verdad amas a mi hermanita? ¡No lo puedo creer!" Alex se sintió ofendido y se puso serio. "¿Por qué no? Me gusta un montón, cómo tú dices. Siento una ola de calidez y bienestar cuando ella me toca. Me gustaría poder abrazarla, protegerla y…" Iba explicar a su amigo cómo la imagen de la niña estaba en su mente solo hacía unos minutos cuando ellos alcanzaron el gran momento, sin embargo Tom abrazó a su amigo cálidamente. "¡Amas a mi dulce Margarita…!" Tom dijo estas palabras en un murmullo como si fuera una oración. "Alex, sabes que estoy muy orgulloso de ser tu amigo, pero ahora te quiero inmensamente." Hizo una pausa."Tienes que prometerme que si me ocurriera algo a mi, tú la cuidarás. Por otro lado, si tú quieres abrazarla tienes muchas oportunidades, estoy más que seguro que a ella la harás muy feliz. No te quepa la menor duda." "Por favor, olvídalo. Solamente te puedo decir que lo juro por la Cruz de San Patricio, que la cuidaré, si ella me lo permite." "Eso es más de lo que esperaba. Gracias, amigo mío." Guardaron silencio durante unos minutos envueltos en sus jóvenes pensamientos. "Tú me has dicho que tienes ahorrados 1000 verdes; eso es mucho dinero. ¿Cómo pudiste reunir tanto dinero?" Tom de nuevo acarició con ternura los dorados cabellos de su amigo mirándole a los ojos. No se atrevía a contestar la pregunta, pero tenía la impresión de que aquellos eran momentos importantes para ambos. Suspiró, se mantuvo quieto en silencio durante un par de minutos o más. Finalmente y con dificultad rompió el silencio. "Yo… yo… no quería decírtelo, pero estoy obligado a ello, a ti no puedo mentirte; por lo tanto, me tienes que prometer que no se lo dirás a nadie." Hizo una pausa y su amante no le contestó, asumió que él se lo había prometido. "Durantes los fines de semana estoy envuelto en lo que tú llamarías prostitución infantil." "¿Prostitución infantil? ¿Qué quieres decir con eso?" Tom cogió las manos de Alex en las suyas y lo miró directamente a los ojos. "Escúchame cuidadosamente, Alexander Lortonoff. Tú sabes muchas cosas, pero supongo que también ignoras muchas otras. Muchos hombres disfrutan teniendo relaciones sexuales con niños, especialmente de entre diez y catorce años. Hay unos cuantos lugares en la ciudad donde se reúnen, entonces chicos y hombres se van juntos a un hotel, le pagan al muchacho y disfrutan de esas relaciones durante una o dos horas; algunos incluso los fines de semana enteros." "¿Quieres decir que los adultos pagan por hacerte, digamos, lo que nosotros hemos hecho juntos?" "Más o menos. Sin embargo no hay amor, solamente sexo. Se la chupan a los chicos, y los chicos se lo hacen a los hombres, algunas veces los hombres los follan entre las piernas, incluso algunos en el culo, especialmente a los muchachos mayores. Hay tarifas para todos los gustos y juegos. Por ejemplo: Hombre chupa a chico, $5; chico a hombre sin esperma, $6; con esperma, $8. Además hay clases de chicos; rubios y blancos puros tienen las cotizaciones y demandas más altas; negros son los más baratos. Tú estarías ahora en lo más alto. Los rubios y los más guapos pueden elegir sus clientes. Por seguridad, los chicos normalmente forman parejas y al final se reparten el dinero que obtienen." Alex estaba muy sorprendido. "Hablas de esto como si estuvieras vendiendo patatas o comercializando con ganado en el mercado." "Bueno, así es el negocio. Hay muchas variantes que nos llevaría horas explicarlo. Alfred y yo formamos equipo, él tiene 12 años y es rubio, pero no es muy guapo. Hacemos un pequeño teatro donde él me folla a mí o yo lo follo a él. Para decirte la verdad, me gusta y gozo cuando se lo hago a él o al contrario." "¿El es también gay?" "No lo sé. Creo que lo es, pero las cuestiones personales las dejamos a un lado." Tom se rió. "¿Por qué te ries? Esto es una cosa muy seria." "¿Seria? En absoluto. Alfred es un perfecto artista fingiendo, incluso algunas veces me engaña a mí. Una cosa que tenemos en común es que a él le encanta estar limpio tanto cómo a mí, y eso es altamente apreciado por los clientes ricos. Algunos días nos hemos duchado o bañado seis veces. Un buen cliente nos lleva primero a comer a un restaurante muy caro, entonces nos vamos a un hotel, raramente a su propia casa." "Tú lo puedes llamar como quieras, pero la palabra correcta para eso es prostitución, y a mí no me gusta." Tom se puso serio. "Alex, a ti te puede o no te puede gustar, pero hay miles de chicos y chicas muertos de hambre ahí fuera abandonados por sus familias y por las autoridades; muchos de ellos viviendo en las calles. No tienen padre o madre, y si lo tienen, son alcohólicos o drogadictos. Si la Policía los coge robando algo para comer, con toda seguridad los llevarán detenidos y encerrados en un lugar que es un infierno, donde los chicos mayores y hombres malvados, se aprovechan de los chiquillos menores y les hacen toda clase de perversiones. La prostitución es en sí mala, pero no lo peor. Lo hago porque quiero ahorrar dinero. Cuando crezca he planeado irme a un colegio donde te enseñan moda, posiblemente en Europa, y eso cuesta mucho dinero que mi madre no pagaría. Tengo que admitir que me gusta y disfruto teniendo relaciones sexuales, especialmente con otros chicos, pero no puedo dejar de que me guste. Soy cómo soy y como nací y no lo puedo cambiar, ¿verdad?" Hizo una pausa y Alex pudo ver que las lágrimas corrían por las preciosas mejillas de su mejor amigo; estaba llorando. "Lo siento, Tom; soy realmente estúpido, algunas veces veo el mundo de color de rosa y precioso, a pesar de haber visto lo que tu mencionas muchísimas veces." "No, Alex; no eres ningún estúpido. Como dice nuestro profesor, eres un idealista y los idealistas tienen que existir en este cochino mundo. Te quiero tal y como eres." Hizo una pausa durante unos momentos, se secó las lágrimas y cambiaron de asunto. "¡Ah, se me olvidaba! Como acordamos, tú eres el segundo propietario de mi cuenta de ahorros. Si quieres saber alguna vez algo sobre mi dinero, puedes ir a cualquier oficina de este banco; en el vestíbulo hay una máquina, marca en los botones el numero 01- 252525. Es muy fácil recordarlo; producirá una pequeña hojita mostrándote la situación y el saldo." "No creo que vaya jamás a comprobarla, a menos que tu no aparezcas durante mucho tiempo." "De acuerdo. No te olvides que buscarás a mi heredero o heredera si yo no puedo. Ahora mismo solo tengo una, mi dulce hermana Margarita y tú." Se puso de pie, se vistió y besó a su niño. "Te quiero, Alex, hermano mío." Se marchó. Tom entró en su casa, sabía que ni su madre ni Brenda estaban allí, solamente la silenciosa e inteligente Margarita estaría en su habitación jugando con sus muñecas, al abrir la puerta Tom gritó no muy fuerte: "¿Donde está mi princesa?" La preciosa y modulada voz de una niña contestó desde la otra habitación. "Estoy esperando a mi rey." La chiquilla corrió y saltó a los brazos de su hermano abrazándose cariñosamente. "Tengo que informarte, mi princesa, que he dejado a tu rey desnudo y esperando a su princesa." La niña se sonrojó y abrazó de nuevo a su adorado hermano. Tom añadió entonces: "De verdad, te quiere, Margarita." La chiquilla miró en los negros ojos de su hermano, iguales que los suyos. "Sé que me ama, pero nunca me lo dijo." Hizo un pequeño puchero y añadió: "Soy una dama y él es mi caballero. El tiene que declarar su amor a su dama primero. Además tú eres un chico travieso y malo porque un príncipe nunca está desnudo, excepto cuando está con su amada." Tom se rió a carcajadas y la niña retornó a sus juegos. A la siguiente mañana, Margarita y su hermano se juntaron con Alex en su camino al colegio, él entonces utilizó el mismo lema. "¿Donde está mi princesita?" Ella contestó inmediatamente. "Esperando a mi rey." El niño entonces le dio su mano a la chiquilla y felices continuaron para el colegio. Después de unos minutos caminando, la chiquilla preguntó a su príncipe. "Alex, cuando me pintarás a mi como hiciste con Tom?" "Ahora estamos muy atareados con las clases de la tarde, los exámenes se aproximan y queremos tener un éxito completo; sin embargo, el sábado por la tarde, o tú vienes a mi casa o yo voy a la tuya." "Yo iré a tu casa, tú eres el rey y la princesa tiene que obedecer a su rey, además la bruja no nos puede molestar, porque todos los sábados va a reunirse con sus amigas. La semana terminó sin ningún otro evento, excepto que el profesor de matemáticas felicitó a Tom por la rápida solución de un problema de algebra. El sábado por la mañana, Tom se fue a pasar todo el fin de semana con su amigo. Su madre, como de costumbre, no le importó lo más mínimo ni le aconsejó que fuera un buen chico y no se metiera en problemas. Margarita le dijo a su madre: "Mamá, estaré en la casa de Alex, me va a hacer un retrato. Me pondré el vestido color rosa con florecillas, es mi favorito." Lo dijo en voz alta a caso hecho con objeto de que Brenda la pudiera oír y se pusiera verde de envidia. Sonrió para sí y se fue. La madre de Alex salía en el momento que la chiquilla entraba; entonces ella casi gritó: "¿Donde está mi rey?" Alex alborozado contestó desde su habitación. "Esperando a su bella princesita." El chiquillo salió con el gran bloc y los demás utensilios de dibujo, se paró para examinar cuidadosamente la preciosa imagen que tenía enfrente. "¡Estás preciosa, Margarita! Exclamó sorprendido el niño-pintor, entonces le dio un beso en la mejilla, la niña de diez años se ruborizó. Alex notó como su picha empezaba a ponerse dura dentro del confinamiento de sus pantalones, eso hizo que él también se ruborizara, no pudo por menos que sentir vergüenza. Preparó el caballete que su nuevo padre le había regalado la semana anterior y colocó el block de grandes hojas sobre él. Margarita se sentó en una silla con sus preciosas manos en el regazo. Ella había desecho las trenzas y el sedoso pelo de la niña caía en cascada sobre los pequeños hombros y pecho todavía liso sin ninguna señal de la próxima pubertad. Se había peinado cuidadosamente con una raya en la izquierda de la cabeza con un gracioso lazo rojo, igual al que tenía alrededor de la cintura. Alex fue a la ventana y cortó una de las flores rojas de la maceta de su madre. El vestido de la niña le llegaba hasta las rodillas cuando estaba en pie, sin embargo, ahora sentada en la silla, alcanzaba un poco por encima de sus suaves y redondeadas articulaciones, el chiquillo parcialmente podía ver los preciosos muslos blancos. Se concentró en el trabajo y se olvidó de todo lo que había a su alrededor, excepto el objeto que estaba retratando; entonces empezó a retratar a la muchachita. Mecánicamente su mano comenzó haciendo líneas y sombras transportando los preciosos rasgos de la niña desde el original al papel. De vez en cuando, paraban con objeto de que la modelo pudiera descansar, entonces hablaban de cosas del colegio y de los amigos. Más de tres horas mas tarde, Alex dio el toque final a su obra de arte. Nunca antes había puesto tanto entusiasmo y amor en un trabajo. "¿Puedo verlo, Alex? Preguntó la chiquilla. "Por supuesto que puedes." La niña se movió de la silla y miró sorprendida a su retrato, su boca se abrió, no podía creer lo que sus ojos contemplaban. "¿Soy yo así, Alex? No creo que sea tan bonita; seguramente lo has mejorado a posta para complacerme." El chiquillo no pudo parar que su joven corazón palpitara fuerte dentro de su pecho. Cogió las manos de la niña en las suyas y le contestó. "Tú eres incluso más bonita que lo que el retrato pueda expresar. Es una lástima que no sepa usar los colores, porque todavía no he aprendido como debo mezclarlos." El chico arrastró a la niña hacia él, sus pequeños cuerpos se tocaban y la besó tiernamente en los labios. Alex notó como la chiquilla temblaba, cortó el beso y pudo ver que de sus largas pestañas una lágrima corrió por la suave mejilla. "Te quiero, mi pequeña princesa." Margarita abrazó a su príncipe, su cabeza se dobló apoyándose en el pecho del chico. Lloraba de felicidad. Alex notaba los espasmos de su princesita al llorar. El niño se la llevó al viejo sofá y se sentaron juntos, Margarita reclinó su cabeza en el hombro de su adorado chico al tiempo que Alex le restregaba la espalda cariñosamente mientras le besaba el limpio pelo castaño. Después de un par de minutos, ella levantó la cabeza, las rojas mejillas estaban húmedas de las lágrimas. "Yo también te quiero, Alex, rey mío." Ella puso sus pequeñas manos alrededor de las mejillas del chico y lo besó en los labios. Era el primer beso que jamás había dado a nadie en los labios. Un amor eterno había nacido entre estos dos pequeños seres que los llevaría a las más altas cotas de felicidad y de tristeza a lo largo de sus vidas, aunque eso es parte de esta historia que todavía está por llegar. Margarita se recuperó y cogió de la mano a su chico, juntos se fueron a mirar el retrato. Los dos resplandecían de contento. Sus jóvenes corazones latían fuerte llenos de alegría y emoción. "Todavía necesito darle algunos retoques para completarlo, además quiero enseñárselo a mi maestro antes de dártelo." Ella se volvió y le dio otro beso a su chico, aunque no prolongado, más bien familiar. "No, Alex. Guárdalo tú para ti, así no me podrás olvidar. Si me lo llevo a casa, Brenda se pondrá verde de envidia y lo puede destruir. Está mas seguro contigo." "Haré lo que mi princesa me ordene." Diciendo esto, ahora fue él quien besó a la niña de nuevo. "Todo el mundo te llama Alex. ¿Como te llamaré yo cuando estemos solos y juntos?" Alex pensó durante un momento, ellos eran especiales entre sí, ella tenía razón. Debería llamarlo diferente a como lo hacía su madre. El chico acarició tiernamente la cara de la niña con el reverso de la mano y ella suspiró. "Puedes llamarme como quieras o te guste más, mi nombre es Alexander, y también Alex, Alexei, Alexis, incluso Alexandrovich." La niña apretó las manos de su chico. "¿Te importaría si te llamo Alexei?" El sonrió y la abrazó con ternura besándole el cabello. Suspiró y murmuró al oído de la niña. "Creo que has escogido la mejor de las opciones. Mi madre me llama así." Hizo una pausa. "Sin embargo, yo no cambiaré jamás el tuyo. Margarita es el nombre más bonito que nunca escuché." La chiquilla suspiró. Era inmensamente feliz. "Margarita es un nombre español, es como "Daisy" en inglés. Tú eres el mejor chico del mundo, Alexei." "Estoy muy contento, te adoro, Margarita." Se besaron en los labios, un beso suave y tierno como solo dos niños lo pueden hacer. En aquel momento oyeron la puerta que se abría, la madre de Alex estaba de vuelta. Se separaron y se pusieron en pie, Alex fue a encontrarse con su madre, la cogió de la mano y la llevó frente el retrato. "Mamá, por favor, échale un vistazo a esto." La mujer fue alrededor del caballete y miró el trabajo de su hijo. "Alexander, tu abuelo, se sentiría muy orgulloso de tener un nieto como tú; no es precioso porque la modelo ya lo es, sino grandioso. Lo mejor que has hecho hasta ahora. ¡Mi enhorabuena, hijo!" La mujer se volvió a margarita: "Gracias Margarita por inspirar a Alex, no es extraño que todo el mundo te quiera." Diciendo esto la madre la besó en la frente. La niña no podía sentirse más feliz. "Gracias, señora Lorton, tengo que irme, pronto será de noche y no quiero que mi madre me regañe." "Te acompañaré, Margarita." Dijo Alex al tiempo que bajaban por la escaleras, en voz baja el chico añadió: "Me volvería loco si alguien le hiciera daño a la princesita que yo mas quiero." La chiquilla se ruborizó, pronto estaban corriendo con las manos unidas. Procurando que nadie los viera, se besaron rápido en la puerta de su casa y ella subió rápido. El chico en cambio, comenzó a caminar despacio de vuelta a su hogar, de pronto saltó y salió corriendo como un loco, no podía explicarse por qué lo hacía, pero ¡es que se sentía muy feliz, pero que muy feliz, inmensamente feliz! El siguiente día, domingo, se vistió con los mejores vestidos que le regalara su nuevo padre; después de volver de los servicios en la iglesia, cogió el bloc de hojas donde tenía el retrato de Margarita y corrió al parque. Inmediatamente localizo a su padre. Robert vio a su adorado niño y ambos se encontraron en un mutuo abrazo. El hombre se separó del niño y lo miró intensamente, todavía llevaba el bloc debajo del brazo, sus mejillas rojas de emoción. "Estás guapísimo vestido con esas prendas, hijo; pero creo que tienes algo mas importante que decirme que sobre tu belleza." Alex se ruborizó, su padre lo conocía mejor que el mismo. "Papá, quiero que veas un retrato que he hecho." El hombre abrió el block, y después de pasar varios dibujos, encontró lo que estaba buscando. Permaneció en silencio por algún tiempo, entonces miró a su nuevo hijo con admiración. "Alex, es un maravilloso trabajo, no solo por la modelo. Creo que has puesto todo tu corazón en él. Me gustaría que mamá Julia pudiera verlo." Alex le sonrió con cariño. "Por favor papá, llévatelo contigo, todavía necesita algunos retoques, pero está casi terminado." Robert acarició las suaves mejillas del chiquillo. "Haremos algo mejor. Corre a tu casa y dile a tu madre que tenemos que ir a un sitio, que te dejaré en la esquina de este parque esta tarde alrededor de las ocho." Antes de que el hombre pudiera decir algo mas, Alex voló, diez minutos mas tarde ya estaba de vuelta. "Mamá dice que muy bien. ¿A donde iremos, papá?" "Por supuesto, a casa. Bueno, olvidé que tú nunca has estado allí." Es en New Jersey, no muy lejos de aquí." Robert recogió todas las herramientas de pintar y las puso dentro del compartimento del equipaje, se subieron al coche, y unas cuantas millas mas lejos, pararon para repostar gasolina. Alex permaneció en el coche mientras que su nuevo padre telefoneaba y pagaba el combustible. El niño estaba sorprendido al ver casas en aquel lugar, todas ellas con jardines, calles anchas y con muchos árboles, algunos chicos corrían o montaban sus bicicletas o jugaban. Todavía se sorprendió aún más cuando llegaron a la de Robert. Era una enorme casa pintada de blanco con un pequeño porche con dos columnas que soportaban un pequeño techo. El garaje estaba abierto y pudo ver allí el largo Land Rover que habían utilizado antes, además otro más pequeño de color rojo. Al llegar, mamá Julia los estaba esperando en la puerta principal. "¿Cómo está el más bello príncipe del mundo?" Ella abrazó al niño y lo besó en las mejillas, como es tradicional entre las gentes ricas. "Pareces muy feliz, Alex, supongo que tienes tus motivos." "Los tengo, mamá Julia, pero lo más importante es verte de nuevo." La mujer sonrió por el cumplido, el chico sabía como conquistar su corazón. Entraron en casa y Robert entonces dijo. "Voy a ducharme, estoy algo sucio." "Te acompañaré, papá. Si no te importa, por supuesto." El padre le dio un pequeño empujoncito. "Por supuesto que no me importa. Mamá Julia traerá ropa limpia para ti." "Me gustan mucho estas, papá, mayormente porque ellas me recuerdan nuestra estancia en las montañas." "Muy bien hijo, mamá Julia las pondrá en la lavadora y estarán listas de nuevo antes de que volvamos a casa." Se desnudaron y procedieron igual que hicieron cuando estaban en la vieja granja. Alex disfrutaba el contacto con su padre y el hombre sintió como su amor por este pequeño llenaba su ansia de querer de su viejo corazón. Cuando terminaron, el chico, aún desnudo, salió a preguntarle a su segunda madre donde estaba la ropa interior limpia; sin ninguna inhibición, se vistió frente a ella, entonces se puso un suave albornoz blanco. El chiquillo había ya conquistado el afecto de la mujer. Alex la trataba como hacía con su madre, sin embargo, con ella podía hablar sobre cosas que no podía hacer con su madre, debido al diferente nivel de educación. Ella puso el brazo sobre los hombros del niño y fue enseñándole la casa. Como en Connecticut, vio la gran habitación de un chico y el armario, no obstante en este caso, todos los trajes eran los de un adolescente. Alex dijo: "Amabas profundamente a tu hijo, ¿verdad mamá Julia?" La mujer suspiró y presionó al niño contra ella. "Cómo la mayoría de las madres, Alex. Teníamos solo ese niño, así que todo nuestro amor era para él." El chico se dio cuenta que la conversación iba por unos derroteros que estaban poniendo triste a la mujer, así que rápidamente cambió de asunto. "Mamá Julia, vamos a ver mi ultimo trabajo, quiero saber tu opinión." Bajaron a la planta baja y se encontraron con Robert que había puesto el bloc de hojas en el caballete, estaba abierto por el retrato de Margarita. Julia se aproximó para ver bien la imagen de la niña; se llevó la mano a la boca. "¡Alex, es maravilloso! ¿Y la modelo?" El chiquillo se puso rojo como la grana recordando las escenas de lo que siguió después de terminar el retrato. La mujer se dio cuenta de la situación del chiquillo. "Alex, lo enmarcaremos y se lo puedes dar a ella." "No, no puedo. Me lo ha dado a mí. Ella tiene una hermana mayor y piensa que podría dañarlo o destruirlo." "Pero es un trabajo delicioso, yo diría que una obra de arte. ¿Cómo va a querer una persona destruir algo tan hermoso?" El chiquillo no tenía argumentos, y si los tenía, no quiso predisponer a Julia contra Brenda, al fin y al cabo era la hermana de su princesita. "¿De verdad que te gusta, mamá Julia? Papá, ¿lo quieres?" El hombre y la mujer se miraron el uno al otro. Sabían que el gesto del chico le costaba un enorme esfuerzo, Julia contestó. "Es un retrato precioso, Alex. Creo que has puesto todo tu corazón al hacerlo y merece que tú lo guardes." El muchachito meditó durante unos momentos, entonces dijo. "Te diré lo que haremos. Yo mantendré la propiedad y vosotros lo guardareis para que lo disfrutéis durante el resto de vuestras vidas." La mujer abrazó al chiquillo y depositó un beso en el cabello rubio. "Alex, mientras papá se afeita, ¿puedes ayudarme en la cocina? La asistenta tiene libre los fines de semana." Estaban solos y Julia miró a los preciosos ojos azules del niño que para ella, en su corazón, ya había adoptado. "La quieres, ¿verdad, hijo?" Alex se ruborizó profusamente de nuevo. El chiquillo guardó silencio durante unos segundos ante aquella pregunta, nadie había llegado tan dentro de él como aquella mujer, y no podía ni quería mentir, era como si Tom le preguntara. "Si, mamá Julia; muchísimo, montones, como dice su hermano. Ella es mi princesita, y dice que yo soy su rey." "¡Ah! Eso explica el maravilloso retrato. ¿Qué te parece si le ponemos un nombre al dibujo?" "¿Un nombre? Ella tiene uno muy bonito: Margarita." "No me refiero a la persona, sino al objeto. Por ejemplo el David de Miguel Ángel; o Las Meninas de Velazquez." "Comprendo. ¿Y que sugieres para este?" "Princesita enamorada." "¡Pero ella no va vestida como una princesa! Argumentó Alex. "No importa. Para ti y para mi ella es una princesa de verdad. La más grande del mundo. El vestido no tiene nada que ver con que ella lo sea. ¿Tengo razón?" "La tienes toda. Un vestido no hace a una preciosa chica princesa. O cómo dice mi madre: el hábito no hace al monje." "Así es, hijo."Él le envió la mejor sonrisa que pudo conseguir. CAPÍTULO 7 ---------------- Tom cogió el metro y algunos minutos mas tarde estaba en el punto acordado; el deportivo rojo convertible apareció cinco minutos mas tarde, después de que él llegara. Se miraron el uno al otro, el hombre le abrió la puerta del coche y Tom entró dentro. Después de cerrarla le dio un beso rápido en la limpia y afeitada mejilla de John. El coche se deslizó suavemente por el asfalto de la gran ciudad. "¿A donde iremos? El muchacho preguntó. "Tú decides, a las montañas o a mi casa en New Jersey." Tom pensó durante un momento, y con una suave sonrisa contestó: "A las montañas. Me encantan los sitios solitarios, allí podemos gozar de la Madre Naturaleza, estoy harto de edificios y las calles llenas de gente. Sin embargo, si tienes una idea mejor, no me importa ir a cualquier otra parte, mientras que estemos juntos. Tenemos todo el fin de semana para nosotros." John sonrió y acarició el muslo del chico. "Me alegra que hayas tomado esa decisión; también a mi me gustan los lugares solitarios y tranquilos; tenemos asuntos importantes que discutir y no quiero a nadie a nuestro alrededor que nos pueda interrumpir." "Tales como..." El muchacho se rió, sintió que su picha se empalmaba. "Disfruta del viaje ahora, tenemos tiempo mas que suficiente." En silencio, John condujo el coche y Tom no lo molestó. El hombre furtivamente miraba al guapísimos chico que tenía a su lado; su pelo rizado dejado libre, pero limpio, volando con el aire como si fuera una bandera de libertad. Suspiró. Nunca se había preguntado por qué la Madre Naturaleza lo había hecho así, creyendo que era él solo, que no había nadie como él, por tanto condenado a vivir solo con sus pensamientos sexuales sin tener a nadie a quién confiar sus momentos íntimos, hasta que salió al mundo y encontró las muchas miserias humanas. ¿No habría algo para él que no fuera trabajo y dinero? No sabía si tenía familia, solamente, hasta donde podía recordar, había sido entregado a una Institución de alto rango y con mucho dinero de por medio. Recordaba con odio las Navidades porque hacia frío y no tenia a nadie con quien celebrar nada, excepto sus cumpleaños porque eran en primavera en medio del curso escolar y podía invitar a los pocos amigos que tenía. Sabía que era brillante y muy trabajador, al menos eso era lo que le decían. Terminó la Secundaria y lo enviaron a Berkely a estudiar lo que él quisiera, escogió Derecho, complementado con un master de Hacienda Pública y Finanzas. A los 24 años terminó sus estudios y en el Rectorado le estaban esperando tres sustanciosas ofertas de trabajo bancarias, escogió el banco más insignificante donde alguien, que nunca supo, había hecho un gran depósito en acciones a su nombre. Trabajó duro junto con otros compañeros y el Banco floreció y creció exponencialmente. Todo el mundo esperaba que se casara y formara una familia, pero él seguía emulando al fundador de aquella institución. Lo enviaban al otro lado del país con plenos poderes para conquistar el Oeste.´ En sus fugas semanales, se llevaba a chicos con él, quería averiguar e identificar si había alguno como él habría sido para librarle de la calle y de la prostitución; ya lo había intentado antes y parcialmente había tenido éxito, pero no total. Ahora este bello niño que tenía a su lado parecía el ideal, pero habría que resolver grandes problemas sociales porque tenía familia y su madre no permitiría lo que ambos deseaban hacer. Por primera vez sentía algo más que deseo sexual. El tiempo diría la última palabra si él, como ser humano, tenía derecho a que la Madre Naturaleza se apiadara de él dándole alguna felicidad. Tom empezó a especular en su mente por qué John estaba tan silencioso, el hombre no era así. El no había hecho nada para molestarle, más bien todo lo contrario. Los ojos de John habían echado chirivitas de alegría cuando se encontraron, estaba feliz de verle, como él también lo estaba, entonces... ¿qué le ocurría? ¿Quizás una premonición? Suspiró. De pronto oyó la voz del adulto como si viniera desde otro mundo. "No trates de especular, mi querido muchacho, en cualquier caso, te quiero, Tom." El niño gimió tiernamente y besó al hombre en la mejilla, no quería distraerlo de la carretera. "Te quiero montones, John." El hombre sonrió. Puso la radio y buscó una estación con buena música y la fijó. Pararon para desayunar, cuando estaban terminando y John sorbiendo las últimas gotas de su café, Tom preguntó: "No es nada malo, ¿verdad?" "Nada que deba preocuparte, especialmente en lo que my amor por ti se refiere. El chico le sonrió abiertamente con un suspiro besándole la mejilla. "Esperaré hasta que tu quieras hablar, tenemos tiempo." Después de otra hora conduciendo, llegaron a la casa de madera que Tom conocía tan bien. Descargaron el coche y lo aparcaron dentro del largo garaje. "Tenemos tiempo para dar un largo paseo, incluso hacer una excursión, pero esta vez prefiero que nos quedemos aquí y caminar despacio. El tiempo es magnífico. ¿Qué te parece un buen baño en el pequeño lago del rió?" "Muy bien, me gusta la idea, pero te recuerdo como estaba el agua la última vez, supongo que la temperatura del agua habrá mejorado." Cogidos de la mano, despacio caminaron hasta el río; allí se desnudaron y Tom saltó al agua fría. "Está fría pero buena, vamos, ¡Gallina si no saltas!" Gritó el chiquillo. John sonrió lanzándose a las aguas cristalinas; nadó con poderosas brazadas hasta donde el guapo muchacho lo estaba esperando para nadar. Lo hicieron atravesando el pequeño lago de un lado a otro, tenía la suficiente profundidad para hacerlo. Después de algún tiempo, el agua fría les extrajo todas sus energías y se sintieron cansados; se salieron y se tumbaron sobre la barriga en el suave césped mientras el sol los calentaba como si fueran cocodrilos. "Me encantan estos momentos de relax bajo el sol." Dijo el hombre. "Me gustaría estar en la cubierta de un barco pequeño anclado en medio de un mar de aguas transparentes, desnudos como estamos ahora, donde pudiéramos hacer lo que quisiéramos, como he visto en algunas películas. Amo el mar, incluso el alborotado; no creo que me mareara. "Quizás deberías estudiar para ser un buen marino. ¿Has estado alguna vez en una playa como esa?" El chico volvió la cabeza, de manera que pudiera ver la cara de John y sonrió con cierta amargura. "Las únicas aguas claras que he visto son las del sucio Hudson. Por otro lado, no quiero ser marino. Mi ilusión sería ser un buen diseñador de moda, y tener mi propio taller, comercializando lo que mi mente produzca." Hizo una pausa para que el hombre hiciera algún comentario o pregunta, pero John continuó en silencio. "Ese dinero que consigo los fines de semana, lo guardo en tu banco con ese objetivo. Cuando crezca, me iré a Europa a estudiar en un buen colegio de diseño de moda, y me llevaré, si puedo, a mi hermana Margarita conmigo. El sol y el relax los recuperó, y sin ningún apercibimiento, el chiquillo se montó encima del hombre y empezó a hacerle cosquillas; John hizo otro tanto al muchacho y pronto estaban riendo y luchando en el césped, de repente pararon. Tom estaba sentado encima de John a horcajadas sobre su pecho, sus ojos fijos en la tierna sonrisa que el hombre le enviaba. Estaba afeitado y, como de costumbre, limpio. Tom aproximó su preciosa cara y besó a John en los labios. Le gustaron, repitió y en segundos las lenguas se encontraron en una sesión de abandonada relación sexual. El hombre había estado esperando esto desde que había conocido al chico. Sus pichas duras como rocas y echando preseminal. El pene de John rozaba el culo del muchacho y en medio de las suaves piernas. La de Tom empujaba el ombligo de John. Unos pocos minutos después, sus cuerpos se tensaron y sus orgasmos alcanzaron el pico de su placer, el hombre empezó a echar cantidades de semen espeso que llegaba a las espaldas del chiquillo. Tom experimento un clímax fuerte, como jamás lo había recibido antes, se derrumbó encima del hombro derecho de su amante respirando fuerte. Había experimentado el más exquisito orgasmo de su vida. Después de unos minutos relajantes, mientra el hombre restregaba cariñosamente la espalda del chico, John sintió la humedad de las lágrimas del niño al tiempo que murmuraba en el oído del hombre. "Te quiero, John. Por favor, no me abandones cómo hizo mi padre." John sintió las convulsiones del chiquillo mientras que lloraba en silencio, las lágrimas calientes rodaban por el cuello del adulto. John continuó acariciando con ternura las suaves espaldas del chico. "Jamás te abandonaré, mi hombrecito… si tú no quieres, porque te quiero. Ese es el punto importante que quiero discutir contigo." El chico se levantó despacio avergonzado, le dio un beso rápido en los labios y se tiró al agua para quitarse la semilla del hombre. John se puso en pie e hizo lo mismo, limpiando las espaldas del chico. "Será mejor que volvamos, tienes que tener hambre." "Si que tengo, si." Volvieron a la casa y comieron un abundante almuerzo un poco tardío y en silencio. Era ya tarde para salir de paseo de nuevo y prefirieron quedarse en casa, Tom ayudó a John a preparar el fuego y se sentaron en largo sofá, Tom apoyó su rizada cabeza en el muslo de su amante. Entonces, casi como una oración, el muchachito murmuró: "John, quiero que esta noche me quites la virginidad. No me importa si duele o no." El hombre de experiencia sabía que aquello era un grito de desesperación, el muchacho quería hacerlo porque en su fuero interno creía que el hombre le abandonaría. ¿Como supo que se iba? Eso era imposible, solo unas pocas personas estaban al tanto de esto. Entonces, suavemente, John acarició la cabeza del chico y lo besó en el limpio y cuidado pelo. "Tom, ni te abandonaré ni te follaré, te quiero, mi hombrecito. He tenido conmigo muchos chicos in mi vida, pero solo dos han llegado profundamente al fondo de mi corazón, tú y Carlos, y los dos tenéis una característica en común: habéis sido siempre honrados y sinceros conmigo. ¿Como podría abandonarte? Sin embargo, hay algunas circunstancias que tú tienes que ayudarme solventarlas." El chiquillo levantó la cabeza y se sentó enfrente del hombre. Fijó sus hermosos ojos en los de John y dijo con decisión. "Haré cualquier cosa que me ordenes, ¡Lo que quieras!" Exclamó. El hombre sonrió. Estaba tan guapo todavía con las mejillas húmedas... Lo besó con amor en los labios, un beso tierno y suave, solo cariño. "Tom, por favor, escúchame atentamente y no me interrumpas hasta que termine, a menos que te pregunte. Lo que voy a decirte es altamente confidencial desde el punto de vista comercial, y nadie debe saberlo." Hizo una pausa. "He sido nombrado Director General Ejecutivo de mi banco para toda California con residencia en LA. Es un puesto de una enorme responsabilidad y necesito mis ideas claras y sin problemas que pudieran distraerme de mi tarea. Sin duda me veré forzado a tomar medidas y decisiones que afectarán a algunas personas, unas para bien y otras para mal; pero tengo que tomarlas, como comprenderás nadie debe saberlo." Hizo otra pausa. "Sobre nosotros. Mis planes son: conseguir tu tutela y llevarte conmigo. Estudiarás en uno de los mejores colegios de California, más tarde, cuando crezcas y termines la Secundaria, irás a la Universidad o Escuela para convertirte en lo que mas te guste: MD, Ingeniero, Marino, Diseñador de Moda, Empleado de Banca… lo que tu mejor quieras. Te apoyaré en lo que elijas como si fueras mi propio hijo. Sé positivamente que no me defraudarás. Vivirás entre gente altamente educada, como lo serás tú; por lo tanto, necesitarás igualmente recibir una esmerada educación. Sé que puedes hacerlo, si quieres. Venderé esta casa y compraré una nueva en California, cerca de una playa con aguas limpias y cálidas, o en la montaña; o un barco para pasar las vacaciones abordo, pescando o haciendo lo que más nos guste, como tú dices." Hizo otra de unos momentos y continuó. "Tom, es una gran oportunidad para un chico brillante y precioso como tú. Sin embargo, como en contabilidad, hay parte y contra parte. Te he explicado la parte buena, ahora voy a explicarte la menos buena, o si quieres, la mala. Tienes que cortar y romper todos los lazos sociales que te unen a tu familia actual y tus amigos, empezando una nueva vida a mi lado como mi hijo adoptivo, al menos hasta que tengas 21 años y puedas tomar decisiones por ti mismo." Las explicaciones se hundieron en la mente del chiquillo y guardó un completo silencio mientras digería todo lo que había escuchado. "Alimentaré el fuego; no quiero que cojas un resfriado y lo echemos todo a perder." John trajo algunos trozos de madera y los echó a la lumbre mientras que Tom estaba pensando sobre la oferta de su amante. Las llamas se reflejaban en las pupilas del chico formando formas espectaculares. John se sentó a su lado muy cerca y acunó el desnudo cuerpo contra su pecho acariciándole el rizado cabello. Entonce Tom dijo. "John, es maravilloso lo que me has dicho y ofreces. Estoy completamente seguro que nadie rechazaría esta grandiosa oportunidad. Sobre todo tengo que agradecerte tu amor; te quiero más de lo que pensaba, y te necesito intensamente, sin embargo, las condiciones son muy duras y difíciles de cumplir. Empecemos por mi madre. ¿Cómo te las vas a arreglar para conseguir mi custodia? Ella haría cualquier cosa para evitar que yo me fuera contigo." El hombre sonrió con tristeza. "Tom, he removido rocas mucho mas duras que tu madre, después te explicaré algo que deberás saber y que jamás he mencionado a nadie. Referente a tu madre, eso no es un problema, déjamelo a mi." "No me importa Brenda, ella es una chica guapísima y una bruja muy inteligente y sobrevivirá en cualquier circunstancia, pero ¿que ocurrirá con mi pequeña y dulce Margarita? Jamás podría verla de nuevo. Le había prometido que la cuidaría, incluso le dije a Alex que ella sería mi heredera si me ocurriera algo a mi. Ellos se aman el uno al otro; en este preciso momento él está haciendo un retrato de ella. "Yo diría que ese es el punto mas crítico a resolver. Solamente te puedo prometer que si nos enteramos que ella necesita nuestra ayuda la tendría, sin embargo, tu madre gana dinero mas que suficiente, además recibe del Gobierno una jugosa pensión para cuidaros a los tres; no puedo explicarme por qué os mantiene en esa situación de pobreza." "Ella es una... egoísta. Si pudiera llevarme a Margarita conmigo..." "Lo siento, Tom; eso es imposible. Por otro lado, tú amas a Alex, y el chico ama a tu hermana. Tú romperías sus jóvenes corazones. Supongo que ella se acostumbraría a no verte, igual que Alex. Tu niño, dentro de tres o cuatro años preferirá a Margarita o a otra chica y tú serás historia para él. Estoy seguro que el chico te querrá más que a un hermano, pero nada más. "Supongo que tienes toda la razón." Hizo una pausa y añadió. "La parte mas difícil será decirles adiós. No puedo siquiera imaginarlo." "No necesitas decirles adiós; abrázala como cada día pensando que no la verás mañana, porque cuando te lo diga, nos iremos sin ningún aviso previo. Con toda seguridad la echarás de menos muchísimo durante los primeros meses, pero el tiempo cura las heridas más profundas, yo tomé una decisión parecida hace muchos años y nunca me arrepentí de ello. Será más fácil de lo que piensas ahora." Tom pensó que, a pesar de la prohibición, siempre habría una posibilidad para contactar su pequeña hermana. "¿Cuando nos iríamos?" "Durante las vacaciones escolares." Primero, digamos dentro de dos semanas, secretamente volaremos a LA para conocer el lugar y los colegios, a menos que aceptes previamente el que escoja para ti. Nada de interno. Mientras tu estás en el colegio yo estaré trabajando, prácticamente volveremos al mismo tiempo todos los días." Tom se imaginó la escena de su padre encontrándose con él al volver a la vuelta del colegio. Suspiró, y entonces mirando a los ojos pardos de John, lo abrazó. "Iría al fin del mundo contigo. Si me quedo aquí, mis heridas no se curarán jamás. Por favor, llévame a donde tú quieras y escoge el colegio que prefieras siempre que esté a tu lado. ¡Por favor, por favor, quiero estar siempre contigo!" De nuevo las lágrimas rodaron por la preciosa cara del niño y John abrazó fuerte a su casi hijo contra su pecho. Nunca había sentido lo que ahora sentía, su garganta se cerró de emoción. "Tom, estaba terriblemente asustado hace solo unos minutos; porque vi tus dudas." El chiquillo besó a su padre en los labios un beso largo y tierno. "Olvidémoslo todo y miremos hacía delante. Creo que podremos hacer grandes cosas juntos, papá." John sonrió a su chico y le revolvió su maravilloso pelo rizado negro como la noche. "Si, hijo, empecemos una nueva vida y aventuras juntos, nos lo merecemos." Hizo una pausa. "Como estás de acuerdo en lo referente al colegio, tenemos que empezar a preparar tu equipo." El chiquillo interrumpió a su nuevo padre. "¿El equipo? ¿Qué equipo? El muchacho rió fuerte. "Tom, esto es serio, por favor no te rías. Ahora eres el hijo adoptivo de un rico banquero, también debes parecerlo. Debes vestir ropa buena y confortable; viajar en primera clase; ir a restaurantes agradables cuando sea necesario, etc. El próximo sábado te recogeré temprano, necesitamos ir de compras. Excepto los uniformes del colegio, lo compraremos todo aquí. La ropa de invierno vendrá después en LA." "¿Entonces, iremos al gran supermercado?" "Bueno, si a ti te gusta, ¿por qué no? Sin embargo, hay algunos trajes que tienen que confeccionarlos especialmente para esta preciosa figura." Diciendo esto, John volvió la cabeza al pecho del chiquillo y mordió una de sus tetillas. Tom rió al tiempo que John continuaba. "Visitaremos Martín Tailors." Tom abrió sus grandes ojos con sorpresa. "¡Esa es una tienda muy cara!" "No tan cara como para un niño rico y precioso como tú." "Al final voy a tener que creérmelo. Supongo que tendré que acostumbrarme a estos cambios, pero no gastaré ni un simple dólar más de lo necesario. Necesito ahorrar dinero para ponerlo en mi cuenta; lo necesitaré cuando crezca y tenga que ir a Europa. Sin embargo, lo que nunca ahorraré será comerme tu picha." Tom empujo a su padre en el sofá y se metió en la boca el pene que estaba casi erecto y que pronto se convirtió en toda su dimensión. John volvió su hijo a una posición 69 y empezó a chupar el pene del chiquillo. Unos pocos minutos más tarde estaban navegando por la séptima nube disfrutando de su unión. CAPÍTULO 8 ----------------- El lunes llegó y Alex se encontró con Tom y Margarita de camino hacia el colegio. Miró a la niña tiernamente, y dijo: "¿Donde está mi princesa?" La chiquilla miró dulcemente a su chico. "Esperando a su rey dormilón." Se rieron, le dio un rápido beso en la mejilla y la cogió de la mano. Tom estaba sorprendido, en aquel momento supo que Margarita le echaría de menos, pero que no permitiría a nadie que la separara de su amado Alex. Hablaron del fantástico fin de semana y del retrato. Mientras ellos caminaban felices hacia el colegio, John Corporate y la madre de Tom estaban sentados con un café en frente de cada uno en un rincón de una lujosa cafetería, no muy lejos del Parque Central. "Bien, señor Corporate, mi socia me ha comisionado para entrevistarme con usted, lo siento pero no estoy acostumbrada a este tipo de lugares." John miró a la mujer severamente y dijo: "Debería estarlo, señora López-Barrio. Sus ingresos son mas que suficientes para permitírselo." Ella miró de modo inquisitivo al hombre que tenía una cartera de documentos en la silla cerca de él. No lo conocía, sin embargo, sabía que era un hombre distinguido, no cualquiera. "Por favor, vaya al grano, señor Corporate, no puedo perder mi tiempo hablando de mi vida privada. Necesito saber que es lo que quiere." John pudo observar la determinación de la mujer, así que no perdió el tiempo en preliminares. "Muy bien. Necesito la guardia y custodia de su hijo Tomás para llevármelo conmigo." La mujer paró de mover la cucharilla del café de su taza. Conocía a los hombres bien, y comprendió que aquel señor elegante y rico no estaba bromeando, así que no sonrió. Ella lo miró en silencio. "Vd. está pidiendo demasiado, señor Corporate. Sé para qué quiere a mi hijo, pero él no está en venta." "Vd. está parcialmente equivocada, Sra. López. He planeado llevarme a Tom conmigo, lo pondré en uno de los mejores colegios de este país, mas tarde, cuando crezca, irá a la Universidad para convertirse en lo que él se merece por su inteligencia..." Abruptamente, la mujer lo interrumpió. "Y su polla." Ella sonrió con amargura. "¡Jamás lo conseguirá!" Repitió con sarcasmo. "Muy bien, Sra. López. Dije antes que Vd. podía permitirse esta cafetería, no obstante, no puede porque gasta el dinero en algunos... digamos otros negocios, en vez de darles una vida mejor a sus hijos más jóvenes fuera de ese miserable agujero, sin embargo, los mantiene allí porque necesita el dinero para atender a dos criminales; uno convicto, confeso y encarcelado durante muchos años por tráfico de drogas, y otro frente a un jurado por posible violación y asesinato." La mujer se puso blanca al tiempo que el hombre continuó. "El Gobierno le paga una pensión para que cuide a esas inocentes criaturas, en cambio Vd. las ha estado engañando; esto, Sra. López, podría llevarla una temporada en la cárcel perdiendo la patria potestad de sus hijos, entonces las autoridades los pondrían en instituciones benéficas. ¿Cree Vd. que eso sería mejor para ellos? Sabe que no estoy mintiendo. La mujer aspiró conteniendo las lágrimas. Murmuró. "Esos criminales, cómo Vd. dice, también son mis hijos. Una madre..." John miró a la mujer sin simpatía y ella paró de argumentar. "Los hombres son responsables de sus actos, no son niños. Afortunadamente Tom no sabe una palabra de sus medios-hermanos ni lleva sus apellidos. Estoy de acuerdo de que una madre debe ayudar a sus hijos, pero no hasta el punto que Vd. ha hecho, castigando a sus otros niños más pequeños e inocentes con la miseria, incluyendo el utilizar su coche para esconder drogas para los mayores. La Policía tiene la firme convicción que Vd. era tan culpable como ellos, pero tuvieron en consideración sus orígenes y la edad temprana de sus hijos. ¿Tiene usted algún comentario, señora López?" Ella movió su café despacio ponderando las circunstancias. Admitió para sí que el hombre tenía razón. Verdaderamente ella no había sido una buena madre, especialmente para su hijo más joven, el chiquillo había encontrado el amor y comprensión que ella no supo o no quiso darle. "Si, déme esos documentos para firmarlos." John extrajo tres copias del documento que había preparado su abogado y ambos los firmaron. Entonces él le dio una copia a ella. "Vd. debe guardar una copia, si quiere." Ella se lo devolvió desechándolo. "No lo necesito. Una vez que se vaya, ya no será mi hijo por mas tiempo." Ella hizo una pausa y preguntó. "¿Cuando os vais y a qué lugar os marcháis? ¿Nos estará permitido poder verlo?" "Esto es estrictamente confidencial y para beneficio de todos Vd. debe mantenerlo para usted. Todavía no conozco la fecha; le llamaré desde el aeropuerto. En cuanto al lugar, viviremos en LA; él se convertirá en un chico muy rico, hijo y heredero de un hombre poderoso, por lo tanto, viviendo de acuerdo con su estatus social. Vd. no podrá verlo, a menos que él me lo pida, esto antes de que cumpla 21 años. Yo no soy un hombre esclavizando a un niño, Sra. López, así que él podrá volver cuando lo desee; sin embargo lo perdería todo y yo lo sentiría profundamente. Sra. López, Vd. puede o no creerme, pero quiero a Tom con todo mi corazón." La mujer se puso en pie y extendió su mano con determinación; John la apretó. "No interferiré lo mas mínimo en vuestras vidas. Os deseo todo lo mejor juntos. Adiós señor Corporate." "Igualmente, Sra. López." Se fue dejando a John con todos los documentos y alguna confusión. Le habría gustado conocer a esta mujer en otras circunstancias. Por primera vez, la madre de Tom sintió remordimientos sobre su comportamiento con sus hijos más jóvenes. Si, el hombre tenía razón, ahora era demasiado tarde para ella. Su hijo tenía derecho a vivir mejor fuera de ella. Parecía que llevaba con ella una maldición que la llevaba a perder a todos sus hijos varones. Era mediados de junio de 1960; las actividades escolares terminarían a fin de mes. Los exámenes tendrían lugar el viernes por la mañana y todos los chicos y chicas estaban excitados. Debido al gran cambio experimentado por Tom durante los últimos meses, la Dirección del colegio había propuesto darle a él y a otros alumnos la oportunidad de volver a sus grados correctos, pero tendrían que alcanzar una calificación media de "B" en un examen especial; por lo tanto, recobrando todo lo que habían perdido. Alex y Tom emplearon toda la semana concentrados en esa tarea. No había tiempo para el sexo, besos o dibujos, incluso en los recreos los chicos iban a la biblioteca a continuar el duro trabajo que se habían impuesto. El viernes llegó y él, junto con otros tres chicos y una chica, entraron en la clase acompañados por dos profesores. Cuando salieron dos horas mas tarde, los chiquillos estaban como la gelatina. Después de media hora de espera se abrió la puerta de la clase e inmediatamente se llenó de padres y alumnos expectantes esperando la decisión de la Dirección del Colegio. Finalmente, los profesores anunciaron el nombre de cada candidato y sus respectivas calificaciones. Tom, otros dos chicos y la chica había superado las pruebas, uno tendría que continuar retrasado como hasta ahora. Lágrimas, abrazos y felicitaciones vinieron a la muchacha y a los chicos desde todos los rincones del aula. Tom abrazó a Alex con fuerza y con toda la ternura que pudo reunir; entonces tomó en sus brazos a su hermana pequeña Margarita y la levantó hasta su pecho besándola y mezclando sus lágrimas de felicidad. Brenda los miró con envidia, despreció a su hermano y se fue. Ella también iba retrasada pero no tenía la fuerza ni el coraje para hacer lo que Tom había hecho. Ella lo odiaba y admiraba al mismo tiempo. No obstante, en lo más profundo de su corazón la chiquilla sentía el fuerte amor y orgullo por su guapo hermano. Las madres de los otros alumnos estaban allí para respaldar a sus hijos; la señora López, no; ella pensó que aquel niño no era ya su hijo por más tiempo. Desgraciadamente, había perdido la última oportunidad de recuperar a su hijo. El chiquillo la echó de menos, habría rechazado la oferta de John con todas sus consecuencias si ella hubiera venido a ofrecer su amor de madre, pero no vino. No había podido hablar con su madre desde hacía tres semanas. Cuando se estaban preparando para ir al colegio ella estaba durmiendo, y cuando volvían estaba en el trabajo; excepto los fines de semana, pero aquellos días eran para su nuevo padre o para trabajar con Alfred. Felices, volvieron del colegio. Prácticamente el curso había terminado, solamente la siguiente semana, chicos y chicas, irían mayormente a decirse adiós, recoger las notas y solicitar los campos de verano. Tom tenía planes diferentes. "Princesita, tengo que quedarme con tu rey, mi profesor, para celebrar mi éxito, por favor, continúa para casa." Pero algo pasó por la brillante mente del eslavo rubio que no alteraría el plan que tenían trazado, además añadiría un plus a aquel memorable día. "No importa, Tom; hay tiempo para todo, el día ahora es muy largo." Tom se quedó perplejo por un momento. ¿Qué tendría en mente este inigualable pillo? Alex continuó. "Princesa, corre a casa, ponte el vestido mas bonito que tengas, si es posible el del retrato, y te pones el lazo rojo en el pelo, ahora no estará allí ni Brenda ni mamá, pero ponte bien guapa, nos vamos a merendar y tomarnos un gran helado a un sitio que nosotros sabemos, ya es hora de que el tacaño de tu hermano se gaste algún dinero." Los ojos no le cabían en la cara de felicidad a los hermanos, especialmente a la niña. Antes que Tom pudiera reaccionar, Alex añadió: "Te recogeremos dentro de una hora, así que tienes tiempo de arreglarte." Entonces, antes de salir corriendo, le apretó la mano a su rey, diciendo: "Tú también ponte guapo, quiero que todas la niñas me envidien, en especial, Brenda." Antes de que se dieran cuenta, Margarita corría a toda velocidad a casa. Tom sonrió. "Si no te quisiera tanto, ahora enmendaría todos mi errores y te daría el abrazo mas grande que hubieras visto. ¡No me extraña que mi querido ángel esté loca por ti!" "Voy a ponerme un traje que esté en consonancia con el de mi princesa. Lo siento, Tom, después tendremos mas tiempo para nosotros, pero ese ángel se merece lo mejor del mundo." Entraron en la casa de Alex, cerró la puerta con la espalda y los dos muchachos se abrazaron muy fuerte. Entonces se desnudaron. "Alex, quiero que me folles hasta que estemos exhaustos, entonces te diré algo muy importante." "Déjalo para después cuando volvamos, mi madre vendrá tarde, así que tiempo no nos va a faltar, ahora vamos a apagar el fuego de nuestras necesidades, porque yo tampoco me puedo aguantar, pero una hora da para mucho." Tom hizo un esfuerzo y pronto estaban envueltos en una relación sexual como las que habían tenido tantas veces hasta no hacía mucho, interrumpidas por los preparativos para el examen. Rápidamente se ducharon y vistieron. Tom cogió su mochila y en cinco minutos estaban en su casa. Al entrar, Tom medio gritó: "¿Donde está mi ángel?" Oyeron un pequeño ruido y de pronto salió la chiquilla. Estaba preciosa y radiante esperándolos. "¿Donde está mi rey? "Esperando a la mas bella de las princesas." La chiquilla corrió hacía el rubio mozalbete y se echó en sus brazos, Tom sintió como algo se le resentía en su alma. Ya sabía mas que sobrado a quién pertenecía aquel ángel. Suspiró. En un minuto, el hermano se cambió y los tres enfilaron la calle dirección al restaurante; en un momento determinado la chiquilla dijo a su rey. "My rey, estás guapísimo y lo mismo mi hermano, jamás podré olvidar esta tarde. Os quiero muchísimo." "Es que tú no te ves…" Tom iba a continuar, pero habían llegado al lugar. Pasaron una tarde maravillosa los tres unidos. Cuando terminaron con lo que habían pedido y el fin del helado, Margarita cogió la mano izquierda de su rey, la derecha de su hermano y las dos suyas y dijo. "Aquí están unidos los tres amores mas grandes que jamás hayan existido." Alex y Tom se miraron, seguramente la chiquilla no era consciente de lo que decía, pero a ellos les llegó muy profundo. A la vuelta, la niña observó la casa de un fotógrafo que no hacía mucho se había instalado allí, dijo: "Tom, vamos a hacernos una foto, es tan difícil que estemos los tres juntos... Alex enseguida aplaudió la idea de su princesa, como no podía ser de otra manera. Tom no estaba tan entusiasmado, pero cedió. Entraron, les hicieron la foto en color y Tom la pagó. Entonces el fotógrafo dijo: "Cómo sois todos tan guapos, os he cobrado nada mas que el negativo. ¿Cuantas copias queréis?" La niña iba a decir tres, pero Alex, cómo siempre, no quiso aprovecharse. "Dos, por favor. Yo mismo las recogeré el próximo lunes o martes." La niña cogió de la mano a su rey y los tres volvieron a casa charlando distraídamente. Ya empezaba a oscurecer cuando llegaron; la niña todavía quería continuar con ellos: "¿Puedo quedarme con vosotros?" "Tú puedes pero no debes. Ya hemos hecho muchas cosas que te han gustado, ahora nosotros continuaremos. Cosas de chicos." Entonces Alex cogió las manos de la niña en las suyas y ella suspiró. "Tu hermano tiene razón, princesita. Mañana, después de que haga mis deberes en la casa, iremos al parque juntos, y el domingo, si tu madre está de acuerdo, vendrás conmigo y mi madre al servicio religioso en la iglesia." La chiquilla miró a su chico radiante de felicidad ante la perspectiva que se le venía. "Estoy de acuerdo contigo, rey mío." Se dieron las buenas noches, ella subió a casa y los dos amigos se fueron al hogar de Alex. El chico tenia en mente lo que su amigo le había dicho antes de irse a merendar con la niña. Se desnudaron y con una pasión demudada, hicieron el amor hasta que sus cuerpos estuvieron satisfechos y sus penes aburridos. Ya el sol había desaparecido y había una agradable penumbra en la habitación. Pusieron sus cabezas sobre la almohada yaciendo mirándose el uno al otro. Alex acercó su mano a la bella cara de su amigo y le acarició las mejillas, notó que inexplicablemente estaban húmedas; Tom estaba llorando en silencio, sus lágrimas rodaban mojando la almohada. Alex tiernamente las limpiaba con el dorso de la mano. Algo muy grande debía haberle ocurrido o le iba a ocurrir después de aquella maravillosa tarde. "Deberías estar más feliz que nunca, sin embargo, estás llorando. ¿Por qué, Tom? Me partes el corazón." Dijo el chico rubio con toda la ternura de que fue capaz. Tiró de su amigo para si y se abrazaron con fuerza. "Alex, no debería decirte nada porque eso implica romper una promesa, pero me sentiría un miserable el resto de mi vida si no lo hiciera. Por favor, guárdalo para ti dentro de tu corazón. ¿Me lo prometes?" "Me estás asustando, Tom. Te lo prometo. Pero ¿has cometido algo malo u horrible?" Tom levantó la cabeza y se apoyó en el codo mirando a los ojos de su mejor amigo. No podía parar las lágrimas que corrían por sus mejillas. "No, por lo menos no es horrible ni criminal para mí." Suspiró al tiempo que se restregaba los ojos intentando parar las lágrimas. Paró e intentó empezar. "Alex, dentro de unos pocos días me iré y jamás podré volver a verte de nuevo, incluso ni a mi familia." La voz del chiquillo se quebró al no poder parar sus sollozos. Alex comprendió que su amigo había tomado una decisión muy importante. Lo miró y animó para que continuara. "No lo siento por mi madre o Brenda…" Alex lo interrumpió. "¿Estás loco o qué? ¿Por qué tienes que irte? ¿Te está alguien forzando a ello? ¿Tienes algún problema?" Todas estas preguntas las hizo el inteligente chiquillo en segundos. "No, nadie me ha forzado jamás. Lo quiero y el me quiere a mí. Desde ahora en adelante, él será legalmente mi padre, hermano y amante, todo al mismo tiempo y en la misma persona. Es gay como yo, pero muy rico y poderoso. Iré…" Aquí repitió todas las palabras de John. "Así que eres un chico rico, como esos que vemos en el parque en coches lujosos." "Si, más o menos, supongo." "¿Cuando te vas y donde vivirás? Por lo menos podremos escribirnos." "No lo sé y no puedo decirte el lugar a donde iremos. Intentaré escribirte, Alex. Tú no eres gay, amas a mi hermanita y ella está loca por ti. Por favor, cuídala, yo no podré hacerlo. Ingresaré todo el dinero que pueda conseguir en esa cuenta. Si es necesario, cógelo cuando tengas la edad suficiente..." "Pero, ¿qué pasará con tu madre? Ella te quiere... bueno, supongo." "¿Crees que abandonaría mi familia si tuviera una madre cómo la tuya? No lo haría por todo el oro del mundo. ¿Sabes que ella gana mucho dinero? ¿Que hace con él? Somos pobres como las ratas, y podríamos vivir decentemente en una casa bonita. De alguna manera ella me forzó a prostituirme y convertirme en un niño puto, estoy seguro que ella lo sabe. ¿Por qué no me paró, sólo tenía diez años cuando empecé? Soy su hijo, de eso no cabe la menor duda. ¿Por qué no nos ama a mí dulce Margarita y a mi? ¿Por qué, Alex?" Dijo estas palabras casi gritando y gimiendo. Alex abrazó a su amigo con ternura mientras le acariciaba la suave espalda sintiendo las convulsiones de su llanto en su pecho. El chiquillo no comprendía todavía el mundo de los adultos. Si, Tom tenía toda la razón, tenía muchas preguntas que él no podía o sabía contestar, al menos por ahora. Continuó sintiendo los espasmos del pecho de su amigo mientras lloraba amargamente. Cuando se calmó, le limpió las lágrimas con cariño y le besó las rojas mejillas. "Tienes mi promesa mas ferviente de que cuidaré a Margarita, porque sabes muy bien que la quiero." Después de unos minutos de silencio, ya más calmado, Tom añadió: "Mañana iremos de compras, posiblemente para adquirir trajes como los que tú viste en casa de tu nuevo padre," Entonces Tom sacó dos billetes de 5 dólares y se los dio a su amigo. "Por favor, gasta este dinero con Margarita cuando me vaya, no antes, y le dices que la quiero muchísimo y que ella estará siempre en mi corazón. Alimentaré la cuenta con el dinero suficiente para que los dos viváis bien, en caso que lo necesitéis. El día 24 es el de su cumpleaños, por favor, llévala contigo a ese lugar tan agradable en donde hemos estado hoy y coméis pizza si a ella le gusta, u otra cosa." Pasados unos minutos en silencio Tom se levantó, vistió y se fue. Al día siguiente, como habían planeado, Tom y John se fueron de compras, el hombre le contó la reunión que había tenido con su madre, y Tom lo del éxito en el examen. De las horas con Alex no mencionó nada, aquello era su gran secreto que quedaría en lo más profundo de su alma. "Ahora ya eres mi hijo, así que ten cuidado con tu padre porque te daré una paliza en ese precioso culo si no te portas de forma apropiada," Tom movió las nalgas del culo a su padre riendo e invitándolo a que lo cogiera, corrieron por toda la casa como dos niños felices, haciendo bromas hasta que John lo cogió. Se abrazaron tiernamente. El día siguiente se despertaron, y después de algunas bromas y desayunar, su padre le dijo: "Vístete con aquel chándal tan bonito que ayer te gustó tanto. Yo me pondré el mío." Se vistieron como dos estudiantes del mismo colegio. John cogió la cartera de documentos mientras el chico terminaba. "¿Estás preparado, pequeño vago?" Como respuesta, Tom le dio un beso a su nuevo padre. "¿A donde vamos hoy, papá? ¿A la sexta nube?" Por supuesto el chico se estaba refiriendo a orgasmos. Las hormonas habían empezado a moverse en su joven cuerpo desde varios meses atrás, y ahora estaba notando como su picha se empalmaba. "¿Por qué no, hijo?" El coche rojo transitaba feliz a través de la autopista hacia su casa de amor. En su cartera llevaba los documentos que probaban que Tom era su hijo adoptivo. Mientras el coche corría una vez mas, el admiraba la belleza del chico que había conquistado su corazón. Se prometió así mismo que Tom sería el último y definitivo que entrara dentro de su armadura. Llegaron pronto a la casa, y como de costumbre, Tom saltó del coche y plantó sus brazos alrededor de la cintura de su padre, era un hombre alto; John miró hacía abajo y sus ojos se encontraron. Pudo apreciar la tienda que se había formado en los pantalones del muchacho. Suspiró. "Te quiero, papá; ahora somos una familia, padre e hijo, hermanos, y lo que es lo mejor, amantes." Se rieron el uno al otro, tan pronto como cerraron la puerta, Tom se echó en los brazos de John, sus piernas alrededor de la cintura del hombre. "Por favor, vámonos a la cama. Te necesito, estoy muy caliente." John besó a su joven amante con un largo y apasionado beso. Él también estaba empalmado. "Necesito hacer una llamada rápida." Salió y dejó a Tom en la cama que inmediatamente se desnudó, su picha expulsaba abundante preseminal, la estrujó y suspiró. Se puso de pie y revolvió el cajón de la mesita de noche, encontrando lo que sabía que había estado allí durante mucho tiempo. John volvió y se tumbó al lado de su chico, lo observó cuidadosamente, le besó los hoyuelos de las mejillas y le acarició la picha. "Eres un chico precioso y serás un hombre muy guapo." Tom atrajo a su padre hacia él y lo besó en los labios con firmeza. Entonces, todavía en su voz de niño, dijo: "Por favor, papá, hagámoslo ahora mismo. Te quiero dentro de mí. Lo necesito. Necesitamos ser solamente un cuerpo y un alma desde ahora en adelante y por el restos de nuestras vidas. Por favor…" John sabía que no podía negar eso a su hijo, y menos aún en aquellos momentos que el chico buscaba su apoyo. Sin embargo, amaba demasiado aquel chiquillo y no quería hacerle el menor daño. "¿Estás seguro, Tom? A lo mejor te hago algún daño." "No importa." Contestó el chiquillo con determinación. El le ayudó a John a desnudarse y pronto estaban acariciándose mutuamente. John cogió la picha del muchacho en su boca, mientras Tom acariciaba el pelo de su padre. Necesitó solamente unas cuantas chupadas para que el muchacho empezara a mover sus caderas, necesitaba un rápido orgasmo para bajar su tensión. El maravilloso placer llegó y John sintió por primera vez en su lengua una maravillosa sensación, saboreando el primer semen de su hijo. Una bruma nubló sus ojos con aquel maravilloso regalo que solo se entrega una vez en la vida. Tom había recuperado la respiración y vio los ojos empañados de su padre "¿Que pasa, papá?" "Noticias maravillosas, hijo mío." Como Tom le miraba a la cara inquisitivamente, le respondió. "Son lágrimas de alegría, my hombrecito." Tom sonrió tranquilizándose; John lo beso introduciendo su lengua en la boca del chico. Éste notó el sabor de su primera semilla, rompió el beso y abrazó fuertemente a su padre. Ahora era él quien tenía lágrimas de felicidad y alegría. Su mente voló hacia una pequeña pareja que estaría jugando en el parque, un niño rubio y una niña con el pelo color castaño. "Gracias, papá por hacerme tan feliz. Vamos a completarlo." John quiso ponerse en pie, pero el chico lo interrumpió mostrándole el tubo de vaselina. "Vamos, engrásame." El experimentado hombre levantó las piernas del muchacho hasta el pecho, cogió un poco de la substancia resbaladiza y lo introdujo con su dedo medio en el culo del chico, entonces otro más, pero esta vez con dos dedos. Tom gimió con placer. "¿Te duele?" Le preguntó el padre. "No. Todo lo contrario, me siento muy bien." John pensó que el culo de Tom había sido follado por otros chicos de su edad y eso había ayudado. Se engrasó su pene, ya estaba preparado para follar a su hijo y amante por primera vez. John quería que su chico gozara y que pudiera recordar estos momentos así siempre. También él estaba ansioso. Plantó la gorda cabeza de su picha enfrente del rosado anillo. Suspiró. "Tom, ¿estás preparado? Por favor relájate y dime si te hago daño, yo quiero que disfrutes, no que te duela." Tom no contestó, él ya tenía alguna experiencia con Alfred y con su adorado Alex. Una mueca de tristeza cruzó por su mente recordando a su joven amante, pero se recuperó enseguida y John ni siquiera lo notó. El hombre empujó fuerte y su grueso pene entró suavemente en los intestinos del muchacho un par de pulgas. Era un hombre experimentado, la sacó un poco y empujo de nuevo despacio. Esta vez Tom sintió un dolor agudo que desapareció rápido; un tercer empujón y John enterró su miembro dentro del culo de su querido hijo. Tom estaba sudando, pero feliz. "Papá, por favor, métela toda dentro de mi. Estoy preparado." Una oleada de amor surgió desde lo más profundo de las entrañas de John hacia el chico que le hizo casi saltar las lágrimas; se inclinó y con todo el cariño que pudo reunir besó a su chico. "Estoy ya enteramente dentro de ti, hijo." Tom abrió los ojos y arrastró a su amante y padre hacia él y empezó a besarle alrededor de la cara. "Por favor, adelante, fóllame hasta que veas mi semilla sobre mi barriga." John empezó, primero despacio, después fue incrementando el ritmo de sus empujones. Tom gemía de placer, especialmente cuando el grueso pene rozaba de lleno todo ese punto mágico que tenia dentro de si. Alfred solamente lo había tocado. Pronto los dos estaban envueltos en un frenesí follando, respirando fuerte y gimiendo. John no tocó la picha del chico que estaba dura y tiesa como una roca y expulsando preseminal, él quería que el muchachito gozara como lo estaba haciendo. Pasados uno minutos, John explotó dentro del chico y contentísimo pudo ver como Tom disparó el primero y el segundo chorrito de su claro néctar que le alcanzó hasta el obligo y el tercero resbaló por la brillante picha hacia su entrepierna. Todavía con su duro pene dentro del recto de Tom, el hombre se giró para yacer en sus espaldas, arrastrando al muchacho con él. Ahora Tom estaba empalado encima de su amante. Se enderezó y restregó su propio semen que tenia en a barriga y se chupó los dedos. "Ha sido maravilloso, papá, Estoy muy feliz por haberlo hecho." Continuaron con aquellos felices momentos hasta que sus almas estuvieron llenas de amor y sus cuerpos ahítos y vacíos de necesidad. No salieron de excursión, cogidos de la mano caminaron hasta el rió. No hacía el más mínimo frío y Tom ya se había recuperado. Empujó a su padre sobre las espaldas en el césped, lo desnudó, e inmediatamente se subió encima del hombre, John sabía lo que ambos querían. Repitieron bajo el sol lo que había hecho antes en la cama. Permanecieron así durante unos pocos minutos tranquilos disfrutando el momento después de sus orgasmos. Le habría gustado guardar los jugos de su amante para siempre, pero no deseaba manchar los bonitos pantalones cortos. Nadaron y se limpiaron juntos. Se tumbaron en la hierba para secarse mirándose a los ojos, John acarició la suave cara de su bellísimo hijo quitándole un rizo que le caía por la frente. "Te quiero, Tom, como solamente he querido una vez antes, estoy seguro que jamás volveré a amar a nadie como te quiero a ti." Tom miró a John. En esos momentos quería que nunca se separara de él, quería que su padre lo arropara cada noche, que lo recibiera con los brazos abiertos cuando volviera del colegio, en suma, tener un verdadero padre que le quisiera y lo apoyara en todo momento. Dos lágrimas rodaron por sus preciosas mejillas, pero ahora eran de alegría porque podía tener lo que tanto había echado de menos y soñado desde que su verdadero padre falleciera hacía siete años. "¿Qué te pasa, hijo mío?" De pronto Tom se puso en pie, y cogió a su padre de la mano. "Por favor, papá, vámonos a casa, lo necesito." John pareció sorprenderse; se levantó y miró a los grandes ojos del muchacho. "Tom, estamos en casa y…" El chico interrumpió a su padre con cariño. "No papá, este no es nuestro hogar, nuestro hogar está en California. Por favor, vámonos y dejemos todo esto atrás para siempre. ¡Por favor, por favor, papá!" Le rogó el chico abrazando al hombre por la cintura. John sentía algo similar; acarició una vez más el cabello de su hijo y depositó un beso en la cabeza. Suavemente separó al muchacho. "¿Estás seguro, Tom?" "Si, por favor, no tengo la menor duda." Repitió el chico casi gritando. John le echó un vistazo al reloj de su muñeca. "En ese caso, vístete y date prisa. No quiero que nadie mire al más precioso de los traseros del mundo." Tom sonrió, le tiró un beso a su padre y rápido corrió a la casa. Diez minutos mas tarde John cogió la cartera de los documentos, conectó la alarma y saltó al coche rojo donde ya le esperaba su hijo. El vehículo se metió en la autopista y corrió a toda la velocidad que estaba permitido. Algún tiempo después el coche entraba en el aparcamiento del aeropuerto. John lo aparcó y se dirigió a la terminal de salidas. Sacó los billetes y pasaron el control de salidas a la terminal. Tom estaba más que sorprendido. "¿De verdad nos vamos?" "Si, hijo. Saca de aquella máquina algunos bocadillos fríos, supongo que tienes que tener hambre." Tom sonrió feliz. Oyeron como llamaban a todos los pasajeros con destino a LA y procedieran a la puerta cinco. Mientras esperaban embarcar en el avión, John fue e hizo una llamada telefónica. "He llamado a tu madre, eso era parte del acuerdo.".Diez minutos después estaban sentados confortablemente en primera clase. "Esta es la primera vez que veo un avión tan cerca de mi." "Es provisional, en el futuro volaremos en los aviones privados de la Compañía, solos." Después de despegar y cuando estaban encima del cielo contaminado de Nueva York, Tom dijo: "Es extraño, pero no siento nada. Estoy deseando estar en ese colegio, lleno chicos guapos, inocentes y vergonzosos, todos ellos ricos." El hombre rió de buenas ganas, tiró del chiquillo hacia sí y lo besó en el sedoso pelo. "No debes olvidar que eres uno de ellos, sin embargo, con tu larga experiencia, será como un lobo en medio de una manada de corderos. Rieron. "Si, será divertido, pero que muy divertido." Después del despegue del avión y comerse los bocadillos, Tom sintió que no podía mantener los ojos abiertos. La excitación del día tomó su peaje; se acurrucó al lado de su padre en el amplio asiento y pronto se quedó profundamente dormido. John acarició la cara de su hijo con cariño. La azafata no pudo sino suspirar ante la tierna escena. John sacó algunos documentos de la cartera y empezó a examinarlos y leerlos. Tom estaba teniendo un extraño sueño. Estaba en un prado, era de noche, pero la luna llena brillaba cubriéndolo todo como si fuera de día. Cerca de un árbol gigantesco veía a su pequeña Margarita y Alex, estaban desnudos y besándose el uno al otro, sus cabellos y ojos brillaban como la plata pulimentada, él los llamaba pero no le oían. Inesperadamente corrieron contentos a ocultarse detrás del gran árbol desapareciendo de su vista. De nuevo aparecieron y él los podía ver, pero ahora habían crecido y eran adolescentes; podía observar los preciosos pechos de ella y largo pene de Alex. De pronto, una criatura horrible y desgarbada cogió a la chica y se la llevó de nuevo hacia detrás del árbol, mientras Alex chillaba desesperado, parecía como si estuviera clavado en la hierba, y no podía seguirla a pesar de llamarla ansiosamente, rogándole que volviera, los dos lloraban desesperados e impotentes; de nuevo desaparecieron. Tom era cómo un espectador, y no podía intervenir en la escena a pesar de la llamadas que les hacia. Aparecieron de nuevo, esta vez eran adultos como su madre. Alex era muy alto y tenía un pene largo pero no erecto, acarició el pelo de su hermana y la besó con ternura. Rápido apareció en escena un chico como de su edad, Tom escrutó las formas del chiquillo, se parecía a él mismo, pero tenía unos ojos extraños azules o verdes y el pelo ondeado y rubio "¡Papá, papá!" Su propia voz los despertó. Se encontró acunado al lado de su padre en el avión. "Lo siento, he tenido una terrible pesadilla. ¿Donde estamos? "Acabamos de entrar en California, en alrededor de una hora estaremos aterrizando en el Aeropuerto de LA." La madre de Tom recibió la llamada telefónica, suspiró, pero no sintió el mínimo remordimiento, todo lo contrario; cuando sus hijas terminaron el tardío desayuno se sentó junto a ellas, había aceptado el hecho de perder a su hijo para siempre. Miró a sus preciosas hijas, tan diferentes en todo e igualmente tan parejas en belleza. Sintió algo de remordimiento cuando se dio cuenta que había perdido a sus tres chicos. "Margarita, ya no dormirás más con tu hermana Brenda, por favor, arregla la habitación de Tom y cambia todas tus cosas allí." "Pero a Tom no le gusta dormir con ninguna de nosotras." Argumentó la niña. "No te preocupes, preciosa. El no dirá nada." Margarita era tan alta y fuerte como Brenda, siendo casi dos años más joven que ella; miró a su hermana mayor preguntándole, pero Brenda se encogió de hombros, ella no sabía nada. "Lo haré ahora mismo, mamá. Cuando termine, ¿puedo ir al parque a jugar con Alex?" "Si, hija, no hay ningún problema, pero no os vayáis demasiado lejos." La niña procedió a cambiar todas sus cosas a su nueva habitación. Entre todos sus trajes, zapatos y revistas, encontró, el retrato que Alex había hecho de su hermano, con mucho cuidado lo cogió y lo guardó entre las grandes páginas de libro Atlas que tenía para las lecciones de geografía en el colegio. Limpió cuidadosamente su nuevo dormitorio, cuando comprobó que todo estaba en orden y limpio como a Tom le gustaba, cerró la puerta. Entonces muy feliz y bajo el escrutinio de su hermana, se fue, enseñándole la lengua a Brenda, La chiquilla mayor cogió un zapato y se lo tiró al momento que ella cerraba la puerta. Su madre oyó el ruido. "¿Qué pasa aquí, Brenda?" "Nada, mamá. Disculpa." Se topó con Alex cerca de su casa, ya venía a recogerla. Lo cogió de la mano y le dio un beso rápido en la mejilla. El chiquillo tembló cuando sintió los labios de la niña en su cara. "¿Cómo está mi rey esta mañana? El le sonrió encantado y ella continuó. "¿Sabes? Tom ha cambiado de parecer, ahora me permitirá dormir en su habitación." Alex inmediatamente paró. "¿Te lo ha dicho él?" "No, mamá me lo dijo, y esta mañana he limpiado y arreglado casi todas las cosas de su habitación. Mañana terminaré el cambio. Ella no mencionó nada referente al retrato que tú le hiciste." Alex deseaba decirle a la niña toda la verdad, pero le había prometido a su amigo que no diría nada a nadie. "Eso está bien. Quizás a tu madre no le guste que ambas estéis peleándose continuamente y haya convencido a Tom para que te acepte que duermas allí; sabes muy bien cuánto te quiere, de manera que estarás más confortable con él que con Brenda." "Esa es una explicación razonable." Jugaron con otros niños de su edad, y cuando se cansaron, se sentaron a la sombra de un gran árbol, hacía calor y estaban sudando. "Margarita, mañana mi papá y mamá Julia vendrán, quieren conocerte. ¿Vendrás conmigo a la iglesia? Nos podríamos encontrar con ellos a la vuelta de los servicios religiosos." "¿Por qué lo llamas papá a él y mamá a Julia, su esposa? Ellos no son tus padres." "Bueno, eso es un secreto entre nosotros. Yo los quiero, nunca tuve un padre, y eso me gusta muchísimo. Por favor, quiero que tú lo mantengas también, no solo este, sino también todo lo que hagamos y hablemos sobre esto." La chiquilla le sonrió. "Alexei, pronto cumpliré diez años y no soy tan tonta como a Brenda le gustaría que fuera. Sé lo que quieres decir y te comprendo." CAPÍTULO 9 ---------------- Alex había referido a sus nuevos padres el problema de su madre, cuánto la quería y lo buena que era con él. Además de que estaba enferma desde que era una niña, y que lo había sabido después de nacer él. El hombre no había olvidado lo que el niño le había contado, y como su apellido no era muy corriente, fue fácil encontrar su expediente sanitario y la historia médica de la madre. Pidió una copia arguyendo que la mujer era un caso especial para estudio e investigación. En casa, Robert se sentó y examinó cuidadosamente el caso. Llamó a su esposa. "Julia, por favor, échale un vistazo a este expediente, se refiere a la madre de Alex." Se caló las gafas y leyó cuidadosamente toda la documentación. Ambos finalmente llegaron a la misma conclusión. "Si todo esto es correcto, ignoro como esta chica está todavía viva. Es un milagro o algo parecido." "Yo no creo en los milagros, lo sabes muy bien. ¿Qué te parece si le hacemos a la chica un chequeo médico en nuestro hospital?" Sugirió Julia. "No podemos hacerlo, a menos que ella tenga un seguro que lo cubra. Nuestro hospital es caro y solamente personas ricas se lo pueden permitir." "Déjame que hable con George; él, cómo Director, puede ordenarlo. La institución está obligada a aceptar casos especiales, normalmente considerados de investigación. Si no, lo pagaremos nosotros." "Excelente idea," Dijo Robert. "Mañana iré al parque a encontrarme con el niño y hablaré con su madre." El siguiente día, domingo, Robert se encontró con Alex, y para su sorpresa la niña de la "Princesa Enamorada" estaba con él, detrás vio a dos mujeres, la madre de Alex y la Sra. López. Inmediatamente supo que aquella mujer era completamente diferente de la madre del niño, se le notaba el porte y una educación refinada. El chiquillo abrazó al hombre y la niña hizo igual, pero no con tanto entusiasmo. Después de la presentación de la madre de Margarita, le dijo a Alexandra: "He venido a rogarle que permita a Alex venir con nosotros a la montaña la próxima semana, sin embargo, si Vd. quiere, sería bienvenida también, pero como la vez anterior rechazó la idea…" Hizo una pausa. "¿Qué tal un helado para los niños?" Entonces mirando a la madre de la niña añadió: "Sra. López, sería un placer si Vd. pudiera unirse a nosotros." La madre de Margarita no era tratada así frecuentemente en esta parte de la gran ciudad como lo hacían en su juventud. Ella respondió con amabilidad. "Con placer, Dr Leigh; raramente tenemos la ocasión de estar cerca de un especialista en cardiología como es Vd." Sonrieron, el hielo ya se había roto. Robert tenía una fuerte impresión de que había visto aquella mujer anteriormente. Estaba exprimiendo su cerebro intentando recordar donde. "Gracias, Sra. López por las inmerecidas alabanzas." Todas estas palabras les parecían graciosas a los chiquillos. Se sentaron amigablemente y pidieron helados para la niña y el niño y limonada para los adultos. Continuó. "Sra. López, la Sra. Lorton declinó venir porque se siente cansada en el campo y mas aún en las montañas. Como médico, Sra. Lorton, me he tomado la libertad de echar una mirada en su historia médica, algunos puntos no están muy claros y me gustaría hacerle un chequeo a su salud." La joven mujer se sintió avergonzada, sabía que no podía permitirse eso, pero Robert venía preparado y adivinó el posible argumento de la joven. "No se preocupe Sra. Lorton, su caso será tratado como de investigación médica y no tendrá que pagar nada." La chica suspiró aliviada. "Gracias, señor. Estaré a su completa disposición siempre que le pueda enviar un requerimiento a mi patrón, después de todo es del Gobierno." Robert entonces dirigiéndose a la madre de Margarita, dijo: "Sra. López, mi esposa y yo queremos mostrarles a ambas algo; esperamos que puedan aceptar una invitación para venir a nuestra casa a almorzar cualquier sábado que nos venga bien a todos. El próximo lo tenemos ocupado porque vamos a la montaña en Connecticut. La Sra. Lorton nos permite que nos llevemos con nosotros a Alex. Sería maravilloso para los niños que Margarita pudiera también acompañarnos, parecen inseparables compañeros." El chico se sonrojó intensamente, y miró a su madre." "No hay ningún problema, estoy segura que Margarita gozará del viaje. Estaremos en contacto, Sr. Leigh para fijar la fecha del almuerzo." Los niños saltaron de alegría, especialmente la niña que nunca había salido fuera de la ciudad. Después de charlar un rato amigablemente, se dijeron adiós. Alex besó al hombre en la mejilla y despacio le musito al oído: "Gracias, papá, por invitar a Margarita." Los chiquillos no paraban de hablar sobre el viaje: su hermana Brenda estaba que los celos se la comían porque no podía interferir, Alex le explicaba a Margarita cada detalle sobre la casa, los prados y los vecinos; ella permanecía embelesada viendo y oyendo a su rey hablando. Le gustaría permanecer todo el día escuchándole sin cansarse. Margarita limpió meticulosamente su nueva habitación y no preguntó a su madre por su hermano, la niña presumió que algo había ocurrido y que Tom no solamente se había escapado. Cuando descolgó su espejo para limpiarlo y colgarlo en su nuevo dormitorio, encontró un sobre pequeño pegado por detrás. Miró y vio que Brenda no estaba por allí, lo cogió y vio su nombre en él. Lo abrió y encontró un billete de diez dólares y una carta manuscrita que decía: "Mi mas querida Princesa, adiviné que te cambiarían a mi habitación y que Brenda no te ayudaría, así que estaba seguro que leerías esta carta tú sola. Me voy, no me escapo. No puedo decirte a donde ni por qué, eso me llevaría mucho tiempo. Mamá lo sabe, pero con toda seguridad ella no te lo dirá. He encontrado un padre de verdad que me quiere y cuidará de mí. Mi única preocupación es que no podré verte durante mucho tiempo, mi preciosa princesita. Viviré como un chico rico dentro de una familia rica y estudiaré en uno de los mejores colegios de los EE.UU. Alex te quiere mucho y yo sé que tú lo amas a él otro tanto. Él ha sido el único amigo de verdad que he tenido. Por favor, guarda esto en tu corazón, y si es necesario, destruye esta carta. Un gran abrazo my pequeña princesita. Te quiero muchísimo. Tom." Margarita difícilmente pudo leer las últimas frases, porque no paraba de llorar, además, las letras estaban casi borradas eran difícil de leer, probablemente Tom estaba llorando también cuando terminó de escribir. La niña besó la carta y la puso de nuevo detrás del espejo, pero cogió el dinero. Ahora se sintió confortada y feliz. No se lo diría a nadie, incluso a Alex, aunque su corazón le decía que su rey sabía más de lo que admitía saber, probablemente debido a alguna promesa que le hiciera a su amigo. El martes, la madre de Alex recibió una nota de su jefa, la requerían en el Hospital de San Mitchell para cooperar en una investigación sobre enfermedades del corazón. Fue allí, Robert y otros doctores la atendieron amablemente. Pasó toda la mañana en el hospital, y la citaron allí para la mañana siguiente a las 10:00 de la mañana. "Alexei, mañana casi seguro volveré tarde a casa. El Dr Leigh, su esposa y otros doctores me han examinado durante toda la mañana. Me hicieron muchas preguntas sobre mi familia; me metieron dentro de una máquina que yo no había visto antes, y me extrajeron sangre para analizarla. Creo que están haciendo un buen trabajo, y todo gracias a ti, mi querido niño." Abrazó y besó a su hijo. "Mamá, estoy seguro que él hará todo lo posible para curarte." El chico cambió la conversación a otro asunto. "Parece que la madre de Margarita conoce al Dr. Leigh. ¿No te acuerdas de las palabras amable y educadas que se cruzaron entre ellos?" "Si, pero eso es común y normal entre personas educadas de la alta sociedad, ignoro como la Sra. López Io conoció. Parece que ella esconde mucho mas de lo que nosotros sabemos." "Mamá, por favor, tienes que olvidarte de los cotilleos, y no pierdas ni una palabra sobre lo que ellos te digan en el hospital." Alexandra llegó al hospital a la hora prefijada, cinco minutos mas tarde, una enfermera muy amable la introdujo en una habitación pequeña donde Robert y Julia y otros dos doctores la recibieron. Después de hacerle unas pocas preguntas, Robert dijo: "Sra. Lorton, hemos llevado a cabo un examen completo de su caso, y desgraciadamente ha confirmado lo que otros colegas especialistas le dijeron a Vd. anteriormente, incluso ha empeorado." Julia se levantó y se sentó cerca de la joven mujer, tomando su mano en la suya; uno de los otros doctores continuó. "Sra. Lorton, no nos explicamos como está usted todavía viva, esos mareos que usted experimenta son síntomas claros. Tenemos que internarla en un hospital especial, si usted quiere prolongar su vida." Todos guardaron un respetuoso silencio, entonces ella dijo: "Estar internada en un hospital es casi tanto como estar en la cárcel. No podré ver a mi hijo todos los días, sino solamente durante cortas visitas y con una enfermera cerca de nosotros. Creo… creo que no iré a ese lugar, además yo no me lo puedo permitir." Uno de los otros doctores que la estaba observando, habló por primera vez. "Sra. Lorton, no se preocupe por el dinero, el Dr. Leigh se encargará de esa parte." "Muchísimas gracias a todos Vds. especialmente a usted, Sra. Leigh." La mujer hizo una pausa y miró a Robert. "¿Cual es la expectativa de vida que tengo, Sr. Leigh? Por favor, sea sincero." Los médicos se miraron unos a otros ante la insólita pregunta antes de contestar a la valiente mujer. "Una semana, un mes… nunca lo sabremos. La Madre Naturaleza es muy impredecible. Si usted va a ese hospital, por lo menos un mes, ellos la mantendrán viva." Alexandra guardó silencio durante unos momentos, entonces preguntó: "¿Hay aquí algún abogado disponible?" Eso sorprendió a todo el equipo. "Si, por qué." La madre de Alex miró a los ojos de Julia, extendió la mano y la doctora comprendió que la joven madre buscaba fuerza y apoyo. Julia le presionó la mano animándola a continuar. "No deseo ir a ese hospital, al menos por el momento, sin embargo, querría expresar mi última voluntad respecto del futuro de mi hijo; esa es la única posesión que tengo." Julia le apretó la mano de nuevo. Diez minutos más tarde, un hombre bien vestido entró. Previamente había sido advertido sobre el crítico estado de la paciente. Después de los preliminares, dijo: "Señora, me han informado que su nombre es Dª Alexandra Lortonoff, ¿es correcto? "Si, señor, lo es." "En este caso, fuera de los requerimientos legales que le leeré después, por favor, le ruego que exprese libremente lo que quiere hacer con sus propiedades y/o su familia. Esta señora y caballeros aquí presentes serán testigos de sus deseos. ¿Me comprende?" "Si, señor, le comprendo." Ella hizo una pausa y continuó. "No tengo ninguna propiedad, pero tengo un gran chico, mi hijo Alexander que cumplirá once años el próximo 10 de Octubre. Deseo conceder su guarda, custodia y educación al Doctor Robert Leigh y a su esposa Doctora Julia Leigh hasta que el niño cumpla 21 años de edad, una vez yo haya desaparecido. Podrán adoptarlo si él consiente, de acuerdo con las leyes de este Estado. Eso es todo lo que tengo que decir." Entonces si limpió las lágrimas que pugnaban por salir. "Usted ha sido muy clara Señora Lortonoff. Señor y Señora Leigh, ¿aceptan ustedes ser los custodios y guardianes del mencionado muchacho, de acuerdo con lo previsto en la Ley de este Estado y en general las de Estados Unidos?" Ambos al mismo tiempo contestaron: "Si, aceptamos." El Abogado sacó tres hojas ya impresas y cumplimentadas con los nombres y se las dio para que las firmaran todas las partes. Una vez terminaron, continuó: "Después del correspondiente registro de estos documentos les enviaré sus copias. Gracias por haberme llamado. Que tenga un feliz día." Se fue. Los otros doctores le dieron la mano a Alexandra y se marcharon, dejando a los tres juntos. Robert volvió a insistir. "Alexandra, por favor, reconsidera tu situación. Tengo que ser un poco rudo, pero por favor, por Alex, ingresa en ese hospital y contempla a tu hijo crecer." La mujer se levantó y abrazó al hombre. "Gracias, Robert; tu eres ahora el padre de mi hijo, y tú, Julia, su madre. Solamente estaré en ese hospital el tiempo que el niño esté contigo en el campo, de manera que pueda disfrutar su bien merecidas vacaciones, por lo menos una vez, nunca tuvo ningún tipo de tiempo libre." Dijo adiós y abandonó la instalación sanitaria. Volvió a casa y abrazó a su hijo que estaba hecho un manojo de nervios esperándola. Alex miró a su madre buscando una contestación positiva. "Me han confirmado todo lo que sabemos desde hace algún tiempo. Tu padre pagará mi permanencia en un hospital especial mientras tu estás con ellos en el campo de Connecticut." Hizo una pausa. "He dicho tus padres porque ellos son tus tutores y guardianes legales después de mi. Si yo fallezco, tendrás unos buenos padres que te cuidarán." El chiquillo estaba llorando en silencio mientras puso sus brazos alrededor del cuello de su madre. "Mamá, tú no vas a morir, porque todo el mundo te quiere. Mi papá hará todo lo posible…" Alexandra acarició el sedoso y limpio pelo de su hijo, depositando un beso en él. "El quiere mantenerme viva a cualquier precio, pero para eso tengo que permanecer en una clínica especial para siempre, y eso es como una prisión. No, Alexander, tenemos que ser valientes y cuando tú vuelvas de tus vacaciones yo te estaré esperando aquí. Si muero, significará que Dios me necesita, después de todo, tenemos que morir alguna vez. Por favor, Alexei, anímate, todavía estoy viva." La joven madre empezó a hacerle cosquillas a su hijo y el chico hizo igual, como en los viejos tiempos. El sábado llegó, Robert y Julia recogieron a los niños y el grupo viajó a la antigua granja. Alex iba describiéndole a Margarita todas las bellezas y la niña estaba con la boca abierta viendo cuantas cosas maravillosas había y que ella no las conocía. Como otras veces, pararon para desayunar en el tranquilo restaurante de la carretera. Esta vez la camarera charlatana no estaba trabajando, pero si un adolescente alto y desgarbado que los miró sospechosamente, quizás pensando que los chiquillos se estaban mofando de él, eso todavía incrementó la risa de los niños cuando estaban de vuelta en el coche. Antes de llegar, Alex cegó a la niña con sus manos hasta que el coche paró. La chiquilla miró a su alrededor. "¡Es como la había imaginado!" Robert y Julia estaban mas que felices cuando los niños corrieron y entraron en la casa; Alex iba mostrándole cada rincón del edificio a Margarita, excepto el ático. "¿Papá, podemos ir al riachuelo a nadar? Hace calor." "No tengo bañador." Argumentó la chiquilla. "Yo tengo uno, pero no puedo prestártelo." Sonrió el chiquillo, Margarita lo miró sorprendida, él continuó. "Porque es el que utilizaba cuando nací." "Cuando tu naciste no tenias nada puesto, estabas desnudo." "Exacto, eso es lo que quería decir." Empezó a reír y la niña corrió detrás de él intentando cogerlo. Se fue a su habitación y se puso los pantalones vaqueros especiales, pero debajo no llevaba nada. Cuando los cuatro llegaron al pequeño río, Alex se quito los pantalones y saltó al agua que estaba muy fría. "¡Gallina si no saltas!" Grito el travieso chiquillo. La niña llevaba puestos algo parecido a unos pantalones cortos y una blusa muy ajustada; rápido se quito la blusa y saltó al agua; pero no esperaba que estuviera tan fría, pero valientemente permaneció en ella. Alex contempló la casi desnuda preciosa imagen, especialmente el pecho liso con los pequeños redondeles de sus tetillas que ahora mostraban como si tuvieran un botón dentro. Ella se acercó al chico y le dijo casi en un murmullo: "Eres un cabrón sinvergüenza, pero me gustas mucho." "Ten cuidado con tu lengua o te la lavaré con detergente, mi princesa. Emplearon el día gozando de la agradable temperatura, y como el día era largo, hicieron una excursión hasta donde él había visto los ciervos, pero nada pudieron ver. Por la noche y después de una buena ducha, los hombres juntos y las mujeres separadas. Cenaron, y cansados como estaban, se juntaron frente al fuego de la chimenea y pronto los chiquillos empezaron a bostezar, Julia entonces dijo: "Hora de dormir, niños." Ella le dio un pijama de niño a la chiquita y se lo puso. Margarita se metió bajo la cubierta de la larga cama; su habitación estaba arriba cerca de la de Alex. Julia le dio un beso de buenas noches y se fue, dejando una pequeña lámpara roja encendida por si la niña necesitara ir al baño durante la noche. Se acercó al chico que se cubría con la colcha, el niño extendió sus brazos y besó a la mujer. "Buenas noches, mamá Julia, gracias por traer a Margarita." Ella suspiró después de besar al niño en la frente. Probablemente aquello le traía otros recuerdos con su propio hijo. Se fue abajo donde estaba su marido. Desde que Tom se había ido, Alex no podía olvidar los momentos que ellos había pasado después de las clases, especialmente cuando se metían en la cama juntos; su picha se ponía dura y tenia que meneársela dos o tres veces todas las noches hasta que se quedaba flácida; la mayoría de las veces su mente se cambiaba a su adorada Margarita, y se dormía plácidamente. Aquella noche no fue una excepción. La noche era cálida y la luna brillaba a través de los árboles como una capa de leche. Se la había meneado ya dos veces, se levantó y permaneció de pie frente al gran balcón; la luz de la luna bañaba el precioso cuerpo al tiempo que empezó a meneársela de nuevo despacio, disfrutando el momento. De pronto oyó ruido amortiguado a sus espaldas al tiempo que la puerta se abría. El sabía que sus nuevos padres jamás entrarían sin antes llamar a la puerta, así que adivinó que Margarita había entrado. La chiquilla no podía dormir, a pesar de sentirse cansada; la cama tan grande, la extraña luz de la luna le daban miedo, así que decidió ir a preguntarle a su Alex. Cuando entró en el dormitorio del chico, se sorprendió de la escena que tenia delante de sus ojos, parecía un ángel brillando cubierto por la luz de la luna; un maravilloso espíritu que miraba hacia los bosques. De no haber existido luz exterior solo la luna ella no habría podido verlo, y mucho menos reconocer lo que estaba haciendo. Sus pensamientos los interrumpió, el chico con su tierna y suave voz, dijo sin volverse: "¿Tienes miedo, princesa mía?" Ella se quedó de piedra. "¿Como has sabido que soy yo?" Alex continuó masturbándose despacio. "Soy un brujo y un gran adivino, princesa mía." Te reconocería entre miles, incluso con los ojos vendados." Gradualmente se fue girando al tiempo que la brillante luz de la luna iluminaba su ondeado pelo rubio. Estaba empalmado con su picha formando un precioso ángulo hacia arriba. Ella sonrió divertida. "Estás desnudo y tu picha está tiesa. ¿Por qué?" "Por favor, cierra la puerta con llave y ven aquí." Ella lo hizo y se acercó al espíritu. No tenía miedo, más bien estaba divertida por los movimientos teatrales del chiquillo. "Mira esos árboles, parecen como si un ángel hubiera derramado leche sobre ellos. Me gustaría que nosotros fuéramos ángeles y pudiéramos volar y contemplar tales maravillas desde los cielos, somos mortales, pero tú estás por encima de todos ellos, princesa mía." Hizo una pausa. "Si, mi picha está dura, porque tú lo hiciste. "Yo no he hecho nada, excepto mirarte." Sonrió. "Lo hiciste hoy con tu preciosa cara, tu risas y especialmente con tu pecho desnudo en el río." La niña se sintió muy feliz con las palabras de su chico. Entonces, señalado al pene del muchacho, preguntó: "¿Puedo… puedo tocarlo?" "Por supuesto que puedes. Todo lo que tengo es tuyo también, mi cuerpo e incluso mi vida." La niña se sintió encantada con las palabras de su chico y suspiró. Se sentaron en la cama con las piernas cruzadas uno en frente del otro, las rodillas se tocaban, la chiquilla cogió la picha del muchacho que se movía con cada pulsación del corazón, él sintió como una descarga eléctrica a través de los dedos de la niña. Ella sonrió. "Está muy caliente y dura. Nunca sentí nada como esto." Alex gimió de placer al tocar la chica la sensible cabeza del pene. "Por favor, cógelo con tu mano alrededor y mueve tu puño arriba y abajo despacio." Ella obedeció a su chico, Alex no pudo quedarse quieto. Puso las manos en la cara de la niña y la atrajo hacia si, sus labios se unieron y Alex introdujo su lengua en la boca de Margarita. Se sorprendió pero le gustó, abrió sus dientes y permitió que la intrusa entrara en su boca; las lenguas se tocaron y ella sintió una cálida sensación y su cara se encendió. Alex empezó a restregar las espaldas de la niña al tiempo que su mano derecha avanzaba por debajo del pijama de manga corta restregando y acariciando la fina piel de bebé. Instintivamente ella extendió sus piernas al tiempo que las manos del chiquillo se acercaban a las bragas. Ahora ambos respiraban fuerte y Margarita presionaba su lengua incluso mas adentro de la dulce boca del niño. Aquello le encantaba y no podía parar meneando la picha de su chico arriba y abajo y chupando su lengua. Pronto llegaron al punto de no retorno. La niña sintió una maravillosa y calida sensación a través de su cuerpecillo, se elevó y voló por los brillantes cielos. Cerró sus preciosos ojos, y vio en su mente una explosión de colores, mucho mejores que los que tiran el 4 de Julio. Pararon el beso, exhaustos yacieron sobre la cama de espaldas. Alex se reía viendo como su picha se ponía flácida y húmeda con el preseminal. Después de un par de minutos relajados, Margarita preguntó: "¿Qué ha sido eso, Alexei? Sentí una maravillosa sensación como si volara por el espacio exterior; deseaba que mi cuerpo se fundiera con el tuyo para ser solo una persona, entonces vino una explosión de colores en medio de un precioso arco iris." Alex se movió y abrazó a la niña muy fuerte con toda la ternura de que fue capaz. "Dos cosas diferentes, princesa mía. Has experimentado el primer orgasmo de tu vida. Eso es el precioso arco iris. Yo lo experimento también cuando realizo cosas sexuales, sin embargo, esta vez ha sido algo especial, yo diría que espectacular." Ella sonrió con las palabras del niño. "¿Por qué, mi rey?" "Por que te quiero mucho, y eso contesta tu segunda pregunta. Queríamos ser solamente uno porque nos amamos el uno al otro. Ella suspiró. "¿Quien te enseñó todas estas cosas, Alexei?" Un pensamiento triste cruzó por su mente y ella lo notó. "No necesitas contestarme, ya se la respuesta." Se volvieron a abrazar y ella le dio un beso rápido. "Te quiero, mi rey. Tú has hecho que desaparecieran todos mis miedos, volveré a mi habitación." "Te echaré de menos, princesa mía." "Lo sé, mi rey, pero mañana será otro día y muchos otros vendrán para repetir, te lo prometo." Se besaron tiernamente, entonces, cuando ella iba a caminar hacia su dormitorio él la retuvo, su picha estaba de nuevo dura como la piedra. "Por favor, princesa, estate aquí durante unos instantes más, quiero darte algo para que recuerdes esta noche." No podía resistir los ojos de su chico que ahora brillaban como dos conos de plata. A pesar de su corta edad, ella adivinó lo que él quería y estaba contenta de que él se lo hubiera pedido que se quedara. Alex la cogió de la mano y la llevó hasta el cercano balcón. La besó cariñosamente. "Quiero verte como tú me has visto a mi." "¿Desnuda?" "Si, pero que te cubra la luz de la luna." Ella sonrió por el momento tan romántico. Alex le quitó la blusa y después los pantalones cortos. La besó de nuevo en los labios al tiempo que le bajaba las bragas, ella contenta se salió de ellas. Él paró el beso y caminó hacia atrás unos pasos para contemplar el glamour y la belleza que tenía delante. Suspiró y abrió los brazos. Sin dudarlo un segundo, Margarita se lanzó en ellos. Se abrazaron apasionadamente y el chiquillo se la llevó a la larga cama. Ella yació de espaldas al tiempo que su muchachito la miraba en sus profundos ojos. "Te quiero, princesa mía." Ella no pudo responder porque inmediatamente sus bocas se unieron en un largo y apasionado momento. Margarita había empezado a escalar de nuevo aquel maravilloso arco iris; Alex comenzó a lamer y chupar los lóbulos de las orejas, después su cuello, el chico le levantó los brazos y le lamió los limpios sobacos. Margarita no se podía explicar lo que le estaba pasando; reía de manera incontrolable, y jadeaba con cada nueva sensación, estaba en otro mundo. Entonces Alex succionó cuidadosamente sus pequeñas y delicadas tetillas besándolas después. El chaval sintió cómo su picha estaba húmeda y saliendo preseminal. Se corrió hacia abajo, lamió un poco el ombligo y finalmente cogió entre sus labios el pequeño clítoris. Eso ya era demasiado para la chiquilla. Ella levantaba sus caderas en un instintivo intento que la lengua de su chico entrara en ella. Estaba respirando fuerte y gimiendo histéricamente cerca del cenit de sus arcos iris. Alex comprendió que no podía hacer todo lo que él deseaba aquella noche porque estaba muy excitado y su chica casi recibiendo un fuerte orgasmo. Rápidamente plantó su picha a lo largo de la raja de la niña, rozando el clítoris al mismo tiempo que se unieron en un beso eterno. Los dos alcanzaron el tope de sus respectivos mágicos arcos iris con una explosión de colores que los llevó juntos al último planeta de la galaxia. Todavía respirando profundamente, Alex se movió a su lado derecho arrastrando a Margarita con él. Ella estaba casi inconciente, sintiendo que Alex llenaba de besos su cara. Después de algún tiempo, la niña abrió sus bellos ojos y le pagó a él con la misma moneda. "Te quiero, rey mío. Ha sido mucho más que maravilloso, precioso. Pero ¿por qué esto esta noche?" Él le sonrió, y acarició las mejillas con el dorso de la mano. "Porque aquí no tengo nada disponible que darte como regalo, excepto mi amor. ¡Feliz cumpleaños, Princesa!" Ella comprendió. Nadie se lo había recordado que era su cumpleaños, solamente su hermano Tom que lo hacia cada año, y ahora no estaba allí. No pudo evitar que dos lágrimas rodaran por sus mejillas y Alex las limpió con la lengua. "¡Pero hoy es 23 de Junio, no 24!" Expresando su más profundo amor, el chico le movió la cabeza hacia la mesita de noche donde el reloj fosforescente marcaba "00:10". Ella lo abrazó. "Te quiero rey mío. Gracias por el regalo, es el mejor que jamás he recibido." Se levantó, fue al balcón y se vistió, pero antes de irse, todavía Alex le dio otra noticia. "Antes de marcharse, Tom me dio diez dólares para que nos los gastáramos este día en aquel restaurante que tanto te gustó cuando cumpliste 9 años." Ella le apretó la mano. "Ya me imaginaba que mi rey sabía más de lo que aparentaba, pero hay que respetar los deseos de los verdaderos amigos." No te preocupes mi precioso niño, cumpliremos sus deseos cuando volvamos. Te adoro." Volvió a su habitación y durmió como jamás lo había hecho antes. El día siguiente los cuatro disfrutaron el estar juntos. Julia hizo una tarta y celebraron el 10º aniversario de Margarita. Robert hizo algunas fotos de estos cruciales momentos, la mayoría de Alex y Margarita juntos, corriendo, saltando y riendo; siempre con las manos entrelazadas. Repetirían muchas otras visitas cuando la madre de la niña se lo permitía, sin embargo, ese fue el mejor cumpleaños que ella podía recordar. Aquel día, cuando los niños retornaron a sus respectivos hogares, Robert y Julia los echaron de menos y sintieron el vacío en sus bondadosos corazones. De pronto, un pensamiento cruzó por la mente del médico. "¿Julia, no reconociste a la Sra. López?" Ella miró a su esposo por la pregunta, él continuó. "No por supuesto que no; tu estabas todavía en el colegio mientras yo ya asistía a clases en la Universidad." "¿La conociste tú allí?" "Si. Yo no era uno de sus amigos habituales, tenía a muchos otros chicos a su alrededor todo el tiempo. No era el tipo de mujer que a mi me gustaba como mi futura esposa, probablemente yo tampoco era el tipo de hombre que a ella le gustaba o quería, eso nos unía como amigos, pero nunca íntimos, solamente compañeros. Ella estaba en la Escuela de Artes y yo en la de Medicina. Ocasionalmente nos veíamos en el Colegio Mayor, en la cafetería o en fiestas estudiantiles. Con toda probabilidad ahora estará pensando igual que lo que nosotros estamos hablando. "¿Por qué no se lo preguntaste?" "Tu sabes muy bien que ese no es el procedimiento en nuestra sociedad, y mucho menos después de tantos años. Ha sido una gran idea traer a su hija con Alex y la invitación a almorzar. Estoy seguro que ella jamás habría consentido dejar a su hija con un extraño, como aparentemente somos nosotros para ella. "¿Qué ha ocurrido para que ella haya caído tan bajo viniendo de una gran familia y tan alta en la sociedad de Chicago?" "Esa es una buena pregunta, Julia. Ella es una Brickfield, y hasta donde yo sabía entonces, era la oveja negra de su familia, era inteligente y guapa, no aceptaba que nadie le impusiera o mandara, incluyendo a su propio padre. Finalmente se enamoró de un verdadero sinvergüenza, se casaron en contra de los deseos de su familia y tuvieron dos niños. Eso fue lo último que supe sobre ella. Parece ser que se volvió a casar después, porque sus otros hijos deben tener ahora más de veinte años." "Te sugeriría que hablaras con ella sin ninguna formalidad; es bueno conocer a personas como ella y mejor todavía ahora que su hija está tan unida a nuestro Alex." "Lo intentaré el próximo sábado durante la comida." CAPÍTULO 10 ------------------ El sábado por la mañana, alrededor de las 9:00, Robert recogió a los niños y quedaron en que recogería a las dos madres tres horas y media mas tarde. Alex no podía estar mas contento, especialmente cuando Margarita lo miraba. Estaba preciosa, igual que aquel día cuando le hizo el retrato. Ella tenía el pelo peinado libre con un lazo para prevenir que le cubriera la bonita cara. La picha del chiquillo empezó a empalmarse recordando los días en la granja; se había masturbado aquella mañana para evitar que se le notara, pero la niña era demasiado bonita y él la quería con locura, además, no podía olvidar lo que había ocurrido en su habitación en Connecticut y cuando viajaban hacía la vieja granja y él le describía todo lo que veían sobre las casas y los vecinos que él ya conocía. Justo cuando estaban cerca del fin del viaje de aquel día, vieron una casa muy bonita, más bien pequeña, en medio de los árboles, tenía cerca de la verja un letrero que decía: "Se vende." "¡Es una casa preciosa!" Dijo la niña. "Me gustaría vivir en ella, parece una casa de muñecas, si la comparamos con las otras." El hombre se rió, no se le había ocurrido a él esa comparación. Claro, el era un adulto y los niños tienen diferentes perspectivas, pensó. En aquel momento Alex tapó los hermosos ojos de la niña, y algunos segundos después quito las manos. Ella no podía creer lo que veía. Julia oyó el coche y salió a recibirlos. Alex saltó y rápido fue a darle un beso a su nueva madre; lo mismo hizo Margarita que ya había perdido la cortedad que tenía. "¿Mamá Julia, puedo enseñarle a Margarita la casa?" "Por supuesto, hijo." Dijo Julia con tierna afección. La niña cogió la mano de Alex e inmediatamente corrieron a través de la casa; en el vestíbulo había varias pinturas al óleo, mayormente paisajes de las montañas de Connecticut y de su parque. Una sábana cubría dos grandes, La niña preguntó: "¿Por qué están esas dos cubiertas?" Alex sonrió. "Son demasiado valiosas, la luz del sol podría dañarlas. Las veremos mas tarde cuando el sol esté en el otro lado de la casa." Entraron en la habitación del chico. "Este es mi castillo, princesa mía, desde aquí mis sueños vuelan para encontrarse con los tuyos." La niña se volvió para ver mejor la preciosa cara de su chico; puso sus pequeñas manos en las mejillas del muchacho y lo besó suavemente. "Te quiero, Alexei. Por favor, guarda tus sueños contigo, rey mío, porque esta noche, si puedo, vendré para llevármelos conmigo." Oyeron a Mama Julia llamándolos. "Alex, vamos a dar un paseo y le mostraremos a Margarita la vecindad." Los chicos volaron escaleras abajo, y con las manos entrelazada los tres comenzaron a andar, Robert permaneció en casa. Vieron muchos niños jugando sobre el césped de sus casas, otros montando en bicicletas o jugando al futbol; Margarita suspiró, pensaba cuantas cosas se perdía por vivir en donde ellos vivían. Cuando pasaban frente de la casa que estaba en venta, se pararon. Una pareja de ancianos estaban sentados en el porche en mecedoras, el hombre leía y la mujer estaba haciendo ganchillo tejiendo algo. Alex los conocía. "Buenos días señores Rocks." El niño los saludó. "¿Está Vd. tejiendo algo para su nietecito?" "Buenos días, hijo. Si, lo esperamos dentro de un par de semanas. Ya veo que va muy bien acompañada, Sra. Leigh. ¿Alex, no nos presentas a esta preciosa niña? El chico le presento a Margarita y la niña besó a los ancianos en las mejillas. "Tienen Vds. una casa muy bonita, Sres. Rocks." Dijo Margarita. "Si, no es muy grande pero muy bonita. Estamos tristes porque no tenemos mas remedio que decirle adiós, después de mas de cincuenta años viviendo aquí; nos vamos a mudar a un lugar cerca de nuestros hijos." Ellos continuaron el paseo. Alex conocía a otras personas pero no pararon, solamente los saludaban con la mano. Alrededor del mediodía, Julia dijo. " "Niños, esta no es una comida formal, así que podéis vestiros como queráis. Alex, si quieres cambiarte de traje ya sabes donde están. Margarita, tu tienes tu otro vestido sobre tu cama, te sentirás mas cómoda." Margarita no sabía de estas ceremonias solo para comer. El chico se rió. Subieron arriba y Alex le murmuró: "¿Qué te parece si tú me ayudas a vestirme y yo te ayudo a ti, después?" Ella se rió con travesura. "Prefiero en sentido contrario." Al entrar en la habitación de la niña vio un precioso y cómodo vestido bastante igual al que se puso cuando Alex le hizo el retrato, con pequeños cambios. El nuevo tenía un lazo rojo de seda alrededor de la cintura con una lanzada en la espalda, un par de zapatos deportivos y calcetines blancos. Alex le desabrochó el vestido, y cuando ella levantó los brazos para quitarse el traje por la cabeza, él la besó en los sobacos y en los hombros. "Me fundiría contigo en un solo ser, princesa mía." El contempló la hermosa imagen y su boca se hizo agua de deseo. Su picha estaba ya dura, confinada dentro de su ropa interior. Ella se rió maliciosamente, entonces puso el vestido en la cama y cogió el otro que se lo metió por la cabeza; el chiquillo aprovechó la oportunidad y repitió los besos. Le abrochó por detrás y ajustó el lazo en la cintura. "Por favor, siéntate en la silla para ponerte los zapatos." La niña obedeció y Alex sostuvo su pantorrilla con la mano izquierda y masajeó la pierna, su piel era como la de su espalda, suave y fina como la de un bebé. "Bueno, ya estás lista, princesita." Se rió de buena gana sabiendo el efecto que había causado en su adorado muchachito; lo comprobó mirando la tienda que se había formado en sus pantalones. "Tienes que pagarme mi trabajo, Princesa Margarita." El sabía que la niña hablaba español correctamente igual que él lo hacia con el ruso. Ese idioma era muy común en el Oeste de la ciudad, además su hermano y hermana lo hacían con más ahínco, si cabe, en memoria de su padre. Ella le respondió: "Gracias, Caballero." El no necesitaba ninguna ayuda, pero la chiquilla insistió en desabrochar sus elegantes pantalones; mientras lo hacía y la prenda caía a sus talones, él mostró el bulto del constreñido paquete formado en los calzoncillos. Mirando a los ojos del chico ella lo estrujó diciendo: "Lo besaré esta noche." El muchacho suspiró. Cogió los vaqueros y la camisa, y rápidamente se los puso. Habían perdido demasiado tiempo. Unos pocos minutos mas tarde las madres llegaron y Margarita quedó sorprendida con placer de ver a su madre tan elegantemente vestida y la facilidad con que se portaba. Comieron tranquilamente sin prisa charlando mayormente de cosas de los niños. Después del café, la madre de Margarita dijo: "Bien, my viejo amigo Robert Leigh, ¿puedes enseñarme tu preciosa casa?" Se miraron unos a otros, el hombre la tomó de la mano y se la besó educadamente. La madre de Alex también se sorprendió, igual que los chiquillos. "Somos viejos amigos." Explicó Brenda. "Si, desde hace casi treinta años. Has cambiado muy poco, Brenda, por supuesto que somos mas viejos pero no mucho." Los chicos no podían creer lo que estaban viendo. Brenda ahora miró a su hija pequeña. "¿Crees que te habría permitido que fueras a las montañas con un extraño, mi preciosa niña?" Entonce Julia cogió a ambos amigos y a la madre de Alex y se los llevó al cuarto de estar. "Por favor, Alex, hazlo." El niño tiró de las sábanas y descubrió un retrato en blanco y negro y una copia hecha al óleo de la misma imagen, ambas de la misma niña, sin embargo, la copia era substancialmente más grande, casi de tamaño natural. Brenda se quedó terriblemente sorprendida, incluso desde el punto de vista profesional, fijó los ojos en el original. Se caló las gafas y miró para ver el nombre del autor. "¡Alex, tú lo hiciste!" "Si, y papá hizo la copia." Dijo el chico con orgullo. ¿Le gusta, Sra. López? "Es un excelente trabajo para un niño de diez años. Tienes un gran futuro Alexander; créeme, sé de lo que estoy hablando, hijo. ¿Te importaría que hiciera una copia del original? Después de todo la modelo es hija mía." "Vd. puede hacer lo que le guste más, Sra. López, menos destruirla." La mujer sonrió. Volvieron a la habitación donde habían estado. Robert cogió del brazo a su antigua amiga y dijo a su esposa y a la madre de Alex. "¿Os importaría que me llevara a Brenda durante unos momentos? Quiero hacerle algunas preguntas personales mientras le muestro la casa." Cuando estaban solos, ella dijo. "Robert, tendremos tiempo de hablar de los viejos tiempos. Pero ahora no es correcto dejar a la asustada joven." "Tienes toda la razón, Brenda. No quiero ahora hablar sobre eso, mas bien pedirte un gran favor." Hizo una pausa por si ella quería hacer algún comentario. Continuó. "Estamos muy preocupados por la salud de Alexandra. No quiero ser alarmista, pero puede morir en cualquier momento." "¿Tan grave es?" "Si. Solamente si permanece en una clínica especial, tenemos la oportunidad de mantenerla viva; pero ha rechazado de plano esa idea. Solamente admitió que irá durante el mes que el niño esté con nosotros en las montañas, el chico está creciendo mucho y necesita estar bien alimentado antes de que le llegue el gran estirón." Hizo una pausa esperando los comentarios de su antigua amiga. "Parece ser que tienes, digamos, alguna ascendencia con ella. Te lo agradecería muchísimo si pudieras convencerla. Amamos a este niño pero necesita a su madre; es demasiado joven para perderla." "¡Tu siempre haciendo del buen samaritano, Robert! Eres una buena persona, amigo mío, lo intentaré, sin embargo, la conozco bien y sé que no es de esa clase de personas que fácilmente cambian su decisión ni su modo de pensar. A propósito, favor por favor, quiero salirme del aquel hoyo donde vivimos y darles a mis hijas una vida mejor. Por favor, mira haber si hay algo que no sea muy caro por aquí para vivir." "Gracias, Brenda. Creo que tengo lo que estás buscando, incluso le gusta mucho a tu hija Margarita." Arreglaron con el Sr. Rock la transacción de la propiedad para el final de septiembre, así las niñas podrían empezar en su nuevo colegio lo más pronto posible. Eso era maravilloso, especialmente para la joven Brenda, por supuesto no para Margarita, que sería separada de su chico, solamente podría verlo los fines de semana. Al fin del día Robert llevó las señoras a sus casas, mientras que los niños lo harían al día siguiente. Cuando llegaron a casa, Brenda intentó convencer a la madre de Alex sobre el asunto del hospital, pero sin éxito, la joven madre estaba claramente decidida a permanecer cerca de su hijo sin ir a ninguna clínica u hospital. Los niños pasaron el resto del día como cualquiera otros de su dad, corriendo y jugando alrededor de la casa. Se hicieron amigos de otras dos chicas vecinas, una parecía dulce como Margarita, y la otra se portaba como un chico dentro del cuerpo de una chica. Disfrutaba estando con Alex, hablando y preguntándole cosas de chicos. Eran primas y tenían 11 años, chicas normales que ya mostraban sus pequeños pechos de preadolescentes. "Me gustaría ser un chico como tú, eres muy afortunado, Alex." "¿Por qué? Las dos sois chicas bonitas, Sheila; tu prima Lucy parece que es muy dulce." Sheila sonrió con sarcasmo. "Si, lo es." Hizo una pausa. "Odio mi nombre, me gustaría llamarme Malcon o algo así, un nombre fuerte." Alex rió para si sobre esta chica, era como Tom. ¿Le gustarían otras chicas en vez de chicos? Pensó. De pronto ella añadió: "Alex, vamos a jugar al futbol." Aquella noche, después de cenar, estaban sentados relajadamente en el gran sofá y hablaban del viaje al campo, Alex tenia la cabeza sobre el regazo de mama Julia por primera vez, ella igual que su madre, le acariciaba el cabello. Margarita tenía la cabeza en el brazo del sofá del lado opuesto, sus piernas cruzadas con las del chico que alcanzaban sus rodillas Ella restregaba el dedo gordo del pie en ambas direcciones contra la piel del chico. El dobló la otra pierna con objeto de evitar que pudieran ver el bulto que estaba creando su picha al empalmarse. Podría haber parado lo que la niña hacía pero le encantaba la cálida sensación. Entonces la imagen de la chica-chico vino a su memoria y preguntó a su nuevo padre. "Papá, ¿puede una chica ser un chico al mismo tiempo?" El hombre se sorprendió por la pregunta, por otro lado no era extraño en un chiquillo cómo Alex. Su esposa sonrió. "Supongo que lo que quieres decir es si una chica puede sentir cómo un chico." "Si, esa es la pregunta correcta." "Si. Y una mujer sentir como un hombre y viceversa." "Lo siento, tío Robert. ¿Qué quiere decir con "vice versa"? Preguntó Margarita. "Es una frase en latín, significando por otro lado." Continuó, la chiquilla se ruborizó. "En el primer ejemplo se llama "lesbianismo", y en el Segundo "homosexualidad." El médico no quiso ir más lejos a menos que el chico insistiera. "¿Por qué de esta pregunta, Alex?" "Bueno… he conocido chicos que solamente les gustaban otros chicos, e incluso hombres que solo les gustan otros hombres, nosotros los llamamos maricones, pero nunca me había encontrado con chicas que solo les gustan otras chicas, hasta hoy." "¿Te refieres a Sheila, Alex?" "Si. Ella no me dijo eso, pero claramente me mencionó que a ella le habría gustado ser un chico, que odiaba su nombre. Me di cuenta como miraba a su dulce prima." Entonces Julia intervino. "En chicos y chicas de vuestra edad, son normales esas conductas, en la mayoría de los casos cambian durante la pubertad, en los que no, es un error de Madre Naturaleza, y no es exclusivo del ser humano, puede encontrarse también en algunos animales, como los monos." Alex empezó a reír. "¿Por qué te ríes?" Preguntó Margarita. "¿Te puedes imaginar a un mono maricón en medio de la jungla?" Entonces paró cuando pensó en Tom. "Lo siento, Margarita; creo que soy un estúpido y no debería burlarme de los errores de la Madre Naturaleza." Con esta disculpa el asunto se perdió. "Creo que me voy a ir a la cama." El y la chiquilla se levantaron, besaros las buenas noches a los adultos y se fueron hacia arriba. Cuando los niños desaparecieron, Julia se rió de su esposo que le sonrió a ella. "Tú nunca trataste con un chiquillo realmente inteligente cómo éste, Robert Leigh." "Si, tienes razón. Creo que tengo que releer mis viejos textos sobre psicología infantil." Puso su brazo alrededor de los hombros de su esposa. "Vámonos a la cama." Margarita esperó mas de una hora antes de levantarse, entonces puso la almohada debajo del cubrecama simulando su cuerpo, despacio se metió en la habitación de Alex. El estaba esperándola desnudo frente al balcón, de manera que la luz de la luna lo cubriera; oyó la maravillosa voz baja de la niña cuando entraba: "¿Donde está mi rey?" "Esperando a su princesa." Vio cómo en segundos ella se quitaba toda la ropa y se echaba en los brazos del chico. Se abrazaron y sus bocas se encontraron en un apasionado beso, extraño para unos chiquillos tan jóvenes. Después de unos momentos, interrumpieron el beso. "Vámonos a la cama, allí estaremos mas cómodos." Ella se paró en el centro de la larga habitación, fijó sus profundos ojos negros en los maravillosos azules de su adorado chico. "No me harás daño, ¿verdad?" El la miró con toda la ternura que pudo reunir y la beso en los labios, rojos de excitación. "Me mataría antes de hacerte daño, mi adorada princesa." Ella le sonrió maliciosamente y tiró de él hacia la cama. Se metieron debajo del cubrecamas, sus cuerpos tocándose, Alex sintió aquella maravillosa sensación de la piel de bebé por todo su cuerpo. Empezó chupando los lóbulos de sus orejas y le mordió el cuello, ella no podía aguantar la risa que le producía; Alex sonrió pensando lo que ocurriría cuando llegara a los sobacos. La chiquilla sintió la picha del niño que se restregaba contra su entrepierna limpia de pelo y tembló. Esa sensación de subir a las nubes corría desde su abdomen a la par que Alex chupaba sus pequeñas tetillas. Descendió un poco y metió la lengua en el limpio ombligo intentando perforarlo con la lengua. La niña estaba ansiosa de finalizar aquel tormento y saltar al espacio exterior infinito. La picha de Alex se restregaba continuamente arriba y abajo contra las suaves piernas de la niña; él estaba ya muy cerca de su clímax. Entonces los fuegos artificiales empezaron en la mente de la niña al tiempo que Alex metió su lengua en la pequeña vagina. Ella puso las manos encima de la cabeza del chico cogiéndole fuerte el cabello rizado, el cuerpo de la niña se tensó, y los dos pararon de respirar, un callado grito salió de su joven garganta al tiempo que su particular arco iris explotó con toda su belleza. Estaban respirando fuerte, la cabeza del chico todavía sobre la entrepierna de la chiquilla, y el brazo de Margarita en el hombro de su muchachito. Unos minutos pasaron sin moverse. Ella estaba acariciando el sedoso pelo del chico y éste lo hacia con las suaves piernas de la chiquilla. ¿Cómo podían ser tan finas y delicadas? Se preguntó así mismo. Finalmente ella tiró de su chico hasta su lado y lo acarició suavemente. Alex besó las palmas de las manos y las puso contra sus mejillas. "¿Te gustó?" Ella sonrió. "¿Por qué no lo hiciste la primera vez?" "El vino bueno se tiene que beber poco a poco, de lo contrario te puedes emborrachar. Eso es lo que mi papá dice." "Tu papá es muy sabio, pero a mi no me importaría marearme, si tú también te mareas conmigo." "Te quiero, Margarita. Nunca pararé de quererte, ¡Nunca!" Ella sonrió complacida y acarició a su chico tiernamente. "Yo también te quiero muchísimo, Alexei. Estoy temiendo el momento cuando me venga a vivir aquí y tú te quedes lejos de mí en la ciudad, con tantas chicas bonitas a tu alrededor, como mi hermana Brenda." "Tienes que confiar en mi. Yo debería decir lo mismo de ti, sin embargo, no lo digo porque estoy seguro que me quieres como yo a ti." "¿Y ahora, qué? Supongo que tengo que irme a mi habitación." El chico miró aquella cara tan bonita y dulce que brillaba con la luz de la luna y la volvió a besar. "Todavía no hemos terminado. Tenemos a nuestra disposición dos arcos iris para explorarlos." "Solamente uno y moriré de felicidad." Se rieron felices cómo solo dos niños pueden hacerlo. "Deja siquiera uno para la próxima vez. Por otro lado, quiero devolverte el favor. Deseo tu picha en mi boca, está limpia y es delicada, tiene que saber mejor que cualquier dulce que podamos encontrar." "¿De verdad quieres chuparme la picha?" Estoy seguro de que me enviarás al espacio sideral donde muchos arcos iris explotan al mismo tiempo." "¿Cómo lo sabes? Sonrió y de pronto una mueca triste cruzó por su cara. "No te preocupes, sé quien te lo hizo y estoy muy contenta de que todo quede dentro de la familia." De pronto Alex se revolvió arrastrando con él a la chiquilla que ahora estaba debajo. Continuó lamiendo entre las piernas a la niña y ella temblaba separándolas para darle mejor acceso a la lengua de su chico. Entonces el gran momento llegó, él se giró y se puso en posición 69 debajo de ella, su lengua empezó a explorar la rosada vulva. Margarita no dudó un segundo cogiendo en su labios, por primera vez, el pene de un chico. Ella sabía que era un órgano muy sensible, así que puso sus labios alrededor del glande y su lengua masajeándolo, estaba muy contenta al ver que su niño estaba disfrutando sus caricias tanto como ella las de él. Pronto ambos llegaron al punto de no retorno, respirando fuerte, se mezclaron el profundo amor que se tenían con el placer sexual en un coctel de sus respectivos arcos iris. Volaron al espacio exterior donde miles de planetas explotaron al mismo tiempo produciendo en sus mentes chorros de colores al tiempo que alcanzaron sus orgasmos secos. Exhaustos y satisfechos, permanecieron en silencio durante unos minutos, entonces Alex se volvió a su posición original frente a ella. De pronto les dieron unas ganas enormes de reír. Alex echó las mantas encima para amortiguar el sonido de sus carcajadas. Rieron hasta ya no podían mas. Ya tranquilos, el jugaba con las trenzas de ella y la chica lo hacía con las ondas de pelo rubio de su niño. Ella dijo con suavidad. "Sería maravilloso tener un bebé con tu pelo." "Y con tus hermosos ojos y hoyuelos que tanto me gustan. Cansados como estaban les entró un pesado sueño, los párpados pesaban toneladas y no pudieron resistirse. Se durmieron profundamente. Los rayos del sol entraron por el balcón y despertaron a Margarita, miró al reloj de la mesilla de noche y saltó de la cama despertando al chiquillo, mientras se ponía el pijama. "Es muy tarde, mejor me voy a mi habitación." "Puedes quedarte aquí conmigo. Mamá Julia no dirá nada." "No, ellos son tus padres adoptivos y quiero que también sean los míos, por lo tanto no podemos defraudarlos." Rápido se volvió a su dormitorio. Extrañamente la casa estaba en total silencio. También aquella noche había sido especial para los adultos y habían tenido sus arcos iris. Por primera vez en mucho tiempo se sentían de otra manera; esos niños habían sido una bendición y no podían sino agradecer a la Madre Naturaleza haberlos puesto en su camino. En todos estos años solo habían recibido sinsabores y malas noticias de su querido hijo. Ahora se daban cuenta que deberían haber dedicado menos esfuerzos a su trabajo y más a su hijo. Pero por otro lado, esa había sido la compensación: ver a niños curados y ser felices con sus padres. Sencillamente, no habían tenido suerte, pero ahora harían todo lo posible para que esto cambiara; la única sombra era la madre enferma del chico. Ojalá resistiera para que Alex fuera feliz y llenara aquel caserón de nuevos retoños. El tiempo diría. Estas eran las reflexiones de Julia y Robert aquella primorosa mañana de final de junio. 3ª PARTE ======== CAPITULO 11 El mes de agosto llegó tan caliente y húmedo como siempre. La madre de Alex se fue a la clínica especial con muchas lágrimas por ambos lados, el niño le prometió a su madre que sería un buen chico. Viajaron a la granja de Connecticut dispuestos a pasar todo el mes de vacaciones, haciendo excursiones, nadando, y jugando con otros chicos y chicas de su edad que también estaba de vacaciones por allí. Se convirtieron en amigos ocasionales, pero nada más. Se subieron a los grandes árboles, jugaron a vaqueros e hicieron lo que niños y niñas hacen en esas circunstancias. Sin embargo, la mayor parte de su tiempo lo pasaba con sus padres adoptivos, pintando, ayudando y aprendiendo sobre colores y la Madre Naturaleza. Había conseguido un bronceado estupendo yendo al frío río y a la laguna a nadar; le encantaba estar con su padre y permanecer desnudo cuando nadaba. Muchas veces se acordaba de Tom, pero su primer pensamiento cada mañana era para su Margarita. ¡Su amada Margarita! Suspiró. Todo un mes sin ver sus preciosos ojos y los hoyuelos de sus rosadas mejillas. ¡La echaba mucho de menos! Se sintió avergonzado porque la tenía en su mente a todas horas, en cambio no era igual con su madre. Durante aquel mes, la madre de Margarita recibió malas noticias antes de abandonar su antiguo hogar, pero las guardó sólo para ella. Una se refería al fallecimiento en la cárcel del mayor de sus hijos; aparentemente se había suicidado, pero casi con toda certeza había sido asesinado por sus viejos amigos de la Mafia. La segunda, se refería al juicio contra su segundo hijo por posible violación y asesinato de una mujer joven. Se había declarado culpable para evitar que lo castigaran a la pena máxima, la de muerte. Pasaría el resto de su vida encerrado en una prisión de alta seguridad. Silenciosamente ella lloró, pero reconoció las conductas criminales de sus hijos desde que eran niños, igual que su padre que había fallecido en extrañas circunstancias cuando los chicos eran adolescentes. Ella asistió al juicio, pero el abogado le informó que no había ninguna esperanza. Las pruebas eran tan evidentes que la única forma de mantenerlo vivo era declararse culpable, y eso hizo. Ella había hecho todo lo que pudo, y ahora era el momento de reconocer que todavía tenia dos hijas a las que proteger. No cometería el mismo error que hizo que perdiera a su joven hijo. Se trasladaron y ocuparon su nuevo hogar, la compañía eléctrica envió a su empleado para conectar la casa y firmar el nuevo contrato. Las chicas se sorprendieron, porque el electricista era un técnico de 18 años, recién salido de la escuela, su nombre Andrew Perking. Mientras inspeccionaba la instalación charlaba con las chicas. Brenda, como de costumbre, flirteaba con él, pero el interés del muchacho estaba en Margarita. Cuando terminó le dijo a la madre: "Sra. López, si tiene algún problema, no dude en llamarme a cualquier hora, vivo solo a dos millas de aquí con mi madre." Se lo agradecieron. El joven sugirió algunos cambios solo para seguridad. "Se los haré yo mismo, Vd. solo tiene que pagar el material." Dijo adiós y se fue en su pequeña camioneta. Alex volvió a principios de septiembre y se reunió con su madre que parecía se había recuperado. Estaba muy contento reanudando el colegio y encontrándose con nuevos chicos y chicas; sin embargo, echaba muchísimo de menos a su princesa y estaba deseando que el tiempo pasara rápidamente para mirarse en sus preciosos ojos y besar aquellos hoyuelos que tanto le gustaban. Todo transcurrió muy bien durante la primera semana. Sus padres adoptivos le habían dado un número de teléfono de emergencia para llamar en caso que observara algo anormal en su madre. Estaba nervioso esperando que los días transcurrieran rápidos, porque el próximo fin de semana estaría con sus nuevos padres, pero sobre todo, con su adorada chica. El lunes de aquella semana se levantó pronto, se tomó el desayuno y entró en la habitación de su madre, parecía dormida. "Mamá, es demasiado tarde para dormir, no vas a llegar a tiempo al trabajo." Ella no respondió, la traqueteó un poco intentando que despertara, sin embargo, la mujer continuó durmiendo; él temía que no estuviera bien, así que corrió hacía abajo a la verdulería, las lágrimas ya le nublaban los ojos. Marcó el número de teléfono indicando la dirección donde él y su madre estaban. Diez minutos más tarde la ambulancia vino y se llevó a él y a su madre al hospital. Julia estaba de guardia y la llamaron, había una emergencia cardiaca. Cuando vio al niño se temió lo peor; dio unas órdenes rápidas y miro al chiquillo que estaba encogido en una esquina de la larga sala de espera llorando en silencio. "¡Alex, hijo!" Lo abrazó para reconfortarlo. "Estate aquí en la sala de espera. Volveré lo antes que pueda, tengo que ir a cuidar a tu madre." Una enfermera se llevó al niño una pequeña habitación más cómoda donde no había adultos. Su corazón le decía que no volvería a ver a su madre viva de nuevo, que su madre fallecería. Julia inmediatamente telefoneó a Robert después de suministrar los primeros auxilios a la joven madre. Todavía estaba viva pero los síntomas eran claros, era cuestión de minutos, quizás una hora. Robert entró en la pequeña sala de espera y Alex saltó a los brazos del hombre llorando amargamente. El lo acunó contra su pecho y le acarició la espalda. No quería decirle nada porque Julia le había transmitido que la madre del chico estaba en los últimos minutos de su vida. "Alex, hijo, por favor, estate aquí, voy a ver como sigue tu madre. Es extraño de que mamá Julia no haya vuelto." Justo en aquel instante, antes de que Robert se levantara, entró Julia. "Lo siento, hijo, pero… tu madre…" Alex explotó en un sordo llanto y la mujer cogió al niño en sus brazos como si fueran un bebé. Ella sintió los espasmos del cuerpo del chiquillo mientras lloraba y la mujer le acariciaba con suaves palabras que solamente una madre puede expresar. Después de algunos minutos, el niño pareció más calmado. "Por favor, mamá, papá. Vámonos a casa en New Jersey. No quiero verla así. Quiero recordarla como cuando estaba viva." "Yo debo permanecer aquí hasta que termine mi guardia. Tú puedes irte con papá." Dijo Julia. Aquello fue un duro golpe para el chico. El funeral se celebró en su vieja iglesia ortodoxa que estaba llena a rebosar de amigos rusos; a su lado estaban sus padres adoptivos y la Sra. López con sus hijas. Margarita lloraba en silencio, no por la mujer muerta, sino por el sufrimiento que estaba experimentando su chico. Después de que la enterraron, se fueron a su antiguo hogar, recogió el caballete, los dibujos y un pequeño cofre donde su madre guardaba fotografías antiguas y los documentos privados de la familia. "Vámonos a casa, papá. No quiero nada de lo que hay aquí." Con esto, Alex rompió con la vida de sus casi primeros once años, empezando un nuevo tiempo. Un mes después llego su 11º cumpleaños, y lo celebraron en la intimidad de la familia, solamente Margarita, Brenda y su madre asistieron a la comida del mediodía. El nuevo año empezó y pronto Julia y Robert llenaron el vacío dejado por su madre; se sentía feliz, mayormente porque él tenia todo el tiempo que necesitaba para estar con Margarita. Los dos iban al mismo colegio y habían encontrado nuevos amigos. De vez en cuando sus padres los llevaban a la casa de Connecticut; en aquellos momentos hacían el amor intensamente descubriendo nuevas formas y posiciones que hacían que todas las veces fueran diferentes, en realidad era que se querían sin limites, sin embargo, nunca llegaron al ultimo punto, todavía eran unos niños. Durante la última visita, Julia entró en la habitación del chico y abrió el enorme armario que contenía toda la ropa de su desaparecido hijo. "Alex, por favor, dime si quieres guardar algo de todo esto. Tu eres nuestro hijo y te vestirás de acuerdo con tus deseos." Había pensado muchas veces sobre ello, parecía que ella leía su mente. "¿Qué vas a hacer con ellos?" "No lo sé. ¿Puedes pensar en algo?" Entonces Margarita intervino. "Alex, en tu antigua parroquia vi a muchos niños pobremente vestidos y calzados, incluso hombres." "Esa es una excelente idea." Dijo Julia. "Alex, en el ático hay unas cuantas cajas de cartón vacías, por favor, tráete un par de ellas." Felices los dos chiquillos corrieron arriba al largo ático. "Este es un magnifico lugar para esconderse y hacer cosas." El chico cogió en sus brazos a la niña y se besaron. "Lo veremos mas tarde como funciona." Rieron. Julia llenó las dos cajas y necesitaron otra para echar calzados y otros objetos. El sacerdote de la parroquia agradeció a la chica y al chico por su generosidad y les dijo que tenían a muchas personas necesitadas, especialmente a niños huérfanos y a personas ancianas. En un lugar de LA, Tom había escrito dos cartas. Le pidió a un amigo, al que se lo estaba follando aquella noche, que las echara al correo como si fueran suyas. Le dio dos direcciones: una la de su antiguo hogar y otra la de Alex. Veinte días después, el chico le devolvió los dos sobres a su amigo y amante marcados como "Destinatario desconocido. Devolver al remitente." Pensó mucha cosas, pero finalmente descartó la idea de intentarlo de otra manera y continuó con su vida; de hecho estaba traicionando a su padre y amante que tan bien lo estaba haciendo con él y al que quería con toda su alma; no valía la pena arriesgarse. Alex y Margarita gozaban sus vidas juntos, cogiendo cualquier oportunidad que se les presentaba cuando los padres del niño estaban trabajando en el hospital y la asistenta tenía libre, o Brenda no estaba en casa. Disfrutaban el sexo como mínimo un par de veces por semana, aunque él estaba muy caliente a todas horas. Crecieron, y por una extraña coincidencia sus cuerpos maduraron casi al mismo tiempo, solamente con una diferencia de dos meses. Margarita tenía ya 12 años y Alex cumpliría 13 en unos pocos meses. Ella se había convertido en una mas que preciosa chiquilla, y Alex en un guapo y alto adolescente. Sus padres no podían ser más felices y daban continuamente gracias a la Madre Naturaleza por aquel hermoso regalo. Ellos contemplaban el desarrollo de las vidas de sus hijos juntos. Margarita todavía era virgen y quería quitarse la virginidad, pero con el chico que su corazón había elegido desde hacía mucho tiempo al que seguía amando cada día más. Igual que hacía dos años, el sábado 24 de junio, Julia y Robert habían invitado a Margarita y a su familia a pasar el fin de semana en la casa que tenían en el campo, donde Alex había planeado celebrar el 12º cumpleaños de Margarita, todavía no le había mencionado nada a ella. Desde hacía un par de semanas, su madre no se sentía bien, y la joven Brenda se había ido con su nueva mejor amiga a un viaje a las cataratas del Niágara, así que ella se sintió frustrada cuando su hermana y su madre declinaron la invitación. Secretamente Alex había preparado la fiesta, invitando a muchos chicos, chicas y a sus padres de las granjas de la vecindad que habían conocido durante los dos últimos veranos, incluyendo a Sheila y Lucy que se encargaron de organizarlo todo. Pronto Margarita olvidó a su familia, ya que tenía a su chico con ella, que era lo que importaba. A caso hecho, Robert y Julia habían demorado la hora de llegada a la casa; lo hicieron durante la tarde y no por la mañana como normalmente lo hacían, el lunes era festivo. A la llegada, la casa estaba en absoluto silencio; Alex miró a su padre en complicidad guiñándole un ojo. Como siempre, Alex y Margarita, con las manos entrelazadas corrieron hacía la casa, al momento de entrar, de pronto todas las luces se encendieron y un coro de chicos y chicas de todas las edades empezaron a contar "Feliz Cumpleaños." Margarita se había olvidado de este evento, así que no supo que decir con la sorpresa al tiempo que sus ojos se nublaron. Entonces con ternura abrazó y besó a Julia y a Robert. Se aproximó a su chico, lo habría besado delante de todo el mundo, sin embargo, lo hizo en las mejillas al tiempo que le murmuraba: "Tú, diablo sinvergüenza…" Todos los chicos y chicas la rodearon al tiempo que una banda formada por adolescentes empezó a tocar música para que bailaran. Margarita estaba confundida, ya que no tenía un vestido apropiado para la fiesta. Entonces Alex la cogió de la mano, en segundos alcanzaron su habitación. Encima de la cama tenía el vestido más bonito que jamás imaginó. Era de terciopelo ligeramente azul. Sorprendida, cerró la puerta con su trasero y besó a su chico tiernamente. "¿Qué voy a hacer con el chico mas guapo del mundo?" Alex sonrió con picardía y suspiró. "Cambiarte, te esperaré abajo, a menos que quieras que sea yo quien te desnude y…" Ella le empujó fuera suavemente. Alex también se cambió y se fue al gran salón que Sheila y Lucy habían adornado adecuadamente. Todos los chicos y chicas, grandes y pequeños estaban ya bailando juntos y algunos adultos. Julia ayudó a Margarita, y unos cuantos minutos más tarde apareció en lo alto de las escaleras. Alex se la habría comido a besos allí mismo. ¡Parecía de verdad una princesa! Sus jóvenes corazones saltaron de felicidad dentro de sus pechos...todo se olvidó. Todo el mundo pasó una agradable velada aquella cálida tarde. Cuando la puesta del sol se aproximaba, la banda paró de tocar, salió la enorme tarta con 12 velas, Margarita de la mano de su chico se acercó y las apagó con un solo soplido. Después de un gran aplauso se distribuyó. Algunos minutos más tarde, adultos y niños empezaron a marcharse después de felicitar de nuevo a la chica, prometiéndose hacer otras fiestas en los años venideros. Unos minutos después llegó una furgoneta grande con un equipo de limpieza para limpiar y poner todo como estaba antes. Alex y Margarita cambiaron sus zapatos, pero mantuvieron los elegantes trajes. "Mamá, papá, vayamos a la parte de atrás de la casa a contemplar la puesta del sol." Eso era algo que Robert y su hijo hacían con frecuencia cuando estaban allí. Sin embargo, esta vez los adultos se excusaron arguyendo: "Tenemos que cooperar con estas personas y ayudarles si es necesario. Id vosotros y cuidaros." Robert guiñó a su hijo. Con las manos entrelazadas se fueron caminando al lugar a unos pocos cientos de yardas mas allá de la casa en un espacio abierto desde donde se podía ver un hermoso paisaje y mas lejos los altos picos de las montañas. Se sentaron en un viejo tronco y todavía con las manos unidas. "Jamás olvidaré este cumpleaños, Alexei." Esas fueron las únicas palabras que se intercambiaron durante aquella puesta de sol. Sus jóvenes corazones no necesitaban nada más, todavía era casi niños; demasiado pronto para temores y preocupaciones, solamente pensaban en su verdadera y profunda adoración mutua. Margarita estaba en tratamiento para corregir las irregulares menstruaciones que suelen aparecer en las mujeres muy jóvenes, por otro lado, muy comunes. Ellos habían tenido noticias sobre esa pastillitas que evitaban cualquier embarazo no deseado. Como tantos momentos desde que tenia diez años, aquella noche la niña se metió debajo de la ropa de la cama y se acunó al lado de su rey. Miro sus hermosos ojos azules y los besó. "Alexei, tengo 12 años y me siento una mujer, igual que tú un hombre, aunque ni siquiera tienes pelos ahí abajo. No puedo esperar más. Deseo consumar nuestro amor esta noche aquí, en el mismo lugar que empezamos." El chico amaba inmensamente a su chica, acarició su hermoso y sedoso pelo con cariño. "Sabes que te quiero muchísimo, Margarita, ¿estás segura, mi pequeña princesa? Hoy cuando descendías por la escaleras desde tu habitación pensé que estaba en otro mundo." Alex la acarició. "No me importa esperar hasta que estemos casados, mi picha se pone flácida solo de pensar que te puedo hacer daño." "Sé positivamente que harás todo lo posible para que yo no sufra lo más mínimo. Miles de chicos y chicas de nuestra edad, incluso menores que nosotros, lo hacen cada día en el mundo, hasta con hombres mayores que ellas. Nosotros no tenemos por qué ser diferentes. Nos queremos y eso es lo más importante. Además, ¿Quién nos garantiza que a cualquiera de nosotros no nos pueda ocurrir algo?" Ella lo acarició con ternura. "No digas ni pienses eso, por favor, por muy real que pueda ser. Nos casaremos cuando yo me gradúe o antes, y estaremos siempre juntos, llenando esta casa de pequeños diablillos que recorran todos los pasillos jugando." Estas dulces palabras animaron a los jóvenes amantes. Ella lo besó y cogió su dura herramienta en su mano. Ahora era larga y gruesa, pero no como la de un adulto, todavía sin un solo pelo, solamente unos pocos y sedosos pelillos habían empezado en la base de su pene. Entonces la chiquilla dijo: "Yo dirigiré el acto, así tú no me harás daño involuntario, lo haré yo. Quiero esta experiencia especial con el mas guapo de los chicos del mundo, mi rey." No necesitaron más palabras. El empezó aquellos preliminares que a ella tanto le gustaban, terminando chupándosela y él mamando aquellos preciosos pechitos en punta de la niña. Estaba muy caliente y su picha más dura que nunca antes lo había estado ante la perspectiva de follar por primera vez la chica de su vida. El se dio la vuelta arrastrando el cuerpo de Margarita que ahora estaba encima de él. Estaban cerca de su primer clímax de la noche; ella cogió el largo y grueso pene de su chico y lo puso a la entrada de la puerta de la felicidad. Empujó con decisión y sintió un rápido e intenso dolor en sus entrañas. Se levantó un poco, y apretó los dientes. Observo como Alex cerró sus preciosos ojos azules, un síntoma de su inminente orgasmo. Esto la animó todavía más y valientemente empujó mas fuerte esta vez; el dolor fue mas agudo seguido de la mas hermosa sensación que jamás ellos habían experimentado, al tiempo que el pene de su rey entró dentro de ella completamente. El dolor había desaparecido al momento que en su mente explotó con millones de colores al sentir la cálida descarga de la semilla de su chico dentro de sus entrañas. ¡Ya no sería virgen durante más tiempo! Se sintió terriblemente feliz al haberlo conseguido con la persona a la que más amaría durante el resto de su vida. Respirando todavía fuerte dejo caer la cabeza sobre hombro izquierdo de su rey mientras los dos se recuperaban del aquel maravilloso e histórico orgasmo. Sintió las manos de su chico acariciándole el pelo y las espaldas. "Te quiero, mi maravilloso esposo." Alex la besó con cariño y le quitó un mechón de pelo que tenía pegado en sudada frente. "Había temido este momento, pero ahora sé cuanto te quiero, princesa mía. Mi vida no tendría objeto sin ti." Se besaron con amor sin prisas ni arrebatos, en aquellos momentos era como dos ángeles que subían al más alto de los cielos. Pasaron toda la noche haciendo el amor hasta que sus jóvenes cuerpos estuvieron exhaustos. De madrugada, Alex la despertó dándole besos en la cara. "Debemos estar cada uno en su cama, princesa, es casi de madrugada. Estoy seguro que mamá no diría nada pero no deseo que ella lo sepa." Por contestación, ella se rodó encima de él hasta que sus cuerpos se tensaron y viajaron de nuevo lejos dentro del espacio sideral. La niña entonces dejó a su joven esposo y se fue a su habitación. Dos años después, los mejores de sus vidas, estaban celebrando el 14º cumpleaños de Margarita; cuando la fiesta terminó y todos sus amigos se habían ido juntos con Brenda, los dos adolescentes se sentaron al lado de sus padres. Margarita estaba radiante, Alex no podía quitar sus ojos azules de ella, cada día que pasaba estaba más enamorado de aquella preciosa chiquilla. Se habían puesto de acuerdo para hablar con sus padres sobre sus relaciones sexuales. Alex, cogiendo la mano de la chica en las suyas, dijo: "Sra. López, papá, mamá, como sabéis muy bien, nosotros nos queremos desde que teníamos diez años. Probablemente habréis adivinado que tenemos alguna relación sexual juntos." El chico se puso rojo al hablar de esto y la muchachita se rió para sí viendo por los difíciles momentos que su muchacho pasaba. Alex en secreto le había dicho a su padre lo que hacían, el médico comprendió a su hijo y no los animó a proseguir en estos encuentros, ya que eso conllevaba un riesgo grave. La Sra. López dijo: "Te comprendo y adivino que tus padres opinan igual que yo; sois muy jóvenes y podríais haber caído en un problema serio." Julia y Robert asintieron, esto hizo que los adultos se sintieran un poco incómodos ya que el médico lo sabía, Alex entonces dijo: "Eso es correcto, Sra. López, pero siempre hemos tomado las precauciones necesarias para prevenir... bueno... ya lo sabéis vosotros." Julia interrumpió a su hijo. "Embarazo." Su madre le ayudó. "Ya lo presumíamos, Alex. Ambos sois personas saludables, jóvenes, os amáis el uno al otro y pasáis mucho tiempo juntos. Pensar lo contrario sería de tontos. ¿Estoy en lo cierto, Brenda?" "Por supuesto, que si." Entonces Margarita fue al grano. "Mamá, lo que Alex está intentando deciros es que estamos hartos de escondernos y queremos hacerlo en nuestros hogares, pero con los límites que vosotros nos impongáis. Eso es todo." El muchacho suspiró y se relajó. Siguió un silencio embarazoso, entonces, como siempre, Julia vino al rescate. "Bueno, Brenda, Robert, ¿Que pensáis sobre la propuesta de esta maravillosa pareja? Yo estoy de acuerdo con ellos. Han sido sinceros y honestos con nosotros preguntándonos; se merecen nuestra confianza y apoyo; prefiero que lo hagan en la privacidad de nuestras casas y no en los coches, como he visto muchos chicos y chicas de su edad haciéndolo sin control alguno.".La madre de Margarita lo confirmó. "Estoy de acuerdo siempre y cuando vuestras manifestaciones amorosas las hagáis en privado y que no interfieran con la libertad de otras personas de vuestra edad que pudieran pensar de forma contraria. Desgraciadamente estamos obligadas a mantener las reglas que nos impone la sociedad en la que vivimos. ¿Robert?" El hombre lo sabía todo porque su hijo había confiado en él diciéndole la verdad desde hacía algún tiempo y él los había guiado. "Bueno, supongo que no tengo ninguna otra alternativa." Alex abrazó a su padre al tiempo que murmuraba en su oído. "No, no la tienes. Pensé que habrías cambiado tu forma de pensar." El hombre pego un pequeño codazo en el duro y musculoso costado de su hijo. "Tú mi pequeño diablo." Murmuró. A pesar de que tenían el consentimiento de sus padres, no incrementaron sus relaciones sexuales, no obstante, aquellas noches eran totalmente satisfactorias para ellos, no necesitando el cambio de habitación al amanecer porque tenían el mismo dormitorio para los dos, excepto si alguna otra persona extraña estaba presente en sus hogares; la mayor parte de sus encuentros los tenían en la casa del chico, evitando así los comentarios y chismes de su hermana Brenda. El pico álgido de su felicidad llegó después del 16º cumpleaños de Alex. Consiguió el permiso de conducir, y como premio a las magnificas notas escolares de ambos en la Secundaria, su padre le compró un coche de segunda mano. Como mínimo dos fines de semana al mes, se iban solos a la casa de la granja en Connecticut, gozando no solamente del sexo, sino mayormente de largos paseos a través de los prados con las manos entrelazadas y permanecer echados en el sofá frente a la chimenea mirando a las llamas, haciendo miles de proyectos y planes para su futuro. Cuando el tiempo lo permitía, hacia excursiones a pié a la laguna; ese era su lugar favorito; allí nadaban y algunas veces hacían el amor sobre el césped y el cálido sol. Siempre charlando sobre el futuro, Alex seguiría los pasos de su padre siendo un buen cirujano del corazón, especialmente para curar a los niños y prevenirlos sobre lo que su madre verdadera había padecido. Margarita pensó estudiar arte para ayudar a su madre en la galería que parcialmente poseía; había notado que su progenitora no se sentía bien últimamente. Alex le dijo a su padre sobre sus proyectos, definitivamente estudiaría para convertirse en un cirujano del corazón, y si era posible, especializado en niños. Estaban sentados en frente de la chimenea donde el óleo del retrato de Margarita estaba colgado desde hacia cuatro años presidiendo la estancia. "Esa es una gran especialización, tú llenas mi corazón de orgullo, hijo mío..." Robert hizo otro tanto. Y añadió: "En la Edad Media, la mayoría de los buenos cirujanos empezaban aprendiendo la profesión siendo muy jóvenes, casi niños, cerca de un maestro; así que si estás de acuerdo haremos nosotros algo parecido, te daré algunos libros para que en tu tiempo libre los estudies, y de vez en cuando nos acompañarás al Hospital, pero en este caso con diferente objetivo. "¡Eso será grandioso, papá!" Empezaría siendo un cirujano del corazón mucho antes que cualquier otro. Robert había sido nombrado Director del Hospital y Julia como Administradora General. Esos cargos implicaban mas responsabilidades, pero también tenían mas tiempo libre al no estar sujetos a guardias y podían estar con sus hijos el tiempo que necesitaran, porque Margarita pasaba más horas con ellos que en su propia casa. Alex aprovechaba la oportunidad para visitar el hospital, algunas veces acompañado por Margarita, especialmente los departamentos de los niños. Los chiquillos internados estaban expectantes cuando les decían que sus amigos vendrían. Algunas veces cooperaban con los doctores en casos de estos jóvenes pacientes iban a ser sometidos a operaciones graves y la predisposición del paciente era esencial y necesitaban que los convencieran. La Junta General de médicos del Hospital apreciaban la ayuda de los adolescentes y se lo agradecían. Margarita y Alex tenían planeado casarse durante las vacaciones escolares del siguiente año, de manera que ella pudiera acompañarlo en la misma Universidad, y estar juntos por el resto de sus vidas, así nadie podría separarlos, por lo tanto, iba a ser un año muy largo porque él, a efectos escolares, era un año mayor que ella y tendrían que separarse. Estaban muy lejos de la tragedia que ya había empezado en la forma de un cáncer en los pulmones de la madre de Margarita. Su hermana Brenda los había dejado tan pronto cumplió los 18 años, y dijo: "Quiero hacer lo que mamá hizo antes que yo, cuando tenía mi edad." Aquel año, cuando Margarita acababa de cumplir los 17 años y la terrible enfermedad consumía, no solo sus energías, sino también el dinero y sus planes. No podía desertar y dejar a su madre sola, como había hecho su hermana Brenda. Alex era el único que había tenido éxito. Había terminado brillantemente la Secundaria y el examen de ingreso en la Universidad. La última noche que pasaron juntos fue de lágrimas y de una frenética de amor y sexo. Su madre estaba ingresada en el hospital y Brenda desaparecida. En el momento de la despedida, Alex sacó la dorada cruz de San Patricio que llevaba colgada al cuello y que tenía en el centro una hermosa piedra preciosa roja. La puso en la mano de su amada. Era el regalo que había recibido de sus nuevos padres el día que cumplió 11 años. "Por favor, mi pequeña princesa, guárdala, quizás te pueda proteger." Entonces se vació todos los bolsillos y le dio todo el dinero que había ahorrado durante el último año, alrededor de mil dólares. Ella iba a rechazarlo, pero sabía que su "Rey" lo hacía de todo corazón y no por caridad, ella lo necesitaba. "Alexei, tu necesitas este dinero. No puedo cogerlo." "Puedes y debes cogerlo. Le pediré más a mi padre, bien sabes que él no es tacaño." Entonces, mirando a los ojos que él tanto amaba, añadió: "Margarita, mi padre te ayudará. Mamá Julia, igual. Ella te adora; por favor, prométeme que les pedirás ayuda si los necesitas mientras yo no esté aquí." Ella no quería decepcionar a su chico en aquellos momentos, siempre había resuelto sus problemas y era demasiado orgullosa para pedir ayuda a nadie, excepto a su Alexei; sin embargo, le contestó: "Lo haré, pero por favor, escríbeme, tus cartas serán mi esperanza real y mi mejor ayuda. Te quiero, rey mío." Besó al chico de nuevo por última vez y cerró la puerta. Se echó en el sofá y empezó a llorar amargamente; no podía pensar, pero estaba sola. Alex estaba en las mismas condiciones, pero pronto, la compañía de otros estudiantes, el trabajo duro y su autodisciplina harían su vida diferente. Se había prometido así mismo estudiar y trabajar firmemente. Cumpliría las promesas que había hecho a su adorada princesa y a sus padres. Transcurrió un mes y Margarita recibía largas y tiernas cartas cada semana, ella las contestaba con pasión, ternura y algunas bromas. Había estado experimentando últimamente nauseas por la mañana y pensó que con toda probabilidad eran debido a la preocupación por la enfermedad de su madre; pero después de dos semanas se alarmó. Había recibido la dulce carta de su Alexei, incluyendo una fotografía que ella besó amorosamente. Aquella misma semana, de pronto, apareció su hermana Brenda con una cantidad de dinero, "Hermanita, ahora es tu turno de descanso y disfrutar, al menos durante algunas semanas. Yo me encargaré de mamá, pero como me ha dicho el médico, creo que no tiene muchas oportunidades de sobrevivir." Margarita podría haber contestado a su hermana de otro modo, pero en vez de eso la abrazó; después de todo, ella era su hermana y se querían, además, Brenda había cambiado muchísimo desde que Tom había desaparecido, ahora parecía más responsable y cariñosa. "Gracias, Brenda; estoy realmente cansada y probablemente enferma." Durante una semana no salió a ninguna parte y descansó, sin embargo, los vómitos matutinos continuaron incluso más fuertes, además echó en falta la menstruación por segundo mes. Esta vez estaba seriamente preocupada y alarmada, así que decidió saber la verdad de lo que le pasaba. Cogió una muestra de su orina y se la llevó a la farmacia, diciendo que era de una amiga. Dio un nombre cualquiera, y varias horas mas tarde fue a recoger el resultado. Sin lugar a la menor duda estaba embarazada. En vez de analizar la situación sosegadamente, le dio un pánico terrible. ¿Qué hacer? ¿Decírselo a su hermana? No. Con toda probabilidad se reiría de ella. Pensó escribir o llamar a Alex con urgencia, pero descartó esa opción también. Echaría a perder los estudios de su chico después de tanto esfuerzos e ilusiones. Solamente había una opción abierta, decírselo a Julia, pero ella era demasiado orgullosa para pedirle ayuda, como si fuera una de esas niñas acostumbradas a que le solucionaran siempre sus problemas, a pesar de que Alex se lo había dicho. La chiquilla se había metido en un remolino de desesperación, después de todo solo tenía 17 años. Cansada se echó a dormir. El timbre de la puerta sonó despertándola, abrió la puerta y se encontró con Andrew Perking, el técnico electricista estaba de pie frente a ella. "Lo siento, Margarita, he venido a comprobar un pequeño problema en el contador, hoy es mi último día de trabajo para esta Compañía, ellos se han portado muy bien conmigo y quiero hacer mi trabajo apropiadamente hasta el último minuto. Mañana me marcho a San Francisco, una compañía me ha contratado pagándome casi el doble de lo que consigo aquí ahora." Ella forzó una sonrisa y permitió que el joven de 25 años entrara en la casa. "Margarita, pareces cansada y enferma; recuerda lo que te he dicho unas cuantas veces; si te puedo ayudar en algo ni siquiera dudes en pedírmelo. Ya sé que no soy muy honesto, especialmente ahora que Alex no está aquí, pero… pero… yo te quiero." El hombre agachó la cabeza avergonzado al tiempo que añadió: "Lo siento, Margarita, pero no quería irme sin, por lo menos, decírtelo." El joven iba a irse cuando el cerebro de la muchacha trabajaba al máximo de velocidad. Ella lo cogió del brazo y lo paró. "Por favor, Andrew; siéntate. Eres muy honesto y valiente al decirme lo que has dicho. Pero ¿de verdad tu me quieres sabiendo que pertenezco a otro hombre?" "Si. Puedes creer que soy estúpido al pretender amar o casarme con una chica que está enamorada de otro, pero supongo que el amor es así. Yo te quiero desde la primera vez que te vi, entonces tú eras una niña pequeña." "Andrew, estoy en una situación desesperada; mi madre se está muriendo en un hospital y he descubierto algo muy importante que debes guardar para ti por el resto de tu vida. ¿Lo prometes?" "Puedes confiar en mi, Margarita." Los ojos del hombre brillaron solamente hablando con chica que adoraba secretamente. La muchacha guardó silencio durante un momento, entonces dijo mirándolo a los ojos: "Andrew, espero un bebé de Alex, si tú estás preparado para casarte conmigo, yo lo estoy para casarme contigo; pero quiero ser honesta desde el principio contigo. En mi corazón, Alex será mi hombre y mi marido para siempre, no importa lo que me ocurra a mí." El suspiró y miró a los profundos ojos negros de ella que tanto había adorado calladamente. "Solamente hay un problema, Margarita. Honestidad por honestidad." Extrajo del bolsillo un documento y continuó. "Si casándote conmigo crees que podrás tener más hijos, lo siento, porque soy estéril." El le mostró el papel a ella, quien, por cortesía, leyó: "Diagnóstico: Estéril." Ella se levantó y abrazó al joven hombre, estaba temblando. "No te preocupes, Andrew, nos arreglaremos juntos. ¿Tienes tu furgoneta preparada?" El muchacho sonrió abiertamente. "No sé si esto es un sueño o no, pero si, es nueva y la tengo llena de gasóleo. Conozco un lugar a algunas millas de aquí donde nos casarán, así que prepara tus cosas, mañana antes de que amanezca estaré aquí para recogerte." Cuando iba a salir Margarita lo retuvo unos segundos. "Gracias, Andrew Perking, intentaré ser una buena esposa para ti, pero mi corazón y mi vida pertenecen a Alex y quiero que lo sepas desde ahora mismo." "Lo sé, Margarita. Lo sé." El la besó en la mejilla y se fue. No podía ser más feliz. Margarita no dijo nada a nadie; Andrew estaba soltero sin parientes cercanos, excepto unos cuantos primos en Chicago. El día siguiente de madrugada, mientras Brenda cuidaba a su madre en el hospital, la furgoneta salió dirección Oeste, llevando en ella a un hombre feliz y a una chica joven embarazada. ******************** Dos semanas después, la madre de Margarita falleció. A Brenda no le sorprendió lo más mínimo que Margarita hubiera desertado. Pensó que su hermana estaba harta de esta situación habiendo soportado la peor parte de todo, con toda probabilidad se habrá ido con su amante, ella habría hecho lo mismo, pensó. No obstante no mencionó nada a nadie, solamente dijo que su hermana estaba enferma y deprimida y no pudo asistir al funeral. Robert llamó a su hijo sobre la muerte de la Sra. López; pensó que Margarita estaba con él. Alex entonces le preguntó a su padre: "¿Cómo está Margarita? Ella amaba profundamente a su madre, especialmente desde que se vinieron a vivir a nuestra zona. Me gustaría estar ahí ahora, papá." Su padre se sorprendió. "¿No está ahí contigo, hijo?" "No. No he vuelto a verla desde que me vine aquí." Alex notó que algo no cuadraba, algo pasaba. "Papá, por favor, ¿está bien Margarita?" Robert no sabía que decirle a su hijo. "Durante el funeral, Brenda me dijo que Margarita estaba enferma con una fuerte depresión, pero nadie la ha vuelto a ver desde que Brenda llegó. Así que pensé que se habría refugiado y que estaba contigo, era lo más lógico." Especularon sobre la situación durante diez minutos por teléfono. Acordaron esperar. Pasaron dos semanas más; el banco embargó la casa y pusieron un cartel "se vende". Las cartas de Alex se las devolvían con un "destinatario desconocido." El no podía explicar lo que había ocurrido. Ni él ni sus padres podían ir a la Policía ya que, oficialmente, no eran parientes cercanos de la chica. Privadamente, su padre hizo algunas averiguaciones. La compañía de detectives a la que habían encargado la búsqueda, les informó que no había rastro de ella, y que siendo una menor, era la Policía quien debería investigar la desaparición de la chica. Pero esta institución actuaría si algún pariente cercano lo demandara, pero ellos no lo eran. Las vacaciones de Navidad llegaron y Alex retornó a casa. Abrazó a sus padres. Había perdido peso y parecía más mayor de lo que realmente era. Estaban sentados enfrente de la chimenea donde el retrato de Margarita estaba colgado. "Papá, es imposible que nadie la haya visto. No era una persona invisible." "Lo sabemos, hijo. La última persona que la vio fue su propia hermana Brenda, y ya sabes lo que dijo." Conocía el resto de la información que le había dado la compañía de detectives. Habían buscado en hospitales, depósitos de cadáveres y comisarías de Policía. No encontraron el mínimo rastro. Cogió el coche y se fue a la casa de Connecticut. Necesitaba analizar todos los detalles a solas, sin embargo su padre lo acompañó como aquella primera vez cuando solo contaba diez años. Profundamente en su corazón agradeció a su padre su compañía, no obstante, Robert sabía que su hijo estaba atravesando momentos muy difíciles. Caminaron bajo el frío reconociendo cada punto, cada árbol, cada rincón de la antigua granja. Cuando llegaron al pequeño riachuelo, ahora helado, el muchacho fijó la vista en un punto perdido y empezó a llorar de una forma incontrolable. No había llorado desde que desapareció su madre. Robert abrazó a su hijo como lo hizo cuando lo encontró en la sala de espera del hospital aquel aciago día que murió su joven madre. "No sientas vergüenza en llorar, hijo mío. Los hombres deberían llorar de vez en cuando." Se sentaron en un viejo tronco caído al tiempo que el sol se ponía. Permanecieron allí en silencio durante cerca de media hora. Los sollozos del joven se calmaron y Robert se llevó a su hijo a la cálida casa. Después de cenar, se sentaron frente al fuego, su padre lo acariciaba como si fuera un chiquillo pequeño. "Papá, ¿como supiste que yo quería que estuvieras aquí conmigo? Os dije a ti y a mamá que necesitaba estar solo." El hombre guardó silencio durante un momento, entonces contestó a su hijo con otra pregunta. "¿Por qué no has vuelto a hacer otra obra maestra desde que hiciste el retrato de Margarita?" El joven miró dentro de los ojos de su padre y le contestó. "Porque puse todo mi amor en aquel retrato, y no podré repetirlo incluso si quisiera." "Esa es la repuesta, hijo. Ser padre no significa concebir un bebé; muchos lo hacen todos los días y los abandonan. Aquel día en que tú estabas sentado detrás de mi en el parque, supe que eras más mi hijo que el mío verdadero. Todo mi amor se fue contigo, y un padre sabe perfectamente cuando un hijo lo necesita." Se abrazaron. Alex había crecido y madurado en todos los sentidos; incluso ya era mas alto que su padre. Alex retornó a la Universidad más reconfortado, sin embargo, no podía olvidar a su amor, su adorada princesita. Empezó nadando y estudiando incluso con más ahínco si cabe, con objeto de quitar de su mente todo el problema, no quería dar ninguna opción al tedio o aburrimiento. Las chicas en el campus lo señalaban como "el chico solitario, inteligente y guapo." Muchas trataban de entablar amistad con él y Alex siempre tenía una sonrisa o unas palabras amables para todo el mundo, pero nada más. Con el tiempo, como hombre que era, se llevó a muchas a la cama, pero eso era solamente un acto sexual y nunca transmitía una simple palabra de amor, teniendo siempre cuidado que su semilla jamás se pudiera utilizar para concebir un bebé. La palabra "amor" desapareció de su mente. Él solamente la guardaba para demostrar a sus padres, mayormente su padre, el afecto y el cariño que les profesaba, aquel hombre había conquistado su corazón como nadie lo había hecho antes. CAPITULO 12 Unos pocos años después, Alex se convirtió en un médico. La experiencia que había acumulado durante su tiempo libre en el hospital que dirigían sus padres, junto con el trabajo duro, le ayudó a convertirse en uno de los más jóvenes estudiantes que jamás habían alcanzado el Doctorado con la calificación "Cum laude" en tan breve tiempo. Como sus padres habían hecho antes que él, Alex empleó todas sus energías en su profesión y al mismo tiempo se convirtió en una celebridad en la especialización de cirugía pulmón/corazón, uno de los mejores del país. Personas muy ricas de todo el mundo acudían a su hospital para ser tratadas de las terribles enfermedades anexas al aparato respiratorio. Su juventud le permitía atender a reuniones y conferencias explicando las nuevas técnicas del hospital en donde trabajaba, mayormente las que su equipo había desarrollado y aplicado con gran éxito en aquella especialidad. Siempre estaba abierto a cualquier sugerencia, no importando si el sugerente era negro, blanco o amarillo, mientras fuera un ser humano. Casi treinta y siete largos años habían transcurrido desde que Alex hiciera el retrato de Margarita. Los EE.UU. se habían metido en varias guerras terribles. El hombre había llegado a la Luna y una nueva era de tecnología, como ordenadores y teléfonos celulares habían invadido el mundo. Sin embargo, todavía muchísimas personas estaban pasando hambre. Olas de emigrantes llegaban encerrados como esclavos; niños, la mayoría hijos de emigrantes, iban a los diferentes lugares de la gran ciudad para vender sus cuerpecillos como prostitutos. Junto a esto, había aparecido la más terrible de las enfermedades: el SIDA, para castigar a la raza humana. Alex le daba la bienvenida a la tecnología porque podía salvar muchas personas, en cambio odiaba las guerras porque destruían países y mataban a muchas otras, especialmente niños y niñas inocentes. Guardaba el retrato al óleo de Margarita en la casa de sus padres, y el dibujo a carbón lo tenía en su habitación de la antigua granja en Connecticut. Había decido disfrutar de la vida y dedicarlo todo a su profesión. Sin embargo, durante sus últimos años y sin esperarlo nadie, se casó. Ya no pensaba hacerlo pero encontró, mejor dicho, lo encontró, una chica joven y bonita de veinticinco años; una muchacha irlandesa pelirroja que hacía las prácticas de enfermería en su hospital a la que le gustaban mucho los niños, cosa natural en los irlandeses. Por primera vez en muchos años se sintió bien y feliz con una mujer. Le gustaban aquellos ojos brillantes azules, las pecas que llenaban toda su piel, y el agradable acento irlandés de de su pueblo. Se casaron y tres años después, la casa se llenó con los gritos de un chiquillo pelirrojo que trajo la felicidad a aquella gran casa. Julia Había fallecido con 85 años y su queridísimo padre dos años mas tarde. La Madre Naturaleza les regaló a los dos una muerte tranquila y rápida. Para Alex, este fue el gran golpe del que se repuso gracias a su juventud y a su intenso trabajo que lo ocupaba por entero. De cualquier manera, la Madre Naturaleza todavía no lo quería lo suficiente. Había estado jugando con su pequeño hijo y llegó justo a tiempo para empezar una sería operación en un chiquillo de diez años. Pensó que si todo salía bien, después de transplantarle un nuevo corazón al niño, se tomaría unos días de vacaciones. Necesitaba algún tiempo para descansar y relajarse. Terminaba la operación y hablar con los padres del chico, estaba lavándose cuidadosamente las manos cuando una enfermera vino con un teléfono móvil para él. "Señor, es una llamada desde Paris, lleva esperando casi media hora hasta que Vd. pudiera ponerse." "Gracias." Mientras se secaba, pensó que debería ser algo muy importante para esperar tanto tiempo, se secó y cogió el aparato: "Dígame, ¿quien llama?" Preguntó. Una voz rota que él no reconocía contestó al otro lado de la línea. "¿Encontraste a mi heredero, mi pequeño amigo?" Una tormenta de pensamientos llenaron su mente al tiempo que se le hacía un nudo en la garganta impidiéndole hablar, finalmente, pudo decir. "¿Tom? ¿Tom López-Barrio? ¿Dónde estás?" La voz se rompió un poco más, y con alguna dificultad pudo oír. "Me estoy muriendo en el hospital de Santa María en Paris. Si te das prisa, probablemente todavía puedas verme vivo." "¡Por Dios, Tom! ¿Y me llamas cuando sientes que te vas a morir?" "No es momento de reproches, Alex, mi niño. Por favor, ven a Paris, si puedes." Colgó el teléfono. Mientras conducía de vuelta a casa, vinieron a su memoria muchas preguntas, pensaba que con toda seguridad, su amigo tenía las respuestas y quería saberlas porque cambiaron su vida y su futuro. Habló con su esposa y ella estuvo de acuerdo para que su marido viajara a Francia. "Me debes una, gigante ruso; debes permitirme ir a Irlanda para mostrarle nuestro hijo a mi familia, y a nuestro hijo, de donde vienen sus antepasados y donde viven los familiares de su madre." "¡Concedido!" Entonces pensó durante un momento, se giró, besó a su pequeño irlandés y llamó a su madre. "Ahora, mi preciosa irlandesa, prepárame la maleta mientras hago algunas llamadas." La pelirroja calculó en un instante y lo paró. "No he volado nunca en ese avión tan rápido y el bebé es demasiado pequeño para viajar. ¿Qué te parece si dejamos aquí al niño con su Nanni? Mientras tú permaneces en Paris, yo continuaré a Dublín. Cuando termines, nos uniremos en Irlanda para pasar estos días como una segunda luna de miel, mi eslavo." El la sonrió y se sintió como no se había sentido durante muchos años. "Excelente idea, mi querida irlandesa. Por favor, prepáralo todo." Reservó para el Concorde y unas pocas horas mas tarde estaban aterrizando en Paris. Se besaron hasta mañana. Su esposa se quedó durante otras dos horas en el aeropuerto esperando volar con Irish Airlines directamente a Dublín. Era una hermosa y soleada mañana. Alex se registró en el hotel, y después de una ducha rápida, cogió un taxi que lo llevó al Hospital Santa María. Se identificó en la recepción del hospital como el Dr. Lorton e inmediatamente lo llevaron a la habitación de Tom. Difícilmente pudo reconocer la figura que estaba sentada en una mecedora respirando con dificultad, pero sus grandes ojos y los todavía preciosos hoyuelos de su cara le sonrieron. Un hombre mayor que lo estaba acompañando salió de la habitación al tiempo que él entraba. Tiernamente abrazó a su antiguo mejor amigo y no pudo retener algunas lágrimas. Después de unos pocos minutos de emociones, Alex se sentó a su lado y le preguntó. "Tom, por el amor de Dios, por favor, ¿donde está ella? ¿Qué ocurrió cuando falleció tu madre? Necesito saberlo. He estado viviendo todo este tiempo esperando encontrarla y no lo he conseguido." El enfermo abrió sus todavía brillantes y grandes ojos con sorpresa, una mueca de incredulidad se mostró en su cara. Con la voz quebrada, despacio, dijo: "Tenia la esperanza de que tú me lo dirías, y que quizás hoy estaría aquí con nosotros." Casi se echaron a reír. "Tú rata, ¿me has hecho volar a través del Atlántico, y ahora me dices que sabes tanto como yo, o sea, nada?" "Puedes creerlo o no, pero esa es la verdad." Abrazó a su amigo cariñosamente. "Te creo, Tom." Dijo con tristeza. "¿Como podría dudar de ti después de tantos años?" Tú has sido el único amigo de verdad que he tenido en toda mi vida." "Y algo más, ¿no crees?" Ambos sonrieron. "Si." Alex hizo una pausa para ordenar sus pensamientos. "Desde aquel dia…" Alex le contó su vida, especialmente cerca de Margarita y sobre aquellos maravillosos años juntos creciendo y haciendo proyectos, y cómo había estado esperando a su princesa sin querer casarse hasta hacía solo unos pocos años. Terminó. "Es una lástima que vayas a morirte. Te habría presentado a mi nueva familia." Lo dijo como si la muerte fuera solo un chiste. Tom le apretó la mano. "De haber salido todo como teníamos planeado tu hermana y yo, hoy esta habitación sería pequeña para contener a todos tus sobrinos y sus hijos." "Si que las cosas habrían sido diferentes, pero ya no hay vuelta atrás. Ahora es mi turno." Como te había prometido, y a pesar de la promesa que le había hecho a mi padre en sentido contrario, varios meses después, escribí sendas cartas a mi hermana y a ti, me las devolvieron con el rótulo clásico de "destinatario desconocido" Insistí un mes después con el mismo resultado. Ahora sé por qué." Continuó narrándole toda su vida, el gran éxito que tuvo ayudado por su padre. Terminó. "No has encontrado a mi heredero. ¿Te acuerdas de la cuenta que abrí para ti?" Alex sonrió. "¿Como podría olvidarla? 01-252525." "Buena memoria doctor. Allí puedes encontrar una bonita fortuna, si no la has gastado con putas, qué lo dudo." Los dos se rieron en el momento que el casi anciano entraba y se sentó en un rincón. Tom añadió. "Mi padre puede contártelo todo lo referente a esto y las ganancias que mi compañía produce cada año." Miró con afecto al hombre que estaba sentado en el rincón. "Por favor, papá, siéntate entre nosotros, ahora que tengo lo mejor de mi familia cerca de mi, me siento mucho mejor." El hombre acercó una silla y arregló los tubos que le servían a Tom para respirar mejor. Tom puso su mano derecha entre las palmas de su padre adoptivo y suspiró. Continuó. "Si ella no ha muerto tiene que estar en alguna parte. Por favor, Alex, tienes que encontrarla, ella se lo merece. No tengo ningún hijo y ella es mi heredera. Si no la puedes encontrar, crea una fundación y gasta todo ese dinero en recuperar niños inteligentes, perdidos o abandonados; Desgraciadamente todavía hay muchos en las calles que necesitan ayuda." Charlaron sobre muchas cosas y personas. Cuando observaron que estaba cansado se abrazaron. "¿Vas a volverte a casa, Alex? "No. Volveré mañana por la mañana a verte. Durante la tarde tengo previsto volar a Dublín para reunirme con mi esposa." Tom tosió. "¿Guardas todavía aquellos retratos que hiciste de mi hermana y mío?" "Ella encontró el tuyo y tu carta detrás del espejo; los guardó como el mejor tesoro que podría tener dúrate aquellos felices años, los mejores de nuestras vidas, Tom. El retrato que yo le hice a Margarita preside mi dormitorio en Connecticut. My padre hizo una copia al óleo casi de tamaño natural que mi madre lo llamó "Princesa Enamorada"; está colgado encima de la chimenea en New Jersey, mi hogar." Alex notó el cansancio de su amigo y se levantó. "Te veré mañana, Tom." Se abrazaron de nuevo. El anciano, ahora en su últimos setentas, cogió a Alex y lo llevó a una pequeña habitación. "Alex, nunca podré agradecerte lo suficiente por haber venido; ha recuperado sus fuerzas. Ha sido mala suerte. No era un obseso con el sexo ni mucho menos. De vez en cuando salía con otros, especialmente aquí en Paris, pero menos de lo que podíamos pensar, era un hombre muy ocupado con sus negocios. Tenía ideas rápidas o premoniciones que yo seguía en el mundo financiero, creando una gran fortuna, y mi banco también. Entonces el SIDA era desconocido y todavía no sabemos quien o qué lo infectó. "De acuerdo, Sr. Corporate. Estaré en contacto con Vd. para arreglar esto, según los deseos de Tom." "El último testamento de Tom refleja lo que le ha dicho a Vd. así que no habrá ningún problema. Además, él es mi hijo legal y mi verdadero heredero. Lo adopté aquel mismo año antes de que entrara en el colegio." El hombre paró de hablar roto por la emoción, algunas lágrimas corrieron por sus viejas mejillas; después de unos pocos minutos, se recuperó. "Alex, él ha sido para mi una bendición durante muchos años, el mejor hijo que pude imaginar, no solamente amante. Pasamos muchísimos años felices juntos. Durante los primeros tiempos, cuando se hizo hombre, demostró cuanto nos queríamos al margen del sexo. De alguna manera hemos sido muy felices todo este tiempo. Después de estos largos meses de sufrimiento, sin embargo, no quiere vivir, se ha rendido a su destino." Alex se levantó porque había acordado con su esposa que lo llamaría alrededor de las 21:00 horas y ya era casi la hora. Dijo hasta mañana y salió del hospital. Tan pronto como Alex se fue, John se secó las lágrimas y entró en la habitación de su hijo, estaba respirando con dificultad, pero un nuevo brillo se reflejaba en sus ojos casi muertos. John pensó que aquello era el comienzo del fin, sin embargo estaba equivocado. "Dad, por favor, llama al Dr. Meraux." El hombre miró a su querido hijo no comprendiendo. "Por favor, papá." En silencio, el hombre salió de la habitación, algunos minutos después el Dr. Mereaux llegó y se sentó en la cama al lado de su paciente. Tom se había convertido más en un amigo que como paciente durante aquellos largos años que había pasado en Paris. El enfermo miró a su amigo; el hombre vestido de blanco cogió la mano de Tom en las suyas. "Tom, tu ojos tienen hoy un brillo especial y…" "Paul, tengo una premonición y necesito vivir. Por favor, tráeme ese coctel nuevo de medicinas retrovirales, lo tomaré ahora mismo." El doctor miró a su amigo y paciente asombrado. Tom había rechazado tomar cualquier medicina durante las últimas semanas, argumentando que no había esperanza. Él era su propio demonio cuando rechazó seguir luchando. Sin embargo, el médico pudo adivinar un posible resultado. "Tom, te lo traeré en segundos, aunque quiero ser honrado contigo. Existe la posibilidad de que esto pueda precipitar el trágico final terminando…" Tom lo paró. "O un feliz comienzo." El hombre miró a su amigo con perplejidad. Trajo las pastillas y Tom, con alguna dificultad, se las tragó todas. "Por favor, corre las cortinas, apaga las luces y déjame a solas con mi padre." Cuando John se sentó junto a su hijo no pudo más que admirar la valentía de su chico. Después de unos pocos minutos de silencio, el enfermo dijo: "Papá, he tenido una premonición cuando Alex se fue," John acarició la frente del enfermo y la besó; pensó que Tom había empezado a delirar. "Nunca te conté el sueño que tuve en el avión cuando abandonamos Nueva York." Paró para respirar y le contó a su padre todo aquello. "Esto coincide perfectamente con mi premonición. Veremos a nuestra dulce Margarita con Alex de nuevo." El hombre no quiso contradecirle. "Por favor, papá, vete a casa, tú y yo necesitamos descansar." El padre beso de nuevo a su hijo en la frente y cerró la puerta detrás de él. El Dr Meraux se aproximó al él. "¿Cómo está?" John pensó no contestarle, pero inclinó la cabeza con objeto de que el médico no pudiera ver la niebla en sus ojos. "Creo que ha empezado a delirar." Cuando Alex llegó al hotel, tan pronto como el recepcionista lo vio entrar, levantó el teléfono e hizo una llamada rápida interna; antes de que cogiera la llave, el director salió de su despacho. "Lo siento Sr. Lorton, tiene usted una llamada urgente desde su Embajada y otra de los Estados Unidos, creo que lo están buscando. Por favor llámelos." Le entregó un papel pequeño con los números. "No sé lo que quieren de mi. Estoy en un viaje privado con mi esposa." "Lo siento, señor, ¿está su esposa con Vd.?" Él se sintió un poco molesto pero vio que el hombre parecía preocupado. "No. Llegamos en el Concorde esta mañana y ella debía volar a Irlanda dos horas mas tarde. Creo que Vd. tiene algo en su mente, Monsieur... "Lamer, señor. Sr. Lorton, ¿no ha escuchad las noticias? Un avión irlandés se ha estrellado al entrar en Inglaterra. Todos los pasajeros y la tripulación han perecido. Casi doscientas víctimas." Alex se puso blanco. "Por favor, marque ese número y me pasa la llamada a mi habitación." En segundos, al tiempo que abría la puerta de su habitación, sonó el teléfono. Le confirmaron lo que él había empezado a sospechar. Voló a Irlanda, e igual que cuando su madre falleció, recibió el pésame y condolencias de muchas personas que él nunca había visto con anterioridad, excepto los familiares más cercanos de la familia de su esposa. Gracias a la sortija que él le había regalado tres años antes pudo identificar el cuerpo, que no era tal, sino un bulto de restos. La enterraron cerca de su gente y él se volvió a casa. Su pequeño, que aún no andaba, más bien gateaba, lo recibió con amor. Parecía que la Madre Naturaleza estaba jugando con él de nuevo, pensó. CAPITULO 13 Algunos años antes de los hechos narrados más arriba, en alguna parte de los extrarradios de San Francisco, Andrew Perking estaba sentado en una mecedora en el porche de su pequeña casa mirando a su nieto de 8 años que discutía con su abuela Margarita. Alexandra, su hija, una guapísima rubia, salía dándole la mano a su hija de 3 años. "Vamos, Alexis, o llegaremos tarde a la Iglesia." "¿Y qué pasa con el abuelo? ¿Por qué él no viene a esa estúpida iglesia?" Margarita apretó su nieto contra ella. "Alexis, el abuelo está enfermo y no puede andar como nosotros, y tú lo sabes, ¿no?" "Si, abuela, pero la mayoría de mis amigos no van a ninguna iglesia, se quedan jugando al fútbol en el parque." Bajando la voz, Margarita le dijo al espabilado chiquillo." "La próxima semana tu madre va a ir de viaje a una reunión que ellos llaman convención, a Nueva York. Mientras ella esté fuera, tú podrás hacer lo que quieras, si no quieres ir a la iglesia te vas al parque, a mi tampoco me gusta, así que ya somos dos." El pequeño sonrió en complicidad. "Gracias, abuela; ¡tú si que eres grande! Te quiero." Alexandra, hija de Margarita, era una preciosa viuda de 28 años que estaba en la plenitud de su belleza y juventud. Su marido, un sargento de marines, había muerto tres años atrás en una de esas estúpidas guerras creadas por los políticos para llenarse los bolsillos vendiendo armas. Ella no estaba orgullosa de eso porque no le gustaban las guerras en absoluto. Después de su muerte, la Marina le mandó una pensión miserable y la clásica bandera doblada en tres esquinas. Tuvo que abandonar sus estudios de Medicina cuando se quedó embarazada en una de aquellas visitas esporádicas del sargento. Gracias a la pensión de su padre y a la ayuda de su madre, pudo continuar estudiando para sacar un título mas bajo, convirtiéndose en una enfermera de primera clase. Después de unos cuantos años de duro trabajo, era una buena enfermera en el Hospital General de San Francisco. El director, un especialista en cardiología, la había comisionado, junto con otras enfermeras, para asistir a una Convención en Nueva York, donde los mejores doctores del país expondrían las tendencias más avanzadas y tecnologías en la materia. Una semana mas tarde voló al Este, y después de una de las conferencias, una de sus colegas llamó su atención. "Sandra, he visto aquí a tu padre. ¿No decías que estaba enfermo? Pues está muy bien, además que es muy guapo y elegante. No nos habías dicho nada sobre su presencia aquí en la Convención." Ella miró a su colega severamente y un poco molesta, le contestó. "Estás loca, Mary. Mi padre está en San Francisco y no es doctor médico, sino un pobre enfermo, pensionista de una Central eléctrica. "Parece que eres un poco mentirosa y no quieres que nosotras le conozcamos. Lo veremos en la próxima sesión, es su conferencia. Y creo que es una persona muy importante." Ella cogió sus papeles y se sentó en la segunda fila de asientos, solamente a unos pocos metros del conferenciante. Ella temblaba y su corazón empezó a latir fuerte dentro de su pecho cuando vio al hombre embutido en su bata blanca. Su amiga tenía razón; una extraña coincidencia, pensó ella, pero el parecido era evidente. Cuando el doctor terminó su conferencia, animó a las enfermeras y enfermeros para que hicieran las preguntas que quisieran. Alexandra levantó la mano e hizo algunas referentes a los transplantes cardiacos. Los dos pares de ojos azules se encontraron cuando el hombre dijo: "Hija mía, me gustaría tener los suficientes corazones para poder transplantarlos a los que los necesiten, especialmente a niños enfermos; por otro lado, tenemos que pensar que por cada candidato que transplantamos, un niño o una persona joven ha fallecido previamente, normalmente en circunstancias traumáticas. Cada vez que operamos, siempre pienso en los otros padres. Sin embargo, usted y sus colegas hacen un impagable trabajo, convenciendo a los padres que donen los órganos de sus hijos o hijas para salvar otras vidas. ¡Eso no tiene precio!" Esas palabras de humanidad se metieron dentro de ella profundamente. No era extraño que aquel hombre estuviera considerado como uno de los mejores cirujanos del país; no era solo un médico, probablemente sería un padre con hijos, un padre de verdad. Ella no podía parar pensando sobre sus palabras. De pronto su colega la sacó de sus pensamientos. "Eras una embustera, incluso te llamó hija, aunque te trató de Vd." La muchacha sonrió al tiempo que molestaba a su amiga bromeando. Una mujer de mediana edad había oído la conversación entre las jóvenes enfermeras, se acercó a Alexandra. "Sra. Camp, es evidente que el Dr. Lorton no es su padre porque no está casado… todavía, sin embargo, el parecido entre ustedes es extraordinario." La mujer hizo una pausa. "Ahora Sra. Camp, si me lo permite, quiero hablar con Vd. de negocios. ¿Le importaría venir a mi despacho? Ella miró a la amable mujer con expectación y asintió. Era la directora de las enfermeras en aquel gran hospital. Tan pronto como estaban sentadas en su despacho, Alexandra preguntó: "¿Qué clase de negocios, Sra. Louth?" La mujer sonrió. "He visto sus antecedentes y tengo la certeza que esos californianos no aprecian lo que tienen. Si Vd. quiere, Sra. Camp, estoy autorizada para ofrecerle un puesto en este hospital como Supervisora de Área. Debo decirle que no es un trabajo fácil, entre otras tareas, Vd. se encargaría de seleccionar las mejores enfermeras para ayudar a hombres como el Dr. Lortonoff y su equipo en operaciones en los quirófanos, y muchas veces Vd. misma." La Sra. Louth hizo una pausa para que Alexandra pudiera digerir su oferta y hacer alguna pregunta, sin embargo, se mantuvo en silencio. "Doblaremos sus actual sueldo más incentivos. Este es un hospital privado y necesitamos los mejores profesionales. Por favor, piénselo. No tenemos prisa, pero antes de tres semanas necesitamos tener su contestación." Alexandra no sabía qué decir, estaba sorprendida por la oferta. La mujer pensó por un momento que la joven viuda dudaba al aceptar. Quizás debido a que el salario era bajo, así que añadió: "Pasado un año, podemos revisar el salario, si Vd. cumple con las expectativas que esperamos de Vd." Alexandra se quedó sin voz. "Sra. Louth, no sería honrado por mi parte decir que no estoy interesada, lo estoy mucho. Le contestaré mucho antes de ese tiempo, tan pronto como llegue a San Francisco y hable con mi familia. Hay mucha distancia y nosotros no estamos acostumbrados a este clima, además, esto implicaría un cambio drástico para mi familia y tengo dos niños." "Lo comprendo. Por favor, Sra. Camp, trate este asunto como confidencial, puede afectar a otras personas menos capacitadas que Vd." "Tiene Vd. mi palabra, Sra. Louth. Muchísimas gracias por su consideración. Tendrá noticias mías muy pronto." Alexandra no podía sentirse más feliz, la oferta significaba cerca de tres veces sus ingresos actuales, además de estar cerca de grandes especialistas en cardiología, participando y ayudando en operaciones quirúrgicas. Quizás hasta podría reanudar sus estudios de Medicina. Decidió volver por tren; odiaba los aviones y necesitaba pensar sobre su vida futura. Ya está bien de privaciones, pensó. Si, todavía era joven, ¿Por qué no empezar una vida nueva? Su matrimonio había sido más un accidente que otra cosa debido mayormente a su extrema juventud y el no haber tenido un padre más enérgico y una madre tan condescendiente. Su marido había estado la mayor parte del tiempo ausente, y cuando venía, su único objetivo era follarla, y volver a sus guerras y a su barco, sin tener en cuenta que tenía dos pequeñas criaturas a las que había que cuidar. Esa había sido la causa de que no se divorciara, sus continuas largas ausencias. Ella recibía las pequeñas pagas mensuales que ayudaban en su estrecha economía; ahora sería completamente diferente, de no estar muerto no lo habría aguantado ni un minuto más. Mientra ella, llena de ilusiones, maduraba sus planes, en su casa estaba ocurriendo algo de lo que no tenía idea, a pesar del tiempo transcurrido. Margarita, aprovechando que su hija estaba de viaje, su marido durmiendo debido a los fuertes calmantes que le suministraban, y los niños jugando fuera, se metió en su dormitorio, sacó de su escondite una caja de hojalata, que una vez estuvo llena de bombones y el viejo Atlas, la abrió y sacó su pequeño Tesoro: la fotografía que su amado Alexei le mandó poco tiempo después desde la Universidad, llevaba puesto un grueso jersey azul obscuro con una banda blanca en el brazo derecho y una gigantesca "W" en el pecho, símbolo de Harvard. Besó la fotografía y no pudo evitar que sus ojos se nublaran ante la cobardía que había tenido hacia cerca de 30 años, siempre le ocurría igual cuando contemplaba la hermosa imagen del estudiante. Cogió otra foto algo mas pequeña, la que se hizo cuando su hermano Tom los invitó a merendar al terminar el curso y recuperar los estudios atrasados, gracias a la ayuda que recibió de su Alexei; finalmente desplegó encima de la cama el retrato que su amado le hiciera a Tom, que la tenía guardad en el Atlas junto con el Diploma que ella obtuvo, al terminar los estudios de Derecho, en la Universidad Libre de San Francisco, sin que nadie se diera cuenta de ello. Solamente la bibliotecaria de la zona donde ellos vivían estaba al tanto, porque ella también estudió a escondidas de su gente Filosofía para mejorar su posición laboral, cómo realmente ocurrió. Los chicos estaban tan guapos… A su nieto, llamado Tomas Alexei lo quería con locura, era cariñoso, y en exceso pillo, siempre preparado para darle una sorpresa; ya tan pequeño jugaba al ajedrez con su madre y en el colegio era el primero de su clase, como lo había sido su abuelo verdadero a su edad. Además de todas esas cosas, tenía muchos rasgos de su desaparecido hermano Tom, excepto en el pelo y los ojos, la madre del niño no sabía nada de eso, ni siquiera que las fotos estaban allí, Alexandra era, ante todo, muy respetuosa con la privacidad de su madre, lo mismo que ella había sido con su hija, en cierto modo, eso la llevó a cometer algunos errores durante su joven vida. Queriendo sorprender a la abuela mas joven del mundo, como el chiquillo decía, se escurrió dentro de la casa hasta el dormitorio y abrazó a su abuela por detrás, era lo que mas le gustaba. "Te quiero abuela, ¡la mas guapa del mundo!" le siseó al oído. Pero abrió los bellos ojos no creyendo lo que veía. "¡Abuela, has abierto tu tesoro sin decirme nada! Tú sabías las ganas que tenía de verlo." Protestó el chiquillo. Cogió la foto de Alex en la universidad, y se volvió hacia Margarita. "Abuela, este señor es idéntico a mi madre, parece ella vestida con ese jersey universitario, pero tiene que tener mucha calor." Margarita comprendió que ya no había remedio, ahora lo difícil era convencer al niño. Primero le dio un beso rápido. "Tomas Alexei, así es como te llamas, ¿no?" "Tú lo sabes mejor que nadie, abuela. ¿Por qué me lo preguntas?" "Porque no quiero que se lo digas a nadie, este es un secreto entre tú y yo, y ya eres un pequeño hombrecito." "¿Ni siquiera a mamá? "He dicho a nadie. Porque entonces dejaría de ser un secreto y podría dañar a otras personas, incluida tu madre. Cuando seas un poco mayor te explicaré por qué, todavía eres muy joven para ello." "Guardaré nuestro secreto, abuela. Además no me has llamado niño, sino joven, y eso a mi me ha gustado mucho." Margarita sonrió. "Ahora, ¿puedes decirme quien es?" "No, todavía no. Solo te diré que es alguien que te querría muchísimo si supiera que estás aquí conmigo." "¿Y por qué no se lo dices? Estoy seguro que a él también le gustaría." "No empieces con tus argumentos de siempre, de lo contrario no terminaríamos nunca, mi querido querubín." "Eso hasta me gusta más." El pequeño pícaro se rió. Miró la fotografía del día de la merienda con cuidado y añadió: "Abuela dime, ¿por qué estoy yo en esta foto y esa niña tan guapa a la que no conozco, y menos aún al chico rubio? Aunque creo que es el mismo que el del jersey, solo que mas joven." "Así es. Pero aunque el parecido es extraordinario contigo, no eres tú. Cuando naciste, yo te puse dos nombres, Alexei por el chico rubio y Tomas por el que se parece a tu hermana como un clone. Es mi hermano, no sabemos donde está, solo que es un chico muy rico y probablemente su nombre sea Tomas Corporate." "Pues nos podría ayudar, mamá siempre está diciendo que estamos cortos de fondos." ¿Y este papel tan bonito…" El chico leyó: "Diploma…" Abuela es igual al que hay colgado en el comedor, el de mamá, solo que aquí dice Margarita López-Barrio. ¿Es de una amiga tuya que se llama igual que tú? Porque si es tuyo deberías colgarlo también junto al de mamá." "Lo de los fondos es un problema y que con toda seguridad es cierto, pero no podemos hablar de ello." Entonces el niño desplegó el retrato de Tom. "Abuela, seguro que este es el tío Tom, tiene el pelo como a mi gustaría tenerlo, pero a mamá no hay quien la convenza que me lo pinte negro. Es muy guapo, abuela; tiene los ojos muy grandes y las pestañas aún mas, como yo y María. ¿Quien hizo el retrato?" Margarita iba a explicárselo, pero oyó ruido en la cocina y lo guardó todo. "Algún día te diré mas cosas. Por hoy la sesión ha terminado. Recuerda lo que has prometido." "Seré una tumba, abuela. Te quiero muchísimo." Una vez que las conferencias terminaron, la joven viuda cogió el tren y se sentó en su departamento en el expreso de San Francisco, digiriendo todos estos pensamientos. De pronto, la imagen del Dr. Lorton vino a su mente; ella examinó cuidadosamente cada detalle del hombre, era cierto. Ella había rechazado los comentarios jocosos de su colega y sus bromas, sin embargo tenía que reconocer que el parecido era real, incluso sus movimientos y la barbilla partida. Ahora empezó a dudar de su propia identidad, no porque se pareciera a aquel hombre, sino sobre su propio padre. Su padre había sido muy bueno desde el punto de vista del afecto, él la adoraba y ella lo quería con todo su corazón, ese había sido su punto débil, había sido demasiado bueno, y a veces hay que ser un poco mas estricto y explicar a los hijos los pros y cons de determinadas acciones y circunstancias; ahora que tenía hijos lo comprendía. Pero en ese aspecto su madre era muy parecida, aunque de vez en cuando sacaba las uñas para imponer lo que ella creía que era lo correcto, sin embargo, él jamás. ¿Y ahora qué? Extrañamente ellos nunca se peleaban, nunca tenían diferencias o discusiones como casi la mayoría de los matrimonios que ella conocía. ¿Por qué? Eso no era normal. Su madre siempre estaba preparada y lista para ayudarle o cuidarlo, pero no lo hacía como las parejas que se quieren o como ella lo habría hecho si estuviera enamorada de un hombre. Su madre se comportaba cómo una buena amiga respecto a su marido. No obstante, estaba claro que su padre estaba enamorado de su mujer, su madre, que no le pagaba con la misma moneda. Por ejemplo, jamás vio a su madre besarlo en los labios, siempre en las mejillas. De buenas ganas ella le habría gritado: "¿Por qué no amas a ese buen hombre como él te quiere a ti?" Sin embargo eran sus vidas y ella no tenía ningún derecho a interferir en ellas. Algunas veces observaba a su madre cuando estaba cuidando a sus nietos, especialmente a su hijo Alexis, su inteligente, bello y testarudo hijo rubio. Su madre amaba a su nieto y el chiquillo le respondía de la misma forma. Para él, su abuela era una persona sagrada a la que reverenciaba. Nunca rechazaba una orden de ella, sino todo lo contrario, disfrutaba haciendo cosas que le mandaba. Si le pedía que hiciera algo a la pequeña María, su hermanita, inmediatamente él decía: "María es demasiado pequeña, lo haré yo, abuela." Con lo cual complacía a ambas y las dos lo querían con locura. Alexandra y su hijo tenían un fuerte parecido, ella y su hijo tenían el pelo rubio y ondulado, en el verano el del niño era casi blanco por la exposición al sol de California. De nuevo, la imagen del Dr. Lorton vino a su memoria. Tenía también el pelo ondeado y blanco, que seguramente había sido rubio en el pasado. El tren llegó dos días mas tarde a la Estación Central de San Francisco. Margarita y sus nietos señalaron con las manos cuando localizaron a su madre en una de las ventanillas. El padre de ella estaba seriamente enfermo y lo forzaron a jubilarse, ya que algunos años antes se había contaminado de radiación en la planta eléctrica nuclear en que trabaja a las afueras de Los Anteles. Así que no pudo venir a recibir a su hija. Madre e hija se abrazaron, la joven cogió a su hija pequeña en los brazos y a su hijo lo besó con cariño. "Tengo grandes noticias pero no diré nada hasta que no estemos con el abuelo. ¿Como está, mamá?" "No está mejor, hija mía, parece que el doctor tenía razón, cada día está peor que el anterior. Te echa de menos." Repartió los pequeños regalos que había comprado para ellos, cuando llegaron a casa abrazó con ternura a su padre. "¿Cómo estás, Andrew Perking?" A él le encantaba que su hija lo nombrara de esa manera. Sonrió abiertamente y besó a la joven. "Solamente tus preciosos ojos me llenan de felicidad, hija mía." Se sentaron en el sofá pequeño del cuarto de estar y el padre en la mecedora. "Ahora, querida familia, quiero haceros una pregunta muy seria." Miró a su alrededor y todos estaban expectantes. "Me han hecho una magnifica proposición para trabajar en Nueva York como Supervisora en un gran hospital. ¿Queréis que nos mudemos a el Este?" La primera contestación vino de su padre al tiempo que Margarita sentía un golpe de resentimiento en su corazón, ¡eso no se lo esperaba! "¿Por qué, no? No tenemos raíces muy profundas en California y los cambios siempre rompen la monotonía. Yo voto por la vuelta a la contaminada ciudad." Dijo entusiasmado. "Mamá, y tú ¿qué dices?" Margarita suspiró. Ella sabía lo que eso podría significar para ella, sin embargo, su hija y sus nietos ignoraban lo que había empezado dentro de su corazón y en su mente. Andrew adivinó sus pensamientos, pero no dijo nada. "Bueno, creo que tu padre tiene razón. ¿Por qué no? Aquí no tenemos nada que nos retenga, excepto esta casa; la podemos vender e invertir el dinero en otra allí. Sin embargo, Nueva York es mas caro que San Francisco." Inmediatamente Alexis gritó: "Me gusta la idea. Aquí tengo muchos amigos, pero supongo que allí encontraré otros tantos, además, yo siempre iré a donde mi abuela vaya, de eso no tengo la menor duda." La pequeña María guardó silencio, estaba ya dormida. La joven confirmó su aceptación a su nuevo trabajo. Con la ayuda de los administradores del hospital, alquiló una pequeña casa en New Jersey, en un pueblo llamado Maxville, con opción de comprarla si les gustaba la zona. Estaba bien comunicada para su trabajo y había un buen colegio para los niños en la pequeña ciudad, de manera que no necesitarían coger el autobús diariamente. Su madre estaba mágicamente feliz de volver. Sin embargo, Alexandra no le mencionó nada referente al Dr. Lorton. Eso no era extraño en su conducta, ella raramente hablaba de sus trabajos o de los problemas que pudiera tener. Margarita también era escrupulosa y nunca interfería o preguntaba nada a su hija, a menos que ella iniciara la conversación. La chica había crecido independiente como su madre, solamente en raras ocasiones discutían sobre algo. El colegio, ya estaba cerca del final del curso; Alexandra voló y preparó la casa, a ella le gustaba. Era más grande que la de California, pero también más cara; tendrían que vender una para comprar la otra, además incurrir en una hipoteca por el resto. Una vez que el colegio terminó, todos volaron al Este y empezaron una nueva vida en la zona de New Jersey, cerca de la gran ciudad de Nueva York. A la muchacha le gustaba su trabajo y disfrutaba en él; de vez en cuando y cubierta con la mascarilla sanitaria, ayudaba al Dr. Lorton en el quirófano, especialmente en casos graves o delicados. Había algo que conectaba sus mentes, no necesitaban hablar. Antes de que él pudiera preguntar, ella siempre tenía preparada la herramienta o el instrumento que necesitaba, sin embargo, y como era habitual en ella, en casa, jamás hablaba sobre su vida en el hospital y de sus compañeras, excepto en términos generales. Dos meses más tarde, de pronto, se enteró que el Dr. Lorton se había casado. Ella sintió como si algo suyo se lo hubieran robado, un pequeño ataque de celos… Pensó que no debía siquiera pensar en ello. Aparentemente, era soltero y se había casado con una muchacha más de 25 años menor que él, casi podría ser su padre. Era una enfermera irlandesa de segunda clase que no estaba bajo su control. No comprendía por qué aquel hombre tan alto y guapo se había podido enamorar de una chica como aquella pelirroja irlandesa. Y lo que mas la confundía, "¿Por qué este eminente y rico doctor había permanecido soltero durante tantísimo tiempo?" Seguramente, habría tenido muchas oportunidades de casarse. "Bueno, es su vida." Murmuró para sí. Estaba demasiado inmersa en su trabajo y en los graves problemas que tenía en casa con la enfermedad de su padre, afortunadamente tenía consigo a la mejor de las madres que podría haber aspirado jamás, y eso la tranquilizaba. Pablo entró en el vestíbulo de su colegio en Maxville; este sería su tercer año en esta institución desde que su familia se había mudado desde Nuevo México, era feliz empezando un nuevo curso escolar en el cuarto grado; había cumplido los nueve años en febrero último. Era fuerte y vigoroso, tenía la cara redonda, profundos ojos negros y pelo espeso liso hasta sus sienes. Era muy popular y conocido porque jugaba muy bien al fútbol, sin embargo, echaba de menos un amigo de verdad. Tenía muchos, pero ninguno en el que pudiera confiar enteramente. De pronto su joven corazón palpitó fuerte dentro de su pecho cuando vio aquel precioso chico rubio mirando el panel, aparentemente buscaba su nombre y la clase a la que tenía que asistir, porque era nuevo, no lo había visto nunca durante los años anteriores. Notó que tenía unos ojos verdes raros muy brillantes y grandes como los suyos. ¡Era guapísimo! Pensó. El niño no se dio cuenta que Pablo lo estaba observando. Oyó cómo el chico rubio decía en español. "¡Mierda de colegio y clase!" Pablo sonrió cuando escuchó las palabras, sintió una fuerte sensación de ganas protegerlo. No podía explicarse por qué lo atraía tanto; quería ser su amigo por encima de todo, así que se aproximó al chico y dijo en español: "Si te oyen hablar de esa manera te lavarán la boca con jabón y estropajo." El chiquillo se volvió y lo miró directamente a los ojos, le gustó lo que dijo. Pablo, antes de que el otro dijera algo, añadió rápido con amabilidad. "¿Te puedo ayudar?" "Bueno... estoy buscando my clase. Soy nuevo, cuando me registraron dijeron que mirara en esta lista, pero no encuentro mi nombre." "Supongo que estarás en el cuarto grado. Me llamo Pablo Cortez y estoy también en el mismo grado." "Si, tienes razón. Me llamo Alexander Camp, pero mis amigos me llaman Alexis." El chico rubio extendió su mano y Pablo la estrechó con fuerza al momento que sonreía. "El problema es que no tengo ningún amigo aquí hasta ahora. Acabamos de llegar desde Los Ageles." "Como nuestros apellidos empiezan con "C", seremos compañeros en la misma clase, y si quieres estaré muy contento de ser también tu primer amigo aquí." Alexis miró a aquel chico fuerte y se sintió feliz de haberse encontrado con él. De pronto recordó donde había visto unos ojos como los suyos, eran iguales a los de su desconocido tío Tom; se lo diría a su abuela. "Me gusta tener amigos, y mucho mejor si hablan español. Vamos. No quiero llegar tarde el primer día." Felices caminaron hasta su clase. Ese fue el comienzo de una gran amistad. CAPÍTULO 11 ------------------ Después del segundo año, las cosas empezaron a ir mal en la casa de los Camp. El padre de Alexandra estaba muy enfermo; la gravedad de su enfermedad se incrementó, a pesar de los cuidados que le prodigaba su madre. Nunca había visto a su madre tan preocupada y tan dedicada a su marido; noche y día Margarita permanecía cerca de él, adivinando sus deseos y dándole cualquier cosa que le animara. En una de sus crisis, lo llevaron a una clínica especializada y ella estuvo con él, sabiendo de antemano que no era necesario. Allí los médicos les informaron que no había nada que pudieran hacer por él, excepto paliar sus dolores. Los daños producidos por la radiación atómica eran irreversibles al haber desarrollado cáncer; les recomendaron que permaneciera en casa y que los llamaran solamente en caso de crisis. Todo esto la afectó en el trabajo, algunas veces notaba la falta de concentración en lo que estaba haciendo. En una operación que era crítica, tuvo que hacer grandes esfuerzos para llevar a cabo su trabajo apropiada y eficientemente. Ella no tenía o no había querido tener un amigo o amiga cerca a quien hablar sobre sus problemas, solamente su madre, pero Margarita tenía más que suficiente trabajo con los de la casa, el marido enfermo y cuidar de los niños. Unos meses después de la boda del Dr. Lorton, cuando se estaban lavando las manos después de la operación, él le dijo: "Sra. Camp, si a Vd. no le importa, me gustaría hablar con Vd. en mi despacho; podemos tomarnos allí una buena taza de café en vez del agua que venden en la cafetería." Ella le sonrió. "Si, señor, en cualquier momento. Estoy libre hasta la nueva operación con esa chiquilla." Ella lo siguió mientras la Sra. Louth veía como se sentaban y él preparaba el café, dejando la puerta medio abierta. La mujer mayor no podía quitar los ojos de ellos. "Parecen padre e hija." Pensó la mujer para sí. Cuando estaban sorbiendo el café, el hombre alto dijo: "Sra. Camp, esta tarde tendremos la vida de una niña en nuestras manos y Vd. sabe muy bien lo especial que me siento cuando la vida de un niño está delante de nosotros. Lo siento, pero yo soy así y no puedo ser diferente." Hizo una pausa esperando algún comentario de la muchacha. "Somos como somos, señor. Vd. es como cualquiera de nosotros." El médico sonrió porque aquella joven mujer había cogido las palabras que él tenía en su mente. Cómo de costumbre, ella iba delante de él. "Sra. Camp, Vd. es una excelente auxiliar, como la Sra. Louth era, pero mucho mejor enfermera, yo diría que una de las mejores que jamás he tenido en mi equipo, quizás la mejor." Ella se sonrojó por las palabras del médico. "Sin embargo, últimamente he notado, digamos... falta de concentración, y eso cuando una vida está en nuestras manos me preocupa muchísimo." "Si, señor; yo he pensado igual que lo que Vd. me está diciendo. Si cree que debo dejar mi puesto a otra persona estoy preparada para aceptarlo. Los pacientes deben estar por encima de nuestros problemas." Tuvo que hacer un gran esfuerzo para que sus lágrimas se mantuvieran dentro de sus bellos ojos azules. "Esa no es la solución. La quiero a Vd. cerca de mí en el quirófano, y no otro u otra cualquiera. Estoy seguro que tiene una justificación y me gustaría saberla, por si pudiéramos ayudarle. Como Vd. comprenderá, soy egoísta, así que quiero ayudarla para que Vd. me ayude a mí." Sonrió, ya un poco mas relajada; terminó de beberse el café. "Tengo problemas en casa, señor. Mi padre está gravemente enfermo debido una radiación nuclear que recibió hace algunos años mientra trabajaba en una central eléctrica atómica." El hombre plantó su mano encima de la de Alexandra. Ella sintió una corriente de ternura que le atravesó todo el cuerpo y tembló. No se movió. "Sandra, somos seres humanos con fuerzas limitadas, afortunadamente no somos robots; sabía que tenia algo." Retiró la mano. "Desgraciadamente no hay nada que yo pueda hacer, pero por favor, piensa que te apoyamos. Si necesita algún tiempo libre o algo que dependa de nosotros, no dude en pedirlo. Le repito: la quiero a Vd. conmigo en nuestro trabajo. Lo siento, la llamé por su extraño nombre." Ella sonrió agradecida. "Bueno, no es tan extraño, es el apelativo con el que alguien empezó a llamarme en el colegio; una deformación de mi nombre real, Alexandra. No tenemos en mi familia un nombre similar, pero mis padres pensaron que era exótico en aquel momento; probablemente habían visto una buena película con ese título." "Realmente lo era. Lo puedo recordar, se refería a la hija menor del Zar. Por una extraña coincidencia, mi nombre verdadero es también Alexander; sin embargo, en este caso no había ninguna película, el nombre de mi abuelo era Alexandrovich. Era un ruso que emigró a los EE.UU. durante los terribles años de Stalin, como muchos otros." Dijo esto como una oración. Ella sintió como las emociones la embargaban. Le habría gustado continuar hablando con aquel hombre, pero el trabajo era el trabajo y ella necesitaba empezar de nuevo. "Gracias por llamarme Sandra, no me importa en absoluto, es una deferencia. Se levantaron. La operación fue un éxito, y ella se volvió a casa llena de energía; para completar aquel día, su padre se sintió mejor y encontró a los niños atareados haciendo los deberes escolares, y sobre todo su madre la llamó para que se sentara cerca de su padre, los tres charlaron largamente. Pero su mente estaba en los hechos ocurridos en el hospital. Ella supo que esas ligeras confidencias con uno de los mejores cardiólogos del país no eran cosas perdidas para ella. Su corazón le decía que él no le había contado eso a nadie antes, incluyendo a su propia esposa. Ella le había mentido sobre el origen de su nombre. Su madre nunca le había contado por qué se llamaba Alexandra, femenino de Alexander; por supuesto ella tampoco se lo había preguntado; siempre pensó que era un nombre bonito y que por eso se lo pusieron. Algunas semanas más tarde, la Sra. Louth la llamó para tomarse el café en su oficina. Era una buena mujer y a ella le encantaba charlar con ella. Se habían hecho amigas, pero no hasta el punto de intercambiar secretos o confidencias ya que la Sra. Louth podía ser en edad su madre o más. En medio del café, ella le preguntó a la mujer. "Sra. Louth, ¿puedo hacerle a Vd. algunas preguntas? No tienen nada que ver con nuestros trabajos." La mujer le sonrió. "Son mas cotilleos que..." La mujer la interrumpió amablemente. "Para empezar, creo que deberías llamarme Mary, al menos cuando estemos en privado, como ahora." "Gracias, Mary; por favor, tú llámame como prefieras. No tengo muchas amigas aquí... todavía... Mi trabajo y la situación en casa absorben todas mis energías, por lo tanto, tengo que agradecerte estos momentos." Hizo una pausa al tiempo que la mujer le sonreía animándola, entonces le preguntó: "Supongo que conoce al Dr. desde hace mucho tiempo." La mujer no pareció sorprendida. Si, desde hace muchos años. Su padre adoptivo, el Dr. Leigh, era el Director General de este hospital, y su madre la Administradora General, aunque ella era una gran médica. Una vez viajamos juntos a Colombia como asistentes de nuestro Gobierno para ayudar en la instalación de un nuevo hospital en Bogotá, allí fue donde nos aficionamos al buen café." La mujer hizo una pausa y Alexandra argumentó: "¡Pero su apellido es Lorton, no Leigh!" Argumentó la joven enfermera. "Su apellido verdadero es Lortonoff o Lortonov, ambos son correctos y con el mismo origen eslavo. El Dr. Leigh lo adoptó cuando era un chico de 10 años. Eran personas muy ricas y le dejaron toda su fortuna, sin embargo, él no cambió su apellido porque, argumentaba, no quería tener ninguna ventaja en su carrera teniendo el de su padre, Ellos lo querían inmensamente y él les pagaba con la misma moneda. Formaron una familia muy feliz durante muchos años. Supe todo esto a través de su padre. La Dra. y el Dr. Leigh había perdido a su propio hijo algunos años antes, sin embargo, aquel hijo no había sido como Alex, como ellos lo llamaban. El chico llenó sus vidas y nunca vi padres más orgullosos de un hijo que aquellos. Al Dr. Lorton no le gusta hablar de su familia, y yo no lo he visto jamás hablar con nadie de su vida pasada privada." Hizo una pausa. "El Dr. Leigh conoció al chiquillo en un parque que había cerca de la casa del niño cuando estaba pintando, era muy bueno en ello; en aquellos momentos el chiquillo tenia nueve años. Dos años más tarde, murió su madre y el niño se mudó al hogar de los Leigh como su propio hijo. La madre lo había dejado claramente escrito en su testamento cuando estaba muy cerca de su muerte. La primera vez que yo lo vi debía tener unos catorce años, era un muy guapo. Quería ser médico como su padre, ellos no podían ser más felices. El trajo al chico muchas veces al hospital cuando el muchacho tenía tiempo libre, especialmente a la sala de los niños. Algunas veces teníamos pacientes difíciles, mayormente muy jóvenes, tenían miedo a lo que pudiera ocurrirles si se operaban, y nosotros necesitábamos la cooperación del paciente al que íbamos a tratar. Tú sabes muy bien lo importante que eso puede ser en algunos casos." Hizo una pausa mientras Alexandra digería sus explicaciones. Continuó. "Le pedíamos a Alex que hablara con el niño o niña y no te puedes imaginar el éxito. Siempre lo conseguía." Hizo otra pausa intentando reunir sus pensamientos. "Tenía siempre un brillo especial en los ojos que transmitía felicidad y confianza. Raramente lo vi triste en aquellos primeros años. En aquellos momentos, pensaba que estaría enamorado porque yo estaba recién casada y observaba los mismos síntomas en mi joven marido. Tuvimos una paciente difícil, una chiquilla de la que necesitábamos su cooperación. Alex vino y habló con ella, sin embargo, cuando se fue no parecía feliz. El día siguiente era domingo, y volvió, pero esta vez acompañado de una preciosa muchachita de aproximadamente unos trece años, porque todavía tenía unas trenzas largas hasta los hombros. Los dejamos solos con la enferma, y media hora más tarde salieron de la habitación cogidos de la mano como la pareja más feliz que yo jamás había visto. A la chica le brillaban los ojos igual que a él. Me sonrió y mostró dos preciosos hoyuelos en las mejillas y unos grandes y preciosos ojos negros. Entonces con su dulce voz nos dijo: "Ya podéis operarla cuando queráis." Nunca volví a verla de nuevo en el hospital." Sandra de nuevo sintió algo en su pecho al tiempo que la imagen de su propia hija entró en su mente. "No me era difícil enterarme de la vida del muchacho, porque al Dr. Leigh le encantaba hablar de su hijo. Sin embargo, a partir del primer año en la universidad, jamás volvió a hablar de la niña que había venido con su hijo, ni yo le pregunté, claro. Sin embargo, poco antes de las vacaciones del verano siguiente, estábamos Julia y yo en su despacho, para entonces la pareja ya ocupaba la dirección del hospital. Llegó Robert, y de pasada le preguntó a su marido. "¿Qué hacemos con la Princesa Enamorada?" él le contesto: "Es de su propiedad, ya decidirá cuando vuelva." Cuando Robert se fue, ella me aclaró: "Se trata de un cuadro." No volvió a mencionar el asunto. Algunos años después, a través de una galerista amiga mía, supe que alguien muy poderoso del Norte, concretamente Chicago, ofreció una fortuna por el cuadro, abierto a pagar lo que pidieran. El abogado representante que estaba interesado no quiso dar más información, sólo dejó caer que la figura del cuadro era nieta de su representado. "Continuó viniendo al hospital. Durante aquellos años incluso formó parte del equipo en el quirófano, pero solamente para observar y mas tarde para ayudar, esto le dio una valiosísima experiencia. Después del primer año en la Universidad, vino incluso más a menudo, pero el brillo de sus hermosos ojos azules se había evaporado. Trabajaba mucho y duro, algo no muy común para un chico guapo y rico como él. Era muy educado con todo el mundo, pero durante los años que siguieron raramente lo vi reír." Hizo una pausa y de pronto cambió la conversación. "¿Sabes que es muy bueno pintando y jugando al ajedrez? Especialmente haciendo retratos. Bueno eso no era extraño, parece que los rusos lo llevan en la sangre." Se levantó, abrió un cajón y extrajo una carpeta grande, cogió una hoja DIN-A3 y se la mostró a Sandra. Mostraba una pareja vestida con la típica indumentaria de los médicos. "El nos lo hizo durante nuestra permanencia en Colombia; el hombre es mi marido." El retrato y sus palabras removieron las entrañas de la muchacha, especialmente cuando pensó en su hijo. La mujer se dio cuenta del cambio. "Sandra, ¿estás bien?" "Si. Algunas veces me siento así cuando estoy con la menstruación." La mujer sonrió comprensiva y continuó. "Al no haber contraído matrimonio dedicó su vida a su profesión. Con la frecuencia que le permitía su trabajo, asistía a convenciones y simposios, viajando al extranjero a menudo, especialmente durante el verano. Un domingo, cuando tenía once años, iba paseando por el parque con sus amigos por un lugar donde se reunían muchas personas a jugar al ajedrez, vio a un señor muy bien vestido solo con su tablero preparado al que no se acercaba nadie a jugar porque era comunista, el lo hizo y de allí nació una amistad que todavía perdura con el hijo del aquel señor, que resultó ser el Agregado Cultural de Rusia; hoy creo que es un personaje en las alturas del Estado. El pasaba de la política y viajaba con cierta frecuencia a Rusia, donde es un ruso más, pero altamente considerado. Mi marido y yo lo acompañamos en uno de esos viajes y nos llevó a un pueblecito pequeño, no lejos de Moscú, donde se celebraba la Convención. Nos mostró en el cementerio un pequeño monumento de mármol blanco donde pudimos leer el nombre, "Alexander Lortornoff", su bisabuelo." Notó que la chica parecía incómoda. "Te diré una cosa. Por favor, no te ofendas." "¿Por que habría de ofenderme? Eres la única amiga que tengo aquí." "He observado que tú y eI Dr. Lorton tenéis muchas cosas en común, movimientos, expresiones… es como si fuerais gemelos de diferentes edades, como si tuvierais un antepasado común y haya aparecido ahora muchos años después, pero eso es imposible, tú vienes de California y él nació en el "West End" de Nueva York." Terminaron el café y cada una se fue a sus obligaciones. Había demasiadas coincidencias, pero ella descartó la idea de que su madre hubiera estado con otro hombre y mucho menos con el Dr. Lorton, eran aproximadamente de la misma edad, y ella sabía que sus padres habían vivido en Nueva York antes de venir a San Francisco, donde ella nació. Sin embargo, de acuerdo con la Sra. Louth, él vivía dentro de la alta sociedad neoyorquina, mientras que su madre era una chica pobre que se casó con un trabajador de clase obrera, un electricista. Podría tratarse de una violación. No, ella negaba esa posibilidad; ese hombre no podía ser un criminal de esa especie. La Sra. Louth le había dicho que él tenía muchos amigos de ambos sexos, pero ninguno era lo que se llamaba un amigo íntimo, excepto cuando era niño; entonces había tenido dos, una chica y un chico, pero su padre nunca mencionó sus nombres. Ella estaba envuelta en sus pensamientos cuando sintió a su hijo de diez años que la abrazaba desde atrás. "Mamá, si traigo buenas notas, ¿me comprarás un caballete y material para pintar? Sabes que soy muy aficionado a ello y me gustaría llegar a ser un buen pintor." "Alexis, es demasiado pronto para empezar a pintar. Puedes hacer dibujos; después tendrás que ir a una escuela especial para aprender a mezclar los colores, etc. Es una profesión dura y solamente unos pocos consiguen el suficiente dinero para vivir." "Mamá, ante todo yo seré un buen médico, pero también me gusta la pintura, eso es todo." La dejó para irse al refugio de su abuela. Suspiró y revolvió el suave pelo rubio de su hijo. "No te preocupes, hijo." Dijo Margarita. "Cogeré un poco de la pensión del abuelo cada mes y tendrás, por lo menos, un cuaderno de hojas y los lápices necesarios." Bajando mucho la voz para que nadie pudiera oírlos, añadió: "A él también le gustaba mucho dibujar y lo hacía muy bien; ya viste el retrato del Tío Tom." El chiquillo miró a su adorada abuela y la abrazó tiernamente. "Te quiero mucho, abuela." El chiquillo acarició la cara de la mujer con el reverso de la mano. "¿Sabes una cosa? Tienes una piel muy suave, como la de la pequeña María." Ella sonrió complacida. Como el niño había adivinado, pronto empezó a tener nuevos amigos en el colegio, especialmente aquel chico de Nuevo México que se encontró el primer día; tenía nueve meses mas que él, pero ambos habían nacido en el mismo año, así que los dos estaban en el mismo grado y clase. El muchacho vivía a tres bloques de su casa, sin embargo, su vivienda era más grande que la de Alexis. Tenía dos hermanas mayores que él de 12 y 14 años. En California la lengua común fuera de clase era el español, todo lo contrario de este nuevo colegio, así que Alexis y Pablo hablaban en este idioma, en la que se sentían más cómodos, especialmente cuando no querían que otros chicos se enteraran de lo que decían. Eran amigos especiales. El chico tenía el pelo liso hasta las sienes, profundos grandes ojos negros, cara redonda y una graciosa nariz respingona que le hacía reír a Alexis cuando el chico se la restregaba. En el verano, iban los dos amigos juntos a una piscina pública cercana. Aquel verano era cálido y Andrew se sentía mejor. En el hospital, Alexandra se enteró que la esposa del Dr. Lorton había dado a luz un niño. Como de costumbre, él no hizo el menor comentario sobre el asunto, pero la Sra. Louth se lo dijo. El hombre era extremadamente amable con ella, y eso hizo que su afecto hacía aquel raro y alto caballero se incrementara; no obstante, el cirujano nunca le preguntaba por su familia, por supuesto él sabía que, a pesar de su juventud, era una mujer casada y con hijos, pero no que estuviera viuda. De vez en cuando, él le preguntaba por la salud de su padre, pero eso era todo. El décimo cumpleaños de su hijo era el 15 de Octubre, y como su padre se sentía un poco mejor, Alexandra y su madre decidieron hacer una pequeña fiesta, invitando a unos pocos niños y niñas. Pablo, como amigo especial, se quedó a dormir allí. A pesar de tener Alexandra un buen sueldo y pensión, estaban siempre cortos de dinero. Habían gastado muchos de sus ahorros en la enfermedad de su padre, además de la hipoteca de la nueva casa. Cuando Alexis vio el gran bloc de hojas y el estuche de los lápices, abrazó a su abuela muy fuerte. Los pensamientos de Margarita retrocedieron casi 40 años, cuando ella posó para su pequeño amante. Qué orgulloso estaba diciéndole, "El estuche es un regalo de Tom." Dos lágrima casi invisibles corrieron por sus todavía frescas mejillas. Su inquisitiva e inteligente hija miró tiernamente a su madre, ella sabía que aquellas lágrimas no tenían nada que ver con el abrazo de su hijo, pero no se atrevió a preguntarle. La fiesta terminó, chicos y chicas retornaron a sus casas, excepto Pablo; algún tiempo después todo el mundo se fue a la cama. Los dos amigos se fueron juntos a la habitación de Alexis. Como siempre, el chico rubio se desnudó y se metió debajo de la colcha; Pablo miró a su amigo mientras se desnudaba y sintió como su picha se ponía dura, ahora tenía casi once años y recientemente había empezado a meneársela. "Alexis, ¿te importaría que yo también me acostara desnudo?" Alexis miró a su amigo y vio que su picha había formado una pequeña tienda en su calzoncillos. "Haz lo que quieras; yo lo hago todas las noches y me encanta, especialmente cuando me empalmo igual que tu estás ahora." El amigo se ruborizó al haber sido descubierto. Se recuperó rápido, se quitó la ropa interior y se metió rápidamente debajo del cubrecama enfrente de su amigo. "Tienes una picha muy larga, Pablo, vamos a compararlas." Alexis retiró hacia atrás la ropa de la cama y se cruzaron sus penes; eran prácticamente iguales; Pablo la tenía un poco mas gruesa pero todavía sin el mas mínimo rastro de pubertad. "¿Puedo tocártela, Alexis?" Los chiquillos estaban excitados. "Si, ¿por qué no? No somos maricones sino los mejores amigos. ¿No?" Pablo no contestó, entonces cogió la larga picha del chiquillo rubio en sus manos, escupió en la herramienta y empezó lentamente a masturbar a su amigo. Para Alexis esto no era desconocido, pero nunca lo había hecho antes con otro chico o chica. Aquello era fantástico, cerró sus brillantes ojos verdes y Pablo empezó a meneársela a su amigo y así mismo. Al cabo de unos pocos minutos alcanzaron el punto de no retorno, Alexis paró de respirar y vio en su mente un bello arco iris y una explosión de colores al momento de recibir por primera vez el impacto de su seco orgasmo. Cuando recobraron la respiración, Pablo le sonrió. "¿Te ha gustado?" "¡Oh si! Ha sido estupendo. Nunca sentí nada como esto." "Todavía puede ser mejor y más fuerte." "¿Cómo lo sabes?" "Bueno… el novio de mi hermana mayor, que tiene 16 años, me lo hizo hace un par de meses, creí que llegaría a Marte." "¿Te lo hizo diferente?" "Si. Se metió mi picha en la boca y la chupó hasta que yo escalé mi arcos iris. Creí que me iba a desmayar de gusto." Los dos chiquillos rieron. "¿Tan bueno fue?" Preguntó Alexis a su amigo muy excitado. "Si. Yo te lo puedo hacer a ti como él me lo hizo a mi, si tú me prometes no decírselo a nadie." "Bueno… somos los mejores amigos y supongo que los verdaderos amigos nunca dicen a nadie sus secretos." El chico mexicano sonrió con suspicacia. Tendría a su más guapo y mejor amigo en sus manos. El todavía no lo sabía, pero estaba enamorado del precioso eslavo. "Por favor, tiéndete de espaldas, pon tus manos debajo de tu nuca y quédate quieto, vas a viajar fuera de nuestra galaxia." Alexis obedeció sonriendo por las expresiones del mexicano. Pablo pensó ir más lejos, pero comprendió que con los primeros pasos habría suficiente por ahora. Lamió y chupó las pequeñas tetillas de su amigo y el niño rubio de los ojos verdes sintió cómo una descarga eléctrica partía desde los dedos de los pies hasta su picha. Pablo continuó con el obligo intentado perforarlo con la lengua. En estos momentos Alexis respiraba fuerte. Finalmente, se metió la picha de su amigo en la boca. El novio de su hermana lo había instruido bien y él procedía igualmente. Solamente sus labios tocaban la sensitiva cabeza del pene de su amigo, arrastrando hacía abajo la suave piel que la cubría. Eso hizo que Alexis erráticamente respirara moviendo la cabeza a un lado y otro sobre la almohada. Pablo abandonó la picha y se concentró en la bolsa de los testículos chupándola. El cuerpecillo de Alexis se tensó doblando fuertemente los dedos de los pies; Pablo se volvió rápido a la picha. No necesitó mucho más tiempo, él se masturbaba a sí mismo. Entonces Alexis arqueó sus caderas en un intento de meter el máximo de su pene en la boca de su amigo, pero no pudo mantener sus manos quietas; las puso en la cabeza de su amigo empujando su engordada picha mas adentro. Esta vez no fue solo un arcos iris, además una gran explosión de cohetes que lo enviaron lejos al espacio exterior durante unos pocos segundos al tiempo que gemía de placer. Cuando Pablo comprobó que su amigo se había recuperado, le preguntó con una amplia sonrisa. "¿Fue bueno, Alexis?" "Si, realmente bueno. Tenías razón. Pensé que esta vez me desmayaría." Instintivamente Pablo besó a su amigo rápidamente en la frente. Alexis se sorprendió y el mejicano se sonrojó. "Lo siento, Alexis. No sé por qué lo hice, solo sentí un imparable deseo de hacerlo." El chico tenía miedo temiendo que esto pudiera terminar su amistad; entonces se le escaparon un par de lágrimas que aparecieron en sus hermosos ojos negros. "Lo siento." Dijo de nuevo inclinando la cabeza avergonzado. Alexis era como su madre y su abuela, todo bondad, así que tiró de Pablo hacia sí, puso las manos en la cara y besó al mejicano en las mejillas. "Ahora ya estamos empatados." El mejicano comprendió y se sintió el chico más feliz del mundo. Se abrazaron y se echaron a dormir. Estaban ahora en el tercer año después de su llegada; Alexandra trabajaba en el hospital incluso mejor de lo que habría podido imaginar cuando llegaron hacía más de dos años. Solamente la sombra de su origen interrumpía sus pensamientos. Había estado pensando sobre su madre, había estado tentada de aprovechar la oportunidad cuando iban a la iglesia los domingos para preguntarle por su pasado y si Alexander Lorton tenía algo que ver. Sin embargo, rechazó la idea, porque ella odiaba interferir en la vida de otros, igual que detestaba que otros se metieran en la suya; no obstante estaba decidida a poner fin a esta incertidumbre. Estaba segura que su propio hijo sabía más de su abuela que ella y el chico era demasiado orgulloso para traicionar a su abuela, aunque fuera su madre quien se lo pidiera, así que por ese lado no había solución alguna. Entonce tuvo una idea. Siguiendo el hospital la estela dejada por los Leighs, de ser este uno de los mejores hospitales del mundo, recientemente se había instalado en los profundos sótanos del edificio, una unidad de identificación a través del ADN, por supuesto su uso estaba restringido a casos oficiales para poder ayudar a la Policía o Autoridad Judicial competentes. Sabía que el Director de la unidad, todavía en pruebas, era un fuerte e inteligente mejicano, amigo de ella. Se había encontrado con él varias veces en la cafetería y era una de las pocas personas con las que tenía contacto. Como era costumbre entre el personal de la institución, allí se hablaba de cosas a ser posible que no tuvieran nada que ver con el trabajo. "Manuel, querría que me hicieras un favor." Él le mostró sus blancos dientes al tiempo que hablaban en español. "Dispara, preciosa eslava; haría cualquier cosa para complacerte." Ella le sonrió. "¿Puedo darte cuatro muestras de manera que puedas determinar sus conexiones a través del ADN?" "Sabes perfectamente que no me está permitido hacer eso, especialmente si tienen un nombre detrás. Los conocimientos de identificación tienen que venir de la Policía o de un Juez." "Lo sé, jamás se me ocurriría pedirte algo que pudiera poner en peligro tu carrera. Eres uno de los pocos amigos que tengo en el hospital y fuera de él. No habrá nombres, solamente las siglas A, B, C, y D. Como si fuera una ecuación matemática. "Has pensado en todo, preciosa. De acuerdo, tráeme las muestras. Algunas veces hacemos cosas parecidas durante el entrenamiento de las personas que van a trabajar con la unidad. Esta puede ser una de ellas." Se dieron la mano y ella empezó a cavilar cómo conseguir la muestra del Dr. Lorton. Entonces una de sus enfermeras se encontró con ella. "Sandra, estamos preparando una pequeña fiesta para los niños de la 4ª planta, especialmente los afectados de cáncer, y necesitamos pelo blanco para hacer una barba. El barbero es amigo tuyo, ¿podrías conseguir un poco de su barbería?" Ese es el idead, pensó la muchacha. Fue al barbero que estaba en aquel momento barriendo el suelo y le dijo lo que necesitaban. "Has llegado justo a tiempo, puedes conseguir tu cabello blanco. Pertenece al Dr. Lorton, Supongo que a él no le importará que alguien utilice su pelo para hacer felices a unos niños enfermos." Se rió dándole a su amiga el cabello recogido del suelo. Cuando estuvo en su despacho cogió una pequeña porción y la puso aparte en una bolsita de plástico, sacó un rotulador de uno de los cajones y la marcó "C". El resto fue fácil: Su padre "A", su madre "B" y ella misma "D". Anotó las claves y le dio las muestras a Manuel. "Tardará varias semanas, tenemos mucha carga de trabajo y esto necesita tranquilidad para preparar las muestras." "No te preocupes, Manuel, no tengo ninguna prisa, no es cuestión de vida o muerte, me llamas cuando lo tengas y yo vendré personalmente a recogerlo." Todo esto lo hablaban en español como si fueran buenos amigos y se tratara de una broma. En una de aquellas mañanas en que el trabajo no presionaba, la Sra. Louth la invitó a café en su despacho; cuando estaban terminando, la antigua especialista abrió un cajón y extrajo unas llaves. "Vamos, te voy a enseñar algo, es parte de tu formación sobre este hospital." A la joven eslava ya nada le sorprendía, pero aquella salida sí la sorprendió. Cogieron un pequeño ascensor hasta a última planta. Allí el lujo y la calidad resplandecían por todos lados. "Esta es la planta noble de esta institución, donde se han venido tomando grandes decisiones durante los últimos casi 300 años, convirtiéndolo en uno de los grandes hospitales mejores y caros del mundo." Metió la llave en la cerradura de una enorme puerta de roble pulido que brillaba como la acabaran de fabricar, añadió cuando se abría: "Y estas han sido las personas que lo han llevado a cabo que merecen todo nuestro respeto, gratitud y admiración." Alexandra abrió la boca de la sorpresa. Había una gran mesa ovalada en el centro de la amplia estancia rodeada de sillones tapizados en cuero. En las paredes laterales aparecían colgados hasta 20 cuadros al óleo, la mayor parte hombres y unas pocas mujeres, los dos últimos retratos eran los de Julia y Robert Leigh. La Sra. Louth dijo: "Estas dos personas querían a Alexander Lortonoff mas que a su propio hijo, e igual a la niña que le acompañaba aquel día. Nadie sabía su nombre, él la llamaba "Princesita". Salieron del salón y cogieron el ascensor. Cuando iban a despedirse, Alejandra dijo: "Desde luego, no me extraña el enorme prestigio que supone trabajar aquí, y yo te estoy muy agradecida por haberme traído aquí, Mary; intentaré estar a la altura de todos." "Estoy segura de que lo conseguirás. A propósito, ¿te acuerdas de que alguien había intentado comprar el "Princesa Enamorada" porque era su nieta?" Antes de que la joven contestara, dijo: "Mi amiga me dijo que se trataba de John Tomás Brickfield, nada menos." La chica no tenía ni idea de quien era esa persona, así que no dijo nada, pero su memoria era portentosa y allí quedó grabado el nombre. Alexandra no podía evitar un sentimiento de culpabilidad cuando estaba cerca del Dr. Lorton; él siempre había sido amable con ella, de hecho le había ayudado muchísimo. Ella se sentía en deuda con él, sin embargo, le pagaba metiéndose en su vida privada. ¿Que pensaría de ella si descubriera lo que estaba haciendo? El hombre era altamente sensible sobre su vida privada. Ella meditó si fuera al contrario y tembló, pero ya no podía parar, tendría que asumir las consecuencias, no solo con él sino también con su madre. Necesitaba quitarse esos pensamientos y temores de la cabeza. Continuó siendo eficiente en su trabajo; algunas enfermeras que trabajaban bajo sus órdenes la odiaban, pero ella era la primera en comenzar el trabajo duro sin ninguna consideración, dando ejemplo, así que el resto tenía que seguirla. En casa, las cosas estaban empeorando, las crisis de su padre se incrementaron y eso era un mal síntoma, ella lo sabía muy bien. Encontró a su madre como jamás la había visto con anterioridad, totalmente dedicada a su padre; había perdido algún peso, afortunadamente siempre había sido una mujer fuerte y raramente necesitó un médico, además, todavía era una mujer relativamente joven, tenía 46 años. El único consuelo que tenia la joven viuda, además del de su madre, era el comportamiento de sus hijos. Alexis era un hombrecito, las calificaciones escolares eran más que buenas, eran brillantes, además cuidaba de su hermana menor en todo momento, la pequeña y dulce María lo adoraba. Había hecho retratos de todos los miembros de la familia, excepto del enfermo, y de acuerdo con el informe del profesor, el chiquillo era muy bueno en esto, "un chico promesa" había escrito el profesor. La única preocupación que Sandra tenía era que parecía obsesionado con su amigo. Pablo era un buen chico; su padre ingeniero y su madre una especialista en ordenadores. El niño y sus hermanas mayores estaban casi todas las tardes solos y libres en casa mientras sus padres trabajaban; eso, desde su punto de vista, no era bueno, no obstante ella comprendía que no todo el mundo era tan afortunado como ella teniendo en casa a su madre cuidando a sus hijos y a su padre. Casi todos los días, Alexis terminaba los trabajos escolares y volaba a encontrarse con su amigo. De cualquier manera, nadie le había informado de ninguna travesura que hubieran hecho, más bien todo lo contrario. La madre de Pablo adoraba a Alexis, y cuando se encontraban con ella por casualidad le decía lo feliz que era que Pablo y Alexis fueran amigos íntimos. Como su madre temía, Alexis recibía algo extra varias veces a la semana. Los chicos habían empezado a explorarse, Pablo le pidió a su amigo chuparse la picha en posición 69 y aquello era realmente grande. Tan pronto como se quedaban solos, se desnudaban y encueros se iban a la cama. Pablo era mas activo porque tenía mas experiencia y le gustaba aquello muchísimo. Pablo estaba más desarrollado que Alexis en cuestión de sexo y lo disfrutaba, especialmente cuando chupaba a su amigo. Una de esas tardes, de pronto, la hermana mas joven de Pablo entró y los sorprendió casi en acción. La chiquilla estaba bien desarrollada para su edad. Tenía unos preciosos pequeños pechos señalando al mundo y echaba de menos la picha de un chico, como ya su hermana tenía. Se pusieron blancos al ser sorprendidos, ella miró a los chicos desnudos. "No os preocupéis, chicos, no hay nada que temer; nuestra hermana mayor ha salido y no volverá en un par de horas. Si vosotros no se le decís a nadie yo tampoco lo haré, pero yo quiero también participar en vuestros juegos." Se miraron el uno al otro sorprendidos y sonrieron pícaramente. "Muy bien, hermana. Un acuerdo es un acuerdo. ¿Lo apruebas, Alexis? El chiquillo sonrió taimadamente. "Si. Pero ella también tiene que desnudarse como estamos nosotros." La muchachita miró al guapo rubio y le devolvió la sonrisa. Los dos chicos estaban excitados y la picha de Alexis inmediatamente se puso dura como un palo nada más ver a la chica empezar a desnudarse. "Muy bien." En segundos, la niña estaba tan desnuda como ellos. Alex no podía quitar los ojos de aquellas maravillosas preciosas tetitas. Su picha jamás había estado tan tiesa hasta donde él podía recordar, moviéndose con cada latido de su joven corazón. La chica entonces preguntó: "Alexis, ¿has besado alguna vez a una chica?" "No. Ellas parecen tontas y no les gusta." La mejicana se río abiertamente. "Eso es porque tú no lo haces debidamente." "¿Debidamente? Yo la besé rápido, pero no en la mejilla, sino en los labios, como en las películas, me dijo que eso no era nada del otro mundo." La chiquilla se volvió a reír. "Tenía razón. Para besar a una chica hay que hacerlo en un lugar solitario, como aquí, y no solo rápido, tienes que meter tu lengua dentro de su boca. Vamos a probarlo." Ella observó la cara del muchachito y vio como sus preciosos ojos estaban clavados en sus tetitas, ella dijo: "Estas las usaremos mas tarde. No te preocupes." Cogió la preciosa cara del niño entre sus manos suave y despacio presionó sus labios sobre los del muchacho. Alexis tembló excitado con aquella nueva sensación. Ella empujó su lengua dentro de la boca de Alexis, instintivamente el niño cerró los dientes, pero después de un par de intentos, los abrió permitiendo que la legua de la chica se mezclara con la suya. El joven cuerpo se estremeció al tiempo que una cálida sensación empezó en sus ingles. Instintivamente entró en acción al tiempo que sus lenguas danzaron dentro. La chiquilla estaba tan excitada como el chico. Se separaron durante un momento y Alexis sonriendo, dijo: "Rose, eso ha sido maravilloso, casi llego al gusto." Ella suspiró complacida y satisfecha de su trabajo, al tiempo que su hermano se la meneaba furiosamente. "Aprendes rápido y te voy a dar el premio que te mereces. Chupa cuanto quieras mis pechitos, pero ten cuidado y no los muerdas, son muy sensibles, usa solamente tus labios y la lengua. Ahora ponte encima mía." El chico hizo en segundos lo que se le mandaba, empezando a chupar los pequeños pezones de los duros pechitos. Entonces ella extendió las piernas y guió la dura picha del chico dentro de su vagina. Alex sintió la calidez del túnel de ella e instintivamente empujó su miembro dentro de la cálida cueva, pero su pene todavía no era lo suficientemente largo y duro, aunque lo bastante para que el bulbo presionara sobre algo que evitaba llegar mas allá de aquel punto. Ambos chillaron al mismo tiempo al recibir el impacto de sus respectivos orgasmos. Esta vez, Alexis vio arcos iris, explosiones de cohetes, planetas y todas las bellezas del universo. Exhausto se desplomó encima de la muchacha que estaba respirando fuerte y acariciando el pelo rubio y ondeado del chiquillo. Cuando el chico recuperó la respiración pudo decir: "Ha sido algo maravilloso, nada que se pueda comparar con lo que hemos hecho hasta ahora." Alexis miró dentro de los ojos de su amigo y vio en ellos celos y decepción ya que no podía participar en el placer de su mejor amigo. "Eres muy bueno en esto, Alexis. Estoy muy contenta de que vinieras a follarme. La próxima vez será incluso mejor. Ahora chicos, ducharse y terminad, Alice estará de vuelta aquí en media hora. Los chiquillos se fueron al cuarto de baño. Mientras se enjabonaban, Alexis vio algunas lágrimas en los ojos de su amigo. Le preguntó "¿Por qué estas triste, Pablo? Hemos gozado mucho y lo hemos pasado muy bien." "Si, tienes razón, pero…" Alexis comprendió a su amigo, sabía que él esperaba que estuvieran solos y hacer cosas juntos; sin embargo, en su mente, agradecía a Rose profundamente el haber venido. Cuando Alex se fue, Pablo se metió en su habitación y se echó en la cama desconsolado, su alma gritaba: "¡Lo quiero con toda mi alma! ¡No quiero compartirlo con nadie, es mío, yo lo descubrí!" Se puso encima la almohada por si vocalizaba sus pensamientos, pero su hermana lo comprendía, aunque no compartía sus pensamientos, a pesar de que amaba a su hermano muchísimo. Pablo sintió la suave mano de Rose. "Pablo, no debes desesperar, Alexis no es tuyo ni de nadie, es simplemente de él mismo, ni siquiera de su madre." El chico no dijo nada. CAPÍTULO 12 ------------------ Las crisis del padre de Alejandra eran ahora muy frecuentes, unas cuantas veces tuvieron que llevarlo al hospital para que se recobrara. Estaban en noviembre y Alejandra había casi olvidado su problema. El cumpleaños de Alexis había llegado, ahora tenía 11 años y no hicieron ninguna fiesta porque todo el mundo estaba triste por la situación del abuelo, además, el chico observaba la estrecha economía en casa. De vez en cuando, Alexis se reunía con Rose, incluso sin la presencia de Pablo; entonces se sentía culpable, pero aquellos momentos eran grandiosos. Su pene había crecido mucho últimamente y había roto aquel mágico punto que tenía Rose dentro de ella. Aquella tarde fue la mejor que el había tenido. Tuvo que mentirle a su amigo diciéndole que no había estado con la chica; se avergonzó por no decirle la verdad, ¡era tan maravilloso que era imposible para él negarle a Rose lo que le pedía! Notó que en casa estaban escasos de dinero, su madre no le había hecho ningún regalo en su cumpleaños; de hecho, aquel día había sido muy triste para él porque todo el mundo lo había olvidado, excepto su abuela. Ella lo abrazó y lo besó y a escondidas le dio un dólar para que pudiera comprarse algo o gastárselo con sus amigos. ¿Cómo iba él a olvidar esto? Pensó. Dos cosas ocurrieron en aquellos días, la probable muerte de Tom en Paris y el accidente del avión irlandés en Inglaterra. Aquello había sido noticia de primera plana en Europa, pero en los Estados Unidos había ocupado un pequeño espacio en la esquina de los periódicos. Aquello estaba muy lejos y no en América, por lo tanto a nadie le importó mucho. Sin embargo, Tom no había fallecido, como todo el mundo esperaba, incluso los doctores no podían creer la reacción de su organismo; dos factores habían tenido una gran influencia: las nuevas medicinas, y sobre todo la determinación de Tom de querer vivir. Durante la primera semana, después de la visita de Alex, el enfermo permaneció en cama casi inconciente; durante la segunda, su cuerpo claramente estuvo luchando contra el terrible virus; la tercera semana trajo unos momentos esperanzadores: la neumonía y la fiebre prácticamente habían desaparecido y se encontró así mismo hablando con su padre, aunque estaba muy débil. En vista de la mejoría del paciente, durante la semana siguiente lo transfirieron a la habitación 405, dejando la 425 en la que había estado, que era exclusivamente para pacientes en estado crítico. Mientras lo cambiaban, su padre estaba ojeando una revista de hacía semanas que traía un informe sobre el accidente del avión irlandés, contenía la lista completa de las personas que perdieron la vida. De pronto, su corazón casi se paró, Maureen Lortonoff estaba entre ellas, la esposa de Alex. Eso explicaba por qué él no volvió, y la situación de Tom había sido tan grave que nadie había pensado más sobre el asunto. Pensó en llamar a Alex para expresarle sus condolencias, pero seguramente estaba muy ocupado después de lo ocurrido; además prefirió decírselo primero a su hijo antes de hacer nada. Así que pospuso la idea para cuando Tom mejorara. Cuatro días después, casi algo similar le ocurrió a Alex. Después de una operación difícil, estaba a solas detrás de su mesa ordenando sus pensamientos. Había sido un mes muy duro; no había ido a ver a Tom, o por lo menos preguntar por él, estaba en una situación crítica y probablemente habría fallecido, no obstante, necesitaba alguna confirmación, una suposición no era suficiente. Levantó el auricular y marcó el número del hospital de Paris. Una joven le contestó al otro lado de la línea. "Hospital Santa María, dígame. ¿Podemos ayudarle en algo?" "Si, por favor. Llamo desde los Estados Unidos, páseme con la habitación 425" Oyó como la operadora pulso en el ordenador antes de contestarle. "Lo siento, señor, la habitación 425 está vacía desde hace tres días. El paciente que la ocupaba falleció, y de acuerdo con los datos que tengo, su familia se llevó el cadáver para incinerarlo." Alex no tuvo la fuerza para continuar. Reemplazó el auricular al tiempo que dos lágrimas rodaron por sus mejillas. El ignoraba que se trataba de otro paciente. Justo en aquel momento, Alexandra entró, inmediatamente adivinó que algo no iba bien; pensó que ella no era la única persona con problemas. "Lo siento, señor, vine... volveré mas tarde." Alex se secó las lágrimas y le indicó que entrara. ¿Malas noticias, señor?" Se dio cuenta inmediatamente que había cometido un terrible error, ya que aquel hombre extraño y guapo era muy celoso de su vida privada. Sin embargo forzó una pequeña sonrisa. "Si, Sandra, muy malas noticias. El mejor y querido amigo que jamás tuve falleció hace tres días, y yo no estaba allí para abrazarlo y consolar a su padre." Hizo una pausa. "Éramos como hermanos, el único y verdadero amigo que tuve desde que estábamos en primaria." Ella no supo qué decir pero sintió como si su pena fuera de ella. Se había enterado que había perdido a su esposa en un accidente aéreo en Europa, sin embargo, cuando volvió al trabajo, no lo encontró tan afectado como ahora; entonces no le dio el pésame ni le expresó sus condolencias, pero esta vez era diferente. "Lo siento, señor, permítame..." Ella no terminó. Alex la miró a los ojos y aquello fue suficiente. Sabía que él lo estaba agradeciendo de verdad; no necesitaban palabras, igual que cuando estaban operando. Cuando salió, dejándolo solo en su despacho, sintió una ola de ternura y afecto por aquella extraña buena persona. ¿Por qué esto? se preguntó a sí misma. Inmediatamente la imagen de su padre enfermo entró en su mente y suspiró. Aquella noche tuvo un extraño sueño. Estaba en una preciosa playa de aguas cristalinas y arena blanca; las palmeras casi tocaban el agua, de pronto, a unas pocas yardas de distancia, vio a una agradable pareja de adolescentes que no habían notado su presencia allí, eran muy jóvenes porque la chica llevaba todavía las largas y gruesa trenzas de la niñez y que le llegaban hasta los hombros, con toda probabilidad no tendrían mas de trece o catorce años. Estaban desnudos y aparentemente enamorados; el chico rubio cortó una flor roja y se la colocó en el pelo de su chica, se besaron amorosamente. Empezaron a correr y pronto desaparecieron en medio del bosque de palmeras. Entonces una nueva imagen entró en escena, todavía incluso más sorprendente. El Dr. Lorton y su madre paseaban por la blanca playa cogidos de la mano desnudos, abruptamente pararon de andar y se abrazaron con ternura. Sin esperarlo, sus hijos, María y Alexis aparecieron en escena, también desnudos corrieron hasta donde estaban los adultos; entonces la pequeña María saltó a los brazos de Margarita y Alexis hizo igual en la cintura del Dr. Lorton, fijando sus piernas alrededor de él. Alexandra les gritaba llamando a sus hijos; esto hizo que ella realmente gritara y se despertó. Estaba sudando y podía ver a su hija durmiendo plácidamente cerca de ella. Beso a la pequeña niña suavemente. Pasaron las Navidades y en enero, Manuel llamó a Alexandra. Parecía como si ella no estuviera interesada debido a la situación de su padre, pero en realidad su corazón latía con fuerza aunque el joven no lo notó. Entonces el sueño que tuvo hacía varias semanas volvió a su memoria. Se encontraron en la cafetería y el joven le dio un sobre conteniendo los resultados de las pruebas. "Lo siento Manuel, me había olvidado de todo este juego. Mi padre está muy grave y no he tenido mucho tiempo disponible." "Lo comprendo. Espero que mejore, pero una promesa es una promesa. Ahí tienes los resultados. Dentro hay media hoja explicando el pequeño diagrama; nada extraordinario." "Gracias Manuel, espero poder devolverte el favor algún día." Se sonrieron y se dieron la mano. "Un buen café será un excelente pago, cuando tengamos tiempo. Guardó el sobre en un cajón de su despacho hasta que terminara el trabajo. El Dr. estaba fuera disfrutando unas pequeñas vacaciones, así que ella estaba más relajada. Cuando terminó el trabajo diario, cerró la puerta y sacó el sobre con manos temblorosas, lo abrió. No había estado tan excitada desde hacía muchos años. Entonces leyó: "Resultados: El sujeto "A" es extraño a B, C y D. Los sujetos "B" y "C" son extraños entre sí; sin embargo tienen una fuerte conexión con el sujeto "D". Los Genes de "B" y "C" están fuertemente presentes (primer grado) en "D", pero no al contrario." Alexandra casi se desmayó y cayó sentada en su silla giratoria. Sus brazos colgaban de sus hombros como muertos; el papel se le había escapado de la mano al suelo. Se recobró, se agachó y recogió el papel. Estaba temblando, su corazón latiendo con fuerza dentro del pecho. Una tormenta de pensamientos la invadió al tiempo que algunas lágrimas corrieron por sus suaves mejillas. Se las secó con el dorso de la mano y volvió a leer el papel. Un ahogado grito salió de su garganta al recordar su sueño, ahora tenía un significado verdadero, musitó: "¡Oh Dios mío, él es mi padre, mi progenitor, mi verdadero padre!" De nuevo empezó a llorar cuando pensaba. "¿Y ahora, qué? No puedo ignorarlo. Tampoco puedo ignorar a mi otro padre. ¿Qué ocurrió hace más de 26 años? ¿Había sido my madre violada por aquel chico rico? ¡No!" Ella casi gritó. "Él no es un criminal; es el mejor hombre que jamás he conocido, exceptuando a mi padre. No pudo hacer eso; entonces ¿qué ocurrió? ¿Qué significa mi sueño? ¿Quién era aquella bella chiquilla que vino con él a ayudarle en el hospital y que yo veía en mi sueño?" Los pensamientos llenaban su mente. Retornó la hoja dentro del sobre y se lo metió en el bolsillo. Se limpió las lágrimas de nuevo y cerró la puerta. Dio las buenas noches al vigilante nocturno y salió de su oficina. Dos meses más siguieron de agonía para la torturada familia y para el padre de Alexandra. Estaba inconciente la mayor parte del tiempo, esperando la inevitable muerte. Los niños pronto se habituaron a la situación, sin embargo, Alexis notaba la falta de muchas cosas; él no pedía ningún objeto, solamente lo necesario para el colegio; al contrario que su amigo Pablo que siempre tenía dinero abundante en su bolsillo. Se esperaban el uno al otro cada mañana para ir juntos. "¿Cómo te las arreglas para tener tanto dinero? No creo que tus padres sean tan generosos contigo. El chico mejicano se rió. "Tú podrías conseguir mucho más que yo, porque eres mas guapo y además eres rubio." Alexis lo miró a los ojos, y Pablo mantuvo la mirada, repitiendo: "Si, te estoy diciendo la verdad." "¿Cómo podría conseguir dinero? Yo no quiero cometer ningún delito, como drogas, etc. Yo sé que algunos chicos actúan como correos o caballos haciendo la distribución para los capos. Yo nuca haría eso. "No es nada criminal. Te lo explicaré, pero me tienes que prometer que no se lo dirás a nadie." Alexis lo afirmó. "Estoy metido en "hustling". "¿Hustling? ¿Qué quieres decir con eso?" "Bueno, hay muchos hombres a los que les gustan los chicos jóvenes para tener relaciones sexuales con ellos, son los amantes de niños y también gays. Te pagan diez dólares por chuparte la picha; quince si tú se la mamas a ellos; veinte si se la chupas a ellos y recibes su semen en tu boca; y cien si te dejas que te metan su pene en el culo." Alexis hizo un gesto de asco como si fuera a vomitar, Pablo continuó. "No necesitas hacer eso, solamente lo mas fácil como yo lo hago. Disfruto cuando me la chupan y consigo el gusto y además me pagan." "¡Pero… pero eso es asqueroso!" Argumentó Alexis. "No tan asqueroso si sabes escoger. Tú eres rubio y tienes la mejor edad. Harán cola para chuparte la picha. Tienes que tener cuidado porque los policías están vigilando, además debes ir solamente con personas que te parezcan ricas y limpias, rechazando las demás. Podemos hacer una prueba, si tú quieres." "¿Quieres decir que me chuparán la picha y me pagarán por eso?" "Exacto, incluso te invitarán a almorzar antes de ir a un hotel a mamártela." Alexis lo pensó por un momento, no perdería nada intentándolo. La situación en casa era crítica y muy dura; el sintió la necesidad de ayudar y creyó que podía. "¿Dónde están eso hombres?" "En la Plaza Central y en otros lugares del centro. La Plaza es el mejor lugar y a donde van los mas ricos, los otros lugares son para chicos de color y latinos. Podemos formar un equipo para las primeras veces, después tú puedes ir solo, si lo deseas. Podemos empezar el próximo sábado por la mañana. "De acuerdo, intentémoslo y ya veremos, pero si mi madre o my abuela se enteran de esto me crucificarán. Bajo ninguna circunstancia quiero que lo sepan, especialmente mi abuela." "No te preocupes. Ellas no pasan por esos lugares, y menos los sábados y domingos. Después de todo, tú lo haces para ayudarles y no para conseguir dinero solo para ti." Tenia razón, así que el siguiente sábado se encontraron, cogieron el metro e hicieron como que estaban mirando los escaparates. Un hombre muy elegante descendió de un coche mercedes y caminó hasta donde ellos estaban. "¿Estáis listos, chicos?" "Si, pero solamente para que nos la chupen; mi amigo quiere quince solo por eso. El no se la chupará a nadie." El hombre dudó. "Él es nuevo, ¿verdad?" "Si. "De acuerdo, vámonos antes de que un algún policía venga." Entraron dentro del lujoso coche y el joven condujo fuera de la ciudad a un Motel. Era una habitación grande y cómoda. El hombre parecía joven y sobre todo muy limpio. "Vamos a comer primero, supongo que tenéis hambre, yo la tengo." "Si. Desayunamos muy temprano esta mañana." Pablo entonces añadió: "Mientras Vd. ordena la comida, queremos bañarnos en privado. ¿Le importa? El hombre sonrió. "En absoluto. Me gustan los chicos limpios, por eso os escogí a vosotros." Y añadió: "Si tu amigo te folla delante de mi, os pagaré cincuenta a cada uno; entonces yo os la chuparé a ambos." Alexis se rió para si. Había follado a Pablo muchas veces y aquello podría ser realmente divertido hacerlo con público mirando. Alexis dijo: "Yo estoy de acuerdo, si mi amigo lo está también." Pablo asintió con una sonrisa picarona. Se metieron en el cuarto de baño y se bañaron. Los chicos reían mientras se bañaban disfrutando del agua caliente. "A ti te gusta mi picha, Pablo, alcanzaré el punto mágico y te prometo que verás los mejores arcos iris de tu vida." Se rieron de nuevo. Salieron envueltos en las grandes toallas. Unos pocos minutos después entró un camarero empujando un carrito. Después de la comida comenzó la fiesta. Alexis folló a Pablo desde atrás como tantas otras veces había hecho, mientras que el hombre se masturbaba viéndolos. Ellos no engañaban. Algunos minutos mas tarde los chicos alcanzaron sus puntos finales. Pablo chilló y Alexis cayó encima de su amigo exhausto al tiempo que el hombre expulsó su semilla sobre una de las toallas. Satisfechos los tres permanecieron tendidos encima de la cama disfrutando del momento. "Sois muy buenos en esto, chicos; me ha gustado. El próximo sábado os esperaré a la misma hora y el mismo lugar." Extrajo seis billetes de 20$ y se los entregó. Después de un buen relax, el hombre chupó primero a Alex y después a Pablo hasta que todos estuvieron completos. Todavía el hombre pidió algunos bocadillos y cuando los terminaron se vistieron y el joven les preguntó donde querían que los dejara. Pablo sugirió la estación del tren y así lo hizo. Alexis no podía estar mas contento con sus sesenta dólares en el bolsillo. "¿Cómo te sientes ahora? "Estupendamente. Te follaría aquí mismo y ahora si tu quisieras." "Me gustaría, pero no es ni la hora ni el lugar." Rieron y cogieron el tren que los llevaría a casa en quince minutos. Cuando llegó a casa, su madre no estaba allí, y la pequeña María estaba jugando en casa de una vecina con su amiguita. El abuelo estaba inconciente, besó a su adorada abuela, introdujo la mano en el bolsillo de atrás de sus pantalones y cogió cincuenta y cinco dólares, guardando cinco para el billete del tren de la semana siguiente. "Abuela, toma este dinero, lo necesitas." Ella miró dentro de los limpios ojos verdes de su querido nieto. "¿Donde has conseguido tal cantidad de dinero? No es fácil para un niño que acaba de cumplir once años." "Lo sé, abuela, pero no he hecho nada punible. Por favor, no me preguntes más, te lo ruego. El próximo sábado te traeré otra cantidad igual." Margarita abrazó muy fuerte a su nieto y lo besó, no quería forzar al chico, adivinaba que no le mentía y que no procedía de una acción criminal. Tenía la certeza que el chiquillo había hecho algo por lo menos equivocado. Ella se sintió culpable de muchas equivocaciones, entre ellas no tener la suficiente fuerza para vigilar a sus nietos más de cerca. Con toda probabilidad, con una simple llamada telefónica habría resuelto muchos de sus problemas, pero las cadenas que la unían con el hombre inconciente enfermo eran muy pesadas y ya era demasiado tarde para remediar su cobardía. El chiquillo era honrado, ellos necesitaban aquel dinero y mucho más; la larga enfermedad estaba haciendo pagar su peaje. Alexis miró en los profundos ojos de su abuela y le devolvió el beso. "Lo sé, hijo mío. Por eso es que te quiero tanto, mi niño." Alexis se relajó. "Por favor, abuela, no te pongas seria. Ríete aunque sea un poco de manera que pueda ver esos preciosos hoyuelos que tienes en las mejillas." La frustración sobre la larga enfermedad de su marido y el amor por su nieto hizo que ella llorara mientras abrazaba muy fuerte al chiquillo. "¿He hecho... si tú no quieres...?" Ella hizo un esfuerzo, se secó las lágrimas y sonrió. El chico hizo otro tanto. "Eres muy guapa, abuela, ¿No te lo han dicho antes?" Ella le levantó la barbilla al niño y le besó el pequeño hoyito que el chico tenía allí. "Te quiero muchísimo mi niño; gracias a Dios que tú estás a mi lado, de lo contrario nunca habría…" Se paró. "Si, antes me lo dijeron muchas veces, pero no quien tú crees. Con el tiempo…" Volvió a pararse. Pagó las deudas más urgentes y el siguiente sábado, como el chiquillo había prometido trajo una cantidad igual. Ella no se atrevió ni siquiera a preguntarle al chico, pero lo abrazó con ternura. "Te quiero, Alexis." El niño abrazó a su abuela y ella tuvo que hacer otro gran esfuerzo para mantener sus hermosos ojos libres de lágrimas. "Yo también te quiero, abuela, más de lo que te imaginas." Rompió el abrazo y corrió a su habitación. Había planeado que la próxima semana no iría con Pablo, pero veía las necesidades en todas partes. Estaban ya en enero, el otoño había sido extrañamente cálido, como si estuvieran en California, sin embargo el invierno había empezado frío, como siempre, y su ropa no era apropiada para esta estación en Nueva York, y la del año pasado se le había quedado pequeña, había crecido mucho. Cambió de parecer y el siguiente sábado fue a la Plaza; Pablo no estaba allí; durante la noche precedente el tiempo había cambiado drásticamente; y hacía mucho frío, se estaba quedando helado. De pronto un musculoso hombre alto salió de un lujoso "Jaguar" y se aproximó a él; miró al chiquillo y el niño inmediatamente supo que el hombre era un cliente; instintivamente dijo: "Quince dólares, nada de follar, solamente chupármela y no semen en mi boca." El hombre sonrió a chico. "De acuerdo. Entra en el coche o te convertirás en hielo en diez minutos." Y era cierto. Alexis no podía controlar los temblores que ya tenía; pero valientemente cerró fuertemente los dientes para evitar que castañearan. El hombre miraba la escena a través del retrovisor; paró el coche un momento, cogió una gruesa manta de lana del portamaletas y envolvió el cuerpo del chiquillo, ajustándolo con el cinturón de seguridad. El chico miró al hombre en sus extraños ojos azules expresándole una inmensa gratitud, pero sin decir una sola palabra. El coche se puso en marcha suavemente. La calefacción del coche y la manta hicieron el milagro, solamente unos minutos más tarde Alexis paró de temblar y cayó en un sueño agradable. El hombre condujo el coche durante más de media hora hasta New Jersey. Una cancela de hierro se abrió cuando el marcó un código digital en el telemando; metió el coche en el amplio garaje, y a través de una puerta lateral accedió a la casa. Cogió al chico que todavía dormía en sus fuertes brazos y lo depositó con cuidado en el amplio y confortable sofá. El chico se movió pero continuó durmiendo. Alex miró los rasgos del niño que había llamado su atención; se parecía a Tom cuando se vieron por última vez antes de desaparecer, excepto el cabello y esos extraños ojos verdes, ahora cerrados. Si Tom no hubiera dicho que él no tenía ningún hijo, el habría afirmado que este chico podría ser hijo suyo. La temperatura dentro de la casa era cálida, así que el chiquillo no necesitaba tanta ropa que lo envolviera. Con cuidado, Alex le quitó lo que podía molestarle y pudo ver algunas gotas de sudor que se estaban formando en la frente. Parecía un chico fuerte que podría tener once o doce años. Alex no tenía nada especial qué hacer y no quiso despertar al muchacho. De pronto el chico abrió los ojos y le sonrió, pero volvió a cerrarlos y siguió durmiendo. Muchísimos años habían transcurrido cuando estuvo realmente inspirado y pintó por última vez. En frente de él todavía estaba el caballete que utilizaba durante su niñez; había sido restaurado, pulimentado y barnizado, ahora parecía como nuevo. Lo había situado debajo del retrato de Margarita que presidía la enorme habitación. Recordó con tristeza cómo su esposa irlandesa quería quitar aquel "trasto" de allí y guardarlo en el desván. Había puesto un grueso bloc de hojas en el caballete, estaba listo para usarlo, no perdió ni un momento. Empezó a pintar al niño durmiente; había sido una inspiración repentina. Dos horas más tarde había terminado el dibujo. De hecho era solamente un borrador que necesitaría algunas pequeñas correcciones, como había hecho con el de Margarita. El chiquillo se despertó y se restregó los ojos; miró a su alrededor perplejo. "Creo que dormí demasiado. ¿Dónde estoy?" Alex miró al chiquillo y le revolvió el rubio y rizado cabello. "Dormiste lo que necesitabas. Estás en mi casa en New Jersey." Alexis estaba sorprendido, ninguno de los hombres lo había llevado a su casa antes, siempre a hoteles. Recordó donde estaba cuando el hombre lo había recogido y por qué. Así que dijo. "Creo… creo que tenemos que finalizar un negocio." Miró al extraño hombre alto y de pelo blanco. Tenía algo familiar que él no podía recordar. "Seguro. Pero antes de eso, necesitas un buen baño en agua caliente, y alimentar tu joven cuerpo. Supongo que tienes hambre. ¿Cierto? El chiquillo se sonrojó. Ese no era un comportamiento normal de los clientes; no podía adivinar por qué aquel hombre actuaba así. Pero el negocio es el negocio y a él eso era lo que le importaba, su abuela necesitaba el dinero." Pensó. "Si, señor, tiene toda la razón." Se puso de pie. "¿Dónde está el cuarto de baño?" "Aquella puerta." Señaló Alex. "Un acuerdo es un acuerdo. Yo lo enjabonaré y usted me enjabonará a mí. ¿De acuerdo?" Alex sonrió. "¿Hablas en serio? No necesitas hacer eso si no quieres. "Tenemos un acuerdo, y supongo que Vd. sabe las condiciones. Me gusta pagar mis deudas." A Alex empezó a gustarle el chiquillo. Algunas semanas antes, había recibido el último informe de la compañía de detectives; desgraciadamente, no habían podido encontrar rastro alguno de Margarita ni de ninguno de sus descendientes, por lo tanto, siguiendo las instrucciones escritas en el testamento de Tom, hacía unas semanas que había empezado a probar niños, pero hasta ahora no había encontrado lo que estaba buscando. Los traía, se lavaban, alimentaba y les pagaba lo que habían acordado; nunca hubo sexo de por medio con ninguno de ellos; incluso no se bañaba o duchaba con los chicos. Buscaba niños inteligentes para patrocinarlos y sacarlos de la calle. Ya había asumido que no había ningún heredero directo de la fortuna de Tom. Por tanto ayudaría a la mayor cantidad posible de chicos con su fortuna. Había preparado algunas trampas en la casa que un niño inteligente inmediatamente se interesaría por ellas. Este chico, sin embargo, había empezado sorprendiéndole, no era como ninguno de los que había traído anteriormente. "De acuerdo. Vamos al cuarto de baño." Sin ninguna inhibición, Alexis se desnudó y el hombre hizo lo mismo. Alex no pudo hacer otra cosa sino admirar la belleza de aquel chiquillo, el parecido con su amigo era evidente, excepto por aquellos grandes y brillantes ojos verdes. "¿Quién va primero?" El chiquillo sonrió. El agua caliente había empezado a hacer efecto en su picha que empezó a empalmarse. Entonces dijo: "Por favor, enjabóneme a mí primero, yo se lo haré a usted después." Alex puso gel en sus manos y empezó a restregar el sedoso pelo rubio y su piel; después puso jabón en una esponja suave y le lavó las orejas y todas las demás partes del cuerpo del niño, excepto el pene y el culo. El chico miro para atrás a Alex. "Mi pene y mi trasero también son parte de mí, y me gusta que estén limpios." Alex sonrío complacido y con cuidado lavó ambas partes; retrajo la delicada piel que cubría el glande y lavó éste con cuidado. El muchacho se empalmó y gimió de placer. Ambos se rieron. "Ahora es tu turno." "Por favor, siéntese. Es demasiado alto y no podré hacer mi trabajo apropiadamente si permanece de pie." Alexis hizo lo mismo, pero cuando llegó al paquete del hombre no dudó lo mas mínimo, sin embargo era la primera vez que hacía esto a un hombre. Observó que el pene de Alex siguió estando completamente flácido. Admiró los duros músculos; su cuerpo no tenía pelo alguno, excepto en la entrepierna y las axilas. "Tiene un maravilloso cuerpo y es musculoso. ¿Hace usted algún deporte?" "Si. Voy a nadar cinco horas a la semana desde que era muy joven; eso me mantiene en forma y saludable." Se enjuagaron y Alex le dio al niño una toalla grande; rápidamente el hombre salió de la bañera todavía secándose y desapareció. Cuando volvió, traía con él un par de calzoncillos limpios y gruesos para el chiquillo y unas zapatilla de paño; igual para él. "Por favor ponte esto, no puedes salir al exterior con tu ropa con este tiempo tan frío." El muchachito miró al hombre sorprendido. "¡Son de mi talla! ¿Cómo supo...? "No sabía nada, eran míos cuando tenía tu edad. Ahora son tuyos si te gustan, por supuesto." El niño sonrió aprobando la resolución del hombre. Entonces cogió un albornoz blanco y lo planto en los hombros de chico, cogiendo otro para él. Estarás mas confortable mientras preparo la comida." Cuando Alex caminaba para la cocina, Alexis dijo: "Yo puedo ayudarle, si usted quiere. Si no, ¿puedo echar un vistazo por el cuarto de estar?" "Si. Prefiero esto último, puedes mirar lo que quieras. Estoy acostumbrado a estar solo, excepto cuando mi pequeño hijo, que está aprendiendo a andar, está conmigo." Se metió en la cocina y pudo observar como el chico miraba un grupo de papeles que había dejado sobre una pequeña mesa. Leyó el texto que estaba compuesto por preguntas y respuestas; un tablero de ajedrez listo para empezar una partida; y unos cuantos crucigramas que parecían sencillos. Finalmente se quedó mirando el retrato al óleo que había encima de la chimenea. Sintió una extraña sensación como si reconociera a la preciosa chiquilla del retrato. Era la misma sensación que había tenido sobre el hombre. Entonces reparó en el caballete, era pequeño, como para un niño de su edad, pensó. Había un bloc de hojas sobre él, y un viejo estuche lleno de lápices usados; era casi igual que el que su abuela le había comprado, pero más completo. La curiosidad innata en cada niño inteligente lo llevó a levantar la primera página. Levantó su mano hacia la boca para evitar un exclamación de sorpresa. Entonces oyó a sus espaldas. "¿Te gusta?" El chiquillo se giró y miró al hombre alto. "¡Soy yo… durmiendo! ¿Soy como este?" El hombre le sonrió afable. "Bueno, al menos es como yo te he visto durante más de dos horas. Todavía no está terminado." "¿Es ese caballete para su hijo?" El chiquillo tocó el objeto con reverencia. "No. Mi padre me lo regaló cuando yo tenía diez años, lo hemos restaurado y pulido recientemente." "Es precioso, mi abuela me ha prometido que me comprará uno cuando estemos en una situación mejor; actualmente solo tengo las hojas y el estuche, similar a ese, pero no contiene tantos lápices." "Vamos a comer, después podemos continuar charlando." El chico iba a decir algo pero contempló la comida en las bandejas, su boca se le hizo agua y las tripas empezaron a protestar. "Si, tiene usted razón, pero creo que es demasiado para mi." "Necesitas crecer y tener músculos poderosos." El chiquillo sonrió de nuevo, se sentía muy cómodo con este extraño adulto. Pensó que era una lástima tener que irse, pero el negocio lo requería ya que su abuela necesitaba el dinero. Comieron en silencio, y cuando terminaron, cogieron las bandejas y las llevaron a la cocina, era muy grande y estaba muy limpia. Metieron todo lo usado en el lavavajillas y se volvieron al cuarto de estar, sentándose en el sofá. "Estoy muy cómodo y me gusta estar aquí, pero creo que necesitamos terminar nuestro negocio. Con toda probabilidad, usted tiene que tener muchas cosas qué hacer y yo ganar algo mas de dinero." El hombre miró a los preciosos ojos del niño. "Si te sientes confortable aquí, no necesitas irte tan temprano. Hace mucho frío ahí fuera con este terrible tiempo, no creo que hoy el negocio sea bueno. ¿Cuánto esperas conseguir hoy?" Esa era una pregunta personal y habían acordado no hacerse ninguna; sin embargo el chiquillo pensó que el extraño hombre sabía más de esto de lo que él pensaba. "Quizás cuarenta o cincuenta dólares." "En ese caso, yo te pagaré sesenta y tú me tutearás y te quedarás aquí conmigo hasta que desees volver a casa." Vio la impresión que había causado en el niño y añadió. "No obstante, no quiero sexo; solamente deseo tu compañía como dos buenos amigos. El chiquillo suspiró satisfecho. "Lo haría gratis si insistieras, sin embargo, todavía tenemos que terminar lo que acordamos esta mañana, y quiero cumplir nuestro acuerdo. O yo te la chupo a ti o tú me la chupas a mi." Alex pensó durante un momento, este chico incluso iba mas lejos de lo que él había pensado. "No quiero que tú haga nada sexual conmigo. No me gusta hacer nada de esto con niños, no obstante, como tú dices, un acuerdo es un acuerdo, así que chuparé tu pequeña picha, pero después de esta vez, nuestra relación sexual habrá terminado para siempre. ¿Estas de acuerdo? El muchachito sonrió y empezó a desnudarse; le gustaba este extraño hombre tan alto. "Si, estoy de acuerdo. Vámonos a la cama." "El sofá es muy cómodo y lo suficientemente grande, no necesitamos la cama." Alexis yació sobre sus espaldas en el suave y grueso sofá, ya estaba empalmado. No se la había meneado desde hacía un par de días. Alex se quitó el albornoz y se quedó solo en paños menores. Acarició el pelo rubio ondulado del chico y despacio empezó lamerle los lóbulos de las orejas, en suma, le hizo todo aquello que Tom un día le había enseñado. Alexis no esperaba esto, solamente quería que le chupara la picha, pero cada momento que pasaba se sentía mejor. Después de lamerle las axilas, chuparle las tetillas y finalmente la picha le dio el toque final. El chiquillo levantó las caderas, cerró los ojos y apretó los dientes, agarrándose fuertemente a una costura del sofá en el momento que un fuerte orgasmo seco lo elevó más allá de las estrellas. Gimió y yació en el sofá respirando fuerte. Mientras se recuperaba pensó que maravilloso había sido y que ya todo había terminado. Pero sentía unas tremendas ganas de abrazar a aquel extraño hombre de ojos azules. Alex sonrió y vio las mejillas del chico rojas como la amapola, con la emoción todavía respirando fuerte. El chico no esperaba una segunda parte. Cuando Alex creyó que el niño se había recuperado, hizo la parte en que chupó los dedos de los pies. El chiquillo se sorprendió no entendiendo lo que ocurría pero aquello le gustaba más aún y otra vez estaba empalmado, al poco Alex, en un movimiento rápido, se metió el paquete de Alexis en la boca chupándole el pene. A pesar de haber experimentado un fuerte orgasmo hacía solo unos minutos, el chiquillo necesitó solo unos cuantos chupetones. Puso las manos en la cabeza y gimió viendo en su mente todos los arcos iris del universo. Alex continuó chupando prolongando así el placer del chiquillo, pero pronto notó que su picha se ponía flácida. Entonces sonrió complacido. Le habría gustado besar al chico en la frente, pero solo le restregó el sedoso pelo rubio. Después de unos minutos de relax, Alexis ya recuperado miró a los ojos azules del hombre. Otra vez sintió la necesidad de abrazarlo muy fuerte, pero no lo hizo. El hombre era un extraño y el no sabía cual sería su reacción. "Bueno, creo que nuestro acuerdo está ya completo." Dijo Alex. "Si, más que completo. Muchas gracias." "Ahora, si quieres, te puedes vestir. El sexo ha terminado, y como vamos a estar juntos, ¿qué te parece si utilizamos nombres? Odio llamarte chico y que tú me llames señor." Alexis sonrió. "Bueno, empezaré yo primero. ¿Le importaría que… que le llamara Alex? Es un nombre muy corriente y me gusta mucho. Creo que te sienta bien." Alex casi saltó, pero aceptó. "Ahora te toca a ti." "Me parece que Tom te vendrá perfectamente." Ese era su segundo nombre, Alexander Tomás Camp. Como Tom era un nombre muy corriente, todo el mundo, incluyendo su querida abuela, empezaron llamándolo solamente por su primer nombre abreviado, Alexis. "Si, muy bien, no me importa." El chico se fue al cuarto de baño y volvió inmediatamente, después de ponerse sus nuevos calzoncillos blancos, pero se mantuvo casi desnudo con el albornoz, igual que había hecho Alex. Cuando volvió, preguntó: "Alex, ¿que haces con esos papeles? Creo que los he visto antes en alguna parte, pero no puedo recordar donde." "Parcialmente son para comprobar la inteligencia de las personas. ¿Quieres intentarlo, tú?" "Me gustaría mucho." "En ese caso, empecemos. Es muy importante el tiempo que emplees." Cogió el cronómetro. "No necesitas correr, lo importante es que contestes correctamente." El niño cogió los papeles y un lápiz y comenzó a contestar las preguntas. Parecían preparadas para niños pequeños, excepto algunas preguntas mas complicadas. Terminó y entregó los resultados al hombre. Alex apuntó el tiempo transcurrido. "¡Más que excelente, grandioso!" Pensó. "Ahora haz los crucigramas." Aquello le llevó más tiempo a Alexis, pero se los entregó terminados. "Esto confirma la brillante inteligencia de este muchacho." Pensó. "¿Qué crees, Alex?" "No está mal, tengo que comprobarlos con las hojas maestras para ajustar los resultados." El lo sabía de antemano pero no quería darle importancia ante el niño. El tiempo pasó rápido y Alex pensó que el chico necesitaba volver a casa. Alexis pensó igual. "Creo que debo irme, no quiero que me regañen." "Tom, quiero tu compañía, nada más. Por favor, olvida el sexo. ¿Te gustaría volver el próximo sábado? El chiquillo suspiró. "Pensé que no me lo pedirías. Si. Me gustaría mucho y gratis. ¿Estás de acuerdo, Alex? "Bien… pero déjame la parte económica a mí. Ahora ven conmigo." Entraron en el dormitorio de Alex; corrió una de las puertas laterales del enorme armario y empezó a coger algunas prendas de vestir. Pantalones, camiseta, camisa, jersey, chaqueta, botas, y gruesos calcetines de lana. "Ahora ponte todo eso, no estás vestido con ropa apropiada para este tiempo tan frío." El chiquillo no sabía qué decir, estaba sorprendido. "Pero, pero..." "No hay peros; somos amigos, así que póntelos, tú necesitas esta ropa. Eran míos, pero ahora son tuyos." Fue al otro lado del armario y cogió un grueso anorak marrón, un gorro de punto y unos guantes de lana. "¿Pero que le diré a mi madre?" "Has demostrado que eres un chico inteligente, estoy seguro que encontrarás una explicación coherente." El niño miró a los ojos del hombre, impulsivamente lo abrazó alrededor de la cintura. "Gracias, Alex, eres un buen hombre." Alex acarició de nuevo el sedoso cabello rubio del muchachito. Empezó a ponerse toda la ropa, excepto el anorak, los guantes y el gorro de lana. "Ahora, ¿Dónde quieres que te deje?" El chiquillo pensó durante un momento. "¿Está muy lejos Maxville?" Un amigo mío me espera a las 6:30 PM, dormiré esta noche en su casa. Acordamos en la estación del ferrocarril." "No está muy lejos, una hora de conducción, quizás menos que eso. Te dejaré allí. Todavía tenemos tiempo suficiente para que tomemos una taza de café y algunos sándwiches. Tienes que tener hambre." "Si, la tengo." Se quitó el anorak y de nuevo se sentaron en el sofá. Alex trajo una bandeja con bocadillos fríos, una jarra de chocolate caliente para el chico, para él café. Alexis miró al retrato, quería preguntarle, pero Alex adivinando sus pensamientos, le dijo: "La próxima vez hablaremos de esto y de otras cosas." "El próximo sábado haremos una apuesta jugando al ajedrez." Dijo el chico. "Si yo te gano, tú contestarás todas mi preguntas, si ganas tú, yo seré quien conteste a las tuyas." "Muy bien, es un pacto." Vámonos si no quieres que tu amigo se haya ido cuando lleguemos. " Cogió el abrigo y los guantes y entraron en helado garaje. Alex condujo suavemente por las carreteras vacías y veinte minutos mas tarde llegaron a su destino. "Tom, ¿qué te parece si te recojo aquí mismo el próximo sábado alrededor de las 9:30? Supongo que no vives muy lejos de aquí." "De acuerdo, Alex, a las 9:30 Estaré aquí vestido como ahora." Habría besado a aquella extraña y al mismo tiempo familiar persona. Entonces corrió al edificio de la estación. Cinco minutos más tarde, Alex vio a los dos amigos saliendo de la estación, extrañamente se sintió feliz. Arrancó el motor del lujoso coche y se volvió a casa. Pablo había estado esperando a su amigo. "No te reconocí, Alexis. ¿Dónde conseguiste esa ropa? ¿Sabes que son de primera clase y muy caras? No te recomiendo que vayas al colegio con ellas; más de uno pensará que eres un chico muy rico, y supongo que sabes lo que le ocurre a los niños ricos en las calles durante la noche." Se rieron de buena gana; Alexis le contó toda la historia, excepto la parte del sexo. "Me encontraré con él el próximo sábado, así que no me esperes." "He oído a algunos chicos en la Plaza hablando de un hombre rico que se los lleva, nunca hacen nada de sexo, los alimenta y les paga lo estipulado, entonces los devuelve al mismo lugar donde se encontraron. Solamente les hace preguntas sobre cosas simples, pero hasta donde yo sé, ninguno ha ido dos veces con él." Alexis se sintió muy bien y feliz porque él era el único, el primero para ese amable y buen hombre. Suspiró. "Por favor, Pablo; quiero que me hagas un gran favor. Le diré a mi madre, si me pregunta, que tú mes has dado toda esta ropa." "¿Pero y si ella le agradece o pregunta a mi madre? Mis padres me compran ropa buena, pero no tan cara como ésta." "Se que tú sabrás como salir del apuro." Se rieron. Alexis entró en su casa, afortunadamente, su madre no estaba allí, abrazó a su abuela, le dio el dinero y le contó la historia, excepto la parte del sexo, después de todo, no había sido mas que dos mamadas, "¡Pero que mamadas, dios! Las mejores que puedo recordar." Pensaba y sonrió para si. Entonces añadió lo del cuadro al óleo y la partida de ajedrez para la próxima semana. "Abuela, créeme, eso fue todo." Ella abrazó y besó a su nieto. Su corazón le estaba diciendo que el final se estaba aproximando; el puerto de destino todavía estaba lejos, aunque ya podía sentirlo. No quería hacerle mas preguntas a su nieto. Una sensación que ella no pudo identificar, corrió por todo su cuerpo; tembló y la boca se le secó. "Alexis, ¿recuerdas como es la casa por fuera?" "Y por dentro." Contestó el chiquillo con orgullo. "Tiene una fachada grande y blanca, la puerta principal con dos columnas sosteniendo un pequeño tejado rojo. La puerta es blanca con un picaporte dorado representando a un león. Dentro hay un cuarto de estar enorme con sillones muy cómodos y dos sofás, uno en frente de la chimenea. Presidiendo la habitación, hay un cuadro al óleo encima de la chimenea, muestra a una preciosa niña de unos nueve o diez años con una enigmática sonrisa; tiene sus manos sobre el regazo con una flor de geranio rojo como los que teníamos en California que tu cuidabas y del que te sentías tan orgullosa. La niña tiene dos hoyitos en sus mejillas como los tuyos cuando te ríes, no sé como el artista pudo captar esos detalles, abuela. Esa fue la causa que el retrato me atrajera tanto." Margarita casi saltó de su asiento mientras que el chiquillo describía el cuadro. Oyó a su marido que la llamaba y el muchachito no pudo notar el temblor de su abuela. Cuando terminaron de atender al enfermo, Margarita empujo su nieto hacia ella y lo besó con ternura. "Ahora Alexis, por favor, no digas a nadie ni una palabra de todo esto. No te preocupes por la ropa si mamá te pregunta, ya encontraré una explicación para eso. La próxima semana trata de conseguir toda la información que puedas, por ejemplo, su nombre o el nombre de sus padres." "Abuela, no podemos hacer ese tipo de preguntas. Acordamos tener cada uno un nombre, el me sugirió el mío y yo escogí el suyo, que era el mío propio, Alex." La mujer parecía sorprendida. Hizo una pausa y después continuó. "Abuela, ¿sabes una cosa? Cuando yo lo miraba de forma furtiva sentía una extraña sensación familiar, especialmente cuando se movía o decía algo." Ella miró aquellos preciosos ojos y lo besó de nuevo. "¿Y que nombre escogió él para ti? "Me dio el nombre de Tom." Demasiadas coincidencias, pensó ella. "¡Casi treinta años, Dios mío! ¡Treinta años resistiendo y sufriendo! ¿Qué debo hacer ahora, Dios mío? ¿Qué le diré a nuestra hija? Y especialmente, ¿Qué le diré a él? Si todavía me quiere, seguramente perdonará todo lo que hice." Ella tembló de nuevo. 4ª PARTE ======== CAPÍTULO 13 ------------------ Los días de aquella semana pasaron y el marido de Margarita entró en una fase de total inconciencia. Alexis, durante la semana y después de volver del colegio, volaba a casa de su mejor amigo a gozar el placer del sexo, algunas veces compartido con la hermana de Pablo. Como había prometido, el sábado se fue al aparcamiento de la estación del ferrocarril para encontrarse con Alex. El hombre fue puntual, se acerco al chico que estaba distraído hablando con un amigo, a pesar de que había mirando al aparcamiento no lo había visto llegar. "Buenos días, Tom." Alexis miró al hombre sorprendido durante unos segundos, no esperaba que fuera tan puntual. Le sonrió e impulsivamente abrazó a Alex por la cintura. Se volvió hacia su amigo. "Es mi tío Alex, pasaré el día con él. ¿Nos vamos?" Se cogió de la mano de Alex y se lo llevó al coche. Se pusieron los cinturones de seguridad y el lujoso "Jaguar" suavemente se puso en marcha. En aquellos momentos, el marido de Margarita estaba entrando en un irreversible coma. En silencio Alex condujo, algún tiempo después entraban en el garaje. Pareció que la vista de la enorme casa hizo brillar su cara. "Es maravilloso estar aquí." Alex sonrió. Cuando estaban en el cuarto de estar, Alex preguntó al chico: "¿Por qué le mentiste a tu amigo?" El chiquillo pensó durante un momento, entonce despacio le contestó al hombre. "No es amigo mío, sino un chico de mi grado en el colegio; y no he mentido, porque en mi corazón yo querría que tú fueras, no mi padre, sino mejor todavía, mi abuelo." El corazón del hombre latía fuertemente dentro de su pecho y no sabía por qué. "Tú ya tienes un abuelo." Alex argumentó. "Si. Pero primero, se va a morir dentro de unas horas; eso es lo que mi abuela me dijo esta mañana, y segundo, él nunca se comportó conmigo como un abuelo, y yo tampoco actué como su nieto; así que ambos estamos en paz. Nunca me regañó ni me castigó, pero de igual forma nunca me abrazó ni me besó como he visto a otros abuelos haciendo con sus nietos. Por otro lado, la mayoría de mis amigos tienen dos abuelos. ¿Por qué no podrías ser tú uno? Aunque eres demasiado joven para ser un abuelo." Alex sabía que no podía refutar los argumentos del inteligente muchachito, sin embargo, no podía meterse en una discusión que significaría tener que hacer preguntas personales, y habían acordado, al menos por momento, evitarlas. "Tom, puedes considerarme lo que tú quieras mejor. Te prometo que jamás te fallaré, de eso puedes estar seguro." El niño sonrió contento y Alex continuó. "Supongo que tienes hambre de nuevo." "Supones muy bien, pero quiero estar cómodo, por lo tanto, ¿que te parece si nos damos un buen baño en esa bañera grade redonda que tú tienes? Me encantó la última vez." "No me importa. Tú te puedes dar un baño mientras yo preparo el desayuno. Sonriendo el chico le contestó. "El problema es que quiero que tú me enjabones, al menos la espalda, abuelo. Yo también te enjabonaré a ti." El hombre se echo a reir. "De acuerdo, Tom. Pero quiero que recuerdes que somos abuelo y nieto. No trates de engañarme." Alexis abrazó a su nuevo abuelo y sonrió maliciosamente. "No te preocupes, abuelo, nunca te engañaré, como nunca he engañado a mi abuela." Entro en el gran cuarto de baño y empezó a desnudarse. Alex llegó con un nuevo paquete de ropa interior limpia para ambos. No pudo, sino, admirar la belleza del querubín que tenía frente a él." Ignoro por qué ese estúpido abuelo no ama a esta preciosa criatura." Pensó. "En la habitación cerca de la despensa, tienes tu antigua ropa limpia y planchada, en el caso de que la quieras. "¿Me la tengo que llevar a casa?" "Tu decide lo que quieres hacer con ella." Entonces entre bromas y juegos, el chico enjabonó a su nuevo abuelo y el hombre hizo igual con el niño. Ninguno de ellos notó ningún efecto sexual mientras jugaban en la gran bañera. Después del agradable baño, se enjuagaron, secaron y se vistieron con la nueva ropa interior. Cubierto con el grueso albornoz, Alex preparó el abundante desayuno y comieron en silencio. "Nunca disfruté una cosa similar, incluso con mi verdadero padre." Alex notó que el niño entraba en relaciones personales, él se lo advirtió con una mirada. Alexis lo ignoró y continuó. "Mi padre murió cuando yo tenia cinco años. Era un sargento de la Marina. Pasaban largos meses sin que lo viéramos, y cuando venía me traía juguetes que a mí no me gustaban. Permanecía en casa tres o cuatro semanas, incluso menos, y desaparecía de nuevo. Una vez mamá recibió un telegrama de la Oficina de Correos, después una carta y una bandera doblada en tres esquinas. Se había ido. ¿Era eso un verdadero padre? ¿O un sueño?" El chiquillo no lloraba, ni siquiera disgustado. A él eso le era indiferente. Alex le revolvió el dorado cabello. "Tom, desde ahora en adelante, si tu familia me lo permite, la situación será diferente. Por favor, confía en mí." El chiquillo suspiró. "Cuidaré de ti en todo lo que te haga falta." "Si, abuelo. He confiado en ti desde el momento en que me envolviste en la manta. ¿Sabes una cosa? Temí durante toda la semana que mi otro abuelo pudiera fallecer y no pudiera verte. Vi a Pablo, mi mejor amigo, y le conté todo lo que habíamos hecho la pasada semana. Me envidió." "¿Todo?" Alexis entonces se volvió y se colgó del cuello de su nuevo abuelo y lo besó en las mejillas. "Bueno, no todo, abuelo. Lo que hicimos aquí en el sofá es privado, un secreto entre tú y yo. Por otro lado, si se lo hubiera dicho, se habría puesto celoso." "¿Celoso? ¿Por qué? El es tu mejor amigo." El chico sonrió con picardía. "Bueno, ya te lo explicaré un día de estos. Es un poco gay y..." El hombre interrumpió al chico. "Y está enamorado de ti." El chico se rió abiertamente. Eso hizo que Alex se sintiera en la gloria. Durante unos segundos, vio los pequeños hoyuelos y dos trenzas riendo en frente de él. Las palabras de Alexis rompieron el encantamiento. "Eres demasiado listo, abuelo. ¿No lo sabes?" "No tanto como tú, mi chico. Por lo menos eso es lo que mostraron los papeles de las pruebas." Los ojos del niño chispearon. "Si eso es cierto, quizás pueda ganarte en una partida de ajedrez." Estaban sentados cómodamente en el sofá, el muchacho con las piernas cruzadas a estilo indio, el tablero entre los dos. La temperatura era agradable dentro de casa, y después de un buen desayuno se sintió incómodo, así que se quitó el albornoz. Alex de nuevo admiró los rasgos del chiquillo, especialmente sus extraños bellos ojos verdes; inmediatamente el médico que vivía dentro de él empezó a especular. Si, pensó, con el tiempo será un hombre muy guapo y tan alto como yo. "Venga, abuelo, tú tienes las blancas, por lo tanto comienza a mover." La voz modulada del niño lo sacó de sus pensamientos. Jugaba muy bien para ser un niño de once años; Alex podría haber ganado la partida, pero prefirió terminarla en tablas. "Eres muy bueno para tu edad, Tom." Sonrió con orgullo. "¿Quién te enseñó a jugar tan bien?" "Mi profesor y mi madre, especialmente mi madre. En el colegio no hay nadie, excepto mi profesor, que pueda ganarme, incluidos los alumnos de secundaria." Hizo una pausa y cambió de asunto. "Abuelo, estamos cansados, ¿que te parece si damos un paseo? Me gusta sentir el frío en mis mejillas, siempre que esté bien abrigado." "¡Una idea excelente!" Se vistieron, Alex le dio al chico un par de guantes de lana y otro anorak todavía mas grueso; cogidos de la mano empezaron a caminar, las caras parcialmente cubiertas con bufandas de lana. Unos pocos niños y niñas, vestidos más o menos como ellos, jugaban con la nieve en sus jardines. "Esto debe ser un precioso lugar en primavera y verano." En California raramente nevaba, pensó. La mente de Alex se volvió al pasado, a aquellos años de su niñez cuando Margarita venía y ellos, junto con otros chiquillos de la vecindad, jugaban aquí lanzándose bolas de nieve. "Si. Realmente lo es. Sin embargo, no hay nada tan hermoso y bello como la casi salvaje naturaleza. Cuando tu familia nos lo permita, te llevaré, a la casa que tengo en medio del campo en Connecticut, entonces apreciarás la verdadera belleza. Todo esto no es más que jardines hechos por el hombre. Aquello fue hecho por la Madre Naturaleza." Caminaron durante alrededor de media hora; pasaban por el frontal de un gran edificio redondo, que llamó la atención del niño, se le quedó mirando. Alex notó la mirada del chico. "Es una piscina de invierno. ¿Qué te parece si nadamos un rato?" Alexis entonces recordó los fuertes músculos y suspiró. "No soy tan bueno nadando como tú, pero me encanta. Desde que vinimos a vivir aquí, Pablo y yo pasamos los meses del verano nadando en una piscina pública local. Vamos a intentarlo, pero ¿y los bañadores? No creo que nos permitan bañarnos desnudos." El chico sonrió taimadamente. "No, por supuesto que no. Esta piscina es pública, hay otra privada para aquellas personas que les guste estar desnudos. No te preocupes, compraremos bañadores ahí dentro, o alquilarlos. Pero prefiero comprarlos, por higiene." Cogidos de la mano entraron y se acercaron a una pequeña tienda donde la institución mostraba toda clase de cosas para nadar. Alexis eligió un par de gafas, un gorro de caucho y un bañador de esos cortos que se ajustaba perfectamente a la figura de los nadadores profesionales. Alex eligió igual, pero no tan ajustado como el del niño. Cuando ya se habían cambiado, Alex miró al precioso muchachito que tenía enfrente. "Conseguirás atraer las miradas de toda las chicas." El chiquillo sonrió a su abuelo por sus alabanzas. "¿Y qué dicen de ti? Esos músculos enfermarán a toda las mujeres, chicas y a más de un hombre." El pícaro muchacho corrió hacía la piscina porque sabía que Alex le empujaría. Saltaron al agua templada y Alex le enseñó a su nieto lo que significaba "nadar". Como había previsto, muchos ojos estaban fijos en ellos. Después de casi dos horas divirtiéndose, decidieron volver a casa. Entonces Alex le pregunto al chico. "¿Quieres comer en casa o te gustaría ir a un restaurante? Porque con tanto ejercicio tienes que estar hambriento." El chico sonrió porque su abuelo tenía razón. "Me gusta estar en casa contigo, pero eso significa trabajo para ti. ¿Por qué no pides la comida a un restaurante que la traiga a casa?" "Como siempre, tienes unas ideas estupendas. Pediremos el almuerzo y algo también como una cena temprana, como os gusta a vosotros los chicos." "Eso es fantástico, abuelo." Caminaron con las manos entrelazadas hacía la casa, ambos envueltos en sus propios pensamientos. Alex pensó sobre la falta de afecto experimentada por esta preciosa criatura; primero por su padre, que estaba enamorado de la Marina, olvidando que tenía personas que importaban más y a las que debía amar. Después un abuelo que, por alguna razón que él ni podía adivinar, ignoraba al chiquillo. Alexis estaba pensando sobre las cosas que estaba disfrutando ahora, raramente gozada por ninguno de sus amigos, excepto quizás Pablo. Algunas veces había notado tristeza en este hombre tan alto y tan noble, que incluso le permitía que lo llamara abuelo. ¿Por qué no era feliz siendo tan bueno? Había mencionado a un hijo que todavía no andaba correctamente, pero él no había visto ningún bebé, ni siquiera una fotografía del niño. ¿Dónde estaba el pequeño que no estaba con su padre? ¿Estaba divorciado y la madre del chico se había quedado con él? Tampoco vio ninguna foto de la mujer, solamente la niña del retrato, y uno grande en blanco y negro de una pareja muy mayor. Con toda probabilidad, sus padres, pensó el chiquillo. En cuanto llegaron Alex llamó al restaurante, y mientras ellos se cambiaban a ropa más ligera, la furgoneta llegó haciendo sonar el claxon. El conductor introdujo las comidas y Alexis vio como su abuelo le daba al hombre una generosa propina. "Adiós Sr. Lorton, como siempre es un placer servirle a usted." El conductor era alto y gordo, un hombre de color que mostró sus dientes blancos cuando le sonrió. Se sentaron cómodamente alrededor de la pequeña mesa baja y gozaron del la comida y el estar juntos; Alexis bebió cola y su abuelo un poco de vino especial. Recogieron las sobras y los envoltorios y los echaron en el contenedor de basuras orgánicas. Se quedaron en el sofá. Alexis apoyó su cabeza rubia sobre la pierna del hombre. "Abuelo, tú empezaste la partida de ajedrez y terminamos en tablas, así que a ti te corresponde hacer la primera pregunta, después yo haré la mía. "¿Te importaría que haga preguntas personales?" "Por supuesto que me importaría, pero nosotros somos abuelo y nieto. He prometido confiar en ti." Pensó como o por donde empezar. Este no era un niño corriente, sino un chico brillante, y seguramente trataría de pillarlo en algo. Se rió y le acarició la rizada cabellera. "¿Cuántos años tienes, Tom? ¿De donde procedes?" El chico sonrió sorprendido por las preguntas tan simples. "As hecho dos preguntas en una, por lo tanto la primera respuesta será exacta, y la segunda mas general. Cumplí once años el 15 de octubre. Vine del Oeste hace mas de tres años." Hizo una pausa. "Ahora es mi turno. ¿Quién es esa preciosa niña del retrato y donde está ahora ella?" Alexis notó en su cuello como los músculos del hombre se tensaron. Entonces el niño añadió rápidamente. "Abuelo, si es embarazoso para ti, haré otra pregunta, tengo varias en mi mente." "No sería honrado por mi parte no contestarte, sin embargo, me tienes que prometer que no se lo dirás a nadie, es demasiado privado. Nunca he hablado con nadie sobre ella, excepto a mis difuntos padres." El inteligente chico comprendió el significado de las palabras del hombre. Le estaba diciendo que lo equiparaba a él con sus padres ya desaparecidos. "Tienes mi palabra, abuelo, sin embargo, no es necesario que me contestes, si no quieres o la pregunta es demasiado personal." "No importa." El hombre hizo una pausa. "De acuerdo. ¿Has estado alguna vez enamorado, Tom?" El chico no contestó. "Supongo que no." Alex hizo una pausa ordenando sus pensamientos."Yo tenía diez años, casi once; ella tenía casi diez cuando nos enamoramos. Aquel día descubrimos nuestro amor mutuo, y yo hice su retrato; bueno, no exactamente este retrato en color, esa es un magnífica copia que mi padre hizo para mi. Yo lo hice en blanco y negro, y está incluso más bonita en aquel dibujo que en este retrato, lo guardo en la casa que tengo en el campo en Connecticut porque ella adoraba el lugar. Estoy hablando de cosas que ocurrieron hace treinta y seis años." Hizo una pausa. "¿Donde está? No lo sé. Desapareció mientra yo estaba en la Universidad de Harvard en mi primer año estudiando para ser médico." Suavemente movió la cabeza del niño, se puso en pie y caminó a su habitación. Volvió con tres fotos antiguas, ya casi amarillas, que se las enseñó al chico. "Esta nos la hicieron en el colegio el día anterior de yo pintarla, el chico que está con nosotros, es el único amigo real que he tenido, su hermano Tom. Adoraba a su hermanita. El era como Pablo, sabía que era gay, pero, igual que haces tú, a mi no me importaba lo más mínimo. Su madre y la mía eran buenas amigas. Esta otra foto nos la hicimos el día en que Tom superó las pruebas y el examen y recuperó su grado en el colegio; para celebrarlo nos invitó a merendar y a un helado." Se fue a guardar las fotos y cuando volvió se sentó al lado del chico. El niño hizo un gran esfuerzo para no mostrar la sorpresa que recibió al comprobar que Tom, además de hermano de su abuela, era íntimo amigo de su nuevo abuelo que lo había pintado. "En las fotografías que me has enseñado, tú eras un chico muy guapo, no era de extrañar que ella te amara. Por otro lado, ella tenía trenzas, ¿Arreglaste el dibujo para que apareciera con el pelo suelto para que estuviera más bonita?" El hombre sonrió abiertamente por las alabanzas, le restregó el pelo. "¡Oh no, no escondí ni modifiqué nada! Ella llegó con su precioso pelo castaño peinada como puedes ver y con su vestido favorito." Vino como si fuera domingo porque adivinó que aquel iba a ser especial. La recuerdo sentada en frente mía con esa enigmática sonrisa y mostrando los primorosos hoyuelos de sus mejillas que tanto me gustaban. Mas tarde, siempre me decía que ella no había sonreído. "Ese era tu amor que me veía de esa manera." Acostumbraba a repetírmelo para cabrearme un poco." Guardó silencio durante un par de minutos, y añadió: "Jamás he amado a ninguna chica o mujer como la amé a ella..." Iba a continuar, pero prefirió preguntarle al muchacho, era su turno. "Tom, ¿no tenias otra familia, tíos, primos o abuelos?" "Hasta donde yo puedo recordar, no. Nunca hablábamos sobre este asunto. Una vez que mi abuela y yo estábamos solos en casa, ella me dijo que había tenido un hermano al que ella amaba profundamente, pero que había fallecido hacía muchos años. Ignoro si me lo dijo para que yo no siguiera preguntándole o no; pero ella se puso muy triste y le borré un par de lágrimas que le caían por sus suaves mejillas. No insistí porque sabía que le estaba haciendo daño, y la quiero muchísimo, incluso más que a mi madre." El chico dijo estas palabras como si hablara consigo mismo. Hizo una pausa. "Una vez que todo esto con respecto a tu abuelo termine, me gustaría conocer tu familia. Necesito hablar con ellos sobre tu futuro. Ahora es tu turno." "La misma pregunta que tú me has hecho a mi." "No. Mi verdadero padre nos abandonó antes de que yo naciera, porque mi madre no podía tener más bebés. Ella estaba seriamente enferma y falleció unos pocos meses después de que yo pintara a my chica. Entonces, vine a vivir aquí a esta casa con mis padres adoptivos. Fue un golpe terrible para mi, pero el amor de mis nuevos padres reemplazaron parcialmente al de ella." El chico guardó silencio y Alex entonces añadió: "Se está haciendo tarde, por lo tanto, vamos a cenar. Quiero darte algo cuando terminemos. Por favor, vámonos a la cocina." Había pedido pizza que sabía le gustaba a todos niños. Las puso en el microondas y la cocinó. Cuando la puso en un larga bandeja, el chiquillo abrió sus grandes ojos verdes sorprendido. "Como mi abuela, parece que estás conectado a mi cerebro. ¿Cómo supiste que me gusta pizza con locura, y exactamente ésta?" Alex revolvió las ondas del dorado cabello del niño. "No es ningún secreto. Cuando voy a nadar, el noventa por ciento de los niños la piden, pensé que tú no serías diferente." El chico miró al hombre y le presionó su larga mano. "Forzosamente tengo que quererte. Eres grandioso, abuelo." Como de costumbre comieron en silencio, y cuando terminaron, el hombre llevó al chico a su dormitorio; abrió una de las puertas correderas del armario y extrajo un traje completo, pantalones, y chaqueta de un azul marino de lana; una camisa blanca, corbata y zapatos de piel negros. El chiquillo una vez más se sorprendió viendo el traje. "¿Vamos a ir al teatro, abuelo?" "No. Pero es casi seguro que irás a un funeral y tienes que ir debidamente vestido. Por favor, pruébatelos." El chico se desnudó y se probó rápidamente las prendas que su abuelo le mostraba. "Perfecto, no estaba equivocado." Dijo el hombre para sí. "La mujer me dijo que eran muy grandes para un chico de once años, pero yo te conozca y ella no. Estás muy guapo." Alexis iba a empezar a quitarse la ropa, pero Alex lo paró. "No he terminado todavía." Fue a donde guardaba sus propios trajes y extrajo un grueso abrigo de color gris obscuro con un cinturón hecho del mismo material, el chico se lo probó. "Ahora mírate en el espejo grande." Alexis no podía creer la imagen que reflejaba el espejo. Abrazó con ternura al hombre mientras musitaba. "¿Por qué hiciste esto para mi? Yo no me lo merezco, no soy lo suficientemente bueno y…" El hombre lo interrumpió. "Si que lo eres. Mis padres lo hicieron para mi y yo no era mejor que tú." "¿Pero que les diré a mamá y a la abuela?" "Solamente la verdad." El chiquillo se cambió a la ropa normal y Alex lo puso todo debidamente doblado en una bolsa, más los que había traído puestos la semana anterior. "Dile a tu abuela que compruebe todos los bolsillos, por si acaso han dejado alguna etiqueta. De cualquier manera, yo iré a la estación el próximo sábado, si no estás allí, no te preocupes, asumiré que tu abuelo ha fallecido. Iré todos los sábados hasta que tú estés allí." Se subieron al coche y Alex condujo en silencio. Su corazón le decía que estaba actuando correctamente. Llegaron al aparcamiento, y antes de separarse, el niño saltó a su regazo y abrazó al hombre. "Te quiero, abuelo." Alex besó al chiquillo en la frente y le devolvió el abrazo. "También te quiero yo, Tom. Ahora vete directamente a casa, está obscuro y tu madre te puede regañar." Alex vio como el chico presionaba la bolsa debajo de su brazo y caminaba deprisa calle abajo. Todavía los comercios estaban abiertos y había muchas personas haciendo las compras para el fin de semana. Alexis entró en su casa y la encontró en silencio absoluto; su hermana estaba en el regazo de de su abuela, saltó y echó a correr hacia su hermano. "El abuelo se ha muerto, ¿Dónde estabas tú? Mamá está en el hospital." Miró a su querida abuela y no vio ninguna preocupación en sus ojos. Parecía que estaba más recta, como si le hubieran quitado un gran peso de encima de sus hombros. Alexis dejó la bolsa sobre una silla y miró con ternura a su querida abuela. "Te quiero, abuela. ¿De verdad se ha ido?" "Si, querido, para siempre. Ahora el tiempo será para nosotros. No más médicos, no más medicinas, no más temores. Recuperaremos nuestro tiempo perdido yendo al parque sin preocuparnos de él. Era un buen hombre, pero nos ha dejado exprimidos casi hasta la muerte. ¿Qué traes en esa bolsa?" La cara del chico se iluminó. "Me los ha comprado él para mi." Margarita le echó un vistazo a las prendas de vestir, especialmente al grueso abrigo. Entonces el chico añadió: "Me dijo que debes mirar en todos los bolsillos por si se ha quedado alguna etiqueta." Lo hizo, y en vez de etiquetas, se encontró un rollo de billetes de banco. El chico y su abuela pararon durante un momento y ella abrazó a su nieto. La pequeña María estaba en la alfombra jugando con su muñeca ignorante del momento. "Abuela, ¿Qué es esto?" Ella se limpió unas lágrimas y abrazó a su nieto de nuevo. "Ahora Alexis, vas a decirme lo que has hablado con él." "Lo siento abuela, no puedo decirte lo que le he contado, y jamás revelaré lo que él me narró a mi; le dí mi palabra, por eso, solamente puedo decirte que él es…" Paró y después de un suspiro continuó. "Es la mejor persona que jamás he conocido. Adivinó la muerte del abuelo y me compró todo esto para que fuera al funeral "vestido de modo apropiado", estas fuero sus propias palabras." "Ya eres un hombrecito y los hombres deben mantener las palabras empeñadas." "Abuela, él adivina mis deseos como tú haces, y lo quiero. ¿Comprendes por qué no puedo revelar lo que me contó?" Solamente desea conocerte y hablar con mamá referente a mi futuro. Me dijo que yo sería lo que yo quisiera ser. Tiene una preciosa casa en el campo en Connecticut, habló sobre esto y me dijo que era el lugar mas hermoso del mundo." Margarita suspiró, ahora estaba más relajada sabiendo que Alex no sabía nada sobre su existencia. Los pensamientos entraron en su mente como una tromba; entonces cogió a los dos niños y se los llevó a la cocina para prepararles la cena. "Abuela, yo ya he cenado." "De acuerdo. Como el abuelo ha fallecido hoy, el funeral y entierro tendrán lugar el miércoles o jueves, tenemos tiempo para comprar vestidos decentes y apropiados, de lo contrario tú nos harías sombra." El niño y la niña se rieron con gana."Mamá está arreglando todo con la antigua empresa del abuelo. ¡Ah! No debéis olvidar que vuestra madre amaba al abuelo, así que procurad no decir nada que pueda herirla." "Si, abuela." Dijo Alexis con un poco de sorna. Cenaron mientras ella colgaba la ropa del chico en el armario. Diez minutos mas tarde Alexandra llegó, se quitó el abrigo y lo colgó en la percha a la entrada y se sentó en uno de los sillones. Su madre se acercó y besó a su hija suavemente. Ella miró a su madre casi burlonamente. "Parece que me he perdido algo." "Estás cansada y dolida, y ves cosas que nadie ve." "¡Mamá, por el amor de Dios, él es o fue tu marido!" Margarita entonces le contestó suavemente: "Alexandra, el era y mi marido aparente, sin embargo, ya no lo es ni lo será jamás. Además, lo he copiado de mi hija." "Mamá, aquello fue diferente y…" Margarita interrumpió a su hija al tiempo que Alexis miró intensamente a ambas. "De acuerdo. Ahora relájate, cena y te das un buen baño. Necesitamos hablar." Como tantas veces anteriormente, desechó la idea de seguir discutiendo, su madre era demasiado inteligente para luchar contra ella, además, estaba realmente cansada y estresada. Se bañó y cogió a su pequeña hija con ella. Ambas se quedaron dormidas en el agua caliente. Después de unos momentos, se despertó, secó a la niña y ella, llamó a su madre para que acostara a la chiquilla. Se puso el pijama y se sentó con los pies cruzados en el sofá. Margarita le trajo café recién hecho y lo sirvió en dos tazas. Alexis parecía que no estaba preocupado lo más mínimo. Alexandra los miró y sonrió tristemente. "¡Que par de pillos hacéis abuela y nieto!" Se rieron. "Ahora, ¿de qué queréis hablar? El funeral y el entierro tendrán lugar el próximo jueves a las 10:00 de la mañana en la iglesia de San Miguel." Entonces Margarita dijo despacio: "Alexandra, él no era tu padre, al menos tu padre físico, aparte del cariño que le pudieras tener." Alexis abrió sus preciosos ojos y boca con incredulidad; sin embargo, su madre no parecía sorprendida. El chico apreciando el silencio, preguntó. "Abuela, entonces, ¿quien es mi verdadero abuelo? ¿Dónde está?" Margarita continuó. "El fue... digamos my esposo oficial, y eso con ciertas reservas que explicaré, pero no el padre de tu madre. Adivino que aquí tenemos mas de un pillo." El chiquillo parecía confundido, aunque su cerebro trabajaba a toda velocidad. Alexandra no muy feliz miraba a su familia, entonces dijo: "Si, Alexis, ella tiene razón. Tu verdadero abuelo es el Dr. Alexander Lortonoff, y yo soy su hija; es uno de los mejores cirujanos de pulmón y corazón de este país, mi jefe en el hospital." Miró a su madre con cierta severidad. "El era un chico rico y la abuela una pobre chica, probablemente él la violó..." Eso fue como un tremendo golpe en la suave cara de Margarita. Ella comprendió que su hija se sintiera herida porque amaba al hombre que había fallecido como si fuera su verdadero padre. Margarita se puso en pie y fue a su dormitorio; un minuto después regresó con un sobre amarillo, extrajo una antigua fotografía que mostraba a un chico joven vestido con el clásico jersey de la Universidad, podía perfectamente ser reconocido, y otra de cuando ellos eran niños. Alexis explotó. Había visto las mismas fotos solamente hacia unas horas. ¿Cómo podía ser su abuelo un hombre malo? ¡Nunca! El muchachito se levantó frente a su madre, tenía los puños cerrados y las lágrimas fluían de sus preciosos ojos verdes, gritó a su madre con verdadero rencor: "¡Eres una gran embustera! ¡El no es ni ha sido jamás un violador, es el mejor hombre del mundo!" Alexandra, por primera vez en su vida, levantó la mano para pegarle una bofetada a su desafiante hijo, pero él se mantuvo firme mirando a los ojos azules de su progenitora, esperando la bofetada. Entonces despacio ella bajó la mano, casi se desplomó en el sillón y empezó a llorar amargamente, cubriendo su cara con las palmas de las manos. Murmuró: "No tenemos derecho, él ha sido el mejor de los padres." Continuó llorando, Alexis no se movió ni un milímetro. Su abuela tiró de él hacia su lado y le acarició el sedoso y ondulado pelo rubio con una mano, mientras que con la otra le limpiaba las lágrimas. "Lo quiero mucho, abuela; desde el primer momento mi corazón me decía que él era parte de mi. Te quería profundamente desde aquel día que hizo tu retrato; me enseñó esa fotografía. ¿Cómo podía ser él un violador y al mismo tiempo amarte tanto?" El chiquillo comenzó llorar de nuevo en el hombro de su abuela; ella le acariciaba besándolo al tiempo que sentía las convulsiones del niño cuando lloraba. "Tienes razón, mi niño, él no ha sido eso jamás, nunca lo fue, hasta el punto de permanecer soltero casi treinta años esperándome. Tu madre está resentida porque nosotros no participamos de su dolor ni de sus puntos de vista sobre tu fallecido abuelo, sin embargo eso no quiere decir que nosotros no respetemos su memoria, tenemos todo el derecho del mundo a sentirnos como lo hacemos; y más aún sabiendo que él se aprovechó de ella utilizándola, dándole todo su cariño; yo era su "espada de Damocles" y utilizó a tu madre de escudo; no obstante, de alguna manera nosotros lo queríamos, aunque no como ella hacía." El chiquillo miró a la abuela, no entendía sus palabras, ella agregó: "Ya te lo explicaré otro día." Margarita dejó a su hija que llorara hasta que estuvo relajada. Estaba sentada en un cómodo sillón, algún tiempo después, paró de llorar y se secó los ojos. Miró a su alrededor, fijando su mirada en su madre y en su hijo que estaban sentados en frente de ella, unidos como siempre. Pudo comprobar la corriente de amor que existía entre los dos seres que ella quería más. Supo en aquel momento que "la espada" podría caerle a ella y podría perderlos si persistía en su actitud referente a su difunto padre. El no había amado por igual al resto de la familia. "Lo siento muchísimo, hijo mío. Siento y lamento lo que dije a la abuela, así que os ruego me perdonéis los dos." Alexis se arrodilló en frente de su madre y puso su cabeza en su regazo. "Ella no se merece de ninguna manera mis palabras después de lo que ha hecho por nosotros durante todo estos años." "Olvídalo, mamá. Sé que tú no querias decir eso." Ella besó el rizado pelo rubio de su hijo y se puso en pie. Se sentó al lado de su madre y la abrazó tiernamente. "Lo siento de veras, mamá si te he ofendido a ti y a él." Margarita arrastró a su hija hacía su pecho y la abrazó con todo el amor que pudo reunir en aquel triste momento. "No estoy ofendida, te quiero demasiado para eso, y estoy segura que él tampoco lo estaría si estuviera aquí, a menos que haya cambiado drásticamente. Por otro lado, hija, te debo una explicación que no podía darte antes." Hizo una pausa al tiempo que Alexis se sentaba al otro lado y puso sus pequeños brazos alrededor de la cintura de su abuela. Margarita acarició las espaldas de su nieto. "No era una pobre niña abandonada; mi madre era una Brickfield; hija de uno de los hombres mas poderosos en el Norte. Estaba altamente educada, y había estudiado arte en Harvard, allí conoció al Dr. Robert Leigh, que mas tarde sería el padre adoptivo de Alexander Lorton. Tenía una galería de arte en Nueva York, Sé que tenía unos ingresos muy altos anuales, pero, ignoro qué hacia o a donde iba todo aquel dinero. En cambio nos mantenía viviendo allí en el hoyo más indigente del "West End" pobremente vestidos, pero mejor que el chiquillo mas guapo e inteligente que jamás había conocido: Alexander Lortonoff. Algunos hechos marcaron aquel verano de 1960. Mi hermano Tom, el mejor amigo de Alex, nos dejó; había encontrado un padre, hermano y amante, todos en la misma persona. Me dejó esta carta escondida detrás de mi espejo." Margarita se secó los ojos al tiempo que le daba la carta a su hija. Continuó. "La madre de Alexei falleció, y él fue adoptado por el Dr. Leigh." "No sé por qué, probablemente por remordimientos, hizo que tu abuela cambiara y compró una preciosa casa cerca de la de los padres de Alexei…" Margarita continuó relatando a su hija y nieto toda su niñez y temprana juventud, hasta que huyó con Andrew Perking. "Pero mamá, ¿por qué no pediste ayuda al Dr. Leigh? ¿Por qué no le dijiste nada a Alexander Lortonoff? ¡El tenía derechos inalienables sobre mí, yo era su hija! Por encima de todo era tu obligación de que él supiera que yo existía." "¡Ese fue mi gran error, pecado y cobardía, Alexandra! Lo he lamentado durante estos casi treinta años. Seguramente me habrían ayudado, porque los Leigh me querían mucho, especialmente Julia, la esposa del Dr. Leigh; Alexei se hubiera sentido el hombre y padre mas feliz del mundo; hoy tu tendrías unos pocos hermanos y/o hermanas, y vivirías en la sociedad a la que perteneces. Pero yo era casi una niña, tenía diecisiete años y mi madre se estaba muriendo en un hospital. Lo vi todo negro y terrible; me entró pánico. La última noche que pasamos juntos fue para no olvidarla jamás. Por la mañana, cuando tenía que irse, se registró todos los bolsillos y me dio todo el dinero que llevaba encima, unos mil dólares, rogándome que no dudara lo más mínimo en acudir a sus padres si necesitaba ayuda. Lo acepté porque venía de él, siempre había sido así de generoso y todo lo que tenía decía que era mío, también. Incluso se quitó esta cruz de San Patricio y me la colgó del cuello. "El te protegerá." Dijo, el año próximo, cuando cumplas los 18 años, nos casaremos y te vendrás a la Universidad conmigo. Estudiaremos unidos como siempre hemos estado." "Cuando quise darme cuenta de mi error, me encontré casada y con el más hermoso bebé que jamás pude imaginar. Alexei estaba en ti. Andrew estaba enamorado de mí, pero especialmente te amaba a ti. Yo no podía amarle, se lo dije justo antes de que todo empezara; que yo pertenecía a Alexei, por lo tanto, nuestra relación se desarrolló como una amistad. Cumplí con mi promesa siendo su esposa y permitiéndole que se convirtiera en tu padre, no obstante, debió pasarlo muy mal esperando que en cualquier momento yo cambiara y recurriera a tu padre, por eso hablé de espada de Damocles. Todo giraba alrededor de ti. A medida que crecías, él estaba loco por ti, y tú por él. Eso me hizo olvidar parcialmente quien era tu verdadero padre. Varias veces tuve la carta escrita para Alexei, pero siempre pensé que era demasiado tarde. Si aquella carta hubiera llegado a su destino, él habría removido cielos y tierra para que te devolvieran a él, y yo habría estado a su lado apoyándolo." Hizo una pausa esperando algún comentario de su hija, continuó. "Entonces si que me di cuenta de lo tarde que era. ¿Y que pasaría contigo? Tú amabas a Andrew; casi con toda seguridad lo habría destruido a él quizás también a ti. Yo te quería demasiado incluso para arriesgarlo, la culpa había sido sólo mía, mía también la cobardía y decidí continuar como estábamos." Ella suspiró. "Mamá, ¿quieres decir que has empleado toda tu vida al lado de un hombre al que no querías solo porque me querías a mí, violando los sagrados derechos de Alexander Lortonoff y tu amor por él?" "Así es. Y no creas que era una inconciente. Cuando tú tenías tres años y empezaste a ir a la guardería, yo tenía mucho tiempo libre y estábamos desahogados, Andrew ganaba un buen sueldo. Una amiga bibliotecaria me animó para continuar estudiando, ella lo estaba haciendo. Me matriculé en la Universidad de San Francisco por libre, cuando cumpliste ocho años yo recibí el diploma de Licenciada en Derecho." Alexis se levantó y en segundos volvió con el viejo atlas. "Este diploma. Es parte del tesoro de mi abuela que solo me lo desveló a mi." Dijo el chiquillo con orgullo, por eso y por otras cosas la quiero tanto." La abuela se lo pegó a su cuerpo que tanto le gustaba al niño. Alexandra puntualizó. "Ahora entiendo la devoción de tu nieto hacia ti. Ya hablaremos mas profundamente de todo esto. Con tu graduación en leyes podrías haber tomado otras decisiones y en cambio no lo hiciste, ni siquiera lo sabíamos, aunque notábamos tus periódicas cortas ausencias que Andrew no se explicaba y los libros raros que tenías en la mesita de noche." "Eran los periodos de exámenes. Nunca le dije nada, no lo comprendería, pensaba yo, así que decidí continuar con mi preciosa hija a la que siempre he adorado. Tú ahora eres madre, Alexandra, ¿no habrías hecho tú igual por un precioso hijo como este?" Se miraron a los ojos y los tres se abrazaron juntos. Ella continuó. "Cuando Alexis nació, me sentí la persona más feliz del mundo, y pensé que mi sacrificio había valido la pena." "No es extraño en absoluto que el Dr. Lorton te amara de esa manera. Aún siendo tan joven, sabía perfectamente lo que perdía." Murmuró la joven viuda. "Él puede ser el Dr. Lorton, pero lo más importante para mi es que él es mi abuelo, mi verdadero abuelo. ¡Yo lo sabía! ¡Yo lo sabía!" Dijo Alexis casi gritando lleno de orgullo. Margarita continuó. "Andrew y yo nos convertimos en buenos socios y amigos; hicimos todo lo que se espera de una pareja de casados y presumía ante sus amigos de su preciosa esposa, yo me sentía gratificada. El problema surgió cuando apareciste tú con el sargento, ni a él ni a mi nos caía bien, sin embargo, nos mantuvimos a un lado respetando tu decisión y libertad, aunque eras menor de edad. Podría haber usado mi graduación en Derecho y haberlo enviado a prisión, pero yo estaba en el mismo caso con Andrews. Desde el primer curso cuando estudiábamos Derecho Civil lo supe. Por si no lo sabes, ninguna de las dos estamos casadas legalmente al haberlo efectuado antes de ser mayores de edad y no tener el consentimiento de nuestros padres." La chica abrió los ojos escandalizada y Margarita continuó. "Gracias a la laxitud de las Autoridades estamos aparentemente casadas, ostentado el apellido de nuestros respectivos maridos, por eso en mi diploma figura mi nombre y apellidos de soltera. Afortunadamente para él raramente estaba en casa. Cuando nació este precioso niño, lo olvidé todo, pero eI estúpido marinero lo ignoró, solamente tenía ojos para ti y para la Marina." "Ahora comprendo, abuela, lo que me dijiste la primera vez que me enseñaste tu tesoro." Alexis abrazó a su abuela, todos guardaron silencio durante unos pocos momentos. Alexandra miró tiernamente a los todavía hermosos ojos de su madre. "Ahora mamá, cual será el orden del día. Tú eres prácticamente abogada y debes dirigir y solucionar todo esto. Lo que Andrew haya representado para cada uno de nosotros es un problema interno, sin embargo, tenemos delante un funeral y un entierro. Debido a su larga enfermedad, estamos casi arruinados; debemos ya tres plazos de la hipoteca bancaria, dos mas, y la casa sería vendida en pública subasta. Necesitamos ropas decentes para estos actos." Alexis sonrió y su madre lo miró confundida. "Parece que a ti no te importa lo más mínimo, jovencito." "Exactamente, no me afecta, y a ti tampoco debería afectarte." Cruzó una mirada con su abuela. Se puso en pie y se fue a su habitación; unos pocos minutos mas después, volvió completamente vestido, llevando puestas las ropas que su abuelo le había comprado para el funeral. Alexandra abrió los ojos azules desorbitadamente al tiempo que tocaba las prendas de vestir del niño. "¿Donde conseguiste estas ropas? Podríamos haber obtenido otras decentes para todos con el costo de las tuyas." Ni el chico ni Margarita hablaron, el muchacho se fue y momentos después volvió llevando puestas todas las prendas de invierno. Todavía, incluso mas sorprendida, miró a su madre. "¿Es esto un pase de moda para niños, mamá?" El chico contestó a su madre. "No mamá, no lo es. Mi abuelo, tu padre verdadero, las compró para mí. Tú has estado tan preocupada últimamente que no me has visto ir al colegio vestido así. Incluso Pablo me envidiaba." Alexandra los miró. "No te preocupes, mamá, él no sabe nada." Ella suspiró aliviada. "Tu problema está más que resuelto, pero ¿y nosotras, qué?" Margarita sonrió. Extrajo el fajo de billetes y se lo puso en la palma de la mano a su hija. Confundida le preguntó a su madre: "Mamá, por favor, no estoy preparada para más bromas." "No son bromas, Alexandra, mas bien todo lo contrario." El chico entonce intervino. "Si. Mi abuelo me dijo que informara a la abuela que debería comprobar todos los bolsillos por si habían dejado algunas etiquetas, y esa es la etiqueta que ella encontró. ¿No fue así, abuela?" Margarita asintió y contó el dinero. "¡Oh, dios mío. Hay más que suficiente para atender todas nuestras necesidades! Y ahora pareja inteligente, ¿qué debemos hacer con nuestro próximo futuro? Tenemos que hacer algo, eso está claro." Margarita cogió las manos de su hija en las suyas. "Ignoro qué es lo que tu harás, Alexandra, pero yo tengo una idea muy clara de lo que voy a hacer, y creo que Alexis incluso mas que yo. Yo perdí el tren que debía haber cogido hace casi treinta años, pero esta vez puedes estar segura que no se me escapará. Solamente necesito pensar como lo haré." El chiquillo no entendió todo eso del extraño tren que ella había perdido, nunca había oído nada sobre eso. "Abuela, ¿Qué tren era ese?" Ella sonrió por la inocencia de su nieto y le dio un beso rápido en la suave mejilla. "Tu abuelo, Alexis, tu abuelo. Él era mi tren." El niño se rió abiertamente por las ocurrencias de su abuela. "Yo ya lo he cogido, abuela. Le diré quién soy yo realmente y cómo me llamo. Quiero sentirme libre para hablar con él y que me cuente todas las cosas de la familia. Sé que quiere tenerme a su lado, y… a propósito, sabe jugar al ajedrez estupendamente. Hicimos una partida y terminamos en tablas; supongo que lo hizo a caso hecho para que yo estuviera más rato allí con él. Margarita suspiró. "A tu edad, él era un maestro en ajedrez, no solamente en el colegio, sino también los alumnos de Secundaria no podían ganarle." Alexandra adivinaba que tanto la abuela como el nieto habían olvidado de lo que habían estado hablando antes. "Muy bien, ahora tenemos que decidir como "todos" nosotros, no solamente vosotros, lo haremos. No creo que ese sea el mejor camino. Somos un equipo, y como tal, tenemos que trabajar coordinados, eso es lo que él siempre dice antes de empezar una operación quirúrgica. En este caso, él es el paciente y nosotros los doctores." Alexandra hizo una pausa. "Tú, Alexis, puedes continuar visitándolo. Le puedes decir que hemos acordado reunirnos con él dentro de unas pocas semanas, cuando haya pasado el tiempo del luto, eso me dará a mi tiempo para explorar al paciente. Mamá, tu no harás nada por el momento; te traeré algunas revistas de medicina donde aparezca su fotografía dando conferencias." Hizo una pausa y Alexis intervino. "Abuela, no tendrás ningún problema. Observa quien no tiene la barriga gorda, es alto, tiene el cabello blanco y profundos ojos azules como los de mamá; ese será él." Entonces añadió: "Mamá, ¿puedo quedarme allí a pasar la noche si él me lo pide? El último día pasó tan rápido… Entonces tendría la oportunidad de conocer a mi pequeño tío Christian." Se rió. "Ni siquiera tiene dos años. "Bien, hijo, lo dejo a tu decisión. Si él insiste, puedes quedarte, sin embargo, debes llamarnos por teléfono antes. "Gracias, mamá, eres maravillosa. Te quiero." El día siguiente, los cuatro cogieron el metro y se fueron al centro de la ciudad a comprar la ropa que necesitaban y arreglar otras cosas. El jueves llegó, estaba nublado y amenazando lluvia, asistieron al funeral y entierro con semblantes graves. En el cementerio, después de las palabras clásicas del sacerdote, unos pocos hombres les dieron la mano y algunas mujeres les besaron las mejillas. La pequeña María se quedó en casa con algunas amigas. Volvieron a casa cansados y el chico aburrido. Habría preferido irse con su abuelo para charlar y gozar paseando, aunque estuviera lloviendo e hiciera frío. Estaba ansioso de que llegara el sábado. Sin embargo, algo había ocurrido el sábado previo, mientras ellos discutían en casa. Como habían acordado, Alex fue a la estación del ferrocarril a recoger al niño, no estaba allí; esperó unos minutos más hasta que asumió que el abuelo del chico había fallecido. Triste, se volvió a casa. Le había mostrado al chico solamente tres fotografías, pero tenía muchas más. Sacó un viejo álbum y empezó a echarle un vistazo con reverencia; cada vez que aparecía una de Tom, observaba los rasgos parecidos con los del muchacho. Hacia solo alrededor de cinco meses que había visto a su amigo por última vez y se emocionó con tristeza pensando sobre su fallecimiento. En aquel instante el teléfono sonó. Levantó el receptor un poco molesto porque alguien lo había distraído de sus pensamientos. "Alex Lorton al aparato. ¿Quién llama?" Después de unos segundos de silencio, oyó como el emisor se transfería a alguien. "¿Encontraste a mi heredero, hermano mío?" Alex no podía hablar, un nudo bloqueó su garganta de nuevo al tiempo que sus ojos se nublaban. Empezó a recuperarse, la voz lejana insistió: "Alex, hermano mío, ¿estás ahí todavía?" Se sentó en una silla que tenia cerca del teléfono, ya recuperado de la impresión. "Tú, maldito demonio, ¿has venido de los infiernos para acabar con la vida de este pobre ser humano mortal? ¡Tom! ¡Tom!" Alex casi gritó. "No te perdonaré esto jamás. Llamé al hospital y me informaron que habías fallecido e incinerado." "Como los españoles suelen decir: "hierba mala nunca muere". Con toda probabilidad fue un error del hospital; suele ocurrir algunas veces. Ahora, hermano, escúchame, ya hablaremos de todo a su debido tiempo. Vanos a volver a los EE.UU. my padre ha adquirido una casa como a dos millas de donde tú vives, así que seremos vecinos. A propósito, ¿tienes alguna noticia?" Alex no sabía qué decir. No quería darle esperanzas sin ser totalmente ciertas, sin embargo estaba tan feliz que quería compartir su alegría con su mejor amigo, al menos parcialmente. "Tom, creo que después de tantos años, he encontrado una pista, pero quiero que la discutamos entre tú y yo primero." "Hermano, todavía no estoy completamente restablecido, por lo tanto, por favor, mantén esto como confidencial hasta que yo te llame de nuevo. Si tienes éxito, prepararemos una gran fiesta familiar. ¿Estás de acuerdo?" Alex entonces pensó en decírselo a Alexis. "Este es mi antiguo amigo y todavía, después de tantos años, lo quiero con todo mi corazón. Pablo podría ser igual para ti." "Si, hermano, estoy de acuerdo." Colgaron los receptores telefónicos a cada lado del océano. CAPÍTULO 14 ------------------ Margarita estaba desnuda, después de un buen baño relajante; miró a la imagen que se reflejaba en el gran espejo y pensó que no estaba mal para una mujer de casi cincuenta años. Se había cuidado desde el principio, el trabajo duro cuidando a dos niños, y últimamente a un hombre gravemente enfermo, había ayudado. Su propia hija solía decirle muchas veces que tenía mejor figura que ella. Nunca abusaba de la abundante comida y sexo. Andrew en eso no había sido exigente, lo hacían cuando lo necesitaban y sin inhibición hasta que entró en la última fase de su enfermedad. Había cumplido con su palabra de ser una buena esposa, y él nunca se había quejado porque sabía lo que le podría ocurrir, El hecho de que él fuera estéril ayudó bastante, sin embargo, ella había echado de menos hacer realmente el amor como lo había hecho con su Alexei, su verdadero marido, como ella mentalmente lo llamaba. Había echado de menos la verdadera felicidad que ellos disfrutaban después de que sus cuerpos estaban satisfechos, aquellos fueron momentos para sus almas. A pesar de su juventud, Alexei era un maestro de sexo comparado con Andrew; nunca entraron en la lujuria. Todavía ella ignoraba como podía su verdadero marido arreglarse para que ella llegara dos veces a su orgasmo mientras que él lo hacía una vez. Se sonrió. Había visto las fotografías de su hombre en las revistas que su hija le había traído a casa y se sintió más que satisfecha. ¿Se sentiría él igual cuando se encontraran de nuevo? Pensó y besó las imágenes como hacían las adolescentes con sus estrellas favoritas. El lunes Alexis caminaba hacia su colegio hablando con su amigo Pablo sobre las incidencias de la pasada semana. Detrás de ellos venía Rose, la hermana de Pablo y su intima amiga. Alexis se divertía porque veía por el rabillo del ojo como la chiquilla tenía su vista fija en su culo y charlaba con su amiga. "Clara, tengo que follarme a ese chico. Mira esas nalgas, ¿no son preciosas?." "No creo que puedas conseguir tu objetivo. Sólo tiene ojos para su guapo Pablo." "No estés tan segura, yo sé positivamente que él es un macho de verdad." Se echaron a reír ruidosamente sin importarles lo mas mínimo las opiniones de las chicas o chicos que se dirijan al colegio. Pablo, por el contrario, estaba furioso con su hermana. "Es una pequeña puta, una bruja. Te follaría aquí mismo si pudiera." Alexis se rió despacio. "¿Por qué estás tan cabreado con ella? Sabes muy bien que es así." Alexis puso su brazo derecho alrededor de los hombros de su amigo, esto calmó el enfado del muchacho mientras le murmuraba al oído. "Tú sabes muy bien con quién está mi corazón, mi precioso mejicano." Pablo suspiró porque sabía en su alma que Alexis no le engañaba. Entonces dijo: "Parece que has estado en la feria en vez de en un funeral, por eso no te he dado el pésame por la muerte de tu abuelo." Alexis quería contestar a su amigo, pero prefirió mantener la boca cerrada. Pablo empezó a hablar en español y dijo: "El muerto al hoyo y al vivo el bollo." Se rieron a carcajadas y corrieron hacia la entrada principal. Al tiempo que entraban, Alexis despacio susurró al oído de su amigo: "Será mejor que prepares para dormir en tu casa, estoy muy caliente y necesito besar esos labios rojos y follar el suave y maravilloso agujero de tu culo." Eso hizo que Pablo olvidara toda su ira; sonrió. Alexis continuó: "Debe ser en un día normal, los fines de semana son para mi familia." "Será muy difícil, la putita está siempre allí, sin embargo lo intentaré." Durante el recreo del mediodía, Pablo se llevó a Alexis a su lugar secreto donde se iban a mear juntos y a veces a meneársela. Pablo parecía nervioso. "Alexis, hagamos los deberes de casa antes de irnos. Escuché a mi hermana decirle a su amiga que se reunirían esta tarde, supongo que la bruja va a ir a follarse al hermano de su amiga, así que podemos divertirnos un poco en mi casa." Alexis miró dulcemente a su amigo, y viendo que no había nadie a la vista, le dio un beso rápido en los labios. "Eres grandioso, Pablo. Estoy muy caliente." Pablo suspiró. Alexis era muy popular y podía tener otros chicos como amigos, en cambio, le había elegido a él como su mejor amigo. Pronto salieron del colegio. Cuando llegaron a casa, le dijo a su abuela que iba a acompañar a Pablo para resolver algunos problemas de matemáticas. Margarita besó a su adorado nieto y ambos amigos corrieron a la casa de Pablo. Entraron y tal y como habían pensado no había nadie allí. Rápidamente volaron hacia la parte alta de la casa donde estaba la habitación de Pablo; al momento de entrar Alexis puso sus brazos alrededor de la cintura de su amigo y le mordió el lóbulo de la oreja derecha. Pablo muy feliz se giró y besó a su amigo en los labios introduciendo su lengua en la boca de Alexis. "Vamos a desnudarnos, estaremos mas cómodos." En segundos estaban en cueros, Pablo saltó a su cama seguido de Alexis con sus pichas mas duras que nunca. Ambos estaban excitados y sus miembros empezaron a echar líquido preseminal. Alexis se puso a horcajadas sobre su amigo y se sentó en sus piernas; el chico admiraba la suavidad aterciopelada de la piel marrón de su amigo; era algo que le encantaba. Pablo había empezado a respirar fuerte y tenia su boca un poco abierta. Alexis se agachó y besó a su amigo en los labios, entonces el beso se convirtió en apasionado, las lenguas se mezclaron dentro de sus bocas y empezaron a mover sus caderas en éxtasis, sus pichas rozándose suavemente impregnadas de líquido resbaladizo. Pronto pararon de respirar, sus jóvenes cuerpos se tensaron al tiempo que un maravilloso orgasmo los llevó lejos por encima de las estrellas. Alexis se desplomó encima de su amigo recuperando la respiración. Sintió como la mano de Pablo acariciaba su sedoso pelo rubio. "Te quiero, Alexis. Me he repetido muchísimas veces por qué tú me escogiste como tú mejor amigo, hay muchos chicos incluso mejores que yo." Alexis se levantó y acarició las suaves mejillas de su amigo, a continuación lo besó suavemente en los labios, un beso de verdadero y dulce amor. Miró aquellos grandes y profundos ojos negros y quitó un mechón de pelo que se había pegado a la frente con el sudor. "Estás equivocado, Pablo. Hay muchísimos chicos más que quisieran tenerte a ti como su mejor amigo, pero tú me aceptaste a mí. ¿No te das cuenta de que eres el chico más guapo del colegio?" Alexis acarició las mejillas de Pablo con el dorso de su mano para sentir la sensación suave y aterciopelada de su piel. "Te quiero, Pablo; no importa lo que nos pueda ocurrir cuando crezcamos, tú siempre tendrás un lugar especial en mi corazón por toda la eternidad." Alexis empezó a follar a su adorado compañero; su mano izquierda recorriendo el suave pecho y la derecha cogiendo el grueso pene del mejicano, moviéndolo arriba y abajo al compás de las embestidas que él le hacía. Casi chillaron de gusto cuando aquel placer llegó a sus jóvenes cuerpos, llevándolos más allá de sus arcos iris. Casi extenuado, Alexis yació encima de Pablo, después se deslizó a su lado derecho, todavía su picha alojada dentro del culo de su amigo. Permanecieron quietos y en silencio durante un par de minutos gozando del momento después de su amor. Se miraron y se echaron a reír. Entonces Pablo le dio un beso rápido en los labios a su amigo. "Alexis, ¿no tienes hambre?" "¿Hambre? Estoy que me muero de ella con los ejercicios de matemáticas." Se rieron felices. "Vámonos a la cocina." Alexis hizo como para vestirse, pero Pablo sonrió "Es mejor permanecer desnudos por si nos apetece continuar en la cocina." Rieron a carcajadas y cogidos de la mano bajaron. Abrió el frigorífico y sacó dos paquetes de sándwiches fríos y dos zumos de naranja. Comieron en silencio y después de un eructo final volvieron de nuevo a su habitación. De nuevo comenzaron a acariciarse y sus miembros se pusieron duros como rocas, necesitaban otro tratamiento. Alexis se montó encima de Pablo y tiernamente acarició la suave piel de su amigo. "Jamás me hartaría de acariciar tu aterciopelada piel." Pablo estaba enamorado de su amigo. En aquel momento, la puerta se abrió y Rosa dijo: "Cuando el gato no está allí… "Lo chiquillos levantaron la cabeza y sonrieron a la muchacha. "Vosotros microbios... Yo quiero parte del pastel." Pablo se mofó para él porque esta vez ella había llegado demasiado tarde, pero ignoraba la fuerza de Alexis. El chico rubio dijo señalando a su picha casi empalmada. "El pastel está todavía en el horno, pero no te preocupes, en unos pocos minutos se habrá cocinado…" Rose se restregó sus genitales con deseo y le sonrió con picardía. Se desnudó rápido y saltó a la cama entre los dos muchachos. Alexis pegó los ojos en los duros pechitos de la niña deseando mamarlos. "Venga Alexis, cógelos, son para ti." Alexis no dudó ni un segundo, empujó a Rose sobre sus espaldas e inmediatamente empezó a chupar sus preciosos pezones. La chiquilla era inteligente y estaba ardiendo de deseo, sabía que no podía abandonar a su hermano. Mientras que Alexis estaba ocupado mamando sus pequeñas tetas, ella atrajo a su hermano hacia sí y cogió su pene en la boca. Los chicos estaban casi satisfechos de los ejercicios anteriores, pero Rose los revivió. "¡Fóllame Alexis; folla my Chichi, estoy muy caliente!" Alexis cumplió la orden; se movió hacia abajo y sin mas preliminares insertó su larga picha dentro de la húmeda vagina hasta los huevos. Un grito ahogado salió de la garganta de la chica al tiempo que notó sus entrañas llenas de la picha del chico rubio. Alexis estaba encantado de ver que su amigo disfrutaba las chupadas de su hermana. Pronto la chica empujo sus caderas intentando conseguir el máximo del pene de Alexis dentro de ella. Pablo chilló de placer al ser el primero que le llegó el clímax, seguido por la pareja, ambos al mismo tiempo volaron fuera de la órbita de los planetas. Los tres cayeron formando un montón respirando fuerte. Después de unos minutos de relax, Pablo dijo: "¡Eso ha sido fantástico!" Alexis lo miró con amor. La chica los separó y los besó rápido. "Lo siento, hermano, porque a veces he sido un poco estúpida contigo. Tienes una preciosa picha para chuparla, y ya estoy preparada para empezar de nuevo." "Yo también lo siento Rose," Dijo Alexis. "Pero debo irme, se está haciendo tarde y no quiero que mi abuela esté preocupada." "Gracias, chicos, espero poder repetir esto otra vez." Los chiquillos se ducharon rápidamente, y cuando estaban secándose, Pablo riéndose dijo: "Tú gozaste follando a mi hermana, ¿Cierto?" "Bueno, igual que tú con su mamada." Alexis se vistió y se fue. El resto de la semana transcurrió sin ninguna novedad, Alexis estaba ansioso de que el fin de semana llegara. El sábado se levantó, se tomó un zumo de naranja y le dio un beso a su abuela con un guiño; su madre y la pequeña María todavía estaban durmiendo. Corrió al aparcamiento de la estación y unos pocos minutos mas tarde, vio al "Jaguar" entrando. Cuando el coche se paró el chico no dudó un momento, abrió la puerta derecha y se sentó en el regazo de Alex, abrazó con ternura a su abuelo y cubrió de besos la afeitada cara, entonces apoyó su cabeza en el pecho del hombre. "Te quiero, abuelo." El hombre besó el pelo rubio del chiquillo. "Te he echado mucho de menos. El sábado quería venir para estar contigo." "Hiciste lo correcto, mi niño, después de todo, era tu abuelo." Quería contestarle, pero como con Pablo, prefirió mantenerse en silencio. Después de un par de minutos, el chico dijo: "Por favor, lanza este maravilloso coche a toda velocidad, estoy hambriento." "¿Quieres que la policía nos meta en la cárcel? No se puede correr más de lo permitido en esta área." "No me importaría ir a la cárcel si tú estás conmigo." Alexis se sentó en el otro asiento y reclinó su cabeza rubia en el hombro de su abuelo. Alex sonrió; pensó como este chiquillo había conquistado su corazón. Entraron en una estación de servicio y llenó el depósito de combustible, sin embargo, en vez de volver a la carretera aparcó cerca del restaurante. "Yo también tengo hambre. Sólo tuve tiempo de lavarme y afeitarme. He dormido demasiado." Alexis le chinchó al tiempo que caminaban para el restaurante. "¿Tuviste una chica en tu cama la pasada noche, abuelo?" El chiquillo rió de buena gana al momento de chinchar a su abuelo. Alex intentó hacérselo al chico, pero el niño se puso fuera de su alcance. "Eres un chico muy travieso." Alexis volvió con su abuelo y le puso el brazo alrededor de la cintura del adulto. Alex agitó el cabello de su nieto al momento que entraban en el restaurante. Una camarera que había terminado de servir a otra mesa había observado la tierna escena y suspiró. Alex ordenó un gran desayuno para el muchacho y otro más sencillo para él. "Eso es demasiado para mí." Dijo el niño. Alex no hizo ningún comentario, pero la camarera intervino. "Tu padre tiene razón. Estás creciendo y tu joven cuerpo necesita muchas proteínas." Alexis se rió y contestó a la chica. "No es mi padre, él es mi abuelo. No hay muchos chicos de mi edad tan orgullosos como yo estoy de tener un abuelo tan alto y tan joven como el mío." La mujer sonrió y Alex dijo: "Y no hay muchos abuelos que tengan un nieto tan charlatán como el que yo tengo." Se rieron y la camarera se fue a buscar la orden. Vieron a través de los cristales un pesado camión moviéndose en el aparcamiento; Alex comentó. "Un vehículo como ese patinó ayer noche debido al hielo y volcó. Un hombre falleció y nosotros transplantamos su corazón a otro, ahora tiene una oportunidad de sobrevivir. Desayunaron, como de costumbre, en silencio. Cuando terminaron, Alexis puso la mano sobre su boca y eructó silenciosamente. Alex lo miró con placer por las buenas maneras de su educación. Pagó la cuenta y dejo una buena propina a la camarera. Al momento de subirse al coche, la mujer comentó: "Gente agradable y educada. Sería un bebé cuando se casó. Condujeron despacio, todavía el tiempo era frío, pero no como el de las dos semanas últimas. Los primeros tallos de los árboles estaban naciendo y los pájaros más madrugadores cantaban en las ramas buscando compañera. Antes de que su abuelo aparcara el coche, Alexis dijo: "Por favor, para como a unos cien metros de la casa; quiero observarla cuidadosamente." Alex paró. Alexis descendió y miró intensamente alrededor de la casa donde su abuela había sido tan feliz. El abuelo lo miró intentando adivinar los pensamientos del chico. El procedió hacia el garaje mientras el chiquillo exploraba los edificios. "¿En que piensas, hijo?" Alexis cogió de la mano a su abuelo y caminaron hacia la puerta principal de la casa. "Estoy intentando imaginarte cuando tenías mi edad cogido de la mano de esa preciosa niña." El chico pudo comprobar que había sorprendido a su abuelo y el suspiro posterior. Para chiquillo era muy difícil mantener el secreto y no decirle a su abuelo que él era su verdadero nieto. "Tom, no trates de imaginar nada, de eso hace ya mucho tiempo, es el pasado. Ahora intenta vivir tú mismo lo que yo hice hace casi cuarenta años. Cuando encuentres una chica a quien realmente amas y ella te ame a ti, no desperdicies el tiempo; si embargo, tendrás que hacerlo con alguien que se lo merezca, pero no a cualquiera." Alexis presionó la mano de su abuelo, pero se mantuvo en silencio. Entraron en la casa y siguieron el ritual del baño. Alex, una vez más, miró a su nieto desnudo y suspiró. Pensó que habría dado su fortuna por tener un nieto de verdad como este niño. Terminaron el baño, relajados se cambiaron a ropa interior limpia y cubrieron sus cuerpos con los albornoces blancos. Alex se sentó en el gran sofá, inesperadamente Alexis saltó a su regazo y se sentó a horcajadas. El chiquillo puso sus brazos alrededor del cuello del hombre y lo besó suavemente en los labios. Alex tembló y su cuerpo se estremeció; no sabía si el niño estaba al tanto del significado de su acción. Alexis terminó su beso y apoyó su dorada cabeza suavemente en el hombro izquierdo de su abuelo, sus brazos alrededor de sus espaldas. Alex con ternura y despacio acarició y besó el sedoso cabello, todavía húmedo del baño, entonces Alexis, casi como una oración, despacio dijo: "Abuelo, quiero decirte algo muy importante." Hizo una pausa como si tuviera dudas. "Pero tienes que prometerme que no me harás ninguna pregunta porque no quiero mentirte." Alexis hizo otra pausa esperando la respuesta de su abuelo. Alex sintió como en su garganta se formaba un nudo. "Te… te… lo prometo, hijo." Siguió un silencio y Alex notó como el niño respiró profundamente. Después de un minuto que le pareció una hora a ambos, Alexis dijo: "Abuelo, mi nombre no es solo Tom, sino Alexander Tomás." Hizo una pausa. "Tomás por mi desaparecido tío Tom, y Alexander por ti, pero todo el mundo me llama Alexis" El corazón de Alex latía fuerte, parecía como si quisiera salirse de su pecho. "Sé que tengo otra tía, la tía Brenda, pero no sabemos nada de ella." Alex apretó contra su duro pecho al niño y besó su pelo rubio mientras una corriente de pensamientos y preguntas invadieron su mente. Después de un par de minutos, separó al niño con ternura y le devolvió el beso en los labios, como acostumbraban en su familia. Alexis vio lágrimas en los ojos de su abuelo y lo abrazó incluso más fuerte que antes. "Te quiero, abuelo, te quiero muchísimo." Murmuró el chiquillo. Permanecieron unidos durante aquellos momentos de emoción. Alexis había descargado en su abuelo todo lo que almacenaba en su joven corazón. Cuando Alex separó al muchachito de su pecho, el niño estaba dormido. Cogió al chico en sus brazos y miró al retrato al óleo. Murmurando: "¿Por qué me hiciste esto?" Llevó al niño a su dormitorio y lo metió debajo del edredón, besándolo en la frente. Cuando Alex abandonó la habitación, el chico suspiró; se sintió el niño más feliz y afortunado del mundo. Ya aliviado de su carga emocional, se echo a dormir; había estado despierto la mayor parte de la noche anterior pensando en estos momentos. Alex cogió el viejo album de fotos y empezó a ojear las fotografías una por una, recordando aquellos momentos felices. Pensó en las revelaciones del chico. El niño claramente sabía quienes formaban su familia. Tom le había confesado que no tenía herederos, y él nunca había estado con Brenda fuera de aquel episodio cuando ambos eran niños. La conclusión a la que llegó era que el chico descendía de Margarita y de él mismo. No obstante, ¿qué ocurrió durante aquellos meses que siguieron a su marcha a la Universidad de Harvard? Si ella había concebido un bebé, ¿por qué no le dijo nada a él, el padre de la criatura? ¿Fue un niño o una niña? Por otro lado, el chico hablaba siempre de su madre y su abuela. ¿Era Margarita su otra posible abuela? Muchas preguntas que él no podía forzar al niño para que las contestara. Esperaría; sabía que el misterio se aclararía muy pronto. Levantó el teléfono y marcó un número francés. Cuando oyó la voz de Tom, sin nada preliminar, dejó caer: "Hermano, la pista se confirma. Estamos muy cerca." Oyó un suspiro amortiguado. "Como de costumbre, eres grande. Por favor, no dejes de tenerme informado. Te quiero, Alex." "También yo os quiero a los dos." Cerraron la comunicación. Alexis se despertó casi a la hora de comer, pero se sintió tan bien y tan feliz que no quería abandonar la cama. Oyó pasos y vio a su abuelo que se aproximaba. Pensó en el primer momento hacerse como que estaba dormido, pero no podía ocultar su felicidad. Saltó a los brazos del hombre y lo arrastró a la cama. Se echó a reír a carcajadas y besó los labios del adulto con un rápido picotazo. "¿Estás enfadado conmigo, abuelo? Lo siento pero no puedo ir mas lejos en mi información sin faltar a mi palabra." "Jamás te pediría eso, hijo. Ahora chico perezoso, vístete, necesito el aire fresco en mi cara para aclarar mis ideas. ¿Ves ese armario? pues todo lo que contiene es tuyo, así que coge lo que quieras y te lo pones mientras yo me cambio a algo más confortable. No olvides de llevarte el bañador por si quieres competir conmigo en la piscina." Alexis brillaba de contento. Cinco minutos después estaban preparados y dejaron la casa. "Abuelo, fuiste muy listo poniendo el dinero en los bolsillos. La abuela casi lloró, dijo que te lo agradecería personalmente; estábamos muy escasos de fondos. Fuimos de compras y adquirimos vestidos apropiados para ellas. La pequeña María no necesitaba nada; se quedó en casa. Me sentí muy mal durante toda la semana porque tenía que representar lo que no sentía. Yo habría querido estar aquí contigo." De pronto Alexis cambió de asunto. "¿Por qué dijiste que todos los trajes eran míos?" "Porque tú eres mi único heredero; de ahora en adelante, esa será tu habitación, no importa si duermes aquí o no. Además, en el caso que traigas algún amigo a dormir contigo. Todo lo que ves aquí, esta casa, y la de Connecticut serán tuyas algún día, y muchas otras cosas que yo te iré explicando a medida que crezcas. Tú eres un chico rico, Alexis." El muchachito oyó su verdadero nombre por primera vez con palabras de su abuelo y eso le hizo muy feliz. "No quiero nada si tú no estas cerca de mi, abuelo." El hombre empujo al niño hacia él riéndose. "¡Oh no te preocupes, hijo, te hartarás de mi!" "¿Y que pasará con mi dulce María y tu otro hijo, Christian? Es gracioso, abuelo, tengo un tío que es diez años mas joven que yo." "Tú mencionaste que tu segundo nombre es Tomás y que viene de tu tío Tom. Bien, él fue el único y real amigo que tuve. Ahora quiero que tú me prometas que jamás revelarás esta conversación a nadie hasta que yo te lo pida." "No te preocupes, abuelo. Si no te importa, volvamos a casa, mas tarde podemos continuar. Estoy muerto de hambre." "Buena idea." Volvieron, y media hora más tarde llegó la furgoneta con el poderoso hombre de color al volante. Descargó los pequeños contenedores con el almuerzo y la cena, y se fue. Algunos minutos después estaban sentados comiendo en silencio. Terminaron y se sentaron en el sofá favorito. Todavía hacia frío en la calle y Alexis sugirió: "¿Qué te parece si encendemos el fuego, abuelo?" "¿Por qué no? Desde ahora en adelante, esta será una de tus tareas." El chico se echó a reír; transportó los trozos de madera desde el anexo, y siguiendo las instrucciones del adulto preparó la lumbre. Era feliz haciendo cosas útiles. Se sentaron frente al fuego, las llamas hipnotizaban al chiquillo mientras su abuelo acariciaba el sedoso pelo rubio. "Abuelo, tu querías hablar del tío Tom. Dijiste que el había sido el único amigo de verdad que habías tenido." "Si, porque tú me pediste algo sobre la pequeña María y mi otro hijo, el pequeño Christian. Cuando nosotros éramos niños, el tío Tom iba con hombres, o sea, se prostituía. Encontró un hombre que lo consideró como si fuera su padre y amante al mismo tiempo; ambos eran gays como tu amigo Pablo. Cuando cumplió 12 años nos dejó sin decirnos donde iba a vivir. Antes de irse abrió una cuenta de ahorro bancaria y me puso a mí como su albacea." "¿Qué significa la palabra albacea, abuelo?" "Una persona en quien tú confías para que haga algo en tu nombre. Antes de irse, me hizo prometer que en caso que a él le pasara algo, yo debería buscar a su heredera, su dulce hermanita Margarita, y darle todo el dinero si él no podía o porque falleciera. Pensé que era una broma y consentí, entonces yo tenía casi once años y él tenia doce. Unos días mas tarde, desapareció, y nueve años después de aquel triste día, Margarita, my dulce Margarita, hizo lo mismo." Con tristeza miró a la pintura y suspiró. "Abuelo, ¿qué ha sido del dinero del tío Tom?" "Está allí en el banco, mas de cuatro millones de dólares en efectivo, más propiedades y una Compañía de ropa de moda en Francia que produce excelentes dividendos todos los años. Una gran fortuna, que con toda probabilidad irá a tus manos y a las de la pequeña María, si no la encuentro a ella." Alexis estaba luchando contra su deseo de decirle a su abuelo que ella estaba viva y sólo a unas pocas millas de allí. El sabía todo de las dos partes y no podía hablar. "¿Y el pequeño Christian? El es tu hijo, también, y no sería honrado dejarlo a un lado." Alex atrajo al niño hacia si y le besó el cabello. "Me gusta que lo menciones. Lo conocerás la próxima semana; es realmente un precioso bebé pelirrojo irlandés. No puedo explicarte ahora la complejidad de su familia irlandesa y mi relación con ella. En suma, él heredará la fortuna de su familia y tú gozarás de la mía, además del dinero del tío Tom. Ahora lo más importante es que he encontrado una pista, después de casi treinta años buscando. Tú eres esa pista, y esperaré pacientemente hasta que todo este lío se resuelva." Alexis quería preguntarle sobre el tío Tom y tía Brenda, pero pensó que entonces su abuelo le preguntaría a él más sobre su madre y su abuela. "Abuelo, se me olvidó decirte algo. Me puedo quedar contigo esta noche, si tú quieres." Alex abrazó a su nieto. "¿Por qué no me dijiste nada antes? Podríamos haber hecho un pequeño viaje a Connecticut." "Soy muy feliz estando aquí; tendremos tiempo sobrado para ese viaje." Alexis pensó que él era la clave para resolver ese "lío" y podría hacerlo solo con un par de llamadas telefónicas al móvil de su madre y al de su abuela, pero le gustaban como las cosas se iban desarrollando; necesitaba más tiempo. Alex adivinó los pensamientos del inteligente chico y sonrió. Ya tenía casi todas las partes del rompecabezas, pero todavía no sabía como encajarlas. Obviamente, Margarita era la clave. Casi con toda seguridad ella estaba embarazada cuando se separaron. Ahora, ¿fue una niña o un niño? El chico nunca mencionó a su padre. ¿Por qué? Su abuela, a quién el niño adoraba, ¿era Margarita? Se levantaron un poco tarde, habían estado jugando al ajedrez y charlando hasta las tantas. Alrededor de media mañana Alexis corrió a los brazos de su abuelo. "Abuelo, ¿Qué te parece si vamos a nadar a la piscina? Quiero ser tan bueno nadando como tú eres. Podemos ir andando. Me gustaría ver mejor la vecindad." "No es mala idea. Coge aquella bolsa con los bañadores y el resto de las cosas. Necesito hacer ejercicios físicos." Caminaron hasta las instalaciones deportivas, y cuando estaban pasando cerca de una preciosa casa, no tan grande como la de ellos, observaron que algunos albañiles estaban trabajando en el edificio, y un arquitecto en el exterior comprobando algo sobre unos planos. Instintivamente Alex se paró, y Alexis lo miró. "¿Qué pasa, abuelo?" "Este lugar me recuerda los mejores momentos de mi vida." "¿Por qué, abuelo? ¿Tiene algo que ver con nosotros?" "Muchísimo, hijo, muchísimo. En esta casa vivía la niña del retrato hasta que desapareció. Pasamos aquí muchos momentos dulces." Suspiró. Entonces el muchacho se acercó a uno de los técnicos. "Perdone, señor, ¿quién es el propietario de esta casa ahora?" El hombre miró a ambos un poco sorprendido. "Lo siento, pero no lo sé; a nosotros nos han contratado a través de un abogado para reformar la casa. Estamos añadiendo tres dormitorios e instalando de nuevo todo el sistema de agua, electricidad y aire acondicionado con tecnología moderna, tenemos que terminarlo lo antes posible. Solamente sabemos que son americanos que vuelven de Australia después de vivir muchos años allí." Agradecieron al hombre la información y le dijeron adiós. Alexis durmió feliz hasta tarde en la mañana del siguiente día, recobrándose del estrés de los días pasados. Oyó risas y articulaciones de un bebé; abrió los ojos y se encontró frente a él un precioso niño pelirrojo que se sorprendió un poco al verlo acostado en la cama. Su pequeña mano le tocó la cara y Alexis hizo como si quisiera morderla. El pequeño se rió divertido, entonces Alexis repitió la acción y la voz cristalina del niño llenó la habitación; Alex estaba como encantado con la escena. Entonces lo levantó de la cama. "Vamos Christian, dejemos a Alexis para que se vista." Ni el bebé ni el chico parecían que lo aceptaran. "Por favor, abuelo, déjalo conmigo. Me lo llevaré dentro de unos minutos cuando baje para desayunar." "De acuerdo, no tardes, son casi las 11:00 y Christian necesita su comida." Alex se fue, dejando a su hijo en la cama. Pronto oyó las risas del bebé y las de su nieto cuando bajaba las escaleras. Después de algún tiempo jugando el niñito se cansó de aquel juego y se deslizó de barriga fuera de la cama, pero tan pronto como tocó el suelo alfombrado el bebé se puso a cuatro patas e intentó alcanzar la puerta. Alexis estaba desnudo y su picha tiesa con la erección de la mañana. Saltó de la cama y cogió al pequeño diablillo en sus brazos. Lo echó de nuevo en la cama y empezó a mordisquearle la barriguita y el pecho. De nuevo las fuertes risas llenaron el dormitorio. Alexis pensó que ya era suficiente y lo sacó de la cama, sin embargo como el bebé iba a empezar a cuatro patas sobre sus rodillas, Alexis lo cogió de nuevo y lo puso en el suelo. "Ahora mi precioso tío, vas a empezar a andar de pie, tú no eres un mono." El pequeño miró a Alexis con sus intensos ojos verdes y pareció comprender. Alexis lo puso contra el borde de la cama de pie, él se arrodilló a un par de metros retirado y extendió los brazos hacia el niño. "Ahora Christian, vamos, Alexis tendrá cuidado de ti." El dudó un momento y entonces empezó a caminar despacio hacia él. Cuando estaba a mitad camino, el bebé corrió a los brazos de Alexis. Aquello le pareció gracioso al pequeño y repitió la acción cuando se lo pedía. Cada vez que tenía éxito, Alexis lo premiaba con un montón de besos, eso le gustaba mucho. Ahora cogido de la mano de su sobrino andaba fácilmente. Entraron en el cuarto de baño y Alexis vació su vejiga; esto pareció sorprenderle al pequeño, se puso de pie y extendió la mano para tocar el pene del chico. Alexis desvió la mano del bebé riéndose. "No, mi pequeño ángel, todavía eres demasiado joven." En aquel momento oyó la voz de su abuelo llamándolos. "Tom, por favor, baja con Christian." Alexis se vistió rápido no con toda la ropa, con Christian andando cerca de él cogido de la mano. "¿Qué es eso, mi pequeño irlandés?" Después de unos momentos, Alexis llevó al bebé con su padre, entonces le dijo: "Chris, dile a papá cuantos años tienes." El pequeño pelirrojo sonrió e inmediatamente levantó su manita señalando al techo con su dedo índice. Alex estaba cautivado, entonces oyó: "Eso no es nada. Vamos, ¡Christian, muéstrale a papá lo que puedes hacer!" Alexis cogió al niño desde donde su abuelo lo tenía y lo dejó de pie a unos pocos metros enfrente de Alex. El bebé inestable caminó hasta los brazos de su padre. Alex recibió a los dos, besó al bebé y abrazó muy fuerte a su nieto. "¡Te quiero, Tom!" "Por favor, abuelo, llámame Alexis, como todo el mundo hace. Quiero tu nombre conmigo." Alex no pudo resistir la tentación y abrazó al muchacho familiarmente. El chiquillo abrazó a su abuelo sin pronunciar una palabra. No hacía falta. El día continuó con la felicidad reflejándose en los ojos de la familia, especialmente en el corazón del gran cirujano. No se había sentido tan bien desde que Margarita y él cogidos de la mano, corrieran por los prados de Connecticut, de eso hacia ya muchos años. CAPÍTULO 15 ------------------ Los señores Clarkson, antiguos amigos y vecinos de Alex, lloraban en silencio en la oficina de Alex en el hospital. Su única hija, Helen, estaba en una habitación cercana respirando con dificultad, a pesar de estar ayudada con oxígeno. La chiquilla de once años tenía unos preciosos labios, ahora morados debido a una malformación congénita del corazón. Ya la habían transplantado dos veces, sin éxito; su cuerpo había rechazado fuertemente los nuevos órganos. Sin embargo, su hermano gemelo, era un chico sano, pero autista. La niña lo adoraba, era muy guapo. "Lo siento, Lorna, si no recibimos un corazón compatible dentro de cuarenta y ocho horas, tendremos que conectarla permanentemente a una máquina-corazón para mantenerla viva. Su cuerpo ha rechazado ya dos corazones, y es prácticamente imposible que encontremos uno compatible en este corto periodo de tiempo." La Sra. Clarkson sabía muy bien lo que Alex le estaba diciendo. Su gran fortuna no les había servido de nada; habían explorado otros posibles medios, y los mejores especialistas del mundo para salvar a su preciosa hija, sin embargo, todos ellos llegaron a las mismas conclusiones expresadas en las palabras de Alex. Solamente un milagro podría salvarla, y ellos no creían en los milagros. Solamente hacia un año, aparentemente, era una chica sana, sin embargo no lo era. Alex volvió a casa aquella tarde sintiéndose muy mal después de un dulce fin de semana con su nieto. Sintió la impotencia de aquellos padres para salvar a su hija, a pesar de los esfuerzos y dinero que tenían. Se vio impotente para darles mejores noticias, pero eso era también parte de su profesión, lo peor. Su corazón se rompía cuando era un niño o una niña el sujeto a considerar. Se acostó temprano, el fin de semana había sido excitante y la energía de su nieto era inextinguible, Se sonrió. A las 4:00 de la mañana sonó el teléfono. La voz clara de la Sra. Louth estaba al otro lado de la línea. "Alex, medio milagro ha ocurrido; el hijo autista de los Clarkson está prácticamente muerto a causa de un accidente de carretera. La línea de su cerebro es completamente plana. La Sra. Clarkson ha expresado claramente sus deseos que tú debes estar a cargo de transplantar el corazón de su hijo en el pecho de su hija." Hizo una pausa. "Estamos preparando el quirófano numero 2. En un par de horas, quizás antes, estaremos listos para operar." "Mary, quiero mi equipo preparado en una hora. Por favor, llama a Sandra, la quiero a mi lado." Mary Louth sonrió. Una hora después, Alex estaba relajado y hablando a su equipo. La Madre Naturaleza le había hecho un regalo muy especial: poder relajarse en momentos y circunstancias importantes como esta. Todos sus asistentes estaban sentados delante de él. "Este es un caso importante, no porque ella sea una chica rica, sino por porque es una niña y quiero que, como siempre, pongáis vuestros corazones en ello. ¿Alguna pregunta?" Todos guardaron un respetuoso silencio. "De acuerdo entonces, a nuestro trabajo." Despacio todos se fueron a sus respectivos puestos, actuando como un solo cuerpo. Introdujeron a la paciente en el quirófano y las puertas se cerraron. Mas de cinco horas mas tarde, la alta figura del médico apareció y la señora y el señor Clarkson lo miraron; sus corazones estaban deshechos. "¿Cómo está?" Preguntó el padre con angustia. "Está en el servicio de emergencia recuperándose, con los mas preciosos labios rojos que jamás he visto en mi vida. La podréis ver y hablarle dentro de 24 horas. Por lo pronto, por favor, que no sepa nada sobre el accidente de su hermano." La mujer empezó a llorar echada en el pecho de su marido; cuando Alex se preparaba para irse, el dolorido padre lo retuvo. "Por favor, Alex, quiero pedirte otro favor adicional." Alex miró al padre ignorando qué podría él hacer por aquellos padres afligidos. "Si está en mis manos, puedes contar con ello de antemano." La mujer miró a Alex rogándole por su marido. "Sé que es absolutamente necesario hacer la autopsia a los restos de nuestro hijo; no obstante, sé también que a veces casi destruyen los cuerpos. El Juez, un amigo nuestro, nos ha garantizado que este requisito se haga en el hospital, y no en el depósito de cadáveres; ha tomado las medidas necesarias para facilitar la documentación necesaria." Alex, con ternura, lo interrumpió. "Legalmente no se nos permite hacer eso, las autopsias post-morten debe realizarlas los patólogos judiciales, o sea, forenses, ya que el niño falleció como consecuencia de de un accidente, eso determinará la responsabilidad del conductor, si la tiene." "Sabemos que ese es el procedimiento normal y nosotros no queremos violar la Ley bajo ninguna circunstancia, sin embargo, queremos que tú o alguien de tu equipo esté presente para prevenir daños innecesarios en el cuerpo de nuestro hijo, especialmente su preciosa cara. El Juez está de acuerdo." "En ese caso, no os preocupéis. Si puedo estaré personalmente presente, si no, dos de mis mejores hombres estarán allí, podéis confiar en nosotros." Alex abrazó a la pareja. "Hasta mañana." Los dejó con una enfermera por si necesitaran alguna asistencia. Como de costumbre, se reunió con su equipo y les dio las gracias por su cooperación; pero esta vez, explicó los deseos, muy normales, de los Clarkson. "Si no os importa, por favor, Justine y Carl, vosotros estaréis presentes en la autopsia. Al final, deberéis elevar una minuta de la operación, y obtener una copia del acta de los patólogos." Cuando ya se iban, suavemente Alex retuvo a Alexandra. "Señora Camp, por favor, venga a mi oficina, será solo un minuto. "Estamos muy cansados, Dr. Lorton, sin embargo usted parece que acaba de salir de la ducha después de una larga noche durmiendo." Se rieron. "Alexandra, en absoluto estoy flirteando, pero mañana, si la chiquilla continúa bien, me gustaría hablar contigo." Ella miró a su padre a los ojos. "¿Qué le parece ese almuerzo que usted me prometió?" "Mañana será un día perfecto después que veamos a nuestros pacientes. Te veré entonces. Que descanses bien." "Lo mismo para usted." El día siguiente, mientras los Sres. Clarkson estaban ocupados preparando el funeral y entierro de su hijo, los sanitarios subieron a la niña a una habitación soleada mirando al parque. Todavía estaba conectada a bolsas de plástico colgadas que le suministraban los medicamentos que necesitaba una persona recientemente intervenida, pero ella se sentía muy bien, incluso le sobraba el oxígeno; aunque dos pequeños tubos llegaban a su preciosa nariz respingona. Alex y Alexandra entraron en la habitación, la enfermera de guardia los dejó solos. Ya sabían de antemano la magnífica situación de la niña, pero él quería compartir la felicidad de la chiquilla durante unos minutos. "¿Cómo está la paciente mas bonita que jamás he tenido?" Helen sonrió y extendió su pequeña mano hacia él. Alex la apretó con cariño. "Ya veo que no necesitas ni hablar." "Hoy es el día mas feliz de mi vida. Quiero ver a mis padres para agradecérselo." "Los tendrás contigo a la hora de las visitas. Ahora tienes que descansar, recuperarte y pensar en tu futuro. ¿Me lo prometes?" La chiquilla les sonrió agradecida. "Lo haré si Vd. me lo ordena." En la puerta, cuando estaban saliendo, cogió a la enfermera que la cuidaba. "Supongo que la han puesto al corriente. La niña no deber saber jamás quien ha sido el donante, o que su hermano ha fallecido." "Como siempre, señor." "Si, como siempre. Gracias y buena guardia." Caminaron hasta su despacho, él recargó con café nuevo la pequeña cafetera, y al cabo de unos pocos minutos echó el negro líquido en la taza de Alexandra y la suya propia. "Es un placer oler este café." "Sandra, hoy es un gran día, me siento feliz y quiero tener amigos con los que compartir mi felicidad. He sido un hombre solitario, al menos durante casi los últimos treinta años." Sandra extendió su mano y presionó el brazo de su padre animándolo a continuar. "Quizás tú no puedas comprenderlo, pero solamente he tenido un amigo de verdad, y eso fue cuando todavía era un niño de diez años." Hizo una pausa. "Si, éramos los mejores amigos. Ahora no tengo un chico amigo, sino un amigo chico. Un inteligente y precioso niño que lo encontré una mañana aterido de frío en las calles de esta gran urbe. Desde hacía algunos meses buscaba a chicos para poner a prueba su inteligencia con objeto de retirarlos de la prostitución infantil y darles una educación con el capital de mi antiguo amigo, si no encontraba a su heredero/a. Te lo explicaré mas tarde como. Ahora quiero hablar con su familia, y el próximo curso académico lo patrocinaré…" Continuó explicando las circunstancias y las visitas que ya sabemos. "¿Qué ocurrió con su primer amigo? Está usted en contacto todavía con él?" "Tomás López-Barrio, un real y puro chico mediterráneo, ojos negros grandes, pelo ondeado negro, record mundial de pestañas y la piel mas blanca que jamás haya visto y sin la mas mínima mancha; solamente su hermana menor, Margarita, era como él. Atraía por igual a hombres y mujeres." Sandra estaba temblando porque el momento se estaba acercando y ella no sabía como reaccionaría su padre. Alex narró las circunstancias de Tom, que fue ignorado por su madre y tuvo que marcharse con aquel hombre al que consideraba su padre y su amante. "Hace solo unos meses, recibí una llamada desde Paris…" Le contó a Alexandra todo lo de ser albacea de la fortuna de Tom, sin embargo, él no le mencionó que Tom estaba vivo. Ella le preguntó: "¿Quiere usted decir que Margarita es una mujer rica y no sabe nada de eso?" "Lo ignoro si lo sabe o no." Una ráfaga de tristeza pasó por su semblante, añadió. "O incluso si está viva o no." Sandra no podía soportar más la situación, y menos todavía la tristeza de su progenitor. Introdujo la mano en el bolsillo de su chaqueta y extrajo la joya que Alex le había dado a Margarita cuando se separaron. Tuvo dudas durante unos segundos, pero finalmente decidió terminar con aquella situación. Miró intensamente a los ojos azules de su padre. "Creo que tengo algo para ti." Acto seguido puso la joya en la mano de su padre. Alex miró la cruz de San Patricio como si ésta lo hubiera hipnotizado, sus ojos empezaron a nublarse. Después de unos segundos, y sin levantar la cabeza, preguntó quedamente: "¿Dónde… está... enterrada? ¡Quiero ir allí ahora mismo!" "¿Por qué asumes que está muerta?" "Porque ella jamás habría dado esta cruz a nadie, excepto…" Sandra lo interrumpió. "A su hijo o hija." El hombre no pudo contestar. Su garganta se había cerrado, su cabeza doblada mirando intensamente la joya. Asintió. Alexandra se levantó de su asiento y abrazó al hombre desde atrás. "Mi madre no está muerta, padre." Alex se levantó despacio y le devolvió el abrazo tiernamente a la joven. En silencio empezó a temblar. Después de unos minutos se calmó. "¡Alexandra, mi hija Alexandra! ¡Tres años cerca de mi y no te he reconocido!" La besó en el cabello. La separó de sí y la miró cuidadosamente."¿Cómo he podido ser tan estúpido y ciego cuando tú eres la viva imagen de mi madre?" En aquel momento, Mary Louth abrió la puerta y adivinó algo. Alex se limpió los ojos. "Por favor, Mary, entra." Esta fue la primera vez que el Dr. Lorton la había nombrado así, habiendo presente una tercera persona. "Permíteme presentarte mi hija Alexandra." Las mujeres se besaron en las mejillas y se abrazaron. "Me había preguntado muchas veces, cómo dos personas podían ser tan iguales cómo vosotros sin pertenecer a la misma familia. Supongo que tenéis mucho de qué hablar. Gracias por confiar en mí. No diré una palabra a nadie hasta que vosotros decidáis lo contrario." Se fue. "Me gustaría verla." Sandra sonrió y presionó la mano de su padre. "¿Debo recordarte que hay una comida esperándonos?" Alex abrazó a su hija. "Creo que si he esperado casi treinta años, puedo esperar unas pocas horas más." "Primero, supongo que quieres saber lo que ocurrió." Hizo una pausa esperando el comentario de su padre. "Cuando mi papá murió, mi madre nos lo explicó todo en detalle, en aquellos momentos me sentí muy dolida. Ella y mi hijo parecían indiferentes, algo que no les importaba lo más mínimo, sin embargo, para mí ese hombre había sido mi padre y mi papá, pero debo admitir que lo era solo para mí. Por lo tanto, ella había soportado esa situación durante casi treinta largos años, cuidándonos y yendo a la cama con un buen hombre, como ella lo llamaba, sin amarlo, siempre echando de menos a su verdadero esposo, al que había perdido hacía muchísimo tiempo. Por otro lado, mi hijo la apoyaba decididamente; hasta el punto de que si tenía que elegir, estoy segurísima, que se habría ido con ella y no conmigo." Entonces le contó toda la historia de su relación con el sargento. "Mis hijos tenían un progenitor, como no podía ser de otra manera, pero no un padre, todo lo contrario que yo, que tenía un papá y no un padre. Andrew los ignoraba, y cuando mamá nos contó todo esto, en mi dolor, te acusé de "niño rico que con toda probabilidad había violado a una pobre muchacha". Mi hijo, Alexis, se levantó lleno de ira y desafiante me llamó "la gran embustera". Sandra paró, al tiempo que el camarero informaba que el almuerzo estaba preparado. Una vez en la mesa, ella continuó. "No pareces sorprendido de que el chico que recogiste en la calle helado de frío sea mi hijo." "Para ser honesto, Alexandra, él no mencionó que tú fueras su madre, pero me dijo que yo era su abuelo, así que, al tu admitir que eres hija mía, el círculo se ha cerrado. Quiero a Alexis con todo mi corazón y éstas pocas semanas han sido las más felices de mi vida después de perder a tu madre. Excepto por su pelo rubio y los ojos verdes, tiene mucho parecido con tu tío Tom y tu madre, a su misma edad." Hizo una pausa y cambió de asunto a la previa conversación. "¿Por qué dijiste que yo era un violador?" La chica se ruborizó avergonzada. "Como te dije antes, me sentí dolorida y abandonada en mi dolor por mi propia familia, incluso se sentían felices de que Andrew hubiera fallecido. Bueno, tenían sus propias razones, el pobre hombre nos había arruinado; de no ser por el dinero que escondiste en los bolsillos… no teníamos ropas decentes que ponernos para un funeral. Sin embargo, Alexis tenía un completo y caro equipo para ponérselo. Nunca había levantado mi mano para castigar a mis hijos, pero aquel día lo hice, vi a mi propio hijo valientemente y desafiante esperando mi bofetada sobre su preciosa cara, afortunadamente no completé mi acción." Comieron en silencio, y cuando terminaron, Alex dijo: "Alexandra, vamos a casa, tengo que enseñarte algo." Al ver la sorpresa en la cara de su hija, añadió: "El hogar al cual tú perteneces, donde deberías haber nacido y crecido, a no ser por el desgraciado error, que espero que tu madre me perdonará." "¿Perdonarte? ¡Con o sin motivos, ella te abandonó!" Casi gritó. "No, Alexandra; estábamos enamorados y yo me fui a estudiar a la mas prestigiosa universidad del país, a miles de millas de distancia, dejándola sola con un bebé creciendo en sus entrañas. Solo tenía diecisiete años, una hermana que para ella la vida era un juego, y una madre que se estaba muriendo en el hospital. ¿Qué habrías hecho tú en su lugar? No hay lugar para reproches, y menos por mi parte." Ella admiraba al hombre más y más mientras transcurrían los minutos; pensó que no era extraño que estos dos seres se amaran el uno al otro después de tantísimos años, eran verdaderamente excepcionales, dos almas gemelas. Se subieron al lujoso "Jaguar" y Alex condujo despacio hasta New Jersey. Aparcó el coche en el garaje y entraron a la casa por la puerta principal. Ella contempló la fachada blanca y admiró el bien cuidado jardín. "Mamá habría disfrutado diseñándolo." Pensó ella. Entraron al enorme cuarto de estar donde Alexis le gustaba tanto permanecer. "Alexandra, por favor, no te sientas como una extraña, este es tu hogar, el que te mereces." Ella no hizo ningún comentario, pero fijó su vista en la pintura al óleo sobre la chimenea que presidía la hermosa estancia, inmediatamente la reconoció. "Realmente era una chiquilla preciosa, no era de extrañar que tú la amaras a pesar de ser tan joven." Alexandra caminó despacio hasta donde estaba el antiguo caballete y levantó la primera página; abrió los ojos sorprendida al ver el dibujo de su propio hijo durmiendo. No pudo evitar que las lágrimas salieran de sus ojos cuando pensó en los motivos que originaron que su niño tuviera que recurrir a la prostitución infantil; afortunadamente, su abuelo lo había encontrado aterido de frío, de lo contrario... Ella no entendía mucho de arte, y menos aún de dibujos hechos en blanco y negro, pero sabía mejor que nadie que aquel cuadro era la obra de arte de un maestro. Puso sus dedos sobre la figura durmiente y los besó. "Gracias, papá por haber hecho este hermoso cuadro." Por primera vez había llamado "papá" a su verdadero padre. "Fue una inspiración repentina, hija; todo el amor que tenía en aquel momento en mi corazón fue a mi mente y de allí a mis manos. Había experimentado la misma sensación solamente una vez antes, el día que dibujé el retrato que dio origen al cuadro aI óleo que preside esta estancia. Mi padre tenía razón cuando me dijo que rara vez se tiene esa inspiración y siempre se refiere a seres muy entrañables para el pintor." "¿Quieres decir que tú no hiciste esta pintura?" "No. Yo era demasiado joven para haber aprendido la técnica de las mezclas del color. Ese es una copia ampliada del dibujo original que yo hice en blanco y negro, éste lo hizo mi padre para mi, ellos la querían con locura; sintieron su desaparición tanto como yo, aunque de forma diferente. Guardo el original en mi dormitorio en la casa de Connecticut. De acuerdo con la opinión autorizada de tu abuela Brenda, es incluso mejor que la pintura al óleo. A tu madre le gustaba que estuviera allí; decía, para evitar que yo cayera en la tentación de irme con otra chica." Alex sonrió recordando aquellos momentos. "Alexandra, aquellos tiempos fueron maravillosos. ¿Cómo podía tener yo una tentación?" Alex se puso de pie y fue a un armario, abrió uno de los cajones y sacó un álbum de fotos, "Nunca he mostrado esto a nadie, solamente mi padre sabía de su existencia; de hecho él hizo parte de las fotografías; nosotros hicimos el resto utilizando el sistema automático." Alexandra fue a través de las páginas sin hacer ningún comentario. La última página incluía otras dos personas. "¿Eran tus padres adoptivos?" "Si. Yo tenía una conexión especial con mi padre, igual que tú con el tuyo. Amaba profundamente a tu madre, hasta tal punto, que consintió nuestras relaciones sexuales bastante tiempo antes de que lo hiciera tu abuela. Él estaba en el secreto y me guiaba desde el punto de vista médico." La chica se sorprendió. "¿Qué edad tenías entonces, padre?" Él sonrió. "No me acuerdo exactamente, pero ninguno de los dos habíamos alcanzado la pubertad, eso significa alrededor de los doce años." Ella también sonrió. "No perdisteis el tiempo. ¿Verdad?" "No, no lo perdimos." Alex sonrió de nuevo recordando aquellos días. "Tan pronto como terminábamos los deberes escolares del día siguiente, corríamos a nuestro nido, algunas veces ella estaba mas ansiosa que yo, tirándome de la mano hacía arriba; lo llamábamos =diversión después del colegio=. Es muy difícil comprender ahora, pero recuerdo que no podíamos parar, era algo superior a nosotros y no solamente sexo; cuando nuestros cuerpos estaban satisfechos, entonces venia la mejor parte; permanecíamos mucho tiempo en silencio, solamente mirándonos y acariciándonos el uno al otro. Era tan maravilloso que en los primeros encuentros, cuando nuestros cuerpos aún no exigían el sexo, nos metíamos debajo de las sábanas, uno frente al otro, y así pasábamos, no solo minutos, algunas veces horas haciendo proyectos y prometiéndonos que jamás nos separaríamos el uno del otro. Muchas veces nos quedábamos dormidos. No tengo palabras para explicarlo." "No lo necesitas, papá. Yo nunca me sentí así con nadie, incluyendo mi marido; vosotros erais especiales, habíais nacido el uno para el otro." Hizo una pausa pensando en estos seres humanos que tuvieron la desgracia de la separación sin desearla. "Papá, ¿todo eso lo hacíais en esta casa?" "Si, ¿por qué no? No temíamos que mi padre nos sorprendiera, teníamos que estar seguros solamente de que mi madre estuviera trabajando y eso era fácil." Alexandra se reía a carcajadas. "El ático era un excelente lugar aquí; en Connecticut, había incluso mas lugares y oportunidades." "Creo que me he perdido muchas cosas, hermanos y hermanas, oportunidades, carrera y sobre todo, tener unos padres tan traviesos como erais vosotros." Suspiró con alegre semblante. "Le habíamos prometido a mi padre que llenaríamos esta casa de niños que le hicieran rabiar, él se reía y nos decía: "Muchos niños serían esos, bien sabéis cuanto os queremos, igualmente lo haríamos con ellos." Hizo una pausa. "¿Qué querías decir cuando mencionaste tu carrera?" "Bueno… había conseguido una beca, quería ser una buena profesional de la medicina, como eres tú, aunque prefería la Neurología; la beca cubría todos los gastos, excepto los de mi vida diaria, comida, vestidos, etc. Mamá me animaba para seguir adelante, ella trabajaría para mí, pero en esos momentos Andrew había tenido el accidente en la planta nuclear. Tenía dieciséis años y de pronto mi mundo se vino abajo. Ella me levantó de nuevo, si no podía ser doctor al menos sería una buena enfermera. Con muchísimas dificultades económicas, empecé, y por lo que mis profesores decían, era buena, mejor que cualquiera de mis colegas. Durante mi segundo año, me topé con el sargento, como mamá y Andrew Io llamaban; antes de que me diera cuenta estaba casada y esperando un bebé. La mayor parte del tiempo estaba fuera, así que pude terminar mis estudios casi cuando Alexis nació. De vez en cuando, me mandaba pequeñas cantidades de dinero que ayudaban, pero no era suficiente; Andrew lo consumía todo. Pensé en divorciarme de él, pero apenas si nos molestaba. Ocasionalmente, venía con un par de semanas de permiso y volvía con su amante: La Marina. Era un hombre gracioso. Afortunadamente, yo tenía a mi madre conmigo; ella cuidaba de Alexis mientras yo trabajaba durante el día y estudiaba por la noche con el objetivo de alcanzar una calificación mejor en mi trabajo." Hizo una pausa. "¿Por qué tu madre no se puso en contacto conmigo? yo podría haberos resuelto muchos de vuestros problemas." "Ella me explicó por qué. Yo quería a Andrew, todo lo contrario que mi hijo y ella; temía que tú habrías hecho todo lo posible para recuperarme, y como ella dijo, te habría ayudado, pero que habrías destruido la vida de Andrew y la mía propia." "No lo sé, pero creo que yo no habría hecho nada en contra de tus deseos, sin embargo, ella me conocía muy bien, tenía razón. "Continuamos nuestra vida en una economía muy estrecha. Cuando Alexis cumplió cinco años, el sargento vino con todo un mes de permiso. Trajo dinero fresco y pensé que nos merecíamos un poco de distracción y pasarlo bien. Pedí algunas vacaciones en el hospital y nos íbamos a bailar por las noches a los clubes. Cerca del final de su estancia, le preguntó a Alexis por un juguete que le había traído y que representaba un buque guerra. "Hola junior, ¿dónde está el barco que te traje?" Alexis miró a su padre con severidad." "Eso no es un barco. No veo las velas por ninguna parte. Además no me llames junior." "Es un barco de guerra que tiene máquinas poderosas. No necesita velas. Te las mostraré, Junior." Alexis estaba a punto de explotar, nunca lo había visto tan disgustado, con los dientes blancos de leche cerrados. "¡Te he dicho que no me llames junior, mi nombre es Alexander, Alex o Alexis, pero no junior, como si fuera un perro!" "¿Por qué no, junior?" Creo que su progenitor lo hizo intencionadamente, creyendo que podría humillar al niño. Alexis explotó; cogió el juguete y lo tiró al suelo cerca de las piernas del sargento. Le contestó. "¡Ni me gustas tú ni me gusta tu estúpido barco de guerra!" Le gritó. Su progenitor levantó la mano para darle una bofetada al niño que estaba frente a él rojo de ira y desafiante. Sin embargo, en aquel momento, mi madre saltó como una tigresa interponiéndose entre el niño y el sargento. "¡No te atreverás a castigar a un inocente niño de cinco años en mi presencia y en mi casa, y menos aún a mi nieto! No eres bienvenido aquí, así que tienes quince minutos para coger tus cosas y dejar esta casa, de lo contrario, llamaré a tu capitán para que envíe la policía militar de la Marina a recogerte." Creo que le entró pánico y sabía que había perdido su batalla; mi papá estaba riéndose con satisfacción porque a él tampoco le gustaba el sargento de los marines. No necesitó quince minutos, en diez salía de la casa. Me sentí divertida; supe que mi matrimonio con el sargento había terminado. Abracé a mi valiente hijo y el me besó sin que saliera ni una lágrima de sus preciosos ojos. Tres meses después, la Marina me informó de su muerte y yo sentí un nuevo ser dentro de mis entrañas." "Eso demuestra la fuerza de su determinación cuando cree que existe una injusticia, pero siempre primero ofrece una oportunidad para rectificar." "Si, en eso él es una copia verdadera de su abuela. Sé que nunca podré luchar con mi madre, sería una batalla perdida de antemano." "No obstante, volviendo al asunto de tu carrera, Alexandra, tú eres una jovencita mirando desde mi perspectiva. Jamás te forzaré para que hagas una cosa u otra, pero todavía estás a tiempo de recuperar el tiempo perdido. Tienes una gran y extensa experiencia en Medicina. Hay un curso puente en la Universidad para personas como tú. Con dos años más podrías ser médica con una experiencia en cirugía que pocos médicos tienen; cualquier hospital te daría la bienvenida, entre ellos el nuestro." Ella suspiró y puso su mano sobre la de su padre. Sabía que podía conseguirlo, pero tendría que trabajar duro. "¿Hablas en serio, padre? ¿Crees que podría hacer realidad mis sueños?" "Muy en serio. Creo fuertemente en tu capacidad y determinación. Está en tu sangre por ambos lados." "¿Y que pasaría con mis hijos? Tendría que separarme de ellos…" "¿Por qué? Hay una magnífica Universidad en Nueva York con un excelente departamento de neurocirugía. He estado allí varias veces impartiendo conferencias. Necesitarás un coche y una enorme cantidad de fuerza de voluntad, nada más, y tú la tienes. Podemos vivir aquí todos juntos, hay espacio más que suficiente." Ella sonrió señalando con su dedo índice hacia el techo. "Incluyendo el ático." Alex sonrió. "Si, incluyendo el ático. No olvides que Alexis y María están creciendo y desgraciadamente no serán niños siempre. Ven conmigo." Cogió de la mano a su hija y le enseñó la habitación de Alexis. "Él ya ha tomado posesión de este dormitorio. Hay tres mas como este en esta planta, una de ellas fue la de tu madre cuando se quedaba a dormir aquí, te la enseñaré." Caminaros unos pocos metros y Alex abrió la puerta de un espacioso dormitorio. Entraron y ella corrió uno de los lados del ropero. Alexandra se quedó pasmada mirando la cantidad de vestidos y zapatos de todas las clases para una chica desde los diez años para arriba. Se paró ante uno de los vestidos, lo sacó y lo tocó con reverencia. Estaba hecho de una tela fina de terciopelo azul claro con largas tiras que corrían desde los hombros hasta el final, y un cinturón más azul para justarlo a la cintura. "Es precioso, papá. Me imagino que ella parecería una princesa." "Esa fue exactamente la palabra, hija. Lo llevó puesto en la fiesta que hicimos en su doce cumpleaños en Connecticut. Se había olvidado que aquel día cumplía doce años. Mi madre, que la adoraba, se encargó de invitar a su familia para aquel fin de semana, pero la madre y la otra hija declinaron la invitación porque ya tenían otras cosas qué hacer. Una pareja de chicas amigas se encargaron de preparar la fiesta. Cuando nosotros llegamos la casa estaba en absoluto silencio y cogidos de la mano entramos; de pronto, las luces se encendieron y un coro de chicos y chicas cantó "Feliz cumpleaños" Ella no tenía previsto esto y me miró sorprendida, pero mi madre la mandó a su habitación, allí encima de la cama estaba este vestido. Se volvió hacia mi y me abrazó diciendo: "Esta noche te devolveré el favor." Esa noche consumamos nuestro amor." Alex se ruborizó como si fuera un adolescente. "Ella era ya una mujer, mientras yo tuve que esperar dos meses más para ser un hombre de verdad. Se reía de mí porque siendo más joven que yo, se había adelantado, pero eso era parte de nuestra alegría diaria." "Papá, podríais haber sido una pareja excepcional, con hijos excepcionales." "Tú eres la prueba de ello." Ella abrazó a su padre. "Papá, vamos a tomarnos un café y volveremos a casa para que te encuentres con lo que más has querido: tu esposa." "Alexandra, estoy como un adolescente en su primera cita. Por otro lado, debes ir considerando esta casa como tu hogar." En aquel momento oyeron la voz de un niño que corría hacia ellos, todavía no muy seguro de sus pequeñas piernas. "¡Mamy, Papi!" Detrás venía una señora de mediana edad que no podía coger al pequeño. Todavía no sabía hablar, pero conocía a su padre, extrañamente el bebé se fue a los brazos abiertos de Alexandra que lo cogió contra su pecho. El pequeño le sonrió satisfecho. "Lo siento, señor, es tan rápido…" Dijo la mujer en su mal inglés. Alexandra comenzó a hablarle en español. "No se preocupe, Rosa, yo no soy su madre pero sí su hermana; pronto verá a la madre mejor del mundo." La mujer parecía sorprendida pero se sintió muy feliz de que alguien hablara su lengua materna. "Desde ahora en adelante nos veremos con frecuencia. Por favor, papá, coge a mi hermano mientras le explico a Rosa los futuros cambios." Alexandra entonces le repitió a su padre el mismo mensaje en inglés. Después de unos momentos, besaron al pequeño y lo dejaron con su niñera que estaba loca de contenta con aquellos cambios. "Es una buena mujer y cuida a Christian desde que falleció su madre. Esa es otra razón para traeros a todos aquí, especialmente a los niños, Alexandra. Alexis quiere con locura al pequeño irlandés y disfruta jugando con él, supongo que con María será igual." "Estoy segura de eso." La chica de pronto pareció acordarse de algo. "Mi madre es una caja de sorpresas y valentía. El día del fallecimiento de Andrews, al sacar las pruebas que tenía, extrajo también un Diploma que yo no había visto. ¿Sabes que es casi una abogada? Hizo los estudios de Derecho por libre en la Universidad de San Francisco; empezó cuando yo ya tenía tres años y tenia mucho tiempo libre." "No me extraña en ella, probablemente tendrá todavía mas secretos que revelarnos. Sé de su gran capacidad, para eso como de otras tantas cosas, era como su hermano Tom." "A nosotros, quizás; pero no a su nieto, para él no tiene secretos. Se conocen bien. Vámonos." CAPÍTULO 16 ------------------ "Bueno, papá, ha llegado el momento." Él condujo despacio, conocía perfectamente el camino ya que había venido varias veces a recoger a su nieto. Ella le señaló una casa pequeña que no estaba lejos de la estación del ferrocarril. "Escogí este lugar porque está bien conectado con el hospital." Alex aparcó el vehículo y descendió del mismo, estaba temblando, no era para menos, después de todo lo que había ocurrido. Alexis estaba en su habitación arriba terminando los deberes del colegio, Margarita acababa de poner un plato de verduras cocidas y una tortilla para la pequeña María. Oyó la puerta que se habría, sin embargo, continuó en su tarea. Alex miró las espaldas de su antiguo gran amor; un nudo en la garganta evitaba que pudiera hablar. Después de casi medio minuto, finalmente pudo decir con voz quebrada: "¿Dónde está mi princesa?" Margarita no lo esperaba; ella sabía que el momento que tanto había deseado llegaría, pero no tan pronto. Aquellas cuatro palabras eran mágicas, era la primera vez que las oía después de casi treinta largos años. Despacio se giró mirando y diciendo: "¡Esperando a su Rey!" Como dos muelles liberados de sus tornillos, se lanzaron cada uno en los brazos del otro y sus bocas se encontraron en un largo beso húmedo. No pudieron evitar que las lágrimas corrieran por sus mejillas mezclándose en sus labios. Después de un momento se separaron un poco, se miraron, de nuevo se besaron y abrazaron. Alex acarició con ternura su hermoso pelo y le restregaba las espaldas, ella no podía parar de llorar. Cuando se calmó, se separaron y Alex le levantó la barbilla. "Te quiero, esposa mía. He echado de menos esta preciosa cara cada momento de todo este tiempo tan largo." Ella fue a decir algo pero él le cerró la boca con otro beso de amor y pasión. Por primera vez después de su separación, sus lenguas se mezclaron en sus bocas durante unos segundos saboreando juntos su amor; ella jamás había permitido a nadie hacerle esto antes, excepto a su verdadero marido, su Alexei. "Te quiero, mi Alexei. Siento muchísimo lo que hice." La cogió de la mano y la llevó hasta el sofá. De nuevo se besaron y ella puso la cabeza en el hombro de su esposo todavía llorando en silencio. Él le murmuró al oído. "Por favor, princesa mía, nunca te vuelvas a culpar de nada. Estamos juntos de nuevo y eso es lo que importa. El pasado es eso, pasado, y nosotros no podemos enmendarlo." Alexis había oído algún ruido abajo, pensó que sería María, así que terminó sus deberes escolares, devolvió los libros a su mochila y caminó despacio hacia abajo. Cuando vio a su abuelo se lanzó a sus brazos y comenzó a besar a aquellos dos seres a los que amaba tan profundamente. "¡Abuelo, abuelo, has venido! Estoy tan contento que os hayáis encontrado… ya no podía resistir mis secretos por más tiempo." El chiquillo extendió sus brazos alrededor de ellos abrazándolos. La pequeña María y su madre estaban contemplando la escena paralizados por diferentes razones. Alexandra sintió el remordimiento viendo a su hijo disfrutando de sus abuelos; ella todavía estaba unida a la memoria del hombre que había significado todo para ella. La pequeña María no comprendía quién era aquel señor tan alto al que su querida abuela besaba y quería y que ella no lo había visto nunca antes, además, su propio hermano estaba haciendo lo mismo. "¿Mamá, quien es este señor al que la abuela y mi hermano parece que lo quieren mucho?" Alexandra pensó por un momento como explicar a una niña de seis años la complejidad de aquella situación; pero la solución, como algunas veces ocurre, vino de la propia niña. "¿Es él mi otro abuelo? La mayoría de mis amigas tienen dos abuelos, pero yo solo tenía uno." "Si, hija querida, él es tu otro abuelo." La pequeña no dudó un momento, se unió al grupo. Alex extendió su brazo y la atrajo junto con su hermano. Le quito un mechón de pelo castaño de la cara y le dio un beso en la nariz. La niña sonrió y besó rápidamente a su abuelo. "¿Sabes, abuelo? El abuelo Andrew nunca me besaba, y mucho menos en la nariz." Margarita y Alex rieron y Alexandra sintió una punzada de remordimiento en su pecho. "No te preocupes mi princesita, yo te besaré tantas veces como tú quieras, así que puedas recuperar todos los besos que él no te dio. ¿Qué te parece?" La pequeña sonrió abiertamente y le contestó: "Pero si tú me das todos los besos juntos, creo que no podré irme a la cama." "¡Oh, no te preocupes! lo haré cuando estés durmiendo, así que tu te puedas ir a la cama cuando quieras." "Si, creo que esa es una buena idea. Tus besos entrarán en mí y tendré bellos sueños. Me gustas mucho, abuelo." Alexandra contemplaba la escena, pensó que ella era la única que quedaba fuera de la situación que tenían anteriormente, eso la llenó de tristeza, sabía que pronto Andrew sería olvidado. Se sintió sola, pero mientras lo pensaba, su hijo se levantó y la abrazó. "¿Por qué estás triste, mamá?" Ella temía a su hijo, sabía que podía leer en sus pensamientos y lo había hecho, aunque con ternura. "Mamá, a ti te gustaba Andrew porque él te quería. ¿Puedes recordar cuantas veces besó o abrazó a María o a mí? Es cierto que jamás tuvo una palabra dura o nos regañó. ¿Pero, éramos tan malos, traviesos o desagradables que no nos merecíamos sus caricias?" Como de costumbre, ella no tenía la contestación adecuada para su inteligente hijo. Entonces vino lo que ella temía más. Margarita preguntó a su esposo con un tierno beso. "Alexei, mi rey, ¿qué haremos ahora?" Alexis y la pequeña María sonrieron cuando ella llamó a su abuelo "mi rey." "Bueno, supongo que esta es una decisión para tomarla entre todos juntos. Tú conoces nuestro hogar; esta listo para recibirnos a todos. Alexis tiene ya allí su habitación, la tuya, con todos tus vestidos podría ser para María, y la mía para nosotros. Todavía hay dos más preparadas; Alexandra puede escoger la que a ella le guste mas." El padre miró a su hija, sabía que se sentía sola con sus pensamientos, se levantó y fue a donde ella estaba y la abrazó suavemente. "Alexandra, esta es solamente mi idea, todavía hay cuatro personas más en esta casa para emitir su opinión." Alexis no necesitó nada más. "Abuelo, si la abuela se va contigo yo también me iré. Quiero jugar con mi pequeño tío Christian." La pequeña María miró a su hermano. "Yo me iré contigo, Alexis. Quiero ver my habitación y a mi nuevo tío." Alexis se echo a reír a carcajadas. "No es un tío tradicional, tú incluso eres mayor que él. Todavía no tienes dos años." La niña parecía un poco desengañada. "No importa, les diré a mis amigas que es mi hermano pequeño." Alexandra pensó que la batalla estaba perdida. Una vez más, se sintió sola rodeada de su verdadera familia; todavía argumentó: "¿Y del colegio y tus amigos, qué?" Alexis estaba ya preparado para contestar. "Ahora te preocupas por mis amigos, pero como ya te dije en San Francisco, nuevo colegio nuevos amigos. No me importa dejarlos aquí, excepto a Pablo. Lo invitaré a que venga y se quede a dormir allí; el abuelo ya me dijo que podía hacerlo." Alexandra estaba atrapada en su intento de evitar el traslado. Todavía preguntó a su madre. "Mamá, ¿Qué dices tú?" Margarita sonrió, apretó la mano de su hombre y lo miró con picardía. "He estado esperando este momento durante casi treinta años y ahora no desperdiciaré ni un solo segundo. Tú puedes hacer lo que quieras, pero esta noche me voy con mi esposo." Entonce miró a su padre pidiéndole ayuda, pero Alex, como es lógico, estaba con su mujer. "Alexandra, es casi el mismo camino, solamente tenemos que desviarnos un poco para dejar a Alexis y María en su colegio. Cuando volvamos, podemos hacer lo mismo. Si ellos salen antes de que nosotros lleguemos, pueden esperarnos aquí en esta casa que quedará intacta." Alexandra pensó durante un momento lo que Napoleón dijo: "Si no puedes ganar a tu enemigo, únete a él." "De acuerdo, vosotros ganáis. Ahora, ¿qué nos llevamos?" "Solamente unas pocas cosas para ti y la pequeña María. Mañana podrás comprar todo lo que necesites." Margarita preguntó: "Alexei, ¿guardas todavía toda mi ropa?" Alex no le contestó, lo hizo Alexandra. "Ha guardado todas tus ropas desde que tú tenías diez años, incluyendo aquél precioso vestido de terciopelo." Margarita suspiró mirando a su hombre. Discutieron sobre pequeñas cosas; después de una hora, los cinco viajaban en el "Jaguar" y pronto entraron en su nuevo hogar. Ambas, la pequeña María y su abuela se sorprendieron gratamente. Margarita miró su retrato presidiendo la gran habitación y tantas cosas que le recordaban su tiempo perdido. María no podía creer que ella tuviera una habitación tan grande exclusivamente para ella. De pronto, Alexis apareció con el pequeño Christian en sus brazos. Margarita miró al niño y lo elevó hacia el techo, el pequeño se reía balbuceando; entonces se lo llevó a su pecho lo besó. "Alexei, desde mañana en adelante, quiero su cuna en nuestra habitación con todas sus cosas. Este precioso pelirrojo necesita una madre y te juro que la tendrá." Cuando la niñera se acercaba, le habló a Alexandra en español para que Margarita lo supiera, pero quedó pasmada cuando la nueva ama le contestó en su propia lengua. "Rosa, a partir de mañana no necesitará dormir con el niño más. Yo lo cuidaré y usted puede estar con su familia por las noches. Entre mi hija y yo cuidaremos a este precioso diablillo." Aquella noche fue una de las noches más felices para Alexis, y por supuesto para Margarita y Alex. Después de cenar y ver un poco de TV, se sintió cansado con tantas emociones; la pequeña María estaba casi dormida; besaron a todos las buenas noches y con las manos entrelazadas hermano y hermana se fueron arriba a sus respectivos dormitorios. Alexis metió en la cama a su hermana y le dio las buenas noches, la pequeña se arrebujó debajo de la colcha y en segundos dormía profundamente. Alexis oyó como su madre cerró su habitación y apagó todas las luces. El sabía que su madre era la única que no era feliz. Se desnudó por completo y se metió debajo de la colcha. Estaba cansado pero sus ojos permanecían abiertos. La luna llena brillaba en toda su intensidad y entraba a través de la gran ventana. No era necesario ninguna luz para ver y la habitación estaba caliente. Mentalmente retrocedió a todos los hechos del día, especialmente cuando su querida abuela se encontró con su abuelo. Recordó como se besaron, muchos mejor que en el cine. Jamás había visto a su abuela tan feliz, y eso a él le llenaba de placer, parecía incluso mas joven. Sintió que su picha estaba dura y empezó a restregársela suavemente. Se bajó de la cama y se fue frente a la gran ventana, miró su blanca picha; se burló de la luna y empezó a masturbarse hasta que el maravilloso gusto le vino y se desplomó sobre sus rodillas en el suelo alfombrado respirando fuerte. Caminaba hacía la cama, pero se paró durante un momento, abrió la puerta y se aproximó a la habitación de sus abuelos. Oyó las risas apagadas dentro de la habitación y supo que todos los dioses de la felicidad estaban con ellos. El también se rió y rápido se volvió a su dormitorio. Se sintió inmensamente feliz, pero que muy feliz sabiendo que los dos seres que él adoraba por fin sus almas gemelas estaban juntas. Alexandra había tenido pesadillas, se durmió muy tarde. Oyó la puerta de la habitación de su hijo abrirse al principio de la noche y estuvo tentada de llamarlo y abrazarlo contra ella como había hecho tantas veces en el pasado. Sin embargo, se dio cuenta que el chico había crecido mucho últimamente; ya no sería mas un pequeño chiquillo. Después de haber encontrado a su abuelo había cambiado drásticamente. Ahora sus confidencias eran para él, no para ella. Se sentía mal, muy mal; echaba de menos a su difunto padre, ¡Ella había perdido y ellos habían ganado limpiamente, sin trucos, con la verdad por delante! Esa era la situación real. Parte de ella le decía que fuera práctica y encarara los hechos como habían hecho ellos durante tanto tiempo sin quejarse; otra parte incluso le sugería llevarse sus hijos y marcharse a otro lugar y construir una nueva vida juntos, sin embargo, su mente reaccionó. "¿Cómo podía ser tan egoísta después de los enormes sacrificios de su madre?" Tembló solamente pensar la idea. En aquel momento oyó unos suaves golpes sobre su puerta; entonces apareció un precioso chico desnudo, le sonrió y corrió a meterse en su cama, acunándose a su lado. "Te quiero mamá, te quiero montones." Ella abrazó a su desnudo hijo y lo acercó hacia ella. "Es muy alto para su edad, será como su abuelo y no bajo, como su progenitor." Pensó ella, "Una cosa más que le unirá a él." No pudo evitar que algunas lágrimas corrieran por sus mejillas. Alexis había notado que su madre había estado llorando. "Yo también te quiero, ángel mío." Besó suavemente a su hijo. Alexis se volvió mirando a su madre, tiernamente le limpió las lágrimas y le dio un beso rápido en los labios. "¡No eres feliz, mamá! ¿Por qué? ¿Viste al pequeño Christian y a María? ¿Y a la abuela y el abuelo? Nunca me había sentido tan bien como cuando los vi besándose. Parecían tan felices…" Entonces, como una reflexión, el chiquillo añadió: "Estaré a su lado siempre, no importa lo que me hagan, porque yo sé que de cualquier manera, ellos me quieren a mí tanto como yo los quiero a ellos, incluso más. ¿No lo crees tú igual, mamá?" Alexandra por contestación atrajo a su hijo hacia ella; en aquel instante supo que jamás podría llevarse a su hijo y separarlo de sus abuelos. Si ella quería tener una vida diferente tendría que fundar de nuevo otra familia, pero sus hijos, y en especial su guapo Alexis, nunca la apoyaría. Como es natural aquella noche del reencuentro de Alex y Margarita fue una de las mejores de sus vidas, a pesar de las edades que ya tenían disfrutaron todo lo que habían perdido durante tantos años separados; cuando sus almas y cuerpos quedaron satisfechos llegó el momento de las reflexiones que tanto les gustaba a los dos, Alex acarició a su esposa: "Princesa, esta vez no quiero que nos ocurra nada, quiero que hagamos lo que debimos haber hecho antes se separarnos. ¡Casarnos!" A Margarita le supo a gloria aquellas palabras. Dijo: "No debemos culparnos por ello, mi rey, éramos unos crios y además ya lo teníamos previsto. ¿Sabes que nunca he estado casada y que he sido madre soltera todos estos años?" Alex se sorprendió y ella continuó. "Yo era menor de edad, por tanto necesitaba el consentimiento de mis padres para contraer matrimonio, cosa imposible, por tanto tendría que haberlo consentido una vez cumplidos los 18 años, cosa que nunca hice. Estudiando Derecho Civil en el primer curso, me quedó claro, por eso me inscribí en la Facultad como Margarita Lopez-Barrio." "¡Pero os casó un juez!" "Si, un Juez de Paz. Estos jueces lo que quieren es expedir los certificados y cobrar lo antes posible, no exigen pruebas de identidad alguna ni la Ley los obliga, recayendo toda la responsabilidad en los contrayentes. Olvidemos las consecuencias que ese proceder ha traído en muchas ocasiones. Cuando ya tuve la certeza que era cuestión de tiempo que nos encontráramos, hablé con mi antiguo profesor, hoy el Juez de Distrito, Joseph Jules de Nueva York. Secretamente inicié la demanda de anulación y está todo listo. El haber fallecido Andrew facilita todavía más los trámites. Dictará sentencia el próximo martes, anulando todo cuanto se ha hecho y nos casará, esto también afecta a nuestra hija que también era menor de edad y yo jamás consentí en aquel matrimonio. Posteriormente podemos hacerlo por la religión, si tú quieres." Alex no supo que decir. Besó a su esposa rápido. "Allí estaré, vivo o muerto para cumplir nuestros deseos. Ya habrá tiempo de decírselo a nuestra hija. "Tendrás que estar vivo, muerto no valdría, my rey." Se rieron. "El sábado tenemos que irnos a la granja, ¿que te parece si contraemos matrimonio religioso ese día a primera hora y después continuamos hacia Connecticut como luna de miel de unas horas? Mary Louth y su marido podrían ser los padrinos." Margarita abrió los ojos de alegría. "¡Qué gran idea, rey mío! Alexis saltará de alegría cuando se lo digamos. ¿Podríamos llevarlo a cabo en tu antigua parroquia ortodoxa donde íbamos con nuestras madres? De allí nos iremos al campo. Todo el dinero que deberíamos gastarnos en una boda tradicional se lo daremos al sacerdote para atender las necesidades de la parroquia que seguro seguirán siendo muchas." "¡Estupendo princesa! Tú te encargas del matrimonio jurídico y yo del religioso. A mi me viene muy bien porque la agenda la tengo casi limpia para la semana." Se sonrieron como si fuera una travesura de chiquillos. Como era de esperar, los niños estaban locos de contentos, sin embargo Alexandra no le gustó mucho la idea, pero no pudo hacer nada para evitarlo. De acuerdo con el párroco, un ejército de técnicos y obreros desembarco en la pequeña iglesia el viernes por la tarde, después de unas horas la iglesia resplandecía limpia y adornada, a falta de poner las flores frescas a la mañana siguiente. Ese día una multitud de parroquianos llenaba la iglesia cuando aparecieron los lujosos coches. Mary Louth daba el brazo al cirujano y su esposo a Margarita. Alexandra cuidaba a María vestida de ángel portando las arras, y finalmente Alexis cuidaba del pequeño Christian. Fue todo un éxito con el fotógrafo privado, no para la prensa. El sacerdote, un chico de unos 30 años, no pudo sino sorprenderse al comprobar el cheque que le entregó Alex, mas una cantidad en metálico cuando terminó la ceremonia. Mary Louth declinó la invitación de acompañarlos a la granja; tenían un compromiso ineludible que atender. Todo había sido muy precipitado pero estaban contentos de realizarlo. La familia se fue a Connecticut en el nuevo "Range Rover". Alexis no podía imaginar la belleza del lugar. Hacía todavía un poco de frío pero el niño deseaba correr y jugar con su abuelo, se dio cuenta que el adulto quería estar siempre con su abuela, pero Margarita escogió irse con ellos. No habían cambiado muchas cosas, las mismas montañas con nieve todavía, y el ganado pastando en los prados. Sin embargos las aldeas habían incrementado su tamaño y la carretera la habían mejorado significativamente, pero todavía era un lugar con el que soñar. Alexis pensó en Pablo para estar allí juntos, corriendo, subiendo a los altos árboles y finalmente nadar desnudos en el pequeño río o en la laguna, como sus abuelos habían hecho en el pasado cuando tenían su edad. En el hospital, la noticia referente al Dr. Lorton y Alexandra que eran padre e hija, se extendió rápidamente entre aquellos que los conocían o trabajaban con ellos. La jovencita Helen Clarkson hablaba con Mary Louth sobre esto, a la mujer le gustaba la niña, y cuando podía se iba a charlar con ella. Sorprendentemente la chiquilla estaba mejorando tan rápido que incluso Alex estaba más que sorprendido. Los puntos se los quitarían la siguiente semana, y entonces, en una semana más se iría a casa; todavía tendría que seguir tomando la píldora diaria durante el resto de su vida para evitar el rechazo. Le estaba contando a Mary: "Cuando yo crezca me casaré pronto, quiero tener un nieto como el Dr. Lorton tiene, alguien me ha dicho que tiene mi edad. Todo el mundo asocia la palabra abuelo con la vejez, sin embargo el Dr. Lorton no lo es, todavía es un hombre guapo y muy elegante." La mujer sonrió. "Tienes razón Helen. Alexis cumplirá los doce años en octubre." "¡Estupendo, yo los cumpliré en noviembre! ¿Come es el chico, Mary?" La mujer parecía no sorprenderse; era normal ese tipo de preguntas en una muchachita de su edad, casi una adolescente. "Bueno… Lo he visto unas pocas veces, y te puedo decir que es guapo, yo diría que es muy lindo." La mujer sonrió y la niña se ruborizó. Continuó. "Tiene el pelo rubio y ondeado como su abuelo, unos extraños ojos verdes brillantes y las pestañas mas largas que yo haya visto. El resto de la cara es el de la familia de su abuela, puro latino español; tiene además un gracioso hoyito en la barbilla. Mas alto de lo normal para su edad, y lo que es más importante, no es solamente inteligente, es brillante; yo diría que es un niño prodigio. A su abuelo le cuesta ganarle jugando al ajedrez. "Me gustaría jugar con él; no creo que pueda ganarme. Yo era la campeona de mi colegio antes de venir al hospital." "No olvides que sus antepasados eran rusos, y los rusos parecen estar especialmente dotados en ajedrez, son los campeones del mundo. ¿Por qué no se lo pides al Dr. Lorton que lo traiga durante la hora de visitas? A ti no te lo negará, te quiere como si fueras su hija. Digamos un sábado o cualquier otro día en el que tus padres no vengan." "Es una idea estupenda, Mary. Se lo diré. Él me quiere, somos vecinos y nos conocemos desde hace mucho tiempo. Mis padres confían en él." Aquel lunes, mientras Alex y su hija Alexandra estaban comprobando y viendo como iba todo, Helen le sonrió dulcemente y el hombre se derritió ante la sonrisa de la niña. La chica le gustaba a todo el mundo, pero para Alex la chiquilla era algo más que una simple paciente, probablemente el haber conocido su familia desde que era un bebé era parte de este afecto. "Dr. Lorton, querría pedirle un favor." Hizo una pausa y Alexandra y su padre se miraron la una al otro para el caso que ella tuviera que dejarlos solos; pero la muchachita lo adivinó. "Quizás pueda afectarle a usted también Sra. Camp." Hizo otra pausa. "Creo que soy buena jugando al ajedrez, y he sabido que Alexis, su nieto, también lo es. Me gustaría conocerlo ya que vamos a ser compañeros en el mismo colegio dentro de unos meses." Alex sonrió y pensó que su nieto podría vencerla incluso con los ojos tapados; por otro lado, eso podría ser una buena terapia para la aburrida niña. A su mente vinieron aquellas visitas que acostumbraba hacer con su padre a la sala de los niños cuando era casi un adolescente, algunas veces acompañado de Margarita. "Bueno, se lo podemos decir; el próximo miércoles es festivo en los colegios, quizás podamos traerlo con nosotros por la tarde. Tengo que venir a resolver unas cuantas cosas. Te lo diré mañana." "Sabía que me ayudaríais." Besó al médico en la mejilla. "Gracias, Dr. Lorton." Salieron de la habitación, Alexandra miró a su padre mientra caminaban por el pasillo. "Esta niña es muy dulce, igual que la pequeña María. Tengo predilección por ellas, pero Alexis las supera a todas." A propósito, Alexandra. No sé si te acuerdas o no; el año pasado operamos a una preciosa chiquilla de unos ocho o nueve años que vino desde Chicago, se llamaba Lola Brickfield, debe venir para la revisión final dentro de unos días." Se separaron. Alexandra quería recordar a esa niña pero fue en unos momentos que ella estaba muy afectada y no sabía por qué aquel apellido le sonaba. Ahora se iba sintiendo más feliz a medida que el tiempo transcurría, sin embargo, la sombra de su padre, Andrew, todavía interfería sus pensamientos. Suspiró y se dirigió a la cafetería, había venido más temprano con objeto de volver a casa lo antes posible; se estaba preparando para el duro examen que debía realizar y que le permitiría ingresar en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York. Estaba deseando que el mes de junio llegara. Cogió algo de comer y una taza de café, se sentó en un rincón. "¿Puedo sentarme cerca de la más preciosa rubia que jamás he visto?" Levantó la cabeza y se encontró con la amplia sonrisa de Manuel, estaba de pie en frente de ella. Alexandra no sabía por qué, pero su joven cuerpo se estremeció, quizás era debido al significado que el trabajo de Manuel había tenido en su vida. Ella lo miró. "¿Esperas crecer todavía mas? Por favor, siéntate." Él la sonrió, sorbió un poco de su café y dejó la taza sobre la mesa. El no estaba al tanto de los cambios que se habían producido en la vida de la chica. Fue directamente al grano. "¿Te fue de alguna utilidad la información que te proporcioné?" Una rápida sombra de tristeza cruzó por su memoria. Ella comenzó a hablar en español, no quería que nadie entrara dentro de su vida privada, sin embargo, Manuel no era "nadie" para ella. "Muchísimo, Manuel. Más de lo que pensé cuando te la pedí." "Lo adiviné." Hizo una pausa. "Hice el análisis tres veces con objeto de estar cien por cien seguro, raramente tengo que repetirlo porque tengo una larga experiencia, pero sabía que podía afectarte." "No estabas equivocado. Por lo menos ese resultado ha hecho a mi madre y a mis hijos los seres mas felices del mundo, especialmente a mi madre y a mi hijo." El iba a preguntarle, pero prefirió que ella continuara, si quería. "Ella ha encontrado el esposo que había perdido hacía casi treinta años, y mi hijo, el abuelo que nunca tuvo; deseaba tenerlo con toda su alma y le llegó cuando mas lo necesitaba. Es una larga y triste historia que nunca debió ocurrir; ahora con un final feliz." El deseaba fervientemente preguntarle ¿por qué no a ella?, la joven adivinó sus pensamientos. "¿Sobre mí? Bueno, puede que te lo diga algún día, ahora necesito volver al trabajo." Manuel puso ligeramente su mano sobre las de ella, la chica la separó suavemente y se puso en pie. Cuando se iban a ir, añadió. "¡Ah! Desde ahora en adelante no soy la Sra. Camps, sino Alexandra Lorton o Lortonoff, como mejor prefieras; legalmente nunca estuve casada, pero yo no lo sabía. Ya está todo solucionado." "Gracias, Alexandra Lorton por la información, lo tendré en cuenta. Espero que no te moleste si te invito a algo y continuamos nuestra conversación en un lugar mas apropiado… como amigos." La chica comprendió que el joven no quería aparecer como un intruso en su vida. Ese encuentro les hizo buscarse el uno al otro y coincidir en la cafetería más a menudo. Aquella noche, cuando estaban en la parte del relax de sus relaciones íntimas y que a ambos les encantaba desde que eran niños, Alex dijo a Margarita: "Princesa, el año pasado hicimos un transplante de corazón a una niña de unos ocho años, su familia era de algún lugar del Norte, creo que de Chicago. Esa niña debe venir a revisión uno de estos días." Margarita lo interrumpió. "Eso no tiene nada de particular, mi rey. Que yo sepa muchas lo hacen, afortunadamente para ellas, lo malo sería que no lo hicieran, sería mala señal." "Si lo tiene, si la niña se llama Lola Bricklfield, aunque no sé si es de vuestra familia. Recuerdo que tenía ciertos rasgos muy entrañables para mí, como la pequeña María. Estuve para preguntarle a su padre, pero como comprenderás no eran momentos para ello, estaban muy preocupados por la chiquilla, aunque tenían dos hijos mayores que la niña, pero eran chicos; pensé que habría tiempo para esto. Ahora que estamos juntos y el resultado ha sido muy satisfactorio para la chiquilla, podría serlo. ¿Qué piensas tú, princesa?" "No sé mucho de ellos, solamente lo que tu padre me contó y yo le sonsaqué a mi madre que no le gustaba hablar de su familia. Sí sé que mi madre tenía tres hermanos menores que ella y que todos ellos, sin excepción, la querían muchísimo cuando mi abuelo la desheredó a instancia de mi abuela. Por lo visto, ella era un mal bicho, pero guapísima, los hijos se enfrentaron a ella pero sin éxito, afortunadamente, de ella hemos heredado la belleza, y no otros genes. Mi abuelo la adoraba y habría hecho cualquier cosa que ella le pidiera." "Que yo sepa, tú abuelo vivía todavía cuando el asunto del cuadro." Margarita lo interrumpió. "¿Qué asunto es ese del cuadro? Tú no me has mencionado nada de eso." "Tienes razón, pero tampoco estabas aquí, y yo con tanta felicidad se me había olvidado." Ella sonrió y Alex continuó. "Poco después de la operación de la chiquilla, a través de un abogado, recibí una mas que generosa oferta para comprarme el cuadro que hizo mi padre de tu retrato; dijo el abogado que fijara yo el precio, pagarían lo que fuera. Pero no quiso o lo tenía prohibido descubrir al comprador. Mi respuesta fue rotunda: "No había dinero en el mundo para pagarlo, o sea, No." Quizás si me hubieran explicado quien quería comprarlo y por qué, a lo mejor le habría dado otra respuesta, como que podían copiar o fotografiar la imagen que yo tengo en mi dormitorio en Connecticut. Mas tarde, a través de un marchante en arte de Chicago, supe que era tú abuelo el comprador." "Puedes hacer lo que quieras, rey mío. A mi no me importaría hacer las paces con mi familia del Norte, después de todo lo sucedido. A propósito, me ha llamado el Juez Jules, todo está ya legalmente terminado, los matrimonios fueron anulados. No fueron fallos de la Justicia, mas bien nuestros." "Es mejor que olvidemos para siempre este asunto, no interesa a nadie. "Tienes razón, cariño. Vamos a dormir, mañana tengo cosas qué hacer." Se arrebujaron el uno con el otro como tantas veces habían hecho y en minutos estaban dormidos como troncos. Los días ahora eran más largos y era una lástima permanecer dentro de las casas cuando la primavera invitaba a lo contrario. Margarita estaba engolfada en las tareas del jardín, había contratado el servicio de jardinería al esposo de la niñera para que le ayudara. El pequeño Christian pasaba todo el tiempo alrededor de de su mamy intentando ayudar. El contacto con otros niños como María, había incrementado la felicidad del pelirrojo. A Alex le encantaba ver a su esposa y a su hijo juntos. Sería muy difícil llevarse al pequeño a Irlanda en vacaciones cuando creciera más, como se había acordado con la familia del pequeño, estaba muy unido con su nueva madre, igual que Alexis. Un abrazo hecho desde atrás lo llevó fuera de sus pensamientos. Sin volverse adivinó quien lo hacía. "Si, mi joven diablo. ¿Has roto ya muchos corazones?" "No tantos como tú a mi edad, abuelo." Le restregó el pelo rubio del muchacho. "Abuelo, he invitado a Pablo para que venga el próximo fin de semana, tú sabes que lo aprecio mucho y somos grandes amigos, espero que mamá no tenga ningún argumento en contra." "Te dije que todo esto será tuyo algún día; por lo tanto, my guapísimo príncipe, puedes hacer lo que creas que es correcto, yo siempre estaré de acuerdo." Hizo una pausa recordando la petición de Helen. "Quiero pedirte un favor a cambio; parcialmente es parte de nuestra terapia a Helen Clarkson. Quiere jugar contigo al ajedrez." "¿Es buena jugando, abuelo?" "Bueno, ella cree que lo es. Es bueno bajarle los humos, aunque no es de esa clase de chicas que disfrutan humillando a otros. Tengo que revelarte un secreto profesional sobre esta chica, el corazón que ahora lleva dentro de su pecho es el de su adorado hermano gemelo, no lo sabe todavía. Supongo que sus padres tendrán que decírselo cuando vuelva a casa dentro de un par de semanas. Nosotros nunca revelamos a los pacientes el nombre del donante, pero en esta ocasión, supongo que ella preguntará por su hermano, era autista profundo. Ahora ella entiende que el chico no puede venir a verla debido a su situación mental." Alexis guardó silencio durante un momento y preguntó. "¿Abuelo, eran realmente gemelos? Tengo entendido que los gemelos de verdad comparten no solo el nacimiento, sino también el sexo y el parecido." "Bueno, nacieron del mismo parto, con una diferencia de tres minutos; tenían diferentes placentas y sexos diferentes. Ellos eran tan gemelos como tú y María. Lo único que tenían en común es el momento del parto y su extraño parecido. Sin embargo, ella está mejorando tan rápido y bien que se podría pensar que eran gemelos reales." "¿Cómo sabéis que no lo eran? Sé de dos chicas en el colegio que son verdaderas gemelas, pero se comportan: una como un chico y la otra como la chica más dulce que te puedas imaginar. Supongo que se debió a un accidente que ocurrió después de los primeros pasos en la evolución de la célula principal." "Si, yo lo supongo igual; pero los gemelos verdaderos tienen el mismo sexo ya que vienen del mismo óvulo, pero en este caso eran diferentes." "Muy bien, abuelo, iré contigo pasado mañana para comprobar la capacidad de juego de la chica." En aquel momento Alexis vio a su pequeño tío corriendo por el jardín y se fue a jugar con él; María se les unió y los tres empezaron a jugar al futbol con un globo de feria, aquello hizo que el pequeño diablillo pelirrojo chillara de felicidad. Las palabras de duda de su nieto habían calado en el abuelo levantando una razonable duda en la mente siempre inquieta de Alex. Todavía no habían recibido el resultado de la autopsia. Se fue a su amplia biblioteca y empezó a buscar casos comparables. No pudo encontrar ninguno en que el paciente evolucionara igual, excepto en casos de verdaderos gemelos. El lunes, después de una operación en los pulmones de un hombre, como de costumbre, cuando seguían el ritual de la taza de café, él dijo: "Por favor, doctores, quedaos aquí, a menos que tengáis alguna cosa urgente qué hacer; quiero haceros algunas consultas." Eso no era normal e intrigó a todos los que permanecieron en la habitación. Eran cinco, tres hombres y dos mujeres. "Colegas, conocéis perfectamente la evolución de la paciente Helen Clarkson. Nos ha sorprendido a todos. Hoy hablando con mi nieto de casi doce años, ha planteado una duda razonable." Hizo una pausa. "En suma me preguntó si estábamos seguros que el donante y la paciente eran o no gemelos verdaderos. ¿Lo estamos?" Uno de ellos dijo: "Bueno, todo señala que no lo eran. Sexo, placenta…" Una mujer levantó la mano. "¿Y si hubo un accidente en la cadena de ADN después de la primera división? ¿Se han comprobado las huellas digitales del chico y su ADN? Hemos trabajado asumiendo que paciente y donante eran hermanos y con el mismo grupo sanguíneo, pero ¿explica eso la evolución de la chica?" Aplauso llegó del resto de los colegas de la mujer y ella les sonrió. "Gracias, pero quizás su nieto podría tener razón." "Bien, estoy orgulloso de nuestro equipo y eso demuestra que trabajamos como tal. Por favor, tomarse el tiempo necesario, hagamos algunas investigaciones, supongo que tenemos material en el archivo referente al donante. Por favor, decidan como trabajar juntos y mantener esto como confidencial. Nos reuniremos de nuevo dentro de cuatro semanas, o antes, si hemos completado nuestras respectivas tareas, sin embargo..." Alex hizo una pausa y se dirigió a un doctor joven. "Doctor, ¿hemos recibido el informe de la autopsia?" El joven se ruborizó por su negligencia. "Lo siento, señor, lo olvidé. Debo tenerlo en el buzón de mi correo electrónico. No lo he abierto al estar varios día de vacaciones. Vuelvo en un minuto." Continuaron sorbiendo el café y el hombre salió; unos pocos minutos después volvió con un papel amarillo en las manos. "Creo…creo que tenemos la respuesta aquí," Todos los presentes lo miraron cuando añadió: "Cuando nosotros salimos de la habitación donde se realizaba la autopsia, prácticamente habían terminado. Sin embargo, todavía ellos encontraron algo." Un silencio absoluto se apoderó de la estancia. "¡El chico no era un chico, sino una chica!" "¡Eso es imposible!" Dijo una de las doctoras. "Cuando extrajimos su corazón y los riñones, aparentemente nosotros no vimos nada anormal." El joven doctor argumentó. "Si, esa es la palabra clave, aparentemente." Hizo una pausa y Alex dijo: "Doctor, como usted ha empezado, por favor, ¿puede informar a esta pequeña asamblea lo que ha encontrado?" El joven miró a su alrededor viendo que todos estaban expectantes. Entonces continuó. "Uno de los patólogos observó que el chico no tenía testículos, a pesar de tener la bolsa. Abrió el abdomen y pudo comprobar que el muchacho no tenía testículos, sino ovarios atrofiados y vagina. Claramente había sufrido el "Síndrome de Morris." Guardó silencio, entonces Alex habló como para sí mismo. "Eso explicaría la extrema belleza del chico." Hizo una pausa. "Bien, señoras y caballeros, para nosotros era un chico, eso significa que tenemos un secreto médico y que no podemos divulgar ni una palabra de esto. Se lo diré a sus padres a su debido tiempo. Gracias, muchachas y muchachos por su valiosa cooperación." Cuando salían, uno de ellos comentó a sus colegas: "Ojalá tuviéramos muchos doctores como él." El miércoles, Alex, su hija y Alexis aparcaron en el parking que había en los sótanos del gran edificio en una plaza reservada para el Dr. Lorton. Era una preciosa mañana de primavera. En la primera planta, Alexandra se separó de ellos que continuaron hasta la cuarta planta. Alexis llevaba su mini-tablero y figuras magnéticas. Un guardia de seguridad inspeccionó el paquete cuando entraban en el pasillo donde estaban las habitaciones de los pacientes. Se sentó en un sillón muy confortable en una habitación que miraba al parque. El rió Hudson y los muelles se veían a lo lejos. De pronto, la voz bien modulada de una niña lo saludó. "Buenos días, Alexis. Gracias por venir a ver a una chica enferma." El chico se quedó de una pieza, esperaba encontrarse con una chiquilla rica, estúpida, y caprichosa; él aborrecía ese tipo de niñas y niños que se creían que se lo merecían todo por su bella cara. Había aceptado venir por que le encantaba hacer lo que su abuelo le pedía; sin embargo era todo lo contrario. Ella continuó: "Sé que me ganarías incluso con tus ojos vendados, pero quería conocerte y esta era ahora la única oportunidad." Alexis se puso rojo con los halagos de la niña. "Bueno… para ser honesto, esperaba encontrarme una chica caprichosa en una silla de ruedas que la empujaba una enfermera, sus piernas cubiertas por una manta escocesa. Estoy contento de que no sea así." Ambos se rieron con ganas y eso rompió el hielo entre ellos. Ella se sentó enfrente de él separada por una pequeña mesa donde Alexis había puesto el tablero del ajedrez. Ella estaba vestida con un pijama como el que tenía la pequeña María, nada extraordinario ni ostentoso. Estaba abierto por la parte delantera y él podía ver las vendas que cubrían el pecho de la chica y el inicio de uno de sus pequeños pechos. Su pene empezó a ponerse duro dentro de su ropa interior. Se ruborizó de nuevo, y ella notó su azoramiento. "Espero que tu abuelo me quite los puntos la próxima semana, entonces una fea cicatriz quedará ahí para el resto de mi vida." Chico y chica guardaron un silencioso embarazoso. Alex dijo: "¿Por qué tiene que ser una cicatriz fea? Yo en tu lugar, estaría muy orgulloso de ella. Las heroínas lo están. Piensa que, gracias a esa cicatriz, tú has salvado tu vida, y eso es la mas preciosa joya que puedes tener." Helen suspiró en silencio; si, Mary Louth tenía razón, Alexis era un chico excepcional y a ella le gustaban con locura los muchachos excepcionales. El empujó el tablero y empezaron a jugar. "Blancas para usted, señorita." Ella miró intensamente a los extraños ojos verdes del chico, al tiempo que cerraba las pestañas cuando movía una pieza en el tablero. No podía dejar de mirar furtivamente los labios rojos y la suave piel blanca de la cara, la chiquilla se puso roja cuando en su mente se imaginó los labios del chico besando los suyos. Su nuevo corazón estaba latiendo fuerte y pensó que eso no era bueno para ella, así que intentó borrar esas imágines de su mente. En aquel momento entró una enfermera con una bandeja con té y algunas galletas. "Lo siento, Alexis, escogí té y quizás a ti no te guste, pero es que tu abuelo no me permite beber café hasta que todo haya pasado." De nuevo la imagen del precioso hoyito del chico en la barbilla vino a su mente y una vez mas ella trató de borrarla de su mente. "No te preocupes, como mi abuelo dice, el café de este país es agua tintada." De nuevo empezaron a reír ruidosamente. No recordaban en absoluto si terminaron el juego. "El próximo septiembre empezaré de nuevo el colegio, supongo que te veré allí." "Seguro, ya nos hemos registrado, mientras tanto continuamos yendo a nuestro antiguo colegio en Maxville. Tengo buenos amigos allí, pero si todos los estudiantes del nuevo son como tú, creo que me gustaría cambiarme ya, sin esperar hasta entonces." Ella se sonrojó con las palabras del chiquillo. "Bueno… no conozco a la mayoría de ellos, solo a unos pocos y hay de todos los gustos, desde estúpidos hasta grandes almas, como el que ha dado su vida por mí." Se puso seria. "Es una lástima que no pueda saber quien es, solamente sé que era un chico de nuestra edad." Alexis puso su mano sobre la de ella intentando animarla, la chiquilla no retiró la suya al tiempo que una corriente eléctrica recorrió todo su ser y se puso roja como la grana. Muy lejos Alexis oyó su propia voz. "Lo envidio, ha tenido que ser muy feliz…" Ella se sorprendió con las palabras del chico. Miró intensamente a Alexis a los ojos. "¿Por qué, Alexis? Él está muerto y yo estoy viva. ¿Cómo podrías tú envidiarlo?" "Bueno... todos debemos morir algún día; sin embargo, él se ha asegurado estar contigo para siempre. Está dentro de tu pecho. ¿Hay algún lugar mejor que ese?" Iba a contestar ella a este guapo y extraño chico cuando dos lágrimas corrieron por las rojas mejillas de la muchacha y oyeron una voz desde la puerta. "El tiempo de la visita ha terminado, Alexis. Por favor, dile adiós a Helen, nos vamos dentro de un par de minutos. Ella tiene que descansar lo más posible." La chica se levantó y caminó hacia el gran ventanal que miraba al parque intentando ocultar sus lágrimas. Alexis se aproximó a ella desde atrás y extendió la mano. "Lo siento; a veces soy muy estúpido, especialmente cuando una chica bonita está cerca de mí, pero no estoy arrepentido de lo que he dicho. Adiós, Helen." Entonces ella se giró, tenía los ojos rojos y todavía fluían las lágrimas que corrían hacia abajo por sus rosadas mejillas. "Alexis, me ha gustado muchísimo. Nada me ha consolado más que tus palabras; no puedo decírtelo ahora por qué, pero nos veremos pronto. Te echaré mucho de menos." Se volvió hacía el ventanal al momento que la puerta se cerraba. Entonces comenzó a llorar amargamente. Su corazón le decía que este chico tenía razón, se sintió muy feliz y al mismo tiempo muy triste pensando en el órgano que tenía dentro de su pecho. Cuando el coche se dirigía a casa, su abuelo observó la quietud de su nieto; Alexandra se había quedado en el hospital en su puesto de trabajo hasta la tarde. "Parece que la chica te ha impactado, hijo." Se volvió hacía su abuelo y le apretó la mano derecha. "Es una gran muchacha, abuelo; creo que ella sabe que el corazón de su hermano late dentro de ella." "Eso es imposible Alexis. Solamente unas pocas personas conocen al donante, aunque puede haber sospechado el fallecimiento de su hermano. "Abuelo, ella no es tonta en absoluto. Yo solamente flirteé un poco y en vez de empezar a bromear feliz, empezó a llorar en silencio mirando a la ventana, de manera que nadie pudiera verla. Es una chica educada, sin embargo, no me dio la mano cuando se la ofrecí, no porque no quisiera, sino porque no podía parar sus lágrimas y no quería que nadie la viera. Es una chica preciosa y valiente." "Llegas a rápidas conclusiones, pero puede que tengas razón." "Estoy seguro, abuelo. El tiempo lo aclarará todo. Quiere que nos veamos de nuevo tan pronto como sea posible, pero a mí no me gusta ese lugar donde nos pueden interrumpir, ella lo que necesitaba era todo lo contrario. Si te lo pide de nuevo, dale cualquier excusa, excepto aceptar su invitación, por ejemplo que me siento deprimido en un hospital. "Pero eso no es cierto y tú siempre quieres ir con la verdad por delante." "Tienes razón, abuelo. Ahora comprendo cuando tú me decías que algunas veces es preferible una piadosa mentira que la verdad." En aquel momento entraron en el garaje. Terminaron la conversación y el asunto se olvidó. El viernes por la tarde, la pequeña María, Pablo y Alexis caminaban felices hacia la estación del ferrocarril para encontrarse con su abuelo. Llegaron un poco temprano, Alexis le gustaba ser puntual y su abuelo le agradecía este rasgo. Se sentaron en un banco cerca del aparcamiento desde donde veían bien el lugar. Pablo pensaba sobre su amigo cuando sintió su mano sobre la suya; Alexis la restregó y Pablo volvió la cabeza para mirarlo. Sus ojos se encontraron y el mexicano sintió una calidad sensación que subía desde sus ingles hasta su cara. Se ruborizó. "Me agradas, Pablo; Te aprecio un montón." Pablo agachó la cabeza y suspiró. Su mente estaba trabajando al máximo. Amaba profundamente a su amigo y no podía comprender por qué este guapísimo chico podía quererlo a él que era gay, todo lo contrario de su amigo. Casi con toda seguridad, Alexis era uno de los chicos mejor parecidos del colegio. Chicos y chicas se disputaban su amistad y ser amigos suyos, y ahora más que nunca que venia vestido con aquellas ropas tan buenas, sin embargo, él lo había escogido a un chico gay, ¿Por qué? Miró de nuevo a su amigo y notó un nudo en su garganta. Iba a argumentar cuando sonó el claxon de un coche advirtiendo a los niños de su presencia. Los ojos del muchacho brillaron, cogió a su amigo de la mano y lo llevó hacia el vehículo. Pablo nunca se había encontrado con Alex, así que Alexis hizo la presentación. "Abuelo, este es Pablo; mi mejor amigo. Pablo, este es el mejor abuelo del mundo." El chiquillo mejicano extendió su mano, pero Alex lo abrazó suavemente con ternura. "Los amigos de mi nieto son parte de nuestra familia, Pablo. Encantado de conocerte." El muchacho mexicano se ruborizó. "Gracias, señor. Le he dicho a Alexis muchas veces que no me merezco ser su mejor amigo, hay cientos de chicos en la ciudad y en el colegio mucho mejores que yo. "Supongo que él tiene sus razones para eso, créeme, no es tonto." Alexis intervino para poner fin a la conversación. "Vámonos, tenemos muchas cosas que hacer antes del viaje de mañana." Se metieron en el asiento trasero del coche, y se ajustaron los cinturones, y la pequeña María en su asiento especial. Alex condujo fuera del aparcamiento y pronto estaban en medio de la red de autopistas. "No me dijiste nada referente a un viaje mañana." "Lo olvidé, además es una sorpresa." Se rieron y el coche incrementó la velocidad. Cerca de la casa, Alexis tapó los ojos de su amigo con las manos. Por favor, mantén los ojos cerrados." Los cerró hasta que Alexis le dijo: "Ábrelos." Estaban en frente de la casa. Margarita estaba arreglando algunas macetas, y como de costumbre, el pequeño Christian a su lado, jugando con las herramientas del jardín. Pablo abrió la boca sorprendido. "¡Alexis, este es un lugar precioso!" "¿De verdad te gusta?" El chico mexicano miró a su mejor amigo con intensidad. "Te lo mereces, Alexis. Estoy muy contento que hayas encontrado a tu abuelo." Alexis suspiró complacido. Pablo saludó y besó a Margarita mientras Alexis decía: "Por favor, ven conmigo." Lo cogió de la mano y lo introdujo en la casa mostrándole el gran cuarto de estar. Pablo se fijó en la pintura al óleo y otros dos dibujos en blanco y negro que habían sido enmarcados recientemente y colgaban debajo del óleo. Uno era el retrato de Tom que Margarita había guardado celosamente y en secreto; el otro era Alexis durmiendo. Todavía tenía cogido de la mano a su amigo Pablo. "¿Los reconoces?" Pablo sonrió. "Te reconocería incluso si llevaras una máscara puesta y durmiendo." Alexis apretó la mano de su amigo. "El otro chico se te parece mucho, y especialmente a la niña del cuadro; así que supongo que es su hermano…y es muy guapo." Pablo se ruborizó. "¿Quién es?" "Es mi tío Tom, falleció hace solo unos meses sin que nosotros supiéramos incluso que existía. Él y mi abuelo eran como nosotros dos: los mejores amigos. Ya te contaré mas tarde cosas de él y del resto de nosotros." Durante unos cuantos segundos, Alexis miró a los ojos de su amigo y añadió: "Quiero demostrarte durante este fin de semana cuanto te aprecio, Pablo." El chico mejicano estaba en el séptimo cielo. Había alcanzado una gran intimidad con Alexis, y él lo había follado, a él y a su hermana, pero eso era diferente. Se soltaron las manos y le mostró la mayor parte de la casa. En la cocina se encontraron a Rosa, y para sorpresa de la mujer, los muchachos empezaron a saludarla en español. Ella era de Puerto Rico. Alexis dejó su habitación para el último momento; entonces le pidió a Pablo: "Por favor, cierra los ojos." Lo hizo, y abrió la puerta, cerrándola con el culo al entrar. "¡Ábrelos!" "¿Es esta tu habitación? ¡Siete chicos podrían alojarse aquí!" Alexis volvió a Pablo hacia él; observó aquellos grandes y profundos ojos negros, los dos graciosos hoyitos que el mejicano tenía en sus mejillas cuando reía, igual que su abuela, su abundante cabellera lacia y negra que le cubría hasta las orejas, y los maravillosos labios rojos que a él tanto le gustaba besar. Alexis puso sus manos en sus suaves mejillas y empezó un largo beso que el mejicano no olvidaría en su vida. Se separaron durante un momento. "Será nuestra habitación mientras tú estés aquí, Pablo. Te quiero, mi mejicano." Pablo no pudo evitar sus lágrimas y Alexis lo abrazó. Se sentaron en el sofá y de nuevo se repitió la tierna escena. Alexis besó amorosamente a su mejor amigo en los labios. "¿Por qué esto ahora, Alexis? Hemos... tú me has follado, e hicimos el amor muchas veces." "Porque entonces creí que era solo sexo, pero ahora me he dado cuenta que el amor puede existir entre dos chicos, como existe entre una chica y un chico, sin que sea absolutamente necesario el sexo. Mi abuelo y el tío Tom se amaban el uno al otro hasta que él murió de SIDA. Era gay, pero no de esa clase que mucha gente, especialmente la prensa sensacionalista, han creado. Era un chico normal y más tarde un hombre normal que tenía su amante. No le gustaban las mujeres, jamás violó a niños ni chicos ni grandes, como los presenta la prensa. También amaba los niños. Hizo una gran fortuna trabajando en la industria de la moda y confió a mi abuelo la tarea de buscarnos y darnos el producto de su duro trabajo, sin embargo…" Alexis continuó contándole la historia total sobre su familia. "En la prostitución nuestra, me enteré de que había un hombre extraño que se llevaba a los chicos a su propia casa, los aseaba, alimentaba, y a veces los vestía, pero no hacía nada mas con ellos. Como comprenderás, y nuestro profesor de literatura decía, eso suena a épico." "Pero cierto, amigo mío, excepto con su propia familia. A mí." Los grandes ojos de Pablo se abrieron de la enorme sorpresa." "¡No, no puedo creerlo! ¡Eso es imposible, Alexis! Te quiere como creo que jamás amará a nadie." "Este es nuestro secreto, Pablo. Quiero que lo mantengas en tu corazón durante el resto de tu vida. Te lo digo a ti porque te quiero de verdad." Pablo no pudo resistir la demostración de amor de su mejor amigo y tuvo que hacer un gran esfuerzo para retener sus lágrimas dentro, pero su garganta no lo respetó y un nudo la cerró. "No necesitas contarme nada más, Alexis." "Si, lo necesito, porque no quiero que mi mejor amigo tenga una idea errónea sobre la persona que mas quiero en este mundo. Fue mi testarudez sobre cumplir los términos de nuestro acuerdo, además yo no sabía que él era mi abuelo. Él no quería ni deseaba tener sexo conmigo. Primero intenté seducirlo, pero no tuve éxito. Yo estaba muy caliente cerca de aquel hombre tan alto y musculoso; permaneció flácido todo el tiempo. Observé lo interesado que estaba en mí, incluso me había pintado mientras yo dormía, es ese dibujo que has visto abajo, no obstante, descubrí esto mas tarde. Le amenacé con no volver a venir jamás, y ese fue su Waterloo. Me hizo prometer que olvidaría el sexo en próximos encuentros, que él no estaba para gozar con niños. Yo acepté. Rechazó de plano la idea de que yo se la chupara a él, pero conseguí que él me lo hiciera a mí. Resultó que era un verdadero maestro haciéndomelo, casi como un profesional. Había tenido un buen profesor, su mejor amigo, mi tío Tom." Se rieron a carcajadas los dos pillos llenos de felicidad. "Lo siento, Alexis, pero tu historia ha hecho que mi picha se empalme." "No tenemos mucho tiempo disponible, la cena estará lista muy pronto, pero un buen 69 no nos llevará mucho tiempo." En segundos estaban desnudos, Alexis se llevo a su amigo al cuarto de baño y con suavidad le empujó al suelo. Sus bocas se encontraron y las lenguas se mezclaron desesperadamente buscando aligerar sus tensiones sexuales. Un par de minutos más tarde, Alexis se dio la vuelta arrastrando a su amigo con él que ahora estaba encima. Se volvió al otro lado entre las piernas de su mejor amigo y se engolfó su larga y gorda picha. Solamente unos minutos chupándose el uno al otro fue necesario para alcanzar aquel glorioso y memorable orgasmo. Después de recobrar la respiración Pablo se volvió a su posición original y con ternura besó a su amigo. "Gracias, Alexis, por todo lo que has dicho. Tú sabes que te quiero desde cuando nos encontramos aquella mañana hace tres años cuando ni siquiera sabíamos el nombre de cada uno, no obstante, mi corazón saltó de alegría cuando tú me preguntaste donde estaba tu clase. Supongo que tendremos tiempo para hablar durante este fin de semana, porque has creado muchas dudas en mi corazón y quiero aclararlas." "Lo haré con placer. Ahora vamos a darnos una ducha rápida antes de que mi abuela venga y nos pille aquí. Estoy seguro que ella no diría nada, pero no quiero ponerla en esa tesitura." Se ducharon y Alexis le dio uno de sus pijamas para que se lo pusiera. Alexis le dijo: "Es tuyo, si lo quieres y te gusta." "Si, me gusta porque viene de ti." Aquella noche los dos amigos disfrutaron libremente del sexo y de su amistad, pero tenían que levantarse temprano para el viaje a la granja en Connecticut. A Alex le gustaba conducir temprano cuando las carreteras estaban casi vacías y podía disfrutar el viaje. Alexandra conducía el "Jaguar" con su madre en el asiento delantero, y los pequeños Christian y María en sus sillas especiales en el asiento de atrás, siempre siguiendo al nuevo "Range Rover" que conducía Alex con los chicos y muchos paquetes para las necesidades del bebé apilados en el portaequipajes del todoterreno. Pararon a mitad del camino en el restaurante donde lo hicieron la primera vez; la señora los reconoció e inmediatamente sirvió a la gran familia. Pablo no podía creer lo que estaba viviendo; parecía un sueño, y aún más cuando llegaron a las montañas, los grandes bosques, la naturaleza salvaje y finalmente la gran casa de la antigua granja y el enorme granero. Alexis explicaba a su amigo cada detalle de lo que quería saber. Descargaron el todoterreno y aparcaron los dos coches en la parte baja del restaurado granero. Una familia de la zona cuidaba todo aquello como si fuera su propiedad. Alex los había ayudado cuando su joven hijo tuvo un accidente conduciendo un tractor. Mantenían la casa limpia y arreglada y les servia de cocinera a la familia. Querían con locura al pequeño pelirrojo. Al progresar la mañana, el tiempo era más cálido e invitaba a caminar. Los muchachos y Alex se fueron a una larga excursión como hicieron la primera vez, pronto Alexis se desnudó por completo y Pablo siguió su ejemplo. Cerca de la laguna se pararon, todavía debían subir algunos metros antes de alcanzar el nivel del terreno donde estaba el pequeño lago. De nuevo Alexis dijo: "Por favor, Pablo, cierra los ojos y no los abras hasta que yo te lo diga." Pablo lo hizo así y Alexis lo cogió de la mano y siguió subiendo. Alex suspiró; parecía que estaba viendo a Margarita hacia casi cuarenta años. Subieron hasta el borde del nivel del agua estancada. "Ábrelos." Pablo puso la mano en la boca abriendo sus grandes y negros ojos. "¡Es... es… precioso, Alexis! No me podía imaginar que tal belleza existiera todavía. ¿No es cierto, Señor Lorton?" Alex sonrió. Pensó que si se hubiera topado con aquel chico en las calles, estaba seguro que lo habría escogido para su proyecto. De pronto Alexis saltó al agua, pero Pablo estaba todavía fascinado con la belleza mágica del lugar. Dudó. "¡Gallina si no saltas!" Gritó Alexis desde el agua. El muchacho mejicano saltó al agua fría. No esperaba que lo estuviera tanto, pero nadó rápido para poder mantener la temperatura de su joven cuerpo, empezando a echarse agua y jugar. Por desviación profesional de médico, Alex comenzó a estudiar las características físicas del chiquillo. Pablo parecía más fuerte que su nieto, pecho más ancho, y las piernas mas gruesas preparándose para el gran estirón dentro de un par de años. No sería tan alto como Alexis, pero más alto que la media de su raza. Su piel brillaba como un espejo al estar mojado; no tenía pelo alguno en aquel cuerpo de Apolo. Los dos estaban en la mejor parte de su juventud. Sabía lo que les ocurriría, así que hizo que les incluyeran en cada mochila una toalla grande para cada uno. Cuando emergieron del agua, pudo observar que sus genitales se habían retraído casi dentro del abdomen. Se echó a reír. "¿A donde se ha ido tu picha?" Pablo preguntó riendo. Alexis miró a su abdomen y luego a su amigo. "Creo que con la tuya, son buenas colegas." Con esta y otras bromas y travesuras emplearon toda la mañana. Cerca del mediodía se volvieron a casa. El pequeño Christian vio a su sobrino y corrió a echarse en sus brazos. Esa palabra era muy difícil para un niño tan pequeño que estaba empezando a hablar y no entendía el significado; el lo llamaba "Axis" y María "Mia." Todos contentos. Después de la comida, los dos pillos desaparecieron en medio del bosque a jugar como lo haría cualquier chico de su edad. Finalmente, subieron a la parte más alta del granero; todavía quedaban balas de paja limpia y se sentaron entre tres de ellas que hacían como una cueva. Se estaba muy bien y caliente dentro, enseguida la conversación se volvió sobre el sexo. "Pablo, ¿has intentado alguna vez follarte a una chica?" "No. Las encuentro estúpidas, sin embargo, tengo que admitir que algunas veces he sentido la curiosidad de intentarlo, especialmente cuando te he visto a ti hacérselo a mi hermana. Parecía que disfrutabas mucho, pero quiero ser honesto contigo, sentí como un golpe de celos en mi corazón." Pablo se ruborizó profundamente con su confesión, pero no se arrepintió. Alexis lo miró con cariño y le quito un mechón de pelo que le caía al mejicano en la cara. Pablo comprendió que a su amigo no le importaba sus tendencias sexuales porque se amaban el uno al otro. "Yo si lo he hecho de verdad, Pablo. El problema es, que para disfrutarlo debes amar a tu pareja; y eso es casi imposible con tu hermana Rose. Me gusta hacerlo con ella, como seguramente me gustaría y lo disfrutaría con otra chica, pero yo no la amo. Cuando quiero a una persona, además del sexo, hago el amor, por eso me encanta hacerlo contigo." Pablo podía observar la tienda que se estaba formando en la bragueta de los pantalones de su amigo, sonrió. "Esta noche quiero que me folles hasta que estés extenuado. Quiero que no olvides esta excursión jamás. No lo he hecho desde que lo hicimos los dos la última vez." Estaban muy cerca el uno del otro y no necesitaron nada más. Se desnudaron y enseguida Pablo estaba chupando la picha de su amigo. A Alexis también gustaba chupar la gruesa picha de Pablo; no se sentía como él pero lo quería y eso bastaba para disfrutar con su compañía. Pronto sus cuerpos se tensaron y explotaron en un maravilloso clímax. Permanecieron quietos yaciendo en sus costados mirándose el uno al otro en la felicidad de su orgasmo. "Te quiero, Pablo. Si alguna vez me necesitaras no tengas la menor duda de ponerte en contacto conmigo." Se mantuvieron en silencio durante algunos minutos más, Alexis añadió. "Pablo, quiero pedirte un gran favor." Los profundos ojos negros del chico mejicano miraron en las verdes perlas de su amigo. "Alexis, me siento muy feliz de que tú me pidas algo porque pondré todo mi ser en complacerte." Agachó la cabeza y suspiró. Alexis tocó la suave piel de su amigo y la besó a la altura del pecho. Le encantada aquellas preciosas tetillas marrones. Entonces dijo: "No lo sé, quizás sea una intuición estúpida mía. Tuve un sueño la pasada noche, bueno, de hecho era mas bien una pesadilla. A ti te había abducido un hombre malvado que estaba preparado para violarte. Tú luchabas fuerte, y tus ojos, como hace unos minutos, me miraron pidiéndome ayuda. Cuando el hombre consiguió su bestialidad yo te grité como un lobo herido. Entonces me desperté; estaba sudando, mi corazón latía fuerte y mi respiración también. Encendí la luz de la mesita de noche y vi que tú dormías plácidamente a mi lado. Suspiré y me tranquilicé; te di un beso rápido en tu nariz respingona." Pablo sonrió cálidamente a su adorado amigo. "No veo qué es lo que quieres de mi, excepto que tuviste una pesadilla, probablemente porque estés preocupado por mi." "Si. Estoy muy preocupado por lo que te pueda ocurrir en la plaza." Extendió su mano y la puso en la palma de Pablo y la apretó suavemente. "Me gustaría que dejaras la prostitución infantil y que jamás volvieras a ella. Si necesitas algo, yo recibo todos los meses una buena asignación, nos la podemos repartir y así no tienes que ir a ninguna parte." Los ojos de Pablo se nublaron y abrazó muy fuerte a su amigo. "Muchísimas gracias, Alexis. Nunca sabrás lo hermoso y grande que es tener un amigo como tú. Bueno... has llegado un poco tarde. Lo abandoné cuando tú me dijiste que habías encontrado a tu abuelo, y ahora te prometo que jamás volveré a eso. Tienes mi palabra." Se abrazaron. "Vámonos, tengo hambre y necesitamos darnos un buen baño antes de cenar." Se chincharon el uno al otro y una hora después estaban sentados en el sofá echando una partida de ajedrez esperando la cena. Pablo había aprendido mucho de su amigo y Alexis, a veces, tenía verdadera dificultad para ganarle. La noche no era fría, así que no había necesidad de encender el fuego de la chimenea. El pequeño Christian ya hacia rato que estaba en cama y la dulce María bostezaba. Margarita tenía a su hombre cerca de ella y le estaba acariciando su cabello ahora blanco, de vez en cuando le besaba en la frente. Entonces dijo: "¿Pablo, te gusta todo esto?" Ella conocía muy bien al chiquillo y lo quería desde el primer día que los dos niños vinieron juntos desde el colegio; Ella también adivinaba la relación sentimental entre los dos chicos, aún siendo tan diferentes. "Si, muchísimo. No solamente porque hay valles preciosos y montañas, sino también porque todos ustedes están conmigo y yo me siento como parte de esta familia. No creo que jamás encuentre un amigo como Alexis y una familia como la vuestra." Hizo una pausa. "Hay un lugar parecido allá en Nuevo México; me refiero a esta casa…" Alexis lo interrumpió. "Nunca me dijiste nada sobre eso ni siquiera lo mencionaste." "Cierto, pero tú nunca me preguntaste por mi familia. Es la casa de mi abuelo. Una hacienda muy antigua y grande, no la he visto desde que yo era como María." Alexis intervino para parar la poesía, como acostumbraba a decir. "Es tarde, vámonos a la cama. Pablo. Los amantes necesitan estar solos después de tantos años de separación." Dijo esto intencionadamente refiriéndose a sus abuelos. Se levantaron, besaron a los adultos con las buenas noches y corrieron arriba a su habitación. 5ª PARTE ======== CAPÍTULO 17 ----------------- Alexis cerró la puerta con llave, en un rápido movimiento cogió a Pablo desde atrás cuando el chico estaba levantando sus brazos para quitarse la parte de arriba del pijama. Alexis besó sus limpios sobacos y una de las tetillas; Pablo finalmente pudo quitarse el pijama, se giró para encontrarse con su adorable amante. Sus bocas se encontraron en un largo y húmedo beso. A Pablo le encantaba restregar las suaves espaldas de su amigo y Alexis hizo lo mismo con las nalgas de Pablo."¡Son tan redondas y bonitas!" Pensó Alexis. Al cabo de un par de minutos, los chicos pararon el beso, sus barbillas cubiertas de saliva. Alexis miró a los ojos negros y profundos de su amigo. "Me gustan muchísimo esos pequeños pozos, Pablo. Parecen como si no tuvieran fondo." Pablo arrastró a su amante a la cama. "Por favor, Alexis, fóllame profundo. Te quiero dentro de mí formando un solo cuerpo y una sola alma." Alexis recordó las palabras que le había dicho a la chiquilla en el hospital. ¿Es posible que una persona pueda vivir como fundida dentro de otra persona?" Suspiró. "Lo deseo tanto como tú, Pablo. Me gustaría fundirme contigo en un solo ser y vivir juntos para siempre." Estaban ahora completamente desnudos, Pablo encima de Alexis; sus lenguas revueltas dentro de sus bocas mientras el chico rubio empezó a restregar su pelvis contra la de su amigo, sus pichas escupiendo líquido preseminal. Solamente necesitaron unos pocos minutos para alcanzar aquel maravilloso orgasmo seco que los llevó a ambos más allá de los espacios siderales. Pablo se deslizó a su lado derecho todavía respirando fuerte; Alexis arrastró a Pablo hacia sí en un repentino e inexplicable abrazo fuerte. A Pablo le encantaban muchísimo aquellas expresiones de su amigo, porque sabía que significaban puro amor y nada de sexo. "No sé si me volverán a gustar las chicas o no, pero sí estoy seguro de que te amaré siempre, no importa Io que nos ocurra a nosotros." Dijo el mejicano. "Lo sé, Pablo. Incluso no sé de verdad por qué te he abrazado, solo que he sentido la necesidad imperiosa de hacerlo y estar cerca de ti." "Me encanta esas necesidades, Alexis, especialmente las tuyas." "Tengo que decirte algo porque de alguna manera está conectado con esa necesidad." Alexis le contó a su amigo la visita al hospital y el secreto sobre el corazón que ella portaba dentro de su pecho. "Cuando ella empezó a llorar, sentí la misma urgencia o necesidad, por supuesto no la abracé, solamente le ofrecí mi mano, pero ella no la cogió." "Creo que ambos estabais solos en aquel momento, ella te lo habría agradecido muchísimo que la abrazaras; lo necesitaba desesperadamente. Ese es el problema de esta estúpida sociedad. Tenemos que mantener las formalidades que nuestros corazones rechazan. Afortunadamente, este no es nuestro caso, en especial esta noche." Se rieron. Estaban empalmados de nuevo y Pablo saltó de la enorme cama y se fue hasta donde estaba su mochila, rebuscó en el interior y pronto encontró lo que estaba buscando. Un tubo de crema KY que había comprado algunos días antes. Lo dejó sobre la mesita de noche y se puso a horcajadas encima de su amante. De nuevo sus bocas se encontraron y sus lenguas exploraron sus cavidades. "Lo sé que no lo necesitamos, nuestro preseminal sería suficiente, pero con esto es más cómodo." Pablo se puso sobre sus espaldas y levantó las piernas hasta tocar su pecho. Alexis vio aquella preciosa picha y la bolsa marrón que contenía los testículos en frente de él y no pudo pararse empezando a chuparlos. Pablo gimió de placer cuado sintió la lengua de su amigo chupar la cabeza de su picha. "Lo siento Pablo; pero son preciosos." Alexis extrajo un poco de la blanca y grasienta substancia en su dedo medio y la metió dentro del agujero de Pablo. El chico gimió, especialmente cuando Alexis tocó aquel punto mágico dentro de él. Otro poco lo esparció dentro de su intestino. Ambos estaban muy excitados esperando el gran momento. Pablo arrastró a su amigo hacía sí y cogió su larga picha en su boca. Le dio unas cuantas chupadas y ya estaba preparado. "No quiero ninguna substancia sobre tu picha." Alexis empezó a moverse hacia abajo despacio, besó y lamió sus sobacos, tetillas, ombligo y finalmente la dura picha. Entonces Pablo levantó sus piernas hasta tocar su pecho. "¿Estás totalmente preparado, Pablo?" "Si. Por favor, adelante y rápido porque estoy muy caliente." Alexis se posicionó en frente de su amante y su agujero y en un solo empujón le metió toda la picha dentro de sus entrañas. Pablo gimió de placer mientras miraba la preciosa cara de su amigo que le sonreía. Empezó despacio metiendo y sacando su nabo incrementando la velocidad de los empujones a medida que sentía su orgasmo acercarse desde sus ingles. De pronto paró, y respiró fuerte. "Por favor, Alexis, no pares ahora." Pero el chico rubio sabía muy bien lo que tenía que hacer. Recordaba perfectamente cada minuto cuando su abuelo se la chupó y como lo hizo; él sabía el resultado. Era duro pero valía la pena. Después de un par de minutos acariciando a su mejor amigo, empezó de nuevo sus empujones, con tal violencia que la vieja colchoneta se quejaba con extraños chirridos. ¡Si, era maravilloso, muy bueno! Cuando ya estaban cerca del punto de no retorno, Alexis se giró llevándose consigo a Pablo que ahora estaba empalado encima de él, continuando sus movimientos arriba/abajo y su propia picha entre las dos barrigas recibiendo su tratamiento. En segundos explotaron. Alexis levantó sus caderas y Pablo empujó hacia abajo y atrás para conseguir la penetración máxima; en esos instantes saltaron a otra galaxia de colores y fuegos artificiales durante cortos segundos. Exhausto, Pablo cayó encima de Alexis, su lacio cabello negro cubría el hombro izquierdo de su amigo. Alexis restregaba la espalda y las preciosas y redondas nalgas, murmurando: "Te quiero, Pablo, te quiero." Se besaron rápidamente y Pablo acariciaba el cabello dorado. Se separó de Alexis, y al hacerlo, con sorpresa inaudita, observó la crema blanquecina sobre la barriga de su mejor amigo, al tiempo que murmuraba: "También te quiero yo, Alexis." Entonces inclinó la cabeza y sorbió la barriga de su amigo recogiendo su propio primer semen. Con los ojos brillantes de emoción, besó a su amante mezclando sus lenguas. Exclamó: "¿Has notado el sabor?" Alexis comprendió, aunque era la primera vez que había experimentado ese extraño sabor. Por contestación tiró de Pablo hacia él y lo besó con toda la ternura que pudo reunir. "¡Enhorabuena Pablo, ahora ya eres un pequeño hombre!" Pablo no pudo evitar emocionarse. "Tú lo hiciste, Alexis! ¡Estoy muy feliz por ello!" Se volvió y se deslizó a su lado derecho, todavía con la picha de Alexis dentro de él. Alexis se pegó a Pablo como dos cucharillas de café, como si fueran un un solo cuerpo. Le besó el cuello por detrás y Pablo la mano de su amigo que estaba encima de él. Algunos minutos después estaban dormidos como troncos. En la madrugada se despertaron con sus jóvenes cuerpos recuperados y de nuevo se metieron en otra sesión de sexo hasta que terminaron satisfechos. Por la mañana cogieron las bicicletas y visitaron a algunas de las granjas de sus amigos, con otros muchos chicos y chicas. Todos en pandilla rodaron las viejas máquinas en aquella maravillosa mañana de primavera disfrutando de sus vidas de chiquillos. Después de la comida de mediodía, todo el mundo se preparó y comenzó el viaje de vuelta a casa de aquel glorioso fin de semana, especialmente para Pablo. Alex dejó a la familia en casa y continuó hasta Maxville para dejar allí al feliz chiquillo. Aparcó frente a la casa, los dos amigos se abrazaron y Pablo besó al hombre en las mejillas con los ojos empañados. "Muchísimas gracias Sr. Lorton por este memorable fin de semana." Alexis había descendido del coche a despedirse de su amigo frente a su casa. "Por favor no vengas, de lo contrario mamá no te dejaría que te vayas; ya sabes que ella te adora y tu pareces cansado. Te veré mañana en el colegio." Vio como su mejor amigo se subía feliz al coche le saludó con la mano. Alex puso en marcha el "Jaguar" y se volvieron a casa. Alexis no volvería a ver a su amigo durante muchos meses. Pablo entró en su casa y oyó mucho ruido anormal y gritos de sus hermanas. De pronto, Rose lo abrazó. "Sé feliz, hermano, ¡volvemos a casa! Odio este clima húmedo y frío. ¡Nuevo Méjico nos espera!" Ella gritó entusiasmada coreada por su hermana mayor. Su padre se acerco a él con un puñado de papeles al tiempo que Pablo dejaba su mochila en el suelo. "¿Pero qué pasa? ¿Estáis todos locos? Había empezado a hablar en español. Su padre lo abrazó cariñosamente y le acarició el largo y sedoso pelo negro. Lo cogió de la mano y lo llevó a su sofá favorito, se sentaron. Amaba a su único hijo por muchas cosas y Pablo quería mucho a su padre. No era como el abuelo de Alexis, pero jamás había sido malo con él, sino todo lo contrario. El amaba a sus padres. "Siéntate, hijo mío." Estas palabras en español tienen un significado muy fuerte, y Pablo adivinó que algo muy importante había ocurrido durante su ausencia para que su padre hablara con él aparte. "Mi Compañía me ha ascendido, ahora mi sueldo será mas del doble y también mi responsabilidad. Nuestro lugar será el mismo en el que empezamos: Nuevo México. Viviremos en nuestra antigua casa y con nuestra antigua familia; tus abuelos, tios y muchos primos que tienes. Mamá también continuará con su trabajo allí. Desde ahora en adelante tendrás todas esas cosas pequeñas que aquí no podíamos permitirnos porque teníamos que pagar esta casa. Ahora todo será diferente." Pablo temió y pensó en su mejor amigo, entonces empezó a llorar en el hombro de su padre. "Estoy contento por ti y por mamá, papá; pero ¿y yo, papá? Tengo mis amigos aquí, mi colegio… todo." "Lo sé, hijo mío; allí encontrarás nuevas oportunidades y un nuevo colegio mejor que éste." Hizo una pausa, con expresión de ternura añadió: "Por supuesto que no tendrás a Alexis, pero habrá otros chicos como él." Pablo separó su cabeza y miró fijamente los ojos de su padre, las lágrimas le corrían por las suaves mejillas. "No, papá. Quizás habrá otros chicos, pero ninguno como él; Alexis es especial y tú lo sabes muy bien." El acarició la cara de su chico todavía llorando y lo abrazo muy fuerte. "Lo sé que significa mucho para ti, pero él no es homosexual, Pablo; pronto encontrará una chica a quien seguramente amará y a ti te olvidará." Esa fue la primera vez que hablaban claramente de la homosexualidad de su hijo, y lo hizo tiernamente y con todo su amor, porque comprendió que su hijo lo amaba. Pero estaban muy recientes los últimos días y noches con Alexis en la granja de su abuelo. "¡No, papá!" El chico casi gritó. "Él con toda probabilidad encontrará una chica, en eso tienes toda la razón, o quizás yo, pero jamás me olvidará, ¡Nunca papá, nunca! ¿Comprendes?" Pablo corrió al piso de arriba y se echó en su cama llorando amargamente, continuó "¡Nunca, Nunca!" El lunes ocurrieron dos cosas que afectarían la vida de Alexis. Cuando su madre los dejó a la pequeña María y a él en la puerta del colegio, la niña corrió a reunirse con sus amigos, sin embargo, Pablo no estaba allí como cada mañana, para saludarlo y charlar un poco antes de entrar en la clase. Tampoco vio a su escandalosa hermana Rose. Pero cuando entró en su clase de Literatura, su profesor lo miró con simpatía. Cuando la clase terminó, chicos y chicas corrieron hacia la salida como un huracán. "Sr. Lorton, por favor, espere unos segundos." Habían cambiado su apellido al original de su abuelo porque el matrimonio de la abuela con Andrew y el de Alexandra con el sargento, habían sido anulados por el Juez. A Alexis no le importó nada ya que él no tenía ninguna relación con aquel hombre, excepto que había sido su progenitor en circunstancias anormales. El no se levantó y les indicó a sus amigos que siguieran, se uniría a ellos mas tarde. Cuando todos los alumnos se habían marchado, el profesor fue a su mesa, extrajo un sobre amarillo y se lo dio, al tiempo que le decía: "Anoche a primera hora, Pablo vino a casa y me dio esta carta para ti. Supongo que es su adiós; su familia y él volaron a Nuevo México la última noche." Temblando Alexis cogió la carta. "Muchas gracias, señor. Ha sido Vd. muy amable." Cogió su mochila y la dejó en su taquilla, se fue a una esquina del parque que rodeaba el colegio; aquel era el lugar favorito de ambos donde muchas veces habían hecho uso del sexo cuando tenían muchas ganas y no podían esperar. Abrió el sobre con manos temblorosas y vio la letra redonda y clara de su amigo; decía: ""Querido Alexis, cuando leas estas líneas probablemente nuestro avión estará aterrizando en Santa Fe (Nuevo México); mi tierra de origen. Intenté llamarte tres veces después de que mi padre me dijera de pronto el rápido cambio que había ocurrido en mi familia durante nuestro inolvidable fin de semana. Debería estar saltando de alegría y felicidad como lo están mis hermanas, a pesar de que ellas tienen aquí sus íntimos amigos, pero no pude; las palabras estaban atascadas en mi garganta. Cuando empecé a escribir quería decirte muchas cosas, pero creo que todas las palabras son innecesarias, solamente que te echaré mucho de menos y te amaré durante toda mi vida. Pablo."" Alexis releyó la carta unas cuantas veces más, las lágrimas empañaron la escritura que ya lo estaba parcialmente con las de Pablo. Cuidadosamente la dobló y la guardó en el bolsillo de arriba de su camisa cerca de su corazón. Permaneció allí durante bastante tiempo, incluso se perdió la clase de matemáticas; sin embargo, su profesor notó su ausencia pero no puso esa falta en su nombre. Alexis pensó que ya no tenía objeto permanecer en este colegio si su mejor amigo no estaba allí. Le pediría a su abuelo que cambiara la inscripción de manera que pudieran continuar en el nuevo. Sonó la campana anunciando que el día escolar había terminado. Se fue a recoger a la pequeña María y algunos minutos mas tarde su abuelo apareció a recogerlos. Estaba en silencio sentado al lado de María y no en el asiento delantero como siempre le gustaba hacer. Alex sabía que algo había ocurrido. ¿Una regañina de un profesor autoritario? ¿Una pelea con otro chico? Él jamás presionaría a su nieto, no obstante, todo el mundo tiene problemas alguna vez y tenía que aprender como afrontarlos y resolverlos. Esa noche se fue a la cama pronto después de darles a sus abuelos el beso de buenas noches. Sabía que estaban preocupados por él, pero ¿qué podía decirles?, ¿qué su amigo se había marchado? ¿Era eso suficiente e importante para ellos? Son adultos y también tienen sus problemas, él no iría a molestarlos. Además, ¿Qué podían hacer por él? Nada, así que a joderse toca y aguantar; mañana sería otro día y a lo mejor algo cambiaba. Pero estaba seguro que Pablo lo estaría pasando peor, al menos él tenía a sus abuelos con él. Mañana le pediría el cambio de colegio y a seguir. Pronto vendrían las vacaciones y se marcharían a la granja, allí también tenía buenos amigos y todo pasaría. Pensó. Alexandra estaba ahora muy ocupada, no solamente el trabajo, además su preparación para acceder a la Universidad, si quería cumplir su sueño de ser médico. Añadido a eso estaba el hecho que había continuado viéndose con Manuel; ambos jóvenes se atraían el uno al otro como el hierro y el imán. Alexandra no quería aparecer como una chica fácil, pero no podía evitar que su corazón se acelerara cuando miraba al biólogo mejicano que se acercaba. Manuel nunca había estado realmente enamorado de ninguna mujer, excepto cuando era un adolescente; ahora recordaba aquellos momentos y se reía. Tenía quince años y ella era su profesora. Fuera de eso, nada serio. Sin embargo, esta preciosa eslava lo estaba volviendo loco y él no tenía mucha experiencia. Había follado a muchas mujeres, pero el amor nunca estuvo presente. Habían acordado comer juntos y disfrutar un poco de relax charlando sin ningún objetivo en concreto, solo estar juntos. A los dos les gustaba esto. Ese día estaba lloviendo e invitaba a charlar. Después de terminar la comida, se sentaron en un rincón tranquilo tomándose el café. "¿Como es que hablas tan buen español? Debes admitir que eso no es normal para personas eslavas. Alexandra sonrió al tiempo que reunía sus pensamientos. "Bien, normalmente no hablo mucho sobre mí con los amigos, pero probablemente hoy me siento muy a gusto." Hizo una pausa y Manuel le sonrió. "Soy medio eslava, mi madre desciende directamente de un aristócrata español, puro latino del mediterráneo. Llegó a Nueva York cuando era un niño arrastrado por su padre, un líder socialista español y ministro de la fenecida República Española; tuvieron que huir cuando perdieron la guerra contra el régimen fascista; descendía de una prominente familia destruida por la guerra fratricida. En su memoria, mi abuela hizo que todos sus hijos aprendieran esa lengua. Ella amaba a su segundo marido profundamente. De hecho, en lo que se refiere a mis hijos y a mí, habíamos nacido en California, allí, especialmente en el colegio, casi todos los niños y niñas hablaban en español en los recreos. "Has tenido algún contacto con cualquier miembro de tu familia en España?" "No, jamás. Incluso ignoramos si existe alguien de nuestra familia." "Es gracioso, de alguna manera nuestras familias tienen algo en común." Miró un poco perpleja al hombre que tenía frente a ella. Manuel continuó. "Mi abuelo, que tiene ya casi noventa años, era asistente del Sr. Cárdenas en 1939, en aquel momento Presidente de la República de México. Cuando terminó esa guerra o estaba a punto de terminar, muchos de los intelectuales españoles eran republicanos y se exiliaron en México como refugiados políticos. No necesito decir que México los recibió con los brazos abiertos, eso significó una inyección cultural en la sociedad mejicana. Mi abuelo formó parte del comité que los recibió y atendió. Mas tarde, vino a los Estados Unidos cuando heredó la hacienda donde vive todavía y la mayoría de la familia nació. Es un hombre chapado a la antigua, pero muy práctico. Él desciende directamente de Hernán Cortez, el conquistador español de México, sin embargo, él le dio la mejor educación a sus hijos y nietos en USA. Siempre decía que la educación y la inteligencia dirigen el mundo." "Tiene que ser un hombre muy interesante con el que hablar. Creo que a mi padre le encantaría charlar con él." Ella se levantó. "Creo que debo volver a casa. No puedo perder ni un minuto, por lo menos hasta que pase el examen; si lo consigo, te prometo que tendremos mucho más tiempo para continuar. Gracias Manuel por estos estupendos momentos, realmente los disfruto." "¿Los repetiremos?" Él la miró intensamente a los ojos azules, al tiempo que le cogía la mano. "Si, Manuel. Pero por favor, déjame algún tiempo para conseguir mi objetivo." "Todo el que quieras o necesites." Se sonrieron y se despidieron. Ambos sabían que algo nuevo y maravilloso había nacido en sus jóvenes corazones. CAPÍTULO 18 ------------------ Alex había tenido la reunión con su equipo como ya habían programado. Cada uno había hecho muy bien su respectiva tarea y tenia los resultados. Todos estaban sentados sorbiendo sus tazas de café en frente de ellos, la mujer encargada de hacer el papel de coordinadora, dijo: "Señor, teníamos razón, eran gemelos reales. Un accidente en la cadena del ADN probablemente cambió que ellos se desarrollaran en diferentes placentas, aunque raro, no es nuevo, si el chico no hubiera fallecido, habría necesitado una larga operación una vez que hubiera llegado a la pubertad, con objeto de determinar su sexualidad, de lo contrario el Síndrome habría desarrollado un cáncer maligno causándole la muerte. Eso está claro. El problema ahora es como manejar esto con la familia de la niña, incluso con ella misma." Alex fijó su vista sobre cada uno de sus colegas. Algunos habían sido estudiantes suyos. Sabía lo que tenía que hacer, no obstante, quería que cada uno expresaran su punto de vista. La joven continuó. "Como de costumbre, supongo que Vd. quiere saber nuestra opinión sobre qué hacer." Alex asintió."El primer paso sería suprimir la pastilla contra el rechazo, dándole a la paciente un placebo de igual tamaño y sabor, bajo un continuo y estricto examen para observar posibles reacciones, pero eso está prohibido, a menos que tengamos el consentimiento de sus padres, ya que estaríamos utilizando a la niña para una investigación." Otro de los asistentes la interrumpió. "Eso no estaría bien, estamos actuando bajo la "bona fide" y la primera en beneficiarse sería ella misma." "Si, tienes razón." Contestó la mujer. "Pero piensa tú mismo que harías en un caso similar si la niña fuera hija tuya." Este es un caso extraño para causar un escándalo, por lo que sugiero es hablar con sus padres, y si es necesario, mas tarde, con la niña, si ellos está de acuerdo; si no lo están, cerraríamos el asunto." Alex puso juntos sus dedos en señal de comprensión. Entonces dijo: "Me ha tocado bailar con la más fea. ¿No?. Todos rieron. "Si, señor, así es. "De acuerdo, entonces. Creo que los puntos están mas que preparados para quitárselos; mañana intentaré hablar con los padres, después de todo, ella no estará bajo ningún peligro si le suprimimos la pastilla, pero quiero ser muy escrupuloso con esta familia. Lo mejor es decirle la verdad. Gracias a todos. Os mantendré informados si tengo alguna noticia." Se levantaron de sus asientos y cada uno se fue a cumplir con sus deberes. Alex recogió a los niños mientras pensaba en la chiquilla; Alexis lo hacía en Pablo. Entró suavemente en el garaje. María saltó fuera y se fue corriendo para encontrarse con su pequeño hermano, como ella llamaba a Christian, y darle un beso a su abuela. Margarita miró las caras de su marido y de su nieto. "Parece que ambos venís de un funeral." Ahora, iros y os dais un buen baño, si es posible juntos, y mas tarde nos tomaremos una taza de café y discutiremos las posible soluciones." Eso fue mágico. Alexis amaba a su abuela y se lo contaría todo, lo necesitaba. Alex solo tenía ojos para su esposa, así que la besó ligeramente. Si, ella tenía razón. Cuando volvieron de la ducha ella ya tenía el café preparado, sabía que ninguno de ellos hablaría de su problema. "Alexis, hijo, ¿podemos ayudarte? Si no, es mejor que nos cuentes lo que te pasa y ya veremos qué podemos hacer." El chico se puso de pie y corrió a su habitación. Volvió en un minuto con la carta de Pablo en la mano. Margarita la leyó cuidadosamente. Suspiró y se la pasó a su marido. "Esta familia está condenada a recibir mensajes de este tipo, desgraciadamente no hay nada que podamos hacer, sino esperar a que el tiempo cure estas heridas que suelen ser profundas y difícil de cicatrizar. "Lo quiero, abuela; con toda probabilidad no podré ver sus preciosos ojos negros de nuevo." "Tampoco él podrá ver los tuyos, esas maravillosas esmeraldas verdes que tienes por ojos, my niño. Puedes empezar escribiéndole o enviándole mensajes a través de eso que llamáis e-mail. Estoy muy segura que se pondrá muy contento de recibirlos." Ella miró a su hombre. "Ahora gigante Alexei, ¿cual es el gran problema?" Alex explicó todo en detalle y el chiquillo sonrió diciendo: "Es una chica preciosa. Por favor, abuelo, déjame a mi manejar este asunto con ella, pero fuera del hospital. Te prometo un gran éxito." "Ella es una menor, Alexis. Sus padres son quienes deben tomar la decisión, no nos moveremos ni una pulgada sin su consentimiento. No hay peligro alguno, pero incluso eso tiene que ser tratado con cuidado, sobre todo se trata de la reputación del Hospital." "Lo siento, pero tienes que tomar la decisión lo mas pronto posible." Dijo Margarita. "Lo pensaré." En aquel momento el móvil de Alex sonó. Indicó a su familia a que guardaran silencio. "Si, muy bien, no hay ningún problema. Os espero, digamos alrededor de las seis, después de que volváis de la ciudad. Creo que necesitamos hablar de todo antes de que la niña salga. De acuerdo, hasta luego." Una sonrisa amplia iluminó su cara. "Los Clarkson vendrán aquí mañana, dicen que no es ningún problema con su hija, pero es lo suficientemente privado para hablarlo aquí conmigo y no en el hospital." "Ya te dije que algunas veces cuando se cierra una puerta otra se abre." Discutieron el problema del colegio y acordaron no alterar la situación actual solo para un par de meses. El próximo septiembre los dos niños estarían en el nuevo. El día siguiente los Clarkson llegaron, y después de una taza de café. Alex sugirió pasar a su despacho en la biblioteca. Él quería la máxima privacidad y que nadie los molestara, especialmente los niños. Carl Clarkson fue directamente al grano. "Alex, hemos venido buscando consejo." Miró a su esposa antes de continuar. "Todavía podemos tener otros hijos. Pero en vista del problema que hemos tenido, querríamos explorar otras alternativas antes de poner en peligro de nuevo a los posibles hijos." "Carl, Lorna, habéis venido en el momento exacto y hecho muy bien consultándome antes de seguir adelante con el nuevo proyecto de tener mas hijos." Se miraron sorprendidos. Alex le expuso lo que habían encontrado después de que Alexis pusiera sus dudas en palabras y el procedimiento a seguir. La madre lloraba en silencio. "Desde el principio, tenia la intuición de que teníamos solamente un hijo, y ahora tú me lo has confirmado." "No, Lorna, esa no es la verdad. Eso ha sido un accidente como tantos otros en la vida. La Madre Naturaleza no es perfecta, afortunadamente lo hemos averiguado y ahora vosotros podéis hacerlo de forma diferente para prevenir que vuelva a ocurrir de nuevo. El Síndrome de Morris es raro, pero peligroso si no se descubre a tiempo." Alex hizo una pausa. "Ahora tenemos dos problemas, uno, es cómo proceder con vuestra hija. No moveremos ni una pulgada si no tenemos vuestra aprobación completa. El otro es como proceder para que podáis tener hijos saludables. El primero tenéis que decidirlo vosotros lo mas pronto posible." Esposa y marido se miraron el uno al otro. "¿Abría algún riesgo suprimiendo la pastilla?" "Ninguno. Tendremos a un médico de mi equipo vigilando a la niña noche y día. Debo deciros que en pacientes que por alguna causa se le ha suprimido la píldora contra el rechazo, incluso después de los primeros síntomas, al enfermo lo transportaron al hospital y recobró la estabilidad enseguida. Sin embargo, para mayor seguridad, yo sugeriría mantener a la niña en el hospital durante otra semana más, mientras hacemos la comprobación. Si los resultados son los que creemos, vosotros o quien vosotros decidáis, tiene que explicarle a la niña la verdad." Los esposos se miraron. "No podemos engañarla, además es una chica muy inteligente, de cualquier manera lo averiguará…" El padre tembló solamente el pensar esa posible situación. "De acuerdo, firmaré los documentos necesarios durante nuestra visita. Supongo que hará muchas preguntas; como tú bien dices, es una niña muy inteligente y sería muy difícil engañarla. "¿Por qué engañarla? ¿Por qué no decirle la verdad desde el principio?" Preguntó la madre. El marido agachó la cabeza, tenía los ojos arrasados en lágrimas recordando a su guapo fallecido hijo. "Yo no puedo hacerlo, y estoy seguro que tú tampoco quieres, especialmente ahora. Con toda probabilidad dentro de unas semanas sería diferente." Miró a Alex buscando alguna sugerencia. "¿Puedo sugeriros una posible solución?" Ellos asintieron. "A mi nieto le gusta la compañía de tu hija, pero no quiere verla en el hospital; por ahora le deprimen. Sin embargo podemos arreglarlo para que esté una semana provisionalmente fuera de allí antes de empezar nuestras comprobaciones, en este caso podríamos tener la oportunidad de hablar con ella, vosotros o mi nieto. Los niños se entienden mejor entre ellos." "Esa es una buena idea. Una vez en casa, ella echará de menos a su hermano y quizás yo pueda hablarle. No es como en el hospital. Tu nieto tiene mucha razón, ese lugar deprime a cualquiera y a mí el primero." "De acuerdo entonces. La próxima semana será el momento adecuado. Ahora tratemos vuestro segundo asunto. Es difícil determinar donde está el problema; se necesita una larga investigación y eso lleva tiempo, mucho tiempo. Yo os sugeriría escoger el sistema de fertilización in vitro. Habiendo sufrido ya las causas del Síndrome en un nacimiento previo, justifica cualquier acción para prevenirlo. Eso permitiría a los especialistas implantar en tu útero óvulos sanos ya inseminados con el semen limpio de tu marido. Esto evitaría cualquier malformación hereditaria o enfermedad congénita. Sin embargo tiene algunos efectos negativos, es caro y tú puedes concebir más de un bebé al mismo tiempo, probablemente dos o incluso tres. El especialista os dirá todos los pros y cons mucho mejor que yo." La mujer vio un rayo de esperanza en las palabras de Alex. "Creo que esa es una excelente idea. Sé que estaré algunos meses en las manos de especialistas, pero creo que valdrá la pena." "¡Brava mujer!" Dijo Alex. El médico extrajo una agenda y copió varios nombres y los números de teléfonos. "Cualquiera de ellos os pueden ayudar encantados. Son los mejores expertos en la materia en el área de Nueva York, no obstante, fuera de este Estado hay muchísimos, pero os aconsejaría escogierais uno que no esté lejos de vuestra residencia, de manera que podamos hacer un seguimiento de todos los hechos sin necesidad de largos desplazamientos. Después de todo, no es un asunto difícil." Marido y mujer sonrieron llenos de esperanza. "Gracias, Dr. Lorton. Nos veremos mañana en el hospital cuando dejen salir a nuestra niña." Se dieron la mano y salieron de la biblioteca con una expresión diferente en sus caras. Tan pronto como le permitieron la salida temporal del Hospital a Helen Clarkson retornaron a casa no muy lejos de donde Alexis vivía. Como la mayoría de sus amigas, Helen tenía un teléfono móvil para enviar y recibir mensajes y llamadas. Cuando llegó a casa, su primera llamada fue para su amigo Alexis; pero estaba en el colegio y ella no preguntó por su número de teléfono, si es que tenía uno, así que le dejó un mensaje de que la llamara. Era lunes y ella pensó que tenía toda una semana para ella. Había estado pensando en su chico, como ella mentalmente lo llamaba; no podía explicarse por qué el muchacho tenía fobia a los hospitales cuando su abuelo y madre trabajaban en uno. Ella ignoraba que al chiquillo le gustaban los hospitales, lo que odiaba era no poder hablar libremente con ella sin que nadie los interrumpieran. Los días en primavera eran largos, algunas veces la puesta del sol era casi a la hora de cenar. Alex recogió a los niños en la puerta del colegio, Alexis había asumido la ausencia de su amigo con tristeza, pero no podía hacer otra cosa que aceptarlo, así que entró en el coche al lado de su abuelo y lo besó en la mejilla. "Te quiero, abuelo. ¿Como van las cosas por el hospital?" "Nada especial, excepto que tengo una tarea para ti." Le contó todo lo referente a Helen, el chico no pareció sorprenderse. "Parece que no te sorprende lo más mínimo." El chico no dijo nada durante unos cuantos minutos. "Abuelo, he tenido la misma intuición que tuve durante el fin de semana con Pablo. Tenía la sensación de que no lo volvería a ver de nuevo cuando felices nos dijimos adiós." Los ojos del chico se nublaron y guardó silencio de nuevo. "Ahora tengo el mismo sentimiento de que Helen nos está engañando. Creo que ella sabe o adivina todo lo referente a su hermano, o… ¿debo decir su hermana?" "¿Eres acaso un mago, niño? Desde el punto de vista médico-científico era una niña, aunque hemos acordado olvidarnos de eso, oficialmente era un chico." Si su abuelo no estuviera conduciendo habría saltado a su regazo y habría empezado a hacerle cosquillas diciéndole que efectivamente él era un brujo y mago. "No. No soy mago, pero debes tener cuidado conmigo por que puedo echarte un hechizo y convertir este coche en una gran calabaza." Movió las manos y la pequeña María se asustó. "Alexis, ¿sería yo entonces la Cenicienta?" El chico se echó a reír. "Bueno, quizás, porque tu eres la niña mas preciosa del mundo, así que tienes que ser una princesa." La pequeña sonrió satisfecha. Llegaron, y como casi todas las tardes, Margarita y el pequeño Christian detrás de ella, estaban atareados en la jardinería. El pequeño salió corriendo en cuanto vio a su gran hermano como el lo llamaba. Estaba progresando muy rápido en el hablar. "Alexei, debes comprarle a tu nieto uno de esos molestos trastos, de manera que pueda hablar con sus amigos cuando lo necesite." "No los quiero, abuela; los profesores han prohibido su uso en el colegio, y si hubiera una emergencia alguien me lo diría." "¿Estas seguro? De acuerdo. Entonces llama a tu amiguita Helen Clarkson; ella está en casa y te llamó esta mañana. Apunté su número en la agenda que está encima de la mesa. No tenían deberes del colegio que hacer porque ya estaban muy cerca del examen final, especialmente para aquellos que no habían trabajado durante el curso. Cogió la agenda de la pequeña mesa y marcó el número. Inmediatamente una dulce voz contestó. "Si. ¿Quién llama?" Alexis reconoció en seguida la voz de quién estaba al teléfono. "¿Es ahí el cielo? Porque solo oigo voces de ángeles." Ella siguió el juego como si no hubiera reconocido la voz del chico, pero su nuevo corazón estaba latiendo con fuerza dentro de su pecho y sintió como un estremecimiento por toda su espina dorsal. "Habla el ángel Helen Clarkson; supongo que eres ese demonio al que le dan miedo los hospitales." "Soy Alexis Lorton, y solamente hay una preciosa brujita que me asusta, y esa eres tú." Se rieron. "Acabo de llegar del colegio y adivino que tú lo que estás buscando es una revancha. Pero estoy hambriento de todo, especialmente de comida." "En ese caso, pregúntale a tu madre, si está de acuerdo, coge la bici mientras yo te preparo algo de comer. Yo también estoy hambrienta." Empezó un silencio mientras Alexis le preguntaba a su abuelo. Aceptó confirmando con la cabeza. "Estaré ahí en cinco minutos, excepto si alguien trata de pararme. Además de demonio soy un mago." Ella se rió contenta. "Estás perdiendo un tiempo precioso. ¡Vamos, coge la bici! Ella casi gritó. La chiquilla desconectó su teléfono móvil e inmediatamente se fue a la cocina pidiendo ayuda para preparar bocadillos y un gran pote de té. Acababa de salir de la cocina cuando el aparato electrónico de la puerta principal sonó. La sirvienta abrió y algunos segundos después Alexis dejaban la bicicleta al lado de la puerta principal. "Por favor, entre, la señorita Helen está en la cocina." Antes de que la señora terminara, Helen apareció con una gran bandeja, el chico con educación se la quitó de las manos. Ella se sonrojó. Ahora que tenía al muchacho cerca de ella, le parecía mucho más guapo. Pensó. Alexis estaba pensando lo mismo. Estaba vestida con una falda escocesa muy confortable y una camisa blanca de seda que mostraba los bultos que formaban sus pequeños pechos, todavía libres y no sujetos por ningún sostén. Sintió una punzada en sus ingles y su picha empezó a ponerse dura. Alexis miró a los ojos marrones y sintió tristeza; ella inclinó la cabeza para prevenir que él pudiera adivinar lo que ahora tenía en su mente. No podía explicarse así misma por qué aquel chico la atraía tanto y estuviera siempre en su memoria desde que la visitó en el hospital. En aquellos momentos se sentía muy feliz y su cuerpo se había estremecido cuando las manos del chico rubio tocaron las suyas al coger la bandeja. "Muchas gracias, Helen, por invitarme." "Adiviné que te gustaría, ya que a ti no te gustan los hospitales." Él estaba masticando y no le contestó hasta que tuvo la boca vacía. "Para decir la verdad, no me importan los hospitales lo más mínimo, incluso me gustan porque sé que en ellos se curan preciosos seres como tú. No obstante, lo que sí me importaba era que no pudiera hablarte como a mi me gusta, estando siempre vigilados desde todos los ángulos." Ella pensó que tenía razón. Comieron en silencio, y cuando terminaron, ella propuso: "Vamos a dar un paseo por el jardín. Se está muy a gusto fuera, me encanta el aire libre después de tanto tiempo encerrada entre cuatro paredes." Caminaron despacio hacía la puerta principal; Alexis la paró. "Helen, quiero ser lo que tu quieras, pero sobre todo, quiero quitarte toda tu tristeza. Eres demasiado bonita para estar así. No puedo soportar verte triste porque tú no eres de esa clase de chica." Ella miró a los verdes ojos que chispeaban e inclinó la cabeza, las lágrimas aparecieron en sus ojos. Caminaron hacia fuera y se sentaron debajo de un gran árbol donde a ella le gustaba permanecer, especialmente cuando tenía que pensar en algo importante y no quería que nadie la molestara; él pudo ver parcialmente la gran cicatriz sobre el esternón. "Me gustas, Alexis, desde el primer momento que te vi, no eres como esos estúpidos chicos que piensan que todo les pertenece, incluyendo las chicas." Guardó silencio, después de medio minuto, continuó. "Si, tienes razón, estoy triste cuando debería estar loca de alegría y feliz. Nadie quiere decirme la verdad aunque la adivino." Hizo una pausa, el chico guardó silencio. "Me tratan como si yo fuera un bebé y ya soy casi una mujer." Fijó su mirada en los ojos del chico. "Por favor, Alexis, no seas como ellos, ten confianza en mi; jamás te traicionaré." Alexis tenía la cabeza gacha y un rizo de su dorado cabello le caía en la frente. Con ternura ella lo separó y vio que el chiquillo estaba a punto de que le saltaran las lágrimas, ella añadió: "¡No importa, olvídalo!" Él retuvo la mano de ella en las suyas." "No, Helen. No es lo que piensas, pero has pronunciado casi las mismas palabras que mi mejor amigo, y eso me ha hecho pensar en Pablo. Él asumía que era gay, y probablemente lo es, pero yo lo quería con todo mi corazón aún siéndolo. También estaba triste hasta que le demostré que a mí no me importaba lo mas mínimo que fuera o no homosexual, que yo era su mejor amigo y que lo apoyaría como ahora quiero apoyarte a ti, Helen. Le quité la tristeza, y cuando éramos los más felices amigos del mundo, sus padres se lo llevaron a su tierra de origen, Nuevo Méjico. Lo he perdido para siempre." Helen acarició suavemente el pelo rubio y le quitó una lágrima que se había escapado. "Estás equivocado, Alexis. Él te tiene en su corazón, lo mismo que yo tengo a mi hermano en el mío." Había pronunciado estas palabras despacio. Parecía no sorprendida. Alexis la miró con cierta dureza. "Yo sabía que estabas al tanto de eso, se lo dije a mi abuelo y él no me creía. Me dijo que era imposible porque nadie te había dicho ni una palabra sobre ello. Temían que tuvieras una reacción equivocada y echaras a perder lo que había costado tanto esfuerzo." Ahora fue el turno de Alexis quitar las lágrimas de la niña. "Por favor, Helen, vamos a dejar de llorar como bebés y empecemos a afrontar la realidad; pregúntame lo que quieras, estoy preparado para contestarte." La chiquilla levantó la cabeza y cogió las manos del muchacho entre las suyas. "Gracias, Alexis." El chico sabía que la chiquilla deseaba saber los detalles, por qué la habían tratado como una niña pequeña, cuando ya tenía casi doce años. "Por favor, no le eches la culpa a nadie. Estabas muy grave, Helen. Tus padres no sabían qué hacer ya, estaban desesperados, mi abuelo les dijo que tendrían que ponerte dentro de una máquina para poder respirar con objeto de mantenerte viva, después de que tu cuerpo había rechazado dos corazones diferentes. De pronto, tu hermano cruzó la carretera y aquel coche lo atropelló. Estaba prácticamente muerto cuando la ambulancia lo llevó al hospital. Afortunadamente tu caso era conocido por los doctores y mantuvieron su cuerpo vivo artificialmente, no su cerebro, que mostraba una línea plana con actividad cero en la pantalla del ordenador. Ya te puedes imaginar el dolor de tus padres. El hospital llamó a mi abuelo a las 4:00 de la mañana; dos horas mas tarde estabas en el quirófano, no se podía esperar ni un segundo. Después de cinco largas horas, todo había sido un éxito, pero tus padres todavía tenían que asistir al funeral de su hijo. ¿Te puedes imaginar la tragedia? Han sido muy valientes y se merecen todo tu amor y admiración. Así lo creemos todos. La muchachita no podía parar las lágrima ni su vergüenza. "¡Pobres mamá y papá! Nunca pensé que fueran tan fuertes. He sido muy estúpida y egoísta creyendo que no eran lo suficientemente valientes para decirme la verdad; me siento avergonzada. Les debo una disculpa por mi forma de pensar. Pero como tu has dicho, debemos afrontar la realidad y empezar de nuevo; por lo menos tienen una hija viva y sana." Alexis la miró a los ojos. "Ahora, mi preciosa jovencita, he conseguido quitarte la tristeza, y eso me hace muy feliz, pero que muy feliz." Helen cogió las manos del chico y las puso en sus rojas mejillas, entonces beso cada una de las palmas y las volvió a poner de nuevo sobre su cara. Alexis le devolvió el ritual, pero entonces añadió: "Te quiero, Helen; mi valiente y preciosa chica." Ella miró dentro de aquellas preciosas esmeraldas que era sus ojos, se sonrojó y instintivamente sus labios se encontraron en un tierno beso de genuino amor. Esta era la primera vez que había besado a nadie en los labios y le supo a gloria. "Yo también te quiero, mi pequeño demonio." Se rieron, y con las manos entrelazadas, Alexis dijo: "Todavía lo que te he contado no es todo." Él le explicó todo lo referente a sus dudas y el resultado de la autopsia de su hermano."Nadie sabe como ocurrió, pero vosotras erais verdaderas gemelas, los médicos hablan de algo llamado "Síndrome de Morris", esa era la causa de su extrema belleza, así que el transplante del corazón dentro de tu pecho es como si te cortaras un dedo y te lo volvieras a pegar otra vez donde estaba antes. Seria tu propio dedo y no el de otra persona ajena." El chico guardó silencio durante un momento y ella dijo: "Eso explica por qué me sentía tan bien desde el principio." Entonces Helen besó a su chico amorosamente y se puso roja como la grana, sin embargo sentía la necesidad de hacerlo; le encantaba hacerlo y no sabía por qué. "Tengo un pequeño secreto, Alexis. Me sentía tan bien que escondía la pastilla, de hecho, no he tomado ninguna durante la última semana." Él le sonrió y le dio un beso rápido en la mejilla. "Han preparado un equipo para hacer un seguimiento al desarrollo de tu nuevo corazón; durante la próxima semana, te darán una píldora que ellos llaman placebo, solo contiene miel de abeja y otras substancias naturales con objeto de ver la reacción de tu organismo. Eso es muy bueno para mi, porque entonces serás incluso mas dulce que ya eres." Esas palabras hicieron que sus jóvenes corazones explotaran de alegría y Helen atrajo a Alexis hacia ella. Por primera vez, el chico besó a la niña y la forzó a que abriera su dientes, sus bocas y lenguas se encontraron en un largo y dulce beso que terminó cuando vieron y sintieron la explosión de colores en sus mentes juveniles. Aquello fue maravilloso, especialmente para Helen, ya que ella no había experimentado nunca un orgasmo. No podía explicarse qué le estaba pasando aquella hermosa tarde que solamente veía por todas partes felicidad alrededor de ella. Los árboles eran mas verdes; el cielo mas azul y el chico el mas adorable querubín que ella podía imaginar. ¿Estaba ella loca? Pensó. Alexis había notado la respiración acelerada de la muchachita cuando experimentaron el orgasmo. Se separaron, todavía con las manos entrelazadas, ella le pregunto con ternura: "Alexis, por favor, dime ¿Qué ha sido eso? ¿Por qué me siento tan bien, tan feliz y veo todo precioso? Por favor, no me engañes." El chico acarició suavemente el pelo de la chiquilla y la besó rápidamente en los labios. No podía quitar su mirada sobre la niña. "No puedo mentirte porque yo me siento igual, Helen. Pero para mí, está muy claro, tú eres la mas preciosa y adorable criatura del mundo, y te quiero." Ella suspiró llena de felicidad. "Todo es nuevo para mi, Alexis, desde que tú estuviste a mi lado en el hospital. No podía comprender por qué no te gustaba verme allí si tú sentías lo mismo que yo. Pensé que a lo mejor me estaba volviendo loca. Cuando tu abuelo me dijo que me iría durante toda una semana a casa, my primer pensamiento fue para ti." "Porque sabía lo que podría ocurrir. Probablemente nos habría parado alguien tosiendo, ignorando que nosotros nos gustábamos el uno al otro y no estábamos haciendo nada malo, solo expresando nuestro mutuo amor, como ahora." "¿Y que me dices de la explosión de colores y el transporte fuera del espacio sideral?" Alexis sonrió al tiempo que acariciaba las suaves mejillas de la chica con el dorso de la mano. Impulsivamente ella cogió la mano del muchacho y la besó. "Por favor, dulce Helen, no te enfades conmigo. ¿Lo prometes?" Por repuesta, ella beso las palmas de las manos del chiquillo y se las puso en las mejillas. "Lo que sentimos fue un orgasmo, es físico, pero es cien veces mejor cuando lo experimentan dos personas que se quieren y están juntas." "¿Es siempre así?" "Incluso mucho mejor." La niña abrió sus grandes ojos castaños no creyendo lo que oía. En aquel momento oyeron como la sirvienta abrió la puerta del jardín llamándolos. Sus padre habían llegado. CAPÍTULO 19 ----------------- Helen corrió hacia sus progenitores y los abrazó a ambos al mismo tiempo. Ahora veía a esas personas de manera diferente; eran como grandes ángeles para ella, no podía parar sus lágrimas de felicidad y alegría. No podía decir lo que sentía por Alexis y lo que habían hecho en la intimidad debajo de su árbol, pero si podía expresar su amor por aquellos seres que habían sufrido y todavía sufrían por su causa. Su padre fue el primero en sorprenderse. No estaba acostumbrado a esas manifestaciones de cariño abiertas de su hija, probablemente porque había estado seriamente enferma. El hombre restregó las espaldas de la niña al tiempo que se daba cuenta de la presencia de Alexis, pero a ella no le importó y se volvió hacía su chico. "Alexis, estos son los padres mas valientes del mundo, los quiero mucho y jamás pararé de quererlos. Nunca pensé ni imaginé que fueran tan estupendos y maravillosos." Se sentaron en el sofá, Alexis se sintió incómodo y embarazoso en medio de una escena tan familiar, así que se excusó, cogió la bicicleta y pedaleó de vuelta a casa. El padre de la niña no sabía qué decir, ignoraba la información que tenía su hija. Finalmente dijo: "No hemos hecho nada que cualquier otro padre y madre no hubieran hecho por sus hijos. Simplemente, somos padres reales con nuestros corazones destrozados; eso es todo. Helen de nuevo abrazó a sus padres con ternura. "No hay muchos padre que hubieran soportado la muerte de su hijo y el transplante de su corazón en el pecho de su hija al mismo tiempo. Papá, mamá, vosotros lo habéis hecho, dándome la oportunidad de seguir viviendo. Nunca lo olvidaré y muchísimas gracias por ese hermoso y gran acto de amor y generosidad." Mientras se miraban con los ojos nublados, Helen dijo: "Por favor, papá, no culpes a Alexis, es el mejor chico que jamás he conocido. Yo sabía todo lo de mi hermano. El doctor Lorton podía conseguir que todo el hospital mantuviera un razonable silencio alrededor de mi caso, sin embargo, un periódico, abandonado en la sala de visitas me dio la pista. Alexis es demasiado grande para mentir, especialmente a mí, a pesar de su corta edad. ¡Ojalá lo tuviera cerca de mí en el futuro!" Padre y madre se miraron. La muchachita dijo estas palabras despacio y bajo, como una reflexión para ella y para nadie más. "Helen, como ya sabes todo sobre nuestra terrible tragedia, llamaré al Dr.Lorton, aunque supongo que su nieto se lo contará. ¡El pobre niño no sabía qué hacer! Creo que le debemos una explicación." "Por favor, papá, déjame eso a mí. El plan para usar el placebo conmigo durante la próxima semana no es necesario, no he tomado la píldora desde que Alexis me visitó en el hospital, y no he notado nada." "Esas son excelentes noticias, pero has arriesgado los esfuerzos de muchos hombres y mujeres que trabajaron en tu caso." "Lo siento de veras, papá; si es necesario, les pediré que acepten mis disculpas, pero me sentía tan bien…" Guardaron silencio, cada uno envuelto en sus propios pensamientos. Al poco, Helen dijo: "Papá, mamá, quiero pediros un favor." Los padres estaban más que sorprendidos, atónitos. Helen nunca se había comportado así ni pedido nada, simplemente cogía lo que le apetecía o quería, ahora parecía otra persona diferente, había madurado mucho durante aquellos terribles meses de agonía. "¿Qué es, hija mía?" "Le voy a pedir a Alexis que venga aquí cuando pueda para jugar al ajedrez y charlar. Sé positivamente que a él eso le encanta y disfruta, eso hasta que yo me recupere y empiece a hacer mi vida normal. Sé que debería invitar a otras chicas de mi edad, quizás lo haga, pero jamás cuando él esté aquí." Su madre comprendió y le sonrió con picardía astutamente. "¿Estás intentando pescarlo?" Se rieron abiertamente y la chiquilla abrazó a su madre quien añadió: "Ten cuidado, no es un chico corriente, y con toda probabilidad tendrás una fuerte competencia. Permiso concedido, pero tienes que prometerme que os comportareis como dos buenos amigos." "¡Oh, no te preocupes, mamá! Es demasiado inteligente para darle oportunidad a nadie para que se queje." Madre e hija sonrieron, y con las manos entrelazadas se fueron a la habitación de la chica. La madre dijo: "Confidencia por confidencia, hija; tu padre y yo nos hemos embarcado en una nueva aventura. No puedo decirte nada todavía, pero me siento muy feliz con mi nueva hija y el proyecto que tenemos. Te mantendré informada." La madre guiñó a su hija que salió corriendo hacia arriba a su habitación como si no hubiera sufrido una gran operación recientemente. Helen se recuperó rápido, y Alexis iba de vez en cuando a visitarla. Algunas semanas mas tarde, cuando él volvía del colegio, se encontró a Helen en su casa jugando con el pequeño Christian y ayudando a Margarita en sus obsesivas tareas del jardín. Su joven corazón explotó de alegría porque a él le habría gustado poder ir todos los días a verla, y no cuando era correcto, siempre las dichosas reglas de su sociedad. No dijo nada, pero delante de sus ojos estaban todos los seres que más amaba y deseaba. La cogió de la mano. "Abuela, quiero enseñarle algo a Helen." Margarita rió para sí, recordando lo que ella hacía cuando tenía su edad. Tan pronto como entraron, él tiró de ella a una pequeña estancia y le dio un largo beso. Se habían besado muchas veces antes, pero no con el tiempo suficiente. "Helen, ¿quieres ver de verdad los fuegos artificiales y viajar al espacio exterior?" Ella sabía muy bien lo que eso significaba. Sus padres le habían dicho que iban a ir a un viaje de negocios, pero la verdad era que estaban en Nueva York en una clínica especializada en fertilidad, Helen se había quedado en la casa de Alexis durante el fin de semana. "Si, me gustaría mucho, pero no ahora. Tengo una sorpresa para ti, chico guapo: Permaneceré aquí durante el fin de semana." No podía creer lo que estaba oyendo. El colegio prácticamente había acabado, y solamente se necesitaba asistir el lunes a la asamblea final. Él no tenía nada que hacer, excepto estar con ella. "¡Que hermoso regalo del fin de curso!" Pensó. "En ese caso, te enseñaré algo. ¡Vamos!" Él tiró de ella hacia la planta superior. Dejó la mochila en el suelo de su habitación, extrajo una llave y se fueron al ático. Lo había limpiado cuidadosamente, las bisagras de la puerta estaban engrasadas; se abrió suavemente sin ruido. Era un lugar estupendo con una cama limpia, muchos objetos antiguos y muebles esparcidos con poco orden, separados por un biombo plegable. "Esta es mi habitación secreta. Bueno no es tan secreta, mi abuelo y mi abuela la usaron desde que tenían diez años hasta que se separaron." Ella tembló. "¿Alexis, lo vamos… lo vamos a hacer total? Ya sabes lo que quiero decir." Alexis le dio un beso tierno en los labios y le restregó suavemente las sonrosadas mejillas con el dorso de la mano. Era algo que le encantaba hacer y a ella le gustaba mucho. "No, te lo prometo. No lo haremos total, como tú dices, hasta que tú quieras y desees, nunca antes. En eso eres tú y nadie más quien tiene que decidir. Pero quiero besar esa preciosa cicatriz punto por punto sin tener el problema de que alguien nos llame. Mi madre está muy cansada con su trabajo y la preparación del ingreso en la Universidad, y los abuelos están recuperando el tiempo perdido. Esta noche, alrededor de las once bajaré a recogerte." "¿Por qué no lo hacemos en tu habitación o la mía? Sería más cómodo y confortable." "Es mas excitante aquí, además nadie nos buscará en este lugar. Sin embargo, si tú prefieres en una de nuestras habitaciones, no tengo ningún inconveniente, pero cuando terminemos tenemos que volvernos a nuestros dormitorios. Ella se sonrió con estas palabras. "Tienes razón, aquí estaremos mas seguros. Ahora bajémonos abajo." Se dieron un baño por separado y cenaron; después se unieron en el confortable salón de estar. Helen miró la pintura y los dos dibujos alineados debajo del cuadro. "Ella era una niña muy bonita. ¿Qué edad tenía cuando hicieron este retrato y quién lo pintó?" Una dulce voz vino de detrás de ellos. Se sentó al lado de la pareja de chiquillos. "Tenia nueve años, cerca de diez. Todavía guardo ese vestido y algunos otros en la habitación de María. El original es un dibujo en blanco y negro, como los otros. La próxima vez, te llevaremos a la casa de la antigua granja en Connecticut y te lo mostraremos. El padre de mi Alexei hizo esta copia algún tiempo después como una copia en color del dibujo. "Sé que el niño durmiente es Alexis, lo reconocería con los ojos tapados, pero ¿quien es el otro muchacho tan guapo?" Margarita se levantó diciendo buenas noches mientras la chica y el chico permanecieron sentados allí. Alexis contestó la pregunta. "Él es mi tío Tom, el hermano de mi abuela, el mejor amigo que jamás tuvo mi abuelo. A ella no le gusta hablar de él porque inmediatamente se pone muy triste. Amaba a su hermano profundamente y ese día, probablemente, fue uno de los últimos días que estuvieron juntos. El Abuelo y Tío Tom eran como Pablo y yo: los mejores amigos especiales. Falleció hace solamente unos pocos meses; ni siquiera sabíamos que existía, y él no supo que tenía una guapa sobrina, my madre, y por supuesto la pequeña María y yo. Poco a poco, te contaré todo lo referente a la vida de mi familia. Puedes estar segura que no ha sido una vida fácil, como quizás puedas pensar, más bien muy dura y difícil." Se estaba poniendo triste, y Helen, viendo que no había nadie mirando lo besó con ternura. "Vámonos a dormir, Alexis. Ya tendremos tiempo de estar tristes, ahora son nuestra vidas las que están juego." Apagaron todas las luces, excepto las de emergencia, y despacio se fueron cada uno a su habitación. No pudieron esperar hasta las once. La picha de Alexis estaba más dura que nunca y escupiendo preseminal, así que apagó las luces de su habitación y llamó despacio a la puerta de Helen. Estaba preciosa en aquel pijama que él la había visto por primera vez en el hospital. "¿No es demasiado pronto?" Preguntó ella en un murmullo. "Si, quizás, pero estoy muy caliente y no me puedo aguantar y esperar." Ella le sonrió y corrieron hacia el ático en silencio. "Lo mismo me pasa a mí. Vámonos a nuestra aventura." Margarita había dejado a la pareja mirando y charlando sobre los retratos, no podía olvidar a su hermano. Ella no había tocado ni un solo céntimos de aquella cuenta especial; era algo sagrado para ella. Se sentiría como si hubiera cometido un sacrilegio gastando aquel dinero. Acarició el cabello blanco de su Rey que ya estaba preparado para una nueva noche de amor, después de echar un vistazo a Christian; el pequeño estaba profundamente dormido en su cuna no lejos de su cama. El móvil de Alex sonó. Pensó que alguien del hospital lo llamaba debido a una emergencia, aunque él no estaba de guardia. "Diga, Alex Lorton al aparato; ¿quién llama?" Después de algunos segundos de silencio, una voz bien conocida para él le llegó al oído. "Lo siento hermano por llamarte tan tarde, aunque creo que no lo es, seguro que estáis recuperando el tiempo perdido durante estos últimos treinta años." Alex sonrió complacido a pesar de la hora. Margarita no podía oír nada, aunque miraba intensamente la expresión de su esposo que ahora brillaba de felicidad, así que supuso que eran buenas noticias y no echarían a perder su noche. Tom continuó. "Supongo que ella está contigo ahora. No sé si podré esperar, pero me gustaría darle esta gran sorpresa. Pasado mañana, domingo, todos vosotros vendréis aquí a comer al mediodía, digamos a las 13:00 pm. Charlie os ayudará en el transporte. Por favor, hermano, ayúdanos en conseguir nuestro objetivo. Ella y tú os merecéis toda gratitud y todo nuestro amor." "No te preocupes, será un trabajo muy duro para mi también. Nos veremos el domingo. Adiós." Alex no quiso continuar con objeto de no dar ninguna pista a Margarita sobre el plan preparado por Tom. " "¿Quién es? Pensé que te llamaban del hospital y nos arruinaban nuestro fin de semana." "Es alguien al que quiero que conozcas, vive a dos millas de aquí y nos invita a toda la familia a comer al mediodía el próximo Domingo. Es un amigo especial. Será una mas que agradable sorpresa. Ha estado tratando de hablar conmigo desde el mediodía, pero mi teléfono estaba desconectado." Margarita miró a los ojos azules de su marido y Alex tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantenerla ignorante de lo que se preparaba. Como siempre, la abrazó y besó y empezaron una noche más de apasionado amor. Alex paró durante unos cuantos segundos para contemplar cuidadosamente y con admiración aquél precioso cuerpo al que tanto había querido y ahora quería aún más y para siempre. "¿Qué haces para permanecer tan bella?" Antes de que ella pudiera decir algo, él la besó. "¿Qué pasa con Alexis y Helen? ¿Están allí todavía?" Margarita sonrió de forma taimada. "¡Qué pronto se olvidan las cosas cuando no es uno quien las hace! Supongo que ellos están haciendo lo que nosotros hacíamos a su edad hace muchos años, de lo contrario, asumiría que no son tan inteligentes como creo que lo son." Ambos se echaron a reír y se pusieron en acción. No obstante aquella invitación extraña la hizo pensar. Después de una pausa, Margarita insistió. "¿Quien es él, mi rey? Alex pensó durante un momento que ella era demasiado brillante y muy difícil de engañar. "Es John Corporate, el padre adoptivo de Tom." Margarita suspiró al tiempo que todos sus pensamientos se dirigieron a aquellos maravillosos días de su niñez con su querido hermano. "No quiero ver a ese hombre." Alex acarició el suave pelo de su esposa. "No eres justa con John." Margarita suspiró. "Cuando Tom me telefoneó desde Paris y después me encontré con él, todos mis pensamientos eran encontrarte, eran los mismos que los suyos. Me lo explicó todo." Hizo una pausa esperando la reacción de su esposa. "Debo decirte cosas que no quería porque hemos sufrido mas que suficiente ya y no quería incrementar tu dolor." Las lágrimas de Margarita empezaron a correr por sus todavía frescas mejillas. "Tu dolor es también el mío. Por favor, sigue y explícamelo, mi rey." Alex la acarició y le besó los hoyitos que tanto le gustaban desde que eran niños. "Muy bien. Cuando John Corporate propuso llevarse a Tom con él, la única condición que le impuso era que Tom tenía que cortar cualquier relación con todos nosotros, por lo menos hasta que cumpliera 21 años, aunque podía retornar con su familia en cualquier momento, sin embargo, a partir del aquel momento continuarían como amigos, pero no como padre e hijo…" Él le explicó lo que ya sabemos. Margarita se limpió los ojos. "Eso quiere decir que John se convirtió, no solamente en el protector y padre de Tom, sino también indirectamente en mi protector." "Exactamente. ¿Sabes que tu madre no tenía ningún seguro que le cubriera vuestras enfermedades y las de ella? Sin embargo, ella vino a mi hospital para que la tratáramos del cáncer que padecía, y es muy caro. John Corporate pagó hasta el último céntimo, incluyendo la cuenta de la funeraria; incluso puso algún dinero en la cuenta bancaria de tu madre para que tú y Brenda pudierais continuar viviendo. Lo hizo sin decirle nada a Tom; él cumplía con su palabra de que os cuidaría siempre que lo necesitarais y eso duró algún tiempo. ¿Te acuerdas de aquel día que fuimos al hospital a convencer a la chica para que se operara?" Margarita asintió. "Aquel día tu madre estaba en otra área del hospital, Oncología, haciéndose las primeras pruebas sobre su cáncer de pulmón." "¡Eso fue alrededor de tres años antes de que nos separáramos! Pero, y la casa y la Galería de Arte?" "Si alguna vez encontramos y vemos a Brenda, quizá ella pueda explicar lo de la casa. Referente a la galería de arte, deberías preguntarte por qué vivíais en aquel hoyo en el West End. Tom nunca lo supo aunque él se lo preguntaba a sí mismo también; pero debo decírtelo. Tú tenías otros dos medio hermanos adultos de su primer matrimonio. Tu madre hizo como cualquier madre habría hecho: ayudarles, aunque ellos no se lo merecían." "¿Por qué? Sé lo de su existencia como si fuera un sueño, pero mi madre raramente los mencionaba." "No quiero hacerte daño, mi princesa, pero si insistes…" "Por favor, Alexei, no pares ahora, ya soy mayorcita y puedo aceptar los hechos sin asustarme; yo no fui culpable de lo que hizo o dejó de hacer mi madre." Alex acarició a su mujer por su valentía. "Eran criminales. El mayor era culpable de tráfico de drogas, aparentemente se suicidó mientras estaba en la cárcel. El más joven se declaró culpable de violación y muerte de una mujer joven; con esto evitó que lo ejecutaran en la silla eléctrica, pero fue condenado a cadena perpetua. También murió en la prisión hace unos veinte años. John no quería bajo ningún concepto que nadie pudiera relacionaros con ellos; afortunadamente vuestros apellidos eran muy diferentes y así se lo hizo constar a tu madre antes de que ella le firmara los documentos de adopción de Tom. Ignoro si Tom lo sabía esto." Margarita entonces murmuró. "Así que John ha sido nuestro Ángel de la Guarda hasta que Brenda y yo desaparecimos. Estoy avergonzada y me siento miserable habiendo pensado de esa manera; después de todo, él es el padre de Tom y parte importante de nuestra familia. No creo que ningún familiar de sangre se hubiera comportado como él lo ha hecho. Se merece todo nuestro respeto y amor. Deseo y espero que el próximo domingo llegue para abrazarlo y darle las gracias." Alex abrazó a su mujer muy fuerte y la besó en la frente por este acto sincero de contrición. "¡Esta es mi verdadera princesa! Te quiero." Se echaron a dormir, como siempre, ella acunada en los brazos de su Rey. Tom estaba radiante de felicidad y excitado; su padre y amante se sintió el hombre mas feliz del mundo mientras contemplaba a su hijo. Tom se había recuperado bastante, todavía estaba delgado pero sus energías habían vuelto. El nuevo tratamiento había arrinconado al virus dentro de su cuerpo, pero siempre esperando la oportunidad para emerger, una oportunidad que Tom jamás le daría. Miro a los ojos de su amante, y por primera vez, después de descubrir la terrible enfermedad, empezó a desnudar al ya casi anciano. "¿Qué haces, hijo? ¿Estás loco? Yo ya soy demasiado viejo..." "No seas mentiroso, papá. Has sido y todavía lo eres un verdadero macho." Paró durante un momento y John miró profundamente a los ojos de Tom, al tiempo que su pene empezó a empalmarse. "Quiero que me folles como hiciste la primera vez en Los Ángeles." John Corporate se puso en pie con los ojos nublados, cogió un preservativo especial y crema y se la puso en el pene ya totalmente erecto. Puso crema en el hoyo de su amante y la introdujo con el dedo. "Estás tan cerrado como lo estabas entonces. Puedo hacerte daño." Ambos gimieron disfrutando aquel momento de felicidad. Unos minutos mas tarde estaban haciendo amor real. En aquellos momentos John vio en su mente las preciosa formas de aquel chico que había amado tanto desde entonces, y Tom aquel poderoso joven que había conquistado su corazón hacía ya muchos años. Pronto sus cuerpos se tensaron y pararon de respirar; el hombre se vació en el condón, y el semen de Tom alcanzó casi su cuello. John cayó exhausto encima del hombro de Tom respirando fuerte. Se deslizó a su lado derecho y ambos se abrazaron con las lágrimas intentando salir de sus ojos. No necesitaron pronunciar ninguna palabra. Pronto estuvieron dormidos. En silencio, Alexis y Helen subieron los pocos escalones que les llevaban hasta el ático; Alexis introdujo la llave y la puerta se abrió suavemente, encendió la luz que había encima del cabecero y el chico cerró con llave la puerta. Helen estaba temblando de excitación y asombro de lo que vendría después. Miró a su adorado chico y ambos se lanzaron en los brazos del otro en un apasionado abrazo. Después de un largo beso húmedo, la picha de Alexis estaba dura como nunca había estado antes; en silencio él la llevo a la cama y empezó a desabrochar la blusa de la niña. Ella miraba a su chico emocionada, sus manos estaban temblando en el momento que acariciaba el pelo dorado de su Alexis, como ella mentalmente lo llamaba. "Parece un ángel aunque es un guapísimo demonio." Pensó ella. Alexis le quitó la blusa por la cabeza y contempló, la para él, preciosa cicatriz y aquellos inmaduros pequeños pechos. No pudo parar y puso su boca sobre uno de ellos. Helen se retorció ante aquella nueva sensación y no pudo evitar que su respiración se incrementara. Entonces Alexis la empujó suavemente sobre la cama y empezó muy despacio a besar y lamer cada una de las señales de los puntos de sutura de la todavía roja cicatriz. Helen no pudo esperar más ya que estaba terriblemente excitada. Tiró del chico hacia ella y sus labios se juntaron de nuevo, la saliva ahora salía por las comisuras de los labios. "¡Te quiero, Helen! Amo esa preciosa cicatriz que significa tu vida." Se movió hacia abajo, introdujo sus dedos debajo del elástico de los pantalones y los arrastró hasta sus tobillos, ella levantó los pies y Alexis tiró de ellos. Ahora ella estaba completamente desnuda, excepto por las cortas bragas. En un movimiento rápido tiró del muchacho y se besaron de nuevo. "No es justo. Quiero hacértelo yo a ti." Ella le sonrió pícaramente mientras le quitaba a Alexis la parte superior del pijama. Contempló la belleza de aquel pecho ancho, todavía era un niño pero ya mostraba el resultado de los ejercicios nadando con su abuelo. Pensó que no era extraño que Pablo lo amara; ella estaba como hipnotizada con lo que veía. Helen tocó con cuidado una de sus tetillas y besó las dos. El chico tembló mientras que su picha estaba pidiendo que le dieran la libertad de su prisión. Ella tiró solo de los pantalones, como él le había hecho a ella, pero él le pidió con voz ronca por la emoción: "Por favor, tira de ambos." Helen sonrió; no había visto el pene de un chico desde hacía más de dos años, cuando, la curiosidad la llevó a tocar el de su hermano, pero no era como éste; era muy pequeño para su edad y estatura. Arrastró hacía abajo las ropas del chico y su picha se mostró tiesa y dura en toda su gloria, golpeándose contra su recto abdomen. Ella se echó a reír divertida por el sonido producido, sus ojos clavados en aquel precioso apéndice de su Alexis. Aquello era un pene de verdad, no lo que su hermano tenía, además su inolvidable hermano no tenía la bolsa que claramente su Alexis mostraba con las pequeñas bolas en su interior. ¿Por qué? Pensó ella. "Es enorme comparado con el pequeño gusano de mi hermano, pero es realmente precioso." Ella le tocó la cabeza bulbosa de la picha, ahora mostraba una gota de preseminal. Alexis suspiró con placer mientras contemplaba como Helen puso su dedo índice en la punta de la picha y luego se lo metió en la boca para saborear aquel liquido pegajoso que emanaba del pene. "Sabe bien, un poco salado, como si fuera sangre." Ella era absolutamente ignorante con respecto a las prácticas sexuales, se había perdido las clases sobre este importante asunto mientras que estaba recluida en el hospital y nadie le había explicado nada. Entonces inocentemente besó la picha de su chico. "No sé mucho de sexo, Alexis. He pasado demasiado tiempo en hospitales, y antes, no tuve una amiga de verdad que me hubiera explicado todo esto; mi madre es un poco conservadora, o quizás no era el momento adecuado para hacerlo. No lo sé..." Alexis acarició la suave cara de la niña con toda la ternura que pudo reunir; finalmente le dio un beso de verdadero amor en los labios. "No te preocupes, Helen, mi preciosa joya; yo te enseñaré todo lo que he aprendido. No dudes lo más mínimo en preguntarme, será para mi más que un placer contestar a tus preguntas. Afortunadamente he tenido a Pablo y a mi abuelo cerca de mí para cualquier pregunta o duda que tenía sobre el sexo." Ella lo abrazó con ternura. "Gracias, mi precioso demonio." Él le cogió las manos en la suyas. "Cariño, voy a decirte ahora algo que no debes contar a nadie, solo lo saben algunos médicos, tus padres y yo, porque me lo explicó mi abuelo." Ella hizo un gesto de interés y Alexis continuó. "Tú misma acabas de decir que el pene de tu hermano era muy pequeño, no solo comparado con el mío, sino además con el de otros niños de su edad." "Así es, no se parecían en nada." "No tenia por qué parecerse, igualmente no tenía testículos, según tu afirmas." Ella lo interrumpió. "Pero ¿por qué? El hecho de padecer autismo no lo diferenciaba de otros chicos. "Ahí está la clave, princesa mía. Según la autopsia era tu hermana, no tu hermano. Por eso era tan bella como tú. Es un error de la madre Naturaleza, que también se equivoca a veces. "Pero siempre todos…" "Mi abuelo y los demás cirujanos tampoco lo sabían, y si les preguntas, te dirán que yo he mentido. Simplemente no afecta lo mas mínimo a tu caso; todo lo contrario, ha sido lo mejor para ti y yo quiero que lo sepas. Eso es todo; erais gemelas autenticas. Hay una explicación científica que te la puedo describir, además no es este el único caso; ya se ha dado antes." La chiquilla estaba perpleja, y finalmente abrazo al chico. "Tienen razón, no vamos a ganar nada; mejor es dejarlo así, pero una vez más, has hecho algo que demuestra cuanto nos queremos, así que olvidémoslo. Te quiero, Alexis. No cambiaría uno de estos momentos por todo el oro del mundo." Estaban sentados en la cama, sus cuerpos se tocaban, Alexis había puesto su brazo derecho alrededor del hombro de la niña y jugaba con su largo y sedoso pelo castaño. Ella de nuevo estaba tocando la bolsa que contenía sus testículos y el pene tirando un poco de la piel que cubre la cabeza. Alexis tembló de gusto y gimió de placer, ella malentendió el gemido. "¿Te he hecho daño?" Él le sonrió. "No, todo lo contrario, eso me gusta muchísimo." Ella se sonrojó por su ignorancia. "¿Es esto semen, Alexis?" El chiquillo no sonrió porque esto era muy serio y ella debería saberlo. Tendría que instruirla para que otras personas no se burlaran de ella. "No, cariño. Todavía no he madurado la suficiente para producir semen, tendré que esperar alrededor de medio año para echarlo; sin embargo, las chicas van más rápidas que los chicos en esto." Hizo una pausa para que ella hiciera otra pregunta. "Tienes tú ya la menstruación, quiero decir, el sangrado mensual?" De nuevo ella se sonrojó. "No, todavía no. ¿Debería tenerlo?" Él la empujó suavemente para que yaciera en la cama y le bajó parcialmente las braguitas, poniendo al descubierto su precioso Chichi. Depositó un beso en la vulva y pudo observar unos pocos pelillos que empezaban a emerger en el borde, señal de que se estaba acercando a la pubertad. Alexis lo cubrió de nuevo con un suspiro. "Muchas chicas de tu edad ya lo tienen, y otras muchas no. No hay una regla fija para esto. Tú tienes algunos pequeños pelillos que empiezan a salir mientras que yo no tengo ni la más mínima señal de ellos. Esto significa que dentro de unos pocos meses empezarás a sangrar todos los meses durante unos días, a partir de ese momento, podrás concebir un bebé si recibes esperma o semen dentro de tu vagina." "¿Quieres decir que nosotros no estamos en peligro de concebir un bebé si lo hacemos total, como yo te pregunté ayer?" Alexis le acarició la cara con ternura y la besó varias veces, antes de contestarle. "Helen, yo te quiero con todo mi corazón y nada me haría mas feliz que hacerlo, no obstante, podemos esperar, no tenemos ninguna prisa. Tenemos todo el tiempo de nuestras vidas para nosotros." Ella miró dentro de aquellos preciosos ojos verdes que chispeaban y que ella había aprendido a amar tan profundamente; se puso seria. "No, Alexis. Estás muy equivocado. No tenemos mucho tiempo disponible. Si tú hubieras estado cerca de la muerte como yo he estado, no dirías eso. Por favor, mi precioso demonio, contéstame: ¿Estamos en peligro o no?" "No. No lo estamos. Incluso si tú menstruaras todos los meses, la situación sería la misma. Una mujer fértil necesita un hombre fértil para concebir un bebé; ninguno de nosotros lo somos todavía." Ella guardó silencio durante un momento. "Ángel mío, si tú quieres, me gustaría empezar esta misma noche. No quiero esperar." Él le acarició de nuevo la cara besándole rápidamente los ojos y finalmente sus bocas se encontraron en un largo y apasionado beso. "Tus deseos son también los míos. Probablemente podríamos tener algunos problemas con nuestros padres. No es normal en nuestra sociedad hacer esto tan pronto. Normalmente chicos y chicas se reúnen para hacerlo a partir de los quince o dieciséis años, cuando ya han madurado y tienen claro lo que significa follar. Esta es la palabra más común usada entre los jóvenes. Por lo tanto, debemos tener mucho cuidado para que no nos sorprendan; aprenderemos como solventarlo." Ella se rió y acarició el pelo rubio de su demonio. En segundos se quitó las braguitas. Ella se situó encima de él y ambos cuerpos, completamente desnudos, empezaron a restregarse el uno contra el otro. Alexis sabía la técnica y prefería un primer orgasmo rápido como aperitivo, y después el gran plato principal, como su abuelo lo llamaba. Lo había ensayado con Pablo y con Rose, hermana de Pablo y había tenido un éxito clamoroso. Helen quería que él se la metiera, pero ella ignoraba todo lo relativo a la práctica del sexo, así que debería aprender rápido y tomaría la iniciativa mas tarde. Alexis se montó encima de ella y empezó besando y lamiendo los lóbulos de sus orejas, dándole pequeños mordiscos en el cuello y lamió sus limpios sobacos. Ella se reía histérica en una mezcla de cosquillas y placer, pero estaban excitados y muy calientes. Él se corrió hacía abajo y la dura picha rozó el clítoris de la chica, ella instintivamente empujó sus caderas hacia arriba. Su respiración ahora era fuerte y errática. Alexis metió uno de sus pequeños pechos en su boca y lo chupó rozando el pequeño pezón con la punta de la lengua. Ella chilló de placer, tenia los ojos cerrados y en su mente vio un maravilloso arco iris que iba subiendo rápido con placer. Alexis estaba ya muy cerca de su primer orgasmo también; y antes de que pudiera chupar el segundo pecho, sus cuerpos se tensaron y vino aquella explosión de colores y cohetes que llegó a sus juveniles mentes casi al mismo tiempo. Sus cuerpos se fundieron en uno solo rodando de un lado al otro de la cama mientras duraba aquel placer inaudito. Finalmente, pararon, ella estaba encima de él; su preciosa cabeza apoyada en el hombro derecho del chiquillo recobrando su respiración, disfrutando aquel precioso momento de felicidad que les había producido el orgasmo. Después de unos momentos de quietud, ya más relajados, ella le sonrió y se sentó a horcajadas encima de su adorado chico. Estaba roja como la amapola de felicidad. "¡Y tú, pequeño demonio, me tentabas para dejar esto para mas tarde! Afortunadamente yo soy un ángel inteligente y deseché tu sugerencia." Ella lo besó antes de que él pudiera argüir. Alexis se echó a reír pensando en las próximas acciones. Ella se deslizó a su lado izquierdo, ahora mirando a su Alexis. Él le acarició la cara y le dio un beso rápido en la cicatriz. "Lo siento, señorita; todavía tenemos toda la noche por delante, eso ha sido solamente el aperitivo." “¿El aperitivo?” La chica abrió los ojos sonriendo. “¿Quieres decir que todavía incluso puede ser mejor?” El sonrió a carcajadas por la sorpresa. “Si. Cien veces mejor. No tengo la experiencia necesaria, pero cuando las personas maduran, eso se puede multiplicar. Si no, ¿como se puede explicar las acciones de Romeo y Julieta, Don Juan y Doña Inés, y Marco Antonio y Cleopatra? Todos murieron defendiendo su amor." "De cualquier manera, ha sido grandioso. Vale la pena luchar por ello. Vayamos a por uno de esos grandes momentos, mi querido pequeño demonio. No me importaría ir al infierno, si tú vienes conmigo." “Ahora quiero advertirte sobre un pequeño costo que todas las mujeres que hacen el amor por primera vez, tienen que pagar." Ella lo interrumpió pegando su boca a la de él. “Lo sé y asumo ese costo, pero por favor, cuando estemos cerca de la gran explosión, no te pares, incluso si te muerdo y te hago daño. No creo que sea tanto, lo recibiré sin ningún problema. ¿Tienes aquí una toalla? Él le indicó una pequeña habitación donde habían instalado un cuarto de aseo. Extendió una sobre la cama, y acto seguido recobró su postura encima de él. Alexis se giró arrastrando a Helen con él, ahora estaba encima de ella. El chico se resbaló hacía abajo, intentó perforar el ombligo de la chica con su lengua, le dio un lametazo a la limpia vagina introduciendo la punta de la lengua dentro del canal virginal de ella; la chiquilla se retorció de placer y se sorprendió como a su chico no le importaba lamer sus jugos vaginales al chupar su pequeño clítoris. Tembló. Él continuó hacia abajo acariciando y besando las blancas y suaves piernas mientras que una de sus manos masajeaba con cuidado sus pequeños pechos. La chiquilla cerró los ojos y sintió como de nuevo comenzaba a subir su particular arcos iris. Su respiración se aceleraba. Puso sus manos en las nalgas del chico masajeándolas; le encantaba lo que sentía. Alexis esperó un par de minutos más hasta que notó que ella estaba muy cerca de su orgasmo; entonces guió su dura picha hacia la vagina de la chica y empujó un poco hasta encontrarse con la barrera de la virginidad. Los dos temblaron con emoción y placer. Era el momento que más habían esperado, sobre todo ella. Alexis entonces se echó para tras, no quería de ninguna manera hacerle daño a la persona que en aquel momento quería con toda su alma. Empujó de nuevo y pudo observar como su picha entró más dentro de ella que gimió, probablemente le dolió. Un tercer empujón más fuerte y su pene se enterró totalmente dentro de aquella cálida cueva. ¡Qué maravillosa sensación! Aquello no se parecía en nada a cuando folló a la hermana de Pablo. El gran momento se estaba acercando. Helen había sentido el dolor agudo al romperse su virginidad, la primera vez, no tanto; la segunda mas fuerte y dolorosa, pero después de eso, un momento glorioso que hizo que en su mente ella empezara a subir el último peldaño de su mágico arco iris. Esa nueva y gran sensación de placer incluso se incrementó cuando su chico empujaba y se retraía de ella como si fuera un conejo. Sintió la respiración de su niño en su cara. De pronto, ella lo abrazó muy fuerte al tiempo que entraba en el mágico arco iris. Sus cuerpos se fundieron como si fuera uno solo, ella no pudo evitar morder a su niño en el hombro como si fuera una vampira en el momento del pico de su orgasmo. No fue una explosión, sino un "big-bang" que los llevó mas allá de las galaxias, estrellas y el espacio infinito; era otro espacio lleno de arcos iris que explotaban continuamente en un derroche de maravillosos colores. Ella pensó que habían fallecido de placer y estaban en el cielo los dos juntos. Exhaustos se durmieron y soñaron. Unas pocas horas mas tarde, la chica se despertó porque Alexis se había dormido parcialmente encima de ella y tenía alguna dificultad para moverse. Lo acomodó cerca de ella, teniendo cuidado de no despertarlo. ¡Era tan guapo, tan dulce! Pensó como serían sus vidas en el futuro, pero no le importaba; aquella noche había sido tan maravillosa que valía la pena vivirla. Si ella tuviera que morir, aquel hubiera sido un buen momento. Pero no, vivirían juntos y se casarían pronto y tendrían hijos, no sabrían cuantos. Quería ser una madre y abuela joven como lo eran Alex y Margarita, que sus nietos contestaran con orgullo: "Son mis abuelos, no mis padres, y nosotros creemos que son los mejores del mundo." Ella suspiró hondo después de sus elucubraciones. Alexis se despertó, se restregó los ojos creyendo que todo aquello era un sueño, pero viendo a su chica cerca de él vio que estaba equivocado. La besó rápido en los labios. "Te quiero, ángel mío." “Te quiero mi pequeño demonio. Se abrazaron y sus bocas se encontraron en un eterno beso; el chico la poseyó de nuevo haciendo el amor más dulce de sus cortas vidas. "Será mejor que nos vayamos cada uno a su respectiva habitación. Me cuidaré de que ésta esté preparada para esta noche." "Vamos a empezar desde el principio a hacer las cosas juntos. Nosotros la cuidaremos." Felices se sonrieron; recogieron sus ropas y se pusieron un albornoz grueso. Unos minutos después estaban dormidos debajo de las sábanas de sus habitaciones con una hermosa sonrisa en los labios. CAPÍTULO 20 ------------------ Un par de horas mas tarde Helen despertó, eran la 9:30 de la mañana. Después de darse una buena ducha, la chiquilla se bajó a la planta baja, podía oír los gritos y risas felices del pequeños Christian mientras que su madre, Margarita, lo estaba alimentando. "¡Estás preciosa esta mañana, Helen!" La chiquilla se sonrojó profundamente porque creyó que Margarita estaba leyendo en sus ojos, se sintió muy feliz. En vez de contestarle con palabras, Helen la abrazó, ella entendió. Margarita acarició el pelo de la niña y le dio un beso en la frente. "Tienes que tener hambre." "Si, la tengo." "Allí encima de la mesa hay de todo, café y té preparados, por favor, sírvete tú misma." Así lo hizo en silencio y se comió su desayuno inglés. Había sido la primera vez que había dormido en aquella casa, se sentía mejor que en su propio hogar. Margarita limpió la cara del pequeño y le dio un beso. Lo sacó de la silla especial y le dio una palmadita, el bebé se puso la mano en el pequeño pene. "Mami, pipí." Helen le sonrió. Había terminado el desayuno y se dio cuenta que el pequeño diablillo había aprendido ya a pedir que necesitaba orinar. "Me encargaré de este pequeño hombrecito." Margarita la miró satisfecha. Helen se llevó a Christian al cuarto de baño, le bajó los pequeños pantalones y lo sentó en el inodoro; no llevaba puesto ningún pañal. Pulsó el botó y corrieron hacia fuera. "Vamos a ver qué está haciendo Alexis." "Si, despierta a Axis." Todavía el niño no podía pronunciar correctamente el nombre de su sobrino. Helen abrió la puerta y el pequeño corrió hacia la cama; le ayudó a subirse y en segundos estaba besando a su sobrino. Alexis se despertó, subió al niño hasta su pecho desnudo y comenzó a darle besos y pequeños mordiscos en su barriguita. El pequeño chillaba y reía de forma incontrolada. Helen contemplaba la escena y sintió como todo su amor se vertía en su chico. Ella no pudo parar y pensó con ternura. "¡Que gran padre será!" "Vamos, perezoso, levántate. Necesitamos hacer algo de deporte y ejercitarnos." "Dame diez minutos y estaré desayunando." Ella descendió las escaleras, abajo estaban Alex y la pequeña María. "Buenos días mi, preciosa princesa." Dijo Alex saludando a la chiquilla. "Tan pronto como el perezoso de mi nieto baje habíamos planeado ir a nadar. ¿Te unes a nosotros?" La chica pensó que no quería mostrar la cicatriz, pero le encantaba nadar. Alex lo adivinó. "No te preocupes, ángel. Compraremos un traje de baño que cubra tu cicatriz." Helen abrazó a aquel gran hombre que le había traído los momentos más felices de su joven vida. Alex acarició suavemente la espalda de la niña y la besó en la cabeza. Excepto Alexandra, que había estado estudiando casi toda la noche, toda la familia caminó a las instalaciones de la piscina. Cuando pensaron que Christian estaba cansado, volvieron a casa, pero haciendo un pequeño desvío, pasando frente al antiguo hogar de Margarita. Ella miró a su esposo y casi se sonrojó como una adolescente recordando los felices momentos en aquella casa. "¡Qué maravillosos momentos pasamos en esta casa!" Ella suspiró. Alexis apretó la mano de Helen como diciéndole que se lo explicaría después. "Te la habría comprado, esposa mía, pero no está en venta." Continuaron hacia casa, tan pronto como llegaron, el pequeño Christian vio Alexandra y corrió hacia ella. La joven abrió los brazos y levantó al pequeño pelirrojo, primero sobre su cabeza, y después a su pecho, besándole el rojo pelo. El pequeño diablillo había conquistado los corazones de todos los que vivian en la casa. "¿Como está mi pequeño hermano irlandés?" "Soy Christian." Ella empezó a hacerle cosquillas al pequeño y sus risas llenaron la casa. "Necesitamos hablar después de la comida. Mañana, toda la familia, incluidos Helen y Christian, estamos invitados a comer; no está lejos, solamente a un par de millas hacía el norte." Todos se miraron sorprendidos, especialmente Alexandra y Helen. La chiquilla argumentó. "No estoy preparada. Yo no tengo aquí un vestido apropiado para un almuerzo formal." Margarita sonrió. "No es una comida formal, sino de familia." Alexandra miró perpleja a su madre; hasta donde ella podía recordar no tenían otros parientes. Margarita adivinó los pensamientos de su hija y añadió. "Nos invita el padre del tío Tom." Alexandra miró a su madre y la abrazó muy fuerte. Sabía muy bien lo importante que era cualquier noticia referente a su fallecido hermano y lo que significaba. Después del almuerzo, el pequeño Christian lo llevaron para que echara una siesta y Helen, María y Alexis dejaron a los adultos y se fueron a disfrutar el cálido día debajo del gran árbol. Los adultos se sentaron frente al gran ventanal que miraba al jardín, ahora casi todas las plantas estaban llenas de flores, especialmente rosas y margaritas; todo ellos fruto de los trabajos de Margarita. "¿Lo conociste tú, mamá?" Preguntó Alexandra. "No. Esta será la primera vez que me encuentre con él. Tu padre lo conoció cuando él era un chiquillo y acompañaba al tío Tom; más tarde se encontraron en Paris y ahora unas pocas veces, sin embargo, tu padre se lo guardó para él hasta que tuvo otras noticias." Margarita le explicó a su hija todo lo que Alex le había contado la noche anterior. "Tuviste muchos ángeles alrededor tuyo y tu ignorabas su existencia. Si hubieras echado al correo esa carta nos habríamos evitado muchos dolores, mamá. Probablemente nuestras vidas habrían sido completamente diferentes." Alex abrazó a su hija. "No lo perdimos todo, por lo menos tú viviste feliz y disfrutaste tu vida al lado de Andrew, no deberíamos olvidar eso. ¿Quién sabe, hija mía?" Alexandra pensó qué padres tan maravillosos tenía y como se portaban con ella. "Si, padre, tienes razón. Miremos al futuro que es lo que importa, el pasado está ya lejos." Ella miró a través del ventanal y vio a su hijo y a Helen jugando con la pequeña María. "Ellos son felices, también; yo diría tan felices como vosotros, pícaros, erais a sus edades." Margarita y su esposo se sonrieron. La noche llegó, y cuando el silencio se impuso en la casa, Alexis y Helen volaron a su nido para disfrutar otra gran noche de amor, como lo harían en el futuro. Durante la felicidad que daban sus maravillosos climaxes, Alexis explico a Helen todo lo que él sabía sobre las vidas de su familia. El domingo llegó y todos, excepto el pequeño Christian y María, estaban más que nerviosos y Alex más que nadie; no sabía como reaccionaría Margarita ante su fallecido hermano, pero él no había hecho otras cosa que cumplir lo que Tom quería que ocurriera. A la una menos cuarto, un lujoso y moderno "Mercedes" entró dentro del terreno que había frente de la casa. Alex le dijo al conductor que esperara un minuto. Pronto Margarita salió. El conductor, un hombre de mediana edad, fue alrededor del coche y abrió la puerta de los pasajeros para dar acceso a Margarita y Alex; se subieron al coche, mientras que el resto lo hicieron el "Jaguar" que lo conducía Alexandra. Los coches rodaron despacio hasta que pararon frente a una casa similar a la de ellos. Al tiempo que descendían enfrente de la puerta principal, apareció un hombre de mediana edad, delgado y guapo. Tom había planeado permanecer dentro de la casa, pero no pudo esperar. Margarita lo miró y se quedó petrificada como clavada en el césped. ¡No podía creer lo que sus ojos le mostraban! Ella reaccionó cuando sintió los brazos de su querido hermano a su alrededor. Ambos se fundieron en un fuerte abrazo. "¡Mi dulce Margarita! ¡Mi pequeña y dulce hermanita!" Eso fue todo lo que pudo decir en aquel histórico instante. Un nudo cerró su garganta al tiempo que Margarita acariciaba la espalda de su hermano y un río de lágrimas corría por las mejillas de los hermanos. Ella miró con ternura a su marido. "No te perdonaré esto." Sin embargo él sabía muy bien que ella no decía la verdad, se conocían demasiado bien. Tom entonces miró a los demás. Abrazó a todos uno por uno, y cuando llegó al pequeño pelirrojo, dijo: "¿Quién es este preciosísimo diablillo rojo? El pequeño empezó a reír al tiempo que su tío lo subía y bajaba. Entonce dejó al pequeño en los brazos de Alexandra y se llevó a su hermana dentro de la casa. Margarita estaba exultante, pero no podía parar las lágrimas de felicidad; pensó que todo aquello era fruto de un sueño y ella no quería despertar. Entraron en la casa donde el padre de Tom estaba esperándolos. El anciano se puso en pie y Margarita lo abrazó suavemente. "Muchísimas gracias, John, por ser el padre que nosotros nunca tuvimos y nuestro Ángel de la Guarda. Nunca podremos devolverte lo que has hecho por esta familia. Gracias de nuevo, padre." La emoción lo embargó. "Tom y ahora vosotros, me habéis pagado mas que bien, dulce Margarita." Se hicieron muchas preguntas y hubo también otras tantas respuestas; después de unos minutos, la familia estaba charlando confortablemente hablando de los años pasados. Tom miró a Alexis y Helen y le hizo señas para que se sentara a su lado. Mirando a su sobrina, añadió: "Que precioso futuro tenemos, Alexandra con estos niños." Helen se ruborizó pero se sintió muy bien y feliz cuando el chico le apretó la mano. Aquel fue un día memorable. John Corporate se sintió enormemente feliz contemplando a su hijo y amante rodeado de todos aquellos seres que habían sufrido, pero que ahora miraban al futuro intentando olvidar el terrible pasado, ahora todos formaban una gran familia y él era parte de ella. Alexandra echaba de menos al padre fallecido, pero ella asumía que aquello había sido un accidente; su verdadera familia estaba ahora frente a ella. Mirando aquella ruidosa reunión familiar, en su mente la joven futura cirujana, no descartaba formar una nueva. Había encontrado un hombre que la amaba como sus padres verdaderos se habían amado. Todavía era joven, pero también era consciente que sus hijos pertenecerían a Alex y Margarita para siempre; especialmente su guapo e inteligente hijo. Ya, desde el principio, Alexis y María miraban a Christian más como hermano que como tío. ******************** A miles de millas de allí, Brenda y Jeff Brickfield estaban sentados en el extenso cuarto de estar en su casa en las afueras de Sidney, Australia. Habían emigrado desde los Estados Unidos al gran continente hacía mas de veinte años, donde Jeff había empezado de nuevo en el negocio de la construcción, era un buen arquitecto. Tenían una chica de más de 20 años, Lucy, y dos chicos, Karl de dieciocho y Tommy de casi once años. El matrimonio estaba esperando a que sus hijos volvieran a casa del colegio y Lucy de la oficina de la Compañía en Sidney. La joven era una chica normal, no tan bonita como su madre había sido a su edad, pero tenía una figura muy atractiva. Sin duda era una Brickfield. Karl era una mezcla de López-Barrio y Brickfield, sin embargo el pequeño Tom, era realmente una copia duplicada de su tío Tom; grandes ojos negros, pelo largo rizado que le llegaba casi a los hombros, y dos preciosos hoyitos en su preciosa cara de niño que volvía loco a su padre. Oyeron al autobús del colegio parar frente a casa y unos pocos segundos mas tarde, el chiquillo entró ruidosamente dentro de la amplia habitación, dejó la mochila en el suelo y saltó a las rodillas de su padre. Tiernamente besó al hombre y a la madre le dio un beso rápido. "Hola Tom, te he traído un pequeño regalo, está en tu habitación." El chiquillo adoraba a su gran hombre, como él llamaba a su padre. Corrió a su dormitorio al tiempo que Brenda regañaba a su marido con ternura. "No deberías animarlo con esos regalos." Jeff miró a su guapa e inteligente esposa. "¿Por qué no? Eso lo hace feliz y no hay nadie extraño en esta casa. No creo que un vestido lo haga diferente, y es tan guapo…" El chiquillo los interrumpió con gritos de alegría cuando descendió convertido en una preciosa niña, llevaba puesto un vestido color rosa y una blusa con una cinta roja ancha en la cabeza para evitar que el pelo cubriera su hermosa frente. El niño/niña saltó de nuevo a las rodillas de su padre y lo abrazó cariñosamente. "¡Te quiero mucho, papá! Es precioso; lo llevaré puesto hasta que Karl me vea." El hombre le devolvió el abrazo y le acarició la espalda al tiempo que le murmuraba al oído. "Mi pequeño mariconcito… yo también te quiero muchísimo. ¡Estás precioso!" El muchachito suspiró. "Ante todo, tengo que hacer mis deberes escolares. Por favor, papá, llámame si llega Karl." El hombre le dio una pequeña palmadita en el trasero, y él corrió a su habitación, moviéndolo. Brenda sonrió. "Es una copia real de mi desaparecido hermano a su edad. Daría la mitad de mi fortuna por abrazar mi pequeña y dulce Margarita y a mi hermano Tom." Sus preciosos ojos se nublaron, su marido puso su fuerte brazo alrededor de sus hombros, mientra ella continuaba. "No pude decirle ni siquiera que la quería profundamente; ella tenía la idea de que la odiaba, pero eso era solo una ficción. ¿Qué le ocurriría a mi hermana?" "Por favor, Brenda; ahora que nos vamos a retirar a los EE.UU., haré todo lo que pueda para encontrarla, y te prometo que, si está viva, la veremos. Recuerda que en cierto modo nosotros también desaparecimos, incluso mis padres y el resto de la familia tampoco han tenido noticias nuestras, excepto la felicitación de Navidad que yo siempre le he mandado año tras año, por lo menos para que supieran que yo seguía vivo, pero no saben nada respecto de nuestros hijos ni que yo estoy casado y muy feliz con una hija de su hermana Brenda, a la que él adoraba, por tanto somos primos hermanos. ¡Que sorpresa se podrían llevar!" "Hay que reconocer que, como familia, somos un poco raros. Tom desapareció el primero, después mi hermana y acto seguido yo. Y de ti, no digamos. A propósito, no hemos hablado mucho de todo esto y tú tienes que saber bastante más que yo de todo este lío. Mi madre no era muy explícita con nosotros. ¿Por qué los abuelos desheredaron a mi madre con la falta que nos hacía?" "Es una larga historia, pero no extraña, lo mismo que es raro que no me preguntaras hasta ahora por el asunto. Yo quería explicártelo, pero ya sabes que a mí no me gusta meterme en la vida de los demás. Pensé que si algún día querías saberlo me lo pedirías. "Siempre has sido honesto conmigo y eso tiene un gran valor para mi, por eso y por muchas otras cosas te he querido tanto y he sido feliz contigo, Jeff. "Gracias por tu inmerecidas alabanzas. Tengo por esposa a la mujer más bonita que he conocido y estoy orgulloso de ello. Empezaré por el principio. "Yo era todavía pequeño, más o menos de la edad de vuestro amigo Alex, pero estos hechos ocurrieron mucho antes, a mí me los contó mi padre. El abuelo siempre estuvo enamorado de su mujer y ella en cierto modo se aprovechaba de esta circunstancia para hacer lo que quería, lo dominaba. Tu madre era la mayor y es la que más se parecía a su madre, sin embargo era más capaz e inteligente que ella, por eso tenían continuos enfrentamientos. Cuando terminó los estudios de secundaria ingresó en Yale y se graduó en arte. Le gustaba vivir la vida a su manera, pero la abuela no estaba de acuerdo. Mi padre y sus otros dos hermanos la adoraban por enfrentarse a ella, cosa que ellos no se atrevían. De pronto decidió casarse con un sinvergüenza, según mi padre lo hizo más por llevarle la contraria a los abuelos que por amarle. Tuvieron dos chicos que siguieron el camino de su padre, traficaban con drogas. El padre murió en extrañas circunstancias cuando ya eran adolescentes y siguieron ellos hasta que los cogieron. Para hacerlo breve, al mayor lo asesinó la Mafia y el menor lo condenaron a cadena perpetua, creo que también ha muerto. Las malas lenguas decían que tu madre también ayudaba a los hijos en esto, y que gracias a las influencias del abuelo y nuestro apellido hubo cierta consideración con ella e ignoraron algunas cosas. Ten en cuenta que él era un puntal básico para su partido en el área de Chicago…" "Pero según me contó a mí el Padre adoptivo de Alex, que la conoció en la Universidad, mi madre ganaba mucho dinero con su galería de arte." "Eso es cierto, pero ella quería mucho a sus hijos, ya no tenían padre para pagarse los altos costos de lo abogados, así que ella sufragaba todo…" Brenda lo interrumpió. "Recuerdo como en sueños a los dos chicos. Escasamente venían por casa alguna que otra vez. La mayor parte de sus ganancias eran para ellos, en cambio a nosotros nos tenía en aquel agujero. "Al poco tiempo de morir su primer marido, conoció a Tomás López-Barrio, un purasangre mediterráneo, e hijo de un aristócrata español. Ese fue su verdadero amor, pero ya era un poco tarde; el abuelo, a petición de la abuela, había desheredado a tu madre contra la opinión de los hermanos. Lo demás ya lo conoces tú mejor que yo. A propósito, parece que el famoso doctor Lorton aparece siempre que se habla en nuestra familia." "Está más que justificado. Alexander Lortonoff no solo era una buena persona, era también brillante, un niño prodigio y pobre como las ratas. No tenía padre, los había abandonado antes de nacer él y vivían prácticamente de la caridad ajena. A mi madre le encantaba, y no solo a ella, todas las niñas de su edad estábamos locas por él, pero él no tenía ojos nada más que para mi hermanita y para su entrañable amigo Tom, mi hermano. Como es natural, era el primero de su clase, y eso que estaba en un curso delante del que le correspondía; no había en el colegio nadie, excepto su profesor, que le pudiera ganar en el ajedrez. Su madre falleció cuando él no había cumplido los once años. Lo adoptaron otras dos buenas personas, ambas médicos e inmensamente ricas. A partir de ahí, nosotros dejamos el agujero y nos fuimos a vivir a New Jersey, muy cerca de donde vivía el niño. Margarita vio el cielo abierto, los dos se amaban desde que él le hiciera un retrato y con toda seguridad se acostaban juntos siempre que podían. "Pero ni siquiera era adolescentes; ¿Cómo podían…? "También era un niño prodigio para eso, te lo puedo asegurar." Brenda sonrió. "Había tenido un gran maestro, mi hermano Tom. Permanecieron juntos mi hermanita y él hasta que ella desapareció sin dejar rastro. Se querían como Romeo y Julieta; de ahí que él no se casara hasta casi treinta años después. Viajaba mucho, especialmente a Rusia donde era considerado un ruso más, al margen de la política de la que no participaba en absoluto." "Pues era una perla. No me extraña que lo tuvierais en tan alta consideración." "Así es. Por eso contraté a esa compañía de investigación para que tuvieran un ojo sobre él y me informaran sobre su posible matrimonio. Quedé un poco decepcionada cuando contrajo matrimonio con una niña pija irlandesa, pero creo que falleció en un accidente aéreo unos pocos años después. Estoy segura de que si se casa de nuevo será con su primer amor, Margarita. Claro, si ella aparece. Se levantó y se fue a la cocina a preparar la cena. No tenían ninguna asistenta durante el fin de semana, eso le encantaba al niño, porque así podía vestirse como le viniera en gana, de chico o chica. El teléfono móvil de Brenda sonó y ella se lo puso en el oído mientra abría el enorme frigorífico. "Por favor, ¿la señora Brickfield? "Si, soy Brenda Brickfield. Quién..." La otra voz la interrumpió. "Sra. Brickfield, soy John Flock, de Investigaciones Inc." Brenda dio un suspiro al tiempo que el hombre continuó identificándose. "Vd. contrató nuestros servicios hace años, y no hemos podido darle noticias realmente interesantes." Hizo una pausa. "Sé que Vds. han sido honestos al no cargarme nada. Hace ya tiempo de esto. ¿Tiene Vds. algo…?" "No, Sra. Brickfield; nuestra compañía requiere pagos sobre resultados, pero creemos que esta vez vamos a recuperar nuestro dinero." "Será un gran placer para mi, Sr. Flock, pagarle los atrasos, incluso con intereses." Brenda hizo una pausa, estaba excitada. "¿Tienen Vds. algo positivo?" "Creo que si. Se sorprenderá. Si Vd. está disponible me gustaría hacerle una visita el próximo lunes para explicarle todo lo que hemos averiguado. Por favor, dígame cuando le viene bien y trataré de ajustarme a ello." "Por favor, espere un momento." Ella cubrió el teléfono y grito a su marido. Se pusieron de acuerdo. "Sr. Flock, ¿Qué le parece a las 11:00 de la mañana? "Estaré ahí a esa hora. Gracias." La comunicación terminó. Brenda miró a su esposo y él la abrazó. Sabía lo que aquello podía significar. "Por el tono del Sr. Flock, parece que tienen buenas noticias. ¡Sería fantástico después de casi treinta años!" Oyeron como la puerta principal se abría y un chico joven entró llevando en las manos unos papeles. Karl mostró el documento a sus padres. "¿Me he perdido algo?" En aquél momento el niño/niña se lanzó a los brazos de su hermano mostrándole el precioso vestido. Karl acarició a su hermano menor y miró a sus padres. "Tengo buenas calificaciones y vosotros me prometisteis..." "Mantenemos esa promesa, Karl. Estudiarás en la mejor universidad de USA que te admita, por lo tanto, tienes que rellenar los correspondientes formularios y enviarlos por correo o por fax lo mas pronto posible. Probablemente nos iremos antes de lo que esperábamos. Te lo diremos el próximo lunes." El invierno acaba de terminar y un prometedor verano se está acercando que con toda probabilidad nos lo perderemos. Durante el fin de semana los padres explicaron a sus hijos los planes que tenían. Excepto para Lucy, todos estaba excitados, ella estaba prometida y la boda se había fijado para unos meses mas tarde. El lunes, a la hora fijada, el Sr. Flock estaba sentado en el cuarto de estar sorbiendo una taza de buen café. Empezó. "Sra. Brickfield, hace solo unas poca semanas tuvimos noticias de nuestros agentes en Nueva York, preguntándonos si todavía estábamos interesados en aquel viejo asunto. Se lo confirmamos y les dimos instrucciones para seguir adelante. En resumen, el Dr. Alexander Lortonoff se había casado de nuevo, pero esta vez, no con una chica joven, como sería lo corriente, sino con una mujer mas o menos de su misma edad; su nombre Margarita López-Barrio." Brenda casi saltó de su asiento al oir el nombre de su hermana. "Ella iba acompañada de su hija, una chica rubia joven de alrededor de 30 años, sus hijos, un chico de unos once o doce años y una niña de unos cinco o seis. También un bebé pelirrojo de unos dos años que la señora López acariciaba con ternura. Fue una boda discreta y rápida en una iglesia Ortodoxa Rusa que estaba profusamente adornada, pero aparentemente, el amor llenaba el lugar. Además había otras personas que no pudieron identificar." El hombre cogió su portafolio y extrajo un sobre grande amarillo. Antes de dárselo a Brenda, le advirtió. "Sra. Brickfield, es un delito castigado por la Ley en este país y USA, fotografiar a personas privadas, a menos que se pueda demostrar que se trata de una acción familiar como Vd. nos dijo. Por lo tanto, si Vd. comprueba que son personas extrañas que nada tienen que ver con Vd., toda esta documentación tiene que ser destruida, no solamente las copias sino también los negativos." Brenda cogió el sobre y sacó la primera fotografía en formato grande, mostraba a Alexis y la pequeña María llevando de la mano al pequeño Christian. Las lágrimas de Brenda empezaron a correr por sus mejillas. El parecido a su hermano Tom y a su propio hijo era evidente. El Sr. Flock mirándola, murmuró. "Parece que hemos acertado." "Si, Sr. Flock. Gracias a Dios, tiene Vd. razón. Ella es mi hermana menor Margarita. Estaremos en contacto." El hombre se puso en pie, se dieron la mano y se fue. Él entendió que aquellos momentos eran para la intimidad de la familia. Su marido la abrazó, permanecieron juntos cada uno envuelto en sus propios pensamientos. "Brenda, creo que deberías llamarla lo antes posible." "Si, pero ahora es demasiado temprano allí. Quiero hablar con ella cuando los niños no estén allí. La llamaré esta noche, mientras tanto buscaré su número de teléfono." Marcó el número de información internacional y unos pocos minutos mas tarde, tenía los números de casa y el del hospital. Después de cenar los chicos se fueron a dormir, y Jeff a la biblioteca, para estudiar algunos proyectos de edificios que su hija había traído de la oficina de Sidney. Tommy entró en su enorme dormitorio y se miró en un espejo de adulto que tenía en el armario que reflejaba la preciosa imagen de una niña. Suspiró. Empezó a desnudarse haciendo una graciosa exhibición- danza al tiempo que su picha se ponía tiesa. Desde hacía solo unos pocos meses había empezado a masturbarse, y lo hacia todas las noches antes de meterse desnudo debajo de las sábanas. Mirando al espejo se cogió la picha y se lo escondió entre sus suaves muslos, así parecía ahora como si fuera una niña con un coño oculto. "Eres una preciosa niña." Murmuró mirando al espejo. Abrió la presión de las piernas y apareció el objeto de su placer, pudo comprobar que tenía una gota de preseminal en la cabeza del pene. Lo apretó y salió más cantidad del incoloro y pegajoso líquido. Saltó a la cama, se apretó la picha y empezó a meneársela; unos pocos minutos más tarde gimió cuando recibió ese maravilloso gusto. Se recuperó rápido, sonrió y se metió debajo de las sábanas con una dulce sonrisa en los rojos labios. Margarita estaba hablando con Rosa. Alexis y la dulce María jugaban en el jardín con el pequeño Christian; estaban haciendo planes para el próximo fin de semana que Irian a Connecticut. El teléfono sonó y Margarita levantó el auricular. "Si, ¿Quién llama?" Siguió un silencio; iba a reemplazar el auricular, porque creía que alguien se había equivocado de número, cosa corriente, cuando una voz ronca por la emoción preguntó: "¿Eres tú, Margarita?" Una corriente de cariño inundó su cuerpo y con un estremecimiento. "Soy yo, tu hermana Brenda." Se tuvo que sentar porque sus piernas no podían sostenerla. "¡Brenda!... ¡Brenda, hermana mía! ¿Dónde estás?" Después de la primera impresión, el nudo que Brenda tenía en la garganta se aflojó y empezó a llorar. Después de unos segundos de silencio, pudo continuar. "Te llamo desde Australia donde he vivido durante los últimos veinticinco años y…" Una hora mas tarde las dos hermanas todavía continuaban hablando; ya más relajadas, incluso haciendo chistes. Margarita incluso le informó sobre el encuentro con su hermano Tom y de su vida. Finalmente, Brenda añadió: "Supongo que tu nieto Alexis tendrá un ordenador." "Si, es muy aficionado a esta nueva moda y pasa demasiado tiempo frente a la pantalla, como todos los crios de su edad, supongo." "Así es. Bueno coge un bolígrafo o lápiz y te dictaré una dirección electrónica." Ella tomó nota de lo que su hermana mayor le dictó. "Dile que nos envíe un mensaje corto mientras preparo un paquete comprimido de fotografías. Mañana te llamaré de nuevo, hermanita. Te quiero, Margarita y quiero a Alex, pero, por favor, no le digas nada a él. Estoy preparando un pequeño plan para devolverle lo que te hicieron a ti con Tom." "Te quiero, Brenda; siempre supe que tú no eras la que pretendías manifestar." Se corto la comunicación al tiempo que los niños entraban. Christian brillando de felicidad corrió a su mamy. Alexis notó el paso de las lágrimas sobre la cara adorada de su abuela y se puso serio. Margarita lo miró y extendió los brazos hacia el chiquillo rubio. "No te preocupes, mis niño, son de felicidad." El muchachito la miró con ternura. Entonces ella le explicó todo lo de la llamada telefónica y sobre la familia de la tía Brenda. Le dio el trozo de papel y Alexis voló a su habitación. Conectó el ordenador y se metió en su cuenta de correo normal. Tenía otra encriptada con la que se conectaba e intercambiaba mensajes con Helen y Pablo. Envió el breve mensaje a su tía. Después de la comida del mediodía, se conecto con su cuenta. Había dos mensajes, los dos con ficheros adjuntos comprimidos. Abrió el Explorador de Windows y creó una nueva carpeta. Extrajo los dos ficheros comprimidos y los archivó allí. Contesto al primer mensaje. "Gracias tía Brenda. Tengo que descomprimir los ficheros y enseñárselos a mi abuela. No te puedes imaginar la alegría que le has dado, y a mí mucho mas, viéndola contenta. Mis abuelos son lo mas hermoso que poseo y quiero; aunque la mayoría de las personas creen que son mis padres… Bueno ya te enterarás. Muchas gracias. Volveré mañana para enviaros mensajes. Muchos abrazos para todos, especialmente para mi primo Tommy. Alexis." Entonces comenzó a descomprimir los ficheros con "WinRAR". Más de 50 fotografías. Les echó un rápido vistazo y se quedó pasmado y admirado de la belleza de Tommy, era en realidad una copia del retrato que colgaba debajo de la "Princesa enamorada" en el cuarto de estar. No tenía el suficiente papel de imprimir fotos, así que corrió a donde estaba su abuela. "Abuela, ya las tengo. Son más de 50 fotografías, pero siento decirte que no puedo imprimirlas todas. Debes venir conmigo a my habitación para verlas en la pantalla." Margarita acarició a su nieto. "Tan pronto como Christian se duerma las veremos." Alexis corrió a su habitación y empezó a pasar las fotos en la pantalla. No reconocía a ninguna de las personas que aparecían en las fotografías, sin embargo, de acuerdo con las fechas de las fotos, casi todas se habían tomado recientemente. De pronto vio una fotografía que mostraba a una preciosa chiquilla, llevaba puesto un vestido color de rosa; paró la visualización y se fijó cuidadosamente en la imagen. Probablemente se trataba de la hermana gemela de Tommy, pensó, pero su abuela no había mencionado nada sobre ella. Margarita llegó y se sentó al lado de su nieto, entonces empezó de nuevo la visualización. "¡Dios, Brenda todavía es una mujer bella; está tan cambiada…!" Muchas fotos mostraban a Tommy subido en las rodillas de su padre con una expresión cariñosa en ambos. "Abuela, tú no me dijiste que Tom tenía una hermana gemela." Cuando la fotografía de la niña cubría la pantalla, el chiquillo señaló. "Ésta." Margarita sonrió. "No es una niña, sino Tommy vestido como una niña." Alexis abrió la boca estupefacto mientras Margarita continuaba. "No están seguros, porque Tommy no tiene todavía once años, pero todo apunta a que es como Pablo, no obstante hay una diferencia: a su familia, especialmente su padre, eso no les importa. La tía Brenda me dijo que su padre le compra trajes de niña que él se pone cuando no hay nadie extraño en casa, incluso cuando van de vacaciones y están seguros de no encontrarse con ninguna persona conocida." Hizo una pausa. Cogió el ratón y empezó de nuevo viendo las imágenes. "Como puedes ver, si comparas la fotografía con el dibujo que tu abuelo hizo a tu tío, excepto el pelo largo, son casi como gemelos. Su padre con todo cariño lo llama "mi pequeño mariconcito." Alexis suspiró. "El tío Jeff tiene que ser un hombre excepcional, abuela; algo así como tú y el abuelo." Margarita se volvió y abrazó cariñosamente a su nieto. "Espero que en el futuro cuando crezcas, tengas hijos que piensen y actúen como tú; esa será tu mejor recompensa y ventura, hijo mío. Tenemos que contarle a tu madre todo esto, sin embargo, ni una palabra a tu abuelo y al tío Tom. Queremos darles una gran sorpresa como ellos hicieron con nosotros." El muchachito sonrió pícaramente. "¿Se lo puedo contar a Helen?" "Si, ¿por qué no? No obstante debe guardar el secreto. Ahora coge esa cámara digital que te trajo el abuelo y empieza hacer fotografías de todos nosotros. El próximo fin de semana, los tíos Tom y John vendrán a Connecticut con nosotros, ese será el momento de fotografiarlos a ellos también. Tan pronto como tu madre llegue, se lo contaré todo, necesitamos coordinar nuestras acciones." Después de una nueva visión de las fotos, Alexis apagó el ordenador y cogió la cámara digital. Primero, corrió hasta la casa que estaba ya casi terminada e hizo dos fotos. Entonce volvió a casa, cogió el bañador y recogió a Helen. Se besaron cuando nadie los vigilaba. "Vámonos a la piscina, necesito decirte algo importante." Ella miró a su adorado chico y suspiró. "Tus ojos me están diciendo todo lo que quiero saber." Alexis la miró satisfecho; quería a aquella chiquilla con todo su corazón, cada día más, especialmente cuando se ponía tan romántica, como en este momento. "Te abrazaría aquí mismo, así que, por favor, no me tientes." Él le explicó todo lo concerniente a su familia de Australia. "Supongo que vendrás a comer con nosotros, aprovecharé la ocasión para hacernos nosotros algunas fotos. ¿Vendrás a Connecticut?" "Si, iré si me prometes ser un buen chico. Te acompañaré." Entonces, le acercó la boca al oído y le murmuró: "¿Tienes allí otro nido?" Ella echó a correr subiendo las escaleras de dos en dos cada vez, seguida por su amante hasta dentro del edificio de la piscina. Margarita puso al tanto de todo a su hija Alexandra y ella estuvo de acuerdo. Visionó las fotos y quedó sorprendida del gran parecido que tenia el niño australiano con el dibujo de Tom que había en la chimenea. Estaba muy atareada preparando el importante examen que tendría lugar el siguiente viernes por la mañana, así que necesitaba todo su tiempo para conseguir este objetivo. Si lograba superarlo, en solo dos años más, sería médico. El viernes, alrededor de las 2:00 de la tarde, Alexandra llegó a casa toda eufórica, había aprobado con buena calificación su ingreso en la Universidad; su cara brillaba de satisfacción. Su familia la abrazó dándole la enhorabuena, sin embargo ya había recibido la felicitación que más quería, la de Manuel. El sábado, toda la familia, incluyendo a Helen, se fueron a la antigua granja. Unas horas mas tarde, Tom y John se unieron a ellos. Alex aconsejó a Helen. "Helen, debes tomar todo el sol que puedas en la cicatriz, eso ayudará a curar la herida interiormente y con el bronceado se hará casi invisible, pero ten cuidado y no tomes demasiado." Alexis miró a su amor, su pene estaba duro oculto en sus calzoncillos; tuvo que hacer un esfuerzo para evitar que se notara su presencia. "Conozco un lugar secreto y escondido donde puedes tomar el sol y todo lo que quieras…" El chico recalcó la última palabra. Helen sonrió un poco triste, pero su joven amante no lo notó. Cogidos de la mano corrieron al lugar cerca del río donde él y Pablo se habían bañado desnudos. Inmediatamente Alexis se quitó toda la ropa y empezó a desabrochar los botones de la blusa blanca de la niña; cuando vio aquellos preciosos y maravillosos pechos, no pudo parar y empezó a besarlos y chuparlos. Helen gimió excitada. Entonces se quitó los pantalones cortos, exponiendo sus maravillosas piernas al sol. Alexis estaba preparado para quitarle las bragas, pero ella, seria y con la máxima ternura lo paró. "Lo siento muchísimo, pero…pero no puedo." Aquello lo sorprendió; pensó que había hecho algo mal, y miró intensamente confundido a la chiquilla. Ella le dio un beso rápido en la mejilla. "Está tan guapo con esa mirada de decepción…" Pensó la niña. "¿Qué pasa, ángel mío? Te quiero, lo sabes muy bien." Ella acarició la suave piel de la cara del muchachito. Eso incluso lo sorprendió aún más. "No puedo ni siquiera nadar. Yo, yo..." Alexis estaba ansioso. En segundos, una tormenta de pensamientos invadió su mente sobre el asunto de su corazón. Ella adivinó los pensamientos del chico y lo abrazó cuando vio que sus hermosos ojos verdes estaban nublados. De pronto, Alexis se puso en pie, sus puños cerrados, levantó los brazos hacia el cielo, al tiempo que un chorro de lágrimas corría por su bella cara. Con toda la fuerza de su voz de niño, gritó: "Dioses, quienesquiera que seáis, ¿todavía no estáis satisfechos? ¡¡¡La quiero!!!" Alargando la última sílaba. Era un grito de rabia, impotencia y determinación, había asumido por las palabras de la chica que podría perderla, de nuevo a causa de su corazón. Cayó de rodillas cerca de la chiquilla y la atrajo a su pecho húmedo. "Te quiero, te quiero… No puedo…" Repitió el niño. Su picha se había aburrido. Helen comprendió aquella explosión de amor y protección. Ella empezó a acariciar al chico al tiempo que murmuraba en su oído: "No es eso, Alexis. Tranquilízate. Por favor, no te preocupes, querido; Estoy bien. Es solamente que he empezado a ser mujer; estoy sangrando por primera vez y…" No pudo finalizar la frase porque el muchacho la abrazó incluso más fuerte al tiempo que salía de aquel trance hipnótico. Alexis comenzó a besarla como un loco en todas las partes de su hermosa cara. Ella le devolvía los besos. Después de algunos momentos, pararon. "Lo siento, no se que me ha pasado. Creí que los demonios te llevarían de nuevo al quirófano y fuera de mi alcance." Ella sonrió, extendió su mano y comenzó a masajear el pene del chico, un minuto mas tarde su picha estaba tiesa como un palo y dura como la roca. La chica se movió hacía abajo y se metió en la boca enteramente la herramienta del chiquillo; solamente necesitó unas pocas chupadas y Alexis gimió de gusto, empujó su pelvis al tiempo que recibía un maravilloso orgasmo seco. El empezó a excitarla, pero ella cariñosamente lo paró. "Tendremos tiempo." Se puso a tomar el sol y Alexis saltó al agua que estaba muy fría. Cerca ya del almuerzo, cogidos de la mano, volvieron a casa. Como Helen tenía la regla no planearon nada para la noche. Sin embargo la chica no podía borrar de su mente aquella explosión de amor en el río. Sabía que tenía que hacer algo para compensar a su chico. Después de darse las buenas noches, Helen entró en su habitación que la compartía con la pequeña María. A ella le encantaba la niña y la pequeña estaba más que feliz por tenerla de compañera. Después de un cuento, María estaba dormida como una roca. Helen se metió en el cuarto de baño para darse una ligera ducha y cambiarse el paño sanitario. Sonrió, pudo observar que prácticamente no lo había manchado, la menstruación había terminado. En aquel momento ella pensó correr a la habitación de su amante, pero se contuvo. Era una noche luminosa de verano y la luna lucía llena, su luz entraba a través de las grandes ventanas. Alrededor de la medianoche, la chica se escurrió dentro del dormitorio de Alexis; él nunca cerraba con llave su habitación, a menos que así lo convinieran, ella quería darle una sorpresa, la escena de cuarenta años atrás volvía a repetirse. Alexis estaba desnudo en frente de la amplia ventana; el chico sonrió y se giró en el momento en que ella cerraba la puerta. Se miraron a los ojos y Helen se desprendió del albornoz que la cubría que cayó al suelo, debajo del albornoz la niña no llevaba ropa alguna. Se abrazaron, besaron y Alexis comenzó a hacer cosquillas a su chica. Lo que siguió a continuación fue una repetición de aquellas noches que pasaron sus abuelos juntos muchísimas veces en aquellas mismas habitaciones. CAPÍTULO 21 ------------------ Brenda estaba incluso más excitada que el resto de la familia preparándolo todo para el traslado. Julio era un mes dedicado a las vacaciones en el hemisferio norte, sin embargo, ella había planeado estar allí a principios de agosto, cuando su hermana Margarita habría ya vuelto de su estancia en el campo. Tommy era el único que parecía no estar nervioso. Estaba tendido en la cama mirando una por una los cientos de fotografías que Alexis les había enviado. Una mostraba a su primo Alexis desde el pecho desnudo, probablemente la imagen había sido tomada recientemente en un río. Sintió como se empalmaba y su picha empezaba a ponerse dura pensando en el resto del cuerpo. "¡Es guapísimo!" murmuró para sí. Ignoraba que la foto la había tomado Helen, que los dos estaban desnudos y que el pene de Alexis estaba duro como una roca. El chico la había manipulado con las herramientas del ordenador antes de enviarla. Margarita le había dado algunas excusas a su marido para retrasar para el año siguiente las vacaciones fuera de sus lugares normales y con los niños; quería estar tranquila y relajada en la antigua granja después de tantas emociones durante los últimos meses y así estar en casa cuando Brenda y su familia llegaran. Además, Alexis estaba de acuerdo con su abuela porque Helen y sus padres iban a viajar a Europa. Tommy le había dicho a su madre que no dijera a nadie de la familia que iba a clases de ballet, de hecho era muy bueno en esto, aunque secretamente lo hacía para estar cerca de otros chicos que se sentían gays como él. Todos sus colegas que asistían a clases de danza lo admiraban por su preciosa figura cuando se ponía el maillot. Deseaba de todo corazón irse a los Estados Unidos. Lo que no entendía era por qué mantener en secreto el retorno con su familia. Pensando en su primo, se echó a dormir. Alexis y su familia volvieron a casa a principios de agosto. Alex y Alexandra inmediatamente se pusieron a trabajar, estaban muy atareados con largas horas en el hospital. Helen y sus padres habían salido la semana anterior para el viaje por Europa; con eso, sus padres celebraban la recuperación de la niña, además sabían que el próximo año su familia se incrementaría, si todo salía bien. Ella habría deseado llevarse a su chico con ellos, pero no ignoraba que mientras estuviera de viaje llegaría su otra familia que retornaba desde Australia después de muchísimos años. Dos días después, Brenda y los demás llegaron y Margarita los recibió en el Aeropuerto JFK de Nueva York. Abrazos, lágrimas y besos tuvieron lugar durante el reencuentro. Tommy se sonrojó cuando Alexis lo abrazo. "¡Es incluso más guapo que en las fotografías!" Pensó el chiquillo. La casa era como Brenda la había proyectado y eso les encantó. Como Alex y su hija estaban trabajando, las dos familias comieron al mediodía juntas en casa. El pequeño Christian corrió hacia su mamy y Jeff lo levantó hacia el techo entre las risas del bebé. Alexis cogió de la mano a su nuevo primo y se lo llevó al gran cuarto de estar. "Vamos, quiero enseñarte algo." Tommy sintió un descarga eléctrica y una ola de calidez cuando Alexis lo tocó. "Cierra los ojos." A ciegas, llegaron hasta la chimenea. "Ábrelos, por favor." Tommy miró fijamente los retratos, especialmente los preciosos ojos de su tío Tom. Con la boca abierta por la sorpresa, se tocó la cara con incredulidad. "¡Soy yo con el pelo corto!" "Es el Tío Tom, tenía un año más que tú cuando mi abuelo hizo ese retrato." "¿Qué edad tenía Tío Alex en aquel momento?" Alexis sonrió con orgullo. "Diez años. Era y es muy bueno con los lápices y el caballete, sin embargo, su pasión era la medicina, no la pintura. Tu abuela decía que tenía un gran futuro como pintor, pero solo lo hace cuando está inspirado. "Igual que mi hermano Karl. Espera un minuto." Tommy corrió y unos minutos más tarde volvió con su madre. "Mamá, por favor, échale un vistazo a ese retrato." Los ojos de Brenda se nublaron contemplando el retrato que ella conocía tan bien. Abrazó a su hermana Margarita y le preguntó emocionada: "¿Como está?" "Yo diría que muy bien. Ha estado muy enfermo, casi cerca de la muerte, pero ahora está muy orgulloso de su familia. Sería maravilloso si pudiéramos verlo." Hizo una pausa durante un momento y miró a los ojos de su hermana. "Brenda, por favor, vamos a parar este juego. Sé que en tu corazón lo que quieres es encontrarte con él y…" "Como siempre, eres la mas sabia y juiciosa. Lees los pensamientos, hermana. Si, vamos a hacerlo el próximo sábado, Lucy llegará el viernes, así él podrá conocerla también. Permanecerá aquí durante una semana y volverá a Australia, es ella la que cuida los negocios, además está preparando su boda." Alexis dijo: "Abuela, ¿puede Tommy quedarse aquí con nosotros esta noche?" Las dos hermanas sonrieron. "Es mejor que tú te quedes en casa de la Tía Brenda, el abuelo lo reconocería inmediatamente y queremos darle una gran sorpresa, además tú debes acompañar a Tommy y al Tío Jeff al colegio mañana. Recuerda que nos dijeron que deberían informarles tan pronto como estuvieran ya aquí." El chico mas joven se sonrojó ante el cambio imprevisto. Los chicos se quedaron en la nueva casa ayudando en los cambios. Después de la cena dieron las buenas noches y corrieron hacia la habitación de Tommy. Era tan grande como la de Alexis y con un cuarto de baño privado. "Nos tenemos que duchar, ¿lo hacemos juntos?" Preguntó Alexis. Tommy se sonrojó y tembló ante la perspectiva de poder mirar y ver a su primo desnudo, su pene empezó a empalmarse, pero todavía era demasiado vergonzoso; hasta ahora no había visto desnudo a ningún chico de su edad aunque lo deseaba de todo corazón. Hizo un gran esfuerzo y un poco vergonzoso contestó a su guapo primo. "Tú... dúchate primero mientras yo voy a buscar una toalla para ti." El experimentado chico sonrió, no quería forzar a su joven primo, tendrían tiempo más que suficiente, aunque sabía que el chiquillo lo estaba deseando. Alexis se quitó los pantalones y los tiró encima de una silla, quedándose en la ropa interior. Los ojos de Tommy estaban clavados en el precioso cuerpo y las redondas nalgas; observó cómo los globos se meneaban cuando caminaba hacia el cuarto de baño. La picha de Tommy latía fuerte dentro de la prisión de su ropa interior e instintivamente, se la restregó. Alexis adivinó lo que le estaba ocurriendo a su primo y lo que le pasaba por la cabeza. En la puerta del cuarto de baño se desprendió despacio de la ropa interior bajándose los calzoncillos hasta los tobillos y saliendo de ellos; los recogió y con cuidado los dobló antes de entrar en el baño. El endemoniado Alexis lo hacía a caso hecho con objeto de que el pobre niño se excitara. Se metió debajo de la ducha pero no cerró la puerta, así su primo podría ver su silueta a través de los paneles de cristal casi transparentes. La boca de Tommy hacia agua al tiempo que se volvía para correr las pesadas cortinas de la ventana. Mientras oía como se duchaba su primo, se quitó los pantalones y la ropa interior y empezó a masturbarse furiosamente, la picha estaba dura como jamás lo había estado antes, eso sin quitar la vista de la silueta. Un par de minutos mas tarde recibió la maravillosa sensación como un hormigueo que subía hasta llegar al éxtasis de su orgasmo seco. Casi se derrumbó sobre el alfombrado suelo. Nunca se había sentido como en aquel momento. Mas relajado, se tumbó en la cama esperando a que apareciera su primo. Alexis no quería forzar la situación y salió de la ducha envuelto en la gruesa toalla. "Es maravillosa la sensación que uno tiene después de una buena ducha. Tu turno." Sonrió a su primo que no sabía qué hacer. Se había empalmado de nuevo, pero pensó que no podía hacer nada diferente. Se desnudó y dobló su ropa con cuidado, pero dando su espaldas a Alexis. El chico rubio miró el precioso y ágil cuerpo, los músculos duros de la espalda, como si fuera un joven gato salvaje. Iba a decir algo cuando Tommy caminó hacia el cuarto de baño. No se paró en la puerta ni dejó la puerta abierta, simplemente la dejó medio abierta. Entonces Alexis dijo. "¿Puedo poner en marcha el ordenador, Tom?" El aprendiz de ballet oyó las palabras de su admirado primo, pero su mente no las asoció correctamente ya que estaba concentrado en las imágenes que había contemplado solo hacia unos minutos; así que Alexis entendió que tenía permiso para hacerlo. Después de las luces que saltaban en la pantalla, Windows se cargó y se llevó una pequeña sorpresa al ver su propia imagen de pecho hacía arriba desnudo, como fondo de pantalla, igual que la que él tenia de Helen en el suyo, pero no estaba desnuda. Entendió que había violado la privacidad de su primo. Apagó el ordenador mientras volvía hacia la cama y yacía de espaldas sobre la blanda colcha. Unos pocos minutos después, Tommy volvió secándose el largo y rizado pelo. "Los pijamas están en aquel cajón." Señaló el niño a un mueble cerca de la ventana. "Yo no necesito ningún pijama y menos en verano, nunca los utilicé porque se me enredan alrededor del cuerpo, me siento mas cómodo sin él, incluso la ropa interior me molesta." Alexis sabía el impacto que esta situación estaba causando a su primo que era menor que él. Despacio observó el maravilloso y flexible cuerpecillo. "¡Tienes un cuerpo precioso, Tom! Si vienes conmigo a nadar a la piscina, estoy seguro que atraerás muchas miradas sobre ti." Tommy se sintió encantado con las palabras de su adorado primo. Sonrió y suspiró. Él también desechó el pijama y se metió debajo de las sábanas solo con la ropa interior. Alexis puso su cabeza sobre la almohada yaciendo en su lado izquierdo, y Tommy lo hizo igual, pero en su lado derecho, mirando intensamente los extraños ojos verdes y el pelo rubio ondeado de su primo. "Supongo que has dejado muchos amigos allí y que los echas de menos." Dijo Alexis. "Estás equivocado. En Australia no es como aquí, donde las familias no viven lejos unas de otras, allí vivimos muy separados, algunas veces bastantes millas, así que no tenemos muchas oportunidades de hacer amigos con los que jugar y charlar, solamente en el colegio, pero tú sabes muy bien que raramente consigues un buen amigo en la escuela." "Si, lo supongo. Cuando yo vine de LA, hace cerca de cuatro años, no me importó, porque no dejaba ninguno que realmente pudiera llamarlo mi mejor amigo. Nos fuimos a vivir a un pueblo pequeño que tenia muy buenas conexiones con la gran ciudad y especialmente con el lugar de trabajo de mi madre, no está lejos de aquí; en el colegio me encontré a Pablo e inmediatamente nos hicimos los mejores amigos que te puedas imaginar. Era, y supongo que sigue siéndolo, un guapísimo chico de Nuevo Méjico. Tenía una piel ligeramente marrón, pero suave como la tuya. Me encantaba tocar su cara con los dedos de la mano vueltos." Alexis extendió su mano derecha y suavemente la pasó por las mejillas de Tommy. "Nos queríamos el uno al otro y me sentía como ahora me siento contigo. Él creía que era gay, pero jamás se lo dijo a nadie, excepto a mí." Cualquier tocamiento de Alexis era como un contacto eléctrico para el chico de casi once años. Tommy sintió que estaba empalmado y su picha dura como una roca en la cárcel de su ropa interior. El niño, casi tartamudeando, preguntó a su primo: "¿Te… te quería él a ti, primo?" Un gesto de tristeza hizo que Alexis cerrara los ojos con añoranza. "Si, muchísimo. La separación hizo pedazos nuestros corazones. Sin embargo, tengo que admitir que el conocer a Helen fue una bendición y un bálsamo." Hizo una pausa. "Ya te contaré cosas sobre ella en otro momento." El corazón de Tommy estaba latiendo con fuerza dentro de su joven pecho, pensó que su primo lo estaba escuchando. Alexis extendió de nuevo el brazo para quitarle un mechón de pelo de la preciosa cara del chiquillo. El roce hizo que Tommy temblara e instintivamente cogió la mano del chico mayor y la besó. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, su preciosa cara se puso roja como la amapola y sus ojos se nublaron de vergüenza. Alexis estaba al tanto de lo vergonzoso que era el chiquillo, al no haber tenido nunca contacto con otros chicos de su edad para hablar de estos y otros temas de su propia sexualidad, entonces se levantó un poco de la cama, y poniendo las palmas de sus manos alrededor de la cara oval de su primo, lo besó en los labios con toda la ternura que pudo reunir; quería que se sintiera bien y sin ningún remordimiento por lo que había hecho. El cuerpo del niño se estremeció y suspiró profundamente; era la primera vez que alguien lo había besado en los labios, se sintió como si estuviera en el cielo. Alexis comprendió lo que claramente había supuesto: su primo necesitaba muchísimo afecto para continuar creando su fuerte personalidad. No era suficiente el amor de sus padres y hermanos, ese afecto debería venir de alguien que lo comprendiera y aceptara lo que él estaba seguro que era sin habérselo dicho a nadie. Después de unos segundos, Alexis cortó el beso y pudo comprobar como dos lágrimas bajaron por las hermosas mejillas del bailarín. Él lamió la rosada piel y su lengua arrasó la substancia salada. Notó que Tommy estaba temblando, entonces el chico mayor volvió a besarlo en los labios, pero en esta ocasión Alexis empujo con su lengua los dientes de su primo. Después de unos segundos, Tommy permitió la entrada de la intrusa dentro de su boca. Un remolino de de calidez invadió toda el alma del chiquillo; pensó que se desmayaba. Segundos más tarde, instintivamente, respondió al beso de su adorado primo, poniendo sus manos alrededor del cuello de Alexis arrastrando al muchacho rubio hacia sí apasionadamente. Alexis yacía en su lado casi pegado al cuerpo de su primo. Extendió su mano derecha y arrastró la ropa interior del muchachito hasta los tobillos. Volvió a la picha de Tommy y empezó a masajearla, sintió la humedad del líquido preseminal que el chiquillo ya expulsaba; con toda la ternura que pudo reunir, empezó a meneársela despacio arriba/abajo. El inexperto chico rompió el beso para respirar, pero de nuevo selló sus labios con los de Alexis. No necesitó mucho mas tiempo para que sus caderas empezaran a empujar contra la mano de su primo; gimió fuerte al momento de recibir un maravilloso orgasmo seco, que para él fue como subir el último peldaño de un precioso arco iris acompañado de una explosión de colores que jamás había experimentado. Entonces Alexis acunó fuertemente a su querido primo contra su pecho, sus corazones palpitando al unísono. Él no había alcanzado su orgasmo y su picha dura como la roca, presionaba contras los muslos del chiquillo, pero a él no le importó, solamente quería que aquella experiencia fuera lo mas placentera posible al muchacho para que jamás lo olvidara. Mientras el niño se recuperaba de su maravilloso clímax, Alexis, con ternura, llenó su cara de pequeños y rápidos besos. Después de unos pocos minutos, Tommy abrió sus grandes y hermosos ojos, extendió los brazos y abrazó a su primo. Un genuino acto de amor incondicional como solamente podía darlo un chico de once años. "Te quiero, Alexis. Te he amado desde que vi tu pecho desnudo." Ahora estaban sentados en la cama con las piernas cruzadas a estilo indio; Alexis se había quitado toda la ropa interior e igual había hecho Tommy, por primera vez vio un pene erecto en toda su gloria. Sabía que su primo no había tenido su orgasmo como él y su picha se movía a la par de los latidos de su corazón. "También te quiero yo, Tom." Extendió la mano de nuevo y retiró el largo pelo que le cubría parte de la preciosa cara del niño. "No quiero que el pelo oculte tus preciosos ojos." El chiquillo sonrió halagado. Ahora que el hielo se había quebrado, Tommy señaló a la picha tiesa de su primo. "Tú no has disfrutado de tu orgasmo." Alexis, amorosamente, le dio un beso rápido en los labios y el chico se sonrojó. Alexis le contestó suavemente. "No me importa, solamente quería que tú tuvieras un buen recuerdo de nuestra primera noche juntos. Deseo que sepas cuanto me gusta estar contigo, no solamente para disfrutar del sexo, sino porque te quiero." Tommy atrajo la cara de Alexis al mismo tiempo puso su mano alrededor de del inflamado y resbaladizo pene del chico mayor y empezó a menearlo arriba y abajo. "Esta es la primera vez que toco el pene de otra persona, jamás lo había hecho, Alexis, y quiero de todo corazón que sea el tuyo el primero. Por favor, déjame que lo haga." Alexis acarició a su primo con ternura al tiempo que éste continuó masturbándolo. Estaba ya muy cerca, así que medio minuto mas tarde gimió de placer, su cuerpo se tensó y tembló cuando su orgasmo llegó al pico. Cuando Alexis se recuperó, yacieron en la cama desnudos y en silencio mirándose el uno al otro envueltos en sus pensamientos. Para Alexis y ahora también para Tommy, era el mejor momento de la noche. El chico mas joven rompió el silencio. "Alexis, ¿por qué dijiste que te sentías ahora igual que cuando estabas con Pablo?" El chico rubio acarició el sedoso pelo largo y la suave piel de la cara. La mente de Alexis se fue a los dulces días con Pablo. "Como te conté antes, él se sentía gay, sin embargo, yo no. Lo quería y todavía lo quiero profundamente, incluso sabiendo que lo mas probable es que no vuelva a verlo jamás. Sentía su amor alrededor mío, lo mismo que siento el tuyo. Me habría gustado convertirme yo también en gay para poder así devolverle el afecto y cariño que él me tenía, así que de alguna manera me siento en deuda contigo y con él." "¡Eres grandioso, primo! Eso sería un tema muy apropiado para ponerle música y danzarlo. Nunca seré un gran compositor de música, pero quizás sea un buen bailarín. De hecho, estoy en camino de serlo, al menos eso es lo que dicen mis profesores. "Ahora comprendo por qué tienes ese precioso y ágil cuerpo. Me gusta mucho " Tommy movió su pelo hacia atrás y miró a los ojos de su primo, entonces le preguntó: "¿Quieres que dance para ti, primo?" Alexis sonrió, no quería defraudar al precioso chiquillo; pensó que no era el momento ni el lugar. "Creo que estás tan loco como el Tío Tom lo estaba cuando tenía tu edad. Me encanta tu propuesta, pero creo que no es el momento adecuado. Despertaríamos a todos los vecinos, no estamos en Australia." Tommy rió feliz. "Si, creo que tienes razón, pero te prometo que lo haré exclusivamente para ti." Alexis retiró de nuevo la larga cabellera y lo acarició suavemente. Tommy miró a su nuevo amor. "A ti no te gusta mi cabellera, ¿verdad?" La pregunta sorprendió a Alexis. "¿Por qué no? Me gustas tal como eres, con el pelo largo o corto; eso nada tiene que ver mientras tú te sientas cómodo con él. Lo tienes casi como Helen; Pablo lo tenía recio y negro como la noche hasta sus sienes y me gustaba mucho también. Yo lo llevo corto porque me siento más confortable, especialmente en esta época del año; en invierno me lo dejo un poco más largo, como Pablo. De esa manera fue como me encontró mi abuelo en las calles de Nueva York." Hizo una pausa y murmuró: "Amo a mis abuelos como jamás amaré a nadie; ellos son tan especiales para mi…" "¿Incluso tu madre?" Alexis suspiró. "Si, incluso mi madre. La quiero montones, pero a mi abuela… no tengo palabras para describir lo que siento por ella, Tom. Ella es tan especial… Con el tiempo comprenderás por qué. El Tío Tom y mi abuelo la adoraban y continúan igual; yo la adoro, y el pequeño Christian está loco por su mamy. Vamos a parar de hablar de la familia." Entonces añadió como si fuera una oración. "Es una larga y triste historia." "Yo he oído solo piezas sueltas de la misma. Incluso Karl o Lucy no tienen el conocimiento que tú tienes de esto." "¿Qué te parece si nos echamos a dormir? Es tarde y mañana…" Tommy lo interrumpió. "Mañana será un gran día, y esta noche quiero amarte…" diciendo esto, el pequeño atleta pegó sus labios contra los de Alexis. El chico mayor arrastró a su primo y lo puso encima de él. Alexis pensó hacer un buen ejercicio 69 pero lo dejó para otra ocasión, especialmente durante el mes que Helen estuviera viajando por Europa. Pronto estaban restregándose las entrepiernas mientras sus pichas expulsaban el pegajoso y resbaladizo líquido preseminal; en especial Alexis, que estaba solo a casi tres meses de su 12º cumpleaños. Su picha había crecido mucho últimamente, era más larga y gruesa. Tommy empezó a empujar su pelvis contra su primo mientras que mantenía sus labios pegados a los de Alexis en un eterno beso. Los chicos gemían de placer, pronto sus cuerpos se tensaron y pocos minutos después pararon de respirar al tiempo que el maravilloso clímax alcanzó el pico del placer intentando expulsar lo que todavía no tenían ninguno de los dos. La cabeza de Tommy cayó sobre el hombro izquierdo de Alexis cuando intentaba recuperar la respiración. Alexis, que estaba debajo empujo a su primo contra su pecho. Entonces con todo su cariño murmuró al oído del chico australiano: "Te quiero, Tom." Cuando creyó que Tommy se había recuperado, lo deslizó sobre su costado derecho, así quedaron como dos cucharillas pegadas, el más joven dentro de los brazos del mayor. Tommy no se atrevía a volver la cara para ver a Alexis; se sentía terriblemente bien y protegido, como nunca lo había estado, le habría gustado permanecer así para siempre. Alexis tenía su brazo izquierdo alrededor de su primo y sintió como Tommy besaba repetidamente la palma de su mano. "Nunca pensé que me encontraría con alguien como tú, primo." Alexis no dijo nada, pero acarició la blanca y suave mejilla del niño. "Te quiero desde que vi la foto que tengo en el ordenador." "Esa era la mitad de la fotografía, aunque ya has visto el resto al natural." Tommy se volvió mirando a Alexis. "He disfrutado más esta noche que en el resto de mi vida. Ha sido maravilloso, Alexis; gracias por todo." El chico mayor sonrió taimadamente y acarició de nuevo la cara de su primo con el dorso de la mano. "¿Por qué sonríes? Es cierto." "Lo sé, Tom; pero esto ha sido solo el comienzo. La próxima vez te enviaré al espació exterior. Has repetido las mismas palabras que otra persona, a la que quiero profundamente; eso fue lo que dijo la primera vez que hicimos el amor." Tommy sintió algo parecido a los celos con la honestidad de su primo. Él no preguntó quién era esa persona, pero lo supuso; entonces se volvió y acunó de nuevo contra su primo. ¡Esta era su noche y no le importaba nadie más! "Alex, ¿amabas a Pablo?" Alexis suspiró. "No sería honesto por mi parte si te dijera lo contrario. Te dije antes que lo amaba y todavía lo quiero con todo mi corazón. Cuando termine esta semana, vendrás a casa y te mostraré una cosa." Tommy se acunó contra su primo incluso más cerca que antes. Alexis estaba empalmado de nuevo y su picha húmeda empujaba contra los suaves muslos del chico menor. Su mano izquierda empezó a jugar tiernamente con el pene de su primo que estaba tieso. Tommy suspiró. Instintivamente Alexis comenzó a mover sus caderas. Tommy sintió el intruso intentando atravesar sus muslos, levanto un poco su pierna izquierda y permitió que la picha de Alexis entrara entre sus muslos, restregándose contra la bolsa que contenía los pequeños testículos. Excitado, Alexis folló a su joven primo en las piernas y Tommy notó como la picha de su primo topaba con sus huevos. Deseaba volverse y besarlo. Unos minutos después los dos estaban envueltos en un frenesí de amor; Alexis follando y al mismo tiempo masturbando a su primo ayudado por Tommy que ahora estaba encima. Pronto sus respiraciones eran errantes en su descontrolado placer, y en segundos el niño casi chilló cuando alcanzaron el pico de sus climaxes. Después se relajaron y Alexis retiro la mano del pene del chiquillo. Tommy suspiró. "Por favor, deja tu picha entre mis muslos, me encanta lo que siento." El chico rubio no se movió y Tommy se pegó a él; pronto estuvieron dormidos como troncos, sin embargo, la mañana le traería una nueva y agradable revelación. Alexis había decidido enseñar a su primo, pero poco a poco. De madrugada, la presión de su vejiga lo despertó, necesitaba orinar; se dirigió al cuarto de baño medio dormido, pero cuando retornaba a la cama, vio la preciosa figura del niño desnudo boca arriba con las piernas abiertas; el pelo largo extendido sobre la almohada. Eso inmediatamente le recordó su adorada Helen. Suspiró, la echaba mucho de menos. Tommy se había movido durante la noche y ahora yacía de espaldas, uno de sus brazos sobre el pecho, el otro cerca de sus entrepiernas como guardián de su tieso soldado. Podía ver la rosada cabeza intentando salir por la pequeña abertura del prepucio. Con cuidado, Alexis se arrodilló cerca y estrujó el duro pene dándole unos pocos traqueteos suaves arriba/abajo. Inmediatamente una gota de preseminal apareció y Alexis sonrió. Agachó la cabeza y se metió en la boca el precioso órgano. Suavemente y utilizando solo os labios arrastró hacia abajo la suave piel que lo cubría, la lengua bañó la rosada cabeza. Eso fue suficiente incluso para un chico que estaba profundamente dormido. Tommy se despertó con el placer y miró a su primo con inmenso amor. Arrastró a Alexis hacía él, puso sus brazos alrededor del cuello en un apasionado beso húmedo. "Es el mejor reloj que jamás me haya despertado." Alexis sonrió y se volvió a su tarea, pero esta vez en una posición 69. Tommy había especulado muchas veces en su solitaria habitación de Australia, qué sabor tendría una picha, siempre terminaba masturbándose furiosamente. Ahora veía la picha larga y gorda de su primo en frente de él a solo unos centímetros de sus labios. No lo dudó un segundo; puso sus manos en aquellas preciosas nalgas y las empujo hacía él, se metió la picha entera hasta que la notó a la entrada de su garganta. Intentó meterse también los testículos como Alexis le estaba haciendo a él, pero no pudo, todavía no había cumplido once años. Ese fue el hecho más excitante de su vida. Viajaría al espacio exterior en unos pocos minutos, más allá de su particular arco iris. Alexis se estaba aproximando a su orgasmo, a pesar de la falta de experiencia de su primo; no obstante, al pasar los minutos notó que el chico aprendía rápidamente. Pronto sus jóvenes cuerpos se tensaron. Alexis empujó hacia arriba su pelvis en un intento de meter su picha lo mas profundo posible en la boca del bello chico/chica y Tommy hizo igual dentro de la de Alexis. Los muchachos recibieron sus climaxes casi al mismo tiempo; y como su primo le había dicho, Tommy alcanzó las altas cotas del espacio exterior en una explosión de colores y extasíes. Tommy había gastado todas sus fuerzas, La picha de Alexis abandonó su boca al tiempo que se escurrió hacia su lado, no podía ni siquiera moverse, estaba exhausto. Sintió como Alexis lo acariciaba con ternura y él le dio un beso rápido. Sonrieron felices agotados y se echaron a dormir de nuevo. ******************** Aquella mañana, en el hospital cuando subían en el ascensor para comenzar las tareas del día, Alex dijo a su hija: "¿Te acuerdas de aquella preciosa niña que operamos algún tiempo anterior al fallecimiento de tu seudo padre? Tengo que mirar en nuestra agenda, debería venir para el último chequeo uno de estos días, todo salió a pedir de boca y probablemente no necesitará jamás nuestros servicios…" Alexandra suspiró e interrumpió a su padre. "Entonces no le dí mayor importancia, una enferma más, sin embargo, después de las revelaciones de mi madre sobre fallecimiento de mi "seudo padre", como tú dices, pensé que podría tener algo que ver con ella, el apellido era el mismo y venían del mismo lugar, Chicago." Dijo la muchacha con resentimiento. "Lo siento, no era ese mi propósito, bien lo sabes; tampoco él se portó como debería haberlo hecho con tus hijos, así que estamos en paz. Por otro lado, te guste o no, esa niña es sobrina-nieta de tu madre aunque ella no la conoce, pero intentaré cerrar ese hueco de la familia, las dos lleváis la misma sangre. Si tienes dudas, le puedes pedir a Manuel que examine el expediente y te convencerás. El abuelo de la pequeña, Steve Brickfield, y tu abuela Brenda, eran hermanos, por cierto que se querían mucho…" Llegaron a su destino y la conversación se cortó. "Ya hablaremos de eso, papá, ahora tenemos cosas más importantes en qué pensar." 6ª PARTE ======== CAPÍTULO 22 ------------------ Los chicos oyeron la voz de alguien. "Vamos chicos, es tarde." Brenda los llamaba desde la puerta parcialmente abierta. Alexis miró el reloj de la mesita de noche y saltó de la cama, eran casi la diez de la mañana. Nunca había dormido hasta tan tarde desde que Helen se había marchado. Cariñosamente le revolvió el pelo a su primo al tiempo que el chico bostezaba todavía medio dormido. Cuando Tommy vio la hora que era, el sueño desapareció milagrosamente. "¡Dios, es tarde! Creo que trabajamos demasiado la pasada noche." Alexis se rió con ganas. "¿Estás seguro?" El chico más joven se rió también con malicia. "Es una lástima porque había planeado divertirnos un poco en el cuarto de baño." "Ahora vamos a darnos una ducha rápida, por lo menos nos podemos quitar el olor que debemos tener con tanto ejercicio." Rápido se metieron debajo de la ducha. Antes de que Tommy pudiera entrar, Alexis ya se estaba secando. Ahora el chiquillo, con total inhibición, le dio un estrujón a la picha de su primo y se metió debajo de la ducha. Cinco minutos mas tarde estaban sentados alrededor de la mesa de la cocina en silencio comiéndose el abundante desayuno. Viendo que nadie se acercaba, eructaron ruidosamente y las risas aparecieron en sus juveniles caras. "Estaba hambriento, Tom." "Yo también, coño." Alexis miró divertido a su primo. "Si continúas hablando de esa manera, tendré que lavarte tu preciosa boca con lejía." Extendió su mano izquierda y empezó a hacerle cosquillas. Se rieron a carcajadas. Jeff y Brenda estaban charlando encantados con la felicidad de los chicos. Jeff comentó: "No creo que Tommy eche mucho de menos Australia." "Si, tienes razón. Alexis es un chico especial como lo es nuestro hijo, así que no es extraño que ellos se entiendan." Pronto estaban sentados en el asiento trasero del coche y Alexis le mostró a su tío la ruta a seguir para llegar al colegio, no estaba muy lejos, alrededor de unas tres millas dirección Sur. Entraron e inmediatamente una mujer de mediana edad los atendió e informó sobre la institución. "¿Desean que un guía les muestre las instalaciones que tenemos en el colegio?" "No, muchas gracias, mi sobrino lo hará; sin embargo, tienen que probar a mi hijo para formar parte del ballet." La mujer miró al guapo chico y suspiró. Levantó el teléfono y cruzó unas pocas palabras con una persona desconocida para ellos. "Por favor, Sr. Brickfield, el profesor estará aquí dentro de cinco minutos. Mientras prueban al niño, le agradecería que rellenara y firmara estos documentos si Vd. está de acuerdo. En el salón de espera hay una mesa donde puede hacer esa tarea con toda comodidad." En aquel instante se acercó una mujer atlética de unos cincuenta años, vestía un chándal blanco. Los chicos se pusieron en pie respetuosamente y ella los saludó con afecto. Después de saludar a Jeff, miró inquisitivamente al niño delgado con pelo largo. Ella sonrió al chico y pensó que por fin el Colegio iba a tener un bailarín de primera clase después de muchos años. Entonces dijo a la secretaria: "Por favor, llame al Sr. Blastoff y dígale que vamos a probar un nuevo niño para el ballet." Raramente aquel hombre asistía a una prueba de esta clase; el que fuera hacia tiempo bailarín del Bolshoi estaba muy ocupado, se sorprendió que lo llamaran. La mujer daba confianza y Tommy sabía muy bien el terreno que pisaba; había tenido unos buenos profesores que sintieron su marcha. "Por favor, Sra. Cartchev, puede my primo permanecer conmigo mientras me prueban?" Ella comprendió y miró calidamente a su futuro alumno. "Si, ¿por qué no?" Entraron en el largo salón con las paredes cubiertas de barras y espejos, excepto la que miraba los bosques que rodeaban el colegio. Tenía grandes ventanas que iluminaban el salón de forma natural. En un rincón estaba instalado el equipo de sonido estéreo. "Tu nombre es Tomás Brickfield, ¿correcto? "Si, madame. Y este es mi..." Amablemente la mujer interrumpió al chico. "Conozco a nuestro campeón de ajedrez, Alexander Tomás Lortonoff." Antes de que Alexis pudiera decir algo, la mujer añadió: "Esperamos que pueda demostrar lo que hizo en los colegios anteriores. Por favor, Sr. Lorton, siéntese en aquella silla." Alexis se movió adonde le indicaron, estaba sorprendido. Había estado solamente una vez en el colegio. Entonces la mujer dijo: "Ahora Tom, detrás de aquella puerta están los vestuarios de los chicos, verás que hay unos pocos maillots nuevos, por favor, ponte el que mejor se ajuste a tu talla." Unos pocos minutos mas tarde, la ágil figura de Tommy apareció. Se había puesto un traje color azul claro que encajaba con su piel blanca y zapatillas blancas de ballet. Se había recogido la larga cabellera atada como una graciosa cola de caballo. Alexis lo miró de reojo y a la mujer también, ella tenía los ojos clavados en el pequeño bailarín. El pene de Alexis empezó a ponerse duro cuando sus ojos se toparon con los de su primo, él le estaba diciendo: "Voy a bailar sólo y exclusivamente para ti, para nadie más." Un hombre con fuertes músculos entró y se sentó en una esquina en silencio, no muy lejos de donde Alexis estaba. "Estoy preparado." Dijo Tommy sin la más mínima duda. Una cálida sonrisa apareció en los labios de la mujer que lo estaba mirando. "Tom, normalmente la prueba transcurre durante tres minutos; si no te importa, ¿podrías danzar durante cinco?" "No me importa, siempre y cuando conozca la partitura de la música." Contestó el chiquillo con confianza, como si fuera un profesional. "Es del Lago de los Cisnes. Por supuesto que la conoces muy bien, eventualmente serías tú el que la bailaras si no nos decepcionas." El niño le envió su mejor sonrisa. "Me encanta la música de Tchaikovsky. No hay ningún problema." Ella se fue a donde estaba el equipo de estéreo y puso un CD con el fragmento que habían escogido. Tommy se preparó en una posición casi agachado como si él fuera un cisne dormido sobre las aguas del lago. La música empezó y él se levantó batiendo sus brazos como si fueran dos alas, corría por el salón desde un lado a otro. De pronto la música cambió y él era un cisne volando cerca de la orilla del lago. Saltó un poco y ahora estaba en tierra preparándose para convertirse en un príncipe. El sol estaba poniéndose detrás de la línea que delimitaba el lago; la música cambió a un fuerte y alegre crescendo, el cisne ahora era un guapo príncipe. La alegría era tremenda, y Tommy, como el Príncipe que estaba representando, saltó de puro gozo cuando fue liberado de la maldición de la bruja. Alexis, más que sorprendido abrió los ojos, miró como Tommy saltaba y giraba, posándose en tierra como si fuera un muñeco de goma. En una fracción de segundo sus ojos se encontraron. Continuó con la música que ahora sonaba suave y dulce. Se dirigió a una esquina del salón y el Príncipe cogió a la invisible princesa. Corrieron alegres saltando juntos alegres hasta que ella abandonó a su príncipe al tiempo que el Sol estaba saliendo de nuevo por las montañas. La maldición decía: "Debes estar siempre volando o sobre el agua, de lo contrario morirás. Pero el amor del príncipe era tan grande que había olvidado la maldición. Finalmente, la música sonó como un lamento y el cisne cayó a tierra muerto, los brazos de Tommy cubrían su cabeza como si fueran alas protegiéndole. "¡¡¡Bravo, Bravo!!!" Los aplausos venían de los profesores. El corazón de Alexis estaba palpitando como si hubiera sido él quien había bailado. Tommy se puso en pie y graciosamente puso el brazo derecho sobre su pecho y se inclinó sonriendo a su primo. El hombre del rincón y la mujer lo abrazaron. "Este año ganaremos el concurso." Tommy entró en los vestuarios y la mujer indico a Alexis que se fuera con él. El rubio eslavo abrazó cariñosamente a su primo que estaba sudando. "Estabas… no se como decirlo o explicarlo." "¿Te gustó como lo hice?" Pregunto el chiquillo sonriendo. "¿Gustarme? Me hiciste casi llorar de emoción." Tommy miró a los ojos verdes de su primo que parecía chispeaban y le dio un beso rápido y cariñoso en la mejilla. "Tú me has inspirado, he bailado solo para ti." Ante de que Alexis añadiera algo, Tommy añadió."Por favor, ayúdame a desnudarme y secarme el sudor, de lo contrario podría coger un resfriado." Alexis tiró para abajo del ajustado maillot quitándoselo de los musculosos pero delgados hombros. Descubrió las pequeñas tetillas y no pudo contenerse sin besarlas. "Mejor será que te des prisa." Alexis cogió la toalla y lo secó desde la cabeza a los pies, incluso entre las piernas. Cuando estaba en frente de de su casi erecto pene le dio un rápido beso, el chico bailarín suspiró. Se vistió y se fueron a reunirse con su padre que los esperaba fuera. "Parece que has conquistado todos los corazones de tus profesores." Dijo Jeff abrazando a su hijo. "Tío Jeff, casi lloré de emoción. ¡Ha estado maravilloso!" El hombre sonrió orgulloso de hijo pequeño. El coche rodó hacia la ciudad y al entrar, los muchachos dejaron el coche; caminarían un poco mas tarde a casa. Jeff comprendió que los chiquillos necesitaban estar juntos y solos, eran solo unos niños felices fuera del mundo de los adultos. Entonces Tommy le preguntó su primo: "¿Tienes algún dinero?" "Si, unos pocos dólares. ¿Para qué lo quieres? El niño le sonrió. "Necesito un peluquero o un barbero que corte mi pelo." Alexis se paró y miró a su guapo primo no creyendo lo que oía. "¿Por qué te vas a cortar ese precioso y sedoso pelo? Tu madre..." Tommy sonrió y presionó la mano de su primo. "Es mi pelo, no el de ella. Ahora que te he encontrado, la cabellera no significa nada, solo molestias. No lo necesito más. Te lo explicaré mas tarde." "Bien… tu eres el que tiene que decidir. Por otro lado, yo nunca he ido al barbero o al peluquero, mi abuela es una experta en eso y me lo corta ella." "¡Pues vamos enseguida! El Tío Alex está en el hospital, así que podemos incumplir la orden." Corrieron y entraron en el jardín. Lo primero que vieron fue al pequeño Christian jugando con María, vestido solamente con una camiseta hasta su ombligo, el resto de su cuerpecillo estaba desnudo y cubierto con brillante aceite para prevenir las quemaduras del sol, diferente de otos pelirrojos, no tenía ni una sola peca. Su pequeño y precioso culito y la picha al aire; Margarita estaba enseñándole a pedir pipí y especialmente la caca. El diablillo corrió feliz hacia los brazos de Alexis, él lo cogió y lo levantó hacia el cielo, cuando lo bajaba, Alexis enterró su cabeza en la pequeña barriga del niño y la diminuta picha, dándole pequeños mordiscos en todas partes. El pequeño chillaba encantado riendo escandalosamente. Margarita levantó la cabeza de lo que estaba haciendo y contempló la tierna escena con un suspiro, una cariñosa sonrisa apareció en su cara. Abrió los brazos a los niños y los abrazó. "Se supone que no deberíais estar aquí, Tom. Podrías echar a perder nuestra sorpresa. " Alexis vino al rescate. "Sabemos que el abuelo no está aquí, que está en el hospital, y además te necesitamos." Ella miró a su adorado nieto un poco confundida, al tiempo que Alexis continuó. "Tom quiere que le corten el pelo y yo le he sugerido que tú lo hagas como una experta que eres." Margarita se preocupó al pensar en su hermana, pero Tommy había adivinado sus pensamientos. "Es mi pelo, no el de mi madre. Estoy harto de llevarlo largo." "De acuerdo, eres tan cabezota como tu Tío Tom lo era a tu edad. ¿Cómo quieres que te lo haga?" Tommy sonrió satisfecho; entonces la cogió de la mano y la llevó al gran cuarto de estar, señaló el retrato de su Tío Tom. "Cómo él. Quiero el pelo libre y que no necesite peinarme, nada más que cuando yo quiera." "Vamos al cuarto de baño. Tú, Alexis, por favor pídele a Rosa que se encargue de Christian mientras yo le corto el pelo a tu primo." Alexis desapareció y volvió al cabo de unos minutos. Se estaba divirtiendo mirando a su primo desnudo sentado en un taburete en el centro del cuarto de baño; sus musculosos hombros cubiertos con un paño blanco y su semi-erected picha oculta entre sus muslos. Estaba enfrente de un espejo grande, pero el chiquillo no miraba a su imagen reflejada; sabía que se empalmaría mirándose así mismo. Alexis tuvo que ajustar su picha mientras su abuela estaba haciendo su obra maestra. Veinte minutos después ella había terminado. Tommy se puso en pie y ella le quitó el paño recogiendo todo el pelo rizado que le había cortado. "Ahora chicos, daros un baño y disfrutarlo mientras yo preparo la comida. Telefonearé a tu madre." Alexis miró cuidadosamente a su primo en su nuevo aspecto; el pelo rizado hasta las orejas, y la frente despejada, ahora libre de cabello. "Es guapísimo." Pensó. "Así estás mucho mejor, Tom. Creo que tenías razón, ahora pareces más guapo. Tienes que tener cuidado con las chicas y especialmente con los chicos." Tom sonrió e indicó a Alexis que se uniera a él en la bañera. "Por favor, enjabóname y después te enjabonaré yo a ti." Alexis puso su ropa junto con la de su primo y se juntó con él en la larga bañera. Estaba empalmado desde que lo vio bailar. No pudieron esperar más y ambos se abrazaron fuerte, sus bocas se unieron en un beso apasionado. Tommy lo arrastró hacia el fondo de la larga bañera y en segundos se metió en la boca su picha. Alexis se volvió en posición 69 y metió en la boca con ganas todo el paquete de Tommy. No necesitaron mucho tiempo para alcanzar un maravilloso orgasmo. Después de unos minutos, Alexis recuperó su posición original y se rieron con complicidad. El chico bailarín miró a los extraños ojos verdes de su primo. "Te quiero, Alexis. No me importa que estés enamorado de Helen, porque forzosamente tengo que amar a cualquiera que te quiera a ti." Alexis sintió un punzada cuando Tommy mencionó a Helen. El la quería profundamente y la echaba de menos, pero el chico que tenía enfrente de él lo confundía en su mente. "Estoy seguro de que ella también te amará, Tom..." Paró porque Tommy lo besó suavemente en los labios. "No te preocupes. Somos primos pero esto jamás evitará que yo ame tus preciosos ojos verdes. Se abrazaron muy juntos en el fondo de la bañera. Alexis se movió y pudo comprobar dos lágrimas en las mejillas de su joven primo. Él se las quitó con el dorso de la mano. "¿He hecho algo mal, Tom?" El chiquillo miró a su primo con amor, por respuesta lo abrazó de nuevo incluso mas fuerte. Sin romper el abrazo, Tommy dijo. "Deberíamos haber vuelto a los EE.UU. antes para encontrarte. Ahora comprendo muchas cosas sobre mí." Alexis se separó de su primo despacio preguntándole con la mirada, pero el chiquillo, de nuevo, cerro la distancia entre ellos; Alexis observó que sus penes estaban juntos, pero aburridos. "¿Sabes por qué me gustaba vestirme como una niña?" Hizo una pausa mientras Alexis acariciaba los rizos de su sedoso cabello. "No, no lo sé, Tom, pero vamos a ducharnos y cuando terminemos podemos seguir charlando." Tom se puso en pie. Alexis abrió el grifo del agua, no estaba fría, pero a ellos le gustaba. Cogió el gel y le echó un poco en el pelo, le restregó hasta que se convirtió e una pequeña montaña de espuma. Entonces cogió la esponja con un poco de jabón y le restregó el pecho. Le encantaba restregar los duros pectorales y las tetillas del niño, las besó antes de cubrirlas con espuma. Estaba excitado de nuevo al tocar la suave piel, sin embargo, no tocó la entrepierna, enjabonó su delgada figura y los músculos de las piernas. Antes de enjabonar el culo y el pene, se metió en la boca la picha, poniendo su manos alrededor de las redondas nalgas. Instintivamente Tommy empezó a mover su pelvis forzando su nabo más dentro de la boca de su primo. El chiquillo no podía resistir las caricias de su nuevo amante, quería participar, pero fue demasiado tarde. La experiencia de Alexis llevó al bailarín hasta la última nube en pocos minutos. Cayó en sus rodillas y sobre Alexis intentando respirar. Tom suspiró. "Ahora es tu turno." Tom hizo más o menos como su primo le había hecho a él, era un aprendiz eficiente. Se enjuagaron y secaron el uno al otro. Ahora el pelo libre y limpio estaba esplendido; los rizos se formaban automáticamente al estar el cabello suelto y corto. Se tumbaron en la larga bañera Tommy dijo: "Te iba a decir por qué me gustaba vestirme como una niña." Alexis asintió y el muchachito continuó. "Desde el momento que estamos juntos esa necesidad ha desaparecido, no la quiero más. Allí, en Australia; de alguna manera me sentía solo, necesitaba terriblemente afecto, abrazar a otras personas, chicos o chicas." Alexis le acarició la cara como a él le gustaba, con el dorso de la mano. "Tenias a tu hermano y hermana, además de a tus padres." Tommy hizo un gesto descartándolos. "No me odiaban, pero me ignoraron desde el principio. Estaba demasiado lejos de ellos en edad, y mamá estaba muy ocupada con los negocios. Ella era realmente el cerebro mientras que papá era el ejecutor de las ideas de ella, se complementan el uno con la otra." Hizo una pausa esperando que su primo hiciera algún comentario. "Empecé a bailar cuando tenía solamente seis años. Encontré un traje de bailarina blanco en la habitación de mi madre, lo había comprado al mismo tiempo que a mí el primer maillot; era un regalo para una niña de mi edad hija de una amiga de ella. La conocí después en el colegio, actualmente es muy buena danzando pero es estúpida y engreída, como muchas chicas. Ella me odia y yo la ignoro." Tom hizo otra pausa ordenando sus pensamientos. "Para divertirme me puse el vestido blanco y bajé al cuarto de estar. My familia me miró al tiempo que yo hacía una postura graciosa, my madre no dijo nada y sonrió, mi herma y hermano se rieron de mi, pero mi padre abrió sus brazos y me acogió en ellos hasta su pecho abrazándome muy fuerte al tiempo que me decía ¡Mi precioso pequeño mariconcito! En aquellos momentos yo no sabía el significado de la palabra, pero para mi pequeño cerebro comprendí que significaba afecto y cariño, y yo necesitaba eso a raudales y que me abrazaran fuerte. Así lo animaba a que me comprara trajes de niña que yo me ponía orgulloso para él. Casi seguro yo tenia maneras de niña, porque privadamente ellos siempre me llamaban "mi pequeño y precioso mariconcito" cuando me abrazaban o besaban. Añadido a esto, en el colegio, un niño me llamó "sissy" Era mayor que yo, sin embargo lo ataqué y no lo dejé hasta que su nariz empezó a sangrar y un profesor nos separó. Más tarde me aclaró que me había llamado aquel nombre porque iba a clases de ballet. Me gané eI respeto de todos, chicos y chicas porque me temían." Alexis sonrió. "Incluso en eso eras igual que el Tio Tom cuando tenía tu edad, aunque eran otros tiempos y circunstancias diferentes." Dijo el chico mayor. "Si, la mayoría de los padres y hermanos mayores creen que no necesitamos ese contacto físico porque estamos creciendo o somos demasiado mayores, incluso que nos podría convertir en gays. Siempre olvidan que ellos también fueron niños alguna vez." Alexis miró a la preciosa cara de su primo. "Supongo que esa es la base que tienes para pensar que tú eres gay, ¿no?" Tommy meditó durante un momento. "Bueno… esa y algo más. Ignoro a las chicas, ella no significan nada para mi, muchas veces me he encontrado mirando a las braguetas de otros chicos y adolescentes, especialmente si ellos son tan guapos y lindos como tú, Alexis." El chico se puso rojo como la amapola, pero Alexis empezó a hacerle cosquillas. Las risas de Tommy alcanzaron a Margarita que iba a llamarlos para comer. "Vamos chicos felices, la comida está preparada." Estaban desnudos así que enseguida se pusieron los calzoncillos y corrieron a la enorme cocina. Rosa los observó y suspiró, Margarita miró a la mujer riéndose. "Son muy guapos, ¿verdad Rosa?" "Son guapísimos (very handsome)." Tradujo Alexis para Tommy, el chiquillo se ruborizó de nuevo. Comieron y jugaron con Christian y María. Los pequeños estaban felices, especialmente la dulce María que adoraba a su hermano. Estaba muy alta para sus casi seis años y tenía las piernas fuertes; así que Alexis no podía levantarla como hacía con el pequeños Christian, pero la abrazaba y besaba con ternura. "Estaré en la casa de Tommy. Si vas a ver a la Tía Brenda me volveré contigo esta noche, no quiero que el abuelo sospeche nada." Se llevó a parte a la niña. "Por favor María, no le digas al abuelo que el primo Tom ha estado aquí. Es un secreto." "No te preocupes Al, él me gusta mucho, y ahora más por que está muy atractivo con su nuevo pelo, mucho mejor que cuando parecía a una niña." Se rieron y salieron corriendo. Justo cuando estaban en la esquina vieron al "Jaguar" acercándose a la casa. Alexis empujó a Tommy detrás de un grueso árbol. "¿Qué pasa?" Preguntó sorprendido el chico. "Mira el "jaguar" que se está aproximando. Llega un poco antes de lo previsto, pero aprovecha cualquier oportunidad para estar con su dama." Con cuidado Tommy miró al hombre que conducía y a la mujer rubia que iba a su lado, era la madre de Alexis. "Es un hombre muy guapo." El chiquillo se sonrojó y echaron a correr. Entraron en la casa que había sido restaurada y ampliada, Brenda miró a su hijo. Le hacia gracia, pero tenía que admitir que la nueva imagen le favorecía. Ella comentó con su marido: "Es un niño muy guapo, Jeff, lástima que sea…" "¿Por qué? Tu hermano es gay y construyó una gran compañía con magnífico rendimiento económico. Sí, ha tenido mala suerte con el SIDA, pero todavía tiene la misma fuerza y sobrevive. Al contrario que mi pobre hermano menor..." Suspiró. "Nunca perdonaré a mi padre. Tom será lo que él quiera ser y yo estaré allí para ayudarle, incluso si es un sucio maricón." Los chicos subieron arriba a la habitación de Tommy, se quitaron la camiseta y los pantalones vaqueros y se quedaron casi desnudos con solamente las ropas interiores. Tommy puso en marcha el ordenador y metió un disco. Hizo doble clic sobre un programa de fotografía y abrió el contenido del disco. Una imagen completa de Alexis desnudo apareció con su pene erecto en la pantalla para que el mundo pudiera verlo. Tommy se mordió el labio inferior y suspiró. "¿Qué te parece?" oyó desde la cama. "Es una imagen preciosa, Alex. La guardare como algo sagrado." "¿No es mejor el original?" Tommy cerró el ordenador y miró a su primo; se había quitado la ropa interior y estaba de pie cerca de la cama. Sonrió e hizo una pirueta como si estuviera bailando y empujo a su primo sobre la cama; sus labios se unieron en un beso apasionado. "Por favor, cierra la puerta con llave." Tommy hizo lo que le ordenaban y volvió; se quitó los blancos calzoncillos y se unió de nuevo a su primo en un largo beso húmedo. "Quiero hacerte algo especial, serán mis gracias por esa danza que hiciste en el Colegio y que jamás olvidaré." "Te quiero, Alexis. Te quiero montones, como tú dices." Alexis pinchó a su primo con los dedos. "Ahora permanece quieto sobre la cama; tus brazos debajo de tu cabeza. Me puedes tocar en cualquier momento pero no está permitido que tú te toques. ¿De acuerdo? " Tom sonrió con picardía, no sabía lo que su primo le preparaba, adivinó que aquello implicaba pasarlo bien, pero que muy bien. Alexis se puso encima de Tommy, pero sentado en sus pantorrillas encima de su ombligo y su picha apuntando a la cara del chico mas joven, una gota de preseminal intentaba salir. Alexis empezó lamiendo los lóbulos de las orejas de Tom, introduciendo la punta de la lengua como si quisiera limpiarlos. Tommy suspiró, su respiración incrementándose y su picha poniéndose mas dura que antes. Alexis lamió en precioso cuello, de pronto se besaron apasionadamente, las lenguas danzando dentro de las bocas. Tommy chupó la lengua de Alexis como si no hubiera un mañana; empezó a mover sus caderas intentando encontrar algo que satisficiera sus necesidades sexuales. Alexis rompió el beso y sonrió satisfecho. Lamió aquellos preciosos hoyitos de sus mejillas, la marca de la familia de la abuela. Tommy estaba excitado moviendo su cabeza de pelo rizado en la almohada; deseaba alcanzar su picha y meneársela furiosamente, pero su primo se lo advirtió con su endiablada sonrisa. Alexis sabía que Tommy estaba muy cerca de su orgasmo, así que hizo una pequeña pausa y le dio unos cuantos besos rápidos en el pecho, pero eso causó el efecto contrario en el chico bailarín. Alexis sabía que no conseguiría su objetivo, entonce lamió los limpios sobacos del chiquillo, esto lo relajó algo y gimió con esa mezcla de placer y cosquillas. Alexis se movió hacia abajo un poco, ahora sus pichas estaban juntas y Tommy empujo sus pelvis contra la entrepierna de su verdugo. Alexis inclino la cabeza y chupó las pequeñas tetillas del niño que ya no podía resistir más, era demasiado para el excitado cuerpo. Puso sus manos encima de la cabeza de Alexis al tiempo que el delgado cuerpo se retorcía de gusto temblando en éxtasis. Paró de respirar al tiempo que levantaba su poderosa pelvis con su primo encima. Gimió fuerte al momento de recibir aquel maravilloso orgasmo seco. Después de unos segundos, cayó sobre sus espaldas en la cama jadeando; su boca estaba seca y se sentía enteramente deshecho. Alexis sonrió taimadamente. Con ternura Alexis acarició su primo al mismo tiempo que Tommy puso sus fuertes brazos alrededor del cuello del chico rubio y lo arrastró hasta su pecho. Alexis se movió a su lado derecho llevándose a su primo con él, ahora estaba uno frente al otro. Permanecieron unidos durante algún tiempo, entonces Tommy abrió sus grandes ojos y le dio un beso rápido. Notó la picha de Alexis entre sus muslos. "Gracias por tu pago, Alex. No sabía que esto fuera tan bueno." Alexis rió. "Estoy un poco decepcionado conmigo mismo." Tom lo miró estupefacto. "Si, no pude llegar hasta el final." "¿Quieres decir que todavía había más?" "Si. Te prometo que la próxima vez lo haré mejor para completarlo, a menos que quieras que siga ahora." Una amplia sonrisa apareció en la preciosa cara de Tommy al tiempo que su picha empezó a ponerse tiesa de nuevo y Alexis lo sabía. "Creo que estás de acuerdo." Alexis empezó donde se había quedado. Empezó a perforar el ombligo. Tommy esperaba que se metiera en la boca su picha ya dura, pero Alexis no lo hizo. Se fue a los pies y empezó a chupar los dedos. Tommy cogió fuerte la sábana con los dedos, no sabía que esa parte de su cuerpo fuera tan sensible. Alexis separó las piernas y lamió la fina piel. El chiquillo tembló con la nueva sensación; Alexis notó como se aproximaba su clímax en sus ingles y testículos a pesar de los esfuerzos que hacía para todo lo contrario. Un paso más adelante y Alexis se metió en la boca la bolsa con los pequeños testículos, chupándolos. El chiquillo de nuevo estaba muy excitado a pesar de haber tenido un orgasmo hacia solo unos minutos. El gran momento llegó; Alexis apretó la picha de Tommy y se la metió en la boca, al mismo tiempo se movió a la posición 69 y le ofreció a su primo su duro pene. Eso era lo que Tommy quería más que nada; con alegría se metió en la boca el largo miembro que casi le cierra la garganta y empezó chuparla como una aspiradora. A pesar de que Alexis quería prolongar aquel exquisito momento, los dos alcanzaron el último escalón de sus arcos iris y en sus mentes se produjo la explosión de colores y fuegos artificiales que los llevó al infinito. Exhaustos y respirando fuerte los chicos permanecieron quietos durante algunos minutos con la felicidad producida por sus poderosos orgasmos. Alexis recuperó su posición original frente a su primo. "Gracias, Alexander Lortonoff; tenías razón, ha sido muy especial. No creo que lo pueda olvidar. Alexis le devolvió las caricias, y cambió de lugar, de manera que ahora estaban como dos cucharillas, Alexis detrás de Tommy. Acarició el cuello del niño ahora sin melena y lo atrajo hacia él incluso más que antes, de forma que parecían un solo cuerpo. Tommy se sintió protegido y feliz entre los brazos de su primo. Le habría gustado permanecer así durante toda la eternidad. "Esta es la postura que más me gusta desde que tengo memoria." Dijo Alexis suavemente. "Al contrario que tú, yo no necesité vestirme como una niña, entre otras circunstancias porque no tuve padre. Ya te contaré la historia con detalle." Hizo una pausa esperando algún comentario del chico que tenia entre los brazos. "Hasta donde puedo recordar, quería que me abrazaran como tú hiciste. Cuando sentía esa necesidad, me iba a la cama de mamá si era sábado o domingo, porque ella trabajaba duro para mantener a la familia. El resto de la semana era para mi queridísima abuela; ella siempre me daba la bienvenida, no importaba si estaba cansada o no, y algunas veces yo sabía que lo estaba, porque ella llevaba la casa y al mismo tiempo nos cuidaba y atendía a su marido enfermo. Cuando vinimos aquí, me topé con Pablo, él necesitabas mis abrazos tanto como yo los suyos. Por entonces yo tenía ocho años y él tenía nueve y los dos empezamos a jugar con nuestras pichas; nos hicimos amigos íntimos y encontramos eso normal. La abuela lo sabía y creo que su madre también. Ella me quería, y creo que sabía que su hijo era gay." Tommy se estremeció y preguntó: "A ella no le importaba que su hijo fuera gay, pero ¿su papá qué decía? "Nunca hablaba abiertamente sobre ésto, pero lo sabía también." "En tu relación con Pablo, dices que hacíais el amor. ¿Quieres decir que tú...?" Alexis sabía el resto de la pregunta. "Si. Mayormente hacíamos el amor porque yo lo follaba suave y tiernamente; disfrutábamos estando juntos y unidos. Yo lo amaba. Algunas veces terminábamos haciendo sexo, especialmente durante los últimos meses que ya éramos más mayores. Lo hacíamos tres o cuatro veces durante la noche y algunas veces incluso por la mañana hasta que estábamos satisfechos como lo estamos ahora. Últimamente, yo estaba sorprendido, porque cuando lo follaba su pene permanecía flácido, pero él gozaba incluso más. Decía que algo dentro de su cuerpo actuaba como si fuera su picha, pero que el placer era inmensamente grande. Yo disfrutaba viendo como cerraba su grandes ojos negros en la felicidad que le daba el placer." Tommy entonces se volvió frente su primo. "Alex... yo... quiero que tú me lo hagas a mí igual que se lo hacías a Pablo." Alexis pareció sorprendido, pero no lo estaba, sabía positivamente que su primo era gay. Tiernamente le acarició la mejilla. "No puedo negarte nada, Tom. Sin embargo, ahora tengo el pene más largo y grueso que cuando empecé a hacérselo a Pablo. Mi picha es larga y ciertamente no muy gruesa, pero todavía te puede doler, especialmente la primera vez, no quiero bajo ninguna circunstancia hacerte daño, te quiero demasiado y no me lo perdonaría el resto de mi vida." Esas palabras derritieron el corazón del chiquillo y abrazó suavemente a su primo. "No creo que me hagas daño; una vez oí a mi hermano Karl cuando hablaba con mi hermana Luci, decía que había visto fotografías que mostraba a chicos de diez u once años follando con hombres que tenían penes monstruosos alojados en sus culos, y parecían felices y gozando de ello." Alexis acarició la suave cara de su primo. No quería convencer a su amigo, sin embargo insistió. "Tom, cuando yo estaba metido en la prostitución infantil con Pablo…" Tommy lo miró inquisitivamente. "Ya te lo explicaré después por qué." Hizo una pausa. "Teníamos un cliente joven y rico que nos gustaba, nos invitó a comer y después a tener sexo con él, nada extraordinario. El nos conocía y sabía que ambos éramos chicos vírgenes. Un día nos dijo que nos pagaría dos mil dólares si le permitíamos quitarnos la virginidad..." Tommy lo interrumpió. "¿Qué quieres decir con quitarte la virginidad? Vosotros no erais chicas." "Bueno, esa es una expresión para decir follar tu culo por primera vez." Tom asintió. "Normalmente nos pagaba: $50 a mi por follar a Pablo, y entonces él nos chupaba las pichas. Sin embargo, nos explicó que eso lo haríamos en un lugar tranquilo, lejos de aquí y tendríamos que estar con él durante una semana. Insertar un largo pene de siete u ocho pulgadas dentro del culo estrecho de un chico, incluso con el máximo cuidado, podría hacerle mucho daño, incluso sangrar. Él nos explicó que esas primeras veces son dolorosas para el chico hasta que su cuerpo se acostumbraba a la gran herramienta; incluso cagar te causaría dolor los primeros días. Una vez que los daños se reparan, dijo él, el chico empezará a gozar tanto que pediría que lo follaran a menudo; es como una droga." Se rieron. "Con toda probabilidad las fotos que vio Karl eran de chicos que ya habían sido "reparados." Se rieron de nuevo, esta vez ruidosamente. "Tú mencionaste antes la prostitución infantil. ¿Qué quieres decir con eso?" "Si. Yo no fui muchas veces porque me topé por casualidad con mi abuelo, por supuesto desconocíamos nuestro mutuo parentesco..." Alexis le explicó todo lo que ya sabemos sobre aquellos momentos. "¡Pero… pero eso era prostitución de niños!" Alexis acarició de nuevo sus mejillas al tiempo que sus ojos se nublaron recordando aquellas circunstancias tristes. "Si, es cierto, así es. Afortunadamente, tú jamás sabrás lo que significa ver a tu propia familia que no tenía las cosas corrientes que todo el mundo tiene; digamos ropa de invierno, juguetes para los niños, TV, etc. incluso a veces la comida escaseaba…" Hizo una pausa y Tommy la aprovechó para abrazarlo.. "Eso ya no ocurrirá más, Alex. Por favor, intenta olvidarlo." Alexis sonrió. Rápidamente cambiaron de asunto. "Ahora, mirando a lo que ocurrirá el próximo sábado, creo que será un buen día para quitarte la virginidad, si tu lo quieres, no obstante, no aquí." Tommy sonrió con picardía. "¿Por qué no aquí? ¿No estará preparada tu picha?" "Mi nabo estará muy contento complaciendo a tu precioso culo virgen, pero Karl nos puede pillar." "¿A Karl? No le importo lo más mínimo." "No estoy tan seguro. Lo he cogido varias veces mirándonos, incluso ahora creo que lo está haciendo. No obstante, lo que hacemos ahora es juego de chicos; follar es algo diferente. No creo que yo esté equivocado, pero Karl puede ser tan gay como tú." Ambos se echaron a reír a carcajadas. "Bueno, es que hay que matizar. Hay personas con tendencias sexuales diferentes. A mi me gustan las chicas y también los chicos porque a nuestra edad hay poca diferencia, excepto en los genitales. No creo que haya en el colegio una chica mas bonita que tú." Tommy suspiró. "Sin embargo, cuando crezcamos, tú tendrás pelo en la barba, seguirás siendo atractivo para chicos gay pero no para mí. Yo seguiré queriéndote porque seguirás siendo como Pablo, lo mejor del mundo. "Entonces ¿como calificas a mi hermano?" "Karl puede sentirse atraído por nosotros como aquellos adultos cuando Pablo y yo practicábamos la prostitución, pero una vez que madure y nosotros seamos diferentes, eso se le pasará; o también le pueden seguir gustando los niños para tener sexo con ellos, pero eso no le impedirá follar a chicas de su edad y mayores que también le encantarán." "Eso lo sé positivamente que es cierto. Lo he visto hacérselo a algunas, cosa que yo detecto por muy guapas que sean. En fin ya lo veremos; no obstante sería gracioso demostrarlo." Siempre se burla de mi cuando hago cosas de chicas." De pronto Tommy dijo: "No se donde podría enseñarte una cosa. Por favor, no te rías de mi." Se puso en pie y camino hasta el gran armario. Alexis contempló los preciosos movimientos de las duras nalgas de su primo. "Será maravilloso morder y follar esos precioso globos." Pesó el chico rubio restregándose la picha dura como una roca. Tommy volvió con un cuaderno de hojas, igual al que usaba en el colegio para dibujar, pero más pequeño. "Por favor, échale un vistazo." Alexis pasó las páginas, esperaba encontrarse con retratos o dibujos de personas, sin embargo, lo que vio era una colección de dibujos de prendas de vestir de hombres, mujeres y niños. Él no entendía mucho de modas, pero los dibujos eran buenos. "Son buenos, Tom. Yo creía que estabas planeando ser un buen bailarín, no un artista haciendo diseños de moda. "Bueno, de hecho, lo que realmente quiero ser es un diseñador de moda. Bailar es solo un pasatiempo para mantener mi cuerpo saludable, igual que tu haces con el ajedrez." "¿Me los prestas? Quiero enseñárselos a una persona que sabe mucho de moda." Su primo dudó y Alexis adivinó sus pensamientos. "No te preocupes, nadie sabrá que son tuyos, a menos que tú me autorices." "Nadie sabe nada de esto, excepto tú y uno de mis antiguos profesores; él me animó a seguir mi instinto." "Me gustas, mi guapo artista." Tommy suspiró y Alexis le acarició aquellos hoyuelos tan familiares para él. En aquellos momentos oyeron a Margarita llamando a Alexis. Rápidamente se vistieron y corrieron escaleras abajo. Brenda y Margarita cerraron los últimos detalles sobre el encuentro que tendría lugar dos días después. El siguiente día, viernes, la familia de Tommy había planeado ir de compras y eso hicieron. Era una tarde hermosa y cálida cuando Margarita y Alexis caminaban hacia su casa, solamente a unas pocas manzanas más adelante; el chiquillo tiernamente colgado del brazo de su adorada abuela. Tan pronto como entraron en la casa, el muchachito corrió a la biblioteca donde Alex estaba estudiando algunos problemas que habían surgido en el hospital. Alexis no le importó, se subió a las rodillas de su abuelo y planto sus brazos alrededor del cuello dándole un beso en los labios. "Te quiero mucho, abuelo." Alex restregó la espalda de su nieto y le acarició los hermosos rizos. "¿Donde has estado estos dos últimos días? ¿No sabes que no puedo vivir sin ver esos preciosos ojos verdes tuyos? " El hombre regañaba de broma al chico. Alexis apoyó la cabeza en el pecho de su abuelo. "Tengo un amigo nuevo. Me tropecé con él en el colegio cuando fuimos a confirmar la inscripción. La abuela conectó con su madre y yo con él. Han venido desde Australia y viven en la "Casita de las muñecas" como la abuela la llama." "Si, la abuela me dijo que vienen a comer con nosotros el próximo sábado. A mí no me importa si eso la hace a ella y a ti felices." "Lo sé abuelo, tú estas enamorado de la abuela hasta los tuétanos." El chiquillo empezó a hacerle cosquillas a su abuelo y al hombre no le quedo más remedio que bajarlo de las rodillas. "Iré a darle un beso de buenas noches a mi pequeño príncipe Christian." El chiquillo desapareció y corrió escaleras arriba a la habitación de su abuela a darle un beso al pequeño pelirrojo. Desde que conoció a su tío Tom, Alexis recorría con frecuencia en bicicleta las dos millas que separaban ambas casas. A él le encantaba la serenidad y el silencio que había en aquella casa, pero sobre todo gozaba jugando al ajedrez con John. El chico se sentía cómodo estando al lado del hombre casi anciano, algo parecido a lo que sentía con su abuelo, pero no tan especial y fuerte, no solamente el ajedrez, también lo que le contaba al chiquillo sobre su vida y las cosas en las que se vio envuelto durante sus largos años. Difícilmente Alexis podía ganarle jugando al ajedrez, y si lo hacia, el inteligente muchachito adivinaba que lo hacía a posta para mantenerlo interesado en sus visitas y eso le encantaba. Supo que su apellido original no era Corporate sino Foster. Él y su primo Bob acostumbraban a ir a High Park a echar partidas de ajedrez contra chicos, chicas y adultos, hasta que fue adoptado, ya que era huérfano; en aquellos momentos tenia diez años, y fácilmente podía ganarles a la mayoría de los adultos. Sin embargo, cambió su inteligencia especial por el amor a una pareja que se convirtió en sus padres adoptivos. Desgraciadamente su nueva madre falleció unos pocos años después de un cáncer de mama. Vivió en un internado y su padre lo introdujo en e mundo de la Banca. Mas tarde hizo una gran fortuna, además de la que heredó de su padre. Aquella tarde Alexis pedaleó hacia la casa de sus Tios, y como siempre John y Tom lo recibieron con los brazos abiertos. Estaba sudando. "Tio John, ¿me puedes dar una coca-cola? Estoy sediento por la corrida con la bici." "En la cocina está el frigorífico, escoge lo que mas te guste." Alexis abrió el frigorífico y cogió una lata de "seven up"; para abrirla, tiró de la pequeña pestaña, sin embargo, el filo de la chapita era muy fino y se hizo un pequeño corte en el dedo pulgar de la mano derecha que inmediatamente empezó a sangrar. "¡Oh mierda! John, ¿Donde está la caja con las cosas para curar?" Gritó el chico desde la cocina. John alarmado pensó que era algo grave y voló hacia la cocina, se encontró al chiquillo con la mano en el fregadero. "Es solamente un pequeño corte." Dijo cuando John entraba. "Deja que te lo cure." Sacó de un cajón la caja de los primeros auxilios y le envolvió la herida con un poco de algodón, "Por favor, mantén el algodón presionado." Unos minutos mas tarde la sangré se cortó y John quitó el algodón manchado, le puso antiséptico en la herida y lo volvió a tapar con una tirita. "Sobrevivirás." ambos se rieron de buena gana. Alexis se fue a la biblioteca a preparar el tablero del ajedrez. Tom pudo observar la corriente de amor entre su padre y su sobrino, pensó que debía existir algo mas entre estos dos seres, aparentemente, su padre estaba concentrado en el juego de ajedrez que había entablado con el chiquillo, pero sabía que su mente estaba en otra parte. Instintivamente fue a la cocina y recogió el algodón manchado de sangre y lo metió en una pequeña bolsa de plástico. Sin embargo, John Corporate no sabía que el niño lo admiraba y quería. Aquel viernes por la tarde cuando ya casi habían terminado, el Tio Tom se acercó a decirle adiós al nieto de su dulce Margarita. "Tio Tom, tengo algo que me gustaría que le echaras un vistazo y me dieras tu opinión." Fue a donde tenía la bicicleta y sacó de la mochila el bloc de dibujos. "Es de un amigo mío que le gusta mucho la moda como a ti cuando tenias mi edad. Mañana me lo puedes devolver durante el almuerzo." El hombre asintió y sonrió a su sobrino. John lo acompañó hasta el garaje para recoger la bici y le acarició el ensortijado y sedoso pelo rubio del chiquillo como hacía siempre cuando se despedían. "¿Cómo está Helen, Alexis?" Le encantaba que el hombre le preguntara por su chica; sintió una cálida sensación cuando John la nombró. La verdad era que la echaba muchísimo de menos y estaba deseando que regresara. "Recibo muchas postales y correos electrónicos de ella, la echo mucho de menos, Tio John. La próxima vez iremos juntos, no puedo soportar que ella esté en Europa sin mi." "Es una muchachita excelente, y se merece toda tu confianza y amor. Quizás si continuamos teniendo salud, prepararé un viaje con tu abuela y abuelo, necesitamos sacarlo del hospital por algún tiempo. Helen podría venir con nosotros si sus padres se lo permiten. Mi barco no es lo suficiente grande, pero un gran amigo nuestro nos ha ofrecido el suyo muchas veces, entonces no lo necesitaba. Los ojos de Alexis brillaron de alegría solo el pensar en un viaje como este. Instintivamente abrazó la cintura del antiguo banquero. "Te quiero montones, John Corporate; no era extraño que el Tio Tom te quisiera tanto." Antes de que John pudiera contestarle, el chiquillo pedaleaba por la ancha avenida dirección a casa. John Corporate se restregó las arrugadas mejillas y sus ojos se nublaron de emoción y felicidad. "Te quiero mi bendito niño." Murmuró el hombre para sí." Tom se aproximó por detrás a su padre adoptivo y adivinó sus pensamientos. "Es un buen chico y mejor persona, mi hermana es muy afortunada. Esperamos vivir lo suficiente para ver sus retoños corriendo y gritando por este jardín." "Si, eso espero." Cambiaron de asunto. "Tom, estoy luchando intentando recordar donde he visto unos ojos verdes similares a los que tiene Alexis, pero no lo consigo. Sin embargo, estoy seguro de haberlos visto." "Papá, probablemente vienen de la familia de su padre; sin embargo, Alexandra me dijo que los del progenitor del niño eran castaños y no tan grandes. El chico no tiene nada en común con su padre físico, no obstante podrían venir del cualquiera de sus ascendientes y eso es imposible averiguarlo. "Si, tienes razón." Se mantuvieron en silencio durante unos momentos. De pronto los ojos del anciano se iluminaron y sonrió. "¿John, te acuerdas de aquella primera Convención del Banco en San Diego dos años después de nuestra llegada a LA?" Esta vez fue la cara de John la que se iluminó sonriendo. "Si, muy bien. Blacky, el hijo del portero y yo, pasamos todo el fin de semana follándonos el uno al otro. Fue un fin de semana memorable." "Si, recuerdo que tú me lo contaste todo. Fue una gran amistad entre vosotros dos. Gracias a esto, hoy dirige una de las más rentables sucursales del Banco en Florida, a pesar de que es gay, está casado y tiene tres hijos." "¿Por qué me has preguntado sobre aquella convención? Estoy seguro que aquello no tiene nada que ver con mi amigo negro. "Tienes razón. Estábamos hablando sobre brillantes ojos verdes." Hizo una pausa intentando recordar todos sus pensamientos. "En aquella Convención, como en muchas otras, el banco contrató a través de una agencia, unas cuantas chicas, putas de primera clase, para entretener a nuestros hombres, especialmente aquellos que eran solteros. La que me tocó a mi tenía los ojos verdes como los de Alexis." "Papá, ¿te follaste a una mujer?" Tom se rió tomándole el pelo a su padre. "Bueno... en aquellos tiempos había que guardar las formas. Recuerdo que ella se folló a si misma utilizando mi picha; yo era el que se puso debajo y sin embargo ella gozó el momento; yo también lo disfruté pero tuve que cerrar los ojos al tiempo que tu preciosa imagen ocupó mi mente, mientras que tú, sinvergüenza, estabas follándote al hijo del vigilante de nuestra urbanización." Padre e hijo rieron a carcajadas. "Papá, ¿volviste a verla en otras convenciones?" "No. Dos años después nos reunimos de nuevo los directores, pero esta vez la reunión fue en Los Ángeles, como comprenderás aquí no necesitaba ninguna mujer. No obstante, por curiosidad le pregunté a la supervisora de ellas sobre donde estaba la mujer; me dijo que un año después falleció e un accidente de carretera, dejando un niño bebé de tres meses." En aquel instante, Tom tuvo una de sus premoniciones, pero no le dijo nada a su padre sobre ello. Mientras su padre estaba dormido echando una pequeña siesta, le cortó un pequeño mechón de pelo blanco de su abundante cabellera. Hizo igual con la pequeña María durante la visita a su hermana el día siguiente. CAPÍTULO 23 ------------------ Alexis Había notado que su madre, algunas veces, volvía a casa muy tarde, y se perdía la cena, incluso no volvía. Pensó que estaba muy ocupada con sus estudios, sin embargo, ya había superado la parte mas difícil, o sea, las mas dura, el examen. En septiembre empezaría los estudios normales de Medicina en la Universidad y en dos años se convertiría en una Médica. Él admiraba y amaba su determinación como su adorado abuelo había sido. En aquellos momentos oyó el coche de su madre que lo estaba aparcando en el garaje; corrió y la abrazó. Alexandra estaba exultante y besó a su hijo de una manera especial, al menos eso es lo que el chiquillo apreció, por supuesto eso le chocó al inteligente chico. "Te quiero, mi precioso hijo. Tengo que darme prisa y vestirme apropiadamente, me han invitado para ir al teatro y no quiero llegar tarde." Corrió hacia su dormitorio. Alex y Margarita habían observado la escena y sonrieron en complicidad. Como de costumbre, después de la cena se sentaron en el sofá favorito. Christian y María ya estaba en cama. Alexis se unió a sus abuelos poniendo la rizada cabeza sobre las piernas de ella y los pies sobre los muslos de él. Eso no era extraño, al chiquillo le encantaba los momentos como estos y los abuelos disfrutaban con la presencia del chico a su alrededor. De pronto él miró a su abuela y la sonrió. "¿De qué te ríes, my pequeño demonio?" Miró primero a su abuela y después al abuelo. "Creo que mi madre está enamorada." Los adultos miraron al chiquillo y suspiraron. "Vosotros lo habéis notado ya. ¿No?." Alex miró a su esposa y ella asintió. "No sería honrada si dijera lo contrario." Dijo Margarita. "Sin embargo, es su vida y no tenemos derecho a interferirnos en el asunto." "Lo sé, abuela. Ella tiene ese brillo especial en los ojos como vosotros lo tenéis, y Helen también lo tiene cuando estamos juntos." Margarita entonces dijo: "Tú, chico listo, ¿no te has mirado a ti mismo? Deberías hacerlo en el espejo de vez en cuando." Se rieron. Alexis se puso serio. "Abuela, Abuelo, me importa un pito que ella se enamore de alguien como yo lo estoy de Helen. Ella todavía es una mujer joven y tiene derecho a hacerlo, sin embargo, si eso implica un futuro casamiento, no aceptaré a nadie como padre, y mucho menos si intentan separarme de vosotros. Tengo ya los mejores padres del mundo." Diciendo esto, el chico se incorporó, abrazó a sus abuelos y salió corriendo escaleras arriba a su habitación. No pudieron argumentar nada. Alexis no entró en el dormitorio de su madre a darle el beso de buenas noches, como de costumbre. Margarita suspiró. "Parece que podemos tener problemas serios. No obstante, nuestra hija no es tonta y conoce muy bien a sus hijos. La pequeña María está creciendo muy rápido y Alexis ya es un hombrecito, tengo la esperanza que ella tome en consideración todo esto antes de hacer nada definitivo." Alex miró a su querida esposa y la acarició con ternura. "¿No te parece que vamos demasiado rápidos?" "Con toda probabilidad tienes razón, creo que sí, vamos demasiado rápidos." El chico no estaba lejos de la verdad. Aquella noche después del teatro, el coche de Manuel y Alexandra se deslizaba suavemente con dirección a su amplio apartamento sito en un edificio alto no muy lejos del Hospital. Se sentaron en el sofá y Manuel la besó, la miró a los ojos azules. "Sandra, Quiero casarme contigo. Eres una chica preciosa y sabes muy bien que te quiero." Extrajo una cajita y le mostró una preciosa sortija de oro con una piedra celeste en el centro. "La prefiero de este color porque coincide con tus ojos." Alexandra no había estado nunca enamorada de un hombre, a pesar de haber estado casada durante siete años. Cogió el precioso anillo y besó a su hombre. "Lo siento Manuel; tú sabes muy bien que yo también te quiero, pero no puedo casarme contigo, por lo menos en este momento. También sabes que tengo dos hijos; Alexis tiene casi 12 años, y la pequeña María cumplirá 7 pronto." "No importa, los llevaremos con nosotros, intentaré ser un buen padre para ellos." Alexandra sonrió. "Tú no sabes lo que estás diciendo, especialmente sobre mi hijo." La chica hizo una pausa y suspiró mientras reunía todos sus pensamientos. "Se enfrentó a su propio padre cuando solo tenía cinco años, y me lo repitió hace solo unos pocos meses." Ella le explicó a Manuel todo lo referente al comportamiento de Alexis. "Parece que tiene fuertes sentimientos sobre la justicia. Creo que me gustará tu hijo, yo habría hecho lo mismo. Si, debe ser un gran muchacho. En este caso, jamás lo forzaré de ninguna manera; es mucho mejor dejarlo que escoja sus preferencias. Por otro lado, tú no puedes ser tan egoísta y quitarles esos niños a tus padres, especialmente si ellos quieren permanecer con ellos." Entonces Alexandra acarició tiernamente a su hombre. "Me casaré contigo, mi guapo mexicano, pero no ahora. Quiero terminar mis estudios y empezar como una Médica, si es posible cerca de ti y mi padre." De pronto cambió de asunto. "A propósito, tienes un extraño apellido, Cortez, nunca lo había oído antes." Manuel la sonrió "Descendemos directamente de Hernán Cortez, el hombre que conquistó México para España con unos pocos cientos de hombres; eso gracias a mi antepasada Marina. Era una hija guapísima de un cacique que le ayudó. Se enamoró de Cortez y tuvo un hijo con él, Martín, aunque él era un hombre casado. Mas tarde, el rey de España, el Emperador Carlos I, la recibió y ennobleció; creo que tiene un monumento en la ciudad de Cortez en España; así que ella es parte de la Historia de México y España. Su hijo volvió a México y formó una familia, desde entonces, en cada generación el primer hijo masculino se le impone el nombre de Martín, y a la primera niña, Marina. Todavía se puede ver el escudo familiar encima de la entrada principal de la casa de mi abuelo, su nombre es Martín Cortez." Guardaron un respetuoso silencio durante un corto intervalo. "Eso significa que tu eres un noble." Manuel rió a carcajadas y abrazó a su chica. "No. Eso ocurrió hace cerca de 500 años, no obstante, mi abuelo ha sido un hombre práctico. Él nunca olvidó nuestro origen y está muy orgulloso de ello, pero él y sus ascendientes aprovecharon la oportunidad para incrementar sus fortunas. Hoy es, digamos, parte de la aristocracia mexicana; posee varias haciendas, pero su fortuna verdadera, como siempre dice, es su familia. Nos proporcionó a todos nosotros una buena educación. Yo soy el benjamín de la familia; mi hermano Pablo es el mayor. Hay dos mujeres entre él y yo, Mercedes y Lupe. Todos están casados y con hijos. Pablo y su familia se vinieron de Nueva York hace varios meses." Esa información casi hizo saltar de su asiento a Alexandra. "¿He dicho algo inconveniente?" Preguntó cariñosamente, ignorando lo que había en la mente de Alexandra. "No, nada. Es tarde, vámonos a la cama." Se besaron y se metieron debajo de la ropa de cama para hacer dulce amor, como Manuel lo llamaba. ******************** ¡Llegó el sábado, el gran día para la familia! Finalmente se reunirían de nuevo, eso excitó a Alexis, sin embargo, echaba de menos a su chica. Se metió en el correo electrónico de su ordenador y encontró el largo mensaje diario que le enviaba Helen. Su picha se puso como una roca solamente de pensar en su retorno, así que se puso boca abajo en la cama desnudo y empezó a meneársela. Cuando se aproximada el gran momento del gusto se paró, se fue a su mesa y cogió una regla, la presionó contra la base de su pene y lo midió. Gratamente se sorprendió: tenía ya casi cinco pulgadas de largo. El sabía que había crecido mucho últimamente, pero ignoraba que su picha fuera tan larga. Con una mueca de alegría y contento en su hermosa cara, se masturbó hasta que esa maravillosa sensación lo arroyó al tiempo que murmuraba. "Te quiero, mi preciosa chica." Ese era su homenaje diario a ella, y ella lo sabía. Desgraciadamente, el día no fue tan bueno como Alexis esperaba; estaba lloviendo y aquello echaría a perder los juegos de los niños fuera del edificio, como él había planeado, no obstante se llevó al pequeño Christian a su habitación e hicieron como que luchaban en la gruesa alfombra haciendo como si el pequeño lo clavara contra ella. El chiquillo se reía excitado al tiempo que Alexis le hacía cosquillas. Alrededor de las 12:30 observó como el lujoso Mercedes negro entraba. "¡Vamos Christian, el Tío Tom ha llegado ya! Descendieron al nivel del cuarto de estar en el momento que los dos hombres entraban y saludaban a la familia. El coche se fue para volver mas tarde a recogerlos. Alexis se sorprendió viendo al Tío Tom con su bloc de dibujos debajo del brazo. El chico abrazó a John alrededor de la cintura. Se lo llevó parte: "Tengo que darte una buena noticia, Tío John." El hombre se derritió cuando el chiquillo se lo llevó a parte. "¿Cuáles son esas noticias?" Alexis se ruborizó, bravamente dijo: "Casi he alcanzado las cinco pulgadas." El hombre rió para sí, sin embargo hizo como si no entendiera. "¡Mi pene, no yo!" Se rieron de buena gana y John le restregó la hermosa caballera rubia. Alex se aproximó para saludar a John. "¿Se puede saber que estáis tramando entre los dos?" Alexis se sintió un poco culpable. "Quería decírtelo a ti primero, pero tú estabas muy atareado con ese nuevo problema del hospital, y…" John vino al rescate del chico. "Está muy contento porque se ha medido el pene y ahora tiene casi cinco pulgadas de largo." Su abuelo abrazó con cariño a su nieto sonriendo. "¿Esperabas tener un pequeño gusano durante toda tu vida?" Alexis se rió y chinchó a su abuelo. En aquel instante, un coche grande entró y se paró frente a la puerta principal: "Ya están aquí nuestros nuevos vecinos." Alexis corrió, puso en marcha una cámara que había instalado en lugar estratégico en el momento que la familia de Tommy descendía del coche. Besaron a la familia y Alexis abrazó a su primo fuera de la casa. Tom, John, y Alex habían permanecido en el gran cuarto de estar, ya que todavía no habían sido presentados. La primera en entrar del brazo de Margarita fue Brenda. Miró a los tres hombres que estaban de pie; Alex y Tom se pusieron blancos al tiempo que un par de lágrimas corrieron por las mejillas de Brenda. Tom y John miraron al jovencito e inmediatamente supieron del secreto. Tom abrió sus fuertes brazos y Brenda se lanzó a ellos con todas sus fuerzas, su hermano la abrazó contra su pecho al tiempo que murmuraba: "¡Brenda, mi guapísima Brenda!" Margarita estaba presentando Jeff y su familia al resto. Brenda se secó las lágrimas y abrazó a Alex fuerte. Despacio murmuró en su oído. "Eres todavía como…eras entonces?" Alex se ruborizó como si fuera un adolescente. Dejo a Alex mientras Tom presentó a su padre. "Gracias, John, por todo lo que has hecho a nuestra familia. No puedes imaginarte la gran sorpresa que me llevé cuando vendí la casa para pagar las deudas de mi madre; la casa estaba libre de cargas y no había ningunos gastos que pagar." "Aquello solamente era dinero, Brenda. El amor que he recibido de la familia, especialmente de tu hermano Tom, no tiene precio." Acto seguido, la familia se formó en tres grupos: Karl, Lucy, y Alexandra; los adultos, Alex, Tom, John, Jeff, Brenda y Margarita; y finalmente Tommy y Alexis. Los pequeños María y Christian corrían de un lado para otro con risas y felices. Desde aquel momento eran una sola familia con temores, esperanzas y todo aquello que afecta a la raza humana. Mientra ellos charlaban, Tom se levanto de su asiento y fue al cuarto de baño, allí se encontró con María y Christian jugando con el agua. "Tío Tom, Estoy enseñando a Christian como me peino el pelo yo solita porque cuando sea mayor seré peluquera como la madre de mi amiga Lidia. ¿Cómo estoy? ¿Estoy guapa, Tío? " "Eres la chica mas bella que he visto en mi vida, mi pequeña princesa. Déjame que te de el ultimo toque." Tom cojió el cepillo del pelo y peinó el sedoso pelo de la pequeña chiquilla. Ahora estás perfecta." María sonrío. "Gracias, Tío Tom. Vámonos Christian." El chiquillo dijo algo y los pequeños se fueron a donde estaban los adultos. Tom cogió el pelo que el cepillo había retenido y lo envolvió con papel del baño, metiéndoselo en el bolsillo. El día terminó y cada uno se volvió a su respectivo hogar, excepto Tommy que se quedo a dormir allí con Alexis. Todos pensando en lo que había ocurrido en aquel histórico día. Cuando Tom y su padre estaban listos para marcharse, recordó los dibujos. "Alexis, he visto los dibujos de los modelos, quien los haya hecho tiene mucho talento, nada que ver como dibujante, sino como diseñador. Me gustaría hablar con los padres de tu amigo sobre este asunto." Tommy y Alexis estaban juntos y ambos empezaron a reír. Tom parecía confundido con sus sobrinos. ¿He dicho algo inconveniente, sobrinos?" "Todo lo contrario, Tío Tom. ¡Enfrente tuya tienes al futuro diseñador y artista! Tom miró cuidadosamente a su propia imagen cuando era igual de joven. Así lo consideraba a su sobrino. Lo abrazó con cariño. Entonces girando la cabeza hacia Alex, dijo: "Alex, ya no necesitas buscar a mi heredero, creo que lo acabo de encontrar. Ya tendremos tiempo para hablar de ello. Entonces musitó al oído del hijo de su hermana Brenda "Te quiero." Se fueron. Cuando ya se habían ido todos y habían cenado, Tommy y Alexis se sentaron cerca de Alex y Margarita, el pequeño Christian con su pijama puesto, se subió encima y acarició el pelo de su sobrino, dijo algo ininteligible y puso la pelirroja cabeza sobre el pecho de Alexis. Algunos minutos mas tarde el pequeño irlandés estaba profundamente dormido. "Lo acostaré yo en su camita, abuela. Nosotros también queremos dormir, hoy ha sido un día excitante." Ambos chiquillos le dieron las buenas noches a los adultos, cogió al pequeño en sus brazos y lo metieron bajo las sábanas de su cuna. Alex y Margarita se miraron el uno al otro y ella apoyó la cabeza sobre el pecho de su marido, el hombre cariñosamente acarició el pelo castaño de su mujer como había hecho tantas veces durante su niñez y adolescencia. No notaron la presencia de su hija hasta que Alexandra los abrazó desde atrás. "Os envidio, mamá y papá." Margarita miró a su hija, y extendió sus brazos hacia ella. Alexandra se sentó al lado de la pareja y su madre la acunó en su pecho, empezando a acariciarle el sedoso pelo rubio, igual que hacía cuando era una niña pequeña. "Hablas como si fueras una mujer vieja. Alexandra, todavía eres una chica muy joven y guapa a pesar de tener ya hijos tan crecidos." Guardaron silencio durante un par de minutos. "Mamá, creo… que por primera vez en mi vida estoy verdaderamente enamorada." Hizo una pausa esperando la reacción de sus padres. "Nunca había sentido lo que siento ahora. Todo parece diferente y hermoso desde que conozco a Manuel. ¿Qué creéis vosotros? "Alex contestó a su hija al tiempo que la chica separaba su cabeza del pecho de su madre. "Nosotros hemos tenido una larga experiencia y te animamos a que sigas a tu corazón, sin embargo, antes de que te pueda hacer daño, debes estar segura que él te corresponde. No importa si es negro, blanco, amarillo o verde, siempre que sea honrado y le guste trabajar. Odio el divorcio porque eso solo hace sufrir a los hijos, aunque en algunas circunstancias sea necesario. Así que los dos debéis estar seguros de vuestros sentimientos antes de seguir." Alex hizo una pausa que Margarita aprovechó para preguntarle a su hija. "¿Lo conocemos, Alexandra?" "No. El conoce a papá pero nunca se topó contigo ni te vio." "¿A mí?" "¿De qué te sorprendes? Eres un famoso cardiólogo que apareces en la prensa." Entonces la chica extendió la mano derecha a sus padres mostrándole la sortija de compromiso. "Quiere casarse conmigo y… y no pude negarme." Margarita iba a decir algo pero la muchacha continuó. "Sin embargo, le dije que lo haré cuando termine mis estudios y sea una doctora en medicina; me respondió que esperaría, no solo dos años, sino dos siglos, si era necesario." Se rieron. "Bueno, ya que parece serio, supongo que deberíamos conocerlo." "A su debido tiempo, papá. Le dije también que tenía dos hijos que nunca los separaría de mis padres, a menos que ellos nos lo pidieran, por lo tanto, él será el padre de nuestros propios hijos, si los tenemos, claro, pero nada más. Le conté a Manuel la confrontación de Alexis con su progenitor y conmigo misma. Él me respondió que él habría hecho lo mismo que el niño." Margarita y Alex suspiraron. "Alexandra, Alexis adivinó tu relación sentimental con ese chico. Te sugeriría que hablaras con él, teme que tú te casaras e intentaras forzarle a él y María a que se fueran contigo." La muchacha iba a argumentar algo, pero su padre levantó la mano y continuó. "El no nos dijo nada, pero lo conozco y… " "No te preocupes, papá. Hablaré con él mañana. Jamás forzaría a mi hijo de ninguna manera, no soy tan egoísta como para hacerle eso, incluso si fuera necesario, renunciaría a mi amor por Manuel." Permanecieron en silencio con sus pensamientos. Entonces Alexandra cambio de asunto. "A propósito, mamá, ¿Recuerdas el apellido de Pablo?" Esta pregunta le chocó a Margarita. "Bueno… no estoy segura, era algo así como Curtis o Courtesy... nunca le presté mucha atención a eso; conocía a su madre pero nunca hablamos mucho, aquellos eran tiempos difíciles y…" Su hija la interrumpió. "¿Podría ser Cortez?" "¡Si, ese era! ¿Por qué?" Alexandra sonrió. "Le daré a mi hijo la sorpresa y placer mas grande que jamás tuvo en su vida." Antes de que Margarita preguntara, ella continuó. "Por favor no le digáis nada. Manuel es biólogo, y el mas joven de los tíos de Pablo, él no sabe que Alexis y Pablo eran los mejores amigos antes de volver a Nuevo México." Alexandra les refirió a sus padres todo lo que Manuel le había explicado a ella referente a su estirpe. "De cualquier manera, tendré que conocer su familia...." "Y él la tuya." Sonrieron, Alexandra abrazó a sus padres y se marchó a su habitación. Margarita se quedó mirando a su hija al tiempo que Alex comentaba. "Te dije que nuestra hija es una chica inteligente, de tal madre, tal hija." Se puso en pie. "Vámonos a nuestra habitación, no quiero dejar solo a Christian." Ella sonrió, el pequeño jamás se despertaba durante la noche. Con cuidado y la ayuda de Tommy, Alexis metió en la pequeña cama a Christian, y le dio un beso en la frente. En aquel instante la imagen de Helen le vino a la memoria, a ella le encantaban los bebés. Cubrió al precioso pelirrojo y se fueron a su habitación. Tommy había estado pensando todo el día sobre este momento. Tan pronto como entraron en el dormitorio cerraron con llave la puerta y Tommy abrazó a su primo desde atrás. "Estoy caliente y nervioso." Alexis se volvió y le devolvió las caricias. "Vamos a lavarnos los dientes." Se desnudaron y Tommy caminó al cuarto de baño. Alexis suspiró de deseo cuando vio el esbelto cuerpo, su picha empezó a ponerse dura. Cuando entró en el cuarto de baño, Tommy estaba ya lavándose la boca; Alexis se agachó detrás de él y chupó y mordió sus los lóbulos de las orejas; instintivamente el chiquillo mas joven empujo hacía atrás su duro trasero contra la picha empalmada de Alexis. Cuando terminaron, Alexis plantó las palmas de sus manos en la suave cara de de su primo besándolo en los labios amorosamente."Tom, quiero que observes cuidadosamente mi pene." El chiquillo sonrió y lo estrujó. Alexis suspiró. "Me la he medido hoy, tiene cinco pulgadas de largo. Comparada con la tuya es cerca del doble. ¿Te das cuenta?" Tommy suspiró. "Si. Pero si un chico de diez años podía soportar en su culo una picha de ocho pulgadas y el doble de gruesa que la tuya, supongo que yo podré también con la tuya; después de todo, tu pene no es mas gordo que uno de mis zurullos cuando estoy estreñido." Alexis sonrió con el vocabulario de su primo, aunque tenía razón. "De acuerdo, vamos allá." Hizo una pausa y animó a su primo con un abrazo. "Tom, tenemos toda la noche y mañana, así que no tengamos prisa, iremos despacio, y si te duele me lo dices e inmediatamente pararé. La única experiencia que tengo fue con Pablo y los dos éramos más pequeños que tú." "No te preocupes, Alex; confío en ti." "¡Ese es mi chico!" Alex fue al cuarto de baño y volvió con el tubo de vaselina; su picha estaba dura como una roca y deseando entrar en acción. Extendió una toalla grande en el centro de la cama para prevenir posible manchas. "Por favor, ahora ponte sobre tus rodillas, pero con la cabeza y los brazos sobre la almohada, de manera que me muestres el culo, así estarás mas cómodo para esta primera vez, estoy seguro de todo lo demás." Tommy sonrió nerviosamente. Alexis cogió un poco de la substancia grasienta con el dedo y la aplicó en el rosado y estrecho agujero del chiquillo extendiéndola. Pudo ver cómo se arrugaba al tocarlo como si fuera una anémona de mar. "Por favor, trata de relajarte, Tom." El chico suspiró excitado. Cogió otro poco con la yema de dedo índice y lo metió dentro del intestino. El dedo entró suavemente en el cuerpo de su primo; Alex extendió la fina crema dentro, Tom gemía cada vez que movía el dedo. Pronto el chiquillo estaba respirando erráticamente al follarlo con el dedo. Tom suspiró cuando Alex extrajo su dedo para meterlo otra vez con vaselina. Cuando Alexis insertó de nuevo su dedo, instintivamente Tom empujó hacia atrás la pelvis y Alexis sonrió. Tommy ahora respiraba con fuerza con los ojos cerrados. Entonces Alexis tocó el pene de su primo y se quedó sorprendido al ver que estaba flácido, sin embargo la bolsa de los huevos estaba muy arrugada y pegada a su abdomen. "Por favor... no pares... no pares." Tommy gimoteó casi llorando. Alexis sabía lo que Tom estaba experimentando. Él se burló de su primo sacando el dedo. "¡Por favor permanece dentro de mi, no te vayas!" Entonces Alexis insertó un segundo dedo que entró dentro suavemente. Tommy no pudo parar la reacción de su cuerpo y su pelvis empujo hacia atrás para encontrarse con los dedos de su primo. De pronto Alexis notó como los músculos del intestino de Tom apretaban sus dedos, el chiquillo estaba en otro mundo, y Alexis notó los espasmos y temblores de su primo al tiempo que empujaba su pelvis una vez más contra los dedos de su primo buscando la penetración mas profunda. El chico incluso no pudo permanecer sobre sus rodillas y se puso sobre su barriga intentando respirar mas fuerte. Se relajó al sacar Alexis sus dedos; el chico mas joven era inconsciente de todo lo que le rodeaba. Alexis con una pícara sonrisa pensó: "mi primo es verdaderamente maricón, su padre tiene razón." Sin embargo él lo adoraba, se agachó y le besó en la mejilla. Tom se movió y abrió sus preciosos ojos. "No pude parar. Era como si mi pene estuviera dentro de mi y yo furiosamente me la meneara." "Ese ha sido tu primer orgasmo de la noche; creo que ya estás preparado para mi picha." "Tus dedos eran maravillosos, Alex, pero tu picha es mas gorda." "No te preocupes, recuerda lo que te dije antes: avísame si te hago daño. ¿Estas listo? "Si, adelante." Tommy recuperó su posición sobre sus rodillas. Alex cogió un poco de vaselina y la extendió por todo el pene, no solamente sobre la cabeza. Con la mano izquierda cogió el largo miembro, tiró un poco de la piel que cubría la cabeza, ahora impregnada de preseminal, mientras que la derecha agarraba la pelvis de su primo. Alineó su picha con su el rosado agujero, y sin ninguna advertencia empujó su pene fuerte para que entrara dentro de su primo. Pensó que era muy importante terminar esta fase rápidamente con objeto de que la cabeza abriera el anillo del culo, y lo consiguió; co alguna resistencia la cabeza se enterró dentro. Tommy gimió de dolor y Alex no empujó más, permaneciendo quieto mientras que los músculos del culo del chico luchaban para echar fuera al intruso. Pronto el dolor cesó. Alexis no había tenido su orgasmo y estaba muy excitado y caliente. Entonces tiró hacia atrás un poco y empujó de nuevo fuerte, casi la mitad de su pene entró. El chiquillo gimió de nuevo con una mezcla de dolor y placer. "Permanece quieto ahí mientras mi cuerpo se habitúa; es maravilloso lo que siento cuando el dolor cesa; es mucho mejor que tus dedos." Alexis se sonrió y cuando creyó que su primo estaba mas cómodo, retrajo un poco y empujo de nuevo; esta vez su picha entera entró, ya no había más que meter. Ambos ahora estaban respirando fuerte y gimiendo. Alexis necesitaba parar con objeto de evitar su clímax. El dolor había cesado. Tommy abrió los ojos y miró hacia atrás a su amante. "Me siento maravilloso, especialmente cuando mueves tu picha y tocas el punto especial." "Esa es tu próstata." Alexis extendió el brazo y cogió dos almohadas que tenía cerca y las puso debajo de Tommy, tocó el pene del chico y comprobó que estaba flácido, así que no necesitaba masturbarlo. Ahora yaciendo sobre las almohadas estaba más cómodo. Alexis empezó a follarlo; primero con remetidas largas y despacio, dejando dentro solamente el capullo. Tom gimió y no se quejó. Claramente estaba disfrutando las embestidas de Alexis. A pesar de su experiencia, Alexis no podía ser insensible a lo que rodeaba su polla; sintió como su orgasmo se aproximaba y empezó también a disfrutar lo que estaba haciendo. Incrementó el ritmo de sus acometidas, unos pocos minutos después estaba follando a su primo sin piedad, en aquellos momentos no le importaba si el chico menor tenía dolor o no, aunque esas molestias había desaparecido, era todo lo contrario. La cama se quejaba con los movimientos rápidos y fuertes. De nuevo Tommy sintió que su cuerpo iba en dirección contraria de su mente. Se estremeció. Agarró la almohada con su mano izquierda, y la derecha la puso encima de las nalgas de su primo animándolo para que se la metiera más profunda y fuerte. Los músculos de su intestino sujetaron la picha de Alexis tratando de extraer lo que todavía no tenía. Su mente voló sobres las estrellas. Siguieron varios espasmos y él se abandonó así mismo al tiempo que se quedaba cómo sin vida. Segundos después Alexis le dio la última embestida y su cuerpo convulsionó con un maravilloso orgasmo. Gimió de placer y cayó encima de Tommy casi exhausto y respirando fuerte. Unos minutos después, mientras se recuperaban, se deslizó hacia su lado derecho todavía su picha dentro de su joven amante. "Ha sido maravilloso, Alex. Gracias por haberme permitido disfrutarlo." Alexis besó a su primo en la suave mejilla con cariño. Tommy se movió, de manera que ahora estaban el uno frente al otro; cogió un mechón de pelo que le caía en la frente cubierta de sudor, besó con ternura al joven chico. "Te quiero, Alex, no por lo que acabamos de hacer, sino por cómo has cuidado de mi." Hizo una pausa, adivinando los pensamientos de su primo. "Si, Alex, creo que soy tan gay como mi padre me dijo. Estoy orgulloso de que tú me hayas mostrado lo que realmente soy." Alexis lo besó con toda la ternura que pudo reunir en aquel momento. "Tú solamente eres un niño, un precioso chico a quién yo quiero con toda mi alma. Ser gay no es ningún pecado, Tom, hay miles de chicos homosexuales, tú no escogiste serlo, incluso algunas veces es una bendición; afortunadamente, países avanzados han empezado a reconocerlo, incluso algunos de ellos permiten que las personas gays se puedan casar y formar una familia." Hizo una pausa y acarició la suave cara de su primo con el dorso de la mano. "Por favor, no cambies jamás, Tom; sé tu mismo. No sabemos que nos traerá el futuro, pero mirando a los Tios Tom y John tengo la confianza que todos nosotros seremos incluso más felices que somos ahora." Tommy abrazó a su primo. Se separaron y con pasión, sus lenguas comenzaron una nueva danza y la picha de Alexis se puso tiesa como un palo de nuevo. Ahora, Tom, vamos a por el plato principal." El chico mas joven miró a su primo un poco perplejo. "¡Plato principal! ¿Qué quieres decir?" "Si, el plato principal de una supuesta cena. El primero ha sido la preparación, el aperitivo. Supongo que tu estas hambriento, porque yo lo estoy." Tom se rió satisfecho comprendiendo. Su picha de tres pulgadas y media empezó ponerse dura. "Ahora yace sobre tus espaldas." Lo hizo al tiempo que Alexis cogió alguna vaselina e impregnó su picha. "¿No vas a poner también en mi culo?" "No lo necesitas, tu agujero parece que está lo suficientemente distendido, es precioso. Ahora sube tus piernas y rodillas que estén anchas." Obedeció la orden, entonces Alexis apuntó su engrasada picha hacia el maravilloso agujero y empujo dentro de la cueva de Tom, con un único embate, la herramienta del placer se enterró totalmente dentro del intestino del chiquillo. Suspiró con placer. "Eso es maravilloso, Alex, muy bueno y no siento la más minima molestia." "Todavía te sentirás mucho mejor dentro de un par de minutos. Te enviaré más allá de las galaxias. Si quieres, pon tus piernas sobre mis hombros, te sentirás más cómodo." Así lo hizo y Alexis empezó a follarlo, con largos empujones dentro de aquel maravilloso castillo. Parecía que lo habían hecho a la medida exclusiva de su pene. Tom cerró los ojos y empezó a gozar los empellones de Alexis dentro de él. Movía la cabeza sobre la almohada, ahora ambos estaban respirando fuerte a medida que se acercaban al punto álgido del placer. Alexis incrementó el ritmo y el sonido de la cama distrajo su mente. Tommy estaba gimiendo de gusto sin importarle que alguien pudiera estar escuchándolo, su pequeño pene estaba como nunca había estado antes moviéndose con cada latido de su corazón, sin embargo, la bolsa de sus testículos estaba compacta pegada a la base de su pene; Entonces Alexis, con ternura la masajeó, eso hizo que el placer de Tom se incrementara; necesitaba alcanzar el pico de su orgasmo. Alexis continuó embistiendo sin piedad en una sucesión de rápidos empujones. Quería controlar sus embestidas para disfrutar al máximo aquellos momentos. Tommy murmuraba palabras incoherentes, los ojos cerrados, Alexis pudo solamente oír: "Por favor... no pares... no pares." Estaba alcanzando el último escalón de su particular arco iris igual que Alexis. De pronto, el chico mayor paró de follar al más joven intentando que su necesidad de orgasmo se calmara. Se agachó y unió sus labios a los de su primo. Tommy hambriento puso sus manos en el cuello de su primo y metió su lengua dentro. La saliva de ambos corría por la barbilla de Tom. Cortaron el beso y sus ojos se encontraron. "¡Te quiero, Alexander Lorton!" Un poco mas calmados, preguntó: "¿Por qué has parado?, estaba ya subiendo el último escalón de mi arco iris. Alexis rió pícaramente. "Quiero que recuerdes para siempre la noche que perdiste tu virginidad, mi precioso chico. Esta parada incrementará más tu orgasmo, yo ya estoy también muy cerca, pero mi picha se siente tan a gusto dentro de tu culo que me gustaría estar así toda la noche." Le dio un beso rápido en las rojas mejillas al tiempo que Tom mostraba sus precioso hoyitos. Alexis levantó su cuerpo y empezó a follar de nuevo a al chiquillo. El muchachito estaba siendo estimulado en ambos órganos al mismo tiempo; después de unos pocos minutos, ya no podía aguantar. Ambos gemían y sus frentes estaban cubiertas de sudor. Tom empujó su pelvis contra Alexis que estaba ya muy cerca desechando la idead de otra parada, no podía parar sus fuertes embates. De pronto Tommy bajó sus musculosas piernas y las cerró alrededor de la cintura de Alexis. El cuerpo del chiquillo tembló al recibir los espasmos de placer gimiendo como un herido. Había alcanzado el espacio de las estrellas y no sintió nada mas, excepto esa maravillosa sensación de flotar que casi se desmayó, bajó las piernas como si estuvieran muertas. Alexis no pudo resistir más, lo espasmos de su primo lo enviaron a él hasta su límite. Al tiempo que le daba un empujón final, su mente se nubló y la imagen de Helen apareció; paró de respirar y se derrumbó encima del hombro izquierdo de su primo, su picha intentando expulsar lo que todavía no tenía. Permanecieron algún tiempo jadeando para conseguir aire, sus cuerpecillos exhaustos. Querían echarse a dormir, pero no podían, estaban demasiado excitados. Después de unos minutos, Alexis se escurrió a su lado derecho y su picha se salió del culo de su primo. Le dio un beso rápido en la oreja y Tommy volvió la cabeza para ver a su primo y amante. "Gracias de nuevo, Alex, verdaderamente eso fue el plato principal." Los chiquillos se rieron felices mientra se acomodaron y empezaron a acariciarse con ternura. ¿Cómo está mi agujero? No siento nada de que esté irritado; yo no puedo verlo." "Es precioso y rosado; supongo que sentirás algunas molestias cuando vayas a cagar, pero desaparecerán en un par de días. Creo que en este momento podrías aguantar una picha mas gorda sin ningún problema." Tommy se rió. "¿Incluso ocho pulgadas?" "Bueno, eso depende de quien te lo haga; si se comporta con ternura..." "Por ahora tú serás mi único amante, y nadie mas." Cambiaron de asunto. "En una comida formal, todavía falta comerse el postre, ¿no?." Alexis sonrió. "Eres insaciable. Exhaustos, Alexis apagó las luces y se quedó detrás como dos cucharillas de café, su picha quedó alojada dentro del intestino de su primo, entonces se echaron a dormir. ******************* A dos millas de distancia, John Corporate acariciaba a su querido hijo y amante. "Tom, aparentemente has encontrado a tu heredero y estoy muy contento por ello. Es un precioso chiquillo mas o menos cómo tú eras a su edad." Hizo una pausa."Yo también he encontrado el mío; aunque son tres, y no uno." Tom sonrió y besó a su padre rápido con todo el cariño que le profesaba. John continuó. "Supongo que adivinas quienes son." "Conozco solamente a uno. Sé que Alexis es muy especial para ti, pero de hecho, él lo es para todo el mundo que consigue conocerlo como lo conocemos nosotros." "Si, tienes razón. Lo nombraría como mi único heredero, pero Margarita ama a su pequeña nieta muchísimo y Alexis quiere a Hellen profundamente. Voy a establecer una cláusula por la cual Helen podrá conseguir su parte solamente en el caso de que se case con su adorado Alexis y tengan por lo menos un hijo/a; de lo contrario esa parte pasaría automáticamente a los dos hermanos. En el caso de que tuvieran descendencia y se divorciaran, la parte de Helen pasaría automáticamente a su hijo/a. Tú serás mi albacea, hijo. Por supuesto, esto si tú estás de acuerdo; tu eres mi hijo y mi heredero universal, pero sé que no necesitas nada." "Estoy completamente de acuerdo con tus deseos, papá; sin embargo te estás olvidando del pequeño Christian." "No. no me he olvidado, pero no es descendiente de Margarita; por otro lado, él heredará toda la fortuna de su madre y no quiero que mi dinero se vaya a Irlanda. Esto es solamente entre nosotros, nadie tiene que saber nada sobre esto, solamente tú, hijo." "Papá, todavía quedan algunos flecos por dilucidar, así que hablaremos otro día de este tema." Aquellas palabras picaron la curiosidad de John. "¿Otros flecos?" ¿Cómo cuales?" "La familia Brickfield. Como sabes, soy descendiente directo de Robert y Brenda Brickfield, mis abuelos maternos, ellos cometieron una injusticia con mi madre y ahora se va a repetir con sus biznietos, los hijos de Jeff y mi hermana Brenda, en menor cuantía, con todos nosotros." Ya te lo explicaré, aunque creo que tú lo sabes mejor que nadie." John asintió. "Tienes razón, detrás de todo esto hay un potencial económico muy grande. ¿Quien iba a creer que el tataranieto de de Robert y Brenda Brickfield se prostituiría en las calles de Nueva York para poder alimentarse y pagar las facturas de la enfermedad del oportunista electricista?" "Así ha ocurrido, pero eso ya no tiene remedio, y mejor no menciones esto delante de mi hermana Margarita y su hija Alexandra..." Tienes razón, hijo, pero todo esto tiene mucho que ver con la injusticia. Se abrazaron y se echaron a dormir. CAPÍTULO 24 ------------------ Tommy soñó que estaba conduciendo una nave espacial por encima de las estrellas, estaba subiendo aquel precioso arco iris y que había visto cuando estaba con Alexis. De pronto se encontró con otra nave espacial, no pudieron evitar el choque y él saltó fuera de la nave. La explosión de la luz blanca lo cegó. Se despertó respirando fuerte al tiempo que la luz del sol se colaba por una rendija de las pesadas cortinas hasta sus ojos. Saltó fuera de la cama y corrió la cortina para que no entrara ninguna luz, orinó y miró la tienda que formaba la picha de su primo con las sábanas. Sonrió y tiró de la sábana hasta pasada sus redondeadas rodillas. Sintió una sensación de hormigueo en sus ingles y la pequeña picha empezó a ponerse dura. "Es demasiado alto para su edad, nadie podría creer que todavía no ha cumplido 12 años, incluso no tenía el más mínimo pelo alrededor del pene, solamente ese vello de melocotón." Pensó. La picha de Alexis señalaba un ángulo mientras dormía tranquilamente recuperándose de la noche de sexo. Tommy quería estrujarla para chuparla y metérsela en su hambriento culo; había sido todo tan maravilloso... Se atrevió a tocarla, no quería despertar a su primo; despacio corrió hacia abajo el prepucio y suavemente empezó a chuparla. Tenía un sabor salado, probablemente debido al líquido preseminal. El chiquillo estaba excitado y su picha de tres pulgadas y media se movía con cada latido del corazón. Con cuidado para no despertar a su primo, se espatarró encima de él, sus piernas bien separadas. Sus labios cerca de la boca de Alexis, podía notar el aire que exhalaba. Desechó la idea de besarlo y despertarlo, a cambio se corrió un poco y guió su pene hacia su agujero. Un solo empujón fue suficiente para sentir sus blancas nalgas sobre la entrepierna de de su amante. La sensación era tan maravillosa que todo su cuerpo tembló de placer. Levantó el culo un poco y de nuevo empujó hacia abajo. Sus preciosos ojos verdes se abrieron y con todo el amor que pudo reunir, extendió sus brazos hacia su guapo primo. Tom se agachó y sus labios encontraron los de su primo en un beso húmedo y apasionado. "¡Que maravilloso despertar!" Tommy comenzó a moverse arriba-abajo. Alexis puso sus manos sobre el fuerte pecho y le ayudó a follarse así mismo. Unos pocos minutos después, sus mentes volaban sobre las galaxias mientras disfrutaban de aquel tierno orgasmo matutino. Todavía respirando fuerte, Tommy se deslizó a su lado derecho empalado por el pene de Alexis. Permanecieron así durante una hora más en un dulce sueño de felicidad. "Será mejor que nos levantemos y nos duchemos, prometí a mi madre que volvería pronto a casa." "Creo que hace un día estupendo, había planeado ir a la casa de los Tios en bici. Me encanta ir allí, especialmente si Tío John está disponible. Es el mejor jugador de ajedrez con el que me he topado, estoy aprendiendo mucho de él. Ignoro por qué nunca se presentó a una competición." "No puedo ir contigo, quizás mañana; creo que mi madre me necesita para ir de compras." Se levantaron, se ducharon juntos con algunas caricias, sus cuerpos estaban satisfechos. Después de desayunar, Tommy corrió a su casa y Alexis pedaleó para encontrarse con sus Tios. Tommy entró en casa, casi chocó contra su hermano Karl, pero es que estaba muy feliz aunque todavía sentía alguna pequeña molestia en el culo. Vio a su padre en la biblioteca y no dudó lo mas mínimo subiéndose a las rodillas y besando a su progenitor en la mejilla. "Te quiero mucho, papá." Jeff ya estaba acostumbrado a aquellas manifestaciones de amor de su hijo menor. Lo acercó a su pecho, se quitó las gafas y restregó las espaldas del niño mientras depositaba un beso sobre el limpio y rizado pelo negro. "Parece que estás muy feliz, Tom." "Si, papá, estoy feliz porque Alexis es un gran chico. Nunca pensé que me encontraría un primo como él." Jeff adivinó los pensamientos de su hijo, aunque jamás le preguntaría por qué era tan feliz. De hecho no lo necesitaba. "Le quiero, papá." Jeff lo apretó aún más contra su pecho. "Sabes que él no es como tú. ¿Verdad?" "Lo sé, papá; él ama a Helen y ella lo ama a él, incluso yo la quiero porque ella lo quiere. No pretendo interferir en su relación. El es la persona más maravillosa que podría haber conocido. ¿Sabes lo que me dijo?" "No soy un mago o brujo, ¿cómo podría adivinarlo?" Tom se separó de su padre un poco y lo miró a los ojos, entonces volvió a poner su rizada cabeza sobre su pecho. "Me dijo que debo ser yo mismo y que jamás cambiara. Si siento que soy gay, debo aceptarlo como una bendición y no cómo algo feo y vicioso. Me explicó cosas sobre muchos grandes hombres de la Historia, como Alejandro el Grande, Shakespeare, Oscar Wilde y muchos otros, los Tios Tom y John. También me dijo que yo era muy afortunado porque te tenía a ti, y que tu debes ser un gran hombre porque me aceptas tal y como soy." El chiquillo confesaba a su padre mientras que el hombre le acariciaba la espalda. Jeff no pudo evitar algunas lágrimas que corrieron por sus mejillas al recordar al más joven de sus hermanos. "Si, es un gran chico, no es extraño que todo el mundo lo quiera." Tommy confiaba en su padre y tenía unas ganas enormes de decirle lo feliz que se había sentido haciendo el amor con Alexis. Jeff acariciaba el pelo de su adorado hijo y lo besó de nuevo. "Papá, quiero decirte algo muy importante, pero por favor, no debes decírselo a nadie, ni siquiera a mamá. Sé que no necesito que me lo prometas." "Sabes que puedes confiar en mí cómo el Tío Karl lo hacía hasta que murió." Suspiró, Tommy no se movió durante unos minutos con su cabeza descansando sobre el pecho de su progenitor. "Papá, Alexis y yo hemos hecho... cosa de chicos... ¿sabes?... como chupar los penes y besándonos. Me sentía muy bien cuando el me tocaba... Jeff interrumpió a su hijo menor. "Eso es normal entres chicos, es algo inherente al crecimiento. No debes sentirte avergonzado ni culpable de nada." Tommy sonrió aunque el padre no pudo ver su sonrisa. "Lo sé, papá. Sin embargo, yo quería ir más lejos. Cuando bailé en el colegio él me inspiró, realmente estaba bailando para él. Cuando terminé la prueba, el me acompañó a los vestuarios para ayudarme. Nos abrazamos muy fuerte al mismo tiempo que me acariciaba la cara. Jamás me había sentido tan bien antes. Entonces me dijo: "Pídeme lo que quieras que haga para ti para pagarte tu maravillosa danza." En aquel momento, no dije nada porque todavía no podíamos estar juntos mucho tiempo." El chico hizo una pausa. "La pasada noche..." Paró, se separó de su padre y lo miró a los ojos azules. Sin palabras, Jeff acarició a su hijo animándolo a continuar. "Yo, yo, le pedí que metiera su pene dentro de mí..." Jeff se estremeció ante la confesión de su hijo pequeño, lo pegó contra su pecho muy fuerte y el chico continuó. "Me dijo que no podía negarme nada, pero me advirtió que podría causarme dolor, le respondí que confiaba en él." El chiquillo hizo otra pausa. "Lo hicimos, papá; no una vez, sino varias veces. Ha sido la noche más maravillosa de toda mi vida. Nunca me había sentido tan feliz y bien, y todavía lo estoy. Se portó tan tierno y cariñoso... Solo sentí un poco de molestia al principio, nada más." Jeff restregó las espalda de su hijo manteniéndolo pegado sobre su corazón al tiempo que sus ojos de nuevo se nublaron. Pensó que su hijo era un chico afortunado porque podría haberse topado con un hombre o un chico faltos de escrúpulos que habría aprovechado la ocasión para abusar del niño, arruinando sus sueños y esperanzas. "Debo dar gracias a Dios, porque allí estaba tu ángel guardián. Tommy, desde ahora en adelante, con toda probabilidad, sentirás la necesidad de repetirlo, especialmente cuando entres en la pubertad dentro de un par de años. En cualquier caso, la persona que te lo haga, debe ponerse un condón, goma para evitar la transmisión de enfermedades sexuales, tales como el terrible SIDA " Mentalmente Tommy agradeció a su padre por poder hablar abiertamente de eso. El chiquillo no dijo nada, pero abrazó a su padre muy fuerte. "Papá, no quiero hacerlo con nadie, excepto con Alexis. No soy tan prom..." "Promiscuos." Su padre completó la palabra y niños sonrió. "Si. Es una palabra graciosa, ¿verdad, papá? " Se rieron. "Papá, quiero pedirte algo. Espero que no te enfades conmigo. Quiero que tires todos esos vestidos de niña que tú me comprabas. No soy un marica... no me siento más como una chica. Quiero ser un chico, quizás un chico gay, pero no una chica." "Me gusta tu decisión, hijo. No los verás más desde mañana." "Te quiero papá, te quiero montones." Salió corriendo hacia su habitación. Aquel día era lunes, mientras Alexandra conducía hacia el hospital, Alex repasaba los puntos principales que debería atender. "Sandra, hoy no tenemos ninguna operación, a menos que se presente alguna urgencia, sin embargo, tenemos a la pequeña Adela Brickfield para el último chequeo, con toda probabilidad le daremos el alta definitiva y ya jamás volveremos a ver a ese ángel, o como la llaman el resto de las enfermeras "copo de nieve con ojos azules". Quiero que te encargues de ella. No se quien vendrá acompañándola. A estas hora estará volando en avión privado desde Chicago." "Tú me dijiste que había razones para creer que es parte de la familia de mi madre y…" "Y de la tuya. Tu abuela Brenda y el abuelo de esa niña eran hermanos, como ya te dije. Si viene con la chiquilla, pienso preguntárselo. Los hermanos entre ellos eran una piña de amor. Lástima que tus bisabuelos no copiaran de sus hijos, mas bien todo lo contrario. Ya veremos." "Yo que tú, papá, no me metería en ese asunto." "Te equivocas, hija. Hay unos grandes intereses económicos de por medio; puede que a ti te importen poco, pero yo tengo dos preciosos nietos a los que adoro y tú mejor que nadie sabes de nuestros sufrimientos." Sandra sabía a donde podría llegar su padre, el electricista estaba todavía en su mente. Suspiró en silencio al tiempo que entraban en el aparcamiento del Hospital. Contra todo pronóstico, Robert Brickfield casi tembló de emoción al entrar en aquella institución, dándole la mano a su nieta. Al llegar a la recepción la dejó en manos de Alexandra que ya los estaba esperando. El anciano la miró y su mente corrió muy lejos en el tiempo. Alejandra dio un respingo cuando miró al hombre y pensó: "Mi padre no tendrá que hacer mucho esfuerzo, Lucy es claramente la nieta de este señor." "Cuídenla, señorita, es la flor mas bella de mi jardín. Yo estaré en la sala de espera." Mary Louth había sido instruida al respecto y dijo: "Si no le importa, señor Brickfield, yo le acompañaré, el doctor Lorton estará con Vd. tan pronto como terminemos con la niña. El abuelo de la chiquilla se sentó confortablemente en el despacho del médico; la gran cristalera que miraba al parque con la hermosa vista no lo distrajo de sus pensamientos. Algún tiempo después, sintió los pasos del cirujano, entró y saludó al anciano sentándose detrás de la mesa. "Bueno, señor Brickfield, las noticias que traigo no pueden ser mejores. De ahora en adelante, deben olvidar que la niña podría haber estado enferma. Hemos tenido suerte rectificando su mal, ahora es una niña sana como cualquier otra de su edad y debe hacer su vida normal." El anciano suspiró agradecido. Le alargo un sobre amarillo que contenía el alta de la niña y un informe médico para el pediatra. Entonces añadió: Mi hija está vistiendo a la niña, estará aquí en unos minutos. Ese copo de nieve de ojos azules, tiene la virtud de revolucionar toda la planta." El hombre sonrió. "Gracias a todos Vds. Es la mejor noticia que he tenido en mucho tiempo." Alex hizo un gesto para preguntarle algo, pero el hombre levantó la mano derecha antes de que Alex pudiera preguntar: "Alexander Lortonoff, sé lo que me vas a preguntar y no es necesario. Permítame que te tutee. Si, tu mujer es sobrina mía, la hija menor de mi querida hermana Brenda, de la que mis hermanos y yo estábamos enamorados; mis padres cometieron el más ignominioso e injusto acto al desheredarla. Si es verdad que hay infierno, los dos estarán ardiendo allí. Ya hablaremos largo y tendido de todo esto." Alex no esperaba esta confesión tan breve y clara. "Si Vd. lo dice, no tengo nada que añadir. Solo que Margarita y toda la familia hace tiempo que perdonaron a sus abuelos. No vale la pena seguir sufriendo por ello; afortunadamente ellos no necesitan nada." "Esta ha sido la parte mas fácil. Al morir mis padres, todo ha sido arreglado; ahora queda lo mas difícil para mi, esperando que me ayudes. Sé toda la historia de vuestros sufrimientos, Dios quiera que todo se solvente y pueda morir en paz." "Todo se arreglará, porque supongo que se refiera a Jeff." "Así es; tengo tres nietos a los que ni siquiera conozco, y soy enteramente culpable de mi errores. Menos mal que mi hijo Jeff ha estado ausente muchos años... "Pero ahora está aquí. Es uno de los mejores hombres que jamás he conocido y estoy seguro…" En aquel momento los gritos de alborozo que dio la niña llenaron la entrada, se paró al entrar frente a Alex, mirándolo. "Perdone, doctor, pero es que me ha dado mucha alegría de encontrarme con my abuelo después de las noticias que tenemos." "¡Adelante, hijita!" La chiquilla saltó a las rodillas de su abuelo y lo besó en la mejilla, y sin parar siquiera, le notificó todo lo que el anciano ya sabía, y añadió: ¿Sabes qué, abuelo? Sandra dice que tiene una hija como yo…" El hombre añadió interrumpiéndola. "¡No sólo eso, preciosa, también tiene un hijo que se llama Alexis, y otros dos primos y prima mayor; todos ellos son primos tuyos, y no son como los de Chicago que son lejanos, mas bien todo lo contrario!" La chiquilla no sabía qué decir con el torrente de información que le daba su abuelo. Se cayó y miró a los que había en la habitación. "Abuelo, vámonos ahora mismo a verlos a todos, porque en casa está solamente mamá y mis hermanos, yo quiero compartir con todos mi alegría. El abuelo abrazó a la chiquilla. Aquel día sin esperarlo todos, los primos, incluso los de Australia, los Tios, se reunieron allí olvidándose las ofensas del pasado. Solo Sandra no participó de aquel hermoso día enteramente, todavía estaba aferrada a las poderosas garras del electricista. Nunca hubo más felicidad en las caritas de aquellos ángeles. CAPÍTULO 25 ------------------ Algunos días después, Alexandra pegaba en la puerta del dormitorio de su hijo; Alexis acababa de salir de la ducha después de llegar de la casa de sus tíos; había disfrutado jugando una buena partida de ajedrez contra John, quien poco a poco le mostraba los secretos del juego. Le había ganado, pero sabía muy bien que no había jugado tan bien como otras veces, incluso le había mostrado los errores que había cometido. "Pasa." Gritó desde el cuarto de baño. No esperaba a su madre porque se había visto un poco rechazado desde el momento que supo que su ella estaba enamorada de alguien. El tenía claro que no tenía ningún derecho a interferir en la vida de su madre, pero se sentía mal sobre esto. ¿Eran celos?. Quería mucho a su madre y le parecía extraño que tuviera que compartir su amor con cualquier otra persona, así que pensó que sería la pequeña María que deseaba algo. Desnudo salió del cuarto de baño cómo siempre lo hacía, Alexandra pudo comprobar la belleza del cuerpo de su hijo, todavía libre de cualquier pelo. Pensó con un poco de pesar que había transcurrido algún tiempo cuando ella bañaba o duchaba aquel precioso cuerpo. No era extraño que tanto chicas como chicos estuvieran a su alrededor, especialmente Helen que no podía ocultar su joven amor por Alexis. "Mamá, ¿qué haces aquí?" La miró sorprendido viendo a su madre en su dormitorio. "¿Te parece extraño que tu madre venga a ver al mas precioso querubín del mundo?" En aquél instante el chico se olvidó de todo y se lanzó a los brazos de su madre. Ahora casi tan alto como ella. Se abrazaron con ternura. "Te quiero mucho, mamá. Siento haber sido tan estúpido contigo últimamente." "No has sido estúpido en absoluto, hijo. Creo que debería haber venido antes y hablar contigo." Hizo una pausa y arrastró a su hijo hasta el sofá, acarició el pelo del muchacho y lo beso en la cabeza. "Te estás convirtiendo en un chico muy guapo, ¿lo sabes?" El chiquillo se sonrojó con las alabanzas de su madre. "¿Más guapo que tu…?" Sintió algo de celos. Alexandra volvió a acariciar a su hijo de nuevo. "Por supuesto. Es un chico estupendo, un hombre maravilloso y guapo, pero tú eres un muchacho especial y nada se puede comparar contigo, como dicen los españoles, -Dios te hizo y después rompió el molde para que nadie pudiera copiarlo- además de que eres mi hijo." Ambos rieron. "En serio Alexis, jamás te haría daño ni a ti ni a la pequeña María. Lo he aceptado como mi futuro marido dentro de un par de años, pero él no tiene nada que ver con vosotros. Es mi vida, no la vuestra." Hizo una pausa permitiendo que el chiquillo pudiera argumentar, sin embargo, Alexis se mantuvo en silencio y muy concentrado. "Tú y María podréis continuar con los Abuelos, si ese es vuestro deseo, él nunca tendrá ningún derecho sobre ti y María. Haré lo que haga falta para que este punto quede muy claro." "Mamá, he visto a chicos obligados por sus padrastros o madrastras a vivir con ellos en contra de su voluntad, algunos incluso prefirieron estar en el orfanato antes de irse con ellos. Sé que tu tienes derecho a vivir tu vida, además, eres una chica joven y guapa, por lo tanto no es extraño que él te quiera si es la mitad de inteligente que tú." Alexandra abrazó a su desnudo hijo incluso más fuerte. "Gracias hijo. No es un hombre corriente, tiene los ojos grandes y profundamente negros, como los de Pablo." Esto hizo que Alexis temblara al recordar al mejor amigo que había tenido. Ella continuó. "Es una verdadera promesa en el campo de la biología y es profesor en la Universidad de Yale. Con el tiempo estoy segura que te gustará; él ya te admira." ¿A mí?" Si no me conoce, ¿cómo podría admirarme?" Ella sonrió. "Porque eres mi hijo y le he contado muchas cosas de ti y de María. ¿Te acuerdas cuando te enfrentaste al sargento y después a mí?" Alexis suspiró. "De eso hace ya mucho tiempo, mamá." "Me dijo que él habría hecho igual que tú." "Por favor, mamá, no le mientas." Se rieron. "Supongo que tenemos que conocerlo antes que os caséis." "Esa es la misma pregunta que me hicieron los abuelos. ¿Tú qué crees? " "Bueno…mas pronto que tarde debemos conocerlo, mejor ahora antes de que te vuelvas loca por él." Se rieron felices. "Eso tiene sentido, prepararemos una cena para antes de que se vuelva a Yale. En la actualidad está atareado dando cursillos de preparación en los hospitales sobre el uso de los parámetros del ADN." Ella cambió de asunto. "Tú, chico guapo, será mejor que te vistas, la cena estará lista en unos minutos, el pequeño Christian ya está preguntando por su Axis." Alexandra sonrió para sí, pensando en la sorpresa que tenía preparada para su hijo. Unas semanas mas arde, Alexandra presentó a Manuel a su familia en una cena informal, todos estaban allí, excepto Lucy, que había vuelto a Australia, y Karl que ya había comenzado sus estudios de medicina. Manuel pudo apreciar la fuerte unión que existía entre nietos y abuelos; él se acordó de la suya con los suyos. Un mes después, la joven pareja voló a Nuevo Méjico para ser presentada a la larga familia descendiente de Hernán Cortés. Allí ocurrió algo que Manuel no esperaba. Cuando Pablo y su familia llegaron, no pudo creer lo que sus ojos veían; el chiquillo rompió el protocolo que existía en aquella casa desde hacía siglos, y abrazó a Alexandra muy fuerte. "No lo sabía… no sabía nada. No me dijo una palabra de esto." Los hermosos ojos del muchacho se nublaron recordando a su mejor amigo y amante. Alexandra no pudo evitarlo y abrazó al muchacho restregándole la espalda. Había crecido mucho, aunque todavía tenía esa suave piel que su hijo siempre mentaba y tanto le gustaba. "Pablo, Alexis tampoco sabe nada, era una sorpresa que quería darle. Incluso tu Tío Manuel estaba en la ignorancia; yo he sido la que ha causado todo esto. Perdonadme." Roto el cristal y las formalidades, Manuel presentó a su futura esposa a toda la familia, por supuesto, excepto a la familia de que ya se conocían muy bien. Todos no podían sentirse más felices ante el prospecto de admitir un nuevo miembro en el clan de los Cortés. Sandra le pidió a Pablo que no le dijera nada a su hijo sobre la conexión entre las familias. Aquellos días fuero grandiosos para la pareja. ********************* Tom envió las muestras: pelo de su padre y de María, y sangre de Alexis al Instituto de Investigaciones Modernas, Inc. pidiendo el análisis de las conexiones del ADN entre los sujetos A (John Corporate) B (Alexis), y C (la pequeña María), por supuesto sin mencionar ningún nombre. Dos semanas después recibió el siguiente informe. ""Los genes de "A" están presentes en "B" y "C" en grado 2; no al contrario. Los genes de "B" están presentes en "C" en grado 1, y los genes de "C" están igualmente presentes "B" en grado 1". El grado 2 determina, por ejemplo, la relación que existe entre los abuelos y sus nietos. El grado 1 determina la relación que existe entre los hermanos de un mismo padre y sus progenitores, o sea, padres con sus hijos y viceversa."" "Bienvenido, hermano. ¿Cómo te encuentras hoy, Tom? Parece como si estuvieras preocupado por algo." Dijo Margarita. "¿Cómo te las arreglas para entrar en la mente de las personas? Si, tengo algo y quiero compartirlo con vosotros dos." Margarita trajo zumos de naranjas y mientras bebían la fresca bebida, sacó el papel del sobre y se lo dio a su hermana para que lo leyera. "Para tu información te diré: "A" es mi padre, y "B" y "C" son Alexis y María, respectivamente. ¡Quien lo iba a pensar!" Ella miró a su hermano con cariño, pero desaprobaba su acción; entonce pasó el papel a su marido, quien lo leyó cuidadosamente. "¿Por qué hiciste esto? y lo que es ahora más importante, ¿qué vamos a hacer con esta información, hermano? Preguntó Margarita. Alex entonces dijo: "Sugiero no hacer nada, o como máximo, decírselo a John. Él ama a los niños tanto como nosotros. Tiene el derecho a saber que esos niños son también sus nietos." "El ya ha decidido nombrarlos como sus herederos, incluyendo a Helen si ella se casa con Alexis. Sé positivamente que él ha modificado su testamento en ese sentido. Me lo consultó antes de hacer nada, al ser yo su heredero universal, como su hijo, y yo estuve completamente de acuerdo. Eso fue mucho antes de que yo supiera esto." Margarita entonces dijo: "En este caso, eso es algo adicional. Sin embargo, jamás deberíamos decírselo a los niños. Todavía son demasiado jóvenes y tienen algunos prejuicios contra su progenitor. Debemos evitar que ese rechazo pudiera de manera instintiva pasar a John. Alexis ama y admira a John que ha conquistado su joven corazón. María es algo diferente. "De acuerdo. Sé que él desaprobará lo que he hecho, pero ahora ya no puedo hacer nada, debo ser honrado con él, como siempre lo fui." Tom se levantó, beso a su hermana y abrazó a Alex. Volvió a casa y se encontró con su padre en la biblioteca. "Papá, quiero decirte algo importante… pero deseo que no te enfades por ello, ya no se puede dar marcha atrás." El anciano miró fijamente a su hijo. "Tom, ¿crees que a estas alturas hay algo en el mundo que me pudiera enfadar contigo? Has sido el mejor hijo que jamás pude imaginar, una bendición en mi vida. ¿Cómo podría enfadarme?" Entonces John sacó la hoja y se la enseñó a su padre. "Margarita y Alex han desaprobado mi conducta y me han aconsejado que debería decírtelo, pero no a los niños, al menos por ahora." John leyó el papel y sonrió; entonces miró a los todavía profundos ojos negros de su hijo. "Tom, yo he sido incluso mas deshonesto contigo, tú eres el que deberías estar enfadado conmigo y no al contrario." Tom no supo qué decir mientras que John continuó. "Cuando hablamos de ojos verdes, pensé sobre la misma posibilidad. Urgente, envié dos muestras de pelo, una de Alexis y otra mía, a un antiguo amigo que trabaja en Oxford; y justo tres días después, sabía que los dos niños eran descendientes míos. Estoy de acuerdo con Margarita y Alex. Nunca se lo diremos. Soy su ascendiente pero no su abuelo, eso es otra cosa que hay que ganársela día a día con cariño, y ya he ganado mucho con Alexis. Por lo tanto, voy a modificar mi testamento para que refleje esta circunstancia, así que se enterarán cuando yo ya no esté aquí. Ya tengo el amor del chiquillo y eso es lo que me importa a mi." "Si, has conquistado su joven corazón y él te quiere tal y como eres. En el futuro, quizás encontremos el momento de decírselo. Al siguiente domingo, Helen y sus padres estaban a bordo del avión y pronto aterrizarían en el Aeropuerto J.F Kenedy; la chiquilla estaba nerviosa deseando que la nave corriera como el rayo. "Papá, ¿No puede este trasto ir más deprisa?" "Lo siento, pero cada cosa tiene su tiempo y debes aprender a tener paciencia, hija. Todo llegará y pasará." La chiquilla suspiró pensando en el reencuentro, tenía tantas cosas que contarle a su chico… se imaginaba lo que iba a ocurrir. "Mamá, en cuanto lleguemos a casa lo llamaré y estoy segura que, a pesar de su educación, vendrá como un ciclón y yo soy su borrasca que lo acogerá como se merece." La madre sonrió. "Estás loca por ese rubiales, ¿eh?" "Así es mamá. Ahora no hay sirvientes, nada más que nosotros, por favor no lo estropees." Alexis estaba jugando con Christian y María cuando la Abuela recibió la llamada. No necesitó decir palabra alguna, como siempre, nieto y abuela eran solo un ente. En segundos el chiquillo pedaleaba por la gran avenida, dejó la bici de cualquier manera fuera, entró y no vio a nadie nada más que su amada, a pesar de que los padres estaban allí. Sus jóvenes corazones explotaron de felicidad al echarse en los brazos el uno y la otra. Se abrazaron y besaron frenéticamente como si no hubiera un mañana. Sus padres sonrieron y los dejaron solos para que gozaran de su joven amor. "¡Jamás volveré a irme sin ti a ninguna parte! "Ni yo te dejaré que te vayas, aunque me digas machista." Se cogieron de la mano y se fueron debajo de su árbol a gozar de aquellos maravillosos instantes. Recibiendo las caricias de su amante, Helen dijo besándole las palmas de las manos: "Ahora entiendo al poeta cuando dijo: *Me gusta las despedidas para después disfrutar de las llegadas*" El tiempo pasó rápido; Alexis y Helen cumplieron 12 años, Tommy 11, y Pablo tendría 13 dentro de tres meses, aunque parecía menor. Manuel voló a su tierra a pasar las Navidades con su familia. Los colegios en México no reanudaban las actividades escolares hasta después de la Epifanía. Como ya habían acordado, con Alexandra, el 27 de diciembre, él voló de vuelta a NY acompañado de Pablo, Alexandra los estaba esperando. No le había dicho nada a su hijo, sin embargo, Alex y Margarita estaban al tanto de la visita del chico. Cuando entraron en el gran cuarto de estar, Alexis y Tommy estaban jugando con Christian; Alexis se levantó al oír la puerta principal cerrarse; se quedó paralizado al ver a Pablo de pie frente a él. No se podía mover con los brazos caídos. Pablo saltó y abrazó a su mejor amigo. Los ojos de Alexis se nublaron cuando sintió los brazos de su amigo a su alrededor y él hizo igual con Pablo. Querían decirse cuanto se habían echado de menos; no obstante, cariñosamente se separaron. "Rata, no me habías dicho nada." Se abrazaron de nuevo al tiempo que Pablo le murmuraba. "Te quiero, mi eslavo y te he echado mucho de menos." Se pusieron rojos. Pablo besó a Margarita, Alex y al resto de los niños mas pequeños. Tommy se quedó a parte, pero Pablo lo había visto muchas veces en la fotos que Alexis le enviaba junto con los email. Se aproximó al chiquillo más joven, y después de algunas dudas, se abrazaron suavemente. Pablo, más experimentado y sabiendo que su nuevo amigo se sentía gay, susurró al oído. "Eres mucho mas guapo que en las fotos." Tommy parecía que estaba en el cielo al tiempo que sentía el afecto del joven mexicano. Se separaron porque las pichas de los jóvenes empezaron a ponerse tiesas como palos. "¡Vamos a mi habitación!" Alexis cogió la maleta de Pablo y volaron al piso de arriba. Cerraron la puerta y Alexis sugirió con picardía. "Supongo que estarás cansado y con necesidad de una ducha. Tom y yo estábamos preparados para darnos un baño." Se sonrieron con travesura como tantas otras veces había hecho mientras Tommy se sonrojó porque no tenían la menor intención de ducharse hasta que llegara Pablo. Los dos chicos mayores empezaron a desnudarse con algunas dudas, Tommy los siguió. Comprendió en aquel momento cuanto se habían amado aquellos dos chicos y ahora lo invitaban a participar del aquel amor especial sin ninguna restricción, como si hubiera estado desde siempre con ellos. Pablo miró a su nuevo amigo que ya estaba desnudo y no pudo sino admirar el maravilloso cuerpo del guapo bailarín. Pablo suspiró y Tommy le sonrió con astucia. "Tu picha ha crecido mucho últimamente, la mía está mas o menos igual." Dijo Pablo. Alexis sonrió y miró a su mejor amigo; no tenían ningún secreto entre ellos, añadió señalando a la preciosa picha de Tommy. "Sin embargo, me gustaría probar ese precioso gusano de alrededor de cuatro pulgadas; no estoy equivocado ¿verdad?" Alexis se fue a la puerta y la cerró con llave mientras sonreía. Pablo despacio tiró del chiquillo mas joven y lo besó tiernamente en los labios; Tommy estaba ya muy caliente e inmediatamente respondió a Pablo introduciendo su lengua en la boca. El chiquillo menor se sintió enormemente feliz porque era acogido entre los dos amigos como jamás nadie lo había hecho antes, excepto su primo. ¡Era maravilloso!. "Había soñado hacer esto desde que te vi en las fotos." Dijo Tommy. "Ahora mi sueño se ha cumplido y me he encontrado que la realidad es aún mejor." Alexis estaba excitado, empujó a los dos chicos a la cama. "Hagamos algo, de lo contrario mis huevos van a explotar." Dijo Alexis restregándose la picha. Alexis empezó a acariciar la suave cara de Pablo como acostumbraba a hacer en el pasado, dándole pequeños besos en la punta de la nariz. "Tu piel continúa siendo tan suave como siempre ha sido, me encanta acariciarla." Dijo Alexis excitado. Pablo no podía resistir la sensación que Tommy y Alexis les transmitían. Pensó que no era el momento pero no pudo evitar decirle a su amigo lo que tenía en mente desde que su Tío le habló de la visita. "Por favor, Alexis, fóllame; nadie me ha hecho nada desde que lo hicimos en la graja, lo necesito." Se puso rojo como la grana al pronunciar estas palabras. Alexis miró con cariño a su querido amigo. Miró de soslayo a su primo y el chiquillo asintió excitado. Quería ver como su primo se lo hacía a su mejor amigo. "Estoy excitado, no podía parar de pensar en esto, aunque creo que esta noche habría sido mas apropiado." "Tenemos tiempo suficiente." Tommy señaló. "Helen no llegará hasta la hora de la cena y no tenemos nada que hacer hasta entonces, excepto…" El chiquillo se ruborizó. "De acuerdo, Tom, tráeme una toalla grande de aquel armario." Pablo clavó la vista en las nalgas del chiquillo al tiempo que las movía arriba/abajo. Comentó con Alex. "Tiene las mas preciosas nalgas que jamás he contemplado." Tommy oyó los comentarios de su nuevo amigo. Extendió la toalla y murmuró al oído del mexicano: "Quiero tu gorda picha dentro de mí." Se sonrió, pero estaba rojo cómo la grana. "Lo haremos esta noche, no te preocupes, sin embargo, primero quisiera que fueras tú quien me follara." Eso incluso excitó más al chiquillo mas joven, su primo ya lo había follado pero él nunca lo había hecho con nadie porque Alex no era homosexual y no le gustaba. Por otro lado, él no había intentado encontrar otro chico como él para hacerlo. Alexis buscó en el cajón de la mesilla de noche y sacó la vaselina; puso un poco en el culo del mexicano y otro poco en su pene. Tommy tenía los ojos clavados en la preparación. Aquello era extraordinario y no se perdía un detalle. "¿Como quieres que lo hagamos, Pablo? Estoy preparado para hacerlo como a ti te guste más, tu eres nuestro invitado…" "Quiero hacer feliz a tu guapo primo al mismo tiempo, y tenemos los medios necesarios." Tommy suspiró, no sabía que iba a participar en el juego sexual: eso hizo que su corazón se expandiera por el amor del mexicano. Ahora no veía extraño que su primo amara tanto a aquel muchacho aún no siendo él homosexual. "Yaceré en mi costado derecho de manera que puedas follarme desde atrás. Sé que a ti te gusta mucho. Por favor, Tom, ponte delante de mí, quiero esa preciosa cara a mi lado, después puedes cambiarte a sesenta y nueve. Los tres chiquillos entraron en acción. Por primera vez, desde hacía varios meses, Alexis se puso como dos cucharillas detrás de su amigo, le levantó la pierna y empujo fuerte su caliente picha. Encontró un poco de resistencia ya que Pablo ahora era virgen. Retrajo su herramienta y volvió a empujar, incluso mas fuerte, unos pocos centímetros y la cabeza entraron; hizo una pausa dejando solo el glande dentro porque oyó los gemidos de Pablo; tenía su boca pegada a la del pequeño Tom. De nuevo Alexis se retrajo y empujo de nuevo excitado con determinación, esta vez entró totalmente dentro de aquella cueva que él conocía tan bien. Pablo gimió de placer. Permanecieron allí quietos durante casi un minuto, mientras Tommy se cambió a sesenta y nueve engolfándose la picha de Pablo en su boca; al mismo tiempo sintió como todo su paquete era absorbido por Pablo, entonces advirtió al chiquillo como Alexis lo estaba follando. "Tom, te advertiré cuando se acerque el gusto, porque ya echo semen y no se si a ti te gusta el sabor." Tommy dejó por unos segundos el maravilloso instrumento. "No te preocupes, quiero llevármelo conmigo y aprender como sabe tu semilla." Pablo no tenía en su cuerpo ni un simple pelo, excepto en su cabeza y unos cuantos sedosos cabellos en la base del pene que mostraba que él había entrado en la pubertad. A Tommy le encantaba esos pelillos; los había chupado y sintió un cosquilleo en la nariz que producía cuando su boca llegaba al fondo de la picha. El se admiraba así mismo de cómo su boca podía coger casi enteramente aquella picha tan larga y gruesa. Unos pocos minutos mas tarde, Alexis no pudo aguantar más y empezó a follar a Pablo rápido y fuerte. ¡Aquello era maravilloso! Solamente podía escuchar gemidos desde todas las partes. Pronto los tres entraron en la última fase, completamente incontrolados. Pablo fue el primero que explotó al estar cuidado desde ambos lados. Tommy sintió el primer disparo de semen de su vida en su garganta que pronto se tragó y no pudo apreciar su sabor, el siguiente cayó en su lengua. Era un poco raro pero bien. Eso hizo que su mente subiera el último escalón de su particular arco iris y continuó chupando a Pablo hasta que ya no había nada que extraer. Alexis le dio un empujón final a Pablo y él también se desahogó. Los tres permanecieron quietos durante un par de minutos disfrutando de la felicidad que la Madre Naturaleza les otorgaba recobrando la energía gastada. Tommy retornó a su posición original, acarició la cara del mexicano y le beso en la boca introduciendo su lengua para que Pablo pudiera gozar de su propio semen. "Me gustas mucho, Pablo, eres lo que siempre he buscado y jamás había encontrado hasta encontrarme con mi primo y contigo." El chiquillo mexicano acarició la cara de Tommy como si fuera la joya más delicada, preciosa y cara que existiera en el Universo. "Igual me ha ocurrido a mi contigo, mi ángel." Se abrazaron tiernamente al tiempo que Alex sacaba su flácido pene del húmedo canal de su amigo. Se sintió un poco culpable recordando a su adorable Helen que con toda probabilidad aquella noche dormiría en sus brazos. Por otro lado también sintió alguna envidia, ya que no podía ser parte de aquel amor que acababa de nacer entre su amigo y su primo. Ellos eran como almas gemelas, sin embargo, al mismo tiempo, se sintió muy feliz. Rápidamente se ducharon y se bajaron al gran cuarto de estar; Christian corrió para encontrarse con Alexis, el chico lo levantó por encima de su cabeza y el pequeño chillaba excitado de felicidad. Unos minutos más tarde llegó Helen; permanecería con ellos durante el fin de semana. Los ojos de Alexis chisporretearon cuando le presentó a Pablo, este comentó: "Alexis es un chico muy afortunado, me dijo que eras preciosa, pero no tanto como realmente te veo yo." Los educados comentarios hicieron que Helen se pusiera roja. Ella no hablaba español, aunque sabía algunas palabra que le había enseñado su adorado muchacho. "Gracias caballero por tus inmerecidas alabanzas." Había nevado aquella mañana y el jardín estaba precioso; todos los niños salieron fuera a disfrutar la fresca tarde tirándose bolas. La noche llegó y poco tiempo después de la cena todo el mundo se fue a la cama. Christian y la pequeña María estaban ya dormidos. Pablo estaba excitado, tan pronto como entraron en la habitación de Alexis, puso un brazo sobre los hombros de su amigo y el otro sobre los de Tommy, empujándolos en un pelotón sobre la cama. Empezaron hacerse cosquilla unos a otros y pronto las risas de los tres chiquillos se podían escuchar en toda la casa. "Pablo, en aquel mueble encontrarás pijamas para los dos." Pablo miró a sus amigos con picardía. "¿Pijamas? ¿Para qué?" De nuevo empezaron a reír, entonces Alexis miró a su primo y a Pablo. "Creo que ninguno de los dos me necesitáis esta noche, ¿estáis de acuerdo?" Tommy observó intensamente con cariño a los negros ojos del mejicano y encontró un montón de amor en ellos. Instintivamente se abrazaron. "Si, estoy en lo cierto y muy contento de que hayáis coincidido. Los dos sois mis mejores amigos y ya podéis imaginaros lo feliz que me hacéis; por lo tanto, en unos minutos, os dejaré solos, alguien me está esperando. Volveré mañana de madrugada, así que me llevaré la llave conmigo." Pablo no sabía qué decir. Tenían lágrimas de alegría y felicidad los tres. "Gracias, Alexis; no puedo expresar lo que siento en estos momentos, pero…" "No necesitas decir nada, Pablo. Ya sabes como me siento respecto a ti. Así que disfrutad los dos mientras estáis juntos aquí. Os lo merecéis." Se fue, cerrando la puerta con llave para que nadie los molestara. Se fue a encontrarse co Helen en su nido en el ático. Pablo miró a su nuevo amante y lo besó tiernamente. Permanecieron quietos y unidos durante un par de minutos sin decir una sola palabra. Pablo acarició el sedoso pelo de su amigo y de vez en cuando le besaba los preciosos rizos. "Te quiero, ángel Mio." Dijo el mejicano casi en un murmullo para que las palabras no destruyera la unión que venía de lo más profundo de sus corazones. La cabeza del chiquillo alcanzó los ojos de Pablo; todavía no había empezado el gran estirón como Pablo, este abrazó al atlético muchacho fuertemente levantándole la rizada cabeza reclamando los labios de su amante. Pronto sus jóvenes necesidades empezaron a crecer al tiempo que sus pichas hacían en los pantalones pequeñas tiendas. "Te quiero, azteca mío." Pablo sonrió, nadie lo había nombrado con ese nombre antes. "Vamos a pasarlo bien y como probablemente lo está haciendo mi primo con su chica." Iba a empezar a desnudarse, pero Pablo lo paró. "Por favor, déjame que yo lo haga, quiero descubrir centímetro a centímetro el cuerpo mas precioso que jamás he visto." Tommy sonrió y se quedó quieto mientras Pablo se sentó en la cama y empezó a desnudarlo poco a poco. Dejó para el final la ropa interior que ya mostraba una mancha del líquido preseminal. Pablo tiró hacia debajo de los calzoncillos y se metió en la boca el precioso pene de tres pulgadas y media. Tommy gimió de placer al tiempo que el chico experto lo chupaba con ansiedad. El azteca quería que Tommy tuviera un orgasmo antes de que empezara la sesión, ese sería su mejor regalo. Tommy quería argumentar pero no pudo. Puso las manos en la cabeza de Pablo y la movió hacia atrás y adelante con éxtasis. La lengua maestra de Pablo no necesitó mucho tiempo para llevar a chiquillo al tope del mas exquisito arco iris. No pudo permanecer de pie, las rodillas le fallaron, cayendo encima de su nuevo amigo y amante. Pablo cogió al niño en sus poderosos brazos y lo depositó sobre la cama. Tommy tenía los ojos cerrados pero sus labios rojos mostraban una preciosa sonrisa que Pablo le puso fin con un suave beso. Tommy puso sus musculosos brazos alrededor del cuello de su amigo y le devolvió el besó. "Te quiero mucho, azteca mío." Pablo le sonrió dulcemente. "También te quiero yo, angel mío. ¿Te gustó mi regalo?" Tommy asintió y Pablo le lamió los hoyitos de las mejillas. "Por favor, permíteme que te desnude." Tommy se puso de pie y le desabrochó la camisa, entonces le quito la parte alta de la ropa interior; frente a él estaba el pecho del mejicano que parecía terciopelo; Tommy no pudo parar de besar las tetillas y chuparlas un poco. Pablo tembló con el delicado toque de la lengua del bailarín. Tom se fue entonces a la cintura del mejicano, introdujo los dedos en la banda elástica y arrastró los calzoncillos hasta los talones de su amante. El recto pene golpeó contra la piel del abdomen haciendo un sonido que al muchachito le hizo gracia, Tommy rió y Pablo con un suspiro salió fuera de la ropa interior; ahora estaba completamente desnudo. Tommy se sentó en la cama y con suavidad puso la mano alrededor del gran escroto que colgaba de la base del pene del muchacho mayor, con cuidado lo estrujó. En frente de él estaba aquella gloriosa picha. Sin más preliminares se la metió en la boca, mientras que con la mano izquierda masajeaba los huevos; despacio empezó chupándolo. Pablo gemía de placer, no podía entender como su nuevo amigo había aprendido tan rápido. Tommy puso su mano derecha alrededor de las nalgas y empezó a magrearlas. Solo unos minutos de caricias hizo que la voz ronca de Pablo dijera: "El placer me llegará en unos pocos segundos." Tommy sonrió y se preparó. Pablo casi gritó al tiempo que empujaba su pelvis expulsando su primer chorrito de semen en la lengua del jovencito. Tommy rápidamente retiró la boca y puso la mano derecha alrededor de la picha estrujándola. Pablo volvió a expulsar de nuevo su semen que cayó sobe la cara, la nariz y la barbilla. Hacia solo unos meses que había empezado a echarlo, así que todavía el semen era poco y claro, aunque esta vez, pensó, había echado más que nunca. Vacío, se sentó en la cama al lado de Tommy; puso las manos alrededor de la preciosa cara y lo besó con ternura. Entones empezó a lamer la cara del chico, como si fuera una gata con sus gatitos, hasta que no quedó nada, entonce lo atrajo hacia si y lo besó con ternura en los labios saboreando su propia semilla. Tommy se sintió en la gloria con la ternura de su amante. Su sueño de tener su cara cubierta de semen se había cumplido. Nunca había revelado a su primo estas fantasías y sueños porque sabía que Alexis estaba tan seco como él. Pablo abrazó muy fuerte a su nuevo amor y escucho sus suspiros. "Te quiero, ángel mío. Gracias por estos maravillosos momentos." Por respuesta, Tommy llevo de la mano a Pablo a la cama. Yacieron mirándose e intercambiando caricias. "¿Quieres follarme, Pablo?" El muchachito mejicano miró dentro de aquellos maravillosos ojos y le acarició rápidamente los hoyitos de la cara. "Quiero hacerte el amor, disfrutar tu felicidades y tus temores si los tienes, en suma quiero estar contigo el resto de nuestras vidas, en suma, amarte como tu eres, te mereces hacerte feliz, disfrutar contigo de la felicidad. Follar a alguien es sexo y parte del amor, sin embargo, no siempre es necesario, como ahora, si tú no quieres. Durante estos pocos días tendremos tiempo más que suficiente, si tú lo deseas. En estos momentos lo que mas quiero es abrazarte y besarte lo mas que pueda." Tommy se subió encima de Pablo y empezó a besarlo por todas partes; algunas lágrimas se le escaparon hacía abajo por las hermosas y blancas mejillas que cayeron sobre la cara de Pablo. Eran lágrimas de felicidad. "Te quiero, azteca mío. Adivinas mis pensamientos como si fueras un brujo." Se movió hasta su lado derecho y se acunó dentro de los poderosos brazos de Pablo. Estaban unidos como dos cucharillas de café, las piernas cruzadas y los cuerpos unidos como uno solo. Pablo puso su brazo izquierdo alrededor de la cintura del chiquillo como protegiéndolo, entonces lo beso en la mejilla las buenas noches. CAPÍTULO 26 ------------------ Alexis volvió algún tiempo después, cerca del amanecer, y los encontró en una posición diferente. Tommy y Pablo estaban echados de barriga, el brazo derecho debajo de la almohada y las cabezas en el lado derecho, sin embargo, el brazo izquierdo de Pablo yacía sobre los hombros del chiquillo como protegiéndolo; sonrió, esta era también su posición favorita para dormir. Comprendió lo que había emergido entre estos dos seres humanos. "¡Un gran amor!" Suspiró. Se quitó el albornoz blanco, se desnudó y se metió debajo de la colcha, entonces besó el hombro izquierdo de su amigo. No podía comprender por qué amaba tanto al chico mejicano, no obstante, notó que estaba perdiendo interés en el sexo con otros chicos desde que conoció a Helen, pero quería a Pablo inmensamente, más que nunca, probablemente echaba de menos un hermano que nunca tuvo. Se metió en la cama, puso su brazo sobre los hombros de su amigo y se echo a dormir. Al día siguiente tendría lugar la asamblea anual del nuevo colegio, asistiendo todos los alumnos y alumnas y sus familias. Normalmente la celebración se hacía en el gran salón de asambleas que disponía de un gran escenario. Brenda llegó y encontró a los chicos todavía en la cama. Tommy bailaría como el último acto de la representación. Pablo no sabía nada de todos esto. "¿Donde están los chicos?" pregunto a su hermana Margarita. "Todavía durmiendo, las emociones de ayer han hecho pagar su peaje." Brenda caminó hasta las escaleras para despertarlos; pego en la puerta pero no obtuvo respuesta. Despacio la abrió y durante algunos instantes contempló la preciosa imagen. Llamó a Margarita para que se acercara; lo hizo con el pequeño Christian detrás de ella. "¿No es esto una preciosa imagen, hermana?" ¡Qué lástima que tengan que crecer!" Suspiró. "Si, tienes razón, pero la vida es así." Antes que se dieran cuenta, el pequeño Christian saltó a la cama encima de Alexis. "¡Axis, Axis, levántate!" Dijo utilizando su lengua de bebé. Los tres chicos se despertaron y se miraron el uno al otro al tiempo que Brenda y Margarita cerraban la puerta y se iban. Tommy miró al reloj de la mesita de noche. "Vamos a darnos una ducha rápida, de lo contrario llegaremos tarde." "¿Llegaremos tarde adonde? Preguntó Pablo, todavía restregándose los ojos. Sus amigos lo miraron con cariño. "Me olvidé decírtelo anoche." Dijo Tommy. "Asistiremos a la asamblea anual de nuestro colegio, yo soy unos de los que actuarán." Alexis le había informado que su primo era un buen bailarín de danza. "Si, bailaré; antes lo hice para mi primo y hoy lo haré para ti." Pablo no supo que responder, estaba sorprendido. Acercó su boca al oído de su amante. "Te quiero." Tommy sonrió feliz al tiempo que saltó de la cama. "Vamos, jugaremos a bomberos en el cuarto de baño. Yo seré el edificio en llamas." El pequeño Christian adivinó la diversión y se unió a los tres chicos. Alexis iba a pararlo, pero cambió de pensamiento. Desnudó al pequeño diablillo y lo metió dentro de la gran bañera. "¿Preparados? Uno, dos, tres…" Dos potentes chorros de la amarilla orina apuntaron al cuerpo de Tommy al tiempo que reían. El pequeño Christian levanto su pequeño gusano e imitó a los chicos mayores. Después de aquellos momentos de alegría, empezaron a ducharse, sus pichas se pusieron cada vez mas duras. No tenemos ahora mas tiempo para mas diversión, de lo contrario llegaremos tarde." Dijo Tommy. Terminaron rápidamente y Alexis vistió al pequeño después de secarlo, pero solo en su ropa interior. Con albornoces bajaron a la cocina para desayunar. Alexis envolvió en una toalla al querubín y se lo entregó a la abuela diciéndole: "Ha participado en el juego de los bomberos. Es un buen aprendiz, abuela." Tenían hambre, sin embargo Tommy tomó un desayuno ligero y energético, no podía cargar demasiado su estómago para danzar. Algún tiempo después toda la familia, excepto Christian, entraban en el enorme salón de actos que estaba ya casi lleno de chicas, chicos y sus familiares. Después de que el Director impusiera silencio, se dirigió al público que asistía al evento: "Dentro de unos minutos, nuestros alumnos van a empezar a mostrar lo mejor de sus habilidades referentes a historias, diversiones, música, etc. No son profesionales y lo hacen con el solo deseo de que Vds. pasen un buen rato. Por favor sean comprensivos con ellos, solo son niños." Se oyeron aplausos al tiempo que un grupo de niños y niñas, debidamente disfrazados, representaron momentos de la proclamación de la Constitución. Continuaron otras representaciones. Cuando se produjo la próxima pausa, Tommy dejó a la familia y el chiquillo miró a Pablo a los ojos. La representación continuó y todo el mundo esperaba la última y final actuación. Las noticias sobre Tommy se habían extendido y todos esperaban comprobar lo que había de verdad. Era gente rica y acostumbrada a lo mejor. Antes de que las pesadas cortinas se corrieran, la maravillosa música del "Lago de los Cisnes" empezó a sonar. Era mágico, los niños y los padres guardaron un respetuoso silencio. De pronto aparecieron una niña de unos nueve o diez años y Tommy a su lado. Inmediatamente todos los asistentes centraron la atención en el chico que danzaba en el escenario. Más o menos, el muchachito bailó como ya había hecho la primera vez para Alexis, sin embargo, esta vez estaba vestido como un príncipe de los cuentos de hadas, y la niña no era un espíritu invisible como cuando lo hizo para Alexis. Unas pocas veces se encontró con los ojos de Pablo; el chico mejicano no pudo contener su emoción, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener ocultas sus lágrimas. La representación terminó y todo el mundo aplaudió a rabiar, la pareja tuvo que salir varias veces al escenario oyendo los "bravos" del público inclinándose dando las gracias como si fueran profesionales. Pablo y Alexis abandonaron sus asientos cuando la representación finalizó. "Lo cuidaremos. Por favor, esperarnos en el vestíbulo." Dijo a su tía Brenda. Lo chiquillos corrieron a la parte trasera del escenario y un vigilante los paró. "Somos los primos de Tommy." El vigilante les sonrió. "Por favor, dile que todo el colegio está muy orgulloso por su actuación." Dijo, al tiempo que el público los llamaba por tercera vez; cuando ya estaba terminando Tommy apareció exultante y se echó en los brazos de los chicos. Se abrazaron emocionados, entonces Pablo dijo: "Mejor nos vamos a los vestuarios, hay corriente de aire aquí y podrías coger un resfriado; está sudando. Los tres rápidamente entraron en la habitación. En la puerta, Alexis abrazó a su primo y lo besó en la mejilla. "Mientras tú le ayudadas a cambiarse yo haré de guardia para que nadie os moleste." Entraron y Pablo le apretó la mano. La puerta se cerró. En el centro de la habitación, Tommy se echó en los brazos de su amante tiernamente. Tommy miró a los ojos de su amigo y vio lágrimas queriendo salir. El comprendió. "¿Te ha gustado? Tú me inspirarte." "No tengo palabras para expresar lo que sentía cuando saltabas, especialmente cuando el príncipe moría." Mejor será que te quites la ropa, estás todo húmedo de sudor." "Por favor, ayúdame, dame aquella toalla para secarme." Pablo lo hizo, pero era muy difícil quitarle la parte alta del maillot. Pablo introdujo los dedos en la parte de la cintura y tiró hacia arriba por encima de la cabeza del chiquillo, descubriendo los preciosos pectorales y especialmente las húmedas tetillas. No pudo evitar lamerlas y chuparlas unos segundos. Tommy tembló con los tocamientos de su amigo. La picha del niño estaba dura desde el momento que Pablo lo había abrazado. Cogió la toalla y lo secó cuidadosamente, dejándola sobre sus hombros para evitar que se resfriara. Entonces se arrodilló delante y empezó a quitarle los ajustados calzoncillos; Tom puso las manos encina de la cabeza de Pablo para mantener el equilibrio, el contacto hizo que temblara. Al tiempo que Pablo tiraba de la ropa interior hasta los tobillos, su precioso pene duro saltó fuera frente a su cara. Pablo no pudo resistir la tentación y se metió todo el paquete dentro de la boca. Tommy necesitaba aflojar la tensión de su cuerpo. Pudo decir entre gemidos: "Por favor, no pares ahora. Te necesito." "Muy bien, Ángel Mio." Pablo sabía que la puerta estaba guardada, y él lo que mas deseaba era complacer a su nuevo amante. No necesitó mucho para mandar a Tommy a lo más alto de su arco iris, provocándole un maravilloso orgasmo. Como ocurrido antes, el chiquillo se derrumbó en los brazos de Pablo, ya que sus fuertes piernas no pudieron sostenerlo. Pablo llevó al chico a una silla y lo sentó, terminando de secarlo y vestirlo como si fuera un bebé. Tommy lo abrazo, una vez más, y Pablo le sonrió. "Eso ha sido por tu actuación." Tommy ya recuperado, le dijo al oído: "Esta noche dormiremos en mi casa, ya lo tengo todo preparado; entonces te lo devolveré todo." Pablo abrió la puerta y Alexis les sonrió a los dos. "Vámonos, el teatro está ya casi vacío." Los chicos corrieron para encontrarse al resto de la familia. Todos lo felicitaron por su grandiosa actuación; él era el héroe de la noche, especialmente para su Tío Tom. "No sabía que además de un buen diseñador de moda, eras también un buen bailarín de ballet." Aquella noche Tommy y Pablo estaban en la cama, el más joven encima del mejicano, se recuperaban de la última sesión de amor, todavía la picha más gruesa de Pablo enterrada dentro del intestino de Tommy; la cabeza del chiquillo yacía en el hombro del mexicano disfrutando de aquellos tiernos momentos. Pablo no dejaba de acariciar las espaldas del niño desde la cintura hasta el cuello. Tommy todavía notaba el resbaladizo semen entre sus barrigas, se había producido durante la culminación del acto cuando Tommy había follado a Pablo por primera vez; él nunca lo había hecho con nadie antes. Se sentía enormemente feliz y seguro entre los fuertes brazos del moreno mejicano. Entonces murmuró: "Por favor, no pares y abrázame muy fuerte; me gusta sentir la suavidad de tu pieI contra la mía." "Te quiero, mi ángel." Tommy le sonrió tiernamente. Si, se amaron el uno al otro desde el primer momento cuando se encontraron; sin embargo pensó mucho sobre su primo Alexis. ¿Se había comportado honradamente llevándose a Pablo con él? Expresó estos sentimientos a su nuevo amante con un murmullo. "Pablo, me siento culpable porque te he separado de mi primo; él no se merece eso." Pablo suspiró y acarició el precioso cabello ensortijado de su chico. "No te preocupes, mi ángel. Él ahora está en los brazos de Helen." "Tú lo amas, ¿verdad?" "Ambos sois muy especiales para mi. Quiero inmensamente a tu primo, daría mi vida por él. Sin embargo lo amo en una forma diferente que a ti. Él jamás será mi amante, a pesar de que me ha follado muchas veces y echado muchos ratos de sexo juntos, no es homosexual como tú y yo. Todavía no sé por qué nos queremos de esa manera. Estoy seguro que ese amor especial durará toda nuestra vida; no tiene nada que ver con el sexo, sino con nuestros corazones." "Eres grande, azteca mío." Volvió a poner de nuevo la cabeza en el hombro de Pablo y se echaron a dormir con el grueso pene del mexicano alojado en sus entrañas. El siguiente día sería el último del presente siglo y del milenio y querían estar recuperados y preparados para celebrarlo. Algunos bloques más allá, en la casa de Alexis, todo el mundo estaba dormido, la casa en silencio, excepto en la habitación del ático. Helen y Alexis se estaban recuperando del ejercicio del "plato principal", sus cabezas yaciendo sobre la almohada mirándose el uno al otro. Tiernamente ella acariciaba la cara de su chico besando los brillantes ojos verdes, tenían la misma conversación que Tommy y Pablo. "¿Está Pablo con Tom?" Alexis sonrió recordando como Pablo había sido atrapado en los preciosos ojos de chiquillo. Era muy feliz que ambos se quisieran. "Tú lo quieres, ¿verdad?" Alexis contestó casi en un murmullo a su adorada muchachita. "Si, lo quiero muchísimo, es muy especial para mi." Iba a añadir algo más, pero la inteligente Helen interrumpió sus pensamientos. "Mes has contado que tú habías tenido relaciones sexuales muchas veces con él." Ella sintió un picotazo de celos y quería ir más lejos. "¿Lo... lo follaste alguna vez?" Como el muchacho siguió en silencio, ella entendió como afirmativo, y fue mas allá en esta pregunta crucial que le quemaba el corazón desde el momento que supo de las relaciones habidas entre los dos chicos. "¿Te… te lo hizo él también a ti, Alexis?" El chiquillo se puso serio como jamás lo había estado, mostrando una mueca en su preciosa cara. Cuando las palabras brotaron de su boca, la niña se arrepintió de haberlas pronunciado, por tanto rápidamente añadió. "Por favor Alexis, olvídalo; no tengo ningún derecho para hacerte esas preguntas tan personales y privadas. Lo siento…" Los ojos de la niña se nublaron de lágrimas porque sabía que había ido demasiado lejos, pero iba aprender una lección sobre la gran persona que era su chico. Tranquilamente Alexis separó un mechón de pelo de su preciosa cara y la besó tierna y rápidamente en los labios. "Helen, la primera vez que te vi en el hospital me enamoré de ti; desde entonces nos hemos prometido amor eterno y nos hemos comportado como marido y mujer cuando realmente somos unos crios, así que tienes pleno derecho a hacer esas y cualquier otras preguntas porque te quiero con toda mi alma, no quiero que haya ninguna sombra de duda o secreto entre nosotros." Ella lo abrazó cariñosamente y empezó a llorar. "Por favor, Alexis..." Suavemente se separó de ella y la besó en las mejillas todavía húmedas de las lágrimas con todo la ternura que pudo reunir. "Si, lo he follado muchas veces, antes y después de conocerte, y lo haré de nuevo si él me lo pide. No, no le puedo negar nada. Sin embargo, estoy seguro que él me pediría que destruyera la luna antes incluso de sugerir follarme. Jamás lo haría. Él es demasiado grande y me ama tanto como yo a él." Helen no pudo retener las lágrimas. Alexis continuó. "Yo soy rubio y él es casi moreno; yo soy mas bien delgado y él es fuerte y poderoso; yo soy eslavo y él es azteca. Como puedes ver, somos completamente diferentes, no obstante, nos queremos desde el momento mismo que nos encontramos en el vestíbulo del colegio y solo teníamos ocho años, estoy seguro que él daría su vida para salvar la mía. ¿Por qué? no lo se, es algo que no puedo explicarme; no tengo palabras para ello. Estoy absolutamente seguro que este amor durará por toda la vida, y seré muy feliz y estaré muy orgulloso el día que nuestros hijos, si los tenemos, le llamen Tío Pablo." Helen abrazó muy fuerte a su chico. "Quizás ahí esté la explicación. Los polos eléctricos iguales se rechazan mientras que los opuestos se atraen. De verdad comprendo lo que quieres decir." Helen pensó que ella había amado de esa manera a su hermano. Se besaron con las buenas noches y la chiquilla se metió entre los brazos de su chico como si fueran dos cucharillas, donde ellos querrían permanecer durante el resto de sus vidas. EPILOGO ======== Para Tommy, Helen, y Alexis, aquellos meses después de sus verdaderos encuentros amorosos, probablemente serían los mejores de sus vidas. Secretamente disfrutarían juntos como si fueran adultos cuando todavía era niños, posiblemente con la complicidad de Margarita y Alex que sabían por experiencia los sufrimientos y experiencias que ya habían sufrido y no querían que se repitieran en sus nietos. Unos pocos meses después, cuando Pablo volvió durante el 2001, ocurrieron algunos eventos mientras ambas familias se estaban abrazando y celebrando la entrada del Nuevo Año, Centuria y Milenio. Helen y Alexis pidieron permiso para poder expresar libremente su amor y hacerlo sin tener que esconderse de sus propias familias. Con algunos argumentos, como hacerlo privadamente y solo en sus respectivas casas, ambas familias les dieron autorización. Manuel dijo que si Pablo continuaba teniendo tan buenas calificaciones escolares como hasta ahora, el bisabuelo había acordado que empezaría estudiar en el mismo colegio con Alexis y Tommy el próximo septiembre como estudiante interno, bajo la supervisión y asistencia de Manuel. Esta noticia hizo que los chicos gritaran de alegría y felicidad, especialmente Tommy, entonces él también lo haría igual cuando sus padres volvieran a Australia. Otro evento importante era que Los Clarkson, los padres de Helena, declararon que estaban esperando tres bebés: dos chicos y una chica, fruto de la inseminación artificial de la Sra. Clarkson, lo esperan para cinco meses después, o sea, mayo del 2001. Aproximadamente un poco antes de que Alexandra se convirtiera en licenciada en Medicina, dos años mas y sería Doctora en Neurología. Al mismo tiempo que Lucy, la hermana de Tommy, contraería matrimonio. El próximo verano sería maravilloso para los niños. John Corporate había recibido la confirmación de un amigo suyo de dejarle su yate para llevar a toda la familia, incluyendo a Adela Brickfield y sus dos hermanos, a un viaje durante el mes de Julio, o sea, Alex, Margarita y los nueve niños, por el Paso de Canadá, Alaska y el Río Yukón hasta la Ciudad de Dawson, para que pudieran ver y apreciar la real vida salvaje libres del calor de los trópicos. No sabemos como la vida los tratará de ahora en adelante; estamos ahora en enero del 2001, y Dios o quienquiera que sea el que gobierne este Mundo, seguramente los cuidará. Eso esperamos. FIN. *** 1