Date: Sun, 15 Sep 2013 06:30:02 -0700 (PDT) From: Alejandro Fox Subject: Ariel Non English Ariel Llegó el verano y con él las vacaciones. Fuimos a Mar del Plata, en donde alquilamos la misma casa de siempre, grande, con varias habitaciones y un jardincito. Compartía una pieza con mi hermano. Las otras habitaciones estaban vacías, reservadas para familiares y amigos que iban a venir a pasar unos días. La playa estaba repleta de gente, era un día soleado, las carpas y sombrillas llenaban más de la mitad del ancho, enseguida venía el agua, el mar estaba calmo y azul. Mi hermano se juntó con sus amigos y desapareció entre la gente. Me quedé solo y empecé a caminar por la orilla. Me alejé bastante, había más espacio libre y me detuve frente a una canchita improvisada, donde estaban peloteando algunos chicos. Sentí un chiflido y un:"vení flaco". Un muchacho desde la canchita me hacía señas. "Querés jugar?" Corrí hacia el arco donde me indicaba el muchacho. Atajé algunas pelotas difíciles y cuando terminamos el muchacho se acercó. "Atajás bien!" Caminamos juntos y me preguntó de donde venía, que no me había visto antes. Nos sentamos en la arena. "Cómo te llamás?" Alberto, y vos `" -"Ariel". Debía estar bastante tiempo ya pues estaba bronceado. Mientras intercambiábamos datos me detuve en sus piernas largas y fuertes, su pecho con un leve salpicado de pelos negros en el centro, sus brazos anchos, le pregunté qué hacía."Trabajo en una empresa que tiene barcos de pesca. A veces salgo de pesca y otras me quedo en el puerto a estibor". Y vos qué hacés, vas al colegio seguro! Sos chico, debés tener catorce..- "Quince, le mentí. "Voy a entrar a primero." "Yo dejé por el trabajo. " Fuimos a bañarnos, nadamos unos metros y volvimos. Me despedí y volví al balneario donde teníamos la sombrilla. Al día siguiente volví a donde estaba la canchita. Allí estaba Ariel, tirado en la arena. Me acerqué y me senté al lado. "No hay partido hoy?". "No sé, no vinieron los pibes". Se incorporó. "Estás con vacaciones también". No, lo que pasa que cuando me necesitan me llaman y por ahí trabajo dos o tres días seguidos sin parar, o también salgo de pesca y eso ya es por dos o tres semanas. Después me dan unos cuantos días francos. Me había hecho amigo de Ariel. Era muy distinto en todo: en edad, debía tener 25 años y una educación mucho mas tosca, poco delicado para hablar. Nos veíamos todos los días,"Tenés un cuerpito que si me agarrás después de tomar unos vinos soy capaz de todo.."No me quedaba atrás: "qué es todo"? le preguntaba inocente. Ensartar tu linda colita, pendejo! Me contestaba poco sutil para encontrar respuestas. Con ese tipo e comentarios nos comunicábamos frecuentemente. "Mirá cómo te mira ese tipo, te tiene ganas.. bueno, te digo la verdad, que si te miro bien, yo también..." y entre fulbitos, y baños pasaba las tardes con él, ya desde temprano me iba caminando a ese sector amplio de la playa que linda con el puerto. Una tarde en que me encontraba casi dormitando bajo el cálido sol percibí que Ariel estaba muy cerca también tirado. Cuando abrí los ojos estaba acodado, mirándome. Qué hay, le pregunté. Te estaba mirando, flaquito, dijo en voz baja, mirá como me la pusiste... y se dió vuelta y con las manos apretó el short y marcó el relieve que su miembro hacía sobre el muslo."Viste qué grande?" "Sali."., le murmuré sin saber qué mas decir. "Sería bueno un sector para nudistas, no? ¿No te gustaría bañarte en bolas? "Sí. Le contestaba. _"Me gustaría verte en bolas, tu colita sin nada que la cubra.." ¿Qué te pensás, que soy tu novia? Le decía, sin convencimiento." No pendejo, pero para mí estas mucho mejor que mucha mujer, mírate en el espejo, vas a ver. Mi relación con Ariel había cambiado. Poco nos juntábamos con los otros chicos a jugar a la pelota. Pasaba más tiempo con él en la arena, o en el agua que antes. Sus comentarios, antes en tono jocoso, se hacían más insinuantes, los aires de broma habían quedado atrás."Nunca estuviste con un hombre?"me preguntó en una oportunidad. Fingiendo inocencia le contesté: "Siempre estoy con hombres". "No, salamín", corrigió cambiando a un tono muy confidencial, quiero decir que... si te gustaría tener sexo con un hombre" "..tener sexo?" le pregunté siempre inocente..._"coger, viste? aclaró haciendo el gesto del dedo que pasa a través del de la otra mano en forma de anillo. Quedé un rato sumido en el silencio mirando el suelo. "y...que se yo, no sé, depende con quién.. " dije en voz muy baja. Su cara se acercó a mi oreja. "Conmigo boludo.."..Y siguió:" Anoche me hice la paja pensando en vo, ...me da vergüenza decirte pero es la verdá.. qué se yo, vos me calentás, No te creas, me gustan las mujeres, pero te me subiste a la cabeza y no te puedo sacar.. no te enojés por lo que te digo pero... anoche tenía tantas ganas de tenerte en mi cama, pensaba en vos y se me enderezaba ..Perdoná pibe que te lo diga así. Hubo un silencio."No.. está bien.., atiné a decir en voz baja... sin saber qué agregar, estaba aturdido también, y no quería confesarle que , desnudo en mi cama, por la noche asociaba su imagen con deseos sensuales. "Vamo nene, mejor que nos juntemo un poco con los pibes y juguemo al fulbito.. dijo levantándose. Lo seguí.. Esa noche dormí poco, giraba y giraba sin cesar en la cama. Mi cabeza no se podía desembarazar de Ariel. Lo tenía loco... le gustaba... me sentía gratificado por lo que me dijo. Me había metido en la cama desnudo, tratando de imaginarlo también desnudo a mi lado, caliente, por fin para él ofreciéndole mi cuerpo, incitándolo a que me tome , a que me posea a su gusto.. No me sería difícil en realidad, un solo sí ya bastaría para que todo esto pase. Entonces porqué esa resistencia que siempre le muestro? Por qué no cedo y vemos lo que pasa? No me va a comer tampoco.. Bueno, está, si nos vemos mañana le voy a decir que sí, que vayamos adonde él quiera.. No encontré a Ariel cuando fui a la canchita. Los pibes estaban jugando. Me metí en el partido y peloteamos un buen rato. Como de paso pregunté por Ariel. "Se fue a laburar" "Fue a limpiar un barco". Eso significaba que por dos o tres días estaría en el mar. Me junté más con los otros chicos que me daban señas de amistad y llegamos a formar una bandita entre buena y traviesa. De vez en cuándo preguntaba por Ariel, y un día oí que había vuelto. Oí gritar mi nombre. Era Ariel que me llamaba. Mi corazón dio tumbos y cuando se acercó simulé indiferencia. "Vamos al puerto a ver los barquitos donde trabajo? Te voy a mostrar el que limpiamos". "Dale!" El puerto quedaba cerca. Caminamos por el borde de la dársena donde estaban los pesqueros uno al lado de otro. "Mira, ves ese allá al lado del barco negro?" "Sí".. Es ese, pero para ir tenemos que pasar por estos barcos. Hay que encontrar un puente y saltar a uno de estos.. A ver.. Allá se puede ir." Y fuimos, saltando de barco en barco hasta llegar al señalado. Tuvimos que subir por una escalerita porque era bastante más grande que los otros. Llegamos a la cubierta, no había nadie, apenas se sentía un leve vaivén y unas gaviotas que se hallaban descansando emprendieron vuelo, gritando. "Mira, ahí esta la cabina de mando. "A ver?" Nunca había estado en un barco tan grande. Mi curiosidad era demasiado grande como para darme cuenta del propósito con el que Ariel me trajo. Empecé a entender cuando entramos en el camarote y el muchacho cerró la puerta trabándola sin hacer ruido. Una semipenumbra hacía difícil de ver los objetos. Sólo dos ojos de buey daban la suficiente claridad como para no llevarse por delante las cosas. Había dos pares de camas gemelas, marineras como le llaman, una arriba y una abajo. "¿Acá duermen?" pregunté con curiosidad y me senté en un catre que se hundió crepitando. Ariel se quedó por un instante junto a la puerta observándome y de un gesto se quitó la remera. "Hace calor, ¿no sentís?" Me dijo mientras se sentaba a mi lado. "Sí" respondí, y mis ojos trataban de distinguir lo que permitía ver la escasa claridad del camarote. "¿Nos ponemos en bolas? " su voz sonó temblorosa a mi lado. "No sé""Dale, ponete en bolas, "decía mientras se quitaba las zapatillas. Lo imité desanudando las mías. Ariel ya se había desnudado completamente, yo me había quitado la remera y las zapatillas. Y no me decidía a seguir, hasta que tomé coraje y me levanté para bajarme el short hasta los tobillos, terminando de quitármelo con los pies. Me senté en la cama de enfrente. Ariel se levantó y s e sentó a mi lado. " ¿Qué te pasa, me tenés miedo?" y me rodeó con sus brazos llevándome hacia él, abrazándome y apretándome contra su cuerpo, sus manos acariciaban y exploraban mi espalda, su boca se acercó a la mía y sus labios se abrieron sobre los míos. Me rendí, abrí la boca y dejé que sus labios se pegaran a los míos, que su lengua penetre entre mis dientes, mientras nos tendíamos a lo largo del catre, quedando yo de espaldas y él encima mío, hundiéndome con el peso de su cuerpo en el delgado colchón y haciendo chirriar el tejido metálico que había debajo. Ruidos en la cubierta, rumores de voces nos volvieron a la realidad de la situación. "vamo, que si nos ven así me rajan". Nos vestimos rápido, y salimos al pequeño pasillo que conducía a cubierta por una escalerilla. Cuando llegamos arriba no pudimos evitar el encuentro. Dos hombres se hallaban transportando unas cajas. Uno de ellos, al vernos dejó la caja en el piso." Ariel, yo buscándote y estabas aquí." Era el jefe, o mejor dicho el piloto del barco."Hola capi". "¿Viniste con amiguito?"y le guiñó el ojo. "Si, le quería mostrar el barco, un compañero de fulbito de la playa. " "Ah ¿futuro marinero? Me preguntó. Y su mirada se desplazó de mis pies a la cabeza, estudiándome intensamente. "eh,.. sí.. le respondí tímidamente. "Vengan chicos, le mostraste todo el barco Ariel?" "No ,no todo, le estaba mostrando la sala de máquinas y.." " Y en la cabina de mando, no?" "Nno.. se la iba a mostrar ahora..." Vengan, de paso tomamos una cervecita...Tenía un fuerte acento extranjero, como de algún país escandinavo. Subimos unas escalerillas que daban a una puerta. Era una pieza amplia donde había además del timón unos aparatos, sillas y una mesa. "Vengan, siéntense, mientras decía esto sacó unos vasos y una cerveza de la heladerita." ¿Así que de visita por el barco ?" Y mientras estábamos sentados Ariel hablaba con Miko, que asi se llamaba, un finlandés robusto, no me decidía a tomar la cerveza, ya que no tomé prácticamente nunca, pero no quería desairar al finlandés. "Toma chico que la cerveza es buena, levanta el espíritu" y me hizo una seña con la lengua hacia un costado de la boca bien fugaz, para que yo sólo la viera, al tiempo que un pié tocó mi tobillo, haciendo presión sobre él. Retiré el pié y me pareció que enrojecía mi cara. Puse el vaso en mi boca y sorbí apenas. "Tené turno Ariel, ¿sabías?" Nno.. contestó sorprendido." Te he buscado esta tarde y no te hallé..claro que con un bonito chico entiendo.. le guiñó el ojo y se echó a reír. Terminó de un sorbo la cerveza y agregó." Bien, creo que tienes que ir a presentarte hoy en la oficina antes que se enojen y te quedes sin trabajo.." Nos levantamos y al salir Miko me toma levemente el brazo: "Mañana estoy aquí toda la tarde, si quieres venir, tango cosas para mostrarte, y me guiñó el ojo, dándome una palmada en la espalda. Una vez en la dársena noté que Ariel estaba en silencio. Me compadecí:"uf, que bronca, no?" "Pss.. sé" . Mucho trabajo te espera?" "Que se yo, por ahí me mandan a la pesca y estoy por varios días. O si no me quedo y hago cosas en la estiba. "Y cuando vas a saber eso"? Cuando voy a la empresa, ahí me dicen. Lo que pasa es que si no voy me quedo sin laburo.." Seguimos caminando en silencio hacia la salida de la dársena. Agregó con dificultad:"La verdá que me zafé, no lo del laburo, digo en el camarote...me da bronca eso más que lo otro, no quería lastimarte, no sé si me entendés..." Quedé sorprendido por tal arrepentimiento, y me llené con tal sentimiento de compasión, que le confesé lo que sentía en realidad pero no me atrevía a decírselo. " Yo también, no sé.."Seguimos caminando sin saber yo el efecto que tales palabras tuvieron en él. Se detuvo y me señaló:" Ves el galpón de allá" "Ese, allá? "Sí, ese, vamo? No hay nunca nadie" Y parecía despertarse, como si una brisa fresca le hubiera soplado en el rostro " Dale, le dije, pero qué hay adentro?" "Y.. bolsas, cosas así" Un amplío terreno baldío se hallaba alrededor del galpón, hubo que cruzarlo para llegar a él. Uf.. tengo miedo, le decía, aquí si te agarran.." " Te hacen moco y nadie se da cuenta.." agregó. A medida que cruzábamos el baldío, la ansiedad me iba ganando, era como una especie de temor que me producía un cosquilleo en el vientre. En mi pecho resonaban nítidos los latidos del corazón. Bordeamos una parte del edificio hasta hallar una puertita baja, disimulada en la pared de chapa. Adentro reinaba una semioscuridad, y me costó un tiempo adaptar mis ojos a ella. Bolsas y cajas apiloadas por doquier, y por entre estas unos pasillos largos y estrechos. "¿Conocés aquí?" le pregunté "Sí, a veces vengo a laburar en este lugar. Vení por acá" y enfilamos por uno de los pasillos hasta llegar al otro lado. En la pared había una puerta que abrió con cuidado. Era una oficinita, que cruzamos, y pasamos por una segunda puerta que se abrió a un cuarto con una pequeña ventana que daba afuera y que iluminaba débilmente el interior. Había una mesa en el medio y una cama contra la pared con una funda gris sucia y una almohada arrugada. Fui a la ventana para echar una mirada afuera." Se ve el mar de acá" dije, y al darme vuelta, Ariel, muy cerca, atrapó con sus brazos mi cintura y me apretó contra él. Recibí su aliento en la cara, dejé que me besara, y poco a poco una sensación voluptuosa me fue ganando. Sentí un abandono en mi cuerpo y mis rodillas flaquearon. Me aferré a sus hombros y nuestros labios se sellaron. Al separarnos, los ojos de Ariel me miraban febriles, y yo mismo caía preso de un fuego interno que crecía, el contacto de sus manos aferradas en mi cintura me excitaban y para sentirlas mejor me quité la remera, se desprendió de mí y se sentó en el borde del camastro para quitarse las zapatillas, la remera y el short casi en un solo impulso. Entre sus muslos separados y de su abundante vello púbico emergía el pene de piel canela que iba aumentando de largo y de ancho, como en pulsaciones, tomando su cabeza la forma de un amplio capuchón de hongo; había terminado a mi vez de desnudarme, subí a la cama y me acosté del lado de la pared, haciéndole lugar, que ocupó enseguida, tendiéndose a mi lado. Se inclinó sobre mí y me miró desde los pies hasta mi cara. Sus manos me acariciaron el vientre y el pecho deteniéndose en mis tetillas a las que le pasaba una y otra vez los dedos, su boca se prendió de mi cuello mordiendo ligeramente debajo de la nuca, y se echó sobre mí. Volvimos a besarnos en la boca mientras sentía la dureza de su miembro entre mis muslos. Separamos nuestras bocas para respirar, Ariel lo hacía ruidosamente. "Separá tus piernas, un poquito ...". Le obedecí y levanté mis rodillas. Salivó en su mano que aplicó en su miembro" Sentí que durita".. me murmuraba y me hizo tomar con su mano el tallo duro de su sexo que rodee con mis dedos."Te gusta?". No contesté pero gemí levemente. Volvió a salivar en su mano y esta vez me untó con los dedos pasándolos entre mis nalgas buscando el orificio que tanto deseaba. "Te gusta, sí? Volvió a repetir .sí.. murmuré bajo. Buscó una posición con sus caderas y empujó, haciendo presión constante hasta que cedí .. y sentí su invasión en mis entrañas. Moví mi cintura siguiendo el ritmo de sus caderas, su miembro ya en mi vientre, iba y venía haciendo en cada embate mover la cama, golpeteándola contra la pared. Un fuego interno me invadía, mis gemidos expresaban entre dolor y un gozo creciente que embriagaba todos mis sentidos, me aferré a sus brazos para sostenerme del asalto cada vez más vigoroso que Ariel hacía en mi cuerpo, hasta que se puso tieso emitiendo un prolongado gruñido, y mi vientre se llenó de espeso y caliente jugo que salía en rítmicas pulsaciones. Ariel jadeaba ruidosamente y se dejó caer sobre mí. Su pecho mojado resbalaba sobre el mío, mientras sus caderas no dejaban de moverse hacia delante y atrás, no dejando que su sexo pierda dureza. Me movía junto con él, unidos, al compás del chirrido que efectuaba para nosotros el elástico vencido de la cama, sintiendo un goce que crecía en intensidad, aferrándome a su espalda y gimiendo y queriendo más, me suspendí de él, que estaba apoyado con sus manos y rodillas sobre la cama a cada lado de mi cuerpo, abrazándome a su espalda, moví mi cintura y mis caderas hacia arriba y hacia abajo con vivacidad. Alcancé el orgasmo y mi semen fue dispersándose sobre mi vientre haciendo una laguna en mi ombligo, mi ano se contraía en espasmos alrededor de su tallo que estaba totalmente enterrado, colmándole con el estímulo para que vuelva a acabar otra vez. Quedamos exhaustos, él desparramado sobre mí, mientras que la penumbra iba apoderándose de la habitación Quitamos el lugar cuando estaba oscureciendo. No cruzamos el baldío, sino que usamos la calle que salía de la puerta principal del depósito y pronto nos encontramos en pleno centro rodeado de una ruidosa multitud. "Cuando volvés?" le pregunté. "Siempre hago tre día seguido.. Portate bien Albertito," me dijo dándome la mano al entrar en su lugar de trabajo, "No te pierda, Nos encontramos en la playa donde siempre"... Ah, agregô guiñândome un ojo, tené cuidado con el Mikko, demasiado que le gustan los pibes, y a vos sî que te miraba, le salía la lengua afuera.." . "Dale", le dije riéndome y seguí caminando por la calle peatonal entre la multitud, sin atender a lo que pasaba a mi alrededor. Pensaba en el hombre aquel que mencionó Ariel que estaba en el barco, Mikko, con sus brazos gruesos y peludos, con su ancla tatuada en el antebrazo. Le gustaban los pibes, y yo le había hecho impresión, si no fuera porque estaba conmigo Ariel... no sé lo que hubiera pasado, lo veía muy lanzado. Pasaron los días en que Ariel debía estar trabajando en el barco. Entretanto seguía yendo a la playa del puerto, hacia mediodía, había hecho bastante amistad con algunos de los chicos que frecuentaban el lugar. En casa aparecía a la tardecita, al oscurecer, casi nunca había alguien, prendía el televisor y me aburría mirando películas, eran esos momentos en que me ponía a pensar en Ariel, me resonaban su acento tosco, sus palabras sin eses, su vocabulario directo, sin ambigüedades, simple. Yo jugaba al niño bien, que caía en manos de un vago y desvergonzado negro abusador de menores, que con pícaros engaños llevó a su víctima a un cuartucho de un desolado hangar del puerto. Aunque lo cierto es que nunca sentí un engaño de su parte, y si bien yo le había atraído de tal manera que lo llevó a cometer tan azarosa aventura, no habría pasado nada si en algún momento hubiera tratado de revertir la situación, el camino lo hicimos ambos, y el colchón desvencijado del cuarto del depósito se hundió bajo nuestros mismos temores y deseos. Fue brusco, me tomó sin compasión, sin pensar en que podría doler, buscando solo satisfacer sus ansias, descargar aquellas ganas que debía de estar acumulando durante varios días, tal vez desde que nos conocimos. Y mientras me sentía sucumbir bajo su virilidad, un sentimiento inesperado me invadió: aquel abordaje en mi vientre despertó en mí sensaciones nuevas, un placer desconocido e infinito, y comencé a sentir un profundo amor hacia aquel cuerpo que me estaba invadiendo. La escena se repetía por las noches en mi mente, en la soledad de mi cama, y una y otra vez me repetía que si lo volvía a ver, le diría que fuera más despacio que no me voy a escapar, no tan bruto, que me deje a mí tomar la iniciativa.. Y llegó aquel día en que dijo que iba a estar de vuelta. Hacía frío y lloviznaba, un tiempo para no estar afuera. Pero en casa no aguantaba y hacia mediodía fui a la playa con la lejana esperanza de que Ariel estuviera. Estaba la playa desierta, y era lógico que con este tiempo nadie se le ocurriera bañarse. Me sentí triste en esa soledad fría.