Date: Fri, 9 Dec 2011 18:26:49 +0000 From: alfredo garcia Subject: Postal de Playa (Non English) Non-English Postal de playa By Alfredo Garcia Una postal de una playa, gente tumbada sobre la arena, muchachos saltando sobre la espuma de las olas. La foto es antigua, lo noto por el tipo de tumbonas, de lona, con rayas azules y blancas. Me fijo en los detalles, los bañadores de las chicas de una pieza. Un adolescente camina hacia la playa, su cabeza esta girada mirando un cuerpo tendido. Es el cuerpo de un hombre joven y fuerte. ¿Qué parte de su anatomía mira, y porque? Cualquiera podría ver lo que yo veo. Repaso la foto, en ella alguien más contempla la escena. Es el hombre joven que alquila las hamacas. Esta a muy pocos metros del muchacho, y claramente mira las piernas del mismo. Está apoyado en la caseta de madera donde se guardan las hamacas, una de sus manos parece estar frotando su pene por encima de la tela de sus pantalones cortos. Ahora somos dos los que nos hemos dado cuenta del inequívoco interés del chico por el cuerpo del hombre tumbado. La postal es antigua, pero se vende todavía, ¿cuantas personas más habrán advertido lo mismo? Con una lupa intento ver más detalles de la escena. Distingo claramente el pecho fuerte del hombre tumbado, y el ostensible bulto que proyectan sus genitales. Parece tener los ojos cerrados, los brazos por encima de su cabeza dejan al descubierto el pelo de sus axilas, una pierna estirada y la otra flexionada. El adolescente viste una camisa blanca sin abotonar, y un bañador ajustado y corto, que muestra sus largas y bien proporcionadas piernas. Con la lupa se ve claramente el rostro tosco y sin afeitar, y sin embargo atractivo, del joven de las hamacas. Con aquellos elementos en mi mente intento dar vida a aquella escena. El adolescente habla con una mujer joven que parece ser su madre. Vuelve a pasar junto al hombre tumbado, y esta vez prácticamente se para, mientras su mirada recorre concentrada el cuerpo desnudo. Cuando levanta la vista, se encuentra con el rostro sonriente del hamaquero. El chico se siente descubierto, baja la mirada y se ruboriza. El hamaquero le habla, le invita a ayudarle colocar colchonetas sobre las hamacas, el chico se siente obligado, pues el hombre tiene ahora un poder sobre él al conocer su secreto. Luego el adolescente y el joven juegan al ajedrez sobre una hamaca. La madre se acerca a saludar al joven, contenta de que su hijo haya encontrado una forma de entretenerse. El hombre joven pide al chico que coja unos refrescos del frigorífico que está en el interior de la caseta. Junto al frigorífico y sobre un cajón el adolescente descubre unas revistas eróticas, una chica muy joven esta besando el pene erecto de un hombre desnudo. Cuando el chico vuelve con los refrescos el hombre sabe que este ha estado mirando las revistas, ha tardado demasiado tiempo en volver, y por otra parte es evidente la erección de su pequeño pene, a pesar de su intento de disimularlo. Siguen jugando al ajedrez, pero sus mentes están en otra parte, la del chico en la escena de la revista, la del hombre en la forma de seducir al adolescente. El hombre decide dar una oportunidad a la curiosidad del muchacho, y le pide que vigile la caseta, que él tiene que ir hacer un recado y que volverá en media hora. En cuanto desaparece el hombre, el adolescente entra en la caseta, el hombre lo ve oculto desde lejos y sonríe, la presa está a punto de enredarse en la tela de araña que le ha tendido. El chico mira las revistas, algunas son de hombres con chicos adolescentes como él, las imágenes le hipnotizan, caricias y besos sobre los cuerpos desnudos, temblando pasa hojas, unas escenas se suceden a otras, cada vez más excitantes, mas terriblemente eróticas, su mano dentro del pantalón frota su pequeño pene erecto. Por fin una presenta algo que él había imaginado, aunque creía que no era posible, un hombre penetrando a un jovencito, el cual no parece sufrir sino todo lo contrario, al menos eso sugiere su rostro. El adolescente no se da cuenta de cómo ha pasado el tiempo y que el hombre lleva ya unos minutos contemplándolo desde la puerta. ¡Sobresalto, vergüenza infinita! -Tranquilo muchacho, a mí también me han excitado, son las revistas que ha veces la gente olvida o abandona sobre las hamacas- . El hombre le dice que su madre le está buscando. Los dos salen a su encuentro, el hamaquero, sin consultar al muchacho, le dice a la mama, que su hijo se va a quedar un rato con él a ayudarle a recoger las hamacas. La madre informa al chico que debe estar dentro de una hora en el restaurante del hotel en el que se hospedan, el cual esta justamente enfrente de la playa. La mama intuye que algo puede pasar entre su hijo y el hamaquero, y a la vez que le preocupa, casi lo desea, su hijo necesita un hombre cerca, que le enseñe a ser un hombre. La playa se ha vaciado del todo, y esta empezando a oscurecer. Recogen unas cuantas hamacas, Luego el hombre joven abre una cerveza para él, y un refresco para el chico. Prepara un porro de marihuana, e invita al chico a probarlo, tiene que darse prisa tienen solo 50 minutos. El porro pasa una y otra vez entre ellos. El chico se siente un poco mareado, pero no se atreve a decir nada cuando el hombre apoya una de sus manos sobre su rodilla desnuda, y le dice que se relaje. Luego lo toma de la mano y lo lleva al interior de la caseta. Lo hace sentar sobre una hamaca, y se desnuda delante del muchacho. Apenas entra luz en la caseta, pero el chico ve el pene enorme del hombre, el cual coge una mano del muchacho y rodea con ella su miembro. -Tócala, no seas tan tímido, no te va hacer daño- La oscuridad y el efecto de la marihuana dan confianza al adolescente, acaricia el sexo, y maravillado observa cómo crece en su mano. La piel es sedosa y cálida. El hombre coge su otra mano y la coloca sobre sus testículos. El adolescente los toma en su mano, nota el suave bello que los rodea, su calor. Bajo su caricia, se contrae la piel que los rodea, y estos suben y forman un par de solidas pelotas, pegadas al pene, que ya esta completamente erecto. La otra mano sube y baja delicadamente a lo largo del pene, el cual no es capaz de abarcar del todo. El hombre, suavemente pero con determinación, acerca la cara del muchacho a su sexo, hasta que este roza sus mejillas. -Bésalo- El chico acerca sus labios y lentamente la acaricia con los mismos, nota entonces la humedad en la punta del glande. Aparta entonces los labios. -Prueba su sabor, te gustara- Con la punta de la lengua recoge unas gotas que rezuman por la pequeña raja. Se oye un ruido cerca de la puerta. El chico se pone de pies sobresaltado. El hombre entonces se dirige hacia la puerta cerrándola y bloqueándola. Por el pequeño ventanuco aun entra luz suficiente para que el chico vea los contornos del cuerpo desnudo del hombre, y como se bambolea su enorme pene al caminar. El hombre se sienta ahora en la hamaca, y con sus manos atrae al chico que permanece de pies entre sus piernas. Lentamente desabrocha los botones de su camisa, el chico paralizado, le deja hacer, está muy excitado, y la oscuridad, protege su vergüenza. Las manos recorren su cintura, su espalda, su pecho, el cuerpo del chico no para de temblar, cuando el hombre pellizca sus pequeños pezones erectos, el chico no puede impedir que un gemido escape de su garganta. -Sabía que te gustaría, tranquilízate. Tampoco ofrece resistencia cuando el hombre le baja el bañador, y colabora levantando los pies a que lo retire del todo. Por unos instantes el hombre permanece quieto, luego acaricia una mejilla del muchacho. -Eres un chico muy bueno, y no te voy hacer ningún daño, sino todo lo contrario, te voy hacer muy feliz. Una mano sube por la parte posterior de una pierna, mientras la otra sube entre las dos caras interiores, la caricia es exasperantemente lenta, al llegar a las rodillas, no queda espacio para que la mano siga subiendo, y la caricia se detiene. El chico entonces abre las piernas. Pero la mano sigue quieta. -Por favor-musita el chico. Entonces las manos continúan las caricias, hasta detenerse, una sobre nalga, y la otra en la juntura de los muslos, rozando los pequeños y prietos testículos. El chico vuelve a temblar incontrolablemente, siente frio, y apenas si se puede sostener de pies. El hombre entonces lo sienta en su regazo, y lo rodea con sus brazos. - No tiembles más pequeño, yo te daré el calor que tú necesitas. Durante un instante los dos permanecen quietos, luego es el chico el que con una de sus manos acaricia la mejilla de hombre, y después el bello de su fuerte pecho. Entonces el hombre vuelve a sus caricias. El sabe como volver loco de placer al adolescente, conoce bien los lugares más sensibles, las presiones adecuadas, el ritmo correcto. Aun no ha tocado el pequeño pene erecto, y el chico está a punto de tener un orgasmo. No sabe como pedirle que le acaricie allí, justo el único sitio que aun no ha tocado. Entonces levanta su cara buscando con sus labios los del hombre. Este se compadece y en el momento que sus labios se rozan, rodea con su mano el pene, y lo aprieta suavemente, mientras introduce su lengua en la boca adolescente. Entonces el chico explota de placer, y entrecortadamente su pene expulsa el semen, sobre su pecho y sobre el del hombre. Un minuto después este lo hace poner de pies y limpia su semen con su lengua. -Tienes que darte prisa, ya son más de las ocho y tu madre se va a preocupar. Los dos se visten rápidamente, y ya desde la puerta de la caseta, el hombre ve como el chico se aleja corriendo, entonces le grita. -¿No se te olvida algo? El adolescente se para desconcertado. Luego vuelve junto al hombre, y después de mirar hacia los lados, le da un beso en la boca. Este le despide con una palmada en el culo. -Te espero mañana. Vuelvo a la realidad, miro de nuevo la postal. Si, mañana facilitare otro encuentro a los nuevos amantes. La mama encontró al chico muy contento, aunque no supo explicarle bien lo que habían hecho durante toda una hora. Por un momento paso por su cabeza la imagen de su hijo desnudo en brazos del hombre de las hamacas. Inmediatamente noto una contracción en su vagina, y como esta se humedecía. Pensó que quizás había hecho mal dejando a su hijo con aquel hombre. Sin embargo el chico estaba tan feliz, que acepto lo que pudiera haber ocurrido. De todas las formas las vacaciones se acababan, ya solo estarían un día más, y el hombre no tendría tiempo de hacer demasiado daño a su pequeño. Madre e hijo dormían en la misma habitación, y aquella noche ambos se masturbaron en silencio, imaginando lo que había ocurrido aquella tarde. Por la mañana después de desayunar Alfredo, así se llamaba el adolescente, corrió hacia la playa, buscando a Carlos, el joven hombre de las hamacas. Fue entonces cuando este se entero que su pequeño amante se iría al día siguiente. Tenían que aprovechar al máximo aquel día, y lo aprovecharon. Durante todo el día hubo numerosos encuentros de ambos en la caseta de las hamacas. Sin embargo estos encuentros no podían ser más largos que un par de minutos. Hubo todo tipo de besos y todo tipo de caricias. El hombre tenía un comprensible miedo de ser descubiertos, y propuso al chico, retrasar sus contactos hasta la hora de anochecer, cuando la playa quedase vacía. Sin embargo el adolescente, era incapaz de controlar sus deseos, y continuamente estaba provocando sexualmente al hombre. Mediante contactos breves, aparentemente accidentales, el chico lo mantenía continuamente excitado. Ahora era el chico la araña, y el hombre la presa que se debatía inútilmente en la tela de deseos, que el adolescente iba tejiendo. Cuando por fin atardeció, el pene del hombre había pasado del reposo a la erección al menos cien veces, y una gran cantidad de liquido preseminal mojaba sus calzoncillos, pero no se había corrido ninguna vez. El adolescente se había corrido tres veces, y había estado en erección prácticamente todo el tiempo. El chico había tocado, besado y chupado numerosas veces el pene del hombre pero solo durante algunos segundos. Por parte del muchacho no había quedado un solo rincón de su cuerpo sin tocar y besar. Los labios y la lengua del hombre habían saboreado todos los rincones más íntimos del adolescente, cuello, labios, pezones, testículos, pene, nalgas, y incluso el más intimo agujero. Por fin comenzó a oscurecer. La mama había hecho amistad con la joven que tenia la hamaca contigua a la suya, y entre ellas se despertó una fuerte atracción sexual, aunque solo la pudieron compartir a través de las sucesivas sesiones de masajes que se dieron mutuamente y públicamente, bajo el pretexto de extender crema solar sobre sus cuerpos. Ambas deseaban pasar juntas la noche, la dificultad insalvable era la presencia del chico. Así que cuando el chico pidió a la madre permiso para pasar la noche pescando con el hamaquero, la madre sintió una contracción en su vagina, imaginando las posibilidades nocturnas. De momento no cayó en la cuenta que la noche era muy larga, y que seguramente no estarían toda la noche pescando y que su hijo tenía que dormir en alguna parte. El chico le comento que el hamaquero y él dormirían sobre las hamacas, contemplando las estrellas, y que además el hamaquero disponía de mantas, por si sintieran frio. Quedaron que el chico volvería a la playa después de cenar, y que la madre saldría con su nueva amiga a tomar una copa. Después de cenar, madre e hijo se ducharon y arreglaron, ambos estaban excitados, los dos intuían que el otro iba a tener una cita amorosa. La mama por un momento dudo si hacia bien, dejando a su hijo solo, toda la noche con aquel desconocido, recordó la cara del joven, se lo imagino haciendo el amor a su pequeño, y a este completamente feliz en sus brazos. Pensó que aquel joven realmente quería a su hijo y que no le iba hacer daño, sino todo lo contrario. Además su propia felicidad estaba a la espera aquella última noche de las vacaciones. Cuando el adolescente llego a la playa, el joven ya había plantado las cañas de pescar y había preparado un par de hamacas, una junto a la otra, y una mesita con bebidas y platos de frutos secos. El adolescente se paró a dos metros de su amante, el cual le sonreía, se había afeitado, y con ropa limpia le pareció guapísimo. La misma sensación causo el adolescente en el joven, estaba realmente para comérselo a besos allí mismo. Mirándose a los ojos lentamente se acercaron el uno al otro. Las manos del chico acariciaron las mejillas del hombre, mientras que los brazos de este rodearon su cintura. Los dos cuerpos se fundieron en un tierno abrazo y en un apasionado beso, que marco el principio de una noche de placer inagotable. Tumbados y abrazados contemplaron el cielo estrellado, bebieron alcohol y fumaron marihuana, lo suficiente para relajarse y sentir como sus deseos de uno por el otro crecían y crecían. Se dijeron palabras de amor, y declaraciones apasionadas. El adolescente le dijo que aquella noche le entregaba su cuerpo y su alma, que deseaba hacerle muy feliz, que le podía hacer el amor todo lo que quisiera. Luego se fueron abrazados hasta el interior de la caseta, se desnudaron mutuamente, se acariciaron ambos de pies, durante momentos interminables. Luego el adolescente se tumbo boca abajo, y el hombre acaricio y beso su hermoso culito, penetrando con su lengua el lindo agujerito, y luego con sus dedos lubricados, y finalmente llego el momento sagrado, en el que el pene erecto del hombre comenzó a penetrar al chico, despacio, despacio, hasta que estuvo todo dentro. Pasaron un par de minutos, ambos permanecían inmóviles. Y luego la fuerza del amor tomo posesión de sus cuerpos. Gemidos, lloros, suplicas, risas, dos cuerpos consumiéndose juntos en el mismo fuego. Noche larga, de cuerpos y almas ardiendo, penes duros, goteantes de esperma, y de saliva, calor y frio, pequeños descansos, y vuelta a empezar, penetraciones en todas las posturas, besos, besos y mas besos, gritos agónicos de orgasmos brutales. Violencia de la pasión, sudor, bofetadas, dolorosos retorcimiento de tiernos pezones. Pasión exasperante, sufrimiento y placer, delirante locura sexual. Ya había salido el sol cuando se quedaron dormidos, tan profundamente, que no se dieron cuenta de que la mama y su amiga habían entrado en la caseta, y contemplaban maravilladas, los cuerpos hermosos abrazados y desnudos, del adolescente y del hombre joven. Discretamente se fueron sin despertarlos, el avión de vuelta era por la tarde, y todos necesitaban unas horas de descanso. Si te ha gustado escribeme a alfredo247@hotmail.com Puedes encontrar mas relatos mios en nifty En la seccion de autores prolificos http://www.nifty.org/nifty/frauthors.html autor alfredo garcia