Yo, Andrés (2)

por piss_boys

piss_boys@yahoo.it

 

 

Warning: as already pointed out in my previous published stories, I won’t try to write them in English, which is not my mother-tongue. I will keep writing them in Spanish, my second language.

Following the hint one of my readers gave me, I suggest non-Spanish readers who are keen on this fetish to use Google translator to pass it into English.

This is a work of gay fictions containing scenes of sex between males of different ages, so what is this story about, exactly: man to boy sex (M/b), body odours (BO), watersports (WS), smegma.

I hope you will enjoy this new story: if it makes you horny, and your little brother downstairs is raising his head up, then the story has reached its goal… As usual, this is a labour of my fantasy (and, once again, it comes from a non-sexual event actually happened), only intended for an adult audience, the author condemns any act as such here described, and all prescriptions required by law apply. If you are an under-age reader yourself, it is better for you to leave now, go back to cartoons, and come back again in a couple of years, or more, according to your present age.

Please feel free to give me a feedback. Depending on your comments I might decide to write another chapter. Anyway, there are other stories of mine on this same fetish(es) you might find interesting:

-       https://www.nifty.org/nifty/gay/non-english/smegma-forever/

-       https://www.nifty.org/nifty/gay/adult-youth/una-inusual-visita-medica/

-       https://www.nifty.org/nifty/gay/encounters/encuentro-en-el-hospital.html

-       https://www.nifty.org/nifty/gay/non-english/el-angel-rubio.html

if you enjoy what you read in nifty.org, don’t forget to donate, all of us, authors and readers, need this site open to everybody, but they cannot survive without our help! You can donate here: http://donate.nifty.org/donate.html

Ciao!

 

 

Esta es una obra de ficción gay que contiene escenas de sexo entre hombres de diferentes edades. Entonces, de qué trata exactamente esta historia: sexo de hombre a joven (M/b), olores corporales (BO), pis (WS), esmegma.

Espero que disfrutéis de esta nueva historia: si os pone cachondos, y vuestro hermanito abajo está levantando la cabeza, entonces la historia ha alcanzado su objetivo... Como de costumbre, este es un trabajo de mi fantasía (aunque, una vez más, origina de un evento no sexual realmente ocurrido), solo destinado a una audiencia adulta; el autor condena cualquier acto como tal aquí descrito, y se aplican todas las prescripciones requeridas por la ley. Si tú mismo eres un lector menor de edad, es mejor que te vayas ahora, regreses a los dibujos animados y vuelvas aquí otra vez en un par de años, o quizás más, de acuerdo con tu edad actual y con las leyes de donde vivas.

Por favor, siéntete libre de enviarme comentarios. Dependiendo de ellos, podría decidir escribir otro capítulo más. De todos modos, hay otras historias mías sobre este(s) mismo(s) fetiche(s) que pueden resultarte interesantes:

- https://www.nifty.org/nifty/gay/non-english/smegma-forever/

- https://www.nifty.org/nifty/gay/adult-youth/una-inusual-visita-medica/

- https://www.nifty.org/nifty/gay/encounters/encuentro-en-el-hospital.html

- https://www.nifty.org/nifty/gay/non-english/el-angel-rubio.html

Si disfrutéis de las historias que leéis en nifty.org, ¡no olvidéis hacer una donación, nosotros todos, autores y lectores, necesitamos que el sitio quede libre, pero Nifty no puede sobrevivir sin nuestra ayuda! Podéis donar aquí: http://donate.nifty.org/donate.html

¡Ciao!

 

************

 

Al día siguiente estaba tan emocionado con la idea de pasar más tiempo a solas con Armando que llegué al garaje, su refugio de las tardes, incluso antes de que llegara él. Hacía mucho calor, era otro día bochornoso, el aire estaba húmedo por el calor.

Logré, no sé cómo, subir solo a la pila de colchones, y decidí que si quería que las cosas siguieran como ayer, sería mejor que me desvistiera y me quedara solo en calzoncillos, que era como todo había comenzado el día anterior.

Apenas había terminado de hacerlo cuando Armando entró silenciosamente al garaje. En cuanto sus ojos se acostumbraron a la penumbra, me vio, y también vio que yo estaba semidesnudo, ya que, arrodillado sobre los colchones, me erguía como una torre.

Me dedicó una de sus grandes y dulces sonrisas: “¡hola, Andrés!” me dijo, “veo que tienes ganas de volver a jugar, ¿eh?”. Luego agregó, con un aire un poco travieso: “¿y con qué quieres jugar hoy?”.

“¡Con tu polla!” casi le grité.

“¡Shhh, habla en voz baja! Sobre todo cuando usas esas palabras… ¡Imagina qué pasaría si nos encontraran aquí, ahora!”.

Me sonrojé, y repetí, casi susurrando: “¡con tu polla!”.

Armando se desnudó, quedándose también sólo con sus calzoncillos, y rápidamente se subió a la pila de colchones, acostándose a mi lado.

“Abrázame” me dijo, lo cual hice de inmediato, hundiendo mi cara en el espacio entre el cuerpo y el brazo, a la altura de la axila.

No pude contener un gemido: “mmmmmm”.

“¡Coño, te gustan mucho mis olores!”.

“Sí, muchísimo”, respondí con voz apagada. Mi voz o tal vez el movimiento de mis labios le hizo cosquillas, tanto que se rió entre dientes y apartó el brazo de su cuerpo. Su gesto dejó la axila al descubierto y yo aproveché para mover mi cara hacia arriba, hacia el hueco, y comencé a inhalar profundamente ese olor fuerte y acre que se había acumulado durante la mañana en la cocina. No contento con solo olerlo, comencé a besarlo allí, con pequeños y delicados besos dados sólo con los labios. Labios que pronto se bañaron con su sudor, que había comenzado a formarse nuevamente. Pasando mi lengua por mis labios descubrí su sabor salado. Tan bueno como todo lo demás que venía de él. Así que abrí la boca y comencé a lamer su axila, limpiando sus pelos castaños como un loco.

Mientras estaba concentrado en mi nueva tarea, seguía abrazado fuertemente a él, así que sentí crecer contra mí su gran pito... no, mejo dicho, su gran polla (tenía que recordar usar la nueva palabra, ¡cuando estábamos entre nosotros!), Así que bajé la mano para agarrarlo a través de sus calzoncillos, y pronto sentí que mi mano se mojaba con ese líquido meloso que había disfrutado tanto el día anterior. Entre esa sensación en mi mano y el olor y sabor de su sudor se me hizo la boca agua.

Pero antes de bajar a su polla tenía que cumplir una misión: limpiar también la otra axila de Armando. Así que le dije “ponte boca arriba, quiero probar el otro lado”.

“Está bien, sólo dame un momento, tengo que hacer pis” y saltó de la pila de colchones, dirigiéndose a un pequeño lavabo que estaba en la esquina del garaje.

“¡Espérame, yo también voy! Ayúdame a bajar”.

Armando me agarró con facilidad y me puso de pie en el suelo. Fuimos al lavabo, y lo miré mientras se bajaba los calzoncillos, se sacaba la polla y trataba de concentrarse para hacer pis, lo que no era fácil con la erección que tenía. Tampoco yo lo ayudé mucho, ya que alargué la mano y la agarré.

“¡Oye! ¡Así no me ayudas! Déjala en paz…”. A regañadientes, le obedecí. Con los ojos cerrados, Armando trató de concentrarse, y poco a poco se le desinfló el pito y empezó a salirle el pis. No sé qué pasó por mi cabeza, pero de repente decidí que ese líquido era realmente fascinante, así que estiré la mano y toqué el chorro caliente con un dedo, así que muchas gotas cayeron sobre Armando. Sintiéndose mojar, Armando abrió los ojos, y al ver lo que estaba haciendo yo, con un esfuerzo bloqueó el chorro de orina, mientras me miraba con ojos muy abiertos.

Sonreí con picardía y, mirándolo directamente a los ojos, llevé mis dedos mojados por su pis a mi boca, y los limpié con la lengua.

“¡No me lo puedo creer! ¿Te gusta esto también?”.

“Acabo de descubrir que me gusta todo de ti, hasta ahora, así que… ¿por qué no esto también? Y de hecho me gusta mucho! ¿Todavía tienes más?”.

No logró responderme, sólo asintió lentamente.

“¡Bueno, entonces dámelo!” le dije con decisión.

Aún sin decir una palabra dejó que un pequeño hilo de orina comenzara a fluir nuevamente. Me incliné hacia adelante y lamí un poco de ese líquido caliente y salado, y que aparte de eso no tenía otros sabores.

Decidí que sí, de veras eso también me gustaba, de él, así que abrí la boca y dejé entrar la punta tapada de su polla, luego cerré mis labios alrededor de la parte final de la piel de la verga, como si fuera una pajilla, y empecé a beber, de pronto infinitamente sediento.

Al parecer esto no debió darle asco, ya que, a pesar de que todavía estaba meando, su polla comenzó a hincharse y extenderse.

Dejé que terminara, entonces aproveché la posición y deslicé la lengua por la abertura del capullo, hasta tocar el agujerito del pis, de donde ya no salían más gotas de orina, sino otras de esa miel que tanto me había gustado el día anterior.

Yo hubiera seguido así, de pie, pero creo que Armando no estaba muy cómodo, porque me dijo “espera, volvamos a los colchones" y me levantó. Entonces puse mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de sus caderas. En esta posición sentí su polla súper dura empujando el pequeño agujero de mi culito, a pesar de que mis calzoncillos estaban entre los dos. Pero incluso este contacto indirecto me dio escalofríos, y mi agujerito pareció apreciarlo mucho, al igual que la polla de Armando, que seguía presionando allí.

De vuelta sobre la pila de colchones nos acostamos, y Armando rápidamente quitó los calzoncillos de ambos. Ahora ambos estábamos totalmente desnudos. ¡Guau!

Por supuesto, mi pitorro no se parecía a la polla de Armando, pero sentirlos uno contra el otro me hacía sentir bien.

¡Ay! Pero yo quería hacer algo, primero, que me hubiera hecho sentir aún mejor... Dedicarme a limpiar su polla... Así que dejé de abrazarlo, y comencé a descender hacia el objeto de mi deseo. Sólo que algo me estaba distrayendo. Sus pezones, que se veían tan pronunciados como el día anterior, totalmente rectos, como si fueran dos pollitas. El día anterior había resistido las ganas de llevármelos a la boca, ¡pero hoy no! Me detuve en el primero que encontré, y primero le di una lamida con la punta de la lengua, como para probarlo, luego lo tomé firmemente en mi boca, cerré los labios y empecé a chupar y lamer al mismo tiempo. Armando pareció volverse loco, empezó a mover la cabeza de un lado a otro y a gemir lentamente diciendo palabras incomprensibles, luego con una mano me agarró la cabeza, empujándola contra su pecho, mientras bajaba la otra hacia mi pito y mis bolas. Envolvió todo el paquete en su mano y comenzó a acariciar lenta y delicadamente pito y bolas. ¡Super guay! Ayer él no me había hecho nada, yo solito me había dedicado a él, pero esta cosa mutua era aún más excitante, y yo también comencé a emitir gemidos, mi boquita cerrada en su pezón.

“¡Coño, Andrés, me estás haciendo cosas que nunca nadie me ha hecho! ¡Ay! ¡Ojalá hubieras empezado a hacerlas antes! Si hubiera sabido que era todo tan excitante...”, y continuó: “Es la primera vez que le toco el pito a otro macho, nunca antes se me había ocurrido la idea. ¡Pero ver y sentir lo que haces me procura extraños deseos que ni siquiera imaginaba tener! Es delicioso sentir tu pollita dura empujando contra mi mano, ¡está dura como el acero!”.

¡Oh! Por cierto... no podía olvidarme de su polla. ¿Quién sabe si me había traído más de ese queso de ayer? Bueno, había la miel, la había visto y probado antes, así que tal vez también había queso. Sólo una forma de comprobarlo: ir y ver. Así que solté el pezón y bajé, no, me lancé hacia su polla, la tomé en mi mano, estaba súper dura otra vez, la acaricié un ratito, después bajé con ternura su espesa piel, mientras mi lengua seguía lamiendo su miel, que había comenzado otra vez a salir abundantemente.

El bálano, una vez descubierto, volvió a mostrar ese queso que tanto me gustaba. Armando había cumplido su palabra, había evitado lavarse a fondo por la mañana, y ahora, después de una mañana de trabajo en la cocina, todo a su alrededor olía a él: el sudor acre, el olor a no lavado, el perfume a queso fresco.

Como me pasaba en la mesa, cuando había algo que me gustaba mucho, evitaba el plato principal por un tiempo, así que me dediqué a lavar el resto de sus olores, primero en la base de la polla y en la zona pequeña, entre polla y testículos, donde el sudor se había acumulado más y olor y sabor eran más intensos.

Pero entonces sucedió algo increíble, que nunca hubiera podido imaginarme.

Armando me agarró suavemente por las caderas y empezó a empujar, para hacerme entender que tenía que mover mi cuerpecito. Lo hice, en la dirección que sus manos me señalaban, sin que él dijera palabra, hasta que mi parte central, en fin, donde estaba mi pito, se encontró frente a su rostro. En ese momento Armando volvió a gemir, mientras lo oía olfatear, primero vacilando un poco, luego con decisión.

“Hueles a bueno, a muchachito” lo escuché murmurar, antes de que una sensación que nunca había sentido antes invadiera mi mente: Armando había lamido primero con delicadeza la bolsa de mis bolas, dos avellanas que se movían arriba y abajo, por cierto nada de grande, luego había tomado mi pito en su boca, y había comenzado a lamerlo, de nuevo vacilando un poco primero, luego con evidente deleite.

Por una vez, fui yo quien se quedó boquiabierto, separándome de su polla y mirando lo que me estaba haciendo, ¡no me lo podía creer!

“Oye, ¿y esto? A ti no te gustan los chicos...”.

“Los chicos no me interesan, no, tú sí. A ti te quiero, desearía que fueras mi hermano pequeño. Y me estás haciendo sentir cosas que no imaginaba, es justo que yo también haga algo por ti” y apenas terminó de hablar retomó mi pitorro dentro de su boca.

Podría haber llorado de felicidad, pero estaba demasiado ocupado disfrutando de esas maravillosas sensaciones que me estaba regalando Armando. Así que me quedé quieto, dejando que Armando hiciera su magia, manteniendo mi cara y mi nariz presionadas en el espacio entre muslo y bolas y oliendo su sudor masculino y el olor de sus hormonas y feromonas (hoy sé lo que son, entonces no lo sabía, solo sabía que el olor allí era mucho más fuerte, y me gustaba por eso) mientras su polla se movía a lo largo de mi cuello, casi como si lo estuviera acariciando.

Al cabo de unos minutos ya no pude resistir aquellas ligeras caricias, y volví la cabeza hacia su miembro, besándolo levemente mientras subía hacia la punta, que por aquel entonces se había vuelta completamente cubierta por la piel otra vez, salvo el punto donde se encontraba el agujerito del pis, cubierto por esa miel cuyo sabor me fascinaba tanto.

Saqué la lengua y lamí todo ese líquido pegajoso y dulce, pero, como ayer, ¡cuanto más comía, más salía! Así que decidí dejar de intentar ganarle en su juego, poco a poco destapé el bálano y me dediqué a limpiarlo, como lo había hecho ayer. Hoy había menos crema, quizás porque había pasado poco tiempo, no lo sé, estaba toda acumulada en el surco, era más suave y cremosa, y sabía aún más a queso fresco. Salvo que yo estaba continuamente distraído con lo que Armando le hacía a mi pollita: esta actividad, tan nueva para él como para mí, evidentemente le debía gustar mucho, porque seguía chupándome con avidez, alternando entre lamerme bien el pito, chupar suavemente el bálano, y tomar en su boca todo el paquete, polla y testículos, dándome sensaciones cada vez más nuevas y más intensas, que me hacían volar más y más alto, hasta que me pareció que mi cabeza se quedara vacía y que todo mi ser flotara en el espacio. Al mismo tiempo, sin embargo, me sentía cada vez más excitado y con ganas de dar más atención al miembro de Armando y al mismo tiempo lograr más de él.

Había limpiado por completo el surco, solo quedaba un ligero olor, como el que te queda en la nariz después de haber comido un buen plato, pero seguía saliendo esa rica miel por el agujerito, así que me llevé todo el bálano a la boca, y comencé a chuparlo imitando lo que Armando hacía con el mío.

Pero las sensaciones de mi bajo vientre seguían aumentando, y subían hacia mi estómago, y entonces de repente sentí como... “¡Armando, lárgate! ¡Se me escapa el pis!”, le dije alarmado, apartando de repente la cabeza de su pito.

“No te preocupes, Andrés” me tranquilizó “no vas a hacer pis, relájate y déjame seguir, ¡ya verás que te gustará mucho!”.

Volvió a chuparme, y como me había prometido, esa sensación extraña, electrizante, que me daba calor por todo el cuerpo, volvió más intensa que antes, hasta que me pareció que todo se volviera negro, y me derrumbé sobre el vientre de Armando, casi desmayándome, mientras mi cuerpo inmaduro parecía tener convulsiones.

Armando dejé que poco a poco recuperara mi conciencia, pero mientras tanto empezó a pajearse lentamente. Una parte de mí, la que no descendía lentamente del paraíso al que había ascendido, lo miraba con avidez. La otra parte de mí sólo podía pensar, con una serie de satisfechos '¡guau!', en lo que acababa de experimentar, y se preguntaba cuándo podría repetirse esa experiencia de ensueño.

Meneé lentamente la cabeza y Armando entendió que había regresado a la tierra.

“¿Entonces? ¿Como te fue? ¿Feliz con tu primer orgasmo?".

“¿Organismo? ¿Qué organismo?”.

Armando rió, pero lleno de cariño: “nada de organismo, Andrés, orgasmo… Es lo mismo que viste pasarme ayer, cuando me corrí y se me salió todo ese líquido blanco que tanto te gustaba. Excepto que aún eres demasiado joven, nada sale de tu pitorro, todavía. Pero la sensación es la misma. Entonces, ¿te gustó?”.

“¡Ay, Armando, ha sido increíble! ¡Nunca había experimentado algo así! ¿Lo probaré otra vez, algún día?”.

“¡Por supuesto que sí! Lo probarás muchas veces más, aunque nada tendrá la misma intensidad como la primera vez. De hecho, ahora que aún eres joven y no te corres como yo, puedes tener muchos orgasmos al día, incluso uno tras el otro, no necesitas tiempo para recargar, como nos pasa a los adultos. Sólo tendrás que hacer lo que estoy haciendo yo ahora”, y  mientras decía esto, continuó sacudiendo su polla, pero aumentó la rapidez con la que su mano se movía hacia arriba y hacia abajo.

Mientras tanto, yo me había recuperado, y aunque todavía jadeaba un poco, seguí mirando con interés lo que hacía, hasta que: “¡coño, me corro!” dijo de repente, y como el día anterior, una serie de chorros blancos estallaron desde la punta de su polla, acabando en su vientre y también, el primero, en su barbilla.

Aunque en ese momento no logré coger nada en la boca, recordé lo sabroso que estaba, así que primero volví a atrapar su bálano con mi boca y limpié lo que salía lentamente de su agujerito, luego lamí lo que se había acumulado sobre su vientre liso y su pecho lampiño, y finalmente chupé con deleite lo que había acabado en su barbilla.

Entonces Armando hizo otra cosa – ¡una más! – que no esperaba: bajó lentamente su rostro, mientras tomaba el mío entre sus grandes manos y lo levantaba, hasta que su boca se puso en contacto con la mía. Sentí la punta de su lengua apoyarse ligera en mis labios y apretar, sin sentirme presionado abrí mis labios, y dejé que su lengua penetrara en mi boca, hasta entonces virgen de un contacto tan íntimo.

Al principio no supe qué hacer con mi lengua, dejé que la de Armando hiciera lo que quisiera, pero luego, creo que por instinto, la mía también empezó a moverse contra la suya, y en muy poco tiempo nuestras lenguas se batían a duelo, tal como los mosqueteros con sus espadas.

Pasamos mucho tiempo así, y yo me sentía derretirme por dentro por el placer que sentía y por el amor que sentía hacia Armando. Mientras tanto me había movido con mi cuerpo, y me había acostado sobre él, con mis muslos apartados y apoyados en sus caderas, mientras por la excitación sentía que mi pito estaba duro otra vez, y empecé a frotarlo contra su vientre, cuando de repente sentí algo duro que se abría paso hacia mi culito.

¡Era la polla dura de Armando! Y presionaba contra mi agujerito, de nuevo dándome extrañas sensaciones. Pero ¿qué estaba planeando hacer?

 

FIN... no del todo (tal vez)