Date: Mon, 11 Mar 2019 00:03:11 +0100 From: J. A. Hernando Morata Subject: Mi amigo Rafa - 1 Mi amigo Rafa PRIMERA JORNADA: VIERNES 1 Retomamos nuestra amistad gracias a Facebook, intercambiamos viejas fotos y recordamos los buenos tiempos, cuando éramos amigos, bueno, medio amigos, en la Universidad, antes de que yo me marchase a vivir a la otra punta del país. Él se llama Rafa, y era, y sigue siendo, un chico muy mono, delgado, más bien bajito, guapo pero sin llamar la atención. Tiene el pelo color ceniza, una naricita respingona y unos preciosos ojos verdes como de perrito llorón. Las fotos de Facebook lo dicen todo, es un marica de esos con carita de no haber roto un plato, muy dócil, sumiso, pero con un no se qué en su mirada que parece que está pidiendo caña, que le den, y fuerte además. En la Universidad le hacía coñas, quitarle los apuntes, encerrarle en un armario, avisarle de exámenes sorpresa que no existían y cosas por el estilo, pero sin llegar a más. Pero ahora, con unos años y algo de seguridad, ahora que se que me va el sexo duro, cuando veo sus fotos de Facebook se me pone dura e imagino toda clase de perrerías. En una de estas veces, le dije que me gustaría verle y pasar un puente largo en la ciudad en la que estudiamos, y si no le importaría alojarme. Por supuesto me ofreció su casa. Sólo necesitaba oír eso. Compré los billetes. "Llego el próximo jueves, ven a recibirle al aeropuerto," ya la frase iba con intenciones: "ven a recibirme." Él contentó: "allí estaré," solo le faltó añadir: "sí, amo", pero todo se andaría. Yo no estoy de mal ver, aunque guapo no soy, soy alto, fibrado, moreno, con una patillas largas que me dan un toque de malote, llevo un tatuaje en el hombro, un calavera iluminada por unas velas. Tengo un toque macabro, la verdad. Hago deporte, corro. Soy de esos tipos que por mucho que coma no engorda, uno de esos afortunados, eso está en el genotipo. También soy de esos que no se cansa de follar, me gusta hacerlo por horas, tomarme el tiempo, alcanzar el climax, creo que lo llaman sexo tántrico o algo así, y luego esperar, dedicar el día o incluso todo el fin de semana al sexo, calentándose, subiendo, descansando y más arriba, y después del climax, se regresa con calma, y se repite. Aunque a veces me entre también el calentón y no puedo más y me convierto en un máquina que no para hasta reventar (así de buenito soy). Mi espíritu dominante me decía que Rafa era un perrito, que con un ligero esfuerzo lo tendría a mis pies, que lo amarraría, que lo amordazaría, e imaginaba que él iba a disfrutar. Si conseguía dejarse llevar podría adentrase en una parte suya que aún no había explorado. Vamos, que soy como una especie de guía espiritual, un entrenador, en vez de un cabrón algo sádico, ya ven. Allí estaba, como no podía ser de otra forma, llevaba unos deportivos molones, de marca, unos pantalocitos cortos a cuadros, de esos con los bordes vueltos, y un niqui salmón, muy marica él. Nos dimos un apretón de manos. Yo estrujé las suyas y él me las dio blandas sin sangre. Luego le palmeé fuerte en la espalda, en plan colega. " ¿Tuviste bien viaje?" preguntó. "Mejor imposible." Lo pasé pensando en las putadas que podría hacerle -me había tenido medio empalmado-. " ¡Venga, llévame a casa," dije señalando a la maleta. Me había traído algunas cositas: unas muñequeras, unas tobilleras, unas correas, un cinturón de castidad de esos de silicona, un bug-plug (supongo que en castellano es un tapón de culo ¡bonito nombre!), un collar y una correa de perro; además de mi cuero claro. Él, de todo esto, no sabía nada. Subí a su coche. El niñato tenía un Audi A1, inmaculadamente blanco, e impecable por dentro. Nada que ver con mi golf de segunda mano, lleno de basura. Nada más entrar, me arrellané en el asiento del copiloto, abrí a propósito las piernas, para que se fijase en mis vaqueros ajustados y desgastados, desgastados en la entrepierna, porque, yo no seré muy guapo, pero tengo un rabo bien gordo. ¡Y unos huevos colgones! De esos que se balancean cuando andas en bolas. Tienen muchos admiradores en las duchas del gimnasio y en la playa nudista, y yo la verdad, los exhibo con orgullo. Me toqué el pecho, rozándome el pezón sin querer, y resoplé fuerte. Después me llevé la mano a la entrepierna, como quien no quiere la cosa. Y funcionó. El niñato solo tenía ojos para mi bulto bien marcado. Debía estar haciéndose agua su culo. "Venga, tío, que tengo ganas de darme una ducha", "Sí, claro", me dijo, como asustado. De camino hablamos de varias cosas, de su trabajo, de que acababa de comprarse un apartamento, que apenas le daba el sueldo para pagar la hipoteca, que el coche se lo regaló su madre, (que decía yo ¡un niñato!). Trabajaba de profesor de instituto, de profe de mates, los críos son insoportables, no sabes lo que cuesta mantenerles controlados. Le pregunté si tenía novia o había tenido, y se me puso rojo, ¡como si no se notase a la legua que lo que le molaba eran las pollas! Le palmeé cómplice en la espalda bien fuerte y del golpe, o los nervios, le dio como una tos seca, " ¡No te me mueras niño!" Me reí, "Ya eras un debilucho en la Universidad." "Bueno, ahora voy al gym, al menos, tengo algo de músculo y unos bonitos abdominales." ¡Joder!, el niñato quizás estuviese más bueno de lo que aparentaba. Mejor, nada como joder a un tío finolis algo fibrado, de esos de culos prietos. Mi rabazo en un culo prieto. Me habló de otras cosas, de sus cosas, pero no le presté mucha atención, pasábamos por un barrio en el que viví en mi época de estudiante, ¡qué tiempos!, me contaba cosas de su vida pero yo le oía como quien oye llover. Me fijé bien en su boquita, en sus labios bien carnosos, y en esa nariz un poco levantada, y sobretodo, directamente, a sus ojos verdes, mientras me sonreía y no dejaba de hablar. ¡Angelito! Tendrás que abrir bien la mandíbula para no atragantarte con mi polla. La vas a lamer bien el capullo y cuando aprendas te la vas a tragar toda, garganta abajo. Te daré leche, claro, serán unos lefazos espesos, me correré en tu cara de niño bueno, y te relamerás los labios. Me saqué un pitillo que ya tenía liado de antes, le pregunté "No te importa, ¿verdad?" No era una pregunta, antes de que me contestase, ya lo había encendido. El olor a María llenó el coche. "Ya bajo la ventanilla, no vayas a marearte," y nada más hacerlo, lancé un escupitajo, lo hice bien gordo, y que saliese sonoro, como un zas. De éstos también tengo pensado darte, escupirte en toda tu carita de niño bien. Y voy a dejarlos allí, que resbalen hasta tus labios, y luego te dejaré saborearlos porque todo lo que te da tu amo es bueno y dulce. Me abrí aún más de piernas, y no se que dije, le miré directamente, y él, ya de buenas, se me pone como a tartamudear. Pobre, da cierta pena ver caer en la trampa a la presa, como un conejito. Me restregué el paquete y me puse a fumar con calma, viendo pasar las casas. Joer, me iba a poner un poco moña recordando viejos tiempos, la puta melancolía... 2 Deje caer el agua durante un buen rato. Me gusta cuando se empaña el baño de vapor. No estoy nada mal de cuerpo, ya he dicho que salgo a correr habitualmente, tengo unos bonitos abdominales y una piernas duras. El agua corría deprisa por ellas. Me restregué bien con la esponja, regodeándome en los huevos, como dándoles cariño, preparándoles para lo que se avecinaba, en una especie de pre-calentamiento. Había dejado la puerta entreabierta, por si Rafa venía. Lo oía en la cocina. Estaba como picando algo. Le grité que se estaba de puta madre, que nada como una buena ducha. Él se limitó a darme las gracias, seguía picando alto, hielo parecía. Puta, si lo hubiese venido, ahora lo tendría arrodillado chupándomela. Salí y me sequé a medias. A fin de cuentas, estábamos en junio, y hacía una tarde agradable. Me puse la toalla doblada alrededor de la cintura y me planté en el salón. Rafa tiene un bonito apartamento. No muy grande, dos habitaciones, un gran salón-cocina con un balcón alargado que da a la calle. Rafa se quedó como cortado al verme. " ¿Pasa algo, tío?" "No, no" -balcuceó-, "he, he preparado unos mojitos." "siempre tan servicial." Tomé uno sin que me lo ofreciese y salí, tal y como estaba, al balcón. Era bastante grande, con una barandilla de listas de aluminio, que impedían que se viese nada desde la calle, mejor, así no le verán mientras me la chupa. Dejé que el sol de la tarde me cajera sobre el torso. Estiré los brazos con el mojito en una mano, "De puta madre," exclamé y me fijé de reojo que me estaba contemplando mi torso, mi vientre. Había colocado baja la toalla baja, para que se viera el inicio del pelambre. Luego me senté en un silloncito de diseño que tenía en el balcón. Lo tenía todo decorado con arbustos y plantes, muy marica otra vez. "Joer, ésto es vida, eres un señorito". Le miré mientras daba un sorbo. "No me quejo," dijo. Sudaba algo. No sabía dónde colocarse. Me entreabrí de piernas. Volví a dar un sorbo. Dejé pasar un rato. Toqueteé los pelos de mi pelambrera que sobresalían. Luego solté la toalla. Mi animal quedó al aire. Di otro sorbo al mojito. Le dejé contemplar mi herramienta, ¡qué disfrutase! Parecía que le temblaban un poco las rodillas. No quitaba ojo. Empezó a ponérseme dura, morcillona " ¿Te mola verdad? ¿Te crees que no me había dado cuenta? Se ve a la legua que eres un marica" - él no dijo nada, seguía con su mojito en la mano pero sin probarlo - "Ven, anda, acércate, que no muerde y mírala con calma". Le costó unos segundos decidirse, pero al poco se aproximó a mi lado. "Es bonita ¿verdad?" Me miró como un perrito, sus preciosos ojos verdes, íbamos bien, pero yo ni se lo había dado ni se lo iba a dar permiso para tocarla tan pronto " ¿Te gusta verdad?" "sí, sí", balbuceó. Estaba como ausente, en otro mundo, hipnotizado. "Pues no pierdas más el tiempo y cógela". Iba a aproximar su mano cuando yo le detuve. "No, así no, ponte como debes, arrodíllate, como si "- dije apuntando a mi rabo- "fuera una hostia, un copón sagrado". Frunció la cejas, " ¿Cómo dices? ¿Que me arrodille?", Pero había entendido bien, y no había duda de que lo haría. Sí, estaba hipnotizado. Tendría que ayudarle. Me incorporé, le puse mi mano sobre el hombro y presioné levemente, solo levemente, y él cedió, dobló sus rodillas y, lentamente se dejó caer. Al poco lo tenía arrodillado delante mía. Su rostro de niño bien a un palmo de mi polla, que milagrosamente no estaba dura, sino despedazándome todavía. Se moría de ganas por chuparla, ¡pobrecito! Tendría que esperar un poco. Yo volví a sentarme en el sillón. Él me miró como a un niño al que le retiran una golosina que ya estaba apunto de comerse. Le pasé una mano por su cabello ceniza, y acabé mi mojito. Le quité el suyo y le di un sorbo. "Parece que no tienes sed." Me apoyé en el sofá, resoplé. Estaba hecho. Lo tenía a mis pies. "Es gorda ¿verdad? seguro que no habías visto una así" Él asintió con la cabeza, parecía haberse quedado mudo, " ¡Contesta!" " ¡No!, no, no había visto una así," respondió entrecortadamente. Sonreí, le miré maliciosamente. Allí lo tenía, con su niqui salmón, sus pantaloncitos a cuadros, arrodillado delante mío, mirando mi polla que se había despertado como un niño travieso dispuesto a divertirse. ¡Qué fácil había sido todo! ¡Qué dócil es! ¡Va a ser un juego de niños! Se moría de ganas por chupármela, yo le miraba dulcemente, y él esperaba, esperaba mi permiso, pero no se lo di. No tan pronto. Me levanté de golpe de la silla, le di la espalda y me apoyé sobre la barandilla. Me incliné para que no se viese desde la calle o desde los otros balcones que estaba en bolas. Le di un sorbo a su mojito. " ¡Esta bueno!" le dije como si nada, como si él no estuviese de rodillas detrás mío y yo en bolas en su balcón, con su cara a un palmo de mi culo. "Me vas a hacer un favor Rafa ", dije suavemente, "hace una tarde preciosa, este mojito está de puta madre, y nada me gustaría más la verdad, para que todo fuera perfecto, que me chupases el culo, no sabes cómo me gusta eso, anda, no te levantes, arrástrate de rodillas, y ábreme bien las nalgas, y luego chúpame el culo despacito, sin prisas." No me volví, esperé unos segundos, pero ni dijo ni parecía hacer nada. "No sabes que ganas tenía ya en la Universidad de hacer algo contigo, siempre me pareciste un tío muy guapo," mentí, pero había que camelarle un poco, acariciarle como se acarician los gatitos, "anda, Rafa, dame ese gusto!".Me giré para verle, para lanzarle una mirada dulce ."Pero, pero, ¿aquí?, ¿en el balcón?" "Rafa, no nos ve nadie, anda, ¡arrástrate y chúpame el agujero del culo, está limpio, acabo de ducharle, huele bien!" Yo me volví hacía la calle. Le di un sorbo al chupito y esperé. Al poco escuché como Rafá caminaba de rodillas, le hacíaa con dificultad, me incliné para facilitarle la tarea. Me separó las nalgas, sentí el fresquito del aire en torno al agujero de mi culo. Tengo algo de pelo, no mucho, pero algo, una pelillos preciosos que me encanta que me los chupen. Me fijé que en la calle, una señora mayor, con el pelo canoso y bien peinado, miraba de forma extraña hacia el balcón, como si pasaba algo raro, le debía gustar mi torso desnudo. Le saludé con el brazo de mi mojito, y ella como sorprendida en algo que no debía, se volvió rápido y se puso a caminar. Rafa metió su lengua entre mis nalgas, húmeda y caliente alrededor de mi agujero, moviéndose con calma y con gusto. Me subieron unos espasmos de placer por la espalda, y me incliné más, para dejarle mejor acceso. Di un sorbo al mojito. Rafa daba lametazos como si no hubiera mañana. Debía tener ganas. El pobre ya no debía poder más. Entonces sentí ganas de tirarme un cuesco. Me reí por dentro. Joder, eso sería realmente una gran cabronada. Tenía los gases ahí esperando, solo faltaba un pequeño esfuerzo. No, aún es pronto, me dije, no lo asustemos, poco a poco. "Muy bien, mi perrito, sigue chupando". Ni se inmutó porque le llamase perrito. Era un auténtico sumiso, como había adivinado. Di otro sorbo al mojito, y respiré profundamente. Esto iba a ser fácil, ¡Qué bien lo vamos a pasar! Entonces me di fijé que la señora abajo, la del pelo cardado, volvía a mirar toda intrigada. "Lo haces muy bien Rafa, se nota que no es la primera vez." "Gracias." "Eres un buen perrito, ¿te gusta que te llamen así?" Se lo pensó un momento, "sí," dijo en voz baja. "No te oí, Rafa, ¿qué dijiste?"." ¡Sí!" -sentía su aliento al hablar alrededor del agujero de mi culo- "mejor, me gustan los hombres obedientes que saben lo que son y tú eres un perrito ¿verdad?" otro momento de silencio, "sí, lo soy." "Y yo soy un buen amo que cuida a su perro, no te preocupes, ojalá me lo hubieses dicho en la Universidad." "Decirte ¿qué?" "Que eres un perrito, yo habría sido tu amo todos esos años, ¡la de cosas que habríamos hecho!" Rafa me besaba de nuevo el culo, abría las nalgas con las manos, y luego metía la lengua, no llegaba muy lejos, pero ya la sentía dentro, lamiéndome las paredes del ano. "Hay una señora que no para de mirar, ¿la conoces?". Dejó de chupar, miró entre las redijas de las láminas del balcón. Le señalé a la mujer de la calle que nos miraba ahora desde un portal. "Es la vecina, habrá salido a comprar, le extrañará que haya un hombre medio desnudo en el balcón." Yo me reí "Desnudo, estoy desnudo, Rafa, y tú me estás comiendo el culo," y me volví a él. Tenía los labios húmedos de saliva. "Mira cómo te has puesto, eres bueno besando culos." "Gracias." "Gracias ¿qué?, ¿qué soy?" " ¡Gracias amo!" Tardó unos segundos en comprender, " ¡gracias amo!", "así está mucho mejor", "ahora, perrito, me vas a quitar este subidón que tengo encima", le dije indicándole mi polla dura. Puse una mano sobre su hombro. Rafa miraba mi polla. Debía estar asustado por su grosor. "Abre bien la boca, ni se te ocurra rozarme con los dientes que te ahostio, así, muy bien, abre un poco más, saca esa lengua, quieres mi polla ¿verdad?", "sí... sí, amo", "te la vas a tragar entera, ya ves lo gorda que es", "sí amo". Le metí la polla en la boca. No avancé mucho. Iría con calma, me dije. Y empecé a follarle despacio, pero decididamente. Miré a la calle, ahora la señora se enteraría de lo qué pasaba en el balcón. " ¿Cómo se llama tu vecina?" "María, señora María." "Pues es una vieja alcahueta, ¿ya sabes que eres maricón?" "No se..." "Ahora ya lo sabe, no te preocupes, te he sacado del armario," y empecé a follarle más fuerte, con golpes secos. Yo soy bastante atlético, uno tras otro, y al rato ya tenía mi pollón casi dentro, un par de empujones más y le llegaría a la garganta. Puse la mano en el gaznate y sentí los empujones de mi polla y cómo cada vez entraba más adentro. Le llegaba hasta bien abajo. Le gustaba estar allí, todo húmeda y calentita, las paredes de la garganta haciéndole caricias. Me iba a correr. Joder, se estaba demasiado bien. No me preocupé si la señora María miraba, mejor para ella, que disfrutase también, que se imaginase todo, ¡el marica de su vecino haciéndole una mamada un tío en el balcón! Estaba a punto de correrme cuando Rafa echó la cabeza hacia atrás de golpe. Se había quedado sin aire. Se atragantó. Empezó a toser y yo le di unas palmadas en la espalda. "Buen perro, buen perro, que se la traga toda, venga, tómala otra vez," y esta vez la metí de golpe, hasta dentro, sin miramiento, y la saqué de inmediato. Su preciosa boquita toda sucia de babas. Había un reguero de saliva desde su labio hasta la punta de mi capullo. A la luz brillaba que era una preciosidad. Se la metí de golpe, y otra vez fuera, y así unas cuantas veces, hasta que estaba por correrme. No le dije nada cuando solté el primer chorro bien dentro de su garganta, que ni cuenta se dio, pero luego la saqué, y el segundo lefazo le cayó en el ojo izquierdo. Mi miraba bizco mientras yo eyaculaba dos o tres veces más, en su mejilla derecha, en sus labios. ¡De puta madre! Yo me eché hacia atrás para contemplarle, para admirar mi obra. "Estas jodidamente guapo Rafa." "Gracias, gracias." " ¿Cómo?" "Gracias amo," sonreí, "así se habla," mientras, él hacía esfuerzos por despegar los párpados de su ojo izquierdo manchados con mi semen. Yo suspiré de gusto, me acabé su mojito, "esto, Rafa, es el comienzo de una bonita amistad". Aquello relajó el ambiento e incluso esbozó una sonrisa. Vi como se llevaba la mano a su paquete. Él aún seguía completamente vestido, con sus pantaloncitos de cuadros y su precioso niqui salmón. "Ni se te ocurra, ni se te ocurra." Me miró entre suplicante y sorprendido. " ¡Que no te corras! Ahora eres mi perrito, y soy yo quien te dice cuándo y cómo te corres, ¿me entiendes?", Rafa tardó un momento en responder, pero acabó por asistir con la cabeza. El semen de la mejilla y del labio se le habían escurrido hasta la barbilla y le quedaban colgando en un gran gotarrón blancuzco. Había un toque ridículo en aquellos movimientos de mi semen baso su barbilla. Me arrodillé y me puse a su nivel. "Estas muy guapo, Rafa, con todo mi semen en la cara" Cogí el goterón con la yema de mi dedo índice. "Mira, ves que bonito es", y se lo mostré. Él todavía hacía esfuerzos por abrir su ojo izquierdo. "Toma, mi perrito, cómetelo". Pareció dudar. Le estaba mirando directamente a los ojos, con decisión, y le metí el dedo en la boca, y le dejé lamerlo. "Muy bien, Rafa, eres un puto perro, no sabes cuánto me gustas y lo bien que lo vamos a pasar juntos, una bonita amistad". Me recliné en el sillón y le acaricié como si fuera un animalito. "Rafa, ¿me vas a hacer un favor?, estoy tan agusto que me apetece un buen peta, y mira, los tengo en la mochila, en el bolsillo de delante, ¿te importa ir a por ellos?, y luego, mi perrito, vienes, y te arrodillas como estás mientras yo fumo, que me gusta tenerte a mi lado, ¿serás bueno?". Rafa se quedó callado. Al niñato le costaba aceptar las ordenes y mira que se lo estaba poniendo fácil. "Sí amo", "Muy bien, perrito, así me gusta". Al levantarme me fijé en el bulto enorme que sobresalía de su pantaloncito de cuadros, "No me digas que estás bien dotado", Y ahora el sonrió, "no estoy mal la verdad, no tan gordo como el tuyo, pero es bastante largo", "Joer, que de sorpresas me reservabas!, pero no quiero verlo, así qué déjalo ahí bien dentro y ¡no se te ocurra tocarte! Ve y tráeme el peta". Obedeció.