Date: Sun, 22 May 2022 19:13:51 -0500 From: David Maravilla Subject: Leche a media noche (gay, non-english, incest) Hi there, I´m reaching out to submit a new entry to NIfty. I would like to point out this is a story written in Spanish, so it has accents - las time you advised me to highlight this in the submission email to prevent default errors when updating the story.  Thank you! Best!! Leche a media noche Las piernas me tiemblan, pero no me detengo, tengo el sabor de su falo fijo en la mente. Trato de no hacer ruido al avanzar en el pasillo. Tengo la boca seca y estoy semi-erecto ante la expectativa, lo cual me molesta un poco al caminar.  Y sí, lo digo con vergüenza, pero mi verga da un salto de emoción al comprobar que su puerta entreabierta.   Entro a la habitación tras empujar la puerta, cerrándola detrás de mi sin ningún ruido. Apenas entra luz por la ventana, pero puedo ver sus ojos brillar en la oscuridad. Al principio parece sorprendido, pero después me sonríe socarrón, sensual.   Voy a decir algo, pero me detengo de golpe. Lentamente, sin dejar de mirarme, su mano comienza a tirar de su grueso falo, el cuál reposa entre sus piernas de atleta joven, haciéndolo crecer en segundos.   Es un vaivén hipnótico para mí. Él estira las piernas en el borde de la cama para dejarme ver mejor, incrementando el ritmo de la mano contra su falo ya totalmente erecto. Dios… hasta acá puedo ver el glande brillando con precum. Él lo sabe, y sin ninguna pena lleva sus dedos a la cabeza enrojecida. Retándome, la frota para embarrarse el lubricante y los mete a su boca. Creo que yo gimo un poco por lo bajo, aunque me da pena admitirlo.   La verdad es que pierdo noción del tiempo, sólo sé que estoy como bobo viendo a mi hijo acariciar sus pezones mientras su mano hace rebotar esa vergota, su respiración tan agitada como la mía por la excitación.   Se acerca al filo de la cama, sentándose en la esquina de piernas abiertas, tirando la verga de abajo hacia arriba para hacerla rebotar contra el abdomen plano.    -       ¿Sabes a que vienes? – pregunta en voz baja.   Yo gruño un poco,  renegando, pero ya estoy avanzando en su dirección. Tengo un nudo en la garganta, me doy algo de asco, pero su glande está brillando y su falo parece que va a estallar de lo duro que esta.   -       ….dijimos que no iba a pasar de nuevo- murmullo quedito.   No importa realmente, mi mano ya está halando el fierrote frente a mí y yo estoy hincado sin pantalones frente a mi hijo.   Su verga es venosa y está caliente al tacto, y olvidando mis protestas, la veo fascinado mientras comienzo a masturbarla. Apenas me cabe en la mano al tomarla y me llega el claro olor a hombre joven de la base de los huevos bien formados, llenos. ¡¿Cómo se supone que no se me antoje esto?!   -… tienes la boca calientita, pá …- escucho a mi hijo susurrar cuando su mano empuja mi cabeza contra la verga, la cual recibo temblando de morbo. Al abrir los ojos veo el placer salvaje en la mirada de mi niño, un machote de 19 años, con la boca vierta viendo como su pedazote de carne desaparece entre mis labios.   Tengo pena, pudor y conflicto moral, sé que esto está mal… pero el sabor salado y la verga pegando contra mi nariz al liberarla de mis besos borran todo de la menta. Yo nací para mamar esa vergota y mi hijo lo sabe, lo leyó en mí al notar cómo espiaba su entrepierna, como me ponía duro viéndolo de reojo tocarse en la sala de la casa familiar.   No tengo claro cómo, pero ya tengo las manos contra las piernas de mi hijo mientras mi cabeza baja y sube contra el falo duro, sudado, delicioso. Él gime por lo bajo mientras me atraganto, excitándome más.     En varias ocasiones veo blanco por el esfuerzo de las arcadas, pero me libero solo unos segundos para tomar aire y besar con devoción el falo baboso que mi hijo mece contra mi cara. Él ya está de pie cogiendo mi boca con maestría y yo forcejeo para tomar algo de aire mientras me empuja hacia él para tener mejor visión de mi culote, el que tanto trabajo en el gym. Toso y la saliva se me sale de la boca mientras trato de jalar aire.     -       … habíamos dicho que ya n-no - me quejo débilmente de nuevo.   Pero no importa, ya estoy en 4 al filo de la cama, mordiendo las sábanas porque el aliento de mi hijo contra mis nalgas me hace temblar. Muerde con cuidado y su lengua abre mi ojete, estirándolo mientras lo hace suyo.   Volteó para para ver de reojo a mi macho empujar su verga contra mi entrada, abriéndola con cada embestida de su verga gruesa. Verlo ponerse lubricante a lo largo del falo es un espectáculo, su mano recorriendo toda la carne mientras se pone el preservativo.   Acaricia la palma de mis pies según nuestro fetiche, distrayéndome antes de impalarme. Siento la verga empujar y veo borroso cuando Mi culo se la traga completa, apreciando como me rompe por dentro. Me encanta, apenas y puedo respirar. Veo borroso del gusto cuándo sus huevos pegan contra mis glúteos, sintiéndome lleno.   Mi hijo me da estocadas lentas y profundas, sus manos haciéndome hacia él mientras bombea, sin prisa, fuerte, morboso. Mi niño siempre me coje rico, pero esa noche el falo martilla mi próstata particularmente bien. No sé si es la semana que fantaseé con visitarlo de noche, cuándo todos durmieran, o el calor de la primavera, pero empiezo a gemir más fuerte de lo prudente mientras solito me empujo hacia él, sintiéndome pleno cada vez que me entierro su falo.   Tengo la idea clavada en la cabeza, se ha convertido en un deseo que nunca me atrevo a decir. Me hijo me voltea, poniéndome boca arriba y coloca mis piernas por lo alto. Esta sudando y su verga pega contra la mía, temblando de ganas al verme tan abierto, mis piernas fuertes en el aire y mi pecho definido subiendo y bajando con sudor.    Me vuelvo loco en el momento en que se inclina para besarme, adivinando lo que quiero. Es un beso húmedo, brusco, cargado de deseo. Su verga está entrando de nuevo en mi culito y sus manos me agarran fuerte las piernas cuándo pierdo la cabeza. El falo entra y sale, hipnotizándome. Estoy tan caliente que ya no es suficiente.   Mis dedos alcanzan la verga en un momento en que el movimiento la saca de mis entrañas, y mirándolo a los ojos a mi retoño, le acaricio la verga pulsante. Incitado, mi niño ve como retiro el protector, dirigiendo la verga desnuda al inicio de mi hoyito. Hoy me siento goloso, glotón.   -       Quiero lechita – le susurro al oído a mi hijo, mi culito enterrándose en el falo caliente. Carajo, siento cada centímetro entrando, el glande besando mis adentros.   Mi hijo tarda unos segundos en entender lo que sucede, su cuerpo tensándose de placer. Aprieta fuerte mis tobillos y sonríe embaucador mientras empieza a bombear como animal, cada emoujón arrancándome quejidos profundos que estoy seguro lo prenden más.   -       Te voy a emabazar, papi – me dice con lujuria, cómo me gusta.   La cama rechina y por un momento creo que vamos a despertar a todos en la casa, pero no nos detenemos. Mi niño esta jugando con mi culo como si fuera un juguete y yo siento que merezco una recompensa por portarme tan bien tanto tiempo, resistiendo las ganas de recibirlo en cuatro en la sala cada vez que llegaba a casa. Quiero estar escurriendo de él, usado y feliz.   Sé que no hay vuelta atrás cuándo su verga me inunda, siento los chorros pegar dentro, cálidos, calientes. Prometo entre gemiditos que voy a regresar el día siguiente y el que sigue mientras mi hijo continúa bombeando, sonriendo satisfecho de tenerme reducido a un culito que destruir. Orgulloso, me muestra la lechita que escurre de mi culo, la cual beso como un cerdito.   Esa noche no regreso a mi habitación hasta que amanece.   Dios, ¿cómo voy a ver a mi hijo a los ojos en el desayuno familiar sin ponerme duro? Dios, me encanta sentir mi culo tan dilatado.   -       Hijo… ¿le damos de nuevo?, ¿me preñas otra vez? -