Date: Fri, 21 Mar 2014 09:55:35 -0600 From: Wassily Kandisky Subject: 16 de Septiembre en la Universidad Mientras estudiaba en la Universidad, mis padres habían dispuesto me quedara a vivir dentro de la misma, en los dormitorios para estudiantes habilitados para ese fin. Aunque eran bastante cómodos, no me gustaban tanto porque había poca privacidad: cada suite se componía de 4 cuartos con una sala-comedor-cocina y un gran baño que había que compartir con hasta otras 7 personas, pero no me quejaba al fin, era una buena forma de conocer nuevos amigos en la Universidad. El primer año se fue rapidísimo y los amigos que había hecho se cambiaron o se fueron a otras suites por lo que al inicio del segundo año, yo era el único sobreviviente de la última camada. Entre los recién llegados, estaba Josh, un morenazo estadounidense que la Universidad había becado para jugar Futbol Americano. Yo no sé nada de Fútbol Americano pero había que ser ciego para no darse cuenta del forro que me había tocado como compañero de suite: con una sonrisa pícara, su piel oscura como chocolate y sus más de 1.80 metros de altura, de cintura estrecha, pecho marcado, brazos impresionantes y piernas delgadas pero musculosas, hasta el más heterosexual por lo menos se sentiría intimidado. Yo por mi parte, digamos, estaba experimentando y los hombres me resultaban más que atractivos y el sexo gay me resultaba excitante cuando era con la persona adecuada, pero mis últimos encuentros habían sido ya en el último año de preparatoria. Josh era un chavo bastante buena onda, aunque callado y reservado con los chavos de la suite. En las pocas pláticas que tuve con él, me enteré que era de Cleveland; que aunque su papá era afroamericano y su mamá mexicana, él había heredado la piel del papá pues no tenía ni asomo de mestizo y de su mamá solo había heredado los ojos que eran café claro; era mas gringo que mexicano, pues vaya, ni siquiera hablaba un español decente y por eso prefería expresarse en inglés. Como es común entre los equipos universitarios, sus amigos más cercanos se contaban entre los mismos jugadores de americano; su mejor amigo era David, otro jugador de americano de Sinaloa, que era bastante bien parecido y aunque no tenía el cuerpo de Josh, siempre me había parecido atlético y con unas nalgas de ensueño. Bueno, pues para nuestros amigos sudamericanos, les informo que el 16 de Septiembre se celebra religiosamente en México por ser el Día de la Independencia, casi todas las actividades laborales y académicas se suspenden. Esa noche, la Suite se vació pues al caer el 16 un día viernes se hizo un fin de semana largo, que todo mundo aprovechó para irse a sus ciudades natales. Yo no me fui pues al siguiente lunes tenía muchos trabajos y tareas pendientes por entregar. Dediqué toda la mañana del viernes para adelantar y en la tarde eché la hueva riquísimo. Pensaba ir a algún antro por la noche por lo que leyendo, me quedé dormido. Los dormitorios, casi vacíos y mi suite desierta... Ya para eso de las 7 de la noche, con la noche ya entrando, me despertaron risas afuera de mi cuarto y supuse que algunos muchachos se habrían quedado como yo, pero no le dí importancia. Se oyó que el desmadre seguía en el cuarto de baño y el sonido de las regaderas era continuo. Yo en mi hueva, me volví a dormir y no me desperté sino hasta después de las 8 PM. Estirándome, me deshice de la flojera y me alisté para bañarme. Me desvestí hasta quedar en calzoncillos, tomé mi toalla, apagué las luces de mi cuarto y abrí la puerta de mi cuarto para dirigirme a las regaderas. El resto de la Suite estaba a oscuras, con las puertas cerradas, excepto por la de Josh que estaba medio abierta y solo con las luces de su escritorio encendidas. Me dio gusto ver que estaba y fui a saludarlo, pero al abrir su puerta con una sonrisa, me congeló en el quicio lo que vi: me recibió una vista en primer plano del culo de David (Daivid, como lo pronunciaba Josh), enfundado en una brevísima tanga de hilo masculina que no dejaba nada a la imaginación, los dos globos de sus nalgas perfectamente divididos por un fino hilo de color negro que no hacía más que acentuar las curvas de su cuerpo. David se encontraba arrodillado en la cama de Josh, dándome la espalda y totalmente absorto en mamarle el tolete a Josh, quien desnudo y de pie sobre la cama, tenía cerrados los ojos mientras tomaba a su amigo por los cabellos y moviendo las caderas suavemente, le ofrecía su verga para ser devorada por la boca ansiosa de David. El cuerpo de Josh se revelaba ante mí como siempre lo había querido y el resultado no era para nada desalentador: su cuerpo entero era completamente lampiño y su piel oscura parecía brillar con cada movimiento, con los músculos del abdomen que se contraían cada vez que sus caderas introducían su largo miembro en la boca de su amigo. David por su parte, ¿que puedo decir? Sus nalgas se antojaban deliciosas, enfundadas como estaban en esa tanga de hilo y sus piernas, que eran más musculosas que las de Josh, se antojaban suaves al tacto; mientras le comía la verga a Josh, meneaba sus caderas como gato gustoso. Naturalmente, me quedé congelado unos instantes al ver esta escena, y mientras sentía mi propia verga inflamarse con el espectáculo ante mis ojos, pensaba varias cosas: 1) No era la primera vez que estos dos tenían relaciones pues actuaban con la familiaridad y desenfado de los amantes habituales, 2) Habían dejado la puerta abierta pues se pensaron totalmente solos en la suite y 3) Con todo el dolor de mi corazón, decidí que ese asunto era de dos y debía de abandonar la escena antes de ser descubierto. Todas estas cosas debí haber pensado en unos 3 segundos y me distraje, perdido en el espectáculo que ofrecía la espalda casi desnuda de David, cuando Josh abrió los ojos y se encontró con mi mirada. Por un momento, sus ojos reflejaron sorpresa al verse descubierto, miedo al darse cuenta de lo que podría implicar y quizá un poco de alivio; después, su mirada bajó hasta mi propio cuerpo semidesnudo, recargado como estaba en el quicio de la puerta y una sonrisa maliciosa cruzó su rostro cuando se dio cuenta de mi rampante erección atrapada en mis calzoncillos. -¿Do you like it, bitch?- gruñó Josh, ahora con más confianza mientras tomaba a David un poco mas duro de los cabellos y esta vez le metió toda la tranca hasta el tope y no apartó su vista de mis ojos. Para mi sorpresa, tanto David como yo asentimos; David con la boca rebosante de verga negra y yo con la mirada extraviada entre el delicioso culo de David y la gruesa verga que se enterraba en sus húmedos labios. - I have a surprise for you, bitch - susurró Josh y soltándose del beso húmedo de Josh que le apresaba suavemente la verga, se bajó de la cama de un salto y buscó entre su escritorio hasta encontrar lo que parecía ser una máscara de seda azul. Sin dejar que David me viera, se la colocó rápidamente y hasta que estuvo bien fija, no lo dejó moverse. David reía, al parecer sin darse cuenta de que este encuentro estaba a punto de volverse de tres. Yo me quedé inmóvil en el quicio de la puerta, sin saber como reaccionar hasta que Josh me hizo un guiño y con un movimiento de cabeza, me invitó a pasar al cuarto. No vacilé ni por un momento: había caído bajo el hechizo de la situación y, casi trastabillando, me senté en la otra cama, observándolos a los dos. David se puso boca arriba sobre la cama de Josh y éste aprovechó para ofrecerle la verga a su boca ansiosa. Desde mi nueva posición, ahora era la espalda de Josh la que se me ofrecía: sus oscuras nalgas eran exquisitas, y aunque de menores proporciones que las de David, eran más masculinas. Su cintura era estrecha, la espalda y sus hombros anchos y sus nalgas aunque pequeñas eran de formas perfectas, redondas y macizas; ahora podía apreciar a la perfección la forma y el tamaño de la oscura verga que definitivamente era grande, quizá de unos veintitantos centímetros y gruesa la condenada. La piel del cuerpo de Josh era tersa y lustrosa; los músculos en las oscuras nalgas hacían que se marcaran sendos hoyuelos cada vez que le dejaba ir la verga a la boca de su amigo. Sentí a mi propia tolete inflamarse aún más al ver esta escena. David echó hacia atrás la cabeza, ofreciéndole su boca y sus labios en plenitud. Observé sus labios mientras gustosos recibían al tolete negro que comenzó una feroz maniobra de entrada y retroceso que me hipnotizaba. Los labios de David se curvaron hacia afuera, y Josh comenzó entonces a darle bastante más rápido por la boca; David gemía mientras la negra verga casi lo ahogaba. Miré como, en medio de la musculosa espalda de Josh se formó una gota que descendió lentamente por su oscura piel, hasta perderse en sus redondas nalgas. Josh era impetuoso y dominante, no permitía que David se tocara y le gustaba ejercer el papel de macho en toda su expresión. Aprovechando que David permanecía con los ojos vendados, Josh se volteó a verme y sonriéndome, me dijo: "How do you like it, boy?", mientras parecía que me ofrecía sus nalgas, pues las curvaba deliciosamente hacia afuera mientras se cogía a David por la boca. No supe que responder y por toda respuesta, Josh se puso de pie, separando su verga de los labios húmedos de David, quien permaneció con la boca abierta sobre la cama, recuperando el aliento y en seguida se dio la vuelta en la cama hasta permanecer boca abajo, exhibiendo sus gloriosas nalgas al aire. Sabía lo que quería, eso nadie lo puede negar. Josh dijo, "wait a minute, bitch. I´ll be right back" Y acercándose a mi, me tomó por un brazo y me jaló fuera del cuarto. Mi verga estaba henchida a más no poder después del espectáculo que acababa de presenciar. Mi sorpresa fue mayúscula cuando justo afuera del cuarto, Josh acercó sus gruesos labios a mi boca y me plantó un beso de leyenda. Su lengua invadió mi boca con tal velocidad que solo vi estrellas. Más rápido de lo que hubiera pensado en mí, me encontré devolviéndole el beso apasionado mientras nuestras manos ya viajaban presurosas sobre nuestros cuerpos. Josh encontró mi verga aprisionada y la liberó rápidamente, bajando mis calzoncillos hasta el piso. Sus dedos recorrieron mi tolete de arriba a abajo, como sopesándola pues aunque su verga es más grande, la mía no palidece en ese departamento, quedándose a unos 2 centímetros mas abajo y de un grosor similar. Josh sonrió mientras me atraía hacia sí. Sentí un calor intenso mientras nuestros cuerpos se fundían en un solo abrazo y nuestras lenguas seguían su singular batalla. La verga de Josh se erguía sin tapujos sobre mi vientre y se restregaba contra mi propia verga de una forma deliciosa que me calentaba en demasía. Le tomé de la cintura primero y luego de las redondas y negras nalgas y le atraje hacia mí. El rostro de Josh se encendió mientras sus ojos castaños me miraban con un deseo que hacía mucho no veía y su mano descendió hasta la punta de su verga, para controlarla y meterla entre mis piernas. Como somos de alturas similares, no tuve problemas en erguirme sobre la punta de mis pies para dejarle paso. Su verga tropezó primero con mis huevos y luego con el surco de mis nalgas, frotándose de una forma lasciva en todo lo largo que era. Mis manos acunaron las ricas carnes de sus nalgas, separándolas y amasándolas. Después de que había visto la actitud algo salvaje de Josh, pensé que se negaría a mis avances en su culo, pero no fue así. Antes bien me tomó de una mano para guiarla hasta el suave botón de su ano. Alcancé a masajearle la entrada con un dedo, pero sin ir más allá; Josh respondió con un rico meneo de sus caderas que hizo que todo el tronco de su verga se restregara en mis huevos y nalgas, de una forma exquisita. Si esta era la forma de calentarme de Josh, no podía esperar a ver como cogía. Nos calentamos tanto que casi olvidamos a David que gimiendo reclamaba atención en la cama. Josh me sonrió mientras me tomaba de la mano y nos volvía a meter al cuarto. "Ready for this bitch?" preguntó en esa voz tan grave que parecía dominarlo al tener sexo; otra vez no supe a quién se dirigía pero asentí. David, con los ojos aun vendados, asintió también mientras volvía a asumir su posición boca abajo en la cama. No se había quitado aún la tanga y aunque su paquete parecía de buenas proporciones, no era competencia para la vista de aquellas nalgas bien formadas, tan redondas y suaves al tacto. Josh me hizo señas para que tomara su lugar detrás de David y yo encantado así lo hice. Me coloqué detrás de aquel cuerpo espectacular, pegando mi pecho a su espalda y arrimándole la verga al culo. Aunque David y Josh son atletas casi profesionales y yo por mi parte me mantengo en muy buena forma, hago natación y pesas 5 veces por semana, por lo que aunque no estaba tan marcado como ellos, tengo lo mío. David gimió al sentir mi peso, mi verga ahora liberada estaba ya tentándole el culo, frotándose entre la raja de sus nalgas y yendo tan lejos como para pegarle en los huevos. David, girando su cabeza, me ofreció su boca pero yo no se la acepté, el riesgo de ser descubierto era mucho por lo que en vez de esto, le lamí el lóbulo de la oreja derecha. Esto lo enloqueció, pues comenzó a gemir apasionadamente y quiso tomarme de las caderas para que lo penetrara de una vez. Josh estaba al pendiente y le grito por detrás de mi espalda "Stay put bitch, we are doing this my way!". Tomé a David de las muñecas y lo clavé a la cama. El trato rudo pareció gustarle y se dejó hacer, mientras elevaba las nalgas en mi dirección. Yo no quise terminar con el asunto tan pronto, pues un culo de esa calidad, merece un tratamiento mejor: me limité a seguir asiéndole de las muñecas mientras con la lengua, comenzaba a un suave movimiento de exploración hacia abajo de su espalda. David gemía mientras mi lengua bajaba y con besos y caricias húmedas, exploraba la raja de sus nalgas y le lamía hasta donde me permitía la breve tanga, que hacía más deliciosos los evidentes atributos de su cuerpo. Josh, por su parte, no perdía el tiempo: me tenía en la justa posición que quería, con el culo al aire. Mientras le quitaba suavemente a David la tanga, sentí la humedad de la lengua de Josh explorar mi propio culo. De por si soy moreno, pero las largas horas de entrenar en la alberca me han dado una tonalidad mas bronceada y la marca del traje de baño se me destaca sobre mi piel, por lo que mis nalgas son mas blancas que el resto de mi cuerpo. Josh parecía excitarse con esto pues no dejaban sus manos de estrujarme las nalgas y arrodillado al pie de la cama, enterraba el rostro en mi culo. Las nalgas de David, una vez arrebatadas de su tanga, eran exquisitas. Su cintura debía ser un poco más ancha que la de Josh, quizá talla 32 o 34 pero unas nalgas de otro mundo florecían donde terminaba su cintura. La piel de su trasero era más bien blanca, aunque como yo, el resto de su cuerpo era de una tonalidad más bronceada. David se dejaba querer, echado boca abajo sobre la cama como estaba, mientras abría las piernas para darme mayor libertad de movimiento. Le solté de las muñecas para abrirle el culo y encontrar el ojito rosado en medio de sus nalgas. Olía a limpio, una mezcla de jabón de baño, loción y excitación. Enterré mi rostro entre aquellas nalgas blancas y con suaves mordidas primero, en esos redondos cachetes, fui introduciéndome hasta encontrar con la punta de mi húmeda lengua el suave portal de su culo. David enterró la cara entre las blancas sábanas, ahora en desorden, y gimió mientras mi lengua continuaba con su ardua labor. Mis manos nunca dejaron de acariciarle la carne suave de las nalgas, masajeándolas y estrujándolas. En estas faenas estaba cuando noté la humedad entre mis piernas. Sorpresivamente, Josh había capturado mi verga entre sus labios y por la forma en que la tomaba, parecía que nunca lo había hecho antes; no es que fuera malo al mamar, pero si se veía algo desorientado. Mientras disfrutaba de esta sensación en la punta de mi verga, sentí también que la punta de un dedo curioso ya se asomaba en mi ano. La boca de Josh comenzaba a agarrar el ritmo en la punta de mi verga y ya para entonces, su dedo se había instalado firmemente en mi culo, pero sin ir más allá de la primera falange. Apartándome un instante del culo de David, pude ver a la gran verga oscura de Josh, oscilando entre sus fuertes piernas como un monstruo a la espera de su presa. Sentí miedo por un instante pues nunca me habían dado con semejante instrumento, pero me armé de valor y seguí dándole placer a David. Mientras veía que Josh se entretenía con su nuevo juguete, no pude menos de extrañarme de la diferencia de señales: no sabía si Josh lo que quería era cogerme o que lo cogiera, pero eso era un tema que evidentemente tendría que esperar. David continuó gimiendo mientras mi lengua ya lo penetraba, tan hondo y profundo como podía. Encontré el saco de sus testículos, que se estrellaban contra la cama a cada embestida de mi rostro. Le jalé la verga hacia atrás, hasta que tuve todo al alcance de mi lengua: su culo delicioso, sus grandes huevos y su verga. Me sorprendió su miembro, que aunque era un poco más chico que el mío, era bastante más grueso, más que el de Josh inclusive. Su punta sin circuncidar me tentaba, por lo que comencé lamiéndosela hasta recorrerle todo el venoso cuerpo con besos y lengüetazas y llegar hasta los huevos, que eran grandes. Sospeché que se debía rasurar pues casi no tenía vello púbico, pero eso me gustaba. Goloso, me metí una y otra vez sus grandes bolas en la boca, para acariciarlas con la lengua. Creo que nunca le habían dado a David el tratamiento que le dí, pues respondía cada caricia con un gemido que parecía que se iba a morir en mis brazos. Continué hasta llegar otra vez donde empecé, en su ano rosa, que pareció reclamar mi atención pues se abría y cerraba espasmódicamente cuando lo alcancé con la punta de mi lengua. La espalda de David ya estaba perlada de un fino sudor y tomó la iniciativa al incorporarse un poco y ponerse de rodillas sobre la cama. Me acomodé detrás de su cuerpo, colocando mi verga dura en la raja de su culo. Tomando mi verga entre mis manos, la froté contra su delicioso ano, esparciendo el líquido preseminal que ahora se desbordaba de mi verga. David reaccionó encantado, pero me pareció que Josh era un poco rudo por lo que decidí darle un tratamiento diferente: le froté mi verga a lo largo de la raja de sus nalgas, mientras con las manos continuaba acariciándole la suave piel de su culo. David se quejó pero me dejó hacer, disfrutando el contacto y sin decir palabra, solo resoplaba suavemente. Josh se acomodó detrás de mi cuerpo, sin tocar a David en ningún momento, y me besó desde la nuca hasta la punta de los pies. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, estremeciéndome de placer. Abrazándome por detrás, me tomó la verga entre sus manos y la guió de nuevo hasta encontrar la entrada al culo de David, que gimió ante lo inminente. Me empujó suavemente con su pecho, hasta que la punta de mi tolete se introdujo un poco en el ano de David. Éste suspiró y dijo "Joshhhh..." pero no replicó mas. Mi verga, al ser casi del mismo grosor que la de Josh, no levantó mayores sospechas. Josh me susurró al oído "Do it" y entonces se retiró de mi para observar mejor. Sin decir palabra, coloqué a David sobre la cama, esta vez con el abdomen pegado a la misma, pero sin dejar que mi verga abandonara su ardiente culo, que ya empezaba a morderme la punta del tolete. Lentamente, me fui introduciendo, apoyando un poco de mi peso en los hombros de David, quien gimió detrás de la venda, que ya se le había corrido un poco. Comencé con movimientos lentos y deliberados, dejando que se acostumbrara a mi peso y a mi tamaño. Quise ir un poco más despacio, insertándosela poco a poco y dándole el tiempo que quizá no le brindaba Josh. Cuando tuvo la verga a medio camino, con mis rodillas separé un poco sus piernas para hacerme espacio y otra vez lenta, pero de forma continua, se la fui metiendo hasta que solo mis huevos sobresalían de su culo. David se estremeció y volteó el rostro hacia mí: por un momento vi la duda reflejada en su rostro; para evitar sospechas, opté por darle batalla y comencé con un movimiento suave de mis caderas, que me permitía un ataque profundo y continuo sobre su blancas nalgas, que resistían mis ataques con firmeza. Sentía el falo rodeado de una presión húmeda y cálida, tan deliciosa que tuve que optar por no venirme en ese instante dentro de David. Josh nos observaba lascivamente, parecía decidido a dejar que el engaño continuara hasta sus últimas consecuencias y se acariciaba suavemente la enorme verga mientras miraba desde la otra cama. Los gemidos de David pronto inundaron el cuarto, hasta convertirse en verdaderos gritos de placer mientras se escuchaba "Oh Josh, así, así..." Las salvajes arremetidas hicieron que David perdiera apoyo y cayó sobre la cama, su vientre pegado a la cama totalmente. Me acomodé mejor sobre él para continuar con mis avances, hasta que sentí que la percha de David se estrellaba entre su vientre y la cama mientras mi propia verga se deslizaba por su culo por enésima vez. Me detuve un momento, enclavado en lo más profundo de sus entrañas mientras con las caderas imprimía un movimiento circular lento y pausado, de forma que mi miembro le estimulara la próstata en plenitud. El culo de David me estrujó con mayor fuerza mi palo y a la vez comenzó a pulsar rítmicamente alrededor del mismo, señal inequívoca que estaba por venirse. Le alcancé con rapidez la verga y le así la base fuertemente entre mis dedos. Era como tomar entre las manos una boa, de tan gruesa que estaba, pero así y todo, la presión de su culo sobre mi verga no descendía y tuve que esperar unos minutos para que se calmara, sin hacer movimiento alguno para no sobreexcitarlo. Cuando pasó el peligro, hice que se incorporara sobre sus rodillas, que temblorosas, accedieron apenas a la solicitud. Le tomé del pelo y lo jalé hacia atrás hasta que pude rodear su pecho en un abrazo, acariciándole y pellizcándole las tetillas con la punta de mis dedos. David arqueó la espalda, ofreciéndome otra vez las nalgas y entonces recomencé el ataque sobre su culo, esta vez un poco más duro que antes. Le tomé por los hombros y con embestidas rápidas le controlé, mientras su propio tolete se elevaba hasta su vientre marcado. David gritaba ahora "Oh Josh, oh Josh..., ¿qué me estas haciendo?" mientras echaba el culo hacia atrás con cada embestida. El cuerpo de David era increíble, de hombros gruesos y con aquella cintura y esas nalgas, tenerlo así era espectacular, pensé mientras le tomaba ahora por la cintura para hacerlo mío. Sentí la mirada de Josh caliente sobre mi cuerpo y al voltear a verlo de reojo vi como se masturbaba. "Quiero que me cojas de pie..." me susurró David mientras le ensartaba deliciosamente la verga. Me detuve y, sin retirarme de él, le pasé los brazos por debajo de las axilas, para ayudarlo a pararse. Primero sobre la cama y luego lo llevé hasta el librero, donde por tener los ojos vendados le tuve que ayudar a encontrar apoyo. Su culo se acoplaba deliciosamente en la base de mi miembro henchido, como si no quisiera abandonarlo jamás. David se aferró por fin a los estantes superiores del librero y le tomé por los hombros primero, enterrándole mi verga. Con cada acometida de la misma, parecía querer traspasarlo. Sentí como en la base de mi falo se iba construyendo la demorada venida, pero la pude contener por otro rato más, pasando a suaves movimientos de mi parte. El cuerpo de David se sacudía y temblaba, sus nalgas firmes retumbaban con cada choque de mi cadera con su culo y pude entonces aferrarme a su cintura con ambas manos, para rematar el ataque. Le di tan fuerte como pude, con movimientos largos y profundos, pero cada vez más rápidos. Una tensión en su culo que indicó que el final estaba ya cerca. Ya David no gemía, solo abría la boca para pronunciar palabras ininteligibles de pasión. Podía oír a Josh que detrás nuestro continuaba observando desde la cama, haciéndose una paja fenomenal. No pude descifrar por su mirada si le atraía más mi trasero o la acción que se desataba entre mi verga y el culo de David, pero la vista de su cuerpo desnudo sobre la cama mientras se masturbaba era sensacional y me acabó por prender, quería que disfrutara del espectáculo tanto como yo estaba disfrutando del culo de David. El choque de nuestros cuerpos llenaba la suite con el sonido rítmico inconfundible de una cogida grandiosa. La verga ya se me estaba entumeciendo de tanto coger y no podría decir cuanto tiempo había pasado, hasta que sentí estremecerse nuevamente a David y a su culo apretar deliciosa y repetidas veces mi verga. Hice que se soltara del librero y rodeándole con los brazos el pecho, le giré para que su rostro vendado apuntara hacia Josh, quería darle un buen show. Le tomé del tolete entonces y comencé una labor de chaqueta lenta sobre su gorda verga; David gimió ahora profundamente, jadeando y resoplando por unos minutos hasta que se vino con una gran emisión de semen que cruzó la recámara y alcanzó a Josh en pleno pecho. Josh también se estaba viniendo ya y ese contacto fue todo lo que hacía falta para venirse rápidamente con la mano firmemente asida a su propia verga, sendos torrentes de blanco semen que hacían un precioso contraste contra su marcado vientre . Por mi parte, al sentir las salvajes contracciones rítmicas sobre mi palo, no pude más que venirme en el culo de David. Sentí hasta 5 fuertes contracciones de mis huevos e iguales emisiones de semen que se resguardaron en su cuerpo. David se dejó caer sobre la cama, agotado, mientras exhalaba fuertemente. Me retiré lentamente de su cuerpo al ver que Josh se incorporaba, extrañamente me había venido y la verga no se me había desinflado, de tan excitado que estaba; Josh me miró con admiración y enseñándome su propia verga que también estaba todavía enhiesta, me hizo señas para que abandonara la habitación y se acurrucó detrás del cuerpo de David, retomando su lugar natural. David yacía exhausto en la cama y cuando Josh le hizo cucharita con su cuerpo, pasó una mano por detrás para acariciarle las curvas de la cadera. Josh todavía me deleitó con la visión de su verga dirigida hacia el culo de Josh, que no se creía le iba a tocar doble ración. Gritó con sorpresa al sentirlo entrar "otra vez" en su interior, mientras Josh, impaciente, se la clavaba sin remordimientos, acostados de lado como estaban los dos... Lo último que pude ver antes de que Josh cerrara la puerta con un pie, fue el guiño cómplice de sus ojos castaños, promesa de que esto no había aún terminado. - - - Mientras me alejaba de la puerta de Josh, se escuchó el grito ahogado de David, que señalaba el inicio de la segunda cogida que, seguramente, le propiciaría mi moreno y ahora especial amigo. Tenía casi entumecida la verga de tanta acción con David, aunque aún no se me bajaba la rampante erección después del riquísimo orgasmo. No me podía creer lo que acababa de pasar: había descubierto a Josh recibiendo la mamada del siglo de su mejor amigo y éste me había invitado a cogérmelo en su lugar. Era desconcertante, ciertamente. Me fui a mi cuarto en silencio y calladito, no quería hacer más alboroto del que esos dos estaban haciendo en el cuarto de Josh. Su cama crujía y se quejaba del tratamiento que le estaban dando y supuse que no era para menos. Crucé la sala de la Suite y cerré la puerta de mi cuarto, me fui a acostar directamente desnudo como estaba. Mi reloj despertador marcaba ya cerca de las 11 PM y me sorprendí del tiempo, no pensaba que hubiese sido tanto. Olvidé mi idea anterior de salir de antro, mi cabeza no daba para más. Me sumí en un sopor riquísimo, mientras los gemidos y gritos de placer de David y Josh todavía cruzaban mi puerta... Al amanecer del día sábado, me despertó un rayo de sol cálido que se coló a través de la ventana. Tardé un segundo en tomar conciencia de donde estaba y otro más para estirarme y acabar de despertar. Aunque tenía aún varias cosas que hacer, la intriga de cómo reaccionaría Josh después de la calentura de anoche me tenía en ascuas. Por mi parte, me había dejado seducir por los misterios que podría encerrar ese cuerpo de deidad africana, pero no sabría decir si él querría llevar el asunto mas allá del extraño encuentro de anoche. Sin perder más tiempo, me decidí a tomar el ya retardado baño y enfundando solamente en mis chanclas, me dirigí al cuarto de baño, seguro de que Josh no estaría despierto aún. Iba a tomar el picaporte de mi puerta cuando un claro y fuerte llamado a la misma me sobresaltó. Miré por el ojo de buey de la puerta y era Josh, que sonriente me esperaba del otro lado. Cosa extraña, después del encuentro candente de anoche, no se me hizo propio recibirlo en pelotas, no me pregunten porqué, pero me puse un short solamente y le abrí. "What´s up? I thought you were hungry..." me dijo mientras me tendía un batido de plátano con una sonrisa pícara en el rostro. Iba vestido solamente con un short corto de color blanco que hacía que su cuerpo se viera absolutamente apetecible. Le tomé el batido con una mano mientras le agradecía y él se metió en mi cuarto, sin esperar invitación. Se tendió rápidamente en mi cama y apropiándose de mi almohada, la pasó atrás de su cabeza para observarme mejor, siempre con una sonrisa en los labios. Los hombres de raza negra nunca se me habían hecho guapos, pero juro que al ver esos labios carnosos que me sonreían, la nariz recta y esos ojos castaños que contenían tantas promesas implícitas, se me derritieron las piernas por ese hombre. Mientras me tomaba el batido en silencio, recargado de pie sobre mi escritorio, le observé y me prendió otra vez la escultura de ébano que era su cuerpo. La piel de Josh no era totalmente negra, mas bien de un hermoso color chocolate, totalmente sexy; sus piernas eran muy largas, sin rastro aparente de vello por parte alguna y sus pantorrillas y muslos mostraban las obvias consecuencias de horas de ejercicio en el gimnasio, pero sin ser demasiado abultados; la cintura estrecha, con el hermoso vientre enmarcado por definidos músculos; su tronco se iba ensanchando hacia arriba hasta terminar en una espalda ancha rematada en unos hombros poderosos, donde comenzaban unos brazos gruesos que me imaginé podrían levantarme si así lo quisiera; la desnuda piel oscura y sedosa parecía brillar con la luz de la mañana y me hipnotizó su rítmica respiración, que hacía subir y bajar su enorme pecho, muy definidos los grandes pectorales y con las areolas de las tetillas mas bien pequeñas y un poco paradas, no supe discernir si era por el frío de la mañana o algo más. Mientras lo observaba, parecía que también Josh me estaba evaluando, como decidiendo el siguiente paso desde mi cama. Mi cuerpo no es ni por asomo tan marcado y definido como el de Josh, pero mis horas de gimnasio y natación, sumadas a mi altura de más de 1.80 metros, me han dado una buena tonalidad muscular. Me siento especialmente orgulloso de mis nalgas, un poco porque las tengo naturalmente paraditas y otro, porque mi trabajo me han costado en el gym. Mis hombros son anchos y mi pecho es abultado, aunque de definición natural, no como el de Josh. Mi batido se terminó por fin y tan absorto estaba admirando al cuerpo de Josh, que sólo mis continuos sorbos en el vacío parecieron detonar lo que a continuación sucedió. Como si de una señal se tratara, Josh se levantó de un salto y, tomándome de una muñeca, me dijo sonriendo seductoramente: "I think a bath is in order, don´t you think?" y, sacándome de mi cuarto, me llevó hasta el cuarto de baño. Mientras me dejaba llevar hasta las regaderas, también me dejé cautivar por ese firme y pequeño trasero, envuelto ahora en el short blanco. Sentí que mi verga comenzaba a despertarse, apretándose contra mi propio short. Aunque previamente ya había tenido experiencias con otros chavos, éstas habían sido en la prepa y aunque muy candentes, la verdad era que en cada una había desempeñado muy claramente el papel de activo o pasivo, pues así se habían dado las cosas. Con Josh era diferente: me atraían por igual su culo y su verga, tan exóticas por su piel oscura, pero al mismo tiempo tan perfectas en su propia naturaleza. Riendo, nos metimos al amplio cuarto de baño, que tenía 2 grandes regaderas privadas y una larga zona de lavabos además de una lavadora en un rincón. Apenas entramos, Josh se aseguró de pasar el seguro a la puerta, no fuéramos a llevarnos una sorpresa como la de ayer. Las regaderas estaban inundadas de luz, pues un amplio ventanal superior corría por todo el cuarto y hacía que la prístina claridad de la mañana iluminara toda el área. Josh se agachó y se quitó de un golpe el short blanco, dejándolo caer hasta sus tobillos; su verga colgaba como una serpiente entre sus piernas, pero debía medir unos 12 centímetros ya y era evidente su excitación pues rápidamente se estaba irguiendo ante mis ojos. Me quité entonces también mi short y me metí a una regadera para poner el agua a punto. Sentía que la temperatura de mi propio cuerpo se elevaba, con esa sensación de excitación y calentura que te da antes de coger. Josh se quedó en la entrada de la regadera, desnudo como estaba, observando mis nalgas desnudas y recargado con ambas manos en la entrada de la regadera, como si fuera lo más natural del mundo. "No vas a entrar?" le dije mientras me volteaba con una sonrisa mientras el agua cálida resbalaba sobre mi cuerpo y exhibía ante su pecaminosa mirada la rigidez de mi falo, que es un poco curvo hacia arriba y cuando está erecto, se eleva en casi 180 grados y con la cabeza circuncidada llega a hacerme cosquillas en el vientre. Mike me dedicó una sonrisa encantadora mientra me decía "I just wast waiting for you to say so..." y con un paso decidido, entró bajo la corriente cálida de agua que nos envolvió rápidamente. Nos fundimos en un abrazo, reconociendo nuestros cuerpos. Abracé a Josh como se abraza a un amante de hace mucho tiempo, sin inhibiciones y sin trabas. Lo atraje a mi cuerpo para sentir la firmeza de su vientre contra el mío. Mi cabeza giró naturalmente y buscó su boca, de labios gruesos y sensuales, hasta que encontró el suave y húmedo tesoro de su lengua, que se desvivió como pececillo en mis labios. Su nariz dejó salir un suave farfullo, como quien se queda sin aire y lo vuelve a encontrar en un beso. Sintiendo el abrazo de sus fuertes brazos, sosteniéndome contra su cuerpo; el contacto de nuestros vientres era electrizante, mientras el agua se llevaba los restos de la noche anterior. Mientras nos besábamos, nos sostuvimos en un abrazo sencillo, pero eso era precisamente lo que hacía más sexy la situación: sentir como mi verga, ahora totalmente erecta, descansaba ahora entre su vientre y el mío, sin mayores fricciones y su falo, que era muy recto y se erguía en un poco más de 90 grados, ahora apuntaba a alojarse entre el túnel de mis piernas, era de lo más sensual. Lo besé en el cuello y continué mi exploración siguiendo ahora la gran campanilla de su garganta. Josh echó la cabeza hacia atrás para darme mayor libertad, me engolosine besándole el cuello y dando lengüetazos siguiendo en la fina línea de su quijada, sentí como se estremecía bajo la caricia y humedad de mi boca. Le pasé los brazos alrededor del cuello, acariciándole el cabello oscuro y rizado, tan corto que parecía casi calvo. Clavé mi nariz en su cuello, absorbiendo su aroma, que con el agua recorriéndolo olía ahora de una forma muy peculiar, a almizcle que olía a macho, a poder y sensualidad. Las manos de Josh abandonaron lentamente mi espalda, rodeando mi cintura para descender suavemente sobre la curva turgente de mis nalgas. Sus manos me acariciaron suavemente, amasando los cachetes de mi culo con cuidado, sintiendo su firmeza y separándolas para volverlas a juntar. Era una posición que debo confesar me gusta mucho, estar así frente a frente de mi amante, desnudos los dos y sentirlo disfrutar de mis nalgas. Su boca buscó ansiosamente la mía mientras sentía su respiración agitarse contra mi pecho. Quise recuperar el control de la situación y dándole un beso ligero en la boca, rompí el encanto brevemente para darle seductoramente la espalda y alcanzar el shampoo. El vapor del agua ahora inundaba ya casi todo el cuarto de baño y daba un aire de misterio a la situación. Josh aprovechó mi movimiento para tomar la botella de jabón líquido y esparcirla sobre la parte posterior de mi cuello; comenzó con suaves movimientos circulares a descender por mi espalda, hasta alcanzar mi culo y las piernas. Me quedé quieto para dejarlo hacer su labor de limpieza, lo sentí agacharse para untarme el jabón en las pantorrillas y cuando dirigí mi mirada hacia mis pies, pude ver el pedazo de verga que ahora se erguía en plenitud entre sus piernas.Era grandiosa, calculaba yo de unos 23 o 24 centímetros, gruesa y recta, con la gran cabeza sin circuncidar y de un color un poco más oscuro que el resto de su piel. Cuando se levantó, tuvo cuidado de pegar su cuerpo al mío, para que compartiéramos el jabón y pudiera sentir su verga amenazante en la raja de mi culo. Me reí involuntariamente, de nervios ante semejante tamaño. Mi propia verga es quizá de 2 a 3 centímetros menor que la de Josh, pero de igual grosor. De todos modos, era el palo más grande que hubiese tenido en mis manos y no iba a hacerle las cosas tan fáciles. Le dejé deslizarse, ahora con el efecto de la lubricación del jabón entre mis piernas; me hizo sentir su peso y su fuerza con sus empellones, golpeteando mis huevos con la punta de su falo y deslizándolo por entre la raja de mis nalgas. Sentí que me ardía la piel al contacto con este hombre, me encendía y si no hacía algo pronto, me encontraría con su verga en mi culo y de verdad, quería explorarlo todo con Josh. Apenas a punto de dejarme vencer, me di la vuelta lentamente, para quedar frente a frente. Le puse shampoo en el cabello, hasta hacer una espuma rica y espesa. Josh parecía desencantado pero al final entendió que valía la pena la espera. Me ayudó con el shampoo también y después se dio media vuelta, ofreciéndome la espalda para que lo enjabonara de igual forma. Mis manos temblaban mientras, armadas con el suave shampoo líquido, le recorrían la fuerte espalda, los robustos brazos y nerviosamente, descendían hasta donde terminaba su espalda. Su piel era tersa y suave bajo el agua calida y solo un pequeño lunar sobre la nalga derecha rompía su perfección, pero hacía que se viera su culo más atractivo. Las nalgas de Josh nacían muy arriba de sus largas piernas y aunque eran pequeñas, eran musculosas y en extremo generosas, con la oscura raja dividiendo sus eróticos cachetes. Me dieron ganas de poseerlo ahí mismo, sin miramientos. Como si hubiese leído mis pensamientos, Josh apoyó sus manos en la pared y echó su culo hacia atrás, en un movimiento que me sorprendió. Mi palo, erecto y siempre apuntando hacia arriba, encontró asilo entre la hendidura de su trasero y ahí se quedó, deleitándose mientras él comenzaba un suave movimiento de arriba a abajo, que hacía que todo el tronco de mi tolete le recorriera desde el nacimiento de sus grandes huevos hasta detenerse apenas en la entrada de su culo y fuera más allá, al inicio de su espalda, solo para volver a empezar. Le abracé por la estrecha cintura y pegué mi pecho a su espalda, sintiendo la firmeza de sus músculos estirarse bajo mi abrazo. Mis dedos subieron hasta su pecho y juguetearon con sus tetillas, duras y pequeñas en medio de sus grandes pectorales. Mis caderas comenzaron entonces un movimiento de va y viene, con el agua corriendo por nuestros cuerpos, por momentos parecía que la punta de mi verga se detenía más de lo necesario en su ojete, presionando levemente y amenazando con penetrar; pensaba que Josh protestaría ante tan descarado avance, pero no dijo nada, solo gemía y movía el culo en dirección mía, como animándome a penetrarlo por fin. Después de ver su comportamiento con David me imaginaba a Josh más del tipo activo que pasivo, pero no puedo negar que me dio gusto esta clara señal de sus preferencias hacia mí, aunque no descartaba tomar posesión de esa rica y negra percha. El jabón entre sus nalgas comenzaba a disminuir por lo que tomé más líquido de la botella y lo unté generosamente en la raja de su culo, limpiándolo perfectamente con lentos movimientos de mis dedos; de paso, le agarré desde por atrás las bolas y la verga para dejarlas limpias. Josh gemía constantemente y temblándole las piernas, hice que se pusiera en pie. Se colgó enseguida de mi cuello con un brazo, casi forzándome a darle un largo y prolongado beso, mientras que con la otra mano juntaba nuestras vergas y las friccionaba hasta que la blanca espuma las envolvió. Me sentí en la gloria, con la sensación de que la vida se me iba por el miembro; experimentando el peso y grosor de su falo friccionándose junto al mío, eran tan gruesas los dos palos, que juntos no podía rodearlos con una mano. Le comencé a enjabonar el pecho y el resto del cuerpo, haciendo que la espuma blanca envolviera su suave piel oscura. Él hizo lo mismo y pronto estuvimos llenos de jabón de pies a cabeza. Nos enjuagamos lentamente, con el olor a limpio en la piel. Mi culo quedó limpio gracias a Josh, quien me lo enjabonó lentamente con un largo dedo, sin penetrarme todavía, hasta que el jabón hizo su labor. Después, en un arrebato de pasión, tomándome de un hombro me volteó suave pero sin admitir discusiones sobre la pared, de modo que mi culo quedó expuesto al aire enfrente de él. Se arrodilló detrás de mí y separándome las nalgas con sus férreas manos, sentí sus labios y su larga lengua invadir mi ano y penetrarlo suavemente, con lamidas suaves y largas que hacían que sintiera las piernas lánguidas. Estuvo dándome candela por un rato, perdí la noción del tiempo extasiado con la húmeda sensación de sus caricias en mi culo. Sentí que se ponía en pie y cerraba el agua por fin. El cuarto estaba ahora inundado de vapor, la visibilidad era ahora casi cero y decidimos mudarnos a mi cuarto con lo nuestro. Nos envolvimos bien en dos toallas extragrandes y abandonamos las regaderas entre risas. Cruzando rápidamente la sala, las vergas enhiestas golpeteando contra nuestros vientres mientras corriendo llegamos al cuarto, el cual cerramos sin demora. Arrojando la toalla sobre mi cama, corrí las cortinas del cuarto, para mayor privacidad. Josh sugirió entonces juntar mi cama junto con la de mi compañero de cuarto y lo hicimos en 1 minuto. Josh me tiró sobre la, ahora, cama extragrande, haciéndola crujir y rechinar cuando mi cuerpo rebotó sobre ella. Su verga achocolatada rebotaba de arriba a abajo mientras se aventaba sobre mí, plantándome un beso que me robó la respiración. Le mordí un poco más fuerte de lo necesario los labios, mientras rodábamos sobre las sábanas, estrenándolas como lecho de nuestra pasión. Josh, quedó debajo de mí y le cubrí de besos los ojos y el rostro, deteniéndome un minuto en su boca, explorando esos labios carnosos y entrelazando nuestras lenguas, después, continué descendiendo sobre su piel, absorbiendo la manzana de Adán de su cuello y volviendo a bajar a su pecho. Mis piernas ahora se habían entrelazado con la suyas y sentí que nuestros cuerpos ya comenzaban a secarse. Las tetillas las tenía aún mojadas, ricas y frescas y el contacto con mis labios les robaba un poco de humedad a cada una. Josh gimió de placer cuando sus tetillas se pusieron rígidas. Mi lengua recorrió el fino músculo definido de sus pectorales; me seguí hasta llegar a sus axilas y probar el espacio salado que aún se albergaba allí. Dejé un rastro acuoso hasta llegar a su vientre, donde bajé en movimientos de espiral por su estómago de lavadero, ahora tembloroso. Josh tomó mi almohada y la mordió fuertemente, gruñendo de placer. Parecía que mi tratamiento comenzaba a resultarle insoportable, y para mi eso estaba perfecto: me regocijaba en encontrarme capaz de darle placer a nuevos niveles. El solo pensar en tener a este ejemplar de hombre entre mis sábanas me hacía sentirme a mil por hora. Paré otro rato en lamer y acariciar su ombligo con mi lengua; era un poco abultado, parecía querer escapar de la prisión de músculos que era su vientre y se estrellaba contra mis labios a cada chupetón que le daba. La respiración de Josh se agitaba y continuaba con la cara escondida entre mi almohada, abrazándola con ambos brazos. Bajé solo un poco en mi recorrido, sin separar por un momento mi lengua de su piel de ébano, hasta encontrarme con los primeros vestigios de vello púbico, que eran muy pocos pues por lo visto Josh se depilaba y solo tenía un pequeño y discreto promontorio en la base del oscuro y largo falo. Josh quedó a la expectativa y yo lo observé juguetonamente, mientras le acariciaba ambos muslos con mis manos, preparándolo para mi próximo avance. Cuando me quedé besando la zona del bajo vientre, Josh se quitó la almohada del rostro y se la colocó detrás de la cabeza, de forma que pudiera mirar lo que pasaba. Esta era la señal que estaba esperando: quería que Josh pudiera ver cómo me tragaba el sendo instrumento que tenía por verga. Le levanté ambas piernas, a ambos lados de mis orejas y, pasándole otra almohada bajo sus nalgas, le elevé las caderas. Josh me observaba asombrado y con una sonrisa de satisfacción en la cara. Comencé a besarle el nacimiento de su grueso falo, probando el rico sabor de su piel, mezcla de sal y jabón. La suavidad de su piel en mi lengua era embriagadora, quería más. Girando levemente mi cabeza, cerré los labios alrededor de la base su leño y cuando ejercí un poco de presión sobre el mismo, Josh me aprisionó la cabeza entre sus grandes muslos; lo tomé como una muestra de aprobación. Sentí la rigidez imperante que había en su miembro y enseguida sentí su olor a macho, almizcle de sexo, placer y excitación; todo en un solo perfume. Josh comenzó a gemir al sentir como iba bajando mi lengua ahora por el tallo de su verga, saboreando cada vena y cada protuberancia; el camino era largo y no tenía prisa. El sabor a limpio y salado me mareaba, era delicioso. Mis manos continuaron acariciándole sus muslos, me había ahora acostado con el vientre hacia la cama y pronto los mimos se tornaron hacia sus nalgas que descansaban sobre la almohada. Sin sostenerle la verga con mis manos, mi único contacto con la misma era a través de mis labios y mi lengua; mis manos acunaban sus nalgas como si fuera una copa de sabor exquisito y Josh se encontró pronto atrapado entre dos fuegos: por un lado, su verga era atacada con exquisita lentitud por mis labios y por el otro, su culo se vio asediado por movimientos delicados de mis pulgares, que trazaban círculos sobre la zona de su ano. Josh me apremiaba con las caderas a que tomara el premio que ansioso deseaba, pero tuvo que esperar un momento más hasta que decidí acceder a sus deseos: aceleré el paso y, tomando entre mis labios la gran cabeza sin circuncidar, le acaricié con la lengua por todo el borde del glande; probé entonces el líquido seminal que ahora comenzaba a brotar a borbotones, su sabor amargo y un poco salado inundó mis sentidos y me calentó aún más. Josh soltó en un gruñido un "Motherfucker!" cuando hice esto y lo tomé como un halago. No dejaba escapar ni una gota de su fuente; pronto comencé a tragarme el resto de su leño oscuro, mientras el pobre de Josh parecía debatirse entre la vida y la muerte entre mis brazos; soltó la almohada, dejándola todavía de soporte detrás de su cabeza y me tomó de la cabeza como lo había visto hacer a David; quiso apurar mi paso pero un par de ligeras presiones sobre su príapo fueron suficientes para que entendiera que, por lo menos para mí, quien daba la mamada era el rey y señor de la situación. Lenta pero sin parar, me fui tragando hasta donde pude su verga, resoplando y dándole caricias por todos lados, entre los casi sollozos de Josh. Su cuerpo se retorcía bajo el mío, sintiéndose casi víctima de mis perversos agasajos. Mis dedos comenzaron entonces un ataque mas firme sobre sus nalgas, sintiendo la carne suave y firme de su piel. Las nalgas de Josh eran una delicia para el tacto, así que decidí probar con otro de los sentidos: el gusto. Le tomé las piernas por detrás de las rodillas e hice que apoyara sus pies sobre mis hombros. Esta posición, más la almohada bajo su culo, hizo que su oscuro ano quedara expuesto más que nunca. Me puse de rodillas sobre la cama, dándole un momentáneo y temporal beso de adiós a su verga, para concentrarme ahora en su culito expuesto. Josh se quiso rebelar, incorporándose un poco sobre sus codos, pero coloqué una mano sobre su pecho y la otra atrapó sus testículos, apretándolos firmemente pero sin lastimarlo. Se dejó caer inmediatamente, rendido ante las sensaciones provocadas por mi lengua, que ya lo estaba penetrando, intercalando movimientos suaves y profundos, rápidos y ligeros por su ano y abarcando la zona del perineo, entre el ano y la base del miembro. Esto lo acabó por volver loco y se debatía como queriendo zafarse de mi abrazo. Mis manos se colocaron detrás de sus rodillas y las movieron hacia adelante hasta que tocaron su pecho; su culo quedó todavía más expuesto a mis caricias y me aproveché de la situación, alternando entre su ano y su verga. El pobre Josh no sabía como reaccionar, le estaba dando la mamada del siglo y la estaba disfrutando al extremo. Me pareció también que estaba descubriendo una nueva faceta de su sexualidad, una donde existía un espacio para dejarse querer y también dejarse llevar por su amante. Y ahí estaba yo para él. Su vientre temblaba mientras mi boca disfrutaba de su verga, chupándola y mamándola como si no hubiese mañana. Mis manos continuaban en sus suaves y fuertes muslos, pegadas sus rodillas a su pecho, obligándolo a permanecer en una posición un poco incómoda pero que valdría la pena en un momento. Dejó escapar un suspiro de placer mientras mi lengua encontraba un nuevo ángulo de ataque sobre su glande inflamado; un ángulo que pareció gustarle más pues comenzó a mesar mis cabellos ahora de forma suave, sin apresurarme y agradeciéndome los mimos que le estaba propinando. Estiré una mano por debajo de la cama, esperando encontrar en su lugar la caja donde guardaba mis cosas. Por fortuna no se había movido durante la mudanza de las camas y pude sujetar el pequeño envase de gel sabor fresa. Dejé caer un chorro generoso sobre mis dedos y a continuación lo esparcí primero sobre su culo. Josh se agitó al sentir lo frío del gel pero después se relajó cuando con suaves movimientos de mi dedo índice le fui introduciendo el gel hasta la primera falange. Se quejó un poco pero aguantó la presión. Por sus reacciones y lo estrecho de su culo, supuse que era la primera vez que alguien se metía en serio con su culo. Le agarré el tronco de su miembro, apenas podía cerrar mi puño alrededor del mismo y, acercándolo a mi boca, continué acariciándole el glande con mi lengua, dando suaves golpeteos con la misma en su corona y luego yendo en círculos alrededor de la gran cabeza. Con mi otra mano, le iba metiendo poco a poco el dedo índice por el culo, hasta llegar a la segunda falange. Cuando la punta de mi dedo invasor comenzó a tocar su punto P, su próstata, Josh casi me tira hacia atrás, pues estiró sus piernas sorprendido por la nueva sensación; pero para mí no era suficiente, apenas la rozaba, necesitaba un poco más de profundidad. Continué mis caricias con la lengua sobre la punta de su verga, sin olvidarme del tronco y de sus huevos, que colgaban grandes entre sus piernas; me incorporé un poco para permitirle mayor paso a mis dedos y, sintiendo como su culo apretaba convulsivamente mi dedo, lo penetré hasta la base casi llegando a los nudillos. Ahora sí, tenía a mi alcance completamente su punto P y me aproveché de esto. Rodeando el punto con movimientos circulares de mis dedos, lo tuve pronto a mi merced. Los gritos de Josh se debieron haber escuchado hasta la recepción de los dormitorios, pero no nos importó. Pronto sentí que la verga de Josh se comenzaba a hacer más grande, señal de que estaba a punto de venirse. Cubrí rápidamente la punta del falo con mi boca y comencé a succionarlo ahora bastante fuerte, mientas que con la mano que lo sostenía del tronco lo aferraba fuertemente y seguía con un movimiento sensual de arriba hacia abajo, haciendo que se estirara la sensible piel sobre su verga; con mi dedo invasor redoblé el ataque y el resultado después de unos minutos, fue que me llenó la boca con las descargas de blanco semen, me golpetearon el paladar y perdí la cuenta de cuantas fueron. Tragué solamente las primeras dos, pero el resto se me escapó por las comisuras de los labios, de tan abundantes que eran. El pecho de Josh ahora estaba fuera de control, agitándose y farfullando aún el orgasmo que le había provocado. Su culo había expulsado a mi dedo de su interior, con tan fuertes contracciones que sentí que me lo partía. Mientras Josh se debatía en la cama, aproveché su debilidad y lo volteé boca abajo, él se dejó hacer. Su sensual espalda lo tenía todo, fortaleza de músculos combinados con su tersa piel achocolatada y las pronunciadas curvas que regían a sus nalgas. Me incliné sobre su culo para besarlo y probarlo a fondo. A pesar de haberse venido, sentí que su verga aún no se había desinflado del todo y estaba en un estado semierecto. Los restos del semen que me había brindado, los compartí con su culo en profundas y largas lamidas. Josh se acomodó totalmente boca abajo y pronto su verga comenzó a crecer de nuevo con mis caricias. Reemplacé mi lengua con un dedo, lubricado con su propio semen y el gel; entró sin problemas ahora hasta la segunda falange en poco tiempo; un segundo dedo pronto acompañó al primero y me encontré jodiendo a mi moreno amigo de forma deliberadamente lenta, tocando su próstata y saliendo casi para volver a empezar. Josh se abandonó al ataque y solo atinaba a jadear con cada embestida. "Please fuck me", me dijo por fin. Me acomodé entonces detrás de él. Mi pecho en su espalda; mi vientre contra sus nalgas; mi verga ya totalmente mojada por mi propio líquido seminal, apoyada decididamente en el orificio de su culo; sus piernas apenas abiertas y las mías descansando en sus muslos. La sensación de poder y sensualidad era embriagadora. Es un momento mágico cuando estas a punto de desvirgar a un riquísimo ejemplar de macho y él está más que dispuesto a aceptarte, casi suplicando que lo hagas. Deteniendo un poco la respiración, le dejé entrar solamente la punta de mi príapo: Josh dejó escapar un gutural susurro de rebeldía, pero aguantó. Su culo era todo lo que puedes soñar: generoso de carnes, caliente y apretadito. Apoyé mis manos en la cama, por debajo de las axilas de Josh, no quería que sintiese otra cosa que no fuese mi verga en su culo. Lentamente, le fui metiendo un poco más del palo, primero entró resto del glande y un poco más; me detuve por unos minutos. Josh se contorsionaba debajo de mi cuerpo, se quedaba quieto resoplando la invasión y después tomaba fuerzas de nuevo y volvía a pedir más, agarrándome con las manos por las nalgas y acercando mi cuerpo al suyo, pidiendo silenciosamente más. La sensación de mi verga siendo aprisionada por su calor, su deliciosa humedad y la contracción de su culo sobre mi tronco era sensacional. Poco a poco, para no lastimarlo, mi verga fue entrando en su interior. Me gusta ser considerado con mis amantes cuando me reciben y no apresuro las cosas, voy a su ritmo y me sé aguantar lo bastante como para que quieran repetir conmigo. Seguimos así, hasta que sentí que mis huevos tocaron su culo y no podía avanzar más: los 21 centímetros de mi verga estaban firmemente dentro de Josh, reclamando su lugar por primera vez. Este se quedó quieto y resoplando, la cara escondida entre las sábanas, como estudiando el tamaño del instrumento con que se acababa de estrenar. Luego de un rato, sus manos sobre mis nalgas me pedían más; me retiré un poco solamente y lo volvía meter hasta la empuñadura, acostumbrándolo al movimiento de va y viene. Josh volvió a resoplar, sentí que su culo se abría ante mi embestida, como en flor. Siempre despacio, dándole su lugar fui, aumentando poco a poco la distancia recorrida, hasta que casi todo el tronco de mi verga se salía de su culo, apenas quedaba el glande adentro y otra vez, lentamente, a meterlo todo hasta el tope. Josh ahora daba unos gritos casi ahogados, diciendo cosas ininteligibles para mí. Cuando sentí que se había acostumbrado a la sensación, me retiré completamente, tan lentamente como cuando lo penetré. Cuando me sintió salir de su interior, Josh levantó la cabeza del colchón y me buscó con la mirada; pude ver en sus ojos la imperante necesidad que tenía de ser penetrado por mí. Supe entonces que lo había cultivado como él me había cultivado a mí. Me puse de pie, abandonando la cama, la verga lustrosa y excitada a más no poder. Tomé más gel del envase y lo embarré generosamente en mi palo, hasta que estuvo rebosante y resbaloso. Abriendo la puerta del cuarto, tomé a Josh y lo llevé hasta la gran mesa rústica de madera que constituye el comedor de la suite. Es una mesa fuerte, de patas grandes y hecha para el trato rudo; realmente en eso estaba yo confiando. Coloqué a Josh frente a la mesa, sus nalgas hacia mí y sus manos en el borde de la mesa. Busqué el ángulo para atacar y pronto encontré la entrada de su culo; lo sentí pujar cuando comencé de nuevo a penetrarlo suavemente y pronto tuve mi verga hasta la empuñadura. Encontré el ángulo perfecto para estimular su punto P con largas y lentas estocadas. Josh se apoyó poco a poco hasta quedar casi acostado sobre la mesa, mientras mi verga no dejaba de atacarle por detrás. Sentí sus piernas casi sin apoyo y a punto de desfallecer. Le subí primero una rodilla al borde de la mesa y le seguí dando verga ahora de forma casi lateral. La suavidad de sus nalgas en mis manos era fascinante, sin embargo las sentí firmes y resistentes a cada ataque de mis caderas. Tomando un respiro, pero sin dejar de disfrutar su interior, le ayudé a subir la otra rodilla a la mesa, de forma que ahora estaba todo él de rodillas sobre la mesa. Me ayudó bajando un poco las caderas, para que mis movimientos tuviesen mayor efecto sobre su punto de placer. No le quise tocar la verga para nada en ese punto, pero a cada embestida la podía oír, chasquidos grandes y pesados sobre su vientre húmedo. Sus huevos colgaban libremente entre sus piernas, balanceándose a cada golpe de mis caderas con sus nalgas; a veces los sentía hacerme cosquillas en mis propios huevos y el ocasional contacto era delicioso. La nueva posición me daba un acceso que antes no tenía, el culo de Josh estaba mas elevado y era fabuloso tomarme de la curvatura de sus nalgas para montarlo con mayor fuerza, mientra mi verga exploraba los misterios de su cuerpo. Una vez que noté que se había acostumbrado a mi tamaño y a mi peso, aceleré poco a poco el paso de mis embestidas. Noté una fina gota de sudor que cruzaba mi frente y rostro hasta caer caliente sobre el cuerpo tembloroso de Josh, quien ahora había enterrado su rostro entre ambas manos y codos, apoyado en la mesa, que crujía aunque resistía de forma admirable nuestro peso combinado. Lo tomé de los fuertes muslos, mientras cambiaba el ángulo de penetración para masajear mejor su culo. Josh lo agradeció pues sentí como su culo se ponía duro por el placer, relajándose y volviendo a contraerse de forma rítmica. La sensación sobre mi miembro era sobrecogedora, me tuve que aferrar a sus caderas y aminorar el ritmo para no venirme en ese momento. Comenzaba a sentir crecer en la base de mis huevos la inminente llegada del ansiado orgasmo, tan deseado y tan dilatado. Preferí cambiar de posición para demorar lo más posible el momento. Me retiré nuevamente de Josh, y le pedí se tendiera boca arriba sobre la mesa, para que estuviera más cómodo. Me sorprendió la dureza de su verga, que estaba ahora más grande que antes, de tan excitado que lo tenía. Levantó sus piernas morenas y las enlazó alrededor de mis hombros. Le besé la punta de los dedos de los pies, mientras me volvía a acomodar entre sus piernas y se la dejaba ir hasta el fondo. Embistiendo entre sus muslos, ahora tenía acceso a las tetillas de su pecho, a los brazos que extendiéndose hacia mí me tocaban los hombros y a sus caderas que se resistían a ser empaladas por mi verga y parecían querer, en vano, defenderse con esa maravillosa arma que era su verga erecta. La dulce visión de su culito alrededor de mi verga, era hipnotizante: los anillos de su culo se aferraban a mi tronco como si le fuese la vida en ello; se relajaban cuando mi verga lo embestía, comiéndose con facilidad toda y cuando me retiraba, su culo me daba involuntarios mordiscos en el falo. Lo tomé también por los hombros para darme apoyo y comencé mi ataque final con movimientos fuertes y largos, dejándole ir mi pene hasta la base de mis huevos, para salir rápidamente y volver a darle mientras gritaba que le diera más y más. Su verga se estrellaba ahora contra mi vientre a cada ataque y los chasquidos que hacíamos eran escandalosos; cualquiera que pasara por fuera del dormitorio podría haber supuesto que estaba sucediendo dentro. Sin dejar de darle caña, así con una mano su verga y comencé a hacerle una puñeta mientras coordinaba los movimientos de mi mano con los de mis caderas. Una lágrima escurría por su mejilla mientras sentí crecer en mi interior el orgasmo, lenta pero inexorablemente, hasta que noté que mi verga crecía un poco más y se ponía todavía mas dura de lo que este hombre me tenía, para finalmente explotar en su interior. Josh sintió el primer bautizo en su culo, hirviente y abundante y enseguida se vino en mi mano; su metrallazo salió volando y por poco me atina, pasó por arriba de mi hombro y se perdió en el aire. La segunda venida no fue tan poderosa, pero fue igual de abundante, desparramando el resto sobre mi mano, mientras su culo se convulsionaba espasmódicamente, en un loco intento por exprimir hasta la última gota de su elixir. Me derrumbé sobre la mesa y sobre Josh y busqué su boca, él me abrazó y, aún mi verga en su interior, sentí que poco a poco ésta fue perdiendo fuerza hasta quedar en un estado semierecto, insuficiente para penetrarlo del todo pero suficiente para disfrutar de ese delicioso abrazo post orgasmo. El palo de Josh descansaba entre nuestros vientres, ahora ya disminuido en fuerza y tamaño pero presente aún. Josh me sonrió, mientras su culo expulsaba por fin mi verga con una fuerte pulsación. -"I will never eat on this table again", me dijo medio en una carcajada y lo volví a besar, probando sus deliciosos labios Nos levantamos de la mesa los dos, los cuerpos temblorosos y lo jalé hacia mi cuarto, quería dormir con él. Se dejó llevar y, recostándonos de lado, pasó un brazo se alrededor de mi cuello, recargué la cabeza entre mi almohada y su fuerte brazo; el otro brazo me rodeó la cintura y se quedó descansando en mi vientre plano. Pegó sus caderas a mi culo y, por la incipiente dureza de su verga, sentí que mi turno se acercaba mientras me sumía en un pesado sueño.... - - - Dormí durante unas dos horas y no pude resistirlo más: el hambre me mataba ya. En el espejo de mi cuarto solo había una nota escrita de prisa: "Went to practice, see you later". Josh había ido a su práctica de americano. Usualmente, el sábado duraba toda la mañana y debía terminar alrededor de las 2 pm. Miré el reloj y eran cerca de las 12, así que me dí un baño rápido para comer algo ligero y adelantar mis trabajos pendientes. Mientras me daba un regaderazo rápido, no me podía quitar de la cabeza lo que había vivido este fin de semana. Descubrir en Josh un amante fabuloso había sido lo mejor que me había pasado en la Universidad, pero no sabía como acomodarlo a mi vida. No pensaba que yo fuese del tipo de personas que se acuestan solo una noche, pero a decir verdad, tampoco Josh parecía del tipo de persona que establece una relación duradera, pero ese era un tema que por el momento no me preocupaba mucho: deseaba a Josh, quería tener su verga dentro de mi cuerpo, montarlo hasta saciar mi sed de ese cuerpo de adonis negro y que me hiciera sentir su fuerza en mi culo. Salí del baño con una erección rampante tan solo de pensar en el próximo encuentro, pero tuve que apartar esos pensamientos para dedicarme a lo mío. Me tomó más tiempo de lo que había previsto terminar todo, y ya no regresé a la Suite sino hasta tarde, alrededor de las 4 pm. Josh me esperaba mientras veía TV en su cuarto con la puerta abierta. Los dormitorios lucían desiertos. Tan pronto me vio entrar saltó a mi encuentro, iba vestido con una camiseta ajustada azul clarito, que hacía que el torso se le viera delicioso; un pantalón de mezclilla negro, un poco grande para mi gusto y unas sandalias de cuero. Cerró la puerta de la suite tras de mí y, arropándome en sus brazos, me recibió con un riquísimo beso largo y suave. Su suave lengua jugaba con la mía y viajaba ligera entre mis labios. Me ganó un suspiro y Josh me miró con esos ojos castaños tan profundos, "Wanna go to the movies?" -dijo como si fuese lo más normal del mundo. Acepté y salimos al centro de la ciudad. De la película ni me pregunten, no puse atención. Sólo recuerdo que era cómica, pero nada más. Cualquiera hubiese aprovechado el anonimato del cine para hacer una movida, pero Josh no, se comportó como un caballero, lo que ocasionó inevitablemente que mi nerviosismo creciera aún más. Salimos del cine y la noche nos recibió con un aire fresco, rico; me invitó un café al Zócalo y acepté con gusto, quería conocerlo un poco más. Durante dos horas, me olvidé de mi nerviosismo y pude encontrar en Josh a una persona bastante amable, muy divertida y que tenía las prioridades en su vida claras como el cristal. Me gustaba ese hombre y ahora, además de que se me hacía atractivo, me parecía una persona interesante; peligrosa combinación pero así era. La figura atlética de Josh, y su piel oscura, resaltaban entre la multitud y observé más de una mirada lasciva, tanto de chicas como de chicos, evaluando a mi amigo. Me sonreía para mis adentros, pues ninguno de los dos es nada obvio: parecíamos dos machotes hablando y riendo de futbol, ¿de qué otra cosa más hablan los hombres? Pero en realidad, la plática se desvió hacia lo que sentíamos por lo que había pasado. Josh me confesó que su relación con David apenas comenzaba y aunque no le creí, no se lo discutí. Pasamos del café al licor y estuvimos bebiendo hasta ya muy noche y platicando de cualquier cosa, solo recuerdo que ya los transeúntes que pasaban se nos quedaban mirando como diciendo "Que peda traen estos dos", de las risas descontroladas que nos echábamos. Lo malo para mí, es que el alcohol se me sube a la cabeza muy rápido y me pega duro. Más mareados que borrachos, pagamos la cuenta rápidamente y cuando me dirigía al estacionamiento, Josh me dijo que mejor nos quedáramos en el hotel del Zócalo. Me ruboricé solamente de pensar pedir una habitación en un hotel, acompañado de un hombre y más si ese hombre estaba tan bueno como Josh, pero tragándome la pena, accedí. El hotel era de 5 estrellas, colonial y precioso; Josh se encargó de pedir la habitación. Cuando el botones nos preguntó por nuestro equipaje, sólo sonreímos como idiotas. Era un chico joven, a lo máximo de 22 años, un poco chaparrito, de alrededor de 1.65 m, guapo y delgado. Mientras subíamos en el ascensor, se colocó delante de nosotros en el pequeño espacio, dándonos la espalda mientras observaba nervioso el ascenso del elevador; se veía incómodo y sonrojado. Totalmente desinhibidos por el alcohol, le miramos descaradamente el culo, enfundado como estaba en un pantalón negro ajustado, se veía apetecible. Josh me rodeó con el brazo por la cintura y me agarró una nalga por arriba de mi pantalón, mientras por el espejo del elevador, el muchacho nos observaba de reojo y desviaba nerviosamente la mirada. Creo que Josh disfrutó el momento porque cuando salimos siguiendo al botones, no me soltó en ningún momento, quería que el botones supiera que yo era suyo. Yo estaba que quería que me tragara la tierra. Al fin llegamos al cuarto 405 y una vez nos mostró el cuarto, se disculpó e hizo ademán de retirarse. Josh lo detuvo en el quicio de la puerta, mientras lo miraba seductoramente y, tendiéndole un billete, lo dejo ir con una sonrisa cautivadora. El botones le devolvió la sonrisa de una forma que me hizo sentir incómodo, ¿le estaba coqueteando? Con la cabeza dándome vueltas, recorrí el cuarto que era no muy grande, pero en cambio era lujoso, con una cama enorme y detalles de iluminación preciosos. Tenía un pequeño balcón que daba al Zócalo de la Ciudad y a través del cual se observaban los grandes árboles del Centro y la Catedral iluminada al fondo. Josh abrió las cortinas del balcón, la vista era espectacular. Sonriendo, Josh me abrazó por detrás y volteándome hacía sí, me robó un delicioso beso que me dejó mas mareado aún. Su aliento sabía rico, a café y a alcohol mezclado con su propio olor. Me tiró de espaldas en la cama, aún unidos los dos por un beso suave. Mientras me rodeaba el cuello con un brazo, la otra mano comenzó a desabotonar mi camisa blanca. Su lengua comenzó a trazar figuras caprichosas en la base de mi cuello y llegó hasta mi lóbulo de la oreja. Sentí que la piel de mi cuerpo entero se enchinaba y que Josh, en ese momento, podía pedirme lo que fuera. Los dedos de su mano fueron hábiles y rápidos, mi camisa se abrió del todo y su boca buscó entonces los pezones de mi pecho. A decir verdad, nunca antes había disfrutado el contacto sexual en esta zona, pero quizá también nunca nadie me había hecho lo que Josh: me mordisqueó suavemente, cubriendo mis pezones, que son algo grandes y de color miel, con sus labios carnosos. Acunó mis pechos como si fuese lo más preciado del universo, alternando sus besos entre una y otra tetilla hasta que la calentura me impidió pensar correctamente. Le quise comenzar a desvestir en ese momento, pero no me dejó; al parecer quería desnudarme a mi primero. Josh volvió a buscarme en la boca mientras sus manos comenzaban a desvestirme. Me encantó el contacto un poco áspero de sus manos, el fútbol americano había dejado sus marcas en formas de pequeños callos en las palmas de sus blancas manos, que comenzaron a desabrochar el pantalón de mezclilla. Con destreza, las puntas de los dedos abrieron el cinturón de piel y comenzaron su ataque sobre el botón y la bragueta de mi pantalón. Cuando lo abrieron, Josh se incorporó, abandonando el precario beso y con ambas manos, me bajó el pantalón de un solo golpe. Me había puesto unos boxers cortos y pegaditos de color rojo que me gustaban mucho, me hacían sentir muy sexy. Nos reímos por los efectos del alcohol todavía en nuestros cuerpos; sentía mi cabeza agradablemente mareada; Josh batallaba con mis pies por liberar los pantalones, en su prisa no me quitó las sandalias y se atoraron. Un fuerte tirón y listo. Josh se levantó de la cama una vez me tuvo en camisa y boxers. Sus ojos reflejaban una lujuria contenida que me dio un poco de temor. Una sonrisa traviesa cruzó su rostro y me dijo. "Give me five minutes, will you?", y se dirigió al baño, cerrando la puerta detrás de si. Me quedé unos minutos echado en la cama, escuchando como abría el agua de la regadera y hacía un poco de alboroto dentro del baño. Inspeccioné la habitación un poco más y, con sorpresa, descubrí que tenía una chimenea. Ni tardo ni perezoso, la encendí con unos maderos que había ahí y pronto un calorcito rico comenzó a invadir la habitación. Apagué todas las luces y el efecto era perfecto: las llamas trazaban pequeñas lenguas de fuego naranjas y amarillas que se reflejaban en las sabanas blancas de la cama y llenaban el cuarto con un juego de luces danzantes y sombras misteriosas. El Zócalo a nuestros pies comenzaba ya a vaciarse, pues el frío ahuyentaba a la gente, pero acá dentro el calor era otra cosa. Me acosté en la cama, esperando a Josh, pero el ruido tranquilizador del agua que corría dentro del baño, lo avanzado de la noche y el mareo del alcohol fueron demasiado: poco a poco me hundí en un sopor delicioso, cerrando los ojos. Entre sueños, oí que el cuarto de baño se abría y me pareció ver a Josh saliendo del mismo, con solo una toalla blanca en la cintura. Traté de abrir los ojos un poco más pero no pude. Josh me acarició el pelo y se acurrucó a mi lado para dormir. Acostumbro despertar temprano. La luz del sol apenas se asomaba por la ventana, debían ser más o menos las 6 de la mañana porque la luz que se colaba al cuarto aún era mortecina y gris, aunque el cielo despejado prometía un buen día. Hacía un poco de frío aunque no tanto porque Josh me había abrazado durante mi sueño. Estábamos los dos de costado, abrigados del frío por sabanas blancas y una gruesa colcha, Josh atrás de mí, con uno de sus brazos alrededor de mi cuello y el otro aferrado a mi cintura. Disfruté un momento de ese rico abrazo mientras escuchaba la respiración profunda y pausada de Josh, parecía estar en mucha paz. Alcancé su pierna con la mano, por debajo de las sábanas y pude constatar que estaba desnudo al igual que yo; debió haberme desvestido para que durmiera cómodo. Su verga, al igual que la mía, presentaba sendos casos de erección matutina. Aprovechando que estaba despierto, quise sorprenderlo pero necesitaba desesperadamente ir al baño, así que me armé de valor y a regañadientes, me levanté despacito para no hacer ruido. Fui al baño y de regreso, me calentó el contraste que hacía su cuerpo desnudo contra las sábanas blancas. Su piel de chocolate parecía de seda, era hermosa y los músculos de su torso y sus brazos se contorneaban mientras su pecho respiraba rítmicamente. Me hice un hueco rápidamente en la cama y me acurruqué entre sus brazos, llenándole la cara y el cuello de besos. Josh estaba dormido profundamente, pues aunque sonrió, no abrió los ojos. Mi cuerpo estaba pegado al suyo y pude percibir que su verga había vuelto a su estado normal. Una idea perversa cruzó mi mente y seguí dándole besos en el cuello, hasta que un ronroneo de su parte me indicó que al menos se daba cuenta de mis caricias. Le tomé de los brazos por las muñecas y se las sostuve por arriba de su cabeza, mientras me encaramaba sobre su cuerpo de dios africano. El contacto con esa piel suave era embriagador, hacía que me calentara en un segundo. Su verga era mi objetivo y por el momento colgaba flácida entre sus piernas. Mis besos continuaron en su pecho, deteniéndome en sus tetillas que ahora estaban suaves y que al contacto con mi saliva se irguieron como plantas deseosas de humedad. Seguí bajando rápidamente por su vientre, descubriendo poco a poco su cuerpo, quitando las sábanas de a poco. Llegué a su ombligo y ataqué a fondo, mis lengüetazos debían de despertarlo, pero aún nada. Cuando continué más al sur mi recorrido, encontraron mis labios su príapo oscuro y aún en reposo, pero así es como lo quería: quería sentir como se hinchaba y despertaba entre mis labios. Abrí mis labios y me tragué lentamente la víbora que tenía por verga. Sabía un poco ácida y salada, pero pasó rápidamente. Mi lengua jugueteó con la gran cabeza que, poco a poco, se iba hinchando en mi boca, mis labios se cerraron suavemente y no quisieron dejar ir nunca más a ese tronco oscuro, lo sentí hincharse entre mis labios hasta adquirir una consistencia más firme, aunque no del todo plena. Josh gemía, los ojos aún cerrados y rotaba deliciosamente las caderas, aún en sueños. Tomando su verga por el tronco, la saqué de mi boca acomodándome entre sus piernas, acostado boca abajo contra la cama y acariciándole los muslos mientras me agasajaba con su tolete. El tronco de su verga estaba ya a media asta y se sentía algo duro cuando mi mano se cerró alrededor suyo. Estaba su verga sin circuncidar y me gustaba jugar con el prepucio que le cubría la cabeza. Adoraba la forma en que se adivinaba el perfil de su glande bajo la delgada piel del prepucio y menearlo de arriba a abajo para despertarlo de su profundo sueño. Cuando lograba que la piel del prepucio bajara y descubriera su sensible glande, mi lengua estaba lista para recibirlo y llenarlo de caricias húmedas, hasta que se volvía a ocultar en los pliegues del prepucio y entonces mis labios cubrían del todo prepucio y glande, absorbiendo y lamiéndolo. Mis caricias surtieron efecto, pues poco a poco sentí como su tronco se iba ensanchando entre mis manos; su cabeza iba llenándose de sangre, poniendo dura como roca la verga y escapando poco a poco de mi control. Cuando la tuve a toda asta, no pude más que estar orgulloso de mi trabajo. Josh me miraba ahora, recostada su cabeza en la almohada y acariciando suavemente mi cuello, como aprobando el trabajito que acababa de realizarle. Me puse de rodillas entre sus piernas y continué mamándole la verga. El gran ojal de su palo ahora comenzaba a rezumar líquido preseminal, claro y transparente; el sabor era un poco amargo pero no me importó, seguí mamándole igual, concentrándome en la gran cabeza y prepucio; mis manos seguían acariciándole el tronco de arriba a bajo mientras mis labios lo recorrían de todo a todo. Estando de rodillas, con el culo al aire, recordé que tenía un pendiente con Josh y me preparé mentalmente para ello. La verdad me temblaban las rodillas ante el prospecto de que me follara, pues hacía mucho tiempo que no me habían cogido y menos con un instrumento como el que tenía ante mí; mi plan era dejarlo lubricado a más no poder y para ello necesitaba tener a Josh excitado, pero tranquilo. La luz del Sol naciente ahora interrumpía en nuestra ventana a raudales, el cuarto estaba iluminado por haces brillantes y claros; el frío de la mañana ni siquiera era percibido por nosotros, ocupados como estábamos. Josh gemía desde la almohada, susurrándome palabras de aliento a cada lamida, a cada chasquido y a cada beso de mis labios y lengua, alentándome a continuar mis caricias en los lugares que le gustaban especialmente. Así descubrí que le gustaba la ocasional irrupción de mi lengua en el orificio de su verga, solo suavemente; le enloquecía la presión de mi lengua en sus huevos y que mi boca los albergara, saboreando su fuerte gusto; podía aullar si mis labios se concentraban en los bordes desnudos de su glande, aplicando la justa combinación de presión y humedad en sus partes más sensibles y llevándolo al borde del orgasmo, para dejarlo y volver a comenzar el delicioso suplicio. Josh gemía ahora cada vez más fuerte, sus dedos se enredaban en mi pelo y amenazaban con tomármelo con fuerza, pero se rendía y me dejaba hacer mi voluntad sobre su grandiosa verga. Tomándome de un brazo, rotó mi cuerpo sobre el suyo hasta que estuvimos en la posición del 69, pero yo estaba muy a gusto ocupándome de él y, tercamente, afiancé mis rodillas en sus orejas, de forma que mi verga se encontrara sobre su boca, pero sin permitirle el acceso total que quería Josh. Sentí a su boca ansiosa lamer mis bolas y el tronco de mi palo, se sentía delicioso, pero me concentré en su propia verga, paladeando su salado sabor y exprimiéndole gotas cada vez más abundantes de líquido preseminal. Las caricias húmedas de Josh en mi verga eran excitantes, me hacían perder la concentración. Con él descubrí que me encanta dar placer a otro hombre, es algo extraño pero supongo que cada quién lo razona como quiere o como puede, pero tener su verga entre mis manos y arrancarle gemidos de placer era algo que a mí me proporcionaba mucho placer; pero sus besos a mis huevos y a mi verga fueron demasiado y me rendí a sus solicitudes. Me dejé caer sobre su cara y Josh me tuvo a su disposición. Mientras continuaba yo mis caricias a su verga, Josh no se quedaba atrás y comenzaba a lamerme fuertemente los huevos, retrocediendo cada vez más hasta llegar al perineo y después hasta la raja de mis nalgas. Ahí se detuvo un instante y me alzó como pudo, doblando mis rodillas hasta que tocaron sus hombros y posicionando mi culo sobre su boca. La invasión de mi culo fue gentil, comenzó son suaves lamidas alrededor del ojete y quedarse ahí por un largo rato, describiendo círculos lentos y besando mis nalgas. La sensación de su lengua tan cerca de mi culo era arrebatadora; le premié haciendo un esfuerzo por tragarme ese pedazo de verga que ahora estaba tan henchida que apenas podía sostenerla entre mis dedos; solo pude llegar a un poco más de la tercera parte de sus cerca de 24 centímetros, pero esto fue suficiente para Josh pues soltó un bufido de satisfacción. Después, sentí la punta de su lengua húmeda que curioseaba decididamente ante la entrada de mi ano. Cuando comenzó a entrar y salir, solo un poquito, sentí que me venía pero aguanté el tormento y me concentré en su verga, aumentando la presión y la intensidad de mis mamadas sobre él. Guardé gota a gota el líquido seminal que se iba desprendiendo de la punta de su verga en la boca, hasta que tuve suficiente y lo deposité en mi dedo índice. Le alcancé el culo a Josh con el dedo ensalivado; al principio se resistió pero la forma en que se abría y cerraba su culo sobre la punta de mi dedo decía otra cosa; poco a poco fui ganando terreno hasta tener el dedo metido hasta la segunda falange en su culo; Josh perdió poco a poco el control, abandonándose a la exploración de mi lengua, mis labios y mi dedo sobre su próstata; su lengua exploraba más profundamente mi culo. Sentí que seguía mi ejemplo, pues un largo dedo ensalivado se introdujo lentamente en mi interior. Su verga comenzó a bombear suavemente al principio contra mi boca, que formó una apretada O con mis labios. Pronto Josh estaba cogiendo a mi boca lenta pero firmemente, aumentando cada vez más la velocidad. Tuve que sostenerle firmemente por el tronco para no ahogarme. Josh gritaba ahora mi nombre en cada embestida y sentí que su verga rígida crecía aún más en mi boca. Mi dedo masajeaba suavemente su punto P, en ataque coordinado con mi boca. Josh gimió mientras tenía la boca llena de mi verga, que ahora estaba lamiendo solamente por la punta, se sentía delicioso. Me sorprendió el primer metrallazo, que vino antes de lo esperado y el sabor amargo de su semen invadió mi boca. El segundo, el tercero y el cuarto los retuve como pude en mi boca, pero la mayoría cayó sobre su verga henchida. Como antes, su verga aún se conservaba erecta después del orgasmo y el lento movimiento de vaivén de sus caderas hacía que entrara y saliera de mi boca, deseosa aún de su semen. Le seguí mamando el pito hasta que no pude exprimirle más gotas del preciado líquido. Josh se concentró ahora en mi verga, y sentí que poco a poco se iba tragando más de mi palo, hasta casi abarcarlo del todo. Se notaba que no era un experto en la materia, pero el ver como esos labios gruesos se apoderaban de mi tolete era todo un espectáculo. Su dedo también hacía maravillas en mi culo; se detuvo un instante y quiso meter otro dedo más. Le tomé de la mano para chuparle los dedos y compartir su blanco semen; sus dedos ahora estaban un poco más lubricados y pudo lograr su propósito: poco a poco, dos dedos gruesos fueron apoderándose de mi culo y de mi voluntad. Tuve que pujar un poco para darles cabida; sentía el culo lleno a reventar, pero sabía que no era nada comparado con lo que vendría. Me armé de valor y puje un poco más hasta que sentí que ambos dedos se deslizaron lenta y profundamente en mi interior. Juguetearon solo un poco con mi próstata y se quedaron ahí, quietos. Mi culo se rebeló inmediatamente ante tal intromisión: comencé a ordeñar involuntariamente sus dedos, debió haber sido fuerte porque Josh se quejó un poco pero aguantó, mientras cubría mi verga con lengüetazos en el tronco y en la cabeza. No podría aguantarme más, necesitaba darle más espacio. Me levanté despacio del rico 69 que habíamos formado y me puse de rodillas sobre la orilla de la cama, ofreciéndole el culo. Josh comprendió perfectamente y, tomándome de las caderas, se situó detrás de mi. Yo pensaba que no teníamos a la mano algún lubricante pero Josh pensó en todo: de su pantalón sacó una botella pequeña de lubricante, se embarró perfectamente la mano y aplicó también una generosa porción sobre mi culo, comenzando de nuevo su exploración. Metía y sacaba los dedos rítmicamente, dándome tiempo y espacio para irme acostumbrando al movimiento y a la sensación. Me costaba mucho trabajo no venirme ante sus caricias, gemía y bufaba como un loco. Josh se había acomodado detrás de mí, con sus piernas separando mis rodillas y mientras introducía sus dedos en mi culo, la otra mano preparaba a su verga, acariciándose lujuriosamente de arriba a abajo. Su verga estaba henchida, negra y reluciente, obscena. Descansé la cabeza en la cama y pude observar ese monstruo que parecía esperar el momento para hacerme suyo. Su verga oscilaba majestuosamente y la gran cabeza oscura me excitaba. Josh se dejó de acariciar y con la mano me comenzó a acariciar la espalda. Se sentía rico, estar así, cogiendo sin prisas. Los dedos de Josh en mi culo fueron subiendo de intensidad su penetración, hasta que supe que era el momento de enfrentar la verdad. Me puse de pie como pude, pues me temblaban las rodillas de excitación. Acosté a Josh de espaldas sobre la cama y su verga se irguió al aire como el mástil de un barco. Tiré de su cuerpo por la cintura, hasta que sus pies tocaron el suelo y su culo quedó al borde de la cama. Sus grandes huevos colgaban entre sus piernas y su verga pareció ponerse mas dura. Me arrodillé entre sus rodillas y le mamé nuevamente el palo delicioso. Olía a sexo, a sudor y a una promesa de placer. Me dejé llevar mientras oía a Josh gemir mientras le ensalivaba todo el tronco, quería que estuviese bien lubricado. Los muslos de ese hombre eran la perfección y se sentían tan duros como su verga. Me levanté y me puse de pie sobre sus caderas, viéndolo siempre de frente. Sus ojos parecían seguir todos mis movimientos con sensual interés. Mi mano encontró a su verga y entonces supe que no tenía tiempo de reconsiderar las cosas: tenía que cogerme a este hombre. Coloqué suavemente la punta de su verga en el orificio de mi culo. Me senté sobre su verga solo lo suficiente para darle entrada y pujé lo más que pude, controlando mi respiración y mi reacción natural de salir corriendo de allí. Josh soltó un bufido de placer cuando comencé con mi culo comencé a darle pequeñas mordidas en el tronco. La verga de Josh era gruesa y nunca me habían cogido con un palo de ese tamaño o grosor, pero no era nuevo en estos menesteres: saqué provecho de mis experiencias previas y concentrándome, poco a poco me fui empalando cada vez más. El vientre de Josh temblaba mientras me iba introduciendo más y más, parecía que su verga no tenía fin; la sensación de su tronco acariciando mi próstata era increíble, pero lo quería todo dentro de mí; apoyé mis manos en su vientre plano y marcado y fui bajando el culo hasta que mis nalgas tocaron la base de su falo. Se sentía henchido y pleno dentro de mí. La gran verga negra se albergaba ahora en mi interior y era mía para hacer lo que quisiera con ella. Josh susurraba mi nombre mientras permitía que me fuera acostumbrando a su tamaño. Respiré y exhalé detenidamente por unos momentos, mientras mi culo se rebelaba por momentos y espasmódicamente ordeñaba a Josh. Me apoyé en los hombros de Josh y lentamente, me fui levantando: los pliegues de mi culo no parecían dispuestos a dejar ir su presa y los sentí estirarse hasta que solo la punta de su verga permaneció en mi interior. Otra vez me dejé caer, esta vez un poco más rápido, pero aún inseguro de que no me dañara. Seguí cabalgando su culo por unas cuantas veces más, hasta que sentí que ya mi ojete se había acostumbrado. Era delicioso: Josh demostró paciencia y se quedaba casi quieto, dejándome hacer a mí, a mi modo, a mi tiempo, a mi ritmo. Cuando decidí que ya era suficiente, levanté una pierna sobre la cama y la otra la apoyé en el suelo, la verga la tenía a reventar y pegada ahora contra mi vientre. Me dejé caer sobre Josh y el cambio de ángulo hizo que su tronco se restregara deliciosamente contra mi próstata. La respiración del negro pecho de Josh se hizo más agitada y perlas de sudor le cruzaban ahora. Las manos de Josh me tomaban fuertemente por la cintura y me guiaban en mi descenso y ascenso. Me levanté de su abrazo y le pedí se acostara en medio de la cama. Obediente, me esperó mientras me encaramaba y volvía a engullir con el culo ese pedazo de verga magnífico. Ufff... casi se me va la respiración cuando la ensartó con un ligero movimiento de sus caderas. Volví a montar a la bestia, primero lentamente, luego más rápido y otra vez lentamente. Me encantó sentir el largo tronco deslizarse dentro de mí, para luego salir a la superficie y volverse a enterrar de nuevo hasta lo más profundo de mis entrañas. Le tomé por los hombros y me incliné hacia adelante para darle un beso largo y húmedo. Josh me abrazó y sus dedos recorrieron la curva de mi espalda, hasta descender a mis caderas, donde me sostuvo firmemente contra su verga. Sus caderas comenzaron un rico movimiento de vaivén, lento y delicioso, que estuvo a punto de volverme loco. Josh era todo sexo, su cuerpo oscuro, su verga enterrada en mi interior, sus músculos marcados; todo él me excitaba. Quería entregarme todo a él y ocupé cada truco que había aprendido. Lo cabalgué profundamente, deslizando la larga vara de su miembro dentro de mí, variando la velocidad y el ritmo hasta que casi se viene dentro de mí. Lo impedí desenterrándome de su verga y cambiando de posición. Me puse boca arriba y él sobre mí; me encantó atraerlo hacia mí y con mis largas piernas abrazarle la cintura, induciéndole a darme más profundo cada vez. Su espalda era fuerte y cuando mis dedos recorrieron la curva de su columna, Josh se sacudió de placer. Le atraje hacia mí mientras me enterraba una vez mas la dulce espada de su verga, solo un poco más de la mitad y la retiró rápidamente para volver a atacar. El ritmo de este hombre era imparable, tan pronto era lento y suave como rápido y fuerte. Josh sintió que estaba a punto de venirme y me agarró la verga por la base, asiéndola fuertemente entre sus dedos. Sentí que la ola de placer nacía en mis huevos y recorría hasta mi verga, pero me tranquilizó la presión de Josh y el peligro se fue; no quería venirme tan pronto. Josh se retiró entonces y me puso boca abajo sobre la cama. Sentí como acomodaba su pecho contra mi espalda y la agarró a besos en la base de mi cuello. Su verga encontró rápidamente el camino y de un firme empellón me la acomodó hasta que sentí sus huevos acariciar los míos, de tanto que colgaban. Comenzó entonces una embestida continua, fuerte sobre mi culo, parecía que me lo quería romper; lo que me encantó es que en ningún momento dejó de acariciarme, entrelazó sus manos por debajo de mi pecho y mientras me acariciaba las tetillas, parecía que no quería dejarme ir y se afianzaba de mis hombros para darme más y más duro. La cama crujía a cada embestida y el cuarto se llenó del chasquido de nuestros cuerpos encontrándose. Sentía el culo partido en dos y me abandoné a la sensación. Mi pobre verga quedó atrapada entre el colchón y mi vientre; el peso de Josh sobre mi cuerpo era perfecto. A pesar de ser un hombre alto y musculoso, no era del todo pesado y lo pude soportar cómodamente. Sus piernas se frotaron contra las mías mientras aceleraba las embestidas. No pude soportarlo más y sentí lentamente como crecía entre mis piernas el orgasmo, en mis huevos la sensación de placer se acrecentó. Me vine primero yo, mojando profusamente las sabanas; en cada eyaculación sentía intensamente la verga de Josh firmemente insertada en la funda en que se había convertido mi culo; inmediatamente sentí como la verga de Josh era ordeñada sin control por mi esfínter. Se hinchó una vez más, como preparándose para el segundo orgasmo e irremediablemente, me inundó el culo con 4 descargas de semen, que se fueron sucediendo una tras otra en un período largo de tiempo; Josh lanzó un rugido de placer que casi me deja sordo, sus embestidas sobre mi culo siguieron todavía por unos 15 minutos, su verga indomable había perdido firmeza pero aún conservaba suficiente ánimo como para no retirarse de mi culo. Su respiración se tranquilizó y se derrumbó sobre mi espalda, casi sin aliento. Estuvimos así por espacio de unos minutos, descansando y recuperando el aliento. Josh respiraba profundamente sobre mí, su verga en mi interior se sentía deliciosa, aunque sin el volumen y la firmeza anterior. El semen en mi interior casi era ardiente, un bautizo de fuego. Josh todavía movía las caderas lentamente, girándolas y haciéndome sentir que todavía estaba allí para mí. Sentí que me envolvía un rico sopor y me dormí, rendido. Sobra decir que después de ese fin de semana, no pudimos separarnos. Nos dábamos nuestras escapadas de fin de semana a diferentes hoteles, siempre con la excusa de salir al antro. Al siguiente semestre rentamos un departamento los dos juntos y así estuvimos hasta pasado otro semestre. Josh consiguió una mejor beca en otra Universidad y tuvo que irse de Puebla, pero hasta el momento todavía seguimos en contacto.