Date: Sat, 2 Jan 2021 02:33:41 -0600 From: Billy Wright Subject: Nosotros, Para Ti (Chapter 12) Nifty es algo grandioso y por muchos años hemos disfrutado de todo lo que nos da. Por favor, si puedes, tienes la capacidad y no estas estudiando por favor considera donar (no vale donar si estas estudiando, la educación va primero). Esta historia es ficción, basada en hechos reales, pero ficción. Apenas estoy en Universidad entonces me disculpo por si no subo seguido. Si te gustaría decirme algo, lo que sea, aquí está mi correo: billy.alexander.wright@gmail.com o pueden buscarme en Wattpad (donde esta historia también será publicada) con el usuario @Billy_Alex_Wright Ahora, sin nada más que agregar: Personajes: Alexander - Yo, un chico de 16 años. Christopher - Mi hermano, 2 años mayor (enojado conmigo) Minakami - Chico japonés, misma edad que yo (amable, atrevido y útil) Ekrem - Chico turco, 2 años mayor (cálido, atento y dulce) ------------------------------------------------- Parte 3 Cuento de Hadas 3 (República Checa) Nunca antes había despertado con una sonrisa. Al menos no desde hacía mucho tiempo, quizás desde Turquía o desde Japón. No importaba, todo lo que sabía es que quería guardar aquella felicidad dentro de mí. -Así es como debería despertar todos los días, -me dije a mi mismo. Me levanté, ignoré la figura aún dormida de Chris en la cama de al lado, me vestí y bajé a desayunar en el restaurante del hotel. Había despertado sin alarma, la comida fue espectacular y no hubo señales del chico rubio, su hermana ni de Chris. El día era perfecto. Al pasear por la ciudad visitamos el Puente Carlos, con tantos artistas, bohemios y poetas a nuestro alrededor todos parecían impresionados de estar ahí. Por dentro yo no dejaba de sonreír, después de todo había visitado aquel puente la noche anterior. Alcé la vista, sintiendo la briza del río en mí; el sol era cálido sobre mi rostro, el viento soplaba abrigador, suave. ¿Por qué no eran así todos los días de mi vida? Poco antes de la cinco, como todos los días, nos dieron tiempo libre. La mayoría se dirigió al hotel, sin embargo, yo tenía ya otros planes. El café se veía esplendido y olía de maravilla, en especial cuando era hora de cerrar. Apenas crucé el umbral me topé con Alexjei, guardando las sillas sobre las mesas. -Hola, otro Alex, -saludé con una sonrisa. -¡Alex! -saludó él-. Ya quería verte, llegas justo a tiempo. -Yo también quería verte, -confesé, sincero y un tanto apenado-. ¿Justo a tiempo para qué? Alexjei se pasó por la cabeza el mandíl verde de mesero, quitándoselo. Su uniforme era blanco con negro, clásico y discreto, no obstante a él lo hacía ver elegante, más atractivo que de costumbre. Me sonrió como si fuera nuevo en aquello-. Justo a tiempo porque es hora de cerrar el café, ¿sabes que significa? -¿Tiempo libre? -sugerí-. ¿A dónde quieres que vayamos hoy? -De hecho, ya tenía algo en mente... -susurró antes de acercarse a mí, sostenerme por la cadera y acercar sus labios a los míos. Me separé casi al instante-. Espera, y sí... -Tranquilo, -me interrumpió, leyéndome la mente-. No hay nadie en el café, hoy me toca cerrar. Descuida. Además, esta es una ciudad de cuentos de hadas, ¿recuerdas? -Asentí, hipnotizado-. Entonces ven, vamos a hacer un poco de magia. Alexjei me tomó por la mano y me llevó hasta la parte de atrás del café, un pequeño cuarto que servía de almacén. No había mucho más que estantes llenos de varios ingredientes para café, pastel y panques. Apenas volteé a verlo, Alexjei me sonrió. -¿Alguna vez lo habías hecho en un lugar así? Negué con la cabeza-. Nunca, primera vez en un negocio. Es más, primera vez en un lugar que no es una cama, -eso lo entusiasmó un poco-. Pero, hay una primera vez para todo. -Hay una primera vez para todo, -repitió. Sus labios eran perfectos. No sabía cuanto los había extrañado hasta ese momento, Alexjei sabía lo que hacía, no sólo era su técnica perfecta o el hecho de que eran gruesos, ni siquiera el sabor a canela que me recordaba a la Navidad. Era saber que estábamos él y yo, ahí. Juntos. Uno con él otro, como debía ser. Sin embargo, Alexjei no perdió el tiempo. Tan pronto terminó el beso colocó sus manos sobre mis hombros, poniéndome de rodillas ante él. Tener sus pantalones frente de mí me hizo saber al instante lo que quería. No estaba seguro de querer hacerlo pero si era por Alexjei, no me importaba. Le quité el cinturón, desabotoné sus pantalones y dejé que cayeran al suelo. Nunca había visto nada que me emocionara tanto como el par de boxers rojos que tenía puesto, lo oscuro de la tela, lo suave, el gran tesoro que ocultaban y el deseo con el que me miraba. Comencé a besarlo ahí, abajo, sin quitarle los boxers. Quería emocionarlo, hacer que se sintiera bien, deseado, excitado, crecer poco a poco sus emociones. Alexjei, en cambio, tenía otra idea. Él no esperó más y se quitó los boxers, dejándolos caer junto con sus pantalones. Apenas pude ver su cuerpo, su miembro, pues pronto sentí sus manos en mi nuca, acercando mi boca hasta tenerlo dentro de mí. Podía sentir cada centímetro suyo en mi lengua, la fuerza con la que su miembro apuntaba al frente, se mantenía derecho, el calor que emitía, el grosor, lo masculino que era. No era necesario moverme, traté de hacerlo pero sus manos en mi nunca se encargaron de marcar el ritmo. Estuvimos así varios instantes, quizás un minuto cuando ambos escuchamos la puerta del frente abrirse. Alexjei y yo nos detuvimos en seco. -¿Alex? -llamó la voz de una mujer mayor, era firme y tenía un acento pesado. Habló más pero no comprendí lo que decía, estaba hablando en checo. -Es mi jefa, -explicó Alexjei. La sangre se congeló dentro de mí, estaba asustado, sin embargo, Alexjei parecía encontrar todo aquello divertido, eso me calmó un poco pero no mucho. -Creí que dijiste que no había nadie. -No había cuando llegaste, -se subió los pantalones y señaló la puerta al otro lado del almacén-. Me gustó estar contigo, creí que tendríamos más tiempo antes de que llegara pero ni modo. Esa es la puerta trasera, sal por ahí. Yo tendré que quedarme un tiempo aquí así que no me esperes. Asentí, dirigiéndome a la puerta cuando sentí su brazo detenerme-. Ten, -dijo entonces plantándome un beso en los labios, fue fuego, fue azúcar, fue como mi primera vez, fue Navidad y fue canela, fue todo eso junto, un golpe de dos segundos, único, especial. Mío. Nuestro-. Y ten, -dijo tendiéndome un pedazo de papel antes de desaparecer por la otra puerta. Salí lo más rápido y silencioso que pude. Estaba en un pequeño callejón que nunca había visto, no obstante, no tardé en encontrar mi camino de vuelta a la calle principal. Entonces observé el papel en mis manos. Era su número. "Hola, otro Alex," le mandé un mensaje. "Soy yo, Alex." Sonreí con eso, era un poco tonto y quizás infantil pero me hizo reír. No hubo respuesta, supuse que estaba ocupado con su jefa así que guardé el aparato en mi bolsillo y me dediqué a caminar por el centro de la ciudad. Al regresar al hotel la sonrisa seguía en mi rostro. Claro, había sido un poco inesperado pero esa era una de las características de los príncipes, ¿que no? Darte sorpresas. Justo en cuanto me acomodé en la cama, listo para dormir recibí mi primer mensaje: "Alex, soy yo. El otro Alex. Espero que te haya gustado lo que hicimos y quieras hacer más. ¿Otra sesión en la cafetería mañana a la misma hora?" Sonreí como tonto al solo ver que se trataba de él. Me apresuré a contestar: "Hola otro Alex. Claro que sí, quiero hacer más contigo. ¿Pero que te parece la idea de hacer algo más... romántico? ¿Qué tal suena una cita?" Dejé el teléfono en la mesa de noche aún lado de mi cama y cerré los ojos. Soy una persona a la que, en muchas ocasiones, le cuesta dormir. Es por eso que aquel día perfecto no pudo terminar de una mejor manera: con el sueño llegando solo, apacible, rápido... el final soñado para un día soñado, en una ciudad soñada con un chico soñado. Al despertar lo primero que hice fue agarrar el teléfono, estaba emocionado por mi cita con Alexjei, sin embargo no tenía ningún mensaje nuevo. Suspiré, comprensivo y bajé a desayunar. Al terminar levanté el teléfono. Nada. No fue sino hasta mediodía que recibí un mensaje: "Lo siento, mucho trabajo hoy, no creo poder. ¿Te parece mejor mañana?" Volví a leer el texto dos, tres veces. Suspirando, fue inevitable estar un poco decepcionado pero lo comprendía. Yo estaba de vacaciones, de viaje, él no. Era normal que no tuviera tanto tiempo libre. Al día siguiente visitamos con la escuela un rincón que llamó mucho mi atención. Era un café y un cine a la vez: Kino Lucerna. No se veía como un edificio moderno de los que se encuentran en todo el mundo, este tenía más bien una fachada clásica, el color amarillo de sus paredes me hacía pensar en una época antigua, la luz cálida creaba una atmósfera única. De inmediato pensé en Alexjei. "Oye, ¿qué te parece vernos en el Kino Lucerna? Podríamos ver una película, comer algo, ya sabes, cosas románticas. ¿Qué dices?" Seguí avanzando con el grupo hasta llegar a nuestro ultimo destino. Fue entonces que recibí su respuesta: "La verdad no soy muy fan del cine :/" Suspiré. Aquello era extraño, ¿a quién no le gustaba el cine? No importaba, si había gente como el chico rubio al que no le gustaba probar comida nueva, seguro había gente a la que no le gustaba el cine. "¿Qué te parece entones si vienes a dónde estoy?" Sugerí entonces enviándole una foto mía. No sabía si le gustaría pero nuestra última parada había sido en la Biblioteca Nacional de República Checa. Era impresionante, el edificio, el decorado del techo, incluso los libreros provocaban una atmósfera única. Me imaginé a Alexjei y a mí, tomados de la mano, caminando entre los estantes con aquel increíble olor a libro a nuestro alrededor. No tardé en recibir su respuesta. "¿Qué tal si mejor te envió la dirección de mi casa y vienes un rato?" No esperó a que contestara, un segundo después su dirección llegó a mi teléfono. No supe que contestar. Al terminar la visita y salir de la biblioteca aún no había respondido. Una parte de mí estaba nerviosa, emocionada. Tenía ganas de salir a conocer la ciudad, visitar un lugar romántico, tener una cita como en Turquía, no ir a encerrarme a casa de alguien. En cambio, por otro lado... "Nunca ningún chico me ha invitado a su casa," pensé. "Ni siquiera Ekrem. Pero Alexjei sí." Eso me hizo sonreír. Media hora después, estaba afuera de la dirección que me había mandado, marcando su número. Estaba nervioso, un poco emocionado pero más nervioso que otra cosa. Era una cosa visitar una ciudad pero era otra muy diferente el llegar a la casa de alguien. Al cabo de un instante, la puerta se abrió y Alexjei apareció, sonriendo de oreja a oreja. -Otro Alex, -me saludó-. Ven, entra. La puerta daba a lo que parecía una vieja recepción. Subimos varias escaleras hasta llegar a una habitación casi en la cima. Era el quinto piso del lugar. Dentro, el lugar era un poco oscuro y estaba un tanto desordenado. Alexjei me contó que vivía ahí con un amigo suyo, que apenas se había mudado de la casa de sus padres y que, aunque no era mucho, le gustaba saber que estaba pagando todo aquello él solo. -Me gusta, -dije entonces. -No mientras, -replicó Alexjei-. Yo sé que no es la gran cosa. -Pero mira la vista que tienes, -dije acercándome al balcón a mitad de la sala. Era una vista increíble. Estar en el quinto piso ofrecía no una vista a una avenida principal, era tan solo una calle secundaria pero con aquellos edificios antiguos a la vista, el sol ocultándose entre los tejados y las colinas de antiguos imperios en la distancia, la visa era impresionante-. Es increíble. -Lo sé, -suspiró Alexjei a mi lado. Entonces escuché la luz apagarse y sentí sus manos en mi cadera. Sus labios comenzaron a bailar por mi cuello, fue un sentimiento increíble, aquel era uno de mis puntos débiles; sentí un escalofrío, un dejo de emoción recorrer mi cuerpo, mi miembro reaccionó y, un instante después, la mano de Alexjei lo comprobó sintiendo el frente de mis pantalones. Sus labios encontraron los míos y sonreí. No sabía como es que alguien como yo podía tener la suerte de estar con alguien como él. Me dejé llevar, estaba tan absorto en sus labios que no fue sino hasta que sentí el frío aire del atardecer en mis piernas que me percaté de que Alexjei me había bajado los pantalones. De inmediato me alejé del balcón, estaba demasiado cerca y temí que alguien me viera desde la calle. Sin embargo, los brazos de Alexjei me tenían bien sostenido e impidieron que pudiera alejarme. -¿Qué haces? -le pregunté. -Tranquilo, -fue su respuesta, sus manos comenzaron a desabotonar mi camisa. Traté de moverme pero él no me dejaba-. Alexjei... -le dije-. ¿Qué tal si llega tu compañero? ¿Qué tal si nos ven? -La luz está apagada, -fue su respuesta mientras deslizaba la camisa por mis hombros hasta dejarla caer al suelo-. Nadie puede vernos desde abajo. Esto es por la vista, ¿no dijiste que te gustaba? Y si llega mi compañero no pasa nada, ya lo he visto también yo a ella. No estaba seguro pero no tuve tiempo de protestar, sus manos en mis hombros ya me habían puesto de rodillas una vez más. Debo admitir que fue extraño, fue nuevo, había cierta emoción, cierto truco, cierta excitación el hacerlo en el balcón, poder ver el mundo al mismo tiempo, ver la ciudad y las luces de la noche cobrar vida mientras los últimos rayos de sol pegaban al cielo. Podría jurar que una pareja nos vio desde abajo pero, no podía hacer nada. Cuando terminó pensé que hasta ahí llegaría pero, en seguida, Alexjei se colocó de rodillas frente a mi y, deshaciéndose del resto de mi ropa, me devolvió el favor. Era curioso pues él no se había quitado nada y, en cambio, yo estaba desnudo. Él estaba en control. Ambos terminamos exhaustos en su cama. Nuestras respiraciones agitadas iban a la par una con la otra. Cierto, me habría gustado hacer algo diferente pero no estaba mal. Justo entonces me llegó un mensaje. Era Chris. "Hey," decía el mensaje. "Estoy ocupado en la habitación. Momento privado." Era todo. No había explicaciones, ninguna petición, nada. Puse los ojos en blanco, odiándolo por eso. Suspiré con pesadez. -¿Todo bien? -preguntó Alexjei a mi lado. -Es mi hermano, -dije sin más explicaciones-. Puede ser un idiota a veces, -justo entonces me vino una idea a la mente. Era demasiado, quizás, más de lo que antes me habría atrevido pero con Alexjei a mi lado, quizás era posible-. Oye... - comencé, delicado-. Sé que es un poco... apresurado pero, si no es mucha molestia, ¿podría quedarme a dormir aquí? Mis palabras parecieron tomarlo desprevenido. Hubo sorpresa, luego confusión, luego una sonrisa. Alexjei se acercó a mi, dándome un leve beso en la frente-. No creo que sea buena idea, -respondió entonces-. Mi compañera de habitación podría llegar, -Alexjei se puso de pie, pansandome mi ropa y poniéndose la suya- . Pero descuida, yo pago por tu taxi. Sonreí como agradecimiento pero, al llegar al hotel y encontrar la puerta de mi habitación aún cerrada, no pude evitar sentirme un poco herido. "No es su culpa," decía una parte de mí. "Desde luego que no, ¿cómo podía él controlar cuando llegaba su compañera?" Además, apenas y nos conocíamos, dormir en su departamento era un gran paso. "Es muy pronto," me dije a mi mismo mientras me acomodaba en el lobby, esperando a que Chris terminase. Seguí tratando de salir con Alexjei, tener alguna cita, una velada romántica pero este siempre parecía estar ocupado salvo para "hacerlo" en su casa o en el café. No estaba seguro de que aquella rutina me estuviera convenciendo, ya había pasado la mitad del viaje escolar así cuando, una tarde en mi habitación, me llegó uno de sus mensajes: "No creo poder ir al cine, tengo mucho trabajo de la escuela pero puedes venir a mi apartamento y podemos divertirnos un rato," decía. Estuve a punto de responder que había una película muy buena cuando oí la voz de Chris. -Voy a necesitar privacidad, -me dijo. No respondí-. Oye, Alex. ¿Me escuchaste? Voy a necesitar el cuarto, necesito que salgas. Bajé el teléfono-. ¿En serio? ¿Puedes por favor dejar de correrme de la habitación? También es mía. Lo siento si el yo estar aquí arruina tu viaje pero... -¿De qué te quejas? -me interrumpió, irritado-. ¿Estar en el lobby unas horas va arruinar tu viaje, en serio? Discúlpame, es mejor eso a enfermarte durante un viaje, créeme. -¿Sigues enojado por Turquía? -estaba yo casi gritando-. ¿En serio? ¿Qué tan resentido tienes que estar para...? -Me detuve, estaba molesto, no quería seguir gritando, no quería seguir teniendo la misma discusión una y otra vez-. Adiós, nos vemos mañana. -Sólo unas horas, no hasta mañana. -¡Nos vemos mañana! -Solté y cerré la puerta. En el taxi de camino le envié un mensaje a Alexjei diciendo que iba para allá. Le pedí si podía quedarme a dormir, de nuevo, le expliqué lo de mi hermano. "Si no hay de otra," fue mi respuesta. Suspiré. Justo entonces mi teléfono volvió a vibrar. Era otro mensaje pero, al abrirlo, no era de Alexjei. Era Baruk, el novio de Ekrem, mis aventuras de Turquía. "Hola, Alex," decía el mesaje. Ya por el tono de aquel saludo sabía que algo andaba mal. "Yo sé que tú y yo casi no hemos hablado desde que te fuiste. Lo siento, no soy mucho de mandar mensajes o hacer video llamadas. Además, como Ekrem fue quien estuvo más tiempo contigo siempre sentí que eras más amigo de él que mío. Esta bien. No me enoja." Suspiré, podía notar que aquello lo molestaba un poco. "Espero no ser inoportuno pero...¿sabes si Ekrem ha hecho algo con Minakami?" Pausé por un momento. ¿Ekrem y Minakami? Si me basaba en sus fotos ambos estaban teniendo el momento de sus vidas en Japón, casi cada día me enviaban las fotos de lo que hacían. Yo sabía, pues los conocía a ambos, que era cuestión de tiempo antes de que me llegara una foto de ellos dos en una cama, sin ropa. Aún no había pasado, pero si lo hacía no sería una sorpresa. Era cuestión de tiempo. "Lo que ocurre es que él y yo no hablamos desde que se fue," explicaba el mensaje de Baruk. "No sé si estoy haciendo lo correcto. Yo sé que él y yo tenemos una relación abierta pero esto se siente diferente: nosotros nos divertimos con más gente pero sólo con el cuerpo, nunca sentimientos. Cuando nos acostábamos con otro chico siempre era alguien a quien apenas conocíamos, alguien nuevo, nunca con uno de nuestros amigos y siempre le contábamos al otro antes de que ocurriera. Esta vez no fue así... ni siquiera me contó cuando ustedes empezaron a hablar y llevarse más. Cuando dijo que iría a Japón nunca me dijo que vería a Minakami hasta el último día que pregunté. Cerré los ojos, recordando cómo también para mí había sido una sorpresa verlos juntos allá. "Tal vez estoy exagerando, tal vez es mi mente enloqueciendo pero... tengo miedo. No sé porque no me dijo nada de eso y... hay una diferencie entre tirarse a un tipo al azar una vez al mes e irse a otro país por tres semanas con un chico con el que se la pasaba todo el tiempo hablando por teléfono. Tal vez él se enamoró, tal vez... no lo sé. No puedo pensar. Por favor, llámame cuando leas esto. Necesito tu ayuda." No estaba seguro que responder, menos aún si yo era realmente una persona indicada para ofrecer algún consejo. Sin embargo, justo entonces el taxi llegó a su destino. Guardé mi teléfono, pensando en que responder, pagué y toqué la puerta del apartamento. Alexjei no tardó en abrirme. No obstante, no traía nada de ropa puesta salvo por sus boxers. -¿Qué haces? -le pregunté apresurándome a entrar, cerrando la puerta tras de mí-. Alguien pudo verte. -Lo siento, -dijo él con voz confiada-. Es sólo que no podía esperar a que llegaras. Y ahí, justo ahí en la recepción antigua del edificio comenzó a quitarme la ropa. Su mano fue al frente de mis pantalones pero yo, no estaba emocionado. Muy lejos de hecho, estaba molesto. ------------------------------------------------- ¿Inesperado? ¿O lo vieron venir?