Date: Tue, 19 Jan 2021 10:37:06 -0600 From: Billy Wright Subject: Nosotros, Para Ti (Chapter 15) Nifty es algo grandioso y por muchos años hemos disfrutado de todo lo que nos da. Por favor, si puedes, tienes la capacidad y no estas estudiando por favor considera donar (no vale donar si estas estudiando, la educación va primero). Esta historia es ficción, basada en hechos reales, pero ficción. Apenas estoy en Universidad entonces me disculpo por si no subo seguido. Si te gustaría decirme algo, lo que sea, aquí está mi correo: billy.alexander.wright@gmail.com --------------------------------- --------------------------------- *** Personajes *** *Alexander - Yo, un chico de 16 años. *Christopher - Mi hermano, 2 años mayor (enojado conmigo) *Minakami - Chico japonés, misma edad que yo (amable, atrevido y útil) *Ekrem - Chico turco, 2 años mayor (cálido, atento y dulce) *Chico Rubio - misma edad que yo (lo dejé en Praga para salir con Alexjei) --------------------------------- --------------------------------- *** Parte 4, Final *** Constelaciones de Rascacielos 2 (Nueva York) -No recuerdas mi nombre, ¿verdad? -Aquella frase, aquella sola frase había sido suficiente como para hacerme sentir como el patán más grande del mundo. Resulta que visitar el Empire State no es tan sencillo como en las películas, depende de la hora y el día, hay una fila de gente. Era medio verano así que, por supuesto: había mucha gente. El primer piso del edificio y varios más eran, prácticamente, nada más que una larga fila de espera. Cierto, habían puesto pinturas y datos históricos para distraerse pero lo que menos necesitaba era estar atrapado en una fila con el chico que dejé por mensaje de texto en otra ciudad. "Los príncipes no llegan, tú tienes que ir por ellos." Aquella había sido la primer lección que aprendí hace ya tres años, en Japón. Sin embargo ahí estaba yo, con el chico rubio, llegado insolicitado, de la nada. "Excepto que él no es un príncipe..." -Hola, Alex, -me saludó, amistoso. Yo guardé silencio, uno, dos, cinco, diez segundos. Al final, me dedicó una extraña mirada-. No recuerdas mi nombre, ¿verdad? Negué con la cabeza. El chico rubio dejó de voltear a verme después de eso. "...y parece que aún así tendré que ir por él," me dije. La frase no significaba que los príncipes no llegaban físicamente hasta ti, significaba que si uno quiere algo, uno tiene que esforzarse y aunque el chico rubio había físicamente llegado hasta mi lado, sentimentalmente no podía estar más lejos de mí. "Tendré que ir por él." Aunque... ¿de verdad quería estar con el chico rubio? No estaba seguro que tan bien recordaba nuestra visita a Praga hace seis meses pero, según yo, el chico rubio había sido un tanto aburrido, sin mucho que decir. "Mejor que alguien que te dice todo lo que quieres oír sólo para divertirse contigo," pensó una parte de mi recordando a Alexjei. Quizás el chico rubio no estaba tan mal. Quizás podría intentarlo. "Después de todo estoy en Nueva York, Nueva York, la Ciudad Tan Genial que la Nombraron Dos Veces y sí las cosas más geniales merecen ser nombradas dos veces. Quizás había gente con la que valía la pena intentarlo dos veces." Mis padres estaban hablando con la novia de Chris, conociéndola y ella, a pesar de la impresión que me dio en Praga, estaba siendo bastante amistosa. Por otro lado, su hermano y yo estábamos ahí, en silencio. "Mejor momento para hablar no vas a encontrar," me dije antes de acercarme a él-. Oye, sólo quiero decir que... lo siento. En serio, lo siento mucho por todo lo que pasó en Praga, -me sorprendí cuando oí esas palabras salir de mi boca. ¿Me estaba disculpando? No estaba seguro porque había dicho eso-. Lo siento, ¿podemos empezar de nuevo? El chico rubio pareció considerarlo un instante antes de asentir. -Mucho gusto, -dije entonces, exagerando mis movimientos en broma-. Soy Alex. -Hola, Alex, -respondió él-. James. -¿James? Ese es un nombre bastante memorable. -Más te vale, - dijo él estirando la mano. Se la estreché. Me dediqué el resto del tiempo que estuvimos ahí a conocer a James. A pesar de que había estado en el viaje de Praga y estaba en mi misma escuela, aquel fue el primer momento dónde sentí que de verdad lo conocía. Me contó que él y su hermana habían nacido ahí en Nueva York, que vivieron en la ciudad hasta los siete cuando sus padres se divorciaron y fueron a vivir con su padre mientras su madre se quedó en Nueva York. Ahora, cada invierno su madre iba a visitarlos y cada verano ellos iban a Nueva York a verla. Era curioso ver como, en la mayoría de las historias reales, no existe tal cosa como un villano, sólo gente complicada e imperfecta tratando de hacer lo que puede por ser feliz. Quizás así eramos todos. Yo le conté de mi relación con Chris. No quería decirle de mis aventuras en Japón ni en Turquía, menos aún de las de Praga. Le conté que Chris y yo habíamos tenido una relación difícil, que aunque tuvimos momentos buenos también tuvimos malos y que ahora nos encontrábamos un poco más en el lado bueno pero no estaba seguro. Eso, entonces, nos llevó a la plática de quien podía nombrar más apodos para Nueva York (resulta que tiene casi treinta nombres además de los que Chris y yo habíamos descubierto) pero al final, yo gané utilizando el apodo que Chris insistía que era real: La Ciudad Tan Genial que la Nombraron Dos Veces. -¿La nombraron dos veces? -preguntó James, curioso. -Sí, se llama Nueva York, Nueva York. Dos veces, una por el estado, una por la ciudad. Mi hermano dice que lo más genial, lo mejor se hace dos veces. -Entonces debería llamarme James, James. -Oh, ¿a caso te crees tan genial? -No me creo, lo soy, -entonces dudó un instante-. Bueno, yo sé que tu no lo crees. Por algo ya no quisiste salir conmigo de nuevo en Praga. "Ouch," fue lo primero que pensé. Había esperado que no le hubiese importado pero parecía que quizás sí. Me pregunté: ¿que pensaría si le dijera que dejé de salir con él para irme con el mesero? Preferí no averiguarlo. Tras escaleras y escaleras y un sinfín de pisos en elevador, llegamos a la cima del Empire State, la cima de Nueva York. Lo primero que sentí fue la gran cantidad de frío que hacía por el viento. Mis padres se veían emocionados, Chris y su novia igual. Todos nos tomamos turnos tomándonos fotos. Tras un rato, mis padres estaban en un mirador y Chris y su novia en otro. James se acercó a la orilla y trató de mirar lo más abajo que pudo con la reja. Se echó para atrás. -Woah, está muy alto, -soltó James. -Eres genial, -le dije como respuesta, él me miró extrañado-. Eres genial, dije. -Sí, te escuché la primera vez pero... ¿por qué lo dices? -Bueno, como te dije. Las mejores cosas se hacen dos veces. Ya salimos una vez pero, yo creo que deberíamos intentar salir otra vez. James pareció dudarlo-. A caso estas... -¿Invitándote a una cita? -Me adelanté. Había puesto atención, James lo había llamado "salir," no le había dicho "cita" pero quizás si usaba esa palabra, podría mostrarle que lo decía en serio-. Sí, claro que sí. -¿Y a dónde pensabas ir? Mis pensamientos se detuvieron-. No lo sé, no conozco esta ciudad. Eso lo hizo sonreír-. Bueno, yo sí y se me ocurre un buen lugar. -¿Eso es un sí? -Podemos intentarlo, -respondió James, con confianza-. Las mejores cosas se hacen dos veces, ¿qué no? No tenía la menor idea como íbamos a hacer para poder tener una cita con mis padres ahí pero la oportunidad surgió más pronto de lo que pensamos. Aquella tarde, Chris y su novia nos invitaron a todos a ir a conocer a la madre de James y su hermana. Mis padres por supuesto dijeron que sí. No fue nada formal pero nos arreglamos lo mejor que pudimos y, cerca de las seis, llegamos a la casa de la novia de Chris. Nuestro hotel estaba en el centro de Manhattan pero ellos vivían en Brooklyn. No estaba seguro que esperar pero el apartamento era grande, mucho más de lo que pensé, era espacioso y, a pesar de que saltaba a la vista de que eran una familia con dinero, había pocos adornos en la casa. Fue una tormenta de saludos que no pude recordar. A decir verdad me sentí un tanto abrumado, no obstante, James pareció notarlo y me salvó. Pidió permiso a su madre de ir a un café conmigo usando como excusa el hecho de que estaba aburrido y, diez minutos más tarde, James y yo estábamos sentados en un café a media cuadra de su casa. -Nunca había venido aquí pero siempre había querido entrar, -mencionó James observando el lugar-. Este café es especial, ¿sabes? Este es el café en el que George Washington creó sus planos para la guerra de independencia. -¿En serio? -Miré a mi alrededor, el lugar parecía ordinario, tranquilo, quizás por eso Washington lo había preferido. James me lanzó una mirada perdida antes de comenzar a reír-. No, para nada. Estoy bromeando, pero el que lo creas ya dice bastante. -¿Dice bastante de qué? -De que confías en mí, -James me guiñó el ojo. Una parte de mi se sonrojó-. Bueno, eso o el hecho de que todo parece ocurrir en Nueva York. Es un poco fastidioso si me lo preguntas. Lo digo en serio, piensa en todas las películas que puedas, todas. ¿Listo? No importa cuales pensaste, lo más seguro es que la mitad de ellas ocurren en Nueva York. -Incluso ciudad Gótica está basada en nueva York, -agregué-. Ni siquiera en las ciudades inventadas puedes escapar de Nueva York, está en todos lados. Justo entonces se acercó un mesero a nosotros, dándonos la carta. Pensé en Alexjei, luego me sentí culpable. Ni siquiera miré al mesero-. ¿Qué comida es típica de Nueva York? James me miró, confundido por un instante-. Oh, cierto, olvidaba que te gusta mucho la comida. Pues... es muy reconocida la pizza de aquí. -¿Pizza? ¿Pizza? -Recordé que la pizza era su comida favorita-. La pizza es de Italia. -Nunca le digas eso a un neoyorquino. -¿Los hechos? Ambos comenzamos a reír con aquello. Al final terminamos pidiendo pizza con nuestro café, fue una extraña combinación pero parecía funcionar, James pasó media hora defendiendo aquella pizza que, aunque la consideré como sabrosa, no pensé que fuera algo del otro mundo. James se molestó un poco cuando dije eso, le ofrecí probar algo más pero no quiso. Al final supuse, supuse, sin embargo, que para una ciudad fundada por inmigrantes, pizza era quizás el mejor alimento para definiría. Había algo en ese café, algo curioso. Sí, tal vez Istambúl se sentía como una leyenda y Praga como un Cuento de Hadas. Bueno, Nueva York se sentía como una película, como magia moderna, como que cada segundo era parte de un montaje épico. Al terminar de comer, no pude sentirme más como el protagonista en alguna película de romance. Caminamos de regreso a su edificio. Al entrar a su apartamento pude oír las risas de mis padres, Chris, su novia y la madre de su novia, se estaban despidiendo. -Parece que llegamos justo a tie... -James me jaló de la chamarra, arrastrarme de la entrada, por lo ancho del pasillo, hasta un pequeño armario para abrigos. James cerró la puerta, estuvimos a oscuras un segundo, entonces un pequeño foco dentro se encendió. Era curioso, un espacio pequeño como aquel, encerrado, rodeados de abrigos y con una luz cálida que suavemente se mecía de un lado a otro. Estuve a punto de preguntar por qué había hecho eso cuando sentí la mano de James rozar la mía. Sólo entonces me percaté que, salvo por el apretón de manos, era la primera vez que su piel tocaba la mía. -Hola, -dije estúpidamente, nervioso. -Hola, -respondió con una sonrisa-. Me gusta como te arreglaste hoy. Miré mi atuendo, nervioso-. No me arreglé el día de hoy, así es como me visto siempre. -Entonces me gusta te ves siempre. Abrí la boca pero no supe que decir, mi corazón se detuvo, el aire dentro de mi pareció estancarse. No había esperado que dijera aquello, quería sonreír pero los nervios me controlaban-. Me gusta tu cabello, -me castigué mentalmente tras decir eso. Me apresuré a corregirlo-, me refiero que, creo que eres muy lindo. Ahora fue turno de James para sonrojarse-. ¿En serio? Aquella respuesta fue un poco extraña-. ¿No me crees? James me miró a los ojos, inseguro, con un rostro que delataba lo joven que era, entonces negó con la cabeza, su cabello rubio sacudiéndose de lado a lado. -Bueno, -dije entonces, sonriendo, dando un paso al frente, hacia él, inclinandome hacia su rostro-. ¿Y qué tal ahora? -susurré antes de cerrar los ojos y dejar que mis labios tocaran los suyos. James no era bueno besando, quizás yo era su primero, es más, al juzgar por su timidez, estaba casi seguro de que era su primero. No obstante, encerrados en el armario con aquellos abrigos a nuestro alrededor no me importó, lo abracé y dejé que sus labios se derritieran en los míos. Traté de encontrar un sabor como los otros pero por más que buscaba no encontraba alguno, traté de es... Ambos volteamos a nuestro costado cuando las puertas del armario se abrieron de repente. Temí que se tratara de mi madre, mi padre o la madre de James pero ahí, de pie, sólo se encontraba Chris. Nuestras miradas se cruzaron por un instante antes de que volviera a cerrar las puertas y sus pisadas anunciaran que se había marchado. -¡Nos vio! -James sonaba alarmado. -Descuida, -dije abriendo las puertas, saliendo con cuidado-. Es mi hermano. -¡Pero nos vio! -Tranquilo, yo hablaré con él. *** Al salir del armario todo estaba en orden. James y yo nos unimos a su familia, hablamos un rato y nos despedimos más no sin que antes dejarle el número de mi teléfono pero él me dijo que ya lo tenía. Recordé Praga. En el camino de regreso a casa mis padres parecían bastante felices con Chris y su novia, parecía que se habían llevado bien con ella y su madre. Era una buena señal, Chris estaba sonriendo. Cuando llegamos al cuarto del hotel, toda esa alegría, toda esa emoción se volvió silencio. Chris me había visto besar a James en el armario, definitivamente me había visto, no cabía duda. "Pero el ya sabía de ti," me recordó una voz. Era cierto, desde Praga sino es que antes. Pensé en decir algo, en preguntar pero mis labios no se movían. Ninguno dijo nada. Vimos el televisor por media hora antes de que finalmente nos diera sueño y apagáramos las luces. No podía creer que de verdad no había dicho nada. No entendía por qué pero una parte de mi necesitaba hablar eso, necesitaba decir algo, necesitaba saber que es lo que me había delatado. Las luces estaban apagadas, cada uno estaba en su cama. Cerré los ojos, me armé de valor y, sin alzar demasiado la voz, dije-: Chris, -un segundo, dos, tres cuatro. Nada. De nuevo-. Chris. -¿Mande? Sonreí rápidamente con aquello, fue breve. Sólo entonces noté que mi pierna estaba temblando-. Nada, -fue mi respuesta, me apresuré a añadir más-. Es sólo que... en casa de tu novia, cuando abriste el armario... -Alex, -me interrumpió-. No tenemos que hablar de eso si no quieres. Me quedé un momento quieto-. Pero... -¿Pero qué? -No respondí nada, no pude, no se me ocurrió qué decir o hacer así que sólo guardé silencio-. ¿Alex? -Chris encendió la lampara entre nuestras camas, mirándome confundido-. ¿Quieres hablar? -me preguntó. Traté de responder pero no pude, no supe por qué así que sólo asentí. Chris se quitó las cobijas, se puso de pie y se sentó en el otro extremo de mi cama. Me congelé por un segundo al percatarme que Chris no tenía puesto nada más que un par de boxers rojos que abrazaban su cuerpo con firmeza. No pude evitar notar lo grande que se veía, tal vez era la diferencia de edad o quizás era que sus boxers eran una talla más chica de la que debía o, quizás, mi hermano era más grande que yo. Estaba desconcentrado, hacia mucho que no veía a mi hermano así. -¿Todo está bien? -dijo él inclinándose hacia mí. Me sorprendí con aquello, Chris nunca había sido así de atento conmigo, quizás estar con su novia lo había relajado-. Oye, -dijo entonces-. Lo siento por lo del armario, yo no quería... -No te disculpes, -interrumpí-. No fue tu culpa, ¿cómo ibas a saber que estaba ahí? Además, bueno... -suspiré-. Bueno, esto es de lo que quería hablar, desde hace tiempo en realidad... eh, cuando abriste el armario, lo que viste... no es nada que no supieras. -¿Es una pregunta? -Negué con la cabeza. Chris aguardó un segundo, dos, sólo entonces me percaté de que no iba a decir nada. -En Praga cuando fuiste a buscarme a la ciudad y me encontraste ahí tú dijiste que como se me ocurría ir a ver a un chico así. Eso dijiste, usaste la palabra chico. -¿En serio? -Chris parecía genuinamente sorprendido por eso-. Oh, no me di cuenta, lo siento. -No, no quiero que te disculpes, solo quiero saber... ¿cómo supiste? Chris volteó al frente, pensando. Dio un suspiro, aquello no era fácil para él-. No lo sabía hasta un día que nuestros padres salieron. Solo estábamos tú y yo, no teníamos permiso de salir pero yo me salí. Fue antes de Praga, hace como nueve meses. Yo me fui pero, apenas caminé unas cuadras cuando me sentí culpable y regresé. Entré a la casa, dejé pasar al gato y subí las escaleras, iba a mi cuarto, estaba en el teléfono así que no hice mucho ruido. Entonces vi la ventana del pasillo cerrada, la abrí cuando volteé a tu cuarto... estabas haciendo una, creo que era una videollamada con unos amigos... Entonces mi corazón se detuvo, supe exactamente a que día se refería. Entonces recordé lo que estaba haciendo, el pequeño show que le había dado a Minakami y Ekrem. El color se fue de mi rostro. -...pues vi eso y luego me fui a mi cuarto, -Chris asintió-. Fue ahí cuando supe. - Hubo un momento de silencio en el que ninguno dijo nada, ambos mirando al otro-. Aunque... no sé por qué no nos dijiste nada. Es sólo que... Sabes que te quiero, ¿verdad? No, no, yo no soy de decir eso mucho pero, sé que lo sabes. Y... bueno, yo creo que sabes que mamá y papá también te quieren, sólo... no sé, no quiero que tengas la impresión de que no es así. Yo sé que lo sabes pero aún así lo digo por si acaso. Yo... Me senté sobre la cama y me lancé sobre sus brazos, abrazándolo. Era extraño pensar en ese momento, en yo abrazando a Chris. Nuestra relación nunca había sido buena ni mágica pero, en ese momento, en ese instante, comprendí lo que la gente decía cuando decían que estaban felices de tener un hermano. A medio abrazo, sin embargo, me percaté de que estábamos ambos en boxers, nuestros cuerpos juntos, uno contra el otro y mi miembro comenzó a reaccionar pero no fue el único, contra mi muslo pude sentir a Chris reaccionando también. Nos apartamos lentamente pero cuando nuestros rostros estuvieron frente del otro nos detuvimos sólo por un instante, estábamos a centímetros del otro, observándonos, cerca. Entonces me incliné al frente pero Chris me detuvo. -No podemos hacer eso, -dijo en voz baja. -No tenemos que decirle a nadie, -susurré. -No es eso, -Chris se alejó levemente-. Somos hermanos. Y, a decir verdad, no siempre hemos sabido llevarnos bien como hermanos; no creo que sea buena idea ponernos otra capa de complejidad encima. Además, tengo novia y la quiero, Alex, de verdad la quiero. -Oh, -suspiré-. Entiendo. -No pienses que no te quiero, es sólo que... -Chris, -lo detuve-. Entiendo. Está bien, pero... ¿quieres dormir conmigo? Su rostro pasó por todas las emociones, confusión, desconcierto, curiosidad-. ¿Sólo dormir? -Sólo dormir. Tras una pausa Chris accedió. Apagó la luz y se metió en las sábanas conmigo. Pude sentir su cuerpo tibio al lado del mío, no hacía demasiado frío pero me gustaba sentirlo cerca, era una sensación cómoda, segura, confiable. Entonces sentí sus brazos tomarme por la espalda, acomodándose. Sonreí con aquello, acurrucando mi espalda contra su pecho. Fue entonces que sentí su mano deslizarse hasta el frente de mis boxers y sostener mi erección-. Eso es todo lo que haré, -susurró Chris-. Así que más vale que te conformes. Sonreí con aquello y ambos nos quedamos dormidos. ------------------------------------------------------------ La Parte 4, la parte final. Aquí es dónde termina todo, ¿esperaban ver al chico rubio de nuevo? 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