Date: Mon, 25 Jan 2021 16:17:34 -0600 From: Billy Wright Subject: Nosotros, Para Ti (chapter 16) Nifty es algo grandioso y por muchos años hemos disfrutado de todo lo que nos da. Por favor, si puedes, tienes la capacidad y no estas estudiando por favor considera donar (no vale donar si estas estudiando, la educación va primero). Esta historia es ficción, basada en hechos reales, pero ficción. Apenas estoy en Universidad entonces me disculpo por si no subo seguido. Si te gustaría decirme algo, lo que sea, aquí está mi correo: billy.alexander.wright@gmail.com --------------------------------- --------------------------------- *** Personajes *** *Alexander - Yo, un chico de 16 años. *Christopher - Mi hermano, 2 años mayor (enojado conmigo) *Minakami - Chico japonés, misma edad que yo (amable, atrevido y útil) *Ekrem - Chico turco, 2 años mayor (cálido, atento y dulce) *James - Chico rubio, misma edad que yo (no le gusta probar cosas nuevas) --------------------------------- --------------------------------- *** Parte 4, Final *** Constelaciones de Rascacielos 3 (Nueva York) Aquella noche dormí mejor que nunca. Cierto, mi brazo estaba un poco acalambrado y la posición no era del todo cómoda pero despertar con Chris a mi lado compensó todo eso. Esa mañana tuve más energía que cualquiera de las anteriores. Los siguientes días, visitando Manhattan, fueron una mezcla curiosa entre los viejos tiempos -nosotros cuatro por nuestra cuenta- y la familia de la novia de Chris paseando con nosotros. Habría sido un tanto molesto de no haber sido por James, el chico rubio. Visitamos la Biblioteca Pública de Nueva York, tomamos un ferry hasta la Estatua de la Libertad, pasamos por Wall Street y vimos el memorial a las torres gemelas. Cuando era hora de comer, procurábamos siempre hacerlo en algún lugar famoso. Cierto, me molestaba un poco el que a James no le gustara probar platillos nuevos ni nada que fuera remotamente distinto a lo que ya conocía pero nadie es perfecto. Solo tenía que respirar. La primera mañana de nuestra segunda semana en Nueva York, desperté con Chris a mi lado, acostado, sus ojos clavados en mí-. Al fin te levantas. -Debió ver el gesto de duda en mi rostro pues agregó-, no, antes de que digas algo: no. No me dormí contigo, sólo me acosté aquí para despertarte, no te hagas ilusiones. -¿Hacerme ilusiones? -pregunté adormilado-. Eres tú el que sigue volviendo a mi cama. -Sólo para despertarte. -¿Y eso requería que estuvieras en boxers y nada más? -dije volteando a verlo, su cuerpo casi completamente a la vista-. O quizás, te gusta que te vea así. Chris se puso de pie, sin una pizca de vergüenza-. Debo admitir que no me molesta que me veas así, de hecho, me agrada la idea de que te llamo la atención, al menos un poco. -¿Quién dijo que me llamas la atención? -Oh, tú lo dijiste. No con tus labios, pero eso no te deja mentir, -dijo señalando mi entrepierna. Me apresuré a taparme, eso lo hizo reír. -Eso pasa siempre en las mañanas, -me defendí-. Eres hombre, tu sabes como es. -Es broma, -Chris seguía riendo-. Pero ya en serio. Sólo quería decirte que aproveches el día de hoy porque mañana tendremos una noche de hermanos. Y no, no estoy hablando de hacer nada de eso. No vamos a estar en el hotel. Tengo planes, vamos a ir a un lugar solo tú y yo. ¿De acuerdo? Ya le dije a nuestros padres y aprobaron la idea. -¿A dónde vam...? Chris me interrumpió-. No preguntes. ¿O en serio crees que te voy a decir y arruinar la sorpresa? Traté de insistir pero Chris se rehusó a darme siquiera una pista. Esa mañana estuvimos solos los cuatro. Mi madre propuso ir al MoMA y después al estadio de los Yankees. No tomé la sugerencia con seriedad, mi familia en general era indiferente con el beisbol pero entonces mi padre y Chris aceptaron encantados, incluso emocionados. Parecía que tendría que resignarme. El MoMA, en cambio, fue impresionante. La cantidad de obras de arte que había era simplemente ridícula. Yo no sabía mucho de arte -me apena admitir- pero conocía un par de cosas y, lo que más me agradó fue que había varios cuadros que reconocí. La Noche Estrellada (un tanto menos negra y chica de lo que pensé), para empezar, también vi uno de Picasso que había visto antes en algún lado (después descubrí que se llamaba Les Demoiselles d'Avignon) y vi mi pintura favorita de toda la vida: Los Amantes. Casi grité en el instante en que la vi. No tenía idea de que aquel cuadro estaba ahí, de lo contrario habría estado mucho más emocionado. No estaba seguro que es lo que me gustaba, quizás la pasión o lo restringido, quizás el misterio o la sensación de lo prohibido. No importó, aquella mañana fue espléndida. Alrededor de las cuatro la familia de cabello dorado se nos unió para tomar una tasa de café. La novia de Chris, su madre e incluso James se veían felices. Todos comenzaron a platicar y aunque traté de seguir el hilo mis pensamientos se apoderaron de aquel momento, recuerdos de Ekrem en Turquía, Minakami en Japón e incluso Alexjei en República Checa. No podía creer cuanto había pasado. No supe cuanto pasó pero de repente todos se pusieron de pie. -Nos vemos al rato, Alex, -Chris pasó a mi lado, su mano en mi hombro. Le lancé una mirada confusa-. ¿Al rato? ¿De qué hablas? Mi hermano casi se rie con aquello-. Ya decía yo que no estabas poniendo atención, -y sin más, caminó fuera del restaurante con su novia de la mano. Mis padres salieron después, despidiéndose de mi también, incluso la madre de la novia de Chris me dedicó un "hasta luego". James y yo nos quedamos solos dentro. -No sabes que está pasando, ¿verdad? -Ni un poco. James me sonrió-. Ven, vamos, -dijo, poniéndose de pie-. Es momento de nuestra segunda cita. -¿Segunda cita? -En serio no pusiste atención de nada de lo que dijimos, -James me miró de reojo-. En el café tus padres dijeron que querían ir al estadio de los Yankees y nos invitaron a ir, mi madre y hermana aceptaron pero Chris dijo que tú no querías ir así que él propuso que tú y yo fuéramos a otro lado. -¿Chris dijo eso? James asintió-. Cuando nos vio en el armario creí que era el final de todo pero no sé que le dijiste pero definitivamente está de nuestro lado. Por eso todos se fueron y nos dejaron. Pausé por un momento. "¿En serio Chris había hecho eso?" Había pasado tanto tiempo molesto conmigo que había olvidado lo que era tenerlo como aliado-. ¿Y qué haremos nosotros? James me miró curioso un segundo antes de sonreír-. ¿De verdad no oíste nada? -Nada. -Entonces no te diré. Será una sorpresa, ya verás, te va a encantar. No estaba seguro de que James me conociera lo suficiente como para que una sorpresa suya me gustara de verdad pero no iba a decir que no. Caminamos por varias calles hasta llegar a Times Square. Era la tercera vez en el viaje que pasaba por ahí pero la magia moderna de aquel lugar, el aroma de que todo era posible no se desvanecía ni un poco. Creí que aquel era el objetivo pero James me dijo que me quedara ahí, quieto. Me quedé a mitad de la plaza, una cantidad estúpida de gente moviéndose a mis lados. Había oído de lo inseguro que podía ser así que metí mis manos en los bolsillos, asegurando mi cartera y teléfono. Mientras, observé como James caminaba hacía un grupo de hombres que gritaban a la gente, parecían estar vendiendo algo. James y uno de los hombres intercambiaron un par de palabras y, justo entonces, vi como James le daba un pequeño montón de billetes y, a cambio, recogió algo pequeño y alargado. Una vez que aquello terminó, el hombre siguió gritando y James regresó a mi lado. -¿Qué acabo de ver? -Tu sorpresa, -respondió James mostrándome un par de papeles, eran boletos. -¿Vamos a ir al cine? James me lanzó una mirada de incredulidad-. Ve el tamaño, ¿a caso estos parecen boletos de cine? -Yo que sé, todo en Nueva York es grande y exagerado. -Yo nací en Nueva York, -soltó James entonces, un gesto travieso en su rostro-. Y confirmo eso, todo lo de Nueva York es grande. Tardé un instante en descifrar el significado de sus palabras pero en cuanto comprendí pude sentir mi rostro sonrojándose. James se rió y juntos comenzamos a caminar lejos de Times Square. Pequeñas gotas de lluvia empezaron a caer sobre nosotros, la gente sacó sus paraguas, esperando lo peor. Nosotros corrimos lo más rápido que pudimos hasta llegar a una calle larga, curva y llena de letreros, luces y espectaculares. James no tuvo que decirme dónde estábamos para que supiera-. Broadway, -suspiré. El chico rubio me condujo a un edificio con una gran pancarta con una estrella negra y un fondo dorado, la silueta de una persona estaba en el lugar del quinto pico de la estrella. "Entonces para esto son los boletos," no sabía si me gustaría pero definitivamente era una sorpresa. -¿Es buena? -pregunté, curioso. -Oh, no tienes ni idea. -¿En serio? -lo observé, retador-. ¿Tan buena es? -El mejor musical del la vida, -declaró James-. Aunque no te gusten los musicales, este te va a encantar. -Avanzamos hasta llegar a una mujer con los boletos-. Aquí tiene. La mujer recibió los boletos, un tanto mojados por la lluvia y, ni un segundo después, los devolvió-. Estos boletos son falsos, niño. No tuve que sentirlo, pude verlo: el corazón de James se detuvo. Lo observé un tanto preocupado e incluso la mujer pareció un tanto curiosa con aquello. Aguardé, inseguro a que recuperara la compostura. Pasó un segundo, dos, tres... James no hacía nada. -¿James? -Susurré pero nada. Suspiré, tomando el control. Di un paso hacia la mujer-. ¿A que se refiere con falsos? La mujer me lanzó una mirada y sólo eso bastó para que se diera cuenta que yo no era de ahí-. Los compraste con uno de los revendedores, ¿verdad? Mira, algunos de ellos son reales pero no todos, debes tener mucho cuidado. ¿Ven este sello? Esto sólo está en los originales, ahora mira los tuyos, -observé el boleto, no tenían el sello-. No puedo dejarlos pasar, lo siento. -Pero... -Lo siento, niño. Por favor, deja pasar al siguiente. Lentamente nos alejamos de la mujer y el edificio. La gente a nuestro alrededor, con boletos en mano, nos observaba con una mezcla de lastima y pena, un sentimiento de vergüenza trató de crecer pero lo impedí. Tomé a James y me apresuré a sacarnos de ahí. Afuera la pequeña llovizna de hace unos minutos se había convertido en un aguacero torrencial, cayendo sobre nosotros. -¿James? -lo llamé bajo el agua. Necesitábamos movernos pero no sabía a dónde, no conocía la ciudad-. ¿Quieres ir a algún otro lado? ¿James? James negó con la cabeza. Era extraño, sabía por su emoción de hace unos momentos que de verdad quería hacer aquello por mí, una sorpresa para mí. Nueva York no existe sin Broadway. Sin embargo, con los boletos falsos no sólo sentía que me había decepcionado, sino que también estaba apenado y seguramente le había costado mucho dinero. -Ven, -decidí entonces, llevándolo al metro-. Tengo una idea. No estaba seguro de la ruta ni del camino pero el mapa dentro de los vagones me ayudó. Le pregunté a James en que parada bajarnos pero murmuró su respuesta tan bajo que no comprendí. Era extraño que en los momentos de pánico, la respuesta de James era quedarse quieto y desconectarse. Aquello me desesperó un poco pero no dije nada. Al final llegamos a Brooklyn, a unas cuantas cuadras de su edificio. La lluvia no se había detenido así que tuvimos que correr hasta su apartamento. -¿Tienes un cambio de ropa que me prestes? -pregunté tras cerrar la puerta, a mis pies se formaron pequeños charcos de agua sucia. Lentamente James me llevó a su cuarto y me tendió una camisa junto con un par de pantalones. Los tomé pero, antes de salir del cuarto, di media vuelta. Pensé en Minakami, mi amigo japonés. Era la persona que más estaba ahí para mí en momentos dónde necesitaba un consejo, que aclararan las ideas de mi mente o que me levantaran los ánimos. Pensé en él y en lo que diría si estuviera en mi lugar. -James, -dije imitándolo-. Quedate aquí y cambiate, secate bien. Yo mientras me haré cargo de todo. No salgas del cuarto hasta que te diga, ¿de acuerdo? James no respondió pero cerré la puerta tras de mí. Suspiré observando la casa desconocida, pensando en un plan. Por algún motivo lo primero que me viene a la mente es Minakami. En mi último cumpleaños hice una videollamada con el chico japonés tan sólo para descubrir que este había adornado su cuarto entero como si fuera una fiesta. Lo observé extrañado y le pregunté que hacía cuando sonó el timbre de la casa. Resultó que Minakami había ordenado un pastel para mí y, en Japón, el había pedido el mismo, así podíamos comer del mismo pastel. Incluso vimos la misma película de Netflix al mismo tiempo, sincronizados. Lo que más me había conmovido no fue el pastel ni lo mucho que gastó en mí, fue el gesto, el esfuerzo que hizo por mí. Sonreí, era mi turno de hacer un esfuerzo. Fue tardado, más que nada porque no conocía su casa y tuve que adivinar dónde estaban las cosas. Tuve que buscar el horno microondas, cobijas e incluso los adornos navideños que guardaban en el armario. -¿Ya puedo salir? -Ya casi, -le digo justo cuando encendí el televisor, colocandolo en la función correcta-. ¡Ahora sí! ¡Ya puedes salir! El gesto de James, en el instante que salió, fue de miseria, seguido de incertidumbre, luego una feliz sorpresa y finalmente una cálida emoción. -¿Cómo...? ¿Tú...? -No podía hablar-. Alex, ¿tú hiciste esto en unos minutos? Sonriente, asentí. Detrás de mi se encontraba la sala de su casa pero, en dónde se encontraban los sillones había un mar de almohadas y cobijas, en la mesa de enfrente dos tazones de palomitas, comida china y pastel que hallé en el refrigerador. Todo ello decorado por una serie de luces navideñas que le daban un ambiente cálido y hogareño. En la televisión, tras descubrir que tenían Disney+, se encontraba la película de Hamilton, lista para verse. James estaba sonriendo. -¿Qué opinas? -Volteé a verlo, no podía dejar de sonreír al ver su gesto de sorpresa. Estaba claro que estaba feliz-. Nada mal para una segunda cita, ¿verdad? James no respondió, tan solo dio un paso hacia mí, colocó sus manos sobre mis mejillas y me besó. Había emoción en aquel beso, un repentino deseo. No había fuego como Baruk, azúcar como Ekrem ni la emoción de Minakami, ni siquiera la canela de Alexjei. Aún así, pude sentir su deseo en los labios. Al separarnos creí que todo había terminado pues James se acercó a la mesa y tomó uno de los vasos, dio un sorbo y regresó a mi lado. -¿Qué estás...? -comencé a preguntar pero entonces dejó que el contenido del vaso cayera encima de mi ropa, mojándome de nuevo-. ¡James! -Ups, -soltó él-. Lo siento. Creo que tendrás que cambiarte de nuevo. Sonreí con aquello al ver que el agua había caído sobre la camisa y pantalones que James me había prestado. El chico rubio no perdió tiempo y, desaciendose de mi camisa, se inclinó hasta tomar el resorte de los pantalones. Fue entones que, sintiendo el interior de sus dedos, se percató de algo. -¿No tienes...? Negué con la cabeza-. También estaban mojados. James sonrió y, de un tirón, bajó los pantalones hasta hacerlos caer al suelo y hacerme caminar fuera de ellos. Debajo, no tenía nada. Estaba ahí, en su apartamento, sin nada que me cubriese, todo yo estaba a la vista. -Eres... wow, -James suspiró. Traté de no sonreír pero los nervios se llevaron lo mejor de mí. Entonces miré sobre mi espalda hacia la puerta de cristal y la pequeña terraza del otro lado. Tuve una idea. -Creo que no es muy justo que yo sea el único que esté mojado aquí, -comenté dando un paso hacia James-. ¿Sabes? Si yo tuve que quitarme la ropa de nuevo, tal vez tú... Tomándolo de la mano lo llevé hasta la terraza, James se detuvo al ver que lo quería sacar pero sólo hizo falta una mirada mía para seguirme. La lluvia caía con fuerza, fría y gruesa. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo pero mi erección no se desvaneció. No era sólo estar sin ropa bajo la lluvia, era tener a James ahí, empapado y vestido, sosteniéndome, con un sinfín de edificios alrededor nuestro. Por un momento recordé lo que Alexjei me hacía hacer pero pronto me deshice de esa imagen de mi cabeza. Esto era diferente, era especial. -¿Crees que puedan verme? -pregunté señalando el sinfín de ventanas alrededor nuestro. -Sin duda, -respondió James, sus mechones rubios empapados-. Pero no te preocupes, lo último que hace un neoyorquino es ver por la ventana. De hecho, desde que era pequeño, cuando ni mi madre ni hermana estaban, solía salir a asolearme aquí. Desnudo. -¿Desnudo? -pregunté intrigado, mi erección definitivamente no se iría-. ¿Nadie te vio? -Creo que una vez un vecino me vio pero nadie nunca dijo nada. -Con cada palabra James fue acercándose un poco más y más-. La verdad es que a veces aún lo hago cuando no hay nadie, me asoleo. El chico rubio comenzó a besarme bajo la lluvia, podía sentir el calor de nuestros cuerpos estallar con el frío de la lluvia sobre mi piel. La ropa de James está empapada por lo que cuesta trabajo quitársela pero, debajo, me encuentro con una sorpresa. James no tiene nada de vello abajo, ni un poco. James sonríe y dice que le gusta como se ve así, limpio. Es nuevo pero de inmediato continuo besándolo. El chico rubio es sorprendentemente atractivo sin ropa. Hay algo delicado en las curvas de su cuerpo, de su piel, la forma en la que su cadera se convierte en sus piernas y el tamaño de su miembro entre ellas. Esta vez yo tomo el control. No nos molestamos en buscar algo, nos dejamos caer al piso mojado dónde lo coloco debajo de mí. James no objeta, me mira con emoción, anticipación mientras entro poco a poco en él. Por su seguridad sé que no es su primera vez pero, por su sorpresa, puedo notar que es la primera vez que alguien entra en él. Si sus gemidos son algo para guiarme, le está gustando y bastante. En cuanto terminamos puedo notar lo incómodo que es estar en aquella posición, el dolor de mis piernas y el tremendo frío del viento y la lluvia. Era impresionante como el calor me hizo ignorar todo aquello. James sugiere que vayamos a tomar una ducha de agua caliente. Dos horas más tarde, mi familia y la de James entran por la puerta para encontrarnos en el sillón, cada uno en un extremo, con cobijas a nuestro alrededor, completamente absortos en los últimos segundos de Hamilton. Al terminar, volteo a ver a mis padres con una sonrisa en el rostro, pequeños rastros de lágrimas en mis ojos-. No tienen ni idea de lo bueno que es Hamilton. Tienen que verla. Ya. James sonríe orgulloso. ----------------------------------------- ----------------------------------------- ¿Es James todo lo que esperaban? ¿Les gusta el rumbo que está tomando todo? Si te gustó deja un comentario o simplemente sigue leyendo.