Date: Mon, 26 Oct 2020 10:40:55 -0600 From: Billy Wright Subject: Nosotros, Para Ti (Chapter 3) Este es mi primer intento de publicar una historia en nifty.org, sin embargo voy a seguir la pauta de otros autores al decir: por favor, dona a Nifty, este es un servicio gratuito y necesita de tu contribución para subsistir. Además, esta historia trata sobre relaciones entre varios menores de edad, está inspirada en hechos reales, no obstante, sigue siendo considerada ficción. Si deseas contactarte conmigo, el autor, puedes hacerlo mediante mi correo electrónico billy.alexander.wright@gmail.com o pueden buscarme en Wattpad (donde esta historia también será publicada) con el usuario @Billy_Alex_Wright Ahora, sin nada más que agregar: Personajes: Alexander - Yo, un chico tímido de 14 años. Christopher - Mi hermano, dos años mayor que yo. Minakami - Chico japonés de 14 años. Parte 1 Noches de Verano 3 (Japón) Cené, puse la alarma y me arrojé sobre la almohada. Chris no me dirigió la palabra en el cuarto pero no me importó, así era más fácil dormir y ese día dormir era importante, "porque mañana despierto temprano." El sólo pensarlo me hacía sonreír. ¿Sabes como saber si estas emocionado? Cuando despiertas antes de que suene la alarma. Me puse de pie, apagué la alarma antes de que sonara, me vestí, avancé tan delicadamente como pude y salí de la habitación. En el instante que estuve afuera, casi sentía mi pecho explotar. Prácticamente corrí hasta el elevador; a esa hora el hotel se veía vacío, desprovisto de toda vida, sin embargo, las luces seguían encendidas, casi no parecía que faltaba una hora para que saliera el sol. Al llegar al spa las puertas se abrieron y me encontré con un largo pasillo que se dividía en dos, ahí, dos cortinas cubrían el resto. Los símbolos en japonés eran indescifrables pero un letrero me ayudó: derecha mujeres, izquierda para hombres. Crucé las cortinas y, a pesar de lo que quería mi mente, no me encontré con nada del otro mundo. Una habitación con bancas, una báscula, lockers, la puerta a un baño y un armario de toallas. Para mi sorpresa el lugar no estaba vacío, varios hombres, en su mayoría ancianos y hombres en sus cuarentas, se encontraban a medio vestir, rebuscando entre los casilleros. -Una parte de mí temió que no vinieras, -oí a Minakami detrás de mí-. Alex, -me saludó con un gesto. -Hola, Minakami, -tropecé con las palabras, probablemente destruyendo por completo la pronunciación de su nombre, al menos por su expresión, así pareció. -¿Estás listo? -dio un paso al frente y se dirigió a uno de los casilleros. Me limité a imitarlo, avanzando a su lado. Los casilleros tenían una llave al lado, la tomé y dentro coloqué la tarjeta de la habitación, inseguro de qué hacer, me torné hacia Minakami. -¿Vamos a tomar un masaje? -mi pregunta pareció divertirlo pues soltó una pequeña risa, "Dios, en serio, ¿es posible verse así de bien al reír?" Una parte de mí aún no creía la suerte que tenía. -No, no vinimos por masajes, -Minakami dejó la tarjeta de su habitación dentro de su casillero y, un instante después, se quitó la camisa, colocándola dentro también, doblada. Mis ojos no pudieron evitarlo, se deslizaron desde sus labios hasta su pecho, lo extrañamente bronceado que era; Minakami era delgado, no tan alto como yo pero su pecho tenía más definición, desde los pectorales hasta los canales de la "v" que iban de su cadera hacia más abajo. Apenas pude disfrutarlo cuando este se quitó los pantalones también seguido casi al instante de su ropa interior. Mi cabeza volteó al frente con toda la velocidad del mundo, la sorpresa casi me hizo tropezar. -Esto no es un spa, -me informó Minakami, tomando una de las pequeñas toallas en el armario, descalzo-. Es un onsen. -¿Onsen? -Aguas termales, -agregó él-. Creo que así se dice. -¿Aguas termales? -me costaba mucho no despegar la vista de su rostro-. ¿Dices que hay aguas termales en la cima del hotel? Minakami me miró confundido-. Yo... mejor ven a ver, es más fácil que explicar, - di un paso en su dirección pero me detuvo-. Lo siento, Alex, pero no puedes entrar con ropa a un onsen. No dije nada, no pude decir nada. Regresé al casillero, pegué los ojos al frente y, como el resto, me deshice de toda mi ropa, encerrandola en el casillero. Tomé la llave y estuve a punto de llevarmela al bolsillo antes de percatarme de que no tenía. Minakami soltó una pequeña carcajada. Fue entonces que me percaté de que me había estado viendo, no sólo a mí, sino a todo yo. Agaché la mirada y corrí por una toalla. -No pensé que fueras tan penoso, -susurró antes de avanzar por la puerta corrediza a la otra habitación yo, caminando detrás de él, entré también. No, no había un manantial secreto en el hotel ni eran aguas termales como uno solía ver en la televisión, el cuarto era más bien algo entre una piscina y un vestidor. Cubierto en todos sus extremos de azulejo gris, había dos grandes piscinas en el extremo opuesto, poco profundas, me recordaban a jacuzzis excepto por el hecho de que soltaban vapor como si fuesen volcanes. Un poco más cerca, a nuestros costados, había dos hileras de pequeños lavabos, como si fuesen para niños pequeños, con espejos al frente y mangueras de regadera. No era una vista completamente extraña pero no entendía qué era eso. Y, por supuesto, varios hombres de distintas edades caminaban por ahí, en el onsen, la mayoría en aquella gran piscina, todos sin una pizca de ropa. Sin embargo, Minakami y yo éramos los más jóvenes, por mucho. -Ven, -me dijo, tocando mi hombro. Tardé en percatarme de que era la primera vez que me tocaba, fue breve, apenas lo sentí, pero nunca imaginé que la primera vez que me tocaría ni él ni yo tendríamos ropa puesta. Caminamos hasta los pequeños cubículos-. Es una tradición, -explicó Minakami-. Sólo haz lo que yo hago, ¿de acuerdo? Asentí, nervioso. Minakami se acercó a uno de los lavabos y, debajo, sacó lo que parecía ser un pequeño banquito de plástico. Se sentó y abrió la llave que daba a la manguera de agua, sólo entonces dejó que el chorro de agua cayera por su cuerpo. Tomó un poco de líquido de una botella y lo frotó en su cabello. Sólo entonces caí en cuenta de que lo estaba viendo bañarse. Traté de desviar la vista pero él también me estaba viendo. Dejé de pretender entonces. Su torso no era lo único pálido, su tono de piel en general parecía no haber visto el sol en un buen rato, la mayoría de los japoneses parecían ser así, de hecho. Sus piernas y axilas no tenían mucho vello, se veía su suave piel, delicada incluso, entre sus piernas, sin embargo, tenía un poco más. No era demasiado, descuidado como varios de los hombres a nuestro alrededor, sino parecía haber sido cuidado a conciencia. Su miembro no era demasiado grande pero se veía impecable, suave, reposando suave como si de un ser vivo hibernante se tratase, su posición delataba la emoción que sentía de tener mis ojos encima. Al ver mi propio cuerpo fue un milagro que yo estuviese manteniendo la calma ahí abajo; seguí su ejemplo y comencé a bañarme. En cuanto Minakami se puso de pie, regresó el pequeño banco a su sitio, luego la manguera y al final se dirigió hacia las dos piscinas-. Sígueme. Avancé detrás suyo sin pensarlo, Minakami se metió al agua primero, lento pero sin detenerse, ninguno de los demás presentes le dedicó más que una ojeada de curiosidad, yo era el único que no parecía poder dejar de ver su cuerpo. Subí los cortos escalones pero en cuanto la punta de mi pie tocó el agua, casi solté un grito. Sacaba vapor, lo sabía, pero no estaba caliente, estaba hirviendo. Dentro, Minakami rió con discreción. Esta vez, nadie se esforzó por ser discreto, todos me observaron. "Claro, soy el extranjero idiota que no aguanta el agua." -Poco a poco, -Minakami se acercó a mí sin salirse-. Entra, lento. No estaba seguro de querer pero no había hecho todo esto ya sólo para rendirme, imaginé que haría mi hermano, la facilidad con la que él se sumergiría. Luego recordé la imagen de mis cajas bento cayendo. "Al diablo." Volví a sumergir mi pie y dejé que el calor me rodeara. Si mi miembro hubiese mostrado alguna señal de emoción antes, esto seguro se habría encargado de quitarla. Dejé que mis piernas, pelvis y pecho entraran, Minakami se acomodó a mi lado. -¿Qué opinas? -susurró. -Estoy en una sopa, -eso lo hizo reír-. Me estoy asando. -Te relaja, te desintoxica, es como un renacer. -Definitivamente voy a necesitar renacer, estoy a punto de morir quemado. Observé a mi alrededor, parecía ser el único que no sabía de esto, el resto o tenían los ojos cerrados en una especie de meditación, o tenían la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, relajandose. -Oye, a tu derecha, en la esquina, -Minakami susurró con discreción. Traté de mirar en su dirección sin parecer obvio pero el intento seguro falló pues, ahí dónde Minakami señaló, había un hombre, no parecía japonés, quizás en sus treinta, quien sonrió al verme ver su dirección. Me sonrojé de inmediato. -¿Me estaba viendo? Minakami recargó un brazo en mi hombro-. ¿Te sorprende? Tienes mucho para mostrar. Si no me había avergonzado antes, eso definitivamente lo logró, incluso en el agua hirviendo pude sentir mi miembro reaccionar al comentario, mi rostro empezaba a teñirse de rojo, si era por la emoción, pena o el agua, no lo sabía. -¡De verdad es tu primera vez! -¡Callate! -me recargué contra la orilla de la piscina-. ¿No es tu primera vez? -¿En un onsen con alguien así? Eso sí, primera. Pero no, no es la primera vez que estoy desnudo con un chico lindo. De nuevo, la emoción subía a mis mejillas. Me torné hacia él, su cuerpo impecable aún a la vista, justo por debajo del agua-. Tú tampoco estás mal. -Lo sé, -replicó-. No lo digo por ser egocéntrico, lo digo porque hace rato no me quitabas los ojos de encima. -Pero mira quien está hablando. Fue entonces que percibimos una mirada retadora de algunos de los hombres más grandes del lugar. Una especie de regaño, supuse, y aún sin oír una palabra, entendí que estábamos hablando en un espacio donde la gente normalmente no hablaba tanto. Minakami cerró los ojos, yo lo imité a su lado. En cierto modo, después de que te acostumbrabas al agua hirviendo, era relajante, entendía ahora porque lo llamaban aguas termales. Pude sentir, lentamente, como Minakami deslizaba su mano hasta recargala sobre mi pierna derecha, con lentos movimientos, dejando que sus dedos bailaran por encima de mi muslo. Pensé que iría más allá a buscar lo que había entre mis piernas pero no lo hizo, después de todo era un lugar público. Justo cuando empezaba a disfrutarlo, Minakami se puso de pie. -Si te quedas más tiempo vas a acabar frito, -lo oí decir mientras salía detrás de él. Ambos tomamos una toalla, pequeña, apenas cubría uno de mis brazos, y salimos de regreso a la habitación con los lockers. Pensé que diría algo, haría algo, pero sólo nos vestimos, dejamos la toalla en un cesto y salimos de ahí. -¿Te gustó? -me pregunto en el pasillo ante el elevador. -No era un spa, -atiné a decir-. Pero sí, bastante. Es un buen... -Onsen, -completó por mí. -Onsens, -repetí-. Oye, acaso... ¿me trajiste sólo para verme desnudo? Eso lo hizo reír, sincero, sin nervios-. Tal vez, -dijo mirando al suelo-. No, ya en serio, quizás un poco pero también supuse que sería algo divertido, ¿sabes? Más inusual, además supuse que nunca habías ido a uno. -Nunca, ni si quiera se me habría ocurrido. Levantamos la vista al reloj, el sol había salido, pasamos más de una hora y media ahí dentro, casi era momento de regresar. -¿Cuánto tiempo te vas a quedar? -Cuatro días más, ¿tú? -Tres, -agaché la mirada-. Deberíamos vernos de nuevo. -Oh, -eso lo intrigó-. ¿Estas diciendo que te gustó estar conmigo? -¡Callate! -Sólo bromeo, claro, ¿tú teléfono...? -Aún no funciona, podemos vernos mañana aquí de nuevo. Minakami negó con la cabeza-. Mañana saldré temprano con mi padre. ¿Tienes algún rato libre antes de irte? Mis padres no tenían un horario fijo de que hacer cada día pero recordaba las cosas que aún querían hacer, lugares por visitar-. No lo sé pero ya pensaré en algo. -¿Crees que puedas verme mañana en la tarde, después de las cinco? A esa hora mi padre tendrá una reunión, yo estaré libre. No estaba seguro, conseguir que mi familia me dejara en el hotel a esa hora específica, no tenía idea si podría conseguirlo. -Si no está bien, igual fue divertido estar contigo. -También contigo, yo... Cuando se tornó a mi pude ver su mirada, la forma en la que su cabello, aún mojado caía sobre su rostro, el delicado contorno de sus labios, su sonrisa torcida. -¿Recuerdas que dijiste que esta era mi primera vez saliendo con un chico? - Minakami asintió, curioso-. Bueno, -respiré-. Esta también es mi primera vez haciendo esto, -no lo pensé, me obligué a no pensarlo, tan sólo me incliné hacia él, coloqué mi mano en su mejilla y dejé que mis labios encontraran los suyos. Fue corto, breve, aún así sentí la suave piel contra la mía, la forma en la que su cuerpo se inclinó hacia delante, el tierno movimiento de sus labios contra los míos, apenas nos tocamos y me incliné para atrás. Cuando me alejé, él aún tenía los ojos cerrados. -Wow, -suspiró, una amplia sonrisa estaba en su rostro-. No creí que fueras a hacerlo. -Es como cuando fui a buscarte al comedor, si yo no te hablaba, tú no me hubieras hablado. Tampoco iba a esperar a que tú decidieras hacer esto, -levanté de nuevo la mirada al reloj, la hora seguía avanzando-. Veré que puedo hacer para estar libre mañana a las cinco. Minakami asintió-. Estaré en el lobby, esperando. Una mujer salió del lado derecho del onsen al elevador, caminando a nuestro lado, por lo que nos observamos un segundo en silencio, Minakami aprovechó para ir tras ella, metiéndose al elevador pero justo antes se inclinó de nuevo a mí, hacia mi oreja y susurró-. No tardes, no me vendría mal verte desnudo de nuevo.