Date: Fri, 6 Nov 2020 18:27:17 -0600 From: Billy Wright Subject: Nosotros, Para Ti (Chapter 5) Como siempre, por favor recuerden donar a Nifty, es un servicio gratuito del que todos disfrutamos y necesita tú ayuda para seguir siendo así. Por favor, considera donar. Además, esta historia trata sobre relaciones entre varios menores de edad, está inspirada en hechos reales, no obstante, sigue siendo considerada ficción. Esta historia fue escrita por mí, si tienes sugerencias, comentarios, preguntas, críticas constructivas o simplemente ganas de hablar, aquí está mi correo: billy.alexander.wright@gmail.com o pueden buscarme en Wattpad (donde esta historia también será publicada) con el usuario @Billy_Alex_Wright Ahora, sin nada más que agregar: Personajes: Alexander - Yo, un chico de 15 años. Christopher - Mi hermano, dos años mayor que yo. Minakami - Chico japonés de 15 años. Parte 2 Luna Sobre el Mar 1 (Turquía) Lo intenté, ¿de acuerdo? No es culpa mía que fallara. O tal vez lo es, no estoy del todo seguro. Me apresuré a subir la maleta a la cajuela y entré al auto. Mis padres y mi hermano, Cris, ya estaban dentro, esperando. Todos estábamos emocionados, para ser sincero, era nuestro segundo viaje, segundo avión, segundo todo. En cuanto el automóvil arrancó pude notar a mi hermano mirando la casa de nuestros vecinos por la ventana. Hacía poco más de un año que se habían mudado y una nueva pareja se había unido al vecindario. "Eso no hace que duela menos," pensé. Yo me había enamorado de mi vecino, nunca hice nada al respecto, sólo dejé que aquel sentimiento creciera en silencio entre nosotros por años hasta que ellos se mudaron y no pude hacer nada al respecto. Mi hermano, en cambio, él salió con nuestra vecina, hermana del chico que me gustaba, por dos años. Después de Japón trataron de mantener las cosas a distancia pero había sido demasiado para ellos. Desde entonces, Chris se había vuelto más callado y se molestaba más conmigo. Dejé de pensar en ello. Ignorar a Chris era mi mejor estrategia de supervivencia. Pasé el vuelo entero sujetando mi teléfono contra mi pecho-. Lo intenté, ¿de acuerdo? - Había escrito en el último mensaje que mandé antes de despegar-. No es mi culpa que fallara. -Esto no se trata de culpas, Alex. Esto se trata de la vida, así son las cosas, a veces funcionan y a veces no, no debes dejar de intentar sólo porque a veces no funcionan. Aprovecha Turquía. -Ese había sido el mensaje que recibí en respuesta, Minakami me lo había mandado. No debes dejar de intentar sólo porque a veces no funcionan. Japón me había dado confianza en mí mismo. Tenía sentido, si podía tener el valor para hablarle a un chico japonés desconocido, ¿qué me impedía hablarle a uno de mi escuela? Tenía lógica, ¿no? Tenía sentido. -No, no lo tuvo. Traté de hacerlo, un chico en mis clases llamó mi atención. Hablamos, nos hicimos amigos. Un día, con ayuda de Minakami, me acerqué a él. Le dije que me gustaba. Puse mi corazón y mis sentimientos en la palma de mi mano, se los entregué. El chico acabó diciéndome "gracias" y al día siguiente dejó de hablarme. Tal vez no era tan valiente como creí. Después de eso toda la confianza que había construido en Japón se esfumó en dos segundos. -Aprovecha Turquía, -me había dicho Minakami. Tenía sentido. Si en Japón me había ido así de bien, tal vez un viaje, otro chico desconocido, era todo lo que me hacía falta. "Tal vez estoy condenado a sólo conseguir chicos durante los veranos. No estaba seguro si eso era cierto o posible pero de algo estaba seguro, iba a intentarlo. Al aterrizar lo primero que noté es que el aeropuerto no era tan lujoso como el de Japón pero era igual de grande, quizás más. Hacía calor, no demasiado pero lo sentía. Avanzamos con el resto de los pasajeros hasta la entrada principal. -Okay, chicos, busquen a alguien con una bandera azul, -anunció mi padre. -¿Bandera azul? -pregunté, observando a mi alrededor. -Son las personas del tour, dijeron que tendrían una bandera azul justo afuera del aeropuerto, -aclaró mi madre. Yo la observé, desconcertado. Todo el motivo de ir a Turquía era que ella tenía una conferencia que dar, por lo que, para no dejar todo a cargo de mi padre, contrató un tour para todos, así conoceríamos Turquía aún en los días en que ella estuviera ocupada. A mí no me fascinaba la idea de pasear con un montón de desconocidos por todo un país igual de desconocido. -¡Allá! -apunté entonces, un pequeño banderín azul destacaba de entre un montón de gente. "¿Ellos son los otros del tour?" Había imaginado un grupo de diez personas, nosotros incluidos, pero en total parecíamos ser treinta, quizás más. "Demonios." -Hola, ¿ustedes son parte del tour? -nos preguntó un hombre al lado de la bandera, mi padre le tendió los documentos-. Perfecto, cuatro. Creo que ustedes eran los últimos, -nos dijo antes de dirigirse con el resto-. ¡Ya estamos listos! ¡Todos, síganme! Avanzamos por las afueras del aeropuerto hasta un autobús. Era grande, plateado por fuera y rojo por dentro, tenía en todos lados estampado el logo de la agencia de viajes dónde habíamos reservado el tour. Pensé que los treinta que eramos no cabríamos pero al final incluso sobraron un par de asientos. Los últimos en entrar fueron el guía que nos había hablado y su compañero que sostenía la bandera. -Hola a todos, buenos días, -saludó el guía, su voz era alta, recia, firme, denotaba los cuarenta años que seguramente tenía y a pesar de que no costaba comprenderlo, aún era levemente detectable su acento. Hizo un pase de lista para ver que no faltara nadie y, una vez concluido, el autobús arrancó-. ¡Sean bienvenidos todos a la Mágica Turquía! Estuve a punto de girar mis ojos cuando escuché al resto del tour soltar un wooooo de emoción, cómo si fueran un grupo de niños de preescolar en una visita al zoológico. A mi lado, Chris no se contuvo y soltó un suspiro de desesperación. -Me presento, mi nombre es Evardo, yo seré su guía durante este viaje, -mencionó el guía. De nuevo el tour entero lo saludó y, de nuevo, mi hermano puso los ojos en blanco-. Aquí con nosotros también está Sifi, el conductor, todos, salúdenlo, -sorprendentemente, todos lo hicieron-. Y aquí, sosteniendo la bandera azul, está Ekrem. Recuerden, en caso de que algo ocurra, siempre deben seguir la bandera azul, todos... Chris se acercó y susurró en mi oído-: Me siento como si estuviera en la primaria. Tuve que contenerme para no reír-. Justo eso estaba pensando. Tal vez nos equivocamos y nos subimos en un camión escolar. Ambos nos inclinamos en el asiento y observamos a nuestro alrededor. Nosotros eramos una familia, dos hijos y dos padres. Sin embargo, pronto estuvo claro que el resto no era así. "Mujeres," me dije. "Abuelitas." El tour era, por algún motivo, casi completamente mujeres de edad avanzada. -No es un camión escolar, -soltó Chris al voltear a verme-. Es un camión de asilo. -No existen los camiones de asilo, -repliqué-. Pero tiene sentido. No el asilo, sino, piénsalo. Sólo estamos aquí porque a nuestra madre le ofrecieron el hotel gratis para su conferencia. En realidad no es barato, los únicos que pueden pagar este tour son gente mayor con dinero. -Eso no explica que sean sólo mujeres, -contestó él. Yo sólo me alcé de hombros. Mientras el guía hablaba observé de nuevo al resto de los pasajeros. Muchas de las mujeres mayores estaban hablando entre ellas, "se conocen," me dije. "Tal vez son parte de un club o una asociación o algo." Tan sólo había un par de grupitos que no parecía estar con ellas. Una familia de hermanas menores que mi madre, dos pares de matrimonios en su luna de miel y otra familia con un... Mis ojos se detuvieron, un instante, al darme cuenta del chico sentado dos filas detrás de mí. Parecía de mi edad, quizás un año menor. Iba también con su familia, y, si su rostro era algo para guiarse, se veía tan aburrido como yo. Volteé al frente de nuevo, con una sonrisa en mis labios. "Aprovecha Turquía." -¡Bienvenidos a Istanbul! ¡Istanbul de la Mágica Turquía! -gritó el guía con entusiasmo. A nuestro costado derecho pudimos observar la ciudad en todo su esplendor. Era grande, junto a un estrecho de agua, erguida en varias colinas, con torres y cúpulas adornando el paisaje-. Eso que ven son las mezquitas de la ciudad, las más grandes y de las más bellas del mundo. La vista era impresionante, era una ciudad antigua, su horizonte yacía teñido de un café claro parecido a la arena, un tono marrón proveniente de épocas ajenas, de siglos de antaño. Era un grito de historia, rugiendo desde eras ajenas, desde el fondo de los cimientos de cada edificio, hasta nuestro presente. No pude evitar pensar en lo parecido y, a la vez, en lo diferente que era a casa. Era una vista impactante, una verdadera ciudad de maravillas. Aquel día nos dirigimos directo al hotel; teníamos las maletas del aeropuerto después de todo. Era un edificio grande, no tanto como el de Japón pero era respetable, no se encontraba lejos de aquellas mezquitas que vimos. -¡Bienvenidos al Hotel! -soltó el guía-. Su propio palacio personal para su estancia en nuestra Mágica Turquía. -Le encanta esa frase, -oí murmurar a mi padre. -Si dice "Mágica Turquía" una vez más, juro nunca volver a un tour, -replicó mi madre. Ambos rieron de sus palabras; no era racioso pero era, en cierto modo, cálido verlos así. A pesar de los años, hijos, trabajos y épocas difíciles, mis padres seguían juntos y aunque a veces era difícil ver por qué, eran momentos como ese los que me lo recordaban. Los cuatro nos sentamos en el lobby a esperar junto con las otras 30 personas del tour. Traté de no ser raro y dejar de ver al chico del tour pero por mucho que lo intentara, cada pocos minutos mis ojos terminaban por buscarlo. -¿Te sientes bien? -preguntó mi hermano una vez que llegamos al cuarto. -Sí, -respondí, pensando rápidamente en algo-. Es sólo que estaba investigando de la comida y aún no sé cual comprar para llevar de regreso a casa. -¿Tanto te fascina la comida? -Chris me miró extrañado, seguramente recordando las cajas bento de Japón. -Deberías probarla, aunque sea, -respondí. Chris no dijo nada, tan sólo formó un gesto dudoso y dejó la conversación ahí. En los próximos días fuimos a la Torre de Galata, visitamos una calle amplia con un tranvía así como las dos mezquitas más populares de la ciudad, la Mezquita Azul y la Hagia Sophia. Todo aquel tiempo tuve las palabras de Minakami grabadas en mi mente: "Aprovecha Turquía." Mis ojos regresaban al chico del tour. Siempre que lo veía cerca, trataba de ponerme en su campo de visión, en parecer distraído pero llamando su atención. No funcionó, este nunca parecía darse cuenta y mucho menos me dirigía la palabra. Suspiré, decepcionado. "Fue más fácil en Japón," me dije a mi mismo. No obstante, otra parte de mi respondió: "No, no es cierto. Japón fue igual de difícil. Recuerda: Minakami te sonrió pero él no se acercó a ti, tú tuviste que acercarte a él." Mis ojos se abrieron de par en par. "Los príncipes no sólo llegan, tú tienes que ir por ellos." ¿Cómo lo había olvidado? Me torné hacia el chico del tour, nos encontrábamos entre la Mezquita Azul y la Hagia Sophia. Estábamos tomando un descanso, era mi momento. El fétido sentimiento de terror, pena y vergüenza trató de colarse en mi mente. ¿Estaba seguro de querer acercarme al chico? Había funcionado con Minakami, claro, pero él me había sonreído antes. Además, cuando lo intenté en casa fallé rotundamente. ¿Estaba seguro de querer otro fracaso? Alejé esos pensamientos de mi mente, tenerlos no llevaría a nada. Fue entonces que traté de concentrarme. "No, no te concentres. Actúa, no pienses." Era verdad, esa era mi táctica. Actuar, no pensar. Actuar, no pensar. Actuar... Comencé a caminar entre el adoquinado camino hasta el chico del tour. Entonces me detuve. No podía llegar así como así, necesitaba algo, un motivo. Fue ahí que volteé a dónde se encontraban los guías. -Hola, ¿te podemos ayudar en algo? -me preguntó el mayor de ellos, entusiasta y servicial. Ahora entendía porque había elegido este trabajo-. ¿O tienes una pregunta? -Eh... -dudé. "¡No pienses!" Me recordé-. No, sólo quería ver si podría sostener la bandera del grupo, por un momento nada más, es que se ve divertida. "¿Divertida? ¿En serio?" Me castigué mentalmente. Los guías parecieron compartir el sentimiento pues me miraron con extrañeza. Era el menor quien tenía la bandera, ambos intercambiaron una mirada y, para mi sorpresa, me tendieron la bandera-. Claro, vamos a ir por un par de kebabs, no tardaremos. Si te vas los demás del tour se van a perder así que tenla en alto y quedate por aquí, ¿de acuerdo? Asentí velozmente mientras los guías se apartaban. No podía creer que estaba funcionando. Alcé la bandera en alto, un mero triángulo azul, y comencé a caminar al chico del tour. -Hey, -dije cuando estuve a su lado, el chico estaba en su celular. -Hola, -saludó él, tardó un instante en verme pero cuando lo hizo sus ojos se detuvieron en la bandera que cargaba-. ¿Qué haces con eso? -Oh, nada, -dije como si fuera cualquier cosa-. Los guías me la encargaron en lo que iban a comer. Soy el nuevo guía ahora. ¿Listos para Turquía Mágica? -dije arremedando al guía pero el chico no se rió. Ambos permanecimos así, por varios instantes, en silencio. Hasta que me animé a preguntarle que es lo que hacía en el teléfono. -Estoy jugando un videojuego, -respondió mostrándome la pantalla. -Pero estamos de vacaciones en Turquía, -dije señalando las inmersas estructuras de piedra que eran las mezquitas a nuestros costados-. ¿No sería mejor disfrutarlo un poco más? Oh, ¿ya probaste los kebabs? Son la mej... -No los probé, -me cortó sin levantar la mirada de la pantalla-. No se veían ricos. -¿Cómo sabes si no los probaste? Se alzó de hombros-. No lo sé, todo olía raro así que comí en McDonald's. -Mc... -alcé la vista hacia el punto que señaló, a lo lejos podía distinguir el letrero de uno de sus famosos restaurantes de comida rápida. Algo en mi se esfumó, la sola idea de que alguien fuera a otro país para acabar comiendo la misma basura que podía tragar en casa era demasiado como para quedarme a su lado. ¡Ni siquiera se molestó en probar la comida local! Sentí ganas de golpearlo. -Oye, -dijo el chico entonces-. ¿De casualidad no tendrás una batería portátil? Se me está acabando la pila. Lo observé, ni siquiera despegó los ojos del aparato-. Sí, -contesté-. Si tengo. El chico alzó la mirada pero para entonces yo ya había dado vuelta y me marché de ahí. No me importaba si era atractivo, tenía linda voz o facciones, menos aún si era el único chico en todo el tour, me rehusaba a tratar algo con alguien con una mentalidad tan cerrada como la suya. Podía imaginar los años de tortura que sería vivir con alguien como él. "Aprovecha Turquía," escuché las palabras de Minakami-. Bueno, -respondí-. A veces, no hay forma de aprovechar algo. A veces no importa cuan príncipe seas, hay gente que no te merece. Avancé por el tramo pavimentado, no tenía ánimos de seguir aguantado gente extraña por lo que me dirigí con mi familia. No fue sino hasta que reparé en la bandera de mi mano que di media vuelta y me dirigí con los guías. -Aquí tienen, -les dije dando media vuelta, aunque antes agregué-: gracias. -A ti, -dijo el menor, tomando la bandera-. Ya me estaba muriendo de hambre. En serio, gracias. Ah y, por cierto, no pongas esa cara de enojado, te veías mejor hace rato que estabas sonriendo. Estaba ya casi de espaldas cuando lo oí y me detuve. El guía estaba sonriéndome, una extraña confianza en su rostro, un dejo de seguridad, de autoridad también. Miré a mi costado pero el guía mayor estaba a unos palmos, no parecía darse cuenta de lo que ocurría. -Tú no te ves nada mal, -contesté. En cuanto las palabras salieron de mi boca no pude creer que las había dicho; era la primera vez que veía al guía menor con detenimiento. Debía tener, ¿cuantos? Unos dos años más que yo, a lo sumo, justo la edad de mi hermano, sin embargo, su altura lo hacía parecer mayor. Su cabello era negro pero sus ojos parecían zafiros, claros con toques de avellana, su piel era morena y, si era como el resto de los turcos, apostaba que podía tener una barba si quisiera. -¿A caso eso fue un cumplido? -preguntó el guía. -Depende, -le dije-. ¿Me acompañarías a comprar un kebab? El guía menor sonrió-. Por supuesto. -Entonces es un cumplido. -Pero hay una condición, -replicó él-. Tienes que cargar la bandera. Eso me hizo reír-. Alex, -extendí mi mano. -Ekrem, -dijo tomándola mientras caminamos a los puestos de comida. Quizás podría repetir lo que ocurrió en Japón, quizás no era tan cobarde después de todo. Y, quizás, estar atrapado en un tour con mí guía Ekrem no sería la peor cosa del mundo, después de todo, tenía que aprovechar a Turquía y recordemos que Turquía es Mágica. ---------------------------------------------------------------- ¿Qué tal suena la parte 2 de la historia hasta ahora? Supongo que ya viste como es la dinámica: nuevo país, nuevo viaje, nuevas aventuras y, sobretodo, nuevo chico. Y si te gustaba Japón, no te preocupes, aún no terminamos con Minakami.